Kitabı oku: «Enciclopedia de Elena G. de White», sayfa 32

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Segundo grupo, declaraciones 5 a 8: con apoyo parcial o tentativo

Un segundo grupo de declaraciones incluye aquellas para las que sus explicaciones tienen apoyo parcial o tentativo, y algunas en aumento, de la ciencia actual. Estas declaraciones incluyen el peligro de enfermarse por causa del “miasma”, una conexión entre la lepra y el consumo de cerdo, la influencia de la nodriza en un bebé lactante, y la diferencia extrema de edad entre los cónyuges. En algunos casos, su consejo parece estar claramente por delante de los descubrimientos de la investigación científica.

Declaración 5. Peligros de enfermedades generadas por el miasma, un vapor desagradable o insalubre: “Si queremos que nuestras casas sean moradas de salud y de dicha, tenemos que situarlas en lugares elevados, fuera del alcance de los miasmas y las neblinas de las tierras bajas [...]. No haya pesadas cortinas, ni enredaderas que, por muy hermosas que sean, hagan sombra a las ventanas; ábranse éstas y sus persianas, y no se deje que crezcan árboles tan cerca de la casa que quiten la luz del sol. [...] Los árboles de sombra y las matas de arbustos densas en derredor de la casa la hacen malsana, porque impiden la libre circulación del aire y el acceso a los rayos del sol. En consecuencia, se nota humedad en la casa, especialmente durante las estaciones lluviosas” (HC 123; cf. MC 208, 209; SG 4a:144). La lectura práctica o de “sentido común” de este consejo simplemente indica que un terreno alto, seco, con amplia circulación de aire puro, otorga al hogar un ambiente más sano que un entorno mal drenado o pantanoso. Los gases y vapores [miasma] del material en descomposición de los terrenos pantanosos no proveen el aire fresco, puro, que anima a respirar profundamente, que oxigena la sangre y vigoriza todo el cuerpo.

La discusión sobre esta declaración se centra en la explicación técnica de cómo se transmite la enfermedad. Algunos han ridiculizado este consejo, diciendo que les atribuyese las enfermedades a los meros malos olores. Sin embargo, el conocimiento que existe, en el siglo XXI, sobre el papel de los hongos y el moho en las enfermedades humanas corrobora plenamente las advertencias de Elena de White. Los hongos y el moho crecen en condiciones de humedad permanente. En los climas septentrionales, con veranos cortos e inviernos duros, el frío de las bajas temperaturas es intensificado por la humedad persistente. Todos estos factores están explícitos o implícitos en varias declaraciones de Elena de White sobre este tema (MS 2:585, 586; MC 208, 209).

El elemento que falta en su consejo, y que una perspectiva más reciente ciertamente incluiría, es el papel de los mosquitos en la transmisión de enfermedades. Su consejo contra el agua estancada cerca de la casa por cierto que describe las condiciones en las que los mosquitos se crían y proliferan (SG 4a:144), aunque ella no los menciona (SG 3:243; HR, 7/1872). Sin embargo, su consejo práctico continúa siendo perfectamente válido a la luz del conocimiento científico actual. Hoy se reconoce que los gases y los vapores de los materiales en descomposición, la consiguiente falta de aire puro, la presencia de hongos y moho, y la posibilidad de otros contaminantes aéreos son agravantes de las alergias y son amenazas para la salud. El frío de las bajas temperaturas, que es exacerbado por la humedad persistente, puede ser un problema menor para las clases media y alta en los países desarrollados, donde las casas tienen calefacción confortable en el tiempo frío; pero en el siglo XIX, en especial para los pobres, no podían tomarse a la ligera los peligros del clima frío y húmedo.

Declaración 6. Lepra por comer cerdo: “El consumo de carne de cerdo ha producido escrófula, lepra y humores cancerosos” (SG 4a:146; MS 2:522). “Dios no prohibió que los hebreos comiesen carne de cerdo únicamente para mostrar su autoridad, sino porque no era un alimento adecuado para el hombre. Llenaba el organismo con escrófula [una forma de tuberculosis que produce hinchazón de las glándulas linfáticas e inflamación de las articulaciones] y, especialmente en ese clima cálido, producía lepra y diversas clases de enfermedades. La influencia sobre el organismo en ese clima era mucho más perjudicial que en un clima más frío” (MS 2:522).716

Esta cuestión tiene dos partes: la identidad de la lepra bíblica y si comer cerdo contribuye a su propagación. Respecto de la relación de la lepra bíblica con la lepra moderna, los especialistas están divididos, pero hay evidencias de que la lepra bíblica incluía una gama más amplia de dolencias (como las infecciones por hongos) que lo que implica el uso moderno del término.717 El erudito bíblico Roland K. Harrison provee un argumento persuasivo de que los síntomas de la enfermedad de Hansen (lepra moderna) se corresponden con los síntomas de la lepra bíblica descrita en Levítico 13.718

Este es otro ejemplo donde Elena de White parece haber usado ideas comúnmente aceptadas para reforzar un buen consejo de salud. La relación entre la carne de cerdo con la lepra –en especial en climas cálidos– tiene una larga historia en tradiciones antiguas, especialmente la judía,719 y también está reflejada en los comentarios cristianos antiguos. Por ejemplo, el Commentary, Critical and Explanatory, on the Whole Bible, de Jamieson, Fausset y Brown, dice respecto de Levítico 11:7: “En climas cálidos, la gratificación del apetito por carne de cerdo es particularmente responsable de producir lepra, escorbuto y distintas erupciones cutáneas”. La redacción de esta cita es tan similar a la de Elena de White que sugiere que ella conocía su comentario o alguno similar.720 Si la conexión entre comer cerdo y la lepra era incuestionable en su época –y ella no tenía ninguna luz en contrario– es entendible que ella incluyera este riesgo reconocible junto con los demás que enumeró, como una razón más por la que se debía excluir el cerdo de la dieta.

Respecto de evidencia científica que relacione comer cerdo con la lepra, hay un publicado estudio en el cual ratones alimentados con una dieta a base de carne de cerdo mostraron una predisposición significativamente mayor a la lepra que los que no tenían cerdo en su dieta.721 Además, hay cierta evidencia de que los seres humanos pueden contraer lepra por comer carne de un armadillo infectado, un animal veinte veces más susceptible que los seres humanos a la enfermedad de Hansen.722 Ya sea que se pueda probar o no que el consumo de cerdo aumenta el riesgo de contraer lepra bajo las circunstancias que Elena de White sugería, su consejo de evitar comer cerdo era ciertamente buen consejo y bíblico (Lev. 11:7, 8).723

Declaración 7. Elección de una nodriza: Elena de White recomendaba fuertemente la lactancia materna del bebé por sobre la alimentación con biberón (CRA 251). Una tercera opción practicada ampliamente en su época era que otra mujer amamantara al bebé. Elena de White advertía que, si esto era necesario, la nodriza debía estar sana mentalmente y físicamente porque ella “imparte su mal genio y su temperamento al niño lactante. La vida del niño está vinculada a la de ella. Si la contratada es una mujer de tipo grosero, impulsivo e irrazonable; si no es cuidadosa en su conducta, el niño de pecho será, con toda probabilidad, del mismo o de similar tipo. La misma calidad soez de la sangre que fluye por las venas de la nodriza contratada se encuentra en la del niño” (HR, 11/1871). Algunos cuestionan la sugerencia de que la nodriza afecte el carácter moral del niño lactante. Los mecanismos por los cuales el carácter moral o inmoral se pueda transmitir del padre al hijo son áreas de investigación científica que recién comienzan a explorarse.724

Declaración 8. Gran diferencia de edad entre los cónyuges: El resultado de los matrimonios entre “hombres viejos” y “mujeres jóvenes” es que el hombre vive más, pero la vida de la mujer puede acortarse por la carga de cuidar a un esposo anciano (MS 2:531). Este primer consejo parece ser poco más que añadirle responsabilidad moral a cuestiones de sentido común. En el caso de que el esposo sea mucho mayor que la esposa, los hombres viven más cuando el matrimonio es feliz y ellos están bien cuidados. A menudo, la carga de cuidar a un esposo anciano es desgastadora en extremo para la esposa y ella puede envejecer más rápido bajo este estrés.

En un consejo relacionado, Elena de White dice que, cuando los hombres jóvenes se casan con mujeres mayores, sus hijos pueden nacer con debilidades físicas y mentales (ibíd.).725 Esto no era reconocido ampliamente en el siglo XIX, pero hoy está documentado en abundancia. Con el aumento de la edad de la mujer al momento de la maternidad, la probabilidad de defectos de nacimiento también aumenta. El síndrome de Down, cuyas características reflejan la descripción de Elena de White, ahora se reconoce que ocurre con mayor frecuencia en niños nacidos de mujeres mayores. Problemas congénitos, junto con otros como el autismo, aparecen con mayor frecuencia en niños nacidos de padres mayores.726

Lo notable en este pasaje es que Elena de White relaciona los efectos negativos para los niños con ambas combinaciones: mujeres mayores que tienen niños de hombres más jóvenes y hombres mayores que engendran hijos con mujeres más jóvenes. Sin embargo, solo desde principios del siglo XXI se ha establecido científicamente que un padre anciano aumenta el riesgo de defectos de nacimiento.727 Un estudio publicado en la revista Human Reproduction (7/2005) descubrió que, comparado con un hombre menor de 30 años, uno de 45 tiene casi tres veces más probabilidades de engendrar un niño con síndrome de Down, y uno mayor de 50, casi cinco veces; este también tiene el doble de probabilidades de engendrar un niño con labio leporino que un hombre menor de 30 años. El riesgo comienza a aumentar cuando el padre tiene entre 35 y 40 años.728 Ahora está establecido que “la edad paternal avanzada ha sido relacionada con una variedad de enfermedades” y “malformaciones congénitas”.729 Sobre este tema, el consejo de Elena de White parece haber estado adelantado al conocimiento científico.

Se debe notar que la declaración sobre los cónyuges de edades ampliamente diferentes no sugiere que tales matrimonios siempre sean desaconsejables, pero advierte que no se deben apurar a casarse, sino primero considerar cuidadosamente las potenciales consecuencias. El hecho de que ella aprobara específicamente tres matrimonios de personas cercanas a ella a pesar de las diferencias de edad bastante amplias sugiere que otros factores pueden tener más peso que esta cuestión. *Stephen N. Haskell tenía 64 cuando se casó con *Hetty Hurd, de 40 (LED 107). *George I. Butler, a los 68 años, deseaba casarse con Lorena Waite, que tenía 33, y Elena de White favoreció el matrimonio planeado. Sin embargo, otros no lo aprobaban y frustraron las intenciones de Butler (ibíd. 115-120). Cinco años después, a los 73, se casó con *Elizabeth Work Grainger, de 61. Probablemente sea significativo que ni los Haskell ni los Butler tuvieron hijos de su segundo matrimonio. Por otra parte, *­William C. White tenía 40 años cuando se casó con Ethel May Lacey, de 21, y tuvieron juntos cinco hijos, el último de los cuales nació cuando ella tenía 38 y él, 59.730

Tercer grupo, declaraciones 9 a 12: parcialmente o mayormente sin confirmación

El tercer grupo de declaraciones para analizar son las que concuerdan con pensamiento comúnmente aceptado en la época en que se hicieron, pero que permanecen parcialmente o totalmente sin confirmación por la ciencia en el siglo XXI, como las causas de los volcanes, la altura de los antediluvianos, la amalgama de humanos y animales, y los efectos físicos de la masturbación.

Declaración 9. Las causas de terremotos y de erupciones volcánicas: Elena de White desarrolló este tema en relación con los efectos residuales del Diluvio. Escribió que “bosques inmensos”, “sepultados en la tierra”, “se convierten en carbón” y en petróleo. Cuando el carbón y el petróleo subterráneo se encienden, “las rocas son calentadas intensamente, la cal se quema y se derrite el mineral de hierro. El agua y el fuego entran en contacto debajo de la superficie de la Tierra. La acción del agua sobre la cal agrega ardor al intenso calor, y causa terremotos, volcanes y brotes ígneos” (SG 3:79, 80). Ninguna de las teorías actuales de vulcanismo corrobora los mecanismos geológicos precisos que ella describe, aunque sí respaldan varias de sus afirmaciones. Por ejemplo: Geology of Coal, de O. Stutzer, documenta que “incendios subterráneos de estratos de carbón son encendidos por combustión espontánea, y producen el derretimiento de rocas cercanas, que son clasificadas como depósitos pseudovolcánicos”. Stutzer lista varios ejemplos, incluyendo “una montaña ardiente”, un afloramiento que “duró más de 150 años” y “el calor de un estrato de carbón encendido [que] se usaba para calentar invernaderos en esa área, desde 1837 hasta 1868”.731 Más recientemente, Glenn Stracher argumentó, en Geology of Coal Fires: Case Studies From Around the World, que los incendios de carbón debajo de la tierra empiezan por un proceso de combustión espontánea. El carbón es expuesto al aire a bajas temperaturas y, por medio de un lento proceso de oxidación, al final se calienta. Con el aumento de la temperatura del carbón, se acelera exponencialmente el proceso de oxidación, y es probable que resulte en un incendio de carbón a gran escala.732 Sobre este tema, ella parece haber apoyado su mensaje con información que se aceptaba comúnmente en su época, pero que ahora se sabe que era incorrecta en detalles importantes.

Declaración 10. La altura de los antediluvianos y fósiles gigantes: En 1864, Elena de White escribió que Adán era más del doble de alto que los hombres modernos (SG 3:34). El pasaje paralelo en Patriarcas y profetas (1890) hace la afirmación más moderada de que la altura de Adán era “mucho mayor” que la de los hombres que ahora habitan la Tierra (PP 26). Ella hizo estas aseveraciones basándose en sus visiones. Después, agregó que “los geólogos alegan” haber encontrado “huesos de seres humanos y de animales, así como también instrumentos bélicos, árboles petrificados, etc., mucho mayores que los que existen hoy en día”, y que estos geólogos infieren la existencia de “una raza de seres de tamaño muy superior” a los humanos de la actualidad (ibíd. 103). Este parece ser un ejemplo de su uso de conocimiento contemporáneo comúnmente aceptado para hacer más vívido y creíble lo que ella ya había afirmado con base en sus visiones. Sin embargo, el origen de su declaración sobre evidencia fósil no es la revelación, sino que Elena de White solo informa lo que los geólogos contemporáneos afirman. En la actualidad, se puede leer en Internet que, mientras investigadores serios todavía realizan exposiciones sobre las evidencias de fósiles y de humanos gigantes, y otros las cuestionan con vehemencia.733 Por sus opiniones sobre la Creación y la evolución, ver *Biblia y las ciencias de la Tierra.

Declaración 11. Amalgama de hombre y bestia (ver también *amalgama):734 “Si hubo un pecado por encima de los demás, que requirió la destrucción de la raza por el Diluvio, fue el crimen vil de la amalgama de hombre y bestia, que desfiguró la imagen de Dios y causó confusión por todas partes”, escribió Elena de White; y agregó: “Las especies confusas que Dios no creó, que fueron el resultado de la amalgama, fueron destruidas por el Diluvio. Desde el Diluvio ha habido amalgama de hombre y bestia, como se puede ver en las casi infi­nitas variedades de especies de animales y en ciertas razas de hombres” (SG 3:63, 75). Estas declaraciones fueron reimpresas en 1870 (SP 1:69, 78), pero fueron omitidas en 1890 cuando se revisó para incluirla en Patriarcas y profetas (PP 67-70; cf. MS 3:529).

La construcción gramatical de estas declaraciones en su contexto, y los otros usos por parte de Elena de White del término “amalgama”, permiten varias interpretaciones posibles. Amalgama de hombre [con] bestia implica: (1) el bestialismo, un crimen que exigía la muerte de los seres humanos y de los animales involucrados, y al que, en la traducción de la Biblia al inglés, se lo llama “confusión” (KJV; Lev. 20:15, 16; 18:23); y/o (2) la combinación genética del genoma humano y el genoma animal para crear aberraciones. La referencia de Elena de White a la amalgama como un “crimen vil” que causa “confusión” de las especies guarda estrecha relación con el término de esa traducción inglesa, y cumple el criterio principal del contexto literario inmediato.

F. D. Nichol abogó por una lectura gramatical alternativa: “Amalgama de hombre y [amalgama de] bestia”; de este modo se refería: en el nivel humano, (3) a la mezcla de razas de hombres, específicamente, el matrimonio mixto antediluviano de los descendientes justos de Set con la “raza impía de Caín” (SG 3:60); y, en el nivel animal, (4) a la producción de “especies confusas” de animales “que Dios no creó” y que no sobrevivieron al Diluvio (dinosaurios) (ver ibíd. 53, 54, 60-64).735 Las opiniones (3) y (4) no parecen encajar tan bien como lo hacen las opiniones (1) y (2) con lo que, comúnmente, se asume que son las connotaciones del contexto inicial. Sin embargo, las opiniones (3) y (4) están en armonía con los usos posteriores de “amalgama” por parte de Elena de White: (5) refiriéndose al surgimiento de las espinas y los cardos (Gén. 3:18), ella escribió: “Toda hierba perniciosa es de su siembra [de Satanás], y mediante sus ingeniosos métodos de cruzamiento [ingeniería genética maliciosa de plantas] ha corrompido la tierra con cizaña” (Ms 65, 1899, en MS 2:356; CBA 1:1.100; MR 16:247);736 y por último, (6) ella usa “amalgama” en un sentido moral para denotar la declinación moral de los justos por asociación con los impíos: “Por la unión con el mundo, el carácter del pueblo de Dios se vuelve empañado y, por medio de la amalgama con lo corrupto, el oro fino se oscurece” (RH, 23/8/1892).

El aspecto más perturbador de las declaraciones sobre la amalgamación son sus potenciales implicaciones racistas. Dos años después de la primera publicación de las declaraciones sobre la amalgama, los desertores del adventismo B. F. Snook y W. H. Brinkerhoff publicaron un folleto alegando que “estas visiones enseñan que la raza negra no es humana” (la cursiva está en el original) y no es creada por Dios.737 En respuesta a Snook y a Brinkerhoff, Uriah Smith, editor de la Review, negó la inferencia al señalar que cualquiera sea la raza a la que las declaraciones de la amalgama se referían, aun así se los llamaba “hombres” y, por lo tanto, humanos, no infrahumanos.738 Smith parecía admitir que algunas “razas de hombres que viven hoy” podrían ser, en realidad, quimeras de humanos y animales; y citó a naturalistas no mencionados que afirmaban que “la línea de demarcación entre las razas humanas y animales se pierde en la confusión”. Smith también hizo el descargo de que, “al preparar estas respuestas [a Snook y a Brinkerhoff], no hemos consultado de ninguna manera a la hermana White ni recibimos ninguna sugerencia o explicación de su parte en ningún punto. Tomamos las visiones como son publicadas y basamos, en el lenguaje tal como está, nuestra interpretación de cualquier discrepancia aparente”.739

Lo que sea que Elena de White haya querido decir con los pasajes sobre la “amalgama”, la interpretación de que ella veía a los negros como menos que plenamente humanos contra­dice directamente el tenor completo de sus escritos sobre razas desde 1851 hasta 1909. Respecto de la raza negra, ella reafirmó una y otra vez tanto la humanidad plena (SG 1:191; TI 1:319) como su origen en la Creación (TI 7:213). A continuación, presentamos lo que es solamente un pequeñísimo ejemplo de los cientos de páginas que ella escribió en contra del racismo y en apoyo de la humanidad plena de los negros (ver SW).740

En 1851, trece años antes de que Elena de White escribiera sus declaraciones sobre la amalgama, ella contrastó al “piadoso esclavo” que se “levantar[á], triunfante y victorioso, y [se] desligar[á] de las cadenas que lo ata[n]” con el “malvado amo” que estará bajo el juicio de Dios (ExV 18; reimpreso en PE 65). En 1858, ella defendió apasionadamente la humanidad de los africanos en esclavitud: “Las lágrimas de los piadosos esclavos y esclavas, de padres, de madres y de hijos, de hermanos y de hermanas, todo esto está registrado en el cielo. Agonía, la agonía humana es trasladada de lugar en lugar para ser comprada y vendida”. Con ardiente indignación, ella denunció a “profesos cristianos” que “mantienen en la esclavitud a sus prójimos” y “oprimen con crueldad a sus prójimos día a día (SG 1:191; la cursiva fue añadida; cf. PE 301). En 1859 ella encomendó a los adventistas desoír la Ley del Esclavo Fugitivo “cualesquiera que sean las consecuencias”. “El esclavo no es propiedad de hombre alguno. Dios es su legítimo dueño, y el hombre no tiene derecho de apoderarse de la obra de Dios y llamarla suya” (TI 1:185).

En 1861, Elena de White llegó a la conclusión de que la Guerra de Secesión era el castigo de Dios a “esta nación debido al gran delito de la esclavitud” (ibíd. 239). En 1863, todavía un año antes de las declaraciones sobre la amalgama, ella declaró: “Cristo murió por toda la humanidad, sean blancos o negros. Dios ha creado al hombre un ser humano libre, ya sea blanco o negro. La institución de la esclavitud [...] permite al hombre ejercer sobre sus semejantes un poder que Dios nunca le concedió, y que pertenece únicamente a Dios” (ibíd. 319). Dos páginas más adelante, ella encomendó solemnemente a los adventistas desglosar de sus filas a cualquiera que se aferrara a opiniones en favor de la esclavitud (ibíd. 321). A su vez, ella declaró específicamente que los negros eran iguales a los blancos “por creación y redención” (TI 7:213). “El nombre del negro es escrito en el libro de la vida junto al nombre del blanco. Todos son uno en Cristo. El origen, la posición social, la nacionalidad o el color no pueden elevar o degradar a los hombres” (Ms 6, 1891, en MS 2:426, 427).

Sus cientos de páginas de escritura apasionada en favor de los negros y el antiesclavismo son, por cierto, una fuerte evidencia de que lo que sea que haya querido decir con las dos breves declaraciones enigmáticas sobre la amalgama, su creencia en la plena igualdad espiritual, moral e intelectual de la raza negra con los demás seres humanos está más allá de la duda. Según Delbert Baker, uno de los eruditos principales de la historia adventista negra, “a Elena de White se la puede llamar legítimamente la iniciadora de la obra entre los negros. Ninguna persona tuvo mayor impacto en la inclusión y en la posición de la gente negra en la Iglesia Adventista. Es imposible hablar de la historia adventista negra sin referirse constantemente a sus contribuciones. [...] Habría habido muy poca esperanza para la obra entre los negros si Elena de White no hubiera defendido la causa”.741

Como una denotación común de la palabra “amalgama” en los Estados Unidos del siglo XIX era el matrimonio interracial,742 algunos se han preguntado si ella veía al matrimonio interracial como el pecado tan grave que provocó el Diluvio.743 Esta interpretación es indefendible. Ella aconsejaba en contra del matrimonio interracial no sobre la base de que fuera inherentemente pecaminoso, sino a causa de las dificultades sociales que, en una sociedad posesclavista, hostil y segregada, enfrentarían ese matrimonio y, en especial, los hijos pues en esa cultura sentían, a menudo, que no eran aceptados plenamente por ninguna de las razas (MS 2:426-428). Sin embargo, ella no criticó el matrimonio interracial por motivos morales o teológicos (PP 402, 403).

Debido a la brevedad y a la ambigüedad inherente de las declaraciones de Elena de White sobre la amalgama, y el hecho de que ella nunca aclaró públicamente su significado, varias de las interpretaciones dadas podrían ser viables. Desde la perspectiva de la ciencia actual, ninguna es irrazonable. Las quimeras genéticas humano-animales hoy se las hace rutinariamente en laboratorios de biología molecular.744 Más polémicas son las quimeras hechas de células provenientes de embriones humanos y de embriones animales.745 Irónicamente, desde una perspectiva científica, el problema con estas declaraciones sobre la amalgama no es que puedan no ser ciertas, sino que hay tantas maneras en que podrían ser ciertas que es difícil descifrar con exactitud qué quiso decir ella.

Declaración 12. La masturbación: Elena de White advirtió repetidamente contra esta práctica, describiendo sus consecuencias potenciales para la salud física, mental y moral (ver TI 2:311, 323, 349, 350, 358-366, 417, 418, 427; 4:99; 5:73, 85; CN 420, 421, 434, 435).746 Una cuestión importante es el significado exacto del lenguaje de Elena de White. Ella no usó la palabra “masturbación”, que tiene una definición precisa. Al usar los eufemismos victorianos “vicio secreto”, “vicio solitario” y “abuso propio”, ¿se refería a la masturbación ocasional o principalmente a la habitual masturbación compulsiva? Parte de su lenguaje indica una “práctica” repetitiva, habitual (ApM 18). Si ella quería decir masturbación compulsiva, entonces algunas de sus descripciones respecto de sus efectos físicos concuerdan con lo que los especialistas contemporáneos dicen sobre la adicción sexual. Por ejemplo, según el terapeuta Robert Weiss, la masturbación frecuente estimula distintas reacciones químicas en el cuerpo que “resultan en la sobreproducción de hormonas sexuales y de neurotransmisores”. Esta situación crea un “gran cambio de la química del cuerpo”.747 El psicólogo William M. Struthers, autor de Wired for Intimacy: How Pornography Hijacks the Male Brain, declara que la “masturbación es jugar con fuego neuroquímico” porque “afecta a la persona en lo emocional y en lo neurológico”. Citando varios estudios científicos, Struthers declara que los hombres que se masturban compulsivamente “sufren depresión, problemas de memo­ria, falta de enfoque, problemas de concentración, fatiga, dolor de espalda, erecciones reducidas, eyaculación prematura, y dolor pélvico o testicular”.748 Quizá la ciencia solo está empezando a descubrir el impacto de la masturbación compulsiva en el ser físico.

Una característica destacable del consejo de Elena de White sobre la masturbación es la canti­dad de veces que ella usa la palabra “mente”, como si “fuese más lo que compromete a la mente que lo que involucra lo puramente físico”. 749 Por ejemplo, ella escribió que “los pensamientos impuros toman y controlan la imaginación, y fascinan la mente”, y que la “mente disfruta en contemplar escenas que despiertan las pasiones más bajas y viles”. Esto da como resultado una “imaginación corrupta”. Así, “la primera obra de la reforma es purificar la imaginación”. La “mente debe ser estimulada a favor de lo que es correcto” (ver ApM 1-32; CN 414-445; TI 2:310-367, 416-419). Este énfasis en los procesos de pensamiento es de particular relevancia para los cristianos del siglo XXI, que viven en una cultura “saturada con pornografía”.750

Otros factores por los cuales la masturbación podría afectar la salud mental van del gasto excesivo de energía nerviosa a las deficiencias nutricionales. Una autoridad en la nutrición del zinc, el Dr. C. C. Pfeifer, escribió: “Odiamos decirlo pero, en un adolescente con deficiencia de zinc, la excitación sexual y la masturbación excesiva podrían precipitar la demencia”.751 Otro investigador, el Dr. D. F. Harrobin, concordó: “¡Es aun posible, dada la importancia del zinc para el cerebro, que los moralistas del siglo XIX estuvieran en lo correcto cuando decían que la masturbación repetida podría volverlo loco [demente] a uno!”752

Respecto del efecto de la masturbación en el desarrollo moral y espiritual, la enseñanza de Cristo de que los pensamientos lujuriosos constituyen una violación del séptimo mandamiento (Mat. 5:28) seguramente tiene implicancias para la práctica habitual de la masturbación.

El punto por el que más se ridiculiza a Elena de White son sus declaraciones sobre los efectos potenciales de la masturbación en la salud física. En su primera discusión del tema (en Appeal to Mothers, 1864), ella escribió, por ejemplo, que la práctica continua puede afectar “el hígado y los pulmones”, y causar “neuralgia, reumatismo, afección de la columna vertebral, riñones enfermos y humores cancerosos” (p. 18).753 En otro momento, ella dijo que puede dañar los ojos y los músculos, y causar fatiga, dolor de cabeza y enfermedades de casi toda descripción (TI 2:358, 360, 427; CN 420). En 1876, ella escribió: “El vicio solitario está matando a miles, y aun a decenas de miles” (TI 4:99). Los críticos argumentan que la ciencia moderna no confirmó ninguna de estas afirmaciones y que, por lo tanto, Elena de White era hija de su tiempo, reflejando a los médicos y a los moralistas de su época, que creían incorrectamente que ese “vicio solitario” era responsable por la mayoría de los males físicos y mentales.754

Aunque es cierto que, respecto de la masturbación, hay muchas similitudes entre las enseñanzas de Elena de White y las de los médicos de su época, hay también diferencias significativas.755 Por ejemplo, en ninguna parte de su consejo sobre el vicio secreto ella abogó alguna vez por las formas extremas de cura usadas por los médicos, como la circuncisión, los cinturones de castidad, los medicamentos fuertes y la clitoridectomía. Ella tampoco recomendó el uso de vendajes en los órganos sexuales a la noche o atar las manos al pilar de la cama.756 Sus remedios eran sencillos: una dieta saludable, ejercicio, arrepentimiento, supervisión parental apropiada y evitar la literatura estimulante en lo sexual.757

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