Kitabı oku: «La democracia a prueba», sayfa 7
IV
Conteos rápidos, PREP y cómputos distritales: enfrentar el barroquismo electoral
* Este capítulo fue escrito en coautoría con Farah Munayer Sandoval.
«La salud de las democracias, cualesquiera que sean su tipo y su grado, depende de un mísero detalle técnico: el procedimiento electoral. Todo lo demás es secundario. […] Sin el apoyo de un auténtico sufragio, las instituciones democráticas están en el aire», escribió con nitidez José Ortega y Gasset en La rebelión de las masas. Más aún, el «mísero detalle» puede condensarse en un breve espacio de tiempo: las horas y minutos que siguen a la conclusión de la votación. Si en esos momentos, con la tensión política electrizando el ambiente, no hay información fidedigna sobre el sentido de la voluntad popular, si se retrasa la emisión de resultados, si comienzan las proclamas de uno y otro candidato anunciando sus respectivas e incompatibles victorias, entonces el proceso electoral en su conjunto, y con ello la credibilidad de las instituciones, pueden, en efecto, evaporarse, desvanecerse en el aire.
Para la certeza de las elecciones es fundamental contar con resultados ciertos, precisos y oportunos la misma noche de la elección. Así ocurre en prácticamente todas las democracias del mundo y las excepciones son, también, ejemplos de procesos electorales que devienen en crisis políticas. Ese traspié ocurrió en México en 1988, con la «caída del sistema», cuando la Comisión Federal Electoral interrumpió el flujo de información pública sobre los resultados de la elección presidencial. Un episodio de opacidad sobre los resultados antecedió la crisis postelectoral de 2017 en Honduras, origen de los disturbios que arrojaron más de una veintena de víctimas mortales.
La elección de 1988 en México ha sido, en buena medida, el contraejemplo a partir del cual se han creado normas e instituciones electorales que buscan ofrecer certeza, máxima publicidad y legalidad a los comicios. Para no repetir la «caída del sistema» de 1988, se han desarrollado mecanismos de información regulados por la ley, como son el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) y los conteos rápidos.
Si bien la legislación mexicana aún mantiene un anacronismo notable que retrasa el cómputo formal de votos y la emisión del resultado final, pues dispone que los resultados de las casillas electorales comenzarán a sumarse en los cómputos distritales a partir del miércoles siguiente a la jornada electoral para concluir el domingo posterior, al menos asegura que información preliminar, pero oficial, llegue a la ciudadanía desde el mismo día en que se celebran los comicios.
Ello permitió que a las 11 de la noche del 1º de julio de 2018, el consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE) diera a conocer los resultados del conteo rápido realizado por el Instituto, anunciando la tercera alternancia en el gobierno en apenas cuatro elecciones presidenciales. Y que desde las 20:00 horas de ese día estuviera en operación el PREP, y a través de él se fuera proporcionando información de todas las elecciones federales, casilla por casilla, distrito electoral por distrito electoral, por cada entidad y a nivel agregado nacional.
Pero 2018 no fue el año cero en la difusión oportuna de resultados electorales. En el año 2000, gracias al conteo rápido, se había anunciado la primera alternancia en la Presidencia por el entonces Instituto Federal Electoral (IFE), y así ocurrió también en 2012. En 2006, como se detallará más adelante, el IFE hizo conteo rápido pero, de forma errónea a mi entender, no dio a conocer sus resultados ya que la diferencia entre el primero y el segundo lugar resultó demasiado estrecha para establecer un ganador. El PREP se ha ejecutado desde los años noventa y si bien su operación fue parte de la polémica postelectoral de 2006, siempre ha mostrado resultados fidedignos de la votación ciudadana depositada en las urnas.
Mientras México no cuente con instrumentos como el voto electrónico o no se permita la realización de cómputos nacionales el mismo día de la elección, el PREP y el conteo rápido seguirán siendo las herramientas indispensables de la transparencia, la certeza e incluso de la credibilidad de todos los eslabones previos del proceso electoral. De ahí su capital importancia.
En 2018, la amplitud de la diferencia en los resultados, hay que reconocerlo, facilitó el trabajo de la autoridad electoral: se anunció un triunfo holgado y, además, de un candidato opositor y a quien las encuestas previas de intención de voto habían prefigurado poseedor de una amplia ventaja sobre sus competidores. De esa manera, el conteo rápido permitió hacer el anuncio a la hora prevista y sin que los rangos de estimación entre los candidatos se traslaparan. No obstante, hacer el conteo rápido en 2018 no fue sencillo: la creación de la casilla única implicó que los funcionarios de casilla tuvieran que destinar más tiempo al trabajo de escrutinio de los votos y, con ello, se retrasara la materia prima indispensable tanto del conteo rápido como del PREP: el resultado en las casillas. La labor del INE también se vio dificultada por la emisión de sentencias de la autoridad jurisdiccional que eliminaron procedimientos diseñados para ahorrar tiempo y contar con la información de manera más oportuna.
Que en 2018 las cosas, por fortuna, salieran bien, no elimina los riesgos para otras elecciones. Este capítulo es un recuento de los avances y dificultades para la difusión de los resultados electorales el día de la votación, de lo que en buena medida depende la credibilidad de los comicios, sobre todo si se presentan escenarios de votaciones cerradas entre los candidatos con mayor respaldo.
CONTEOS RÁPIDOS: LA ESTADÍSTICA AL SERVICIO DE LA ESTABILIDAD POLÍTICA
El conteo rápido es un ejercicio de proyección estadística de los resultados de una elección a partir de la selección de una muestra representativa de las casillas instaladas. Se trata de un ejercicio que, bien realizado, resulta de alta confiabilidad; sus márgenes de error son mínimos porque emplea como fuente de información el resultado de votos reales, ejercidos y contados.
El conteo rápido contrasta, así, con otros ejercicios de muestreo y estimación que suelen practicarse en las jornadas electorales pero que, por su propio diseño, no permiten estimar resultados cerrados, como es el caso de las encuestas de salida o exit poll. Una encuesta de salida es, precisamente, una encuesta que recoge los dichos de ciudadanos a la salida de la casilla, no votos efectivos, lo cual aumenta el margen de error. Para efectuar una encuesta de salida también debe hacerse una muestra de casillas, a las cuales se enviarán encuestadores que aguardan la salida de electores que hayan sufragado y, tras hacer una breve encuesta y anotar datos generales sobre sexo, edad, escolaridad y ocupación, por ejemplo, le piden al ciudadano que indique por quién sufragó –generalmente a través de una boleta simulada que se deposita en una urna simulada para que el entrevistado no tenga que revelar directamente al entrevistador cuál fue el sentido de su voto–. A lo largo de la jornada electoral, los encuestadores van enviando los resultados parciales de las encuestas de salida que han levantado y así se puede tener información sobre cómo van los resultados, lo que es útil para que los actores políticos o los medios de comunicación que encargaron la encuesta puedan saber de forma aproximada cómo avanza la voluntad popular.
La debilidad de la precisión de la encuesta de salida, como se puede inferir fácilmente, radica en que si uno o varios ciudadanos responden a la encuesta de forma distinta a como en realidad votaron, habrán sesgado la estimación estadística del ejercicio. Por ello es arriesgado utilizar las encuestas de salida para dar a conocer resultados electorales en elecciones competidas. Ejemplo de lo anterior fue la elección a la gubernatura de Puebla en 2018. Consulta Mitofsky dio a conocer el resultado de una encuesta de salida que daba como ganador a Luis Miguel Barbosa, de la coalición Juntos Haremos Historia (Partido del Trabajo, Morena y Partido Encuentro Social), con 41% a 49% de los votos. Por otro lado, el conteo rápido del INE, que se dio a conocer a las 23:45 horas del día de la elección, le dio la ventaja a Martha Erika Alonso, de la coalición Por Puebla al Frente (partidos Acción Nacional, de la Revolución Democrática, Movimiento Social, Pacto Social de Integración y Compromiso por Puebla), con un intervalo entre el 36.4% y el 38.9%, seguida de Barbosa, con entre el 33.9% y el 36.8%. Finalmente, los cómputos oficiales confirmaron las estimaciones del conteo rápido al arrojar como ganadora a Martha Erika Alonso con el 38.14% de los sufragios, frente al candidato de Morena, quien registró el 34.10%.
De hecho, una vez que se conocieron los resultados del conteo rápido del INE, Roy Campos, presidente de Consulta Mitofsky, con una honestidad profesional digna de reconocerse, declaró: «Mi encuesta de salida dio el triunfo a Barbosa pero las encuestas no son la verdad, son encuestas y es soberbio pensar que una encuesta es mejor que un conteo rápido del INE […] Tengo que aceptar que si mi encuesta no se parece al [resultado del] INE no puedo decir que el instituto está mal sino lo profesional es decir que la que está mal es la encuesta».76
Las encuestas de salida tienen una utilidad analítica que los conteos rápidos no brindan, permiten realizar inferencias de preferencia del voto, por ejemplo, por sexo y escolaridad. Sirven, entonces, para el análisis sociológico de las preferencias electorales, para el estudio académico, más que para adelantar resultados en contextos de alta incertidumbre y competencia política.
En cambio, los conteos rápidos son herramientas más precisas porque se nutren, como ya se explicó, de votos efectivamente emitidos y contados, pero además se toma el 100% de los sufragios de cada casilla, pues se considera el resultado registrado en el acta de escrutinio o en el cuaderno de resultados, lo que implica que de las casillas seleccionadas en la muestra se obtendrá información del total de los electores y no sólo de algunos entrevistados. Por lo anterior, es comprensible que la legislación en México permita a la autoridad electoral realizar conteos rápidos, mas no encuestas de salida.
Desde la reforma electoral de 1990 se incluyó en la ley la posibilidad de realizar conteos rápidos para conocer el sentido de la voluntad popular a pocas horas de concluida la votación. El artículo 89, inciso II del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales de entonces, dispuso que la autoridad podría: «ordenar, cuando lo estime conveniente, la realización de los estudios o procedimientos pertinentes, a fin de conocer las tendencias electorales el día de la jornada electoral. Los resultados de dichos estudios sólo podrán ser difundidos previo acuerdo del Consejo General».
Como se observa en el cuadro 1, los conteos rápidos han evolucionado a lo largo del tiempo. El primer conteo rápido, realizado en 1994, no fue del conocimiento público, en tanto que para 2018, de acuerdo con el Reglamento de Elecciones del INE, ya era obligatorio para el consejero presidente dar a conocer el resultado, incluso si los intervalos de estimación entre los candidatos más votados llegasen a sobreponerse. Además, en un inicio el ejercicio estaba a cargo de empresas externas a la autoridad electoral y desde entonces se ha avanzado hasta quedar completamente bajo el control y supervisión del INE. Otras diferencias tienen que ver con la fuente de la que se toman los resultados el día de la elección y con la hora de la publicación.
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La oportuna difusión de los resultados de los ejercicios de conteos rápidos ha sido clave en la historia de las elecciones en México. La primera alternancia a la Presidencia se anunció en cadena nacional el 2 de julio del año 2000 a las 11 de la noche, gracias al conteo rápido diseñado por el entonces IFE: el consejero presidente, José Woldenberg, emitió a esa hora un mensaje en el que se señalaba con claridad la ventaja de Vicente Fox. A partir de ahí, el presidente de la república, Ernesto Zedillo, reconoció de inmediato la derrota de su partido, lo que no había ocurrido en las siete décadas previas. Así se instaló el cambio de gobierno de forma pacífica, institucional y democrática.
En 2006 el conteo rápido fue un ejercicio no exento de paradojas. Por un lado, alcanzó un altísimo grado de precisión y recabó información de manera ágil y oportuna. Por el otro, sin embargo, debido a una decisión política del Consejo General del IFE no se dieron a conocer los resultados a la opinión pública la noche de la elección, por lo que el conteo no contribuyó a desvanecer la desconfianza en las elecciones, que comenzó a crecer la misma noche de los comicios. Esto pone de relieve que el conteo rápido, además de requerir técnicos y científicos de alto nivel en su diseño y operación, también precisa una comunicación política oportuna y un compromiso con la transparencia por parte de la autoridad electoral.
La falla del IFE en 2006 radicó en que el Consejo General, atendiendo a propuestas de los partidos políticos, aprobó un acuerdo por el que convino que los resultados del conteo rápido no se harían públicos si la diferencia entre el primer y el segundo lugar era menor al 1%.77 No entendió el IFE en ese momento que la información del conteo rápido era indispensable para la ciudadanía, más allá de las estrategias de los actores políticos, y que no es lo mismo no poder dar el ganador preliminar de una elección a través de un conteo, que no revelar los resultados del conteo. Ocultar información a la ciudadanía sobre los resultados electorales que sí tiene la autoridad es un error político de considerable magnitud.
Como se puede apreciar en el cuadro 1, el intervalo de votación estimado por el conteo rápido del IFE para Felipe Calderón fue de entre 35.7 y 36.5%, mientras que el correspondiente a López Obrador fue de 35 a 35.7%. Ergo, el límite superior de López Obrador se tocaba, en una décima, con el límite inferior de Felipe Calderón. Así que el conteo fue muy exacto. Se trató de una contienda altamente reñida, pero la estimación colocó a Calderón por arriba de López Obrador, tal como mostraron después el PREP y los cómputos distritales. Esa fue la información que la autoridad no le dio a la ciudadanía.
El vacío provocado por el silencio de la autoridad electoral la noche del 2 de julio de 2006 fue llenado, de forma irresponsable, por los actores políticos. A las 23:00 horas, el entonces consejero presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, anunció: «no es posible determinar, dentro de los márgenes científicos establecidos para el conteo rápido, al partido o coalición que haya obtenido el mayor porcentaje de la votación emitida».78 Minutos después, en el Zócalo de la capital del país, el candidato de la coalición Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, declaró: «tenemos informaciones, con base en los conteos rápidos, de que estamos cuando menos 500 000 votos arriba […] Exijo, pido a las instituciones electorales que respeten estos resultados».79 Lo cierto es que, como demostró Carlos Tello Díaz en su libro 2 de julio, el conteo rápido que encargó la propia coalición Por el Bien de Todos a la encuestadora Ana Cristina Covarrubias, daba como ganador a Felipe Calderón Hinojosa.80 Pero la denuncia de fraude, aun sin elementos de prueba, había comenzado. Y con ello uno de los conflictos electorales más enconados de la vida política del México moderno, que implicó un innecesario desgaste de la credibilidad de las instituciones electorales que, más de una década después, sigue presente.
Felipe Calderón también se autoproclamó vencedor la noche de aquella elección. Sus palabras fueron:
Hemos escuchado el mensaje del doctor Luis Carlos Ugalde, quien ha señalado que a pesar de que tienen ya un conteo rápido realizado por el propio instituto prefieren omitir el resultado y no darlo a conocer a los ciudadanos. Nosotros respetamos la decisión del IFE, como siempre lo hemos hecho y lo haremos. Sin embargo, sabemos que no ha faltado quien ha señalado datos que discrepan con los del propio Instituto… Con estos datos amigos, a nosotros no nos cabe la menor duda que hemos ganado las elecciones presidenciales y que estos datos se corroborarán por el propio IFE.81
Así, también desde la candidatura de quien finalmente resultaría presidente constitucional, se contribuyó a la crisis postelectoral.
Seis años después, en 2012, se dio una segunda alternancia en la Presidencia de la República. Y, una vez más, la realización de un conteo rápido por parte de la autoridad electoral permitió conocer la misma noche de la elección cuáles habían sido las preferencias de los votantes. Cabe señalar, sin embargo, que en 2012 se corrió el riesgo de que no se realizara un conteo rápido, pues en un primer momento la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) prohibió que se efectuara, por considerar que era redundante con el PREP.82 La autoridad jurisdiccional no distinguió en ese momento entre un ejercicio de proyección estadística y un levantamiento censal de la información; por fortuna, el propio Tribunal rectificó.83 Gracias a ello, la noche de la elección de 2012, Leonardo Valdés Zurita, consejero presidente del IFE, hizo el anuncio respectivo, al informar que Enrique Peña Nieto habría obtenido entre el 37.9 y el 38.6% de los votos, contra el 30.9 y el 31.9% de los votos para López Obrador. Si bien en 2012 hubo impugnaciones al proceso electoral, éstas se centraron en denuncias con respecto al uso excesivo de recursos del candidato del PRI más que sobre los resultados electorales, lo que puede explicarse en buena medida por la distancia del apoyo que recibieron en las urnas, respectivamente, los dos candidatos más votados.
La precisión de los conteos rápidos no sólo ha ayudado a difundir las preferencias del electorado en votaciones a la Presidencia de la República, sino también en los llamados comicios federales intermedios, en los que se elige nada más a los integrantes de la Cámara de Diputados. En 2003 el IFE llevó a cabo el primer conteo rápido en una elección intermedia y, además, por primera ocasión el trabajo de campo estuvo a cargo de la propia autoridad electoral (cuadro 2).
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En las elecciones intermedias de 2009, el entonces IFE decidió que sólo se instrumentaría el PREP y no conteos rápidos. Sin embargo, en 2015 el INE retomó la práctica de hacer conteos en las elecciones intermedias (cuadro 3). En estos casos, también, los conteos rápidos han coincidido con los resultados oficiales.
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LOS CONTEOS RÁPIDOS EN 2018
La primera elección presidencial a cargo del INE como tal, fue la de 2018, en la que además hubo ocho elecciones a gobernador y la correspondiente a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
Después de la experiencia de 2006, el INE decidió hacer obligatorio para sí y para las autoridades electorales locales que se dieran a conocer los resultados del conteo rápido, incluso en elecciones muy competidas, a partir de la convicción de que la transparencia siempre debe guiar el tratamiento de los resultados electorales y de que es obligatorio contribuir a la certeza y a la estabilidad política, en particular en las horas que siguen al término de la votación.
Por esta razón, en 2015 el Consejo General del INE acordó que, sin importar los márgenes de error, la autoridad electoral debía dar a conocer los resultados del conteo rápido. Esta disposición fue incluida en el Reglamento de Elecciones, y se hizo aplicable, además, a los Organismos Públicos Locales electorales, los cuales también, a partir de ese año, deben realizar conteos rápidos en las elecciones a gobernador.84
En 2017, en la elección del gobernador de Coahuila, el instituto electoral local realizó un conteo rápido que, por deficiencias en el diseño muestral y en el trabajo de campo, no fue lo suficientemente preciso. Si bien reflejó que los intervalos de estimación entre los dos candidatos punteros se cruzaban y que, por tanto, no podía desprenderse del conteo un claro ganador y había que aguardar al escrutinio del 100% de los votos, erró al colocar el intervalo del segundo lugar en los cómputos por debajo del intervalo de quien, tras el conteo total de los sufragios, resultó ganador.
A partir de esa mala experiencia local en Coahuila, y para evitar errores equivalentes que arrojaran sombra de duda sobre las elecciones concurrentes de 2018, el INE decidió atraer la realización de los conteos rápidos de las elecciones a gubernaturas y a la Jefatura de Gobierno de la capital del país. Así, en las elecciones de 2018, por primera vez, la autoridad electoral federal realizó 10 conteos rápidos de forma simultánea, en la misma noche de la jornada electoral.85
Para hacer ese ejercicio inédito se nombró a un Comité Técnico Asesor del Conteo Rápido (Cotecora), integrado por nueve prestigiados especialistas en estadística, matemáticas y cómputo, que fue presidido por el titular de la Dirección Ejecutiva del Registro Federal de Electores del INE.86 Dicho comité fue el responsable de seleccionar las muestras y realizar las estimaciones que darían a conocer los resultados de los conteos rápidos de las 10 elecciones a titulares de poderes ejecutivos.
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En lo que se refiere a los nueve conteos rápidos locales de 2018, el Cotecora decidió que la muestra para la elección presidencial sería un subconjunto de la muestra para la elección local. De esa forma, se facilitó que la información recabada por el personal de campo del INE –los capacitadores electorales– adscrito a una casilla sirviera para las estimaciones tanto de la elección federal como de la local, con lo que se aligeró la carga de trabajo de estas figuras y, por tanto, se abonó a la rapidez del ejercicio.
El 1º de julio a las 23:00 horas el consejero presidente, Lorenzo Córdova, ofreció los resultados del conteo rápido de la elección presidencial con base en la información del 67.5% de la muestra. Así, en televisión nacional declaró:
De acuerdo con los datos que me han sido entregados por el Comité Técnico Asesor del Conteo Rápido, el porcentaje de participación ciudadana en la Jornada Electoral se estima entre el 62.9 y el 63.8% de la Lista Nominal Nacional. Por lo que hace a la votación obtenida por los candidatos a la Presidencia de la República, los rangos estimados de votación en el orden de registro de los partidos que los postularon son los siguientes: Ricardo Anaya Cortés, candidato de la coalición «Por México al Frente», obtuvo una votación que se ubica entre el 22.1 y el 22.8%; José Antonio Meade Kuribreña, candidato de la coalición «Todos por México», obtuvo una votación que se ubica entre el 15.7 y el 16.3%; Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición «Juntos Haremos Historia», obtuvo una votación que ubica entre el 53 y el 53.8%. Finalmente, el candidato independiente Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, obtuvo una votación que se ubica entre el 5.3 y el 5.5%.87
El cuadro 6 evidencia el alto grado de precisión del conteo rápido, que se puede verificar contrastando sus proyecciones estadísticas con el resultado final que emanó de los cómputos distritales.
La gráfica 1 muestra cómo la información recabada por el conteo rápido de la elección presidencial fue dando la ventaja a Andrés Manuel López Obrador desde los primeros cortes; sin embargo, fue necesario que se recibieran más remesas de información para que la estimación de los intervalos de cada candidato fuera de muy alta precisión estadística.
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Gráfica 1. Conteo rápido de la elección presidencial 2018. Evolución de las estimaciones por candidato
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Fuente: INE, «Informe final de actividades desempeñadas y de los resultados obtenidos en los conteos rápidos, 2018», Cotecora 2017-2018, p. 40, En <https://repositoriodocumental.ine.mx/xmlui/bitstream/handle/123456789/98268/CGor201808-23-ip-19.pdf>.
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