Kitabı oku: «Hábitos de la gente feliz», sayfa 2

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Memoria

¿Necesitas ayuda con tu memoria a veces? ¿Te encuentras olvidando cosas que deberías recordar, pero recordando cosas que probablemente deberías olvidar? Es nuestro Limbo el que decide qué se archiva y qué se olvida, y toma esa decisión sobre la base de cómo se siente.

Para ilustrar, ¿alguna vez has tenido la vergonzosa experiencia de conocer a alguien por primera vez solo para que su nombre desaparezca de tu mente momentos después de que te lo hayan dicho? Lo que lo hace más vergonzoso es cuando claramente han tomado nota mental de tu nombre y lo insertan en cada oración al menos tres veces: “Entonces, Darren, dime Darren, ¿cómo va tu día, Darren?”

Es incómodo volver a preguntar su nombre porque sugiere un factor de baja atención cuando lo escuchamos la primera vez. En otras palabras, si no hay un sentimiento fuerte asociado a algo, tendemos a olvidarlo. Por eso, Dale Carnegie, autor de How to Win Friends and Influence People [Cómo hacer amistades e influir en las personas], afirma que el sonido más dulce para cualquiera es el sonido de su propio nombre. Comunica que nos importa.

Por otro lado, no tenemos problemas para recordar el nombre de cierta persona que hace latir nuestro corazón. No recuerdo mucho sobre el tercer grado, no recuerdo el salón de clases o la maestra, pero sí recuerdo el nombre de la chica por la que me sentía atraído. Cuando me sentaba a su lado en la hora en que nos contaban historias, mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Los sentimientos fuertes promueven recuerdos fuertes y recuerdo su nombre hasta el día de hoy.

Mientras estamos en el tema de la escuela, ¿qué maestros aparecen más prominentemente en tu memoria? Tengo dos. El primero tenía una política obligatoria de azotar al menos a la mitad de la clase cada vez que nos reuníamos, así que vivía con miedo de él. El segundo se interesó en mí y me instruyó, lo que me hizo sentir bien conmigo mismo. Recuerdo poco de lo que me enseñaron, pero siempre los recordaré por la forma en que me hicieron sentir.

Vale la pena reflexionar sobre esto. Lo que más recordamos de las personas es la forma en que nos hacen sentir. Entonces, ¿cómo hacemos sentir a los demás? Seremos recordados, o no, por ello.

El mensaje final es que nuestro Limbo, el principal responsable de nuestros sentimientos, también está a cargo de nuestros recuerdos. Si no experimentamos un fuerte sentimiento en relación con algo o alguien, probablemente lo olvidaremos; si el sentimiento es fuerte, probablemente lo recordaremos. Si los sentimientos son lo suficientemente intensos, como cuando un evento aterrador desencadena una fobia, podemos recordarlo toda la vida.

En este libro, descubriremos muchas más cosas extrañas sobre la participación del Limbo en la memoria, ¡pero estamos comenzando a ver cuán importante es esta parte de nuestro cerebro!

Motivación

La mayoría de lo que hacemos está motivado por un sentimiento, ya sea para evitar el dolor o lograr el placer. A Aristóteles se le ocurrió esta noción hace miles de años. La razón de esto es que nuestro Limbo, nuestro centro emocional, es responsable de nuestros impulsos. Por esta razón, los sentimientos nos conmueven. De hecho, la palabra “emoción” significa literalmente “mover”.

Por eso, el miedo y el amor, los dos sentimientos más fuertes experimentados por los seres humanos, son tremendas fuerzas motivadoras que inspiran nuestros mejores esfuerzos. ¡Incluso a alguien que evita el ejercicio a toda costa le resultará fácil encontrar la motivación para ir más allá de niveles de agotamiento que no sabía que existían si es perseguido por algo que lo aterroriza! Los sentimientos fuertes como el amor y el miedo también pueden motivarnos a realizar todo tipo de comportamientos extraños y, a veces, bochornosos. En su libro Emotional Intelligence [Inteligencia emocional], Daniel Goleman señala que las personas inteligentes pueden hacer cosas realmente tontas cuando son dominadas por los sentimientos; en otras palabras, cuando el Limbo se hace cargo.

Durante muchos años, he estado comprometido en ayudar a las personas a adoptar un estilo de vida más saludable, y puedo decirles que lograr un cambio de comportamiento a largo plazo requiere más que conocimiento. El mundo está lleno de personas que saben qué hacer, pero que no hacen lo que saben. ¿Por qué? Pregúntale a alguien por qué está comiendo una pizza del tamaño de su cabeza, a pesar de haber dicho que estaba a dieta, y te dirá: “¡Tengo ganas!”

Pregúntale a un adicto a la televisión por qué no se levanta y hace algo activo, y te dirá: “No tengo ganas”. No podría ser más explícito; su Limbo no está de humor, por lo que sus niveles de motivación son bajos. Los expertos en cambio de comportamiento que escribieron el libro Change Anything [Cambia cualquier cosa] aconsejan que, para adoptar un nuevo comportamiento para siempre, debes descubrir una manera en que te sentirás positivamente bien al hacerlo.28

Claramente, el estado de ánimo y la motivación van de la mano, por lo que, si estamos interesados en descubrir mayores niveles de motivación, debemos aprovechar nuestro Limbo. ¡No te sorprendas al descubrir más motivación a medida que implementamos las estrategias para elevar nuestro Limbo en este libro!

Muchos procesos corporales automáticos

Sé que no eres el tipo de persona que excede el límite de velocidad al conducir un automóvil, pero podríamos conocer a alguien que sí lo hace. Hipotéticamente, si esa persona estuviera viajando a gran velocidad por el camino, y de repente escuchara una sirena y notara en su espejo retrovisor un automóvil de la policía con luces intermitentes que indican que debe detenerse, probablemente experimentaría varios cambios automáticos dentro de su cuerpo. Su corazón latiría en su pecho. Sus palmas sudarían. Las mariposas cobrarían vida en su estómago.

Existe una fuerte relación entre nuestro estado emocional y muchos procesos corporales automáticos. Digo “procesos corporales automáticos” porque ocurren sin que tengamos que pensar en ellos. De hecho, pensar no puede hacer que nuestro ritmo cardíaco aumente, las palmas de las manos suden y el estómago se sacuda, a menos que, por supuesto, pensemos en algo que nos haga sentir, en cuyo caso nuestro Limbo hace su trabajo. Aprenderemos más sobre esto en el capítulo 6.

Como el Limbo tiene un impacto tan grande en nuestro corazón, no es sorprendente que las personas con niveles de ira más elevados tengan dos veces y media más probabilidades de sufrir un ataque cardíaco que las personas más serenas.29 Del mismo modo, el estrés emocional de ser expuesto al tráfico pesado aumenta casi tres veces el riesgo de un ataque cardíaco en la siguiente hora.30 Existen ahora muchos estudios que indican que un Limbo feliz también ayuda a nuestro corazón a ser feliz.31

En caso de que estuvieras pensando que esas mariposas en nuestro estómago durante los momentos de ansiedad son inofensivas, considéralo de nuevo. Los investigadores están descubriendo que existe una conexión íntima entre el cerebro y el intestino, como aprenderemos más en el capítulo 7. Los científicos han descubierto que aproximadamente el 70 % de nuestro sistema inmune se distribuye alrededor de nuestro intestino,32 por lo que no es de extrañar que un malestar intestinal pueda influir en nuestra salud de manera profunda.

En un fascinante estudio realizado por investigadores de la Universidad de Ohio, las heridas por ampollas administradas en los antebrazos de las parejas casadas tardaron un 30% más en sanar después de una discusión animada con su cónyuge, que por supuesto aumentó los niveles de estrés.33 Del mismo modo, las heridas infligidas en el paladar duro de los estudiantes de Odontología sanaron un 40 % más lento durante el estresante período previo a los exámenes, en comparación con el período de vacaciones de verano, de bajo estrés.34


El mensaje final es que la manera en que nos sentimos afecta cómo nos curamos.

Lo que esto significa es que no solo se siente bien experimentar emociones positivas, sino también es bueno para nosotros. La felicidad y la salud van de la mano, una promueve y complementa a la otra, y la razón es que el Limbo está íntimamente involucrado en ambas.

¿Quieres tu Limbo en buena forma?

Hemos visto que el Limbo desempeña diversas funciones y propicia estados importantes: felicidad, memoria, motivación y muchos procesos corporales automáticos.

Así que, ¿cómo podemos hacer que nuestro Limbo funcione de la mejor manera?

Aquí viene la parte más emocionante.

Al igual que los gatos que llegaron a ser amigables o feroces simplemente al estimular su Limbo de la manera adecuada, podemos presionar los botones para estimular nuestro Limbo para bien o para mal y, al hacerlo, cambiar la forma en que nos sentimos.

¡Así que, aprendamos cómo estimular nuestro Limbo para sentirnos bien!

11 P. MacLean y J. Delgado, “Electrical and chemical stimulation of the fronto-temporal portion of the limbic system in the waking animal”, Electroencephalograph Clinical Neurophysiology, 5:1 (1953), pp. 91-100.

12 J. Olds y P. Milner, “Positive reinforcement produced by electrical stimulation of septal area and other regions of rat brain”, Journal of Comparative and Physiological Psychology, 47 (1954), pp. 419-427.

13 D. L. Clark, N. N. Boutros y M. F. Mendez, The Brain and Behavior: An Introduction to Behavioral Neuroanatomy (Cambridge Press, 2010).

14 W. C. Drevets, L. Joseph, J. L. Price y M. L. Furey, “Brain structural and functional abnormalities in mood disorders: Implications for neurocircuitry models of depression”, Brain Structure and Function, 213 (2008), pp. 93-118.

15 Clark y otros, The Brain and Behavior.

16 D. D. Danner, D. A. Snowdon y W. V. Friesen, “Positive Emotions in Early Life and Longevity: Findings from the Nun Study”, Journal of Personality and Social Psychology, 80:5 (2001), pp. 804-813.

17 E. Diener y M. Y. Chan, “Happy People Live Longer: Subjective Well-Being Contributes to Health and Longevity”, Applied Psychology: Health and Well-being, 3:1 (2011), pp. 1-43.

18 S. Pressman y D. Cohen, “Positive Emotion Word Use and Longevity in Famous Deceased Psychologists”, Health Psychology 31:3 (2012), pp. 297-305.

19 B. R. Levy, M. D. Slade, S. R. Kunkel y S. V. Kasl, “Longevity Increased by Positive Self-Perceptions of Aging”, Journal of Personality and Social Psychology, 83:2 (2002), pp. 261-270.

20 E. Abel y M. Kruger, “Smile Intensity in Photographs Predicts Longevity”, Psychological Science, 21:4 (2010), pp. 542-544.

21 G. Fraser y D. Shavlik, “Ten years of life. Is it a matter of choice?”, Archive of Internal Medicine, 161 (2001), pp. 1.645-1.652.

22 Diener y Chan, “Happy People Live Longer”.

23 Traducción libre de la versión en inglés Good News Bible.

24 L. Harker y D. Keltner, “Expressions of Positive Emotion in Women’s College Yearbook Pictures and Their Relationship to Personality and Life Outcomes Across Adulthood”, Journal of Personality and Social Psychology, 80:1 (2001), pp. 112-124.

25 I. Roberston y C. Cooper, Well-being: Productivity and happiness at work (Palgrave Macmillan, 2011).

26 J. K. Boehm y S. Lyubomirsky, “Does Happiness Promote Career Success?”, Journal of Career Assessment, 16:1 (2008), pp. 101-116; E. Diener y R. Biswas-Diener, Happiness: Unlocking the Mysteries of Psychological Wealth (Blackwell Publishing, 2008).

27 Diener y Chan, “Happy People Live Longer”.

28 K. Patterson, J. Grenny, D. Maxfield, R. McMillan y A. Switzler, Change Anything: The New Science of Personal Success (Piatkus, 2011).

29 J. E. Williams, C. C. Paton, I. C. Siefler, M. L. Eigenbrodt, F. J. Nieto y H. A. Tyroler, “Anger Proneness Predicts Coronary Heart Disease Risk: Prospective Analysis From the Atherosclerosis Risk In Communities (ARIC) Study”, Circulation, 101 (2000), pp. 2.034-2.039.

30 A. Peters, S. von Klot, M. Heier, I. Trentinaglia, A. Hormann, H. E. Wichmann y H. Lowel, “Exposure to Traffic and the Onset of Myocardial Infarction”, New England Journal of Medicine, 351:17 (2004), pp. 1.721-1.730.

31 J. K. Boehm y L. D. Kubzansky, “The Heart’s Content: The Association Between Positive Psychological Weil-Being and Cardiovascular Health”, Psychological Bulletin, 138:4 (2012), pp. 655-691.

32 E. Mayer, “Gut feelings: the emerging biology of gut-brain communication”, (2011), 12, pp. 453-466.

33 J. K. Kiecolt-Glaser, T. J. Loving, J. R. Stowell, W. B. Malarkey, S. Lemeshow, S. L. Dickinson y R. Glaser, “Hostile marital interactions, proinflammatory cytokine production, and wound healing”, Archives of General Psychiatry, 62 (2005), pp. 1.377-1.384.

34 P. T. Marucha, J. K. Kiecolt-Glaser y M. Favagehi, “Mucosal wound healing is impaired by examination stress”, Psychosomatic Medicine, 60 (1998), pp. 362-365.

Capítulo 2
Nuestro Limbo nos está escuchando
–Habla positivamente–

Un sabio y viejo maestro indio instruye a su nieto: “Cada uno de nosotros –dice– tiene dos lobos dentro de su cabeza, que luchan entre sí. Uno es un lobo negro, y nos dice cosas que atrapan y destruyen. El otro es un lobo blanco, que nos suelta y nos hace libres”. “¿Qué lobo gana la pelea?”, pregunta el nieto. El maestro responde: “El que alimentamos”.–Viejo cuento Cherokee

Una palabra que sale de tu boca puede parecer inútil, pero puede lograr casi cualquier cosa, o destruirla.–The Message

Permíteme preparar el escenario haciendo lo que podría parecer una pregunta tonta: Hemos establecido que nuestro Limbo es el centro emocional de nuestro cerebro, pero ¿cómo sabe cuándo hacernos sentir felices, mal, enojados o tristes?

La pregunta no es tan tonta como parece. Nuestro cerebro, incluido el Limbo, no tiene sensación propia; no puede sentir nada por sí mismo. Cuando un cirujano opera el cerebro, tiene que usar anestesia para atravesar el cuero cabelludo y el cráneo, porque la piel y los huesos tienen receptores de dolor. Pero, una vez que está dentro y trabajando en el cerebro, no se requiere anestesia. ¡Nuestro cerebro está entumecido! Puedes cortarlo, pincharlo, golpearlo, y no sentirá nada, lo que nos lleva de nuevo a esta interesante pregunta: Si nuestro Limbo no tiene sentimientos, ¿cómo sabe qué emoción estimular y cuándo?

La respuesta es que se basa en lo que se le dice, lo que por supuesto lleva a la pregunta obvia: ¿Qué le dice al Limbo cómo sentirse?

Nuestro Limbo está conectado a otras partes de nuestro cuerpo y recibe mensajes de ellos. Sigue la lógica aquí: Si sabemos cuáles son estas avenidas de entrada al Limbo, podemos usarlas deliberada e intencionalmente para enviar los mensajes que queremos que reciba nuestro Limbo y, al hacerlo, cambiar nuestro estado emocional.

Este es el enfoque principal de este libro: mostrar de dónde obtiene su información nuestro Limbo y cómo podemos usar estas fuentes de manera deliberada para enviarle mensajes inspiradores. ¡Espero que veas el potencial de esto para ayudarte a vivir más y que estés tan emocionado por aprenderlo como yo por compartirlo!

Así que, descubramos la primera fuente de entrada a nuestro Limbo.

Tu área del lenguaje

Ubicadas en nuestro cerebro superior, al que nos referimos como el “Líder”, hay dos áreas que trabajan juntas para formar nuestra habla y nuestro lenguaje. Como se ilustra, desde estas áreas hay una gran variedad de nervios que se conectan al Limbo.


Para decirlo de manera sencilla: Nuestro Limbo escucha nuestro idioma. Teniendo esto en cuenta, hay algo más que debemos saber sobre él. Si bien nuestro Limbo conlleva algunas responsabilidades increíbles –definir cómo nos sentimos, determinar nuestra motivación, descifrar nuestra memoria y dirigir muchos procesos corporales automáticos–, es muy impresionable. De hecho, nuestro Limbo puede compararse con un niño de dos años en términos de su capacidad de pensar y razonar. Es excelente en su trabajo, pero su trabajo no es involucrarse en un pensamiento de orden superior; esa es la responsabilidad del Líder.

Esencialmente, nuestro Líder es nuestro cerebro pensante, mientras que nuestro Limbo es nuestro cerebro sensible. Al igual que un bebé depende de su tutor para el liderazgo, nuestro Limbo busca orientación en el Líder.


Nota: El lenguaje humano es un fenómeno increíblemente complejo. Si bien hay animales que se comunican entre sí, los seres humanos lo llevamos a un nivel completamente nuevo. ¡Se hablan alrededor de 7.000 idiomas en el mundo y, en promedio, cada día los hombres hablan alrededor de 7.000 palabras y las mujeres alrededor de 20.000 palabras! Nuestras habilidades lingüísticas están habilitadas por las áreas bien desarrolladas de Broca y Wernikie, en nuestro cerebro superior, el “Líder”, que es responsable del habla y el lenguaje.

Ofrecemos esta guía cada vez que hablamos, tanto a nosotros mismos como a los demás. Entonces, ¿son positivos los mensajes que enviamos?

¿Qué dije?

La mayoría nos hablamos a nosotros mismos. Simplemente, preferimos que no nos vean haciéndolo. Por ejemplo, siempre me hablo a mí mismo justo antes de lanzarme desde un acantilado en mi ala delta. Antes de ponerme el arnés, me digo a mí mismo: “Bien, he revisado el planeador, y todo se ve bien. ¡Este va a ser un gran vuelo!” Luego me abrocho y me acerco al borde del acantilado. Cuando las condiciones parecen ser las mejores, digo: “Se siente bien”. Finalmente, justo antes de dar el primer paso, digo: “¡Listo para volar!” Ten en cuenta que elijo mis palabras con cuidado, porque otros que me escuchan pueden pensar que les estoy hablando, ¡y así darles la impresión de que estoy loco!

Entonces, ¿por qué me hablo así? Simplemente, porque me hace sentir más tranquilo.

Estoy seguro de que has escuchado antes este mensaje de “Habla positivamente”, y puedes haber pensado que se trata solo de psicología popular. Pero espero que ahora te des cuenta de que tiene mérito, porque nuestro cerebro está diseñado de esa manera. Nuestro Limbo está literalmente cableado para ser influenciado por el lenguaje.

Mi ilustración del ala delta es un ejemplo del uso del lenguaje para bien, pero a menudo lo usamos para mal, y nuestro bienestar emocional sufre. Si tuviéramos que decir constantemente cosas como: “¡Oh, no, esto es realmente malo!” y “¡Soy tan inútil!” cuando estamos con un niño de dos años a nuestro cuidado, ¿a qué estado emocional se vería reducido? Pronto quedaría destrozado psicológicamente. Sin embargo, muchas personas someten a su Limbo “de dos años” a tal maltrato verbal de manera continua. Al igual que el viejo cuento Cherokee que está al comienzo de este capítulo, alimentamos nuestros sentimientos con nuestras palabras.

Veo muchos ejemplos de personas que manipulan negativamente su propio Limbo y cosechan resultados emocionales indeseables, al sabotear efectivamente su propia felicidad. Una vez recogí a alguien que pedía que lo llevaran en la autopista y, mientras se abrochaba el cinturón, le pregunté cómo iba. ¡Gran error!

En un tono brusco, respondió: “¡Terrible! Tengo la peor suerte. Me levanté esta mañana y mi refrigerador estaba roto. Perdí toda la comida que acababa de comprar el día anterior. ¡Siempre me pasan estas cosas! Después me subí a mi auto y no arrancaba. Así que, aquí estoy, tratando de encontrar alguien que me lleve en medio de este calor abrasador”. Se detuvo por un momento para respirar, y luego concluyó con: “¡Y lo peor es que estas cosas siempre vienen de a tres!”

¿Cómo crees que se sentía su Limbo? Mientras hablaba, me imaginaba el Limbo “de dos años” dentro de su cráneo, diciendo: “Ya hemos atraído dos cosas malas hoy y otra está en camino”.

Cuando esta persona salió de mi auto, dije: “Buena suerte con esa tercera cosa mala”. Estaba seguro de que la encontraría.

Considera otra ilustración. Si queremos alimentar un miedo, simplemente lo expresamos. Por ejemplo, hay pocas personas que disfrutan de las agujas, pero los que le tienen más temor a menudo alimentan el miedo a través de su lenguaje. Te dirán que una aguja estándar es “enorme” o “gigante”. “Es tan gruesa como mi dedo”, expresarán rotundamente. Y no solo se siente como un pinchazo, “¡Te mata!” Si tuviera dos años y alguien a quien admiro me llegara a contar sobre esta horrible experiencia que estoy a punto de soportar, yo también estaría aterrorizado. ¿Es de extrañar que su Limbo se asuste?

El punto es que lo que nos decimos a nosotros mismos afecta la manera en que nos sentimos, porque estamos diseñados de esa manera.

Y, no importa si las palabras que rumiamos en nuestra cabeza realmente llegan a nuestra boca. Nuestro Limbo todavía las escucha, porque el mensaje se envía desde el área del lenguaje de nuestro Líder por los “cables” a nuestro Limbo. Por lo tanto, nuestro diálogo interno también es importante.

Una cosa es poder mordernos la lengua e incluso intercambiar bromas con otros, pero otra cosa es tomar el control de lo que se dice en nuestro mundo interno. Nuestro diálogo interno puede tener un profundo efecto en cómo nos sentimos.

Por ejemplo, ¿alguna vez te has convencido, internamente, de sentirte de una manera particular? ¿Tal vez te sentiste con el estómago revuelto, luego comenzaste a decirte a ti mismo que podrías estar cayendo en algo, y terminaste teniendo que ir y acostarte?

Existe una afección cómicamente conocida como “síndrome del estudiante de medicina”, en la que los médicos incipientes creen que han contraído todo tipo de enfermedades después de enterarse de sus síntomas. Se sientan en clase y su diálogo interno es más o menos así: “De vez en cuando me dan dolores de cabeza” y “Oh, no, tuve una erupción que se parecía un poco a eso”. En poco tiempo, se hacen chequear por todo tipo de dolencias.

Estoy seguro de que estás familiarizado con lo fácil que es convencerte, internamente, de que te sientes molesto con alguien. Puede comenzar con algo inocuo, como que no te prestan atención cuando les haces una pregunta. La verdadera razón por la que no respondieron fue porque no te escucharon, pero aunque sospechas que podría haber sido el caso, tu diálogo interno te supera. Las palabras comienzan a formarse en tu cabeza y tu Limbo escucha atentamente: “Siempre hacen eso. No tienen absolutamente ningún respeto. Deben estar molestos conmigo por algo y tratan de dar a conocer su disgusto. Bueno, ¡dos pueden jugar ese juego! ¡Si quieren guerra, eligieron a la persona equivocada! ¡¡Ahhh!!”

Es sorprendente lo rápido que nuestro diálogo interno puede escalar. En cuestión de minutos, una víctima desprevenida puede convertirse en un enemigo acérrimo. Imagina lo que pueden lograr días y días de cocinar esto a fuego lento.

Otro aspecto importante de nuestro diálogo interno es nuestro estilo explicativo. Es humano tratar de darle sentido a la vida, pero las personas difieren en la forma en que se explican los acontecimientos de la vida, y esto tiene un gran impacto tanto en su salud como en su felicidad.35 Cuando los optimistas experimentan un revés, tienden a explicarse a sí mismos que fue mala suerte, mientras que atribuyen buenos resultados a las habilidades y los talentos que poseen. Por otro lado, los pesimistas describen las situaciones malas como su propia creación, y las buenas como una casualidad improbable.

Esencialmente, los optimistas tienden a bombardear su Limbo con palabras inspiradoras, mientras que los pesimistas inundan el suyo con pesimismo. ¿Es de extrañar que los pesimistas se describan característicamente como hoscos y abatidos, mientras que los optimistas se consideren joviales y extrovertidos?

El poder de las palabras en nuestro cerebro emocional está bien documentado. De hecho, en muchos estudios se ha demostrado que la “biblioterapia”, que literalmente significa “terapia de libros” y que se relaciona con escritos inspiradores, es altamente efectiva para dar a las personas un estímulo emocional.36 Pero no necesitamos leer un libro completo; incluso solo unas pocas palabras pueden afectarnos. Investigadores de la Universidad de Queen realizaron un estudio en el que se les pidió a los participantes que descifraran oraciones de cinco palabras. Descubrieron que, cuando las oraciones incluían palabras religiosas como “divino”, mostraban más dominio propio, en el sentido de que eran más capaces de soportar la incomodidad y retrasar la gratificación, en ejercicios realizados poco después.37

En otro estudio, se pidió a las personas que descifraran palabras aparentemente aleatorias. A algunas se les dieron palabras verdaderamente aleatorias, mientras que a otro grupo se le dio palabras como “Florida”, “Bingo” y “Gris”, palabras asociadas con los ancianos. Si bien los sujetos en el estudio no hicieron esa conexión, cuando salieron del lugar del estudio, los investigadores observaron que se movían más lentamente que aquellos participantes que no descifraban las palabras relacionadas con “ancianos”.38

Estos estudios destacan la influencia dominante que las palabras, el lenguaje y el habla pueden tener en nuestro Limbo. Los desafíos que se encuentran al final de este capítulo nos ayudarán a hablar de manera más positiva, pero antes de llegar a ellos es importante saber que nuestro Limbo escucha no solo lo que nos decimos a nosotros mismos, sino también a los demás.