Kitabı oku: «El fin del dragón», sayfa 5
CAPÍTULO 4
Un guerrero nato
En cuanto entra a su casa, el hombre de inmediato mete los peces que consiguió en un horno de piedra para cocinarlos, aunque de los peces tropicales no consigue mucho alimento por su pequeño tamaño. Y mientras los peces se cocinan, guarda todos los materiales que encontró en sus cofres de madera.
Al instante, un sonido peculiar proveniente del horno de piedra atrae la curiosidad del hombre, quien enseguida mira con atención el interior del horno, y aunque al principio no ve nada extraño, además de seductores pescados asándose, pronto distingue un diminuto destello de luz sobre la parrilla del horno, y enseguida aparecen más “saltando” por todas partes, incluso en los pescados. Entonces, muy intrigado, saca del horno de piedra uno de los pescados ya cocinados y lo examina, descubriendo así tres cosas: que este está cubierto por granos de arena y minúsculos fragmentos de ¡“Vidrio”! (afirma el libro), que debe dejar de sacar cosas del horno mientras aún están calientes y que debería lavarse las manos para no contaminar los objetos y la comida con otros materiales.
Por lo tanto, con el nuevo descubrimiento de los fragmentos de cristal, el hombre intuye que estos, al aparecer junto con los granos de arena que introdujo inconscientemente en el interior de su horno, deben ser una transformación de la arena al exponerla a altas temperaturas. Por lo cual, para estar seguro, mete varios montones de arena a su otro horno de piedra y lo enciende con carbón, consiguiendo así, después de un rato, “Bloques de cristal” transparentes y uniformes, originando el pensamiento en el hombre de que son perfectos para complementar su casa con ventanas, a través de las que podría ver el exterior sin riesgo alguno, y ya no se sentiría tan aislado. Además, con los bloques de vidrio que tiene puede crear “Frascos de cristal” y “Paneles de cristal”, según el libro. Aunque por ahora no son creaciones de su interés.
Al final, mientras que toda la arena y pescado restantes continúan calentándose en los hornos, el hombre, al no querer arriesgarse a abrir agujeros en su casa para colocar los cristales que va consiguiendo por ser de noche y ya haber monstruos en los alrededores, decide recostarse en su cama y dormir hasta el siguiente día. Ya luego, con más calma y seguridad, retomará sus labores.
Al inicio de un nuevo día, el hombre despierta con gran alegría, pensando en qué hará de provecho para hoy. Y mientras piensa en algo productivo e interesante, sale de su casa, cosecha el trigo maduro de sus cultivos, alimenta a sus gallinas y ovejas, entra a su casa para recoger el vidrio y pescado de sus hornos de piedra, sale de nuevo, determina en qué lugares estarán las ventanas de su hogar mientras come un par de pescados cocinados, y cuando ya lo tiene claro, abre unos huecos en las paredes de su casa y coloca los vidrios correspondientes, consiguiendo así vistas perfectas al exterior desde la seguridad de su humilde morada.
Con eso, finaliza sus tareas y el propósito de ayer, pero esto no quiere decir que se quedará de brazos cruzados el resto del día, sino todo lo contrario, ya que ahora podrá continuar con nuevos objetivos, siendo el primero de ellos el de por fin construir un corral específico para las ovejas, pues en el que se encuentran ahora ya está demasiado apretado, aunque para ello necesita bastante madera, con la cual no cuenta. Pero esto no presenta un gran problema para el hombre, ya que solo tiene que talar unos cuantos árboles, y como hace un tiempo plantó bastantes brotes de roble y abedul cerca de su casa, estos, sorprendentemente, ya han crecido grandes y fuertes por la gran velocidad con la que se desarrollan. Ahora, simplemente tala dichos árboles sin mayor complicación y sin tener que alejarse demasiado de su casa, consiguiendo una gran cantidad de troncos de madera, unas cuantas manzanas jugosas y más brotes de los árboles, a los cuales igualmente planta para cuando vuelva a necesitar más madera en el futuro.
Ya con bastantes troncos, el hombre regresa a su casa para crear tablones y palos de madera que utiliza para crear suficientes vallas de madera, a las que enseguida coloca a un lado del corral de las gallinas, formando el que será el corral de las ovejas. Después de construirlo, se da cuenta de que hizo demasiadas vallas de madera de las que necesitó, y al no querer desperdiciarlas, decide aprovecharlas para cercar el terreno donde están sus cultivos, pues cuando cosechó el trigo, se percató de que algunas espigas y tierra arada habían sido pisoteadas, seguramente por culpa de los monstruos que deambularon por la noche, y por esto decide usar las vallas de madera restantes e impedir el acceso de otras criaturas aparte de él.
Con esto, el hombre con gran alegría se detiene un momento a observar el resultado de su sudor y esfuerzo, luego de haber conseguido un hogar acogedor y en buenas condiciones, un huerto próspero y un par de corrales para el cuidado y desarrollo de carn… animales. Todo en tan solo cuestión de días.
Después de reconocer todos sus logros, el hombre se encuentra completamente feliz y satisfecho con lo que ha logrado… Aunque todavía hay más cosas por hacer. Fácilmente podría vivir en su entorno y condición actuales, pero lo que busca no es una vida cómoda, sino el encontrarse a sí mismo y descubrir quién es en realidad. Es por eso que lo que sigue ahora es establecer cuál será su nuevo objetivo para seguir aprovechando cada segundo, decidiéndose por regresar a la cueva de donde antes consiguió bastantes minerales e investigar aquella caverna de gran tamaño que vio al final, creyendo que, gracias a su conocimiento, experiencia y equipamiento adquiridos en este poco tiempo, ya está preparado para adentrarse en ella y enfrentarse a las terribles criaturas hostiles que alberga, ya que si logra conquistar a aquella cueva, conseguirá una gran cantidad de minerales, los cuales no le sobran, particularmente el carbón, pues ha gastado casi todo en antorchas y como combustible para sus hornos de piedra.
Entonces, ya con un objetivo definido, el hombre se prepara y se dirige hacia la cueva.
Al llegar y adentrarse en ella, se da cuenta de inmediato de que ya no hay tantos enemigos como la primera vez que entró, probablemente debido a que aquella vez iluminó todo el camino con antorchas, cuyas llamas siguen ardiendo con la misma intensidad que al principio, lo cual facilitó enormemente el trayecto hacia la gran cueva inexplorada… Pero no todo iba a ser tan fácil, pues cuando llega a la conexión con la gran cueva, no tarda en percatarse de la presencia de una increíble cantidad de monstruos rondando por esta, incluso más de los que había visto la primera vez que vino. Mas eso no lo intimidó; al contrario, se emocionó por darse cuenta de que podría probar su fuerza y progreso obtenidos durante estos últimos días.
Así que, sin más tiempo que perder, el hombre destruye con su pico el muro de piedra que lo separaba de la gran cueva, creando un gran hueco y alboroto que llama la atención de los monstruos cercanos, dando inicio a una batalla desfavorable para el hombre respecto a la cantidad de enemigos a los que enfrentará al mismo tiempo, aunque esto no le importa demasiado, pues confía ahora en sus capacidades. Y como muestra de ello, justo cuando tira abajo la pared de roca que se interponía, acaba con un zombi que estaba justo enfrente con un movimiento certero con su espada, y al mismo tiempo bloquea con su escudo el flechazo de un esqueleto cercano que trató de sorprenderlo.
En cuanto todos los monstruos se percatan de la intromisión del hombre, estos inmediatamente se le acercan para atacarlo sin compasión alguna. Pero sus intenciones hostiles siguen sin alterar al hombre, quien, muy confiado por conocer a la perfección el comportamiento de todas las criaturas que tiene delante, se prepara para pelear contra todos sin pensar siquiera en retroceder.
Los zombis son los primeros en acercársele lo suficiente y atacarlo, aunque por su corto rango ofensivo y lenta velocidad, no presentan un gran problema para el hombre, que fácilmente acaba con ellos con solo tres fuertes golpes con su espada de hierro, al igual que con las arañas gigantes, con la única diferencia de que estas son más rápidas, espeluznantes y atacan desde toda perspectiva, por lo cual en algunos momentos depende de su escudo; sin olvidar a los esqueletos, los cuales disparan flechas desde lejos y sin preocupación alguna, aunque estas solo rebotan en el escudo y armadura del hombre; eso si no terminan clavándose en los cuerpos de los zombis que se atraviesan en sus trayectorias. Y cómo no, nunca faltan las bestias explosivas queriendo sorprender a los presentes en este tipo de encuentros, inmolándose sin importarle absolutamente nada más que alcanzar a su objetivo, solo que en esta situación, por la gran cantidad de monstruos atacando simultáneamente, no consiguen abrirse paso para acercarse al hombre lo suficiente como para alcanzarlo con su tan devastadora habilidad.
De esta forma, el hombre continúa atacando y defendiéndose al mismo tiempo, recibiendo un daño mínimo en su cuerpo. Pero, aunque esté consiguiendo resultados a su favor, no podrá seguir así para siempre, además de que no paran de aparecer más monstruos desde las sombras. Así que, para acabar con esto lo antes posible, se abre paso entre los zombis y arañas gigantes hasta acercarse a una bestia explosiva, la cual, en el momento justo en el que él entra en su rango letal, inmediatamente comienza a inflarse para acabar con él con una brutal explosión. Aunque, en realidad, esto era lo que el hombre había planeado, pues un instante antes de que la bestia explosiva estallara, él la golpea con su escudo con todas sus fuerzas (en lugar de cubrirse con él, como lo haría una criatura razonable y sensata), empujándola así hacia los esqueletos, mismos que son alcanzados por la explosión repentina e ineludible provocada por la bestia.
Enseguida, aprovechando la conmoción, el hombre corre y acaba con otra bestia explosiva antes de que esta también alcanzara a detonar, y con un par de esqueletos más que se mantuvieron lejos de la explosión anterior. Posteriormente, sigue corriendo por la caverna y va iluminando el lugar con antorchas, dándose cuenta así de que solo quedan unos cuantos zombis y arañas gigantes vivos, a los que se dispone a matar de inmediato.
Con este resultado favorable, pese a las probabilidades en su contra, parecía que el hombre se había convertido en todo un luchador y estratega profesional, ya que en algunas oportunidades analizó y aprovechó los descuidos y ataques de los monstruos para que se golpearan entre sí y él rematarlos; digno de un peleador.
Luego de la dramática batalla, el hombre prosigue por saquear los cadáveres de los monstruos que derrotó, con regocijo, pues venció a aquellas criaturas hostiles que hasta hace unos días le provocaban tanto miedo, dejándolo sin otra alternativa más que mejorar y prepararse para este tipo de enfrentamientos valiéndose de todo tipo de herramientas y equipo… Pero esto no quiere decir que lo haya hecho perfectamente; al contrario, ya que en algunas ocasiones no pudo evitar algunos ataques, principalmente por culpa de la cantidad y variedad de enemigos y la oscuridad del entorno; y si no hubiera sido por su escudo y armadura, quizá no haya corrido con la misma suerte, además de que en algunas ocasiones todavía lo domina el miedo y termina solo agitando su espada de un lado a otro y sin sentido alguno, a la vez que se oculta detrás de su escudo…
Como sea que haya sido, al no estar tan acostumbrado a enfrentamientos que involucran a tantos enemigos a la vez, a moverse y atacar con su equipamiento y a pelear en un escenario desfavorable, su cuerpo reciente toda la exigencia, sintiéndose el hombre muy pesado y agotado, por lo que antes de continuar, se sienta en el suelo de la gran cueva para descansar y comer algunas piezas de pan y pescado cocinado para recuperar su salud y energía cuanto antes.
Una vez considera estar listo, el hombre retoma la investigación de la gran caverna en busca de minerales, mientras que al mismo tiempo pelea contra algunos monstruos más con los que se va topando y coloca antorchas para iluminar cada rincón que puede. Aunque antes de seguir más adelante, se interesa por el pequeño estanque de lava que había visto hace un tiempo, cuando descubrió esta cueva, pues lo que más le llama la atención es el hecho de que la lava continúa ardiendo con la misma fuerza y esplendor que la primera vez, lo cual es extraño, ya que es increíble que no se haya enfriado y endurecido después de tanto tiempo en este sitio mayormente gélido.
Sea como sea, el hombre mantiene la distancia entre aquel material ardiente y reanuda la exploración de la cueva.
Luego de bastante tiempo recorriendo la caverna, encontrando bastante carbón y mineral de hierro, llega un momento en el que el hombre se topa con un nuevo mineral muy similar al mineral de hierro, solo que de color amarillo, brillante, muy atractivo, y más escaso. Curiosamente, al picarlo reconoce que, además de ser también el nombre parecido (“Mineral de oro”, según el libro), comparte las mismas características que el mineral de hierro, pues tampoco consigue separar por completo la roca natural de este mineral, por lo que tendrá que intentar fundirlo en su horno de piedra en cuanto regrese a su casa, al igual que como lo hace con el de hierro, así que por ahora lo guarda en su pantalón y continúa explorando la cueva, llegando a lugares cada vez más profundos. Hasta detenerse en una parte en la que más adelante distingue una luz brillante, a la que lenta y cautelosamente se acerca, encontrándose así con una zona de la cueva cubierta de lava, como un gran depósito natural de esta roca fundida.
El sitio es abrasador y muy peligroso, por lo que el hombre debe estar atento a su entorno para que ningún monstruo se le acerque por la espalda e intente tirarlo hacia la lava.
Para evitar un resultado trágico como el que se imagina, recuerda que trae consigo una cubeta de hierro llena de agua
fría, a la cual podría utilizar para disminuir la temperatura de la lava y endurecerla. Así que, con mucho cuidado, toma su cubeta de hierro, se acerca al estanque de lava y vierte el agua desde la orilla, creando una “fuente” de agua que fluye hasta cierto rango, manteniéndose así, sorprendentemente, fluyendo desde el punto en el que fue vaciada la cubeta, como si el agua literalmente hubiera caído y se esté esparciendo alrededor de manera constante. Y justo como el hombre sospechaba, la roca fundida se enfría y solidifica. Aunque, curiosamente, al agacharse para inspeccionar el resultado, reconoce que la lava alcanzada por el agua termina transformándose en rocas de color negro con tonalidades moradas, relieves irregulares, superficies reflejantes e increíblemente duras.
Como se trata de un nuevo material, el hombre no tarda en querer picarlo. Así que recoge el agua que vertió desde el origen para facilitar la extracción de la roca endurecida (lo cual es convenientemente posible en este mundo). Ahora bien, comienza a picar la roca negra. Y luego de un desgastante rato de esfuerzo y paciencia, a pesar de ser un material extremadamente duro y, por lo tanto, demasiado difícil y exhaustivo el tener que golpear repetidas veces con su pico de hierro, consigue partirlo…, aunque, para su sorpresa, la roca se ¡destruye por completo!, quedando solo pequeños trozos y polvo inservibles de este material. Algo inesperado para el hombre, pues estaba seguro de que iba a conseguir un ejemplar útil de este nuevo material sin problema alguno, como sucedería con cualquier otro, que, irónicamente, tendría que “destruir” para transformarlo a su tamaño a escala y así manipularlo, pero en este caso pasó algo muy diferente a lo que está acostumbrado. Un resultado “anormal”, desde su perspectiva y experiencia.
Con este resultado desalentador e imprevisto, el hombre se desanima, principalmente por haber pasado mucho tiempo golpeando la dura roca negra una y otra vez, para que al final no pudiera conseguir otra cosa más que pedazos insignificantes. Y ante su impotencia y cansancio, se tira al suelo a descansar un poco y comer en el cálido sitio.
Sin embargo, no pasa mucho tiempo cuando es interrumpido por el gruñido de un zombi que aparece a lo lejos en la otra orilla del estanque de lava, el cual se acerca cada vez más a este sin preocupación alguna, aparentemente, por haber visto al hombre y querer atacarlo de inmediato, sin darse cuenta de que entre ambos hay un depósito de roca fundida y ardiente. Y como era de esperarse por parte de una criatura sin razonamiento que actúa por mero impulso, el zombi cae directo a la lava y muere calcinado en cuestión de pocos segundos.
Con este inesperado suceso, el hombre piensa que sería una buena idea intentar llevar lava consigo para utilizarla contra los monstruos a los que tenga que enfrentar. Así que enseguida coloca su mesa de trabajo en el suelo. En ella crea un horno de piedra que también pone en el suelo, y le introduce un poco de mineral de hierro y carbón. Espera a que el mineral se transforme en lingotes de hierro, y cuando ya están listos, los utiliza para crear otra cubeta de hierro en la mesa de trabajo. Con ella cuidadosamente toma un poco de lava, consiguiendo así llenar la cubeta de hierro con roca fundida sin que esta se disuelva (algo muy asombroso, considerando que la lava se conserva a una temperatura muy alta, en la que debería poder derretir el hierro al contacto directo), y manteniendo el fácil manejo con ella como con cualquier otro objeto; una ventaja más a su favor que le provee este mundo.
Pero, sorpresivamente, justo en el momento en el que el hombre “encoge” la cubeta de hierro con lava a su tamaño a escala y la guarda en su pantalón, detrás de él se escucha el sutil disparo de una flecha y su posterior trayecto por el aire, lo cual, por instinto, lo hace voltear hacia donde provino el sonido, reconociendo al instante lo que tanto temía, pues ve a un esqueleto a tan solo unos pasos de él, el cual le ha disparado una flecha a quemarropa, a la cual observa acercándosele rápidamente… Y a pesar de haber volteado lo más rápido que pudo…, ya era demasiado tarde para poder actuar ante tal movimiento rastrero. Por lo tanto, sin forma alguna de evadir la flecha, esta impacta directo en el costado derecho del abdomen del hombre, justo en la parte que su pechera de hierro no cubre… No alcanza un punto vital…, aunque sí lo golpea con la fuerza suficiente para hacerlo retroceder, como un acto reflejo del inesperado ataque, y como estaba parado sobre la superficie irregular de la roca negra y en la orilla…, pierde el equilibrio y cae hacia el estanque de lava ardiente, la cual lo sepulta inevitablemente… Aun así, el hombre no iba a permitir que la lava lo convirtiera en cenizas tan fácil como al zombi de antes. Por lo cual, al instante en el que siente el calor abrasador cubriendo todo su cuerpo, se esfuerza por salir del depósito de lava con desesperación, logrando así apenas alcanzar la orilla con su mano derecha gracias a la densidad de la roca fundida, y, apoyándose de la roca oscura, consigue salir…, aunque para nada ileso…, pues a pesar de haber estado dentro de la lava tan solo por un instante, el tiempo fue suficiente para provocar graves quemaduras en todo su cuerpo…, incluso ahora continúa cubierto por violentas llamas que poco a poco están dañándolo más a cada segundo que pasa, sin olvidar que el causante de su caída y quemaduras aún sigue a la espera de otra oportunidad para rematarlo.
Entonces, astutamente, el hombre, soportando todavía el intenso dolor ocasionado por la lava y por el fuego que lo tiene envuelto, toma su escudo y lo usa para protegerse de los próximos dos disparos del esqueleto. Enseguida, saca su cubeta de hierro con de agua de su pantalón, la cual se echa encima, extinguiendo así las llamas que consumían todo su cuerpo. Pero todavía no es momento de relajarse, ya que aún debe matar al esqueleto que provocó todo esto. Lo cual no resultó muy difícil por ser solo un enemigo, mismo que sucumbió ante la furia descargada del hombre, quien, luego de deshacerse del peligro, cae rendido al suelo por el inmenso dolor que recibió, aunque aliviado por haber sobrevivido después de haber caído a la lava, hecho que no puede sacarse de la cabeza, pues cuando el zombi cayó en este mismo estanque de lava, este se carbonizó incluso antes de ser tragado por completo, sin darle tiempo siquiera para reaccionar, a diferencia del hombre, quien es cierto que sufrió graves quemaduras y que también se prendió en llamas en el instante en el que tocó la lava, pero aun así mantuvo el control de sus movimientos en todo momento, pudiendo incluso salir del estanque y sobrevivir…, aunque con su salud muy, muy afectada; y terminar perdiendo el tiempo buscándole una explicación a esto; lo cual lo lleva a revisar el estado de su cuerpo, descubriendo así que algunas partes de su armadura habían desaparecido, entre ellas sus botas y su careta de hierro, mientras que en sus grebas y pechera se observan indicios de derretimiento y fracturas; por otra parte, su ropa, increíblemente, parece estar casi intacta…, mas no su piel por debajo… Es entonces cuando comprende que su armadura de hierro le salvó la vida, al ser esta la que recibió directamente el calor de la lava y redujo considerablemente el daño que habría recibido, y como resultado, esta terminó derritiéndose poco a poco, lo cual también habría sucedido con él si no hubiese salido a tiempo de la lava y extinguido el fuego producido.
De cualquier forma, el hombre está feliz por seguir con vida, y para no perderla con tanta facilidad como casi sucede, una vez recupera el aliento y la fuerza de su cuerpo, decide crear una nueva armadura de hierro para seguir protegido. Pero al no tener lingotes de hierro suficientes, recurre a su horno de piedra para colocar más mineral de hierro y carbón dentro y conseguir más. Y mientras espera, se sienta en el suelo para comer y descansar luego de exponerse a tanto peligro y emociones. Reconociendo hasta ahora que, gracias a que actualmente su dieta incluye carne, recupera con mayor facilidad y rapidez su salud y energías, y, asimismo, sus heridas cierran…, aunque el dolor persiste por un rato.
Una vez los lingotes de hierro que metió al horno están hechos, el hombre crea todo un equipamiento nuevo, desechando el anterior que estaba ya muy desgastado y con piezas faltantes, estrenando así su nueva armadura de hierro.
Posteriormente, recoge su mesa de trabajo y su horno de piedra junto con el carbón y mineral de hierro que quedaba por fundirse. Vuelve a llenar su cubeta de hierro con el agua que antes se echó encima, la cual de alguna forma sigue fluyendo interminablemente, y planea retomar la investigación de esta extensa cueva cuanto antes, aunque para esto debe encontrar un camino por el cual seguir explorando, mas no pasa mucho tiempo hasta que vuelve a recordar al zombi que murió al caer en la lava, pensando en que este debió aparecer de otra sección de la caverna. Y al voltear al lugar de donde salió dicho zombi, descubre que, en efecto, hay otro camino oscuro y desconocido que lo podría conducir a otro lugar interesante, pero el problema está en que para llegar hasta allí tiene que cruzar el estanque de lava, aunque para esto piensa que podría volver a hacer uso del agua que trae consigo para convertir la lava en la resistente roca negra. No obstante, antes de hacerlo, un destello brillante lo deslumbra por un instante, lo cual obviamente llama su atención. Y al voltear en la dirección de donde supone que vino el sutil resplandor, logra ver pequeñas piedras brillantes justo al lado de la continuación de la cueva, justo de donde apareció el zombi, y de inmediato reconoce que se trata de un nuevo mineral. Además, divisa otro desconocido incrustado en la roca de encima del depósito de lava. Este último parece ser de color rojo, mientras que del primero, por la larga distancia, no distingue sus características.
Entonces, ahora más animado por haber encontrado nuevos minerales, el hombre rápidamente toma su cubeta de hierro con agua y la vierte en la lava, creando así un camino seguro de roca negra, recogiendo y esparciendo el agua una y otra vez para enfriar toda la lava. Hasta conseguir estar justo debajo del mineral rojo que vio hace un momento, al cual pica de inmediato apoyándose de un montículo de piedra que construye, después de asegurarse de que no hay ningún peligro cerca. Curiosamente, en cuanto lo hace, cae al suelo aquel material junto con un par de orbes brillantes, solo que, por alguna razón, hecho polvo, lo cual es bastante extraño, pues no golpeó el mineral con tanta fuerza como para pulverizarlo…, aunque no sería la primera vez que se jacta de poseer una fuerza superior a la que aparenta. Afortunadamente, aún hay más de este mineral oculto detrás del que picó, al cual esta vez golpea con mucho más cuidado para no destruirlo…, pero aun así solo consigue más de los orbes extraños y más polvo, que, a simple vista, pese a emitir una débil luz roja y por la experiencia que tuvo con la roca negra, supone que no sirve para nada. Sin embargo, por simple curiosidad, baja del montón de piedra que acomodó, se arrodilla y recoge un poco de este polvo rojizo. Y es en este instante cuando su libro comienza a llamar su atención, mismo al que no duda en revisar, percatándose así de que este polvo en realidad sí es útil, pues el libro, además de llamar “Polvo de piedra rojiza” a este peculiar mineral, menciona que con este puede crear “Antorchas de piedra rojiza”, “Bloques musicales”, “Pistones”, “Soltadores” y “Brújulas”. Quedando el hombre impresionado al descubrir que este polvo sirve para crear muchos más objetos de los que habría imaginado, los cuales parecen ser creaciones un poco más avanzadas y complejas que muchas otras anteriores, mismas que podrían ser útiles en un futuro.
Entonces, sabiendo que el polvo de piedra rojiza es útil, el hombre pica la demás piedra rojiza que hay para conseguir todo el polvo que pueda, hasta obtener una considerable cantidad de este, lo cual desvela una nueva creación en su libro: “Bloques de piedra rojiza”.
Ya con todo el polvo de piedra rojiza en sus bolsillos, continúa endureciendo la lava restante igual que al principio, para llegar al otro extremo del estanque y al otro mineral que también había visto.
Cuando llega por fin a la otra orilla del depósito de lava, enseguida se acerca al mineral desconocido que antes lo cegó ligeramente, comprendiendo ahora que se trata de una piedra reluciente, cristalina y de color azul claro incrustada en la roca natural, a la cual extrae tan rápido como la ve, consiguiendo así la piedra preciosa sin defecto alguno (a diferencia de los últimos dos materiales que picó). Y al igual que siempre, en cuanto recoge el mineral del suelo, su libro muestra algunas páginas con nueva información, esta vez acerca de esta piedra, a la que llama “Diamante”, y que, dice, sirve únicamente para crear “Palas de diamante” y “Tocadiscos”; lo cual le pareció bastante raro al hombre, particularmente por derivar solo en dos creaciones, ya que en cuanto tuvo este diamante en la palma de su mano, reconoció su increíble dureza, superior incluso a la de un lingote de hierro, “Cualidad que podría servir para muchas cosas, no solo para una simple pala o un tocadiscos (sea lo que sea).”, afirma el hombre. Le parece absurdo que incluso el simple polvo de piedra rojiza que encontró apenas, sirva para crear muchas más cosas interesantes que con este mineral, sin dudas, más llamativo y con potencial para muchas otras cosas, “Incluso podría sustituir a las herramientas y armaduras de hierro.”, imagina él. Pero ¿por qué solo puede crear una pala de diamante? Es entonces, con este último pensamiento, cuando deduce que tal vez sí existen más creaciones derivadas de este mineral, o al menos tiene la esperanza de que así sea, solo que todavía no tiene suficientes diamantes para poder crear esos supuestos objetos, lo cual explicaría por qué no aparecen más recetas, especialmente de otras herramientas además de la pala de diamante; como en su momento sucedió con los lingotes de hierro. Y a pesar de que son simples suposiciones, confía plenamente en que esta vez tampoco se equivoca. Aunque para estar seguro, tendrá que encontrar más diamantes y salir de sus dudas.
Entonces, el hombre guarda en su pantalón el preciado diamante y se adentra en la nueva gruta de la caverna en busca de más minerales, especialmente de este último hallado.
Sorprendentemente, apenas da unos cuantos pasos, divisa más diamantes entre la roca natural… O al menos eso creía, pero cuando se acerca muy emocionado, de inmediato se da cuenta de que este mineral sobresaliendo de la roca es de un color azul más oscuro que el diamante, y, además, no es cristalino, sino opaco. Aparte de eso, cuando lo pica para estar seguro, consigue, junto con unos cuantos orbes brillantes, bastantes piedras con dichas características; duras, aunque no tanto como el diamante, por lo que en este punto ya puede comprender que se trata de un nuevo mineral, que, a pesar de no haber sido lo que esperaba, le ayudará para conocer más cosas. O al menos eso pensaba, pero cuando revisó su libro en busca de nueva información al respecto, solo encontró el nombre de esta piedra: “Lapislázuli”, y solo una receta para crear “Bloques de lapislázuli” con una cantidad considerable de este mineral.
De cualquier manera, el hombre pica el lapislázuli que faltaba. Guarda todo y continúa por la gran cueva, con la idea de que entre más profundo se adentre, más posibilidades habrá de encontrar nuevos minerales como los últimos tres que acaba de hallar.
Ücretsiz ön izlemeyi tamamladınız.