Kitabı oku: «Enciclopedia de Elena G. de White», sayfa 30
La ciencia actual y Elena G. de White: Doce declaraciones polémicas
Jud Lake y Jerry Moon666
TANTO LOS ESCRITOS DE ELENA DE WHITE COMO SUS ACCIONES mostraron una actitud positiva hacia la ciencia. Ella animaba a los creyentes a “adquirir conocimientos científicos” (MI 2:288); también instó y ayudó a John Harvey Kellogg a recibir instrucción médica científica apropiada; e incluso insistió en que aquellos que se estaban formando para ser pastores debían “recibir primero un adecuado grado de preparación mental” para poder “hacer frente con éxito a las extrañas formas de error, religiosas y filosóficas combinadas, cuya refutación requiere conocimiento de la verdad científica y bíblica” (OE 82).
Sin embargo, Elena fue implacable en su denuncia de los que trasforman “la verdad de Dios [...] en una cosa dudosa frente a los anales de la ciencia. Estos falsos educadores exaltan la naturaleza por encima del Dios de la naturaleza, el Autor de toda ciencia verdadera” (EC 47). Su condenación se enfoca particularmente en la geología y aquellos aspectos de esta que contradicen el registro bíblico: “...algunas deducciones erróneas de fenómenos observados en la naturaleza han hecho suponer que existe un conflicto entre la Ciencia y la Revelación y, en los esfuerzos realizados para restaurar la armonía entre ambas, se han adoptado interpretaciones de las Escrituras que minan y destruyen la fuerza de la Palabra de Dios. Se ha creído que la geología contradice la interpretación literal del relato mosaico de la Creación. Se pretende que se requirieron millones de años para que la Tierra evolucionara a partir del caos y, a fin de acomodar la Biblia a esta supuesta revelación de la ciencia, se supone que los días de la Creación han sido vastos e indefinidos períodos que abarcan miles y hasta millones de años. Semejante conclusión es enteramente innecesaria” (Ed 128, 129). Por un debate de sus declaraciones sobre la Creación, ver *Biblia y las ciencias de la Tierra.
Elena de White también criticó la medicina del siglo XIX; como se la practicaba entonces, es difícil llamarla “ciencia médica”. Unos pocos ejemplos mostrarán que no por nada la llamaban “medicina heroica”. Un laxante recetado comúnmente era el calomel, cloruro de mercurio. El calomel producía movimientos intestinales inmediatos y violentos, pero el efecto colateral inevitable era el envenenamiento con mercurio. El tartrato de antimonio, también un “gas letal”, se daba para inducir el vómito. Para los pacientes que estaban debilitados, los doctores recetaban “tónicos” tales como el arsénico, la estricnina, la quinina o el opio.667 Elena de White denunció la mayoría de estos por nombre, señalando correctamente que “las preparaciones de mercurio y calomel que entran en el organismo retienen su fuerza venenosa mientras todavía haya una partícula en el sistema” (SG 4a:139).
Ella, en cambio, promovía un estilo de vida sano y el uso de remedios inocuos. “El aire puro, el sol, la abstinencia [temperancia], el descanso, el ejercicio, un régimen alimentario conveniente, el agua y la confianza en el poder divino son los remedios verdaderos” (MC 89). La mayoría de las enseñanzas de salud de Elena de White cuentan ahora con un apoyo científico más amplio del que tenían cuando se escribieron por primera vez. Por ejemplo, ella denunció al tabaco como un veneno maligno (SG 4a:128). También recomendó granos integrales como nutricionalmente preferibles a la harina refinada; los aceites vegetales como más saludables que las grasas animales; y afirmó que una dieta vegetariana equilibrada, variada, era mejor que una dieta que incluyera carne. Sin embargo, otras declaraciones parecen bastante increíbles desde la perspectiva de la ciencia del siglo XXI.
Este artículo aborda 12 declaraciones de Elena de White que, de manera directa o parcial, están en conflicto con los actuales conocimientos de las ciencias naturales. Estas declaraciones se pueden dividir en tres grupos. En el primero están las declaraciones que eran consideradas buenos consejos en el momento en que fueron hechas; todavía serían consideradas buenas bajo las mismas circunstancias, pero las circunstancias han cambiado. Este grupo incluye sus advertencias sobre las pelucas, los corsés “cintura de avispa”, los cosméticos tóxicos y el queso (declaraciones 1-4).
El segundo grupo incluye declaraciones sobre las cuales hay apoyo parcial o tentativo, como las advertencias sobre enfermedades producidas por el “miasma”, una conexión entre comer cerdo y la lepra, la influencia de la nodriza en un bebé lactante, y los riesgos asociados con las diferencias extremas de edad entre los cónyuges (declaraciones 5-8).
En el tercer grupo están comprendidas las declaraciones que se creía, ampliamente, que eran ciertas en la época cuando ella las escribió, pero que han sido rechazadas, en gran medida o completamente, por la opinión científica actual; por ejemplo, la dinámica de los volcanes, la altura de los antediluvianos, la amalgama de humanos y animales, y los efectos físicos de la masturbación (declaraciones 9-12).
Se evaluarán estos temas sobre la base de tres premisas interpretativas, afirmados en la Escritura y en congruencia con los escritos de Elena de White.
Primera premisa: Dios es infalible, pero los profetas son falibles
La primera premisa interpretativa es que la Escritura retrata un Dios infalible que habla por medio de profetas que no son infalibles ni inerrantes (ver Gén. 20:7; 2 Sam. 7:3-13). La variedad de estilos literarios entre los escritores bíblicos apoya la opinión de que Dios reveló conceptos a los profetas, pero que la individualidad humana de los profetas tuvo un rol en la elección de las palabras específicas por las cuales se expresaron los conceptos revelados de manera divina. Para una exposición exhaustiva, bíblica, de este tema ver *revelación e inspiración.
En síntesis, la postura de Elena de White fue que la revelación-inspiración no es verbal (dictada palabra por palabra), excepto en raras ocasiones, sino que representa, en general, “una unión de lo divino y lo humano”, en la cual las verdades reveladas de forma divina son “expresadas”, “corporiza[das]” y “transmitid[as] a través de la expresión imperfecta del lenguaje humano” (CS 5-7). La frase “expresión imperfecta” reconoce que la verdad revelada de manera sobrenatural (verdad inaccesible a los seres humanos aparte de la revelación directa) puede ser transmitida de manera adecuada aun por medio del lenguaje humano que es aproximado o impreciso con respecto a detalles fácticos. En los escritos bíblicos, las discrepancias en los detalles (comparar la secuencia de las tentaciones de Cristo en Mat. 4 y Luc. 4) muestran la individualidad humana y/o la falibilidad de los escritores bíblicos, e implica que la verdad revelada no excluye al elemento humano del proceso de revelación-inspiración.
Un corolario de la falibilidad humana de los profetas bíblicos es que, al comunicar la verdad que se les reveló, ellos recurrieron a su reserva completa de conocimiento, incluyendo el obtenido por la experiencia, el estudio y la investigación (conocimiento común) (Dan. 9:2; Luc. 1:1-4; 1 Cor. 1:11-17). Los profetas bíblicos citaron muchas fuentes extrabíblicas en apoyo de sus mensajes inspirados (ver Jos. 10:13; 2 Sam. 1:17-27; 2 Crón. 9:29; 12:15; 20:34). Bajo inspiración, fragmentos de información de estas fuentes extrabíblicas quedaron integrados en la Escritura.
Elena de White no reclamó la autoridad de un profeta canónico, pero sí afirmó ser inspirada por el mismo Espíritu de la misma manera que los profetas canónicos (ver CS 8-11).668 Sin embargo, al pasar en limpio lo que había visto en visión, ella no vacilaba en usar fuentes humanas comunes a fin de dar detalles suplementarios, para presentar ilustraciones y como apoyo de otro tipo (ver MS 3:520-544). En las cartas personales, ella amplificaba el consejo revelado con hechos recibidos de fuentes comunes (MS 1:44-46). Al explicar la Escritura, Elena de White usaba diccionarios bíblicos, cronologías y otros recursos para expandir su conocimiento. Al abogar por los principios de salud, ella usaba los escritos de reformadores y de médicos contemporáneos (ver, por ej., HR, 4, 5 y 10/1871). Al escribir sobre temas históricos, ella consultaba las historias, las cronologías y las geografías disponibles para ella en ese tiempo, y hasta enviaba ayudantes a buscar la información necesaria en las bibliotecas de universidades (Bio 6:308, 318, 319; MS 3:512, 513). Además, en ediciones posteriores, Elena de White estaba dispuesta a revisar detalles históricos cuando se demostraba que otras fuentes eran más confiables que las que ella había usado (MS 3:520-544).669 Algunas supuestas discrepancias ella no las aceptaba como tales, pero otras discrepancias las reconocía y las revisaba (ver Bio 6:303-306). Tal era el uso del conocimiento común en sus escritos.
La relación entre verdad revelada, escritos inspirados y conocimiento común se la puede ilustrar con una línea base horizontal cruzada con una línea vertical, como se indica:
El punto de intersección representa la mente del profeta y a la extrema derecha de la línea base está el destinatario del mensaje dado por el profeta. La línea vertical con la flecha descendente representa el descenso de la verdad revelada, el conocimiento generalmente inaccesible a los seres humanos. El extremo izquierdo de la línea base, con la flecha hacia la intersección, representa la entrada de conocimiento común a la mente del profeta. El conocimiento revelado de forma divina es de autoridad más alta que el conocimiento común, pero no lo reemplaza; más bien, lo complementa. Dios, por lo general, no revela a los seres humanos, de manera sobrenatural, aquello que pueden aprender por sí mismos con la capacidad que les ha dado.670 El extremo derecho de la línea base, con la flecha hacia el público, representa la inspiración, que es la obra del Espíritu Santo al guiar la comunicación horizontal desde la mente del profeta hasta el destinatario. Note que esta comunicación es producto de la unión de la verdad revelada con el conocimiento común.671
Un ejemplo, en los escritos de Elena de White, de la combinación de conocimiento revelado y conocimiento común es una carta que escribió respecto de un pastor en California (Ms 107, 1909, en MS 1:44-46; la cursiva fue añadida): “Me da pena verlo negando los testimonios en su conjunto por lo que a él le parece una contradicción: una declaración hecha por mí en cuanto al número de habitaciones del Sanatorio de Paradise Valley. El Hno. A [E. S. Ballenger] dice que, en una carta escrita a uno de los hermanos del sur de California, hice la declaración de que el sanatorio tiene cuarenta habitaciones, cuando en realidad hay solo treinta y ocho. El Hno. A me da esto como una razón para haber perdido su confianza en los testimonios...
“La información dada en cuanto al número de habitaciones del Sanatorio de Paradise Valley no fue dada como una revelación del Señor sino simplemente como una opinión humana. Nunca me ha sido revelado el número exacto de habitaciones de ninguno de nuestros sanatorios, y el conocimiento que tengo en cuanto a tales cosas lo he obtenido preguntando a los que suponía que estaban informados. En mis palabras, cuando hablo acerca de estos temas comunes, no hay nada para inducir a la mente a creer que recibo mi conocimiento en una visión del Señor y que presento eso como tal”.
Ella explicó: al responder el llamado de Dios, “me entregué a mí misma a Dios, todo mi ser, para obedecer a su vocación en todo, y desde entonces mi vida ha transcurrido dando el mensaje con mi pluma y oralmente delante de grandes congregaciones. No soy yo la que determino mis palabras y acciones en tales momentos [una referencia a la revelación/inspiración].
“Sin embargo, hay oportunidades cuando deben declararse cosas comunes, pensamientos comunes deben ocupar la mente, deben escribirse cartas comunes y se debe dar información que ha pasado de un obrero a otro. Tales palabras, tal información, no son dadas bajo la inspiración especial del Espíritu de Dios. Se hacen preguntas, a veces, que no tienen nada que ver con temas religiosos, y esas preguntas deben ser contestadas. Conversamos acerca de casas y tierras, transacciones comerciales y ubicación para nuestras instituciones, sus ventajas y desventajas”. Su hijo William C. White formuló la explicación más cuidadosa de esta combinación de verdad revelada y conocimiento común tal como se encuentra en sus escritos, exposición que ella aprobó por escrito.
La verdad revelada y el conocimiento común en los escritos de Elena de White
Estos comentarios de William C. White respondían a una controversia respecto de los escritos de Elena de White no sobre la ciencia, sino sobre la historia. Sin embargo, la cuestión básica era la misma: de qué modo usaba ella el conocimiento común al comunicar la verdad revelada. Por lo tanto, los comentarios de William C. White sobre el uso que Elena de White hacía del conocimiento histórico son relevantes para la cuestión de su uso del conocimiento científico, que también progresa con el tiempo.
En conexión con la revisión por parte de Elena de White, en 1911, de El conflicto de los siglos, su hijo William White presentó, en el Concilio de Otoño de su denominación, un informe bastante completo de “la última edición en inglés de El conflicto de los siglos”.672 Para el presente estudio, son pertinentes sus palabras sobre Elena de White como una autoridad en historia. No está en duda que él expresó con exactitud las opiniones de ella sobre el tema porque, en una carta a F. M. Wilcox, Elena de White respaldó específicamente este manuscrito de William White (Ct 57, 1911).
William White afirmó: “Mamá nunca declaró ser una autoridad en historia. Las cosas que escribió son descripciones de figuras instantáneas673 y otras representaciones que se le dieron” (esta última es una referencia obvia a sus visiones).
“Al [...] poner por escrito [...] estas visiones, ella ha usado declaraciones históricas buenas y claras para ayudar a hacerle claro al lector las cosas que ella se está esforzando por presentar. Cuando yo no era más que un niño, la escuché leer Historia de la Reforma, de D’Aubigné, a mi padre. [...] Ella ha leído otras historias de la Reforma. Esto le ha ayudado a localizar y a describir muchos de los eventos y de los movimientos que se le presentaron en visión”.674
William White citó experiencias similares en apoyo de su creencia de que las descripciones que ella hacía de eventos históricos se basaban en visiones gráficas, pero que las fechas, las relaciones geográficas y otros detalles provenían de libros normales de historia y de cronología. Una experiencia así ocurrió durante los años que Elena de White y su hijo pasaron en Europa, entre 1885 y 1887. Un sábado en Basilea, Suiza, William White le estaba leyendo La historia del protestantismo, de James Wylie, a su madre. Él después recordó que “ella me interrumpió y me dijo muchas de las cosas que figuraban en las páginas siguientes y otras que ni siquiera estaban en el libro. Ella dijo: ‘Nunca leí sobre esto, pero esa escena me ha sido presentada una y otra vez’ ”. Cuando él le preguntó: “¿Por qué no la pusiste en tu libro [El conflicto de los siglos]?”, ella respondió: “No sabía dónde ponerla”.675 Por estas declaraciones, William White demostró su comprensión de que, mientras el contenido mayoritario de los escritos históricos de Elena de White provenía de visiones, ella dependía de fuentes comunes para las conexiones geográficas y cronológicas.
Un año después de su presentación de 1911, William White reiteró más plenamente su comprensión sobre la utilización de los escritos de su madre como una autoridad en detalles históricos. Stephen N. Haskell y W. W. Eastman le habían transmitido a William White algunos cuestionamientos planteados por William W. Prescott sobre la exactitud de ciertas fechas en El conflicto de los siglos.676 William White preparó un primer borrador de la respuesta y lo llevó a Elena de White para que lo revisara. Que ella lo aprobó es seguro porque, al final de la carta, aparece una nota de su puño y letra: “Apruebo las observaciones hechas en esta carta. Elena G. de White”.677
Esta carta a Haskell contiene una declaración bastante detallada del entendimiento de William White respecto del uso de Elena de White como una autoridad en historia. Él comenzó: “Respecto a los escritos de mamá, ella nunca deseó que nuestros hermanos los trataran como una autoridad en historia. Cuando se escribió El conflicto de los siglos, a menudo ella daba una descripción parcial de alguna escena que se le había presentado y, cuando la hermana Davis consultaba sobre el tiempo y el lugar, mamá la refería a lo que ya estaba escrito en los libros [Thoughts on Daniel y Thoughts on Revelation] del pastor [Uriah] Smith, y en historias seculares. Cuando se escribió El conflicto, mamá nunca pensó que los lectores lo tomarían como una autoridad en fechas históricas y que lo usarían para dirimir controversias, y ahora ella no siente que se lo debiera usar de esa manera. Mamá tiene el mayor de los respetos por esos fieles historiadores que dieron su [vida] al estudio del funcionamiento del gran plan de Dios en la historia de este mundo, y por quienes descubrieron en este estudio la correspondencia de la historia con la profecía. [...]
“Me parece que existe el peligro de poner demasiado énfasis en la cronología. Si hubiera sido esencial para la salvación de los hombres que él [o sea, el ser humano] debiera tener una comprensión clara y armoniosa de la cronología del mundo, el Señor no habría permitido los desacuerdos y las discrepancias que encontramos en los escritos de los historiadores bíblicos; y me parece a mí que, en estos últimos días, no debe haber tanta controversia respecto de fechas. [...]
“Creo, hermano Haskell, que existe el peligro de dañar el trabajo de mamá al reclamar de este más de lo que ella afirmaba, más de lo que papá haya esperado, más de lo que el pastor [J. N.] Andrews, [J. H.] Waggoner o [Uriah] Smith hayan demandado de ella. No puedo ver congruencia en hacer una afirmación de inspiración verbal cuando mamá no lo hace y, definitivamente, pienso que cometeremos un gran error si dejamos de lado la investigación histórica y nos esforzamos por resolver cuestiones históricas utilizando los libros de mamá como una autoridad cuando ella misma no desea, de ninguna manera, que se los use así”.678
Como se notó arriba, William C. White le dio a leer esta carta a Elena de White para que la aprobara. Probablemente basado en esa conversación, él preparó después un segundo borrador en el cual, en cierta manera, refinó su declaración. El enunciado temático de la primera carta era: “Respecto de los escritos de mamá, ella nunca deseó que nuestros hermanos los trataran como una autoridad en historia”. En el segundo borrador, W. C. White reformuló cuidadosamente esta oración para que tuviera una construcción más específica: “Ella nunca deseó que nuestros hermanos los trataran como autoridad en las fechas o en los detalles de la historia”. Este segundo borrador de la carta a Haskell se convirtió en el prototipo para una carta, de la misma fecha, enviada a W. W. Eastman, en la cual W. C. White continuaba el desarrollo de su exposición.679 El borrador de esta tercera carta comenzaba diciendo: “Respecto a los escritos de mamá y su uso como autoridad en puntos de historia y cronología, mamá nunca deseó que nuestros hermanos los trataran como autoridad respecto de los detalles de la historia o de fechas históricas. [...] Cuando escribía los capítulos para El conflicto de los siglos, a veces ella daba una descripción parcial de un evento histórico importante y cuando su copista, que estaba preparando los manuscritos para la imprenta, consultaba sobre el tiempo y el lugar, mamá decía [que] esas cosas están registradas por los historiadores concienzudos. Que inserten las fechas usadas por esos historiadores. [...] Cuando se escribió El conflicto, mamá nunca pensó que los lectores lo tomarían como autoridad en fechas históricas o que lo usarían para dirimir controversias respecto de detalles de la historia; y ella no siente ahora que se lo debiera usar de esa manera. Mamá tiene el mayor de los respetos por la obra de esos fieles historiadores que dedicaron años al estudio del gran plan de Dios como lo presenta la profecía y del funcionamiento de ese plan como lo registra la historia”.680
Gran parte de la carta a Eastman sigue el bosquejo general de las cartas a Haskell. Sin embargo, al concluir esta tercera carta, White fue más allá que con las anteriores. “Con respecto a los escritos de mamá, tengo prueba y convicción abrumadora de que son la descripción y el trazado de lo que Dios le ha revelado a ella en visión; y donde ella ha seguido la descripción de los historiadores o la exposición de escritores adventistas, creo que Dios le dio el discernimiento para usar lo que es correcto y está en armonía con la verdad respecto de todos los asuntos esenciales para la salvación. Si se llegara a descubrir, por estudio fiel, que ella siguió algunas exposiciones de la profecía que, en algún detalle relacionado con fechas, no podemos armonizar con nuestra comprensión de la historia secular, no influye en mi confianza en sus escritos en su totalidad más de lo que mi confianza en la Biblia es influenciada por el hecho de que no puedo armonizar muchas de las declaraciones [bíblicas] respecto de la cronología”.681
Así, W. C. White afirmaba tener “prueba y convicción abrumadora” de que Dios le había dado a su madre “discernimiento” para seleccionar, de las fuentes disponibles, “lo que es correcto y está en armonía con la verdad respecto de todos los asuntos esenciales para la salvación”. Él tenía confianza en que Elena de White exponía con exactitud “el panorama general”682 de la verdad salvífica. Al mismo tiempo, sabiendo que ella, en muchos casos, había obtenido fechas, citas e información cronológica de historiadores estándar, W. C. White no podía concordar en que esos detalles eran la autoridad suprema. Si lo fueran, no habría lugar para la clase de investigación histórica, la verificación y la corrección de citas que se dedicó a la edición de 1911 de El conflicto de los siglos.683
En resumen, W. C. White creía que la fuente primaria de los escritos de su madre era la revelación-inspiración divina, y esa creencia era el supuesto para todos sus tratos con los escritos de ella. Aunque él no creía que Dios había revelado en visión directamente cada detalle necesario para hacer una narración histórica conectada, sí creía que Dios la había guiado en la selección de las fuentes históricas que ella usaba para suministrar los detalles que no habían sido dados en visión. Y si bien él creía que los escritos históricos de Elena de White eran inspirados, no sostenía que fueran infalibles. En contra de aquellos que querían atribuir a la revelación cada detalle en las narraciones históricas de su madre, él argumentaba (en una carta con la aprobación de su madre) que ella no había obtenido cada detalle de la revelación y no tenía la intención de que sus escritos fueran usados para probar detalles históricos.
Por último, aunque W. C. White rehusaba atribuir infalibilidad a los escritos de su madre, también rechazaba el extremo opuesto. Contra la declaración rotunda de que ella no era teóloga ni historiadora, él argumentaba que, en el sentido más amplio de esos términos, ella había escrito mucho de teología e historia prácticas. Él creía que en sus conceptos teológicos y amplios temas históricos en general, Elena de White estaba inspirada y tenía autoridad.