Kitabı oku: «La transición española», sayfa 26
A finales de agosto, con Franco todavía de vacaciones en Galicia, entró en vigor el Decreto Ley contra el Terrorismo, justo un mes después de la conclusión del estado de excepción en Guipúzcoa y Vizcaya. Este nuevo ordenamiento dictaminaba las penas de muerte para los responsables de atentados terroristas que ocasionasen muertes; castigándose también la apología pública, el aplauso o la justificación de terrorismo.
La casualidad o el oportunismo político condujeron a que dos días después, José Antonio Garmendia Artola y Ángel Otaegui, miembros de ETA, fueran condenados a la pena capital.
Pero, en un periodo vacacional tan extenso, no todo fueron noticias relacionadas con la represión ejercida por el régimen a todo tipo de oposición o las acciones terroristas cometidas desde el otro bando, la extrema derecha, que también fueron numerosas. Véanse los atentados contra la librería «El Borinot Ros» o las pintadas hechas en el local de la asociación «Amigos de la ONU» donde habían participado en conferencias políticas Jordi Solé Tura y Pablo Castellano. También hubo otra serie de actividades lúdicas y culturales que aportaron su granito de arena en la lucha reivindicativa sin violencia añadida, como la celebrada el 14 de julio de 1975 en Canet de Mar, conocida como el festival de música de Les Sis Hores de Canet donde participaron los cantantes más populares y grupos musicales de la Nova Canço recordando actuaciones anteriores. Mientras que en 1974 actuaron, Toti Soler, Joan Isaac, Dolors Laffitte, Pere Tàpies, Ovidi Montllor, Pi de la Serra y Lluís Llach; en el año 1975 hubo nuevas incorporaciones, Falsterbo-3, Teresa Rebull, Marina Rosell, La Trinca, Mª del Mar Bonet y Rafael Subirats, repitiendo también algunos del año anterior.
Un mes después, tuvo lugar el Congrés de Cultura Catalana donde los «intelectuales de Montserrat» llamaron a la participación colectiva, según lo aprobado en la reunión del 7 de junio anterior, exponiendo en su comunicado los tres puntos esenciales del mismo. Estos eran:
«Que habiéndose recibido más de quinientas adhesiones de la declaración aprobada en Montserrat, esta se pone a disposición del Secretariado Provisional del Congrés de Cultura Catalana.
Que ha examinado el proyecto de realización del Congrés de Cultura Catalana aprobado por el Secretariado Provisional y considera que es un paso adelante en el sentido de ampliar la representatividad de los organismos del Congrés. Por eso, de acuerdo con el cuarto punto de la declaración de Montserrat acepta participar en la formación de la futura Comisión Permanente con otros sectores populares, culturales y profesionales de todos los países catalanes.
La Comisión quiere recordar, que una de las tasques primordials del Congrés es la recerca de les bases de la propia identitat, y por eso se dirige a todo el pueblo de los países catalanes para que realice el Congrés y lo anima, desde ahora, a todas las iniciativas.»455
Estaba claro que la Comisión de Intelectuales consideraba que el Congreso de Cultura Catalana debía ser el marco idóneo para extender el mensaje de poder recuperar la propia identidad catalana, pero, por otro lado, esta comisión debía continuar ejerciendo su influencia a través de la Asamblea, generando un entorno idóneo, a través del cual, no habría separación entre la pura reivindicación social con la cultural y nacional. Los seis primeros firmantes de lo que se conoció como la Declaració de Montserrat fueron: Joan Miró, Josep Lluís Sert, Antoni Tàpies, Joan Oliver, Salvador Espriu y Raimon.
En septiembre de 1975 dio comienzo un nuevo curso político, calificado por la prensa oficial como otro otoño apático y tranquilo; sin embargo, nada en esos momentos podía ser igual, ya que se acercaban a pasos agigantados los momentos más cruciales para un régimen decadente, aunque todavía con fuerza para dar su último zarpazo.
El día 5, la situación en Vizcaya seguía muy tensa, entre otras cosas por los cinco mil trabajadores que estaban en paro. Sin embargo, como era previsible el silencio informativo fue total, pues la televisión pública, como si nada ocurriera, se dedicaba a entretener a los espectadores con las maniobras realizadas por el mago Uri Géller, que nos dejaba a todos boquiabiertos con la puesta en marcha de relojes y las dobladuras de cucharas, usurpándonos de una realidad no tan agradable y más cercana.
La resolución de los numerosos consejos de guerra continuaba a un ritmo acelerado. Los últimos se celebraron el día 11 de septiembre contra cinco miembros del Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico (FRAP), y el día 20 con la condena del etarra Txiki a la pena capital. El gobierno consideraba esta forma de represión como una salida favorable en su combate contra el terrorismo, por lo que, al menos mientras Franco viviese continuaría en su empeño. Otras detenciones tuvieron como protagonistas a miembros del FRAP, del Partido del Trabajo de España (PTE), del Movimiento Comunista de España (MCE), del Partido Obrero Revolucionario de España (PORE) y de los anarquistas456.
Recordemos como breve recordatorio que el FRAP era un movimiento revolucionario creado en enero de 1971 en París en el que participaron el PCE(m-l), Comités antiimperialistas, Frente Español de Liberación Nacional y Vanguardia Socialista, aunque su constitución oficial fue en París el 24 de noviembre de 1973 siendo Julio Álvarez del Vayo su presidente. Sus puntos programáticos se basaban en la derrota de la dictadura franquista y del imperialismo yanqui, con la idea de establecer una república popular y federativa que respetase los derechos y las minorías nacionales, que nacionalizase los bienes monopolísticos, que desarrollase la reforma agraria, que liquidara el colonialismo español y fundase un ejército del pueblo. Su órgano de prensa fue la revista Acción.
Por su parte, el PTE era la nueva denominación del PCEi desde febrero de 1975 por su ingreso en la Junta Democrática de España. Esta organización posteriormente participó en la Plataforma de Convergencia Democrática y en el CFPC. La dirección a nivel estatal estuvo a cargo de Eladio García Castro, alias «Ramón Lobato». En Cataluña este partido fue muy activo constituyendo la Confederación de Sindicatos Unitarios de Trabajadores (CSUT), proclamándose seguidores del marxismo-leninismo en la línea Mao Tse Tung.
El Movimiento Comunista de España (MCE) tuvo su origen en el Movimiento Comunista Vasco y entre diciembre de 1971 y enero del año siguiente se constituyó en Cataluña por miembros de los llamados «Círculos de Formación de Cuadros», creándose el Moviment Comunista de Catalunya, organización que evolucionó hacia un marxismo-leninismo de tendencia maoísta. Sus publicaciones fueron: Servir al Pueblo, la Veu dels Treballadors, Hacer y Revolta.
Por otro lado, el PORE se fundó en agosto de 1974 fruto de la evolución de la Organización Trotskista como sección española de la Liga Internacional de Reconstrucción de la IV Internacional (LIRCI).
En Barcelona, mientras se materializaba el relevo entre el alcalde saliente, Enrique Massó Vázquez, y el entrante, Joaquín Viola457, la Asamblea y la CCFPC en sendos comunicados publicados en septiembre de 1975 resumían en líneas generales la situación político-social de España en esos momentos:
«El 11 de septiembre, Diada nacional de Cataluña, coincide con una situación política especialmente grave. La Dictadura ha implantado un Estado de excepción que denomina cínicamente “Ley Antiterrorista” con la pretensión de parar la marcha decidida de nuestro pueblo hacia la libertad y de poder asesinar impunemente a los patriotas revolucionarios vascos Garmendia y Otaegui. Es necesario dar una respuesta decidida al régimen y salvar la vida de los compañeros vascos. ¡Basta de penas de muerte! ¡Fuera el decreto terrorista!»458
A tal efecto, la Asamblea convocó una manifestación en la Plaza Cataluña el 11 de septiembre a las ocho de la tarde, mezclando diferentes mensajes favorables a sus tesis: por un lado, la reivindicación identitaria, y por otro, la lucha por las libertades civiles y sociales, encarnadas en aquel momento en la lucha contra la Ley Antiterrorista y la desaparición de la pena de muerte. Pese a la presión policial, más de cinco mil personas se manifestaron por la calle Aribau hacia la Avenida Diagonal con gritos de «¡Salvemos a Garmendia y a Otaegui!», «¡Cataluña con Euzkadi!», «¡Fuera la pena de muerte!»459.
Una semana después también la Iglesia emitió un comunicado de condena del terrorismo y a su vez pidió clemencia para los condenados a muerte. Sin embargo, todos estos esfuerzos fueron en vano ya que ese mismo día fueron condenados a la pena capital: Ramón García Sanz, Manuel Cañaveras de Gracia, José Luis Sánchez Bravo Sollas, Concepción Tristán Gómez y Mª Jesús Dasca Penelas.
En Europa, tras conocerse la noticia de las condenas, se multiplicaron las manifestaciones de repulsa y se ocupó la Embajada española en Bonn; incluso Pablo VI llamó a la clemencia en España tras deplorar cualquier tipo de gesta criminal:
«Entre aquellos que hoy hieren nuestro corazón pastoral —decía Pablo VI— hay algunos que señalamos a vuestra humana y cristiana sensibilidad; las condenas a muerte de los terroristas de España, de los cuales también nosotros deploramos las gestas criminales, pero que desearíamos redimidos por una justicia que sepa afirmarse magnánimamente en la clemencia.»460
Ante las inminentes ejecuciones, se supo posteriormente que el Papa había pedido tres veces al Caudillo clemencia por la vida de los reos, sin tener éxito en su empeño. A raíz de las protestas hubo multitud de detenciones; entre ellas los de tres supuestos miembros de ETA junto con 35 militantes del PTE y Joven Guardia Roja en Zaragoza y algunas detenciones en Valencia de miembros del FRAP. Por otro lado, en Barcelona, el día 10 fueron detenidos tres militares de la UMD, justo algunos días antes de un atentado de la extrema derecha contra la editorial Ruedo Ibérico en París donde el Grupo Antiterrorismo contra la ETA (ATE) reivindicó el atentado, y para completar la «faena» represiva, el 24 de ese mismo mes, el TOP resolvió sentencia contra 21 miembros del PSUC.
Todo parecía indicar una apuesta del gobierno por controlar la situación a partir de la represión, aunque el resultado fuera contrario a sus deseos, pues no hizo más que provocar la ira de una oposición cada vez más enfrentada con el régimen. En Barcelona se efectuó un encierro simbólico en el Colegio de Abogados como medida de presión y, fuera de nuestras fronteras, el Parlamento Europeo pidió a la CEE que congelase sus relaciones con España, propuesta que fue aceptada el día 2 del mes siguiente. En París hubo diversas manifestaciones, lo mismo que en otras ciudades francesas, incluso se llegó a incendiar una sucursal del Banco Popular Español en la capital francesa. En Dusseldorf tuvo lugar una batalla campal frente a las oficinas de Iberia. En Roma hubo una marcha de protesta contra el gobierno español junto al boicot a la correspondencia española, y en Lisboa se efectuó el saqueo e incendio de la Embajada española. Para finalizar, México pidió la expulsión de España de la ONU.
Sin embargo, nada hizo cambiar la decisión de Franco, pues el 27 de septiembre, cinco de los condenados fueron fusilados. No obstante, el jefe del Estado ejerció la gracia de indulto sobre los otros seis condenados a muerte, conmutándolos a treinta años de prisión.
José Humberto Baena, Ramón García Sanz y José Luis Sánchez Bravo fueron ejecutados en Madrid, y los etarras, Juan Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui, en Barcelona y en Burgos. El resto de los condenados: José Antonio Garmendia Artola, Vladimiro Fernández Tovar, Manuel Blanco Chivite, Manuel Cañaveras de Gracia, Mª Jesús Dasca y Concepción Tristán fueron indultados.
La presión internacional se hizo asfixiante cuando ocho países llamaron a sus embajadores a consultas como acto de disconformidad con lo ocurrido, respondiendo el gobierno con la convocatoria de una macro manifestación a favor suyo. En efecto, el primero de octubre, ante cerca de un millón de personas, según datos gubernativos, el Generalísimo hizo acto de presencia en su última alocución ante sus seguidores. Entre otras cosas, dijo:
«El pueblo español no es un pueblo muerto al que se le puede engañar (…) Todo obedece a una conspiración masónica izquierdista en la clase política en contubernio con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece.»461
Ese mismo día, el presidente del gobierno, Carlos Arias denunció la injerencia de algunos países en los asuntos internos españoles, comentando que nada le desviaría del compromiso en el empeño de asegurar el imperio de la ley. Estas frases, fuera de contexto frente a lo sucedido en los días anteriores, encontraron fácil comprensión cuando el día después de la concentración multitudinaria fueron asesinados cuatro policías armados: Antonio Fernández Ferreiro, Joaquín Alonso Bajo, Agustín Ginés Navarro y Miguel Castilla Martín. El día 6, de nuevo tres guardias civiles más cayeron en acto de servicio, llegando la jornada a ser declarada por el gobierno como siniestra.
Como era natural, ante la situación de máxima tensión política, la prensa no afín al régimen fue la primera en recibir los primeros impactos represivos. Los informativos Blanco y Negro, Mundo, Destino y la revista humorística Por Favor fueron secuestrados; incluso el periodista Antonio Burgos llegó a ser detenido y posteriormente puesto en libertad.
Tras los fusilamientos continuó la presión internacional contra el gobierno español, incluso Olof Palme, primer ministro socialista sueco, se apuntó a una colecta en favor de la oposición española en su lucha contra el régimen franquista. No obstante, poco a poco, todo volvió a la normalidad con el regreso de los distintos embajadores, entre ellos los de Francia y Holanda.
El día 7 de octubre, Lluís Mª Xirinachs fue puesto en libertad un año antes de finalizar su condena, pues estaba preso desde diciembre de 1973. Lo extraño de este hecho fue que coincidiera con la publicación del premio Nóbel de la Paz, donde Xirinachs era candidato; premio que se concedió al ruso Andrej Dimitrievic Sajarov.
Pero todavía el mes de octubre guardaba alguna sorpresa al gobierno, y esta saltó el día 15 cuando se publicó el informe de la misión de la ONU destacada en el Sahara Español, por la que estaba de acuerdo con las tesis de autodeterminación del pueblo saharaui, y en sí, favorable también a España. En vista del resultado, el rey Hassan II de Marruecos anunció una gran «Marcha» sobre el Sahara Español, resultando de esto una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU a propuesta del embajador español, Jaime de Pinies, ya que según él: «Podría haber una tragedia».
Por esas fechas, el Caudillo ya se encontraba gravemente enfermo. Según fuentes periodísticas, desde el día 14 de octubre sufría un proceso gripal que se complicó con una insuficiencia coronaria aguda, aunque en realidad se le había diagnosticado un infarto de miocardio. Desde entonces hasta su muerte, el calendario político del país fue derivando entre la agonía terminal del dictador y la solución final del conflicto saharaui. Esta desestabilización fue aprovechada principalmente por la oposición en el interior y también por el oponente marroquí ante la debilidad física del jefe del Estado.
435. PUJOL, Jordi, op. cit., pp. 263-264.
436. FRC, AJR, «Comissió Coordinadora de Forces Polítiques de Catalunya», Carpeta 105/54, 15-1-1975. Comunicado de la CCFPC.
437. MHC, ASSEMBLEA, op. cit., pp. 98-100.
438. FRC, AJR, «Comissió Coordinadora de Forces Polítiques de Catalunya», Carpeta 105/53, 1-1-1975.
439. Tele/eXpres, 14/22-2-1975.
440. Tele/eXpres, 5-3-1975.
441. Edward Heath, primer ministro del Reino Unido (1970-1974). Durante su mandato se produjo la incorporación a la Comunidad Europea (1973). Fue reemplazado por Margaret Thatcher como líder del partido Tory y como primera ministra desde 1979-1990.
442. ESTEBAN, Jorge de, op. cit., pp. 161-164.
443. COLOMER, Josep Mª, op. cit., p. 74.
444. Gerald Ford, presidente de EE.UU (1973-1976), sustituyó a Nixon por el escándalo Watergate.
445. Tele/eXpres, 16-6-1975.
446. Fundador en 1928 del Opus Dei. Canonizado por Juan Pablo II en 2001. Falleció el 27 de junio de 1975.
447. FRC, AJR, «Assemblea de les Illes», Carpeta 54, 1-7-1975.
448. FRC, AJR, «Comissió Coordinadora de Forces Polítiques de Catalunya», Carpeta 105/59, 1-7-1975.
449. Tele/eXpres, 1-7-1975.
450. Tele/eXpres, 29-7-1975.
451. Mujibur Rahman, primer ministro de Bangladesh (1972-75).
452. Haile Selasie, Emperador de Etiopía (1930-35 y 1941-74).
453. Eamon De Valera, presidente de Irlanda (1959-73).
454. Tele/eXpres, 5-7-1975.
455. Tele/eXpres, julio-agosto de 1975.
456. HERMIDA REVILLAS, Carlos, Historia y Comunicación Social, Madrid, UCM, 1977. También en MOLAS, Isidro, op. cit., pp. 191, 167, 196.
457. Joaquín Viola, alcalde de Barcelona. Ejerció un gobierno inestable durante su mandato con constantes protestas vecinales. Fue destituido de su cargo por Adolfo Suárez y fue asesinado posteriormente junto a su mujer.
458. FRC, AJR, «Comissió Coordinadora de Forces Polítiques de Catalunya». «Al Poble de Catalunya», Carpeta 105/62, 1-9-1975.
459. COLOMER, Josep Mª, op. cit., p. 75.
460. Tele/eXpres, 22-09-1975.
461. Tele/eXpres, 2-10-1975.
La muerte de Franco y el postfranquismo. 20 de noviembre de 1975
El 23 de octubre de 1975 los diarios nacionales anunciaron que la «Marcha Verde» avanzaba lenta y desordenadamente en dirección a la frontera norte del Sahara Español con el propósito de traspasar la frontera entre el 3 y el 4 de noviembre. El gobierno, previniendo acontecimientos, había recomendado el día anterior a la población civil el abandono de El Aaiún.
Mientras tanto, en la península todo comentario político se hacía en función del estado físico de Franco que se deterioraba cada día más. El 25 de octubre, la generalidad de los titulares informativos decían algo así como: «Se acentúa la gravedad de Franco»; dos días después se anunciaba una ligera mejoría dentro de la gravedad para decaer al día siguiente con la persistencia de la gravedad a causa de diversas hemorragias.
Entre el 29 y el 30 de octubre, el conflicto en el Sahara Español volvió a la palestra informativa, dando la impresión de que el gobierno había tirado la toalla. Ya no se hablaba de autodeterminación del pueblo saharaui y, mientras existía el toque de queda en la zona, las reuniones diplomáticas en Madrid se acentuaban con la posibilidad de llegar a un acuerdo favorable a las tesis marroquíes. El mismo día 30, coincidiendo con la detención en Guernica de dos comandos de ETA y de veinte presuntos terroristas, los medios de comunicación ya anunciaban la desaparición del último vestigio colonial español con la evacuación de la zona prevista en tres fases.
Sin duda, se vivieron momentos desalentadores y el desánimo era generalizado cuando se supo que las fuerzas españolas iban abandonando sigilosamente los puestos fronterizos. Mientras tanto, en Madrid, en medio de unas aceleradas negociaciones, el príncipe Juan Carlos volvía a la Jefatura del Estado en funciones, presidiendo definitivamente el Consejo de Ministros462.
En Cataluña, la Asamblea presentó el 29 de octubre una declaración contundente denominada «Per una Catalunya Democrática» en la que se afirmaba, en vista del relevo inminente e irreversible, que Juan Carlos no era la solución:
«Solo el rechazo del continuismo juan carlista y la revocación de las Leyes Fundamentales del franquismo y de todos los órganos e instituciones que la han configurado, o que intenten perpetuarlo, es decir, solo la ruptura democrática, puede ser el inicio del camino para satisfacer las exigencias populares y nacionales.»463
Comenzó así un relato continuo de noticias basado en la crónica de una muerte anunciada que concluiría tres semanas después con el comunicado de la muerte del Generalísimo.
El primer día de noviembre la salud del dictador aún se calificó como estacionaria, mientras el conflicto africano se ralentizaba con la salida del contingente español. El día 3, en una visita sorprendente, el príncipe Juan Carlos tomó el té en El Aaiún anunciando que «España cumplirá sus compromisos y tratará de mantener la paz (…) Se hará cuanto sea necesario para que nuestro ejército conserve intacto su prestigio y el honor»464.
El día 5 se contabilizaron los primeros muertos en el Sahara por enfrentamientos entre el Frente Polisario y los marroquíes, al haber cruzado alguno de ellos la frontera. Mientras tanto, el monarca alauita seguía inflexible en sus intenciones viendo que, conforme pasaba el tiempo, la coyuntura internacional le era favorable, desoyendo así las peticiones que le llegaron de la ONU. Esta presión sobre el gobierno español continuó hasta el día 10, cuando unilateralmente el rey de Marruecos ordenó el fin de la Marcha Verde, especulándose un pacto secreto entre Madrid y Rabat, aunque los desmentidos eran continuos.
El propio jefe de las Fuerzas españolas en el Sahara, Federico Gómez de Salazar, comentó: «La Marcha terminará en la frontera. Si vienen, dispararemos», repitiendo dos días después que el Sahara no había sido invadido465. No obstante, en vista de lo que estaba ocurriendo, la prensa reaccionó ante la falta de consideración, expresando su malestar por la desinformación y los problemas que se creaban a los periodistas y a las agencias de prensa para poder acceder a las zonas de conflicto, incluso la misma Asociación de Prensa emitió un comunicado protestando por la falta de información.
Lo mismo ocurría con el estado de salud de Franco, donde lo único que se sabía es que resistía transfusión tras transfusión. Sin embargo, esta situación de incertidumbre en el alto nivel de la política nacional no afectó en lo más mínimo a la acción represora de las fuerzas de seguridad del Estado, que continuaron efectuando detenciones. El día 4 de noviembre fue desarticulado un comando del PC (m-l), siendo militantes del PSAN los detenidos al día siguiente. Una semana después también fueron detenidos en Navarra algunos militantes de la rama político-militar de ETA (V Asamblea) y 37 miembros de la Joven Guardia Roja y Bandera Roja, demostrando así la plena actividad de un régimen dando sus últimos coletazos ante la caída del dictador.
Por otro lado, en aquellos días se publicó en el Boletín Oficial del Estado el decreto sobre el uso de las lenguas regionales, por el que se podía hablar en catalán en los plenos municipales, excepto cuando se tratase de propuestas que motivaran acuerdos a constar en el acta.
Sin duda, ya era innegable que un ciclo que había durado cuatro décadas se acercaba a su fin. Incluso empezaron a notarse los primeros indicios de cambio. Véanse como ejemplo el incremento de las publicaciones de nuevos periódicos y revistas de carácter político que aparecieron de repente ante la inminente llegada de la democracia. De esta forma salieron a la luz diarios tan emblemáticos como El País, El Periódico de Cataluña y Diario 16. Por el contrario, no ocurrió lo mismo con la prensa del Movimiento que, a falta de apoyos, decaía bajo un nuevo organismo denominado Medios de Comunicación Social del Estado (MCSE).
El 17 de octubre, el gobierno aprobó la inscripción del Grupo Prisa en el Registro de Empresas Periodísticas, siendo José Ortega Spottorno, Carlos Mendo y Darío Valcárcel los socios fundadores. El periodista y escritor, Juan Luis Cebrián, con experiencia en el diario Pueblo, TVE e Informaciones, fue elegido director del diario El País el 16 de noviembre de 1975. A partir de aquel momento, la importancia de los medios de comunicación fuera de los órganos del Movimiento tuvo una valoración muy superior a la anterior etapa franquista, ya que, a falta de partidos, la prensa protagonizaba las diferentes corrientes de opinión crítica que empezaban a resurgir en España.
El mes de noviembre de 1975 también resultó complicado en cuanto a conflictos laborales se refiere. En el Baix Llobregat, el día 14 se realizaron 22 despidos en una de las empresas que, por su resistencia al sistema, sería muy popular por esas fechas. Se trataba del conflicto en la empresa Laforsa en Cornellá de Llobregat, llegando a su punto más álgido con el despido total de su plantilla y el consecuente agravamiento de la situación social en la zona.
El día 15, Franco resistió una tercera operación quirúrgica sin éxito, ya que tres días después fue hibernado para controlar sus constantes hemorragias. Y mientras la agonía se alargaba artificialmente, al otro lado del Atlántico, el embajador Jaime de Piniés anunciaba desde la ONU una administración tripartita en el Sahara Español entre Marruecos, Mauritania y La Yemaa, anunciando que España se retiraría el 28 de febrero del año siguiente.
La oposición, ante el inminente fallecimiento del dictador, incrementó sus acciones de protesta, aunque algunos ya preparaban la nueva etapa sin Franco ampliando sus relaciones internas tanto como externas. Alfonso Guerra relata en sus memorias como cinco días antes del fallecimiento del Caudillo, fueron invitados al congreso del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) celebrado en la ciudad de Manheim por expreso interés de Willy Brandt, dado el trágico momento político que se vivía en España. Lo extraño del caso fue que tanto Felipe González como él solicitaron sendos pasaportes, siendo concedidos para solo un viaje y un país, la República Federal Alemana466.
Por su parte, la Asamblea también amplió su presencia mediática mediante propuestas como que por la tarde de ese día nadie cogiera el autobús en Barcelona; el eslogan decía así: «¡El divendres, día 7 de novembre, NO PUGES ALS AUTOBUSOS!»467, complementándolo con grupos de personas informando por la calle, llamadas de teléfono, reuniones, asambleas, pancartas, carteles y movimientos estratégicos preparando nuevas movilizaciones.
Por otro lado, se propuso una jornada de lucha para el 11 de diciembre en petición de amnistía y libertad, en contra de las nuevas disposiciones presentadas por el primer gobierno de la monarquía que planteaba entre otras cosas la congelación de salarios. Los paros en las empresas instaladas en la periferia metropolitana pasaban del centenar, con más de treinta y dos mil trabajadores en huelga en las zonas del Baix Llobregat y Cerdañola-Ripollet que se alternaban con manifestaciones estudiantiles y concentraciones frente a la cárcel Modelo en Barcelona.
La madrugada del 20 de noviembre de 1975, Franco expiró, y ese mismo día se dio a conocer su testamento político donde a grandes rasgos pedía al pueblo español lealtad y afecto a Juan Carlos de Borbón. Inmediatamente, el Consejo de Regencia se reunió en Las Cortes y, dos días después, Juan Carlos I fue proclamado rey de España.
Desde la oposición, las críticas al nuevo jefe del Estado no se hicieron esperar; lo mismo que desde la Iglesia que, a través del diario de referencia católica YA, se pedía que la nueva monarquía no fuese un franquismo sin Franco, aunque pudiera. El cardenal Tarancón, con la frase: «Os pido que seáis el rey de todos los españoles», no pudo ser más explícito. También el periodista José Vidal Beneyto repasa en sus reflexiones la importancia del papel de la Iglesia en aquellos momentos confusos, rompiendo en cierta manera con el pasado:
«La Iglesia católica ha tenido una función constante y decisiva en la historia del franquismo. En un primer momento, la Iglesia fue agente principal de la legitimación política del franquismo, al transformar en Santa Cruzada un levantamiento militar seguido de una cruel guerra civil. Luego la Iglesia confirió al régimen franquista la respetabilidad que necesitaba tanto en el interior como en el exterior (...) Posteriormente, Franco encontraría en los tecnócratas del Opus Dei un recambio útil no solo de personas y de equipos, sino sobre todo de modos y de imagen de marca, para rejuvenecer el perfil, por lo demás inmutable, de su política. Hoy, la Iglesia católica ha modificado vertebralmente su posición, y si bien es cierto que una parte de la jerarquía sigue todavía afincada en el franquismo, la verdad es que la inmensa mayoría del catolicismo hispano milita en la oposición y se ha convertido en uno de sus principales vectores.»468
Por su parte, los llamados Captaires de la Pau publicaron un panfleto, coincidiendo con la muerte del dictador, exigiendo el premio de la democracia para el pueblo mediante un «salto pacífico a la democracia»469.
Aún no había finalizado el mes de noviembre, cuando la Asamblea publicaba el primer documento crítico contra el nuevo jefe del Estado que llevaba por título «Contra el continuismo»:
«Franco ha muerto, el tirano ha desaparecido, pero no la tiranía. Esta, los herederos del franquismo intentarán perpetuarla con la maniobra continuista de Juan Carlos (…) Ciudadanos: Esta es una hora histórica, una hora trascendental. Es la hora de demostrar que nuestro pueblo es capaz de restablecer por vía pacífica la democracia y las libertades nacionales y sindicales (…) La Asamblea, declara que es posible establecer por vía pacífica un régimen democrático en Cataluña y en todos los pueblos del Estado español. El pueblo de Cataluña llama a preparar la gran movilización popular pacífica que ha de hacerlo posible, bajo la consigna de ¡POR LA CONQUISTA DE LA DEMOCRACIA!»470
La reacción internacional ante el primer discurso del rey fue positiva. Tanto fue así, que acto seguido, desde el día 25 se recibieron telegramas de adhesión junto con peticiones de amnistía, sospechándose en los medios informativos que ya existía un borrador con el decreto de indulto. Finalmente, aunque no resultó lo esperado, el día 26 de noviembre se decretó el primer indulto real, donde todas las penas de muerte fueron conmutadas, llegando la gracia a la extinción total de las condenas de hasta tres años y parcialmente las superiores.