Kitabı oku: «Ética Profesional», sayfa 3

Yazı tipi:

La vocación profesional da un sentido de misión o tarea a desempeñar en la vida, al tiempo que da sentido al trabajo que se realiza. La vocación y misión profesional no es lo único que proporciona significado al trabajo, pero es de gran relevancia. Trabajar con significado facilita el trabajo profesional. Los significados que pueden descubrirse en el trabajo van más allá de la producción realizada.

Es conocida una anécdota de la época de las catedrales. Alguien preguntó a tres picapedreros distintos qué hacían. El primero respondió: “Ya puede verlo, aquí todo el día picando piedra”. El segundo, que en realidad realizaba la misma tarea, contestó. “Estoy haciendo un pilar de una columna, que es de gran importancia”. Un tercero, con una visión todavía más amplia, dio como respuesta: “Mire usted, puede parecerle que lo que hago es insignificante, pero, junto con otros, estoy construyendo una catedral”.

Un profesional con amplitud de miras contempla su trabajo como algo magnánimo porque está contribuyendo a algo grande. Se dará también cuenta del valor ejemplarizante del trabajo cuando se trabaja con profesionalidad. El trabajo bien hecho es estimulante para los compañeros y, en su caso, también para sus hijos.

La espiritualidad cristiana abre nuevos horizontes al trabajo. Primero, presentándolo como cooperación a la obra de la Creación: Dios da la tierra a los hombres para que la cuiden y la cultiven, con su trabajo. Segundo, con el trabajo se imita a Cristo, que trabajó, y se une a su obra Redentora. Finalmente, movido por la gracia del Espíritu Santo, trabajando bien y ofreciéndolo a Dios, el trabajo santifica a quien lo realiza14.

Más abajo profundizaremos en el trabajo como medio de realización humana y de crecimiento personal, pero antes introduciremos una relevante distinción propuesta por Juan Pablo II15 entre las dimensiones objetiva y subjetiva del trabajo.

DIMENSIONES OBJETIVA Y SUBJETIVA DEL TRABAJO PROFESIONAL

Al trabajar se utilizan medios tecnológicos y se obtienen productos con cierto impacto en personas y medio ambiente. La dimensión objetiva del trabajo profesional se refiere a todo lo externo a la persona que trabaja; en concreto, los equipos, técnicas e instrumentos utilizados al trabajar y aquello que es producido como resultado del trabajar, incluyendo también el impacto del trabajo en el medio ambiente. Dentro de la dimensión objetiva del trabajo cabe valorar:

• Los medios tecnológicos. Incluyen la tecnología, la maquinaria y los equipos utilizados que influyen en el modo trabajar y en su eficacia para conseguir los resultados requeridos y en la eficiencia o efectividad lograda.

• Los productos obtenidos. Pueden ser bienes tangibles o servicios prestados con un determinado valor económico.

• Impacto en personas y entorno social. Según el tipo de trabajo de que se trate, su impacto humano y social puede ser muy grande o ser casi imperceptible.

• Impacto ecológico. El trabajo realizado seguramente tendrá algún impacto sobre el entorno natural. La consideración del impacto ecológico exige considerar los recursos consumidos, los residuos generados, la posible contaminación y otros efectos sobre el medioambiente.

La dimensión subjetiva se refiere al sujeto del trabajo, es decir, la persona del trabajador. Pone de relieve que el trabajo no solo es producción, sino también actividad personal. Esto lleva a considerar los efectos del trabajo en el trabajador y la dignidad de la persona, de quien procede el trabajo.

Entre los efectos del trabajo sobre el trabajador podemos distinguir tres grupos: efectos psicosomáticos, aprendizajes técnicos y hábitos carácter (Tabla 2.1.).

TABLA 2.1. EFECTOS DEL TRABAJO EN EL TRABAJADOR


EFECTOS EN EL TRABAJADOR DESCRIPCIÓN
Efectos psicosomáticos Incluyen efectos físicos y psicológicos como fatiga y cansancio, o quizá tensión interior o nerviosismo, así como sensaciones emocionales en forma de satisfacción o insatisfacción por la tarea realizada, sentido de éxito o de fracaso, atracción por la tarea o lo contrario, agrado o no del entorno laboral, etc.
Aprendizajes técnicos Son las habilidades, destrezas y modo de hacer adquiridos al trabajar. Se adquieren por repetición de actos parecidos y dan facilidad para operar en el futuro. Son aprendizajes que facilitan trabajar más rápidamente y mejorar la calidad técnica en el futuro. Los aprendizajes técnicos pueden ser negativos. Al trabajar mal se crea un aprendizaje que da propensión a seguir trabajando mal en el futuro, a menos que uno se esfuerce por cambiar.
Hábitos de carácter Son las disposiciones estables del carácter que, si son moralmente buenas, denominamos virtudes.

En ética nos fijamos especialmente en los hábitos del carácter, y concretamente en las virtudes, que se adquieren por el trabajo y otras actividades. Ya nos hemos referido a ellas en el capítulo anterior. Así, a medida que uno trabaja con sentido de justicia, buscando dar a cada uno lo que es debido (respetando sus derechos), el sujeto mejora la virtud de la justicia; al actuar diciendo la verdad, se aumenta la virtud de la veracidad; y así sucesivamente en todo lo que podamos descubrir como virtud. Los hábitos de carácter negativos se denominan vicios y se adquieren cuando se trabaja de modo contario a lo exigido por las virtudes; tal es el caso, por ejemplo, de vender mintiendo. Al mentir uno deteriora el hábito bueno de la veracidad y se va haciendo una persona mentirosa. Los hábitos adquiridos repercuten en el trabajo, de tal modo que el carácter moral es verdadera competencia profesional (Capítulo 1).

REALIZACIÓN PERSONAL EN EL EJERCICIO PROFESIONAL

El trabajo profesional no es algo ajeno a la vida, sino un aspecto de ella. Y la vida no es estática, sino dinámica, como también lo es la vida profesional. Como los demás seres vivos, el ser humano experimenta un crecimiento biológico y, con el tiempo, también una decadencia en sus capacidades biológicas por la vejez o quizá antes por la enfermedad. Sin embargo, el crecimiento o desarrollo humano no solo es biológico, sino que incluye ámbitos que van más allá de lo puramente corporal. El desarrollo afecta a todas las capacidades específicamente humanas. En este sentido hay un desarrollo de capacidades lógicas, éticas y estéticas, así como de habilidades prácticas.

Con la actividad profesional se adquieren conocimientos, experiencia y habilidades. Además, con frecuencia se piensa y se reflexiona sobre cómo mejorar las capacidades técnicas que se aplicarán en el futuro. Hay también un desarrollo humano que tiene lugar dentro y fuera del ejercicio profesional. Se refiere a la mejora en el uso de las facultades que son específicamente humanas, en particular la capacidad de descubrir la verdad y de amar aquello que es verdaderamente valioso y expresarlo con voluntad de servicio. El trabajo, debidamente realizado, lleva pues al crecimiento personal tanto en su aspecto técnico como humano.

La vida como un todo es una vocación, esto es un llamado interior a crecer en humanidad y florecer como seres humanos. A veces se desoye este llamado y no se mejora; al contrario. Pero esto no significa que el llamado a mejorar esté reservado a unos pocos. Viene con la condición misma de persona.

Ser una persona fuertemente egoísta, alcohólica o drogadicta no es una fatalidad sino consecuencia de un conjunto repetido de actos en los cuales se ha desoído el llamado a buscar y a hacer aquello que más conviene para crecer en humanidad.

El trabajo para estar plenamente integrado en la vida en su conjunto ha de contribuir a la común vocación humana al desarrollo. El propio trabajo es también una vocación, como hemos visto, que se concreta en una profesión determinada. La vocación profesional ha de integrase en la vocación humana a florecer como personas.

Ciertamente, el trabajo no es lo único que nos desarrolla. También contribuye a este desarrollo la amistad sincera, que busca el bien del otro, la vida de familia en la que se construye un proyecto común, y la participación en la vida social con voluntad de servicio. Sin embargo, al trabajo –y en gran medida al trabajo profesional– dedicamos una parte importante de nuestra vida y sería lastimoso despreciarlo.

En este contexto se sitúa la idea de realización personal. Realizarse es hacer realidad alguna cosa; es pasar de la posibilidad a la efectividad. Así, por ejemplo, la posibilidad de ser pintor se realiza cuando se pinta y la posibilidad de establecer lazos de amistad se convierte en realidad cuando realmente hay amistad. El ser humano tiene muchas capacidades y, si se dan las condiciones requeridas y sobre todo dependiendo de su voluntad, puede hacerlas realidad. Hablar de realización personal a veces se interpreta como hacer realidad algún deseo profundo que se toma como fin primordial de toda la vida: lo que a uno le gustaría llegar a ser. Sin embargo, eso no siempre coincide con lo que lo realiza plenamente como persona. Así, por ejemplo, alguien puede buscar su realización en tener éxito en la profesión o ganar mucho dinero, pero la vida humana parecer tener fines superiores a estos. La realización personal se logra creciendo como persona, floreciendo en humanidad, es decir, en aquello que es más genuino en el ser humano, lo cual está relacionado con la capacidad humana de conocer y amar.

Un buen ejercicio de la libertad personal es clave para el crecimiento humano personal. La libertad no solo consiste en la capacidad de elegir, sino también, y sobre todo, en la capacidad para decidir actuar bien o mal. Con esta autodeterminación a actuar de un modo u otro, la persona puede mejorar o puede degradarse en humanidad.

Dicho de otro modo, una persona puede buscar sinceramente el sentido de la vida y orientarla coherentemente o, por el contrario, puede desenvolverse siguiendo sus cambiantes deseos y gustos sin ninguna brújula que oriente su vida. Una libertad madura requiere deliberar sobre aquello que es más conveniente para la propia vida más allá de lo que se apetece en cada momento. De tal deliberación depende que una persona crezca o no en virtudes y florezca en su humanidad. Si una persona hace lo que apetece en cada momento, aunque tal cosa manifiesta libertad, esa no es una libertad madura, sino un modo de obrar regido por gustos y sentimientos, que prescinde de una deliberación acerca de si seguir tales gustos o sentimientos me conviene para mejorar como persona. En otras palabras, una libertad madura es una libertad responsable que tiene en cuenta las consecuencias de cada decisión.

MOTIVACIONES PARA OBRAR BIEN EN EL TRABAJO

Una última cuestión, pero no por última menos importante, es qué puede motivar a obrar bien. Dicho de otro modo, ¿qué puede moverme a obrar bien, esto es, con ética? Es una cuestión particularmente importante cuando actuar bien puede acarrear algún perjuicio en algo que nos interese: quedar mal con el jefe, perder un cliente o incluso perder el empleo. Son situaciones límites, pero que pueden ocurrir. A veces, con un poco de imaginación podrán encontrarse salidas airosas para actuar bien y eliminar o minimizar los perjuicios.

Sin necesidad de llegar a situaciones extremas, conviene considerar qué motivaciones puede tener el profesional para actuar bien. Cabe señalar las siguientes, de menor a mayor calidad motivacional:

• Evitar riesgos de penalización, ya que muchas veces contravenir la ética es también ilegal. Sin embargo, la legalidad solo incluye evitar comportamientos delictivos. La ética es mucho más amplia que la legalidad.

• Responder positivamente a presiones del entorno profesional (gremio, asociación profesional, etc.) que pueden incluir desprestigio y, en algunos casos, sanciones. También esta motivación suele estar limitada a mínimos éticos.

• Ganar reputación de honradez y que el entorno tenga confianza en el comportamiento profesional. Esto abarca un ámbito de actuación no limitado a mínimos éticos, pero está fundamentado en factores externos basados en la imagen, que puede no responder a la realidad.

• Mantener la integridad personal. Se valora la degradación de la persona que acarrea obrar mal, impidiendo un pleno desarrollo humano, y al revés. En este sentido, Sócrates ya advertía que era peor cometer una injusticia que sufrirla, porque mientras actuar injustamente degrada en humanidad a quien así actúa, sufrirla, aunque produzca sufrimiento, no destruye la integridad personal.

• Querer agradar a Dios. En personas religiosas, querer actuar para agradar a Dios es una motivación importante, ya que actuar mal ofende a Dios, autor de la ley moral. En teología, la ofensa a Dios por una mala conducta se denomina ‘pecado’, que significa “rechazo de la voluntad de Dios”. De modo parecido a Sócrates, pero desde una perspectiva más profunda, el Evangelio invita a preguntarse: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?” (Mc 8, 36).

Estas dos últimas motivaciones responden a motivos interiores, y no tanto a los efectos externos, del comportamiento. Por ello, pueden ser especialmente relevantes cuando actuar bien causa un perjuicio económico o exige tener que actuar en dirección contraria a la habitual en un ambiente más o menos corrupto y los efectos externos no se perciben como demasiado relevantes.

EL DESARROLLO HUMANO INTEGRAL

Aunque el desarrollo personal es responsabilidad de cada uno, el entorno humano y social en que se vive puede favorecer o dificultar el desarrollo. Conseguir este buen entorno es bueno para todos –es “bien común”– y todos están llamados a conseguirlo, cada uno desde su lugar en la vida y con su trabajo. En relación con estos dos aspectos del desarrollo surge el concepto de “desarrollo humano integral”16, que incluye el desarrollo personal y la contribución al desarrollo de los demás.

En realidad, ambos desarrollos están relacionados: el hombre, como ser social que es, no puede crecer en humanidad despreciando a los demás o dejando de favorecer su desarrollo. En este sentido cabe hablar de vocación al desarrollo humano integral en el cual, como hemos visto en este capítulo, el trabajo profesional tiene un papel destacado. Con el trabajo se sirve a quienes utilizan sus resultados, se facilita el trabajo de otros, se sostiene a la propia familia, se desarrollan conocimientos y técnicas, se da buen ejemplo y se consiguen recursos que pueden ayudar a personas necesitadas. En este servicio a los demás, quien trabaja crece en su humanidad.

Las instituciones sociales pueden contribuir al desarrollo humano integral, pero, como señaló el papa Benedicto XVI, “las instituciones por sí solas no bastan, porque el desarrollo humano integral es ante todo vocación y, por tanto, comporta que se asuman libre y solidariamente responsabilidades por parte de todos. Este desarrollo exige, además, una visión trascendente de la persona, necesita a Dios”17.

Concluyamos remarcando que la vocación de toda persona al desarrollo humano integral incluye el propio crecimiento o florecimiento humano, que no se logra sin servir a los demás y favorecer que también ellos se puedan desarrollar como personas.

EJERCICIOS

1. ¿Por qué el trabajo tiene dignidad?

2. Explica, con ejemplos, qué tipos de motivos pueden dar significado al trabajo más allá de su valor económico.

3. Argumenta por qué el trabajo profesional no debe ser considerado como una mercancía o una anónima fuerza de producción.

4. Indica significados del trabajo profesional, más allá de su valor económico.

5. ¿En qué consiste la distinción entre la dimensión subjetiva y la dimensión objetiva del trabajo?

6. ¿Cómo se descubre la propia vocación profesional?

7. ¿Qué elementos cabe considerar en la dimensión objetiva y en la dimensión subjetiva del trabajo?

8. ¿Qué aspectos comprende el desarrollo profesional?

9. ¿Qué significa crecer y madurar como persona?

10. ¿Qué dificultades existen para actuar bien en tu profesión y cómo se podrían superar?

11. ¿En qué consiste la vocación al desarrollo humano integral y cómo contribuye a él el trabajo profesional?

12. Comenta el siguiente texto: “Como persona, el hombre es, pues, sujeto del trabajo. Como persona él trabaja, realiza varias acciones pertenecientes al proceso del trabajo; estas, independientemente de su contenido objetivo, han de servir todas ellas a la realización de su humanidad, al perfeccionamiento de esa vocación de persona, que tiene en virtud de su misma humanidad”18.

13 Estos significados, que se exponen a continuación, están en gran medida inspirados en D. Melé, Valor humano y cristiano del trabajo. Enseñanzas de S. Juan Pablo II. Pamplona: Eunsa, 2020, pp. 107-124 y 149-166.

14 Ídem, pp. 299-364.

15 Juan Pablo II, Carta encíclica ‘Laborem exercens’. Ciudad del Vaticano: Librería Editrice Vaticana, 1981, nos. 5-6. Existen versiones en diversos idiomas y está accesible en la web vatican.va. Véase también: Valor humano y cristiano del trabajo, cit., pp. 127-147.

16 Este concepto fue introducido por el papa Pablo VI (Carta encíclica ‘Populorum progressio’. Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 1967, n. 14) y desarrollado por Benedicto XVI (Carta encíclica ‘Caritas in veritatem’, Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 2009). Existen versiones de estos documentos en diversos idiomas y están accesibles en la web vatican.va.

17 Caritas in veritatem, cit., n. 11.

18 Juan Pablo II, Carta encíclica ‘Laborem exercens’, cit. n. 6.

CAPÍTULO 3

BIENES, VIRTUDES Y PRINCIPIOS

La razón práctica indica la capacidad humana de descubrir lo más conveniente para la acción en su sentido más profundo, esto es, lo que permite mejorar como persona. Obrar de acuerdo con lo más conveniente para mejorar como persona es “obrar bien”, y eso es expresión de buena conducta. Las virtudes morales facilitan obrar bien con prontitud, naturalidad y agrado. La ética se ocupa del bien de la persona, así como de los bienes comprendidos en este bien genérico, y sobre todo de las virtudes que facilitan su consecución. La ética también incluye principios que se relacionan con el bien y las virtudes, empezando por el llamado “primer principio de la razón práctica” y también “primer principio de la ética”, que establece la obligación de buscar y hacer el bien y evitar el mal. De este principio se derivan otros, así como normas concretas para la acción.

CASO INTRODUCTORIO: ERNESTO, INGENIERO DE SONIDO

Ernesto, en los 14 meses de trabajo en la compañía Supersonic Ltda., había tenido una experiencia poco halagadora y pensaba que todo era por culpa de su jefe, que no había cumplido lo que le prometió, pero comprendía también que este estuviera quejoso de su comportamiento. Se preguntaba si debería reconocer sus fallos o envalentonarse en su actitud rebelde.

Antecedentes

Desde muy pequeño soñaba con ser un músico reconocido en el país, pero al decidir su carrera profesional le entraron dudas respecto a su futuro. Finalmente, se decidió a seguir la carrera de ingeniería en sonido, que reunía componentes vocacionales y técnicos aplicados a la música.

Tras titularse como ingeniero de sonido y después de varios meses sin encontrar trabajo en el área, por fin logró un empleo que le parecía un sueño. Fue en la productora musical Supersonic Ltda., bien conocida por su prestigio, que trabajaba para grandes músicos tanto chilenos como extranjeros. En la entrevista le habían mencionado toda la proyección profesional que podía tener, los proyectos en los que podía involucrarse y las posibilidades de cursos de perfeccionamiento fuera del país.

Los primeros meses comenzó su labor siendo ayudante, recogiendo cables, acomodando los equipos, limpiando y ordenando después de cada grabación y concierto, al igual que todos los novatos que ingresaban. Pero pasaban los meses y él seguía realizando las mismas funciones. Se sentía minusvalorado y desaprovechado profesionalmente. Pensó que quizás era porque venía del campo y tenía modismos y una forma de expresarse distinta a los demás. Al cabo de un tiempo, al ver que la situación no cambiaba, empezó a sentir frustración.

Aumento de la frustración

Entre tanto, Francisca, que fue compañera suya de estudios, le ofreció la posibilidad de comprar un Home Studio y comenzar a trabajar proyectos independientes juntos, en paralelo a sus respectivos trabajos. Ernesto accedió y empezó a tener los primeros clientes, que básicamente eran bandas emergentes de música que se iniciaban en la industria musical y disponían de pocos recursos económicos.

El colmo de su frustración llegó un día en que le informaron que iban a enviar a un ingeniero de la empresa a EE. UU. a perfeccionarse y eligieron a Renato, su compañero de trabajo, que era un poco más reciente que él en Supersonic. Afirmaron que lo sentían, pero no tenía presupuesto para enviar a los dos.

Ernesto no lo podía creer, quedó anonadado y le pareció una acción injusta y arbitraria, profundamente discriminatoria. Aquello le produjo mucha rabia, considerando todo lo que él había entregado a la empresa trabajando con ilusión.

La reacción de Ernesto

Ernesto reaccionó no haciendo una revisión exhaustiva antes de entregar los trabajos correspondientes y ocultando detalles claves a su jefe Ronald. Además, aprovechó la oportunidad de enviar a los clientes un presupuesto más barato de trabajo a nombre de Francisca, y de esta manera se adjudicó los proyectos de los clientes de Supersonic Ltda., sin que Francisca supiera el origen de esos nuevos clientes.

Dentro de esos clientes se encontraban Los Peripatéticos, un grupo de rock chileno que estaban experimentando una creciente popularidad. Habían hecho una grabación con Supersonic, pero para un segundo tema renunciaron a seguir trabajando con Supersonic Ltda. para irse con la productora de Ernesto y Francisca.

Ronald, extrañado por el cambio de comportamiento de Ernesto, ahora más descuidado y desinteresado con los clientes y proyectos de la empresa, conversó con él, ya que pensaba que en algún momento había demostrado ser un aporte en la empresa y no quería despedirlo. Ernesto le respondió que estaba con muchos problemas personales, omitiendo que no se encontraba conforme con las responsabilidades asignadas y que se sentía desilusionado porque no se habían cumplido las promesas y expectativas.

Para colmo de males, la edición del sonido de la banda Los Peripatéticos no resultó de mucha calidad, así que este grupo volvió a la productora de Ronald contando su mala experiencia. Cuando Ronald se enteró de lo sucedido, llamó de inmediato a Ernesto a su oficina. Ernesto intuía que le pediría explicaciones y quizá lo despidiera19.

Cuestiones:

1. ¿Cómo valora el comportamiento de Ernesto y las decisiones que ha tomado a lo largo de los últimos 14 meses?

2. ¿Qué factores emocionales y de carácter han influido en la situación actual de Ernesto?

3. ¿Qué le recomendaría a Ernesto?

CONCEPTO DE BIEN Y RAZÓN PRÁCTICA

En ética, el concepto de “bien” es lo que caracteriza una acción con calidad moral. En este sentido se habla de “obrar bien” o, lo que es lo mismo, “hacer el bien”. En un sentido parecido utilizamos el calificativo “bueno” para indicar conformidad con el bien. Así ocurre cuando calificamos de buena una acción o un comportamiento habitual; es lo que significamos al afirmar de alguien que es “una buena persona”, indicando que habitualmente se comporta bien.

Los términos “bien” y “bueno” pueden tener otros significados, diversos de bien, en sentido moral. Así, hablamos de un “buen trabajo” significando una tarea correctamente realizada, o de un “buen automóvil” indicando que tiene calidad técnica. Nos referimos también a “bienes económicos”, a una “buena comida” y a una “buena medicina”. No obstante esas diferencias, el calificativo “bueno” siempre denota ajuste a la finalidad que le es propia. Así, decimos “esto es un buen bolígrafo” o “esto es un buen cuchillo” porque cumplen su finalidad con cierta perfección. El bien se relaciona con el fin propio de algo y con la finalidad que persigue una acción20.

En las personas, obrar bien se relaciona con el fin de crecer y perfeccionarse en humanidad. En otras palabras, bien en sentido moral se refiere a aquello que lleva a una vida plenamente humana: una vida lograda. El bien humano me hace bueno precisamente en cuanto ser humano, es decir, como persona21.

En términos más antropológicos, puede afirmarse que el bien, entendido en un sentido amplio, es el objeto de la voluntad, la facultad humana, relacionada con la libertad, por la cual decidimos obrar con vistas a algún fin. La idea de bien se relaciona, pues, con algo valioso que se toma como motivo para la acción. Así, hablamos de bienes materiales y también de bienes en sentido moral. Para dirigir la voluntad el ser humano cuenta con la razón, una de cuyas formas es la llamada “razón práctica”, que lleva a buscar lo más conveniente para mejorar como seres humanos.

La razón práctica se distingue de la “razón técnica” o instrumental. Esta última lleva a buscar los medios más eficaces y eficientes para lograr un determinado fin. En un profesional, ambas racionalidades son necesarias. Necesita aplicar la razón técnica o instrumental para buscar soluciones eficaces a los problemas o tareas planteadas, y la razón práctica para hacer lo más conveniente en sentido ético en cada caso particular. Mediante la razón técnica, el profesional hace cálculos e indaga sobre materiales, métodos de trabajo o modos de proceder eficaces para lograr un buen resultado (técnico). Mediante la razón práctica, se plantea obrar bien, más allá de los resultados.

El bien moral es lo que da sentido a la ética, la cual puede definirse como una guía para la vida lograda y la felicidad íntima que comporta o, como afirman algunos, el florecimiento humano. Conocer los bienes humanos es importante, pero más aún es vivirlos y transformarlos en hábitos del carácter, en virtudes: “Yo puedo saber que la honradez, la sobriedad, la generosidad o la valentía son buenos para mí. Pero solo lo serán efectivamente cuando incorpore estos hábitos a mi vida y los integre en ellos”22.

Digamos, finalmente, que bien en sentido moral entraña un cierto absoluto al referirse a la vida lograda (bueno para ser mejor), mientras que en otros casos, bien puede tener una significación parcial (bueno para tener algo). Esto lleva a afirmar que ser es superior a tener, queriendo significar que ser mejor es superior a tener más o, si se prefiere, que tener adquiere pleno sentido cuando contribuye a ser mejor. En cambio, tener más no se justifica si se consigue a costa de hacerse peor persona.

BIENES REALES Y BIENES APARENTES

La idea de bien es central en la reflexión ética de Aristóteles, que asumimos en esta obra, como también lo es el concepto de virtud, que es fuerza interior para alcanzar el bien. Aristóteles distingue entre los exteriores (como riqueza y poder), bienes corporales (salud, bienestar) y bienes interiores, que llama “del alma” (conocimiento, virtudes)23. Otra clasificación de bienes relacionada e inspirada también en Aristóteles es la que agrupa los bienes en estas tres categorías:

• Bien útil: es algo que se considera valioso como medio para alcanzar otros bienes. El dinero es el bien útil por excelencia, pero también son bienes útiles productos o técnicas que sirven para fines posteriores.

• Bien deleitable: es algo valioso por provocar un placer sensible o espiritual Una comida o una bebida, practicar un deporte o una afición que guste son ejemplos de bienes deleitables. Hacer algo que guste es también un bien deleitable.

• Bien honesto o moral: es aquello que incide en la persona haciéndola mejorar en tanto que persona.

Esos tres tipos de bienes pueden concurrir en una misma acción. Así, un trabajo puede ser útil (producir algo con utilidad), agradable (gusto por hacer este trabajo) y moral (un trabajo realizado con justicia). Sin embargo, a veces estos bienes pueden estar en conflicto. Es el caso de un trabajo poco agradable pero útil y hecho con justicia y sirviendo a los otras personas. El problema ético surge cuando está en juego un bien moral situado en conflicto con un bien útil o con un bien deleitable. Tal es el caso de una venta fraudulenta (con engaño). Con tal venta se consigue un bien útil (dinero), pero se actúa contra un bien moral (se comete una injusticia). Otro ejemplo podría ser beber hasta emborracharse, que puede ser agradable (bien deleitable) pero denota falta de control y atenta contra la propia salud (bien moral).

A partir de aquí puede establecerse una distinción entre bienes reales y bienes aparentes:

• Bienes reales son aquellos bienes conformes con el bien moral, es decir, que contribuyen al bien de la persona haciéndola mejor.

• Bienes aparentes son aquellos que no son conformes con el bien moral. Son aparentes porque se presentan como algo valioso –bueno en cierto sentido (útil o agradable)–, pero en realidad no nos convienen en su sentido más profundo, ya que no contribuyen a nuestra mejora personal; en pocas palabras, no son bienes reales, por útiles o agradables que sean.

Como hemos visto, los bienes definen lo que es bueno perseguir desde el punto de vista moral en vistas al florecimiento humano. A veces se utiliza el término “valor” como sinónimo de “bien”. En este sentido puede hablarse de valores económicos (bienes útiles), valores hedonistas (bienes deleitables) y valores éticos (bienes morales). Respecto a estos últimos, a veces decimos simplemente “valores”, como al afirmar que la justicia, la amistad o la solidaridad son valores. Con todo, conviene tener cuidado con el significado del concepto “valor” en cada contexto. Pueden denotar bienes humanos y entonces son verdaderos “valores éticos”, pero otras veces no tienen ese significado, sino que simplemente indican preferencias personales o sociales.

₺598,16

Türler ve etiketler

Yaş sınırı:
0+
Hacim:
311 s. 2 illüstrasyon
ISBN:
9789561429277
Yayıncı:
Telif hakkı:
Bookwire
İndirme biçimi:
Metin
Ortalama puan 0, 0 oylamaya göre