Kitabı oku: «Un rayito de luz para cada día», sayfa 7

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15 de febrero


Androcles y el león

“Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7).

¿Qué recibes cuando das bondad? Más bondad. Es una ley. Los bondadosos reciben como respuesta más bondad.

Un antiguo historiador llamado Apiano describió en su libro Maravillas de Egipto un incidente que él mismo presenció en la ciudad de Roma, en los días de Julio César. Ocurrió en el inmenso Coliseo romano, donde las multitudes se divertían con crueles batallas entre fieras y humanos. Un día fue traído desde el norte de África un esclavo condenado a muerte. El show consistiría en ver la lucha entre el esclavo y un hambriento león.

El esclavo esperaba temblando su fatal desenlace. Finalmente, se liberó al león para así iniciar el espectáculo. Grande fue la sorpresa de todos cuando el león, lejos de atacar al pobre esclavo, se detuvo, como observándolo, y luego mansamente se acercó y comenzó a lamerle las manos y los pies.

Julio César, maravillado por la escena, mandó a llamar al esclavo. Se le preguntó su nombre y la razón del comportamiento del león. Él contestó que se llamaba Androcles y contó que luego de haber huido de su cruel amo, se escondió en una cueva del desierto. Cierto día, entró allí cojeando un león. Por sus gemidos y la sangre que le corría por la pata, se notaba que le dolía mucho. El león extendió su pata, y Androcles pudo ver que tenía clavada una enorme espina. Con cautela, le sacó la espina y, luego de eso, el león durmió tranquilamente. Androcles vagó por el desierto hasta que su amo lo recapturó y lo llevó a Roma para ser devorado por leones. Y ahora, varios meses más tarde, se había producido este sorprendente e inesperado reencuentro con el león.

¡Qué maravilloso! El león sencillamente trató a Androcles con la misma bondad con que él lo había tratado meses atrás. Sin saberlo, Androcles experimentó las palabras del versículo de hoy.

Recuerda siempre ser bondadoso con tus padres, tus hermanos, tus amigos y hasta con tus mascotas. Y más todavía: trata con bondad a los que te tratan mal, y observa su respuesta. Aunque tarden en reaccionar, finalmente caerán rendidos ante la bondad. Te aseguro que, como le ocurrió a Androcles, ¡ser bondadoso te traerá gratas sorpresas! Gabriela

16 de febrero


El mundo necesita más niños como Oliver

“El Rey les contestará: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron” (Mateo 25:40, DHH).

Por las redes sociales anduvo circulando un video con el título de la meditación de hoy. ¿Quieres saber de qué trata? Resulta que un niño de unos seis o siete años llamado Oliver tiene una misión muy particular junto a su mamá: hacer sonreír a la gente. ¿Cómo llevan a cabo esta tarea? Visitan hogares de ancianos llevando flores y tarjetas.

Entonces Oliver entra en acción: reparte una tarjeta y una flor acompañados de un largo y fuerte abrazo a cada ancianito. Su mamá se tomó el trabajo de filmar las reacciones e hizo un compilado. ¡Qué hermoso fue ver esos ojos húmedos y esas sonrisas de agradecimiento en los abuelos!

¿Has pensado en lo sencillo que es hacer feliz a alguien? Oliver encontró una de muchas maneras de pensar en los demás y hacer algo por ellos. ¿Se te ocurre alguna otra manera? Acá hay algunas ideas dadas por Jesús mismo en Mateo 25:31 al 46: compartir nuestro alimento con alguien hambriento, dar agua a quien tiene sed, ser hospitalario y tener un hogar abierto para recibir gente, visitar a gente enferma o débil, visitar a los presos en la cárcel.

Oliver eligió visitar a los ancianitos. Hay otros que prefieren visitar comedores comunitarios donde alimentan a gente sin techo, cantan alabanzas y oran con ellos; hay otros que gustan de invitar a almorzar a las personas que son “nuevas” en la iglesia o que la visitan por primera vez; hay gente que tiene el ministerio de trabajar en las cárceles, por personas que supuestamente son incorregibles, y es hermoso ver cómo gracias a este ministerio el Espíritu transforma corazones duros, y les da una nueva vida.

Como ves, las opciones son muchas. Lo importante es que elijas alguna y puedas hacerla regularmente. El título del video que te conté es muy acertado: “Se necesitan más niños como Oliver, que piensen en los demás”.

Recuerda las palabras del versículo de hoy. Cuando piensas y haces algo por los demás, ¡lo estás haciendo para Jesús mismo! Pídele hoy en oración que te haga bondadoso y te ayude a aliviar las cargas de quienes te rodean. Gabriela

17 de febrero


Bondad con los enemigos

“No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12:21).

¿Cuál es tu reacción más común para con tus enemigos? Imagina que vives tranquilo en una ciudad y de repente te enteras de que un rey de un país enemigo envió a un numeroso ejército para atraparte y matarte. Pero así como en las mejores películas, la situación se da vuelta a tu favor, y todo el ejército enemigo queda rendido a tu poder y tienes que decidir qué hacer con ellos. ¿Tú qué harías? ¿Vengarte? ¿Castigarlos?

Bueno, la situación que acabo de contarte es exactamente lo que le sucedió al profeta Eliseo. Puedes encontrarla en 2 Reyes 6:8 al 23. El rey de Siria mandó atraparlo con un numeroso ejército que rodeó la ciudad de Dotán, donde Eliseo vivía. Eliseo oró a Dios para que todo el ejército quedara ciego, y luego él mismo los guió hacia el centro de la ciudad de Samaria, donde volvió a orar para que Dios les abriera los ojos.

¡Guau! ¡Qué situación! Imagina dos cosas: una, que eres del ejército israelita y notas con alegría cómo Dios ha entregado al ejército enemigo en tus manos. ¡Ya saboreas de antemano el merecido que les darás! Ahora imagina que eres un soldado del ejército sirio y cuando se abren tus ojos descubres que estás a merced de tus enemigos, ¿qué pensarías? ¿Qué querrían hacer los israelitas contigo? ¡Qué miedo!

Resulta que hasta el rey israelita estaba confundido con la situación, por ello le preguntó al profeta qué hacer. ¡Había llegado el momento de la dulce venganza! ¿Qué crees que ordenó Eliseo? La respuesta se encuentra en 2 Reyes 6:22. Mandó que les dieran de comer y beber, y luego los enviaran de vuelta a casa. ¡Qué venganza más inusual!

Sin dudas Eliseo se vengó “a la manera de Dios”. Aplicó al pie de la letra el principio que figura en el versículo de hoy. Vuelve a leerlo. Se “vengó” de los sirios haciéndoles el bien, ¡y los venció!

En 2 Reyes 6:23 la Biblia nos cuenta que luego de haberles hecho un banquete al ejército sirio, los mandaron sanos y salvos de vuelta a su país y “nunca más vinieron bandas armadas de Siria a la tierra de Israel”. ¡Fabuloso! Lograron liberarse de los sirios sin derramar una sola gota de sangre.

Así trabaja Dios. Y así debemos trabajar nosotros. Vencer con el bien el mal. ¿Te animas a probar con la bondad? Gabriela

18 de febrero


Extiende una mano misericordiosa

“No romperá la caña que ya está quebrada, ni va a apagar la mecha que apenas está encendida. Él sí hará justicia” (Isaías 42:3, PDT).

Este versículo no es muy conocido pero, ¡qué gran verdad enseña! Hay cañas y cañas. Si has sido conquistador, muchos mangrullos se construyen con ejemplares muy gruesos y fuertes. Nada los puede derribar, ni tormentas ni vientos. Menos aún se puede quebrar alguna de ellas. Lucen vigorosas allá en lo alto. Pero hay otro tipo de cañas, finitas y quebradizas. Sin ninguna utilidad aparente, débiles, descartadas.

Obviamente, la Biblia no está describiendo distintos tipos de estos tallos. ¿A qué se refiere? ¿De quiénes habla? De personas que, por el sufrimiento, están rotas y tienen el corazón quebrado.

En la escuela donde trabajo, todos estamos tratando de ayudar a Mati. Sus papás se acaban de separar. Antes, él era un niñito feliz, estudioso... pero aunque hay muchas familias que deciden no continuar juntas, y niños que lo superan, a Mati le está costando. Grita, tira cosas, pega... ¡Tan pequeño y tan quebrado está! Cuántos niños, adolescentes y adultos día tras día podrán cruzar a tu lado y solo puedes ver en ellos violencia o malos modos, pero en realidad sienten gran tristeza y soledad.

La palabra que viene a mi mente es misericordia. Dios los ama, y ellos tienen que ver su amor, a través de ti. ¿Qué puedes hacer? Brindar un abrazo, invitar a jugar, compartir tu merienda. Tener misericordia con pequeños actos de afecto y sinceridad.

El versículo también menciona que hay algo que es como una vela que se está apagando, como un tizón del que solo queda un hilito de humo, del cual el calor quedó lejos... Esto que queda es lo que una vez fue una llama; es la débil fe de los que están tristes. Otra versión bíblica del mismo versículo, llamada Traducción en Lenguaje Actual dice: “No les causará más daño a los que estén heridos, ni acabará de matar a los que estén agonizando. Al contrario, fortalecerá a los débiles y hará que reine la justicia” (Isa. 42:3).

Dios ama también a los tristes y quebrados. Deseo que él te utilice para ser misericordioso, paciente y piadoso con quienes sufren ese tipo de dolor que es difícil de aliviar, el dolor del alma. ¿Lo harás? Mirta

19 de febrero


La mejor maestra

“Muestren amor y compasión los unos por los otros” (Zacarías 7:9, NVI).

La maestra Riveros comenzó el primer día de clases de 5º grado. Ahí en la primera fila, había un niño llamado Facundo. Su ropa estaba descuidada y necesitaba darse un buen baño. Además, le costaba socializar con los otros niños. ¿Cuál sería el problema?

Cuando ella revisó su expediente, entendió un poco más:

1er grado: “Facundo es un niño brillante y alegre. Hace su trabajo de una manera limpia y tiene buenos modales”.

2° grado: “Excelente estudiante, se lleva muy bien con sus compañeros, pero se nota preocupado. Su madre tiene una enfermedad incurable. Debe ser muy difícil para él”.

3er grado: “Su madre ha muerto. Aunque trata de hacer su mejor esfuerzo, su padre no muestra mucho interés”.

4° grado: “Facundo se encuentra atrasado con respecto a sus compañeros y en ocasiones duerme en clases”.

Llegó el Día del Maestro y todos los niños trajeron sus regalos. Facundo también trajo el suyo, envuelto en un papel amarillento. Algunos niños comenzaron a reír cuando la maestra encontró una vieja peineta de perlas y un frasco de perfume con solo un cuarto de su contenido. Ella detuvo las burlas y resaltó lo preciosa que era la peineta y se colocó un poco de perfume en la muñeca. Facundo se acercó con una sonrisa y dijo:

–Señorita, hoy usted huele como olía mi mamá.

Esto la hizo emocionar. Desde ese día, ella puso atención especial en Facundo. Mientras más lo apoyaba, más rápido respondía él. Para el final del año, Facundo se había convertido en uno de los mejores de la clase.

Pasaron veinte años y la maestra recibió la visita de Facundo acompañado de una bella muchacha. Le contó que ahora era un doctor. Y le dijo que sus logros comenzaron mucho tiempo atrás, cuando ella le había dedicado atención. Ahora quería saber si le gustaría ser madrina en su boda. Ella aceptó gustosa, y aquel día llegó usando la vieja peineta y el mismo perfume que usaba su madre.

¡La bondad transforma vidas! ¡Tú también puedes marcar la diferencia en alguien siendo bondadoso! Gabriela

20 de febrero


La bondad da resultados

“El justo sabe que sus animales sienten, pero el malvado nada entiende de compasión” (Proverbios 12:10, DHH).

Permíteme que te cuente acerca de un certamen que ocurrió hace muchos años. Era una competencia para determinar qué caballos tenían más fuerza. Para ello, usaban una especie de trineo, llamado rastra. En la rastra se apilaban grandes bloques de cemento para hacerla más pesada. Cada hombre que participaba en el certamen procuraba que sus caballos llevaran la rastra lo más lejos posible en un tiempo definido.

Hubo un hombre que se presentó con sus caballos. Les gritó, los azotó con riendas y les dio puntapiés para lograr que se colocaran frente a la rastra. Los caballos eran grandes y fuertes, pero resoplaban nerviosos mientras esperaban. Cuando se dio la señal de partida, el hombre comenzó a azotarlos y gritarles para que se movieran. Los animales llevaron la rastra con dificultad. Cada vez que se detenían, el hombre los azuzaba con gritos y los azotaba. Cuando terminó el tiempo, los caballos bufaban, resoplaban y respiraban trabajosamente; y al desatarlos, salieron corriendo asustados.

Luego, se adelantó otro hombre con sus caballos. Este les habló y ellos ocuparon sus lugares frente a la rastra. Mientras él revisaba los arreos, los caballos se quedaron quietos y tranquilos. Cuando dieron la señal de partida, tomó las riendas y las hizo sonar en el aire. Los caballos llevaron la rastra hasta la línea y la trajeron de vuelta ¡tres veces! Varias veces el hombre los detuvo para que descansaran unos segundos a fin de que no se fatigaran tanto. Todo el tiempo les hablaba en voz baja y les daba suaves palmaditas. Cuando el tiempo terminó, los desató y estos salieron tranquilamente.

¡Fue increíble! Esos caballos no solo llevaron la carga tres veces más lejos que los caballos que eran azotados, sino que además, lo hicieron con menos esfuerzo. Como sabían que su amo los amaba y podían confiar en él, no tenían miedo. Un animalito hará todo lo que pueda por un amo a quien ama. Pero no puede aprender ni trabajar bien si tiene miedo.

Sí, amiguito. La bondad da resultados. No te olvides de tratar con amor y suavidad a tus mascotas. Pon en práctica el versículo para hoy. ¡Sé bondadoso! Gabriela

(Adaptación del relato “La bondad da resultados” de Jeanne Gray, El Amigo de los niños, año 1, tercer trimestre de 1975, N° 28).

21 de febrero


No toques la llama

“¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas” (Salmo 36:7).

La hora de comer era la preferida de la pequeña Vicky. A ella le encantaba la comida que preparaba su mamá, pero lo que más disfrutaba era ayudar. Una de las condiciones que había puesto la mamá para que Vi­cky pudiera ayudar en la cocina era que fuera obediente a las reglas que la mamá le indicaba.

Las reglas eran sencillas y fáciles de cumplir (al menos eso pensaba la mamá). La más importante era: “No toques el fuego”. Vicky era muy pequeña pero también muy curiosa. Un día, ella pensó: “Esa llama roja que sale de la cocina no parece que me pueda hacer algo. ¿Y si meto solo un dedo?” En un momento, no pudo aguantar más la curiosidad y cuando la mamá miró en otra dirección, Vicky metió el dedo en el fuego. ¡Ay, ay, ay!, eso sí que dolió.

¿Qué hubieras hecho tú? Vicky intentó aguantar, pues no quería que la mamá se diera cuenta de lo que había hecho. Pero el dolor pudo más, las lágrimas que intentó guardar estallaron y el fuerte llanto la delató. ¿Qué haría la mamá ahora? ¿La castigaría? ¿Le diría: “Eres culpable; qué bueno que te duela”? ¿O haría algo para hacerla sentir mejor?

La mamá intentó calmar su dolor. Con mucho amor hizo lo que pudo para que el dedo no se inflamara, pero no lo logró. Ese pobre dedo se puso tan rojo y tan hinchado que tuvo que llevarla al doctor, porque absolutamente nada calmaba su dolor. El doctor le colocó una pomada especial, vendó su dedo y le dio una medicina para el dolor.

Pero la pequeña Vicky también aprendió la más grande lección de amor: que, aunque era culpable, su mamá siempre la amaría. ¿Ella merecía un castigo? Claro que sí, pero al cuidarla y pagar la cuenta del doctor, su mamá demostró el gran amor por su pequeña traviesa. ¿Y las consecuencias de la desobediencia? Esas llegaron solas...

¿Sabes cuál es la demostración más grande del amor de Dios? El versícu­lo de hoy nos recuerda que él envió a su hijo Jesús para pagar la cuenta y morir por ti y por mí, a pesar de que somos culpables y pecadores. Aunque desobedecemos y no merecemos nada, Dios extiende sus brazos de amor para salvarnos y ayudarnos a ser mejores cada día. ¿Quieres hoy agradecer el gran amor y la compasión de Dios hacia ti? Magaly

22 de febrero


Amar y ser amado

“Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros” (Juan 13:34).

Después de la Segunda Guerra Mundial, un equipo de psicólogos y psiquiatras hicieron un estudio con bebés que quedaron huérfanos como consecuencia de esa guerra. El objetivo fue ver cuán importante es para el ser humano recibir amor de parte de los demás. Por lo tanto, pusieron en dos cuartos diferentes la misma cantidad de bebés. En los dos casos, los bebés eran atendidos por adultos que cuidaban de ellos, los alimentaban y los mantenían limpios. La diferencia estaba en que en un cuarto estos bebés recibían mucho amor: eran abrazados, les cantaban, les hacían cosquillas, jugaban con ellos, les hablaban con ternura. Y en el otro cuarto, no le manifestaban ningún tipo de cariño ni amor a los bebés. Tampoco los maltrataban, pero solamente atendían sus necesidades básicas y cuidaban de ellos silenciosamente.

Los bebés que recibían cariño mostraron grandes avances, movían sus manitos y cuerpo rápidamente, se veían motivados, se sentaban con facilidad, balbuceaban palabras y sonreían con facilidad. Por el contrario, los bebés del otro cuarto fueron creciendo más lento. Eran más irritables y enfermizos. Se veían tristes y desmotivados. Incluso, tristemente, algunos de ellos murieron. Por eso, como te imaginarás, se tuvo que suspender el estudio, que mostró la terrible consecuencia de lo que sucede cuando no se recibe amor.

Dios es amor y nos creó para dar y recibir amor. Es muy negativo el efecto de no sentirse amado, de ser maltratado o ser víctima de bullying, por ejemplo. De hecho, tantos niños sufren por ser humillados en el hogar o en el colegio, al recibir burlas, malos comentarios, calumnias y hasta golpes. He visto muchos niños sufrir por esto, y algunos hasta no deseaban seguir viviendo. ¡Nunca le hagas esto a nadie!

En la Biblia Dios repite este concepto varias veces: “Ámense los unos a los otros”, sopórtense, ama a tu amigo y a tu enemigo, cuida del débil. Amiguito: no te canses de dar amor, porque, así como das vas a recibir. Si te cuesta amar, pídele a Dios que te ayude, porque él es amor, y pondrá amor en tu corazón por los demás. Nina

23 de febrero


Compasión es acción

“Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos” (Salmo 103:13).

Compadecer significa “padecer con”. Es la reacción emocional frente al sufrimiento o las necesidades de otro, que nos lleva a comprender y a compartir su estado de ánimo y a dar algún tipo de acompañamiento, consuelo o ayuda.

¿Por qué algunas personas son más compasivas que otras y están siempre listas a tender una mano ayudadora? Cuando dejamos de lado nuestros propios problemas, podemos desarrollar esa capacidad de comprender y ayudar a otros. Pero también es necesario que nos demos cuenta cuando necesitamos ayuda y la pidamos.

La compasión no es sentir lástima por otros mientras los vemos sufrir. Más bien, la compasión nos impulsa a actuar para aliviar el sufrimiento ajeno. Hace un par de años nos enteramos en el colegio de que los niños de una comunidad indígena iban descalzos a la escuela, y para muchos de ellos, ir a la escuela implicaba horas de caminatas. Ese fue el año de recolectar zapatillas. Como docentes hacíamos pensar a nuestros alumnos en el rostro sonriente de esos amiguitos cuando recibiesen su regalo.

Mientras crecemos, podemos ir aprendiendo a ser compasivos, porque aunque seamos chicos, siempre tenemos la capacidad de ayudar de alguna manera a alguien que lo necesita. Puede ser perdonando un error, visitando un enfermo, o curando a un animalito. Siempre podemos ayudar porque siempre hay alguien más necesitado que nosotros. Solo hay que poner manos a la obra. Si alguien iniciara proyectos podría decir, por ejemplo:

–Vamos a juntar ropita que ya no nos entra para los niños del hospital.

–¿Qué tal si arreglamos juguetes y los llevamos el Día del Niño al orfanato?

–¿Hacemos una chocolatada para los chicos de comedor comunitario?

Sí, la compasión mueve a la acción. ¡Manos a la obra, entonces! Tus padres y otros adultos pueden orientarte y colaborar. Recuerda que somos parte de un mundo con cosas hermosas, pero también de cosas dolorosas. No podemos mirar para otro lado e ignorar la realidad.

La compasión necesita comprensión para entender cómo se sienten otras personas, humildad para verlas como iguales y generosidad para dar de nuestro tiempo y pertenencias al servicio de los demás. Mirta

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551 s. 3 illüstrasyon
ISBN:
9789877984583
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