Kitabı oku: «La transición española», sayfa 27

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Ante este nuevo aire de apertura, el comunicado oficial proveniente de las Cortes franquistas ponía cada cosa en su sitio, dando a entender las dificultades que se habrían de superar: «No se inicia un nuevo régimen, sino una nueva etapa bajo la Monarquía»471.

Los conflictos laborales y universitarios continuaban su curso ascendente en toda España como un síntoma inequívoco de que el cambio político no afectaba, al menos a corto plazo, a los problemas económicos del país. En Santander, una semana después de la muerte del Caudillo, cuatro mil trabajadores de la empresa General Española del Caucho, seguían encerrados472. Y, mientras tanto, la crisis del Sahara Español iba entrando en la fase terminal. En efecto, el 28 de noviembre las tropas marroquíes entraron en la ciudad de Smara precipitando la ocupación, y el 12 de diciembre ya estaban en El Aaiún. El general Gómez de Salazar, responsabilizando en cierta forma al Frente Polisario, pronunció una de sus últimas frases gloriosas: «España tiene la conciencia tranquila»473.

Después de la proclamación del rey, tanto la política oficial y de oposición aceleraron sus procesos. El 3 de diciembre Torcuato Fernández Miranda fue nombrado presidente de Las Cortes mientras la rumorología acostumbrada proponía nuevos candidatos al primer gobierno del rey. Este se decidió por la continuidad y Carlos Arias Navarro fue confirmado como jefe del gobierno. Sin embargo, antes de la publicación del nuevo gabinete, ya se anunciaba el nuevo síntoma de freno a la evolución democrática, indicando que no habría reforma administrativa. El día 12 se presentó la lista de los nuevos ministros. Estos eran: Carlos Arias Navarro (presidente); teniente general Fernando de Santiago y Díaz de Mendíbil (vicepresidente para Asuntos de la Defensa); Manuel Fraga Iribarne (vicepresidente, Interior y Gobernación); Juan Miguel Villar Mir (Economía y Hacienda); José Mª Areilza (Asuntos Exteriores); Antonio Garrigues y Díaz Cañabate (Justicia); teniente general Félix Álvarez-Arenas y Pacheco (Ejército); almirante Gabriel Pita Da Veiga (Marina); Antonio Valdés González Roldán (Obras Públicas); Carlos Robles Piquer (Educación); José Solís Ruiz (Trabajo); Carlos Pérez de Bricio (Industria); Virgilio Oñate Gil (Agricultura); teniente general Carlos Franco Iribarnegaray (Aire); Leopoldo Calvo Sotelo y Bustelo (Comercio); Adolfo Martín Gamero (Turismo); Francisco Lozano Vicente (Vivienda); Alfonso Osorio García (Presidencia); Rodolfo Martín Villa (Relaciones Sindicales) y Adolfo Suárez (Secretaria General del Movimiento)474.

Las primeras declaraciones del nuevo gobierno hablaban del objetivo de llegar a la libertad sin ruptura bajo el perfeccionamiento constante del sistema institucional, de la convivencia con las tendencias que aceptasen un orden democrático justo y del reconocimiento institucional de las regiones y de las autonomías locales.

La valoración del nuevo gabinete por la Asamblea no fue positiva, criticando de antemano la insuficiencia en el indulto proclamado por el rey, pese a que se abrían ciertos canales de esperanza dada la tolerancia del régimen con arbitrarias discriminaciones. Por otro lado, la pretensión de saldar la cuestión catalana, que venía respaldada por la implantación del Estatut de 1932, con un régimen especial para las cuatro provincias catalanas, daba una impresión de democracia controlada y limitada.

El 27 de diciembre de 1975, tuvo lugar la XII reunión de la CPAC. Esta, fue distinta a las demás, pues por primera vez se presentó la Asamblea al público mediante ruedas de prensa y comentarios de todo tipo en los diarios principales. Los acuerdos llegados en la reunión fueron dados a conocer a los medios de comunicación por los principales representantes de la Permanente: Jordi Carbonell, Josep Benet, Vicenç Ligüerre, Pere Portabella, Rafael Ribó y Miquel Sellarés. En líneas generales, el comunicado anunciaba el inicio del diálogo con el Consell de Forces Polítiques de Catalunya (CFPC) constituido en aquellos días, e invitarlo a incorporarse como tal a la Asamblea; continuar trabajando para asumir un movimiento unitario con todas las fuerzas políticas e instancias del Estado español, especialmente del País valenciano y de las Islas Baleares; y mantener el contacto con el presidente de la Generalitat de Cataluña en el exilio, Josep Tarradellas, en la futura perspectiva de constitución de un gobierno provisional475.

La protesta y el clamor en la calle ante la nueva situación política era cada vez más intenso, exigiendo libertad y amnistía. El 28 de noviembre en una manifestación proamnistía en Madrid fueron detenidos actores famosos de la televisión de aquella época: Aurora Bautista, Juan Diego y María Luisa San José, entre otros. Al día siguiente en Barcelona, en cumplimiento del indulto limitado, 158 presos salieron de la cárcel Modelo. El 1º de diciembre, Marcelino Camacho y los que quedaban del Proceso 1001, junto a otros presos como Vilá Reyes, también quedaron en libertad, aunque por poco tiempo, ya que Camacho fue nuevamente detenido siete días después en una manifestación donde se efectuaron más de cien detenciones.

Lo cierto fue que no hubo día en todo el mes de diciembre donde los periódicos dejaran de anunciar conflictos laborales de todo tipo, desde la construcción, metal, sector del automóvil, taxista, red ferroviaria, etc., finalizando el último día del mes con el paro de mil doscientos mineros en HUNOSA. Mientras tanto, el nuevo gobierno, en su esfuerzo de cambiar su imagen, continuaba con los indultos, siendo esta vez los afectados los antiguos funcionarios del Estado separados de la Administración Pública por cuestiones políticas impuestas por la Ley de 10 de febrero de 1939.

En Cataluña, la apuesta de Xirinachs por la amnistía y las libertades seguía protagonizando la lucha de oposición. Después de habérsele prohibido el 8 de noviembre una conferencia en Orense, dos días después volvió de nuevo al protagonismo informativo con la huelga de hambre que llevaba a cabo desde el 30 de noviembre en Montserrat, apuntándose a la huelga un quinto recluido en el monasterio. El día 11, en Sabadell se presentó un manifiesto democrático firmado por 95 jóvenes. Desde Francia, la Generalitat en el exilio también hizo sentir su voz, dirigiendo el primer día de diciembre un mensaje al pueblo catalán, señalando el camino para llegar a la democracia basado en la amnistía, el restablecimiento de la Generalitat de Cataluña y sus instituciones, y las elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal.

También en Montserrat, como símbolo del catalanismo histórico, el día 7 hubo una concentración de más de dos mil quinientas personas476. Bajo la lluvia se realizaron manifestaciones y cánticos hasta el mediodía, y posteriormente se desplegó la bandera catalana y un cartel que pedía amnistía. La Guardia Civil detuvo a una persona por lanzar octavillas mientras la manifestación acababa con un mitin por representantes de la Asamblea; Xirinachs, que estaba de vigilia, no apareció.

Ese mismo día, Jordi Pujol, el político de las terceras vías, pronunció una conferencia en la Aliança del Poble Nou, en la cual dijo:

«El nacionalismo catalán se fundamenta en el sentido personalista de la explicación de la persona y de su tierra. El nuestro no es un nacionalismo de dominio sino de afirmación, es decir, algo capaz de crear (…) Su leitmotiv es que la nación es siempre más permanente que la clase social, que es más estable (…) Sobre todo está mucho más dotada de cara a la conquista de su propia identidad.»477

Apoyándose en Pierre Vilar, Pujol habló del «fet català» haciendo propia la tesis del historiador francés: «Un movimiento nacional no puede triunfar si en sus reivindicaciones no participa el que en el país es, en un momento determinado, su clase dirigente»478.

El 17 de diciembre, Marcelino Camacho, acompañado de Nicolás Sartorius y Simón Sánchez Montero, visitaron a Xirinachs en Montserrat, justo cuando en Barcelona se constituía el Consell de Forces Polítiques de Catalunya (CFPC). El informativo Solidaridad Nacional recogió la noticia a través de la agencia de noticias Pyresa (cadena del Movimiento), anunciándose su constitución por los siguientes protagonistas: Partido Carlista, PSUC, Grup D’Acció Catalá, ERC, Reagrupament Socialista de Catalunya, PSAN, FNC, Esquerra Democrática de Catalunya (con Ramon Trías Fargas y Jaume Casanovas), PPC y UDC de Anton Canyellas. También se realizaron contactos con el presidente de la Generalitat en el exilio, Josep Tarradellas.

La muerte de Franco y la exaltación al poder de Juan Carlos I significó para los partidos de oposición el pistoletazo de salida hacia el reencuentro con la democracia, de manera que los actos y movimientos públicos fueron sucediéndose como un torbellino. Sean McBride, secretario adjunto de la ONU y premio Nóbel de la Paz en 1974, se desplazó a Barcelona invitado por la asociación Amigos de las Naciones Unidas y por el Moviment de la Pau i el Agermanament con motivo del XXVII aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos. Entre otras cosas, dijo:

«Es necesario que España dé ejemplo de respeto hacia los Pactos internacionales de Derechos Humanos, pues su tradición cultural se lo exige (…) es necesaria la liberación de todos los presos políticos sin excepción, la libertad de expresión, la libertad de reunión y asociación político sindical como puntos esenciales para una verdadera democracia. Y por último el sufragio universal como único sistema electoral básico para poder integrarse en el Parlamento Europeo.»479

Posteriormente a su intervención se dirigió a Montserrat a visitar a Xirinachs, que seguía en su huelga de hambre en busca de la amnistía total de los presos. Cabe decir que por aquel entonces a cualquier visitante que recibiera Xirinachs en la abadía, se le retenía el carné de identidad para su control hasta el día siguiente, teniendo que ir a recogerlo al cuartel de la localidad de Monistrol, próximo al monasterio. También se publicaron los Memorial Xirinachs otorgados por la sección catalana de Pax Christi con ocasión de la campaña de apoyo a Xirinachs por el Nóbel de la Paz. Los premios fueron concedidos entre otros al cardenal Giacomo Lercaro (Italia) y al sacerdote escocés, Desmond Wilson por sus actuaciones en pro de la paz. Otros comunicados en ese sentido fueron publicados por Justicia i Pau.

El 22 de diciembre se celebró en el Parc de les Aigües en Cornellá de Llobregat la «Festa Democrática» por el Congrés de Cultura Catalana asistiendo unas cuatro mil personas, entre los que se encontraban: Anton Canyellas, Miquel Roca Yunyent, Jordi Solé Tura, José Miguel Abad, presidente del Colegio de Aparejadores y el doctor Joan Colominas. En el acto, se cantaron tres simbólicas canciones, entre ellas el Cant de la Senyera, actuando también Alejandro Rojas Marcos que representaba al movimiento andaluz. Por las mismas fechas se celebró en Granollers un festival de la Canço con actuaciones de Ovidi Montllor, Mª del Mar Bonet y Pi de la Serra, pero sin Lluís Llach, que había sido censurado por el gobierno, cantándose L’Estaca en su nombre.

Sorprendentemente, y visto todo este aluvión de acontecimientos, causaba sorpresa que el ambiente social no respondía a las expectativas. A este respecto, una crónica del 24 de diciembre lo interpretaba así:

«Mientras tanto, la calle está extraordinariamente tranquila. Proliferan en auténtico alud las peticiones de amnistía, usando todos los métodos imaginables. Pero nadie puede decir que se produzcan más perturbaciones que las normales de un país europeo: huelga de taxistas, manifestación pacífica proamnistía, etc. Los subterráneos del país están más maduros de lo que pueda pensar alguien.»480

Ese mismo día, Xirinachs dio por finalizada la huelga de hambre de tres semanas, o sea, desde que el rey promulgó el indulto, junto con los captaires de la pau que le acompañaron.

En la Nochebuena de 1975, el rey y su familia aparecieron en la pantalla del televisor ante los españoles. Fue un mensaje sin abordar temas políticos, avanzando lo que en el futuro sería su papel constitucional y moderador, semejante al resto de las monarquías europeas. La prensa extranjera subrayó, sin embargo, el homenaje al Generalísimo y la llamada a la unidad con ausencia o alusión a una posible amnistía para los presos políticos. Desde ese mismo día, el captaire de la pau, Xirinachs, permaneció frente a la cárcel Modelo en espera de la concesión de amnistía, enviando comunicados como este desde Sant Llorens de Terrassa:

«Estaré cada día delante de la prisión, mientras me dejen estar, de sol a sol (…) Solo me harán mover si me arrastran o me llevan en brazos y si me dejasen en libertad, volvería a ocupar mi puesto (…) Quiero que salgan los presos políticos o que me metan a mí.»481


462. Tele/eXpres, 20/31-10-1975.

463. COLOMER, Josep Mª, op. cit., p. 77.

464. Tele/eXpres, 3-11-1975.

465. Tele/eXpres, 6-11-1975.

466. GUERRA, Alfonso, Cuando el tiempo nos alcanza. Memorias (1940-1982), Pozuelo de Alarcón (Madrid), Espasa Calpe, 2007, p. 195.

467. FRC, AJR, «Comissió Coordinadora de Forces Politiques de Catalunya», Carpeta 105/63, 27-9-1975.

468. VIDAL BENEYTO, José, Del franquismo a una democracia de clase, Madrid, Akal, 1977, p. 32

469. FRC, AJR, «Captaires de la Pau», Carpeta 71, 20-11-1975.

470. COLOMER, Josep Mª, op. cit., p. 78.

471. Tele/eXpres, 26-11-1975.

472. VIDAL BENEYTO, José, op. cit., p. 161.

473. Tele/eXpres, 16-12-1975.

474. Tele/eXpres, 12/16-12-1975.

475. El comunicado de la XII Permanente llegó puntualmente a todas las Asambleas Democráticas, incluso a las del exterior como la de Venezuela según consta en documento original dirigido a los catalanes y también entre los amigos españoles y venezolanos, en FRC, AJR, «Assemblea de Catalunya de Veneçuela», Carpeta 53/2, 1-12-1975.

476. COLOMER, Josep Mª, op. cit., p. 78. El autor sostiene que fue el 14 de diciembre.

477. Tele/eXpres, 7-12-1975.

478. Tele/eXpres, 7-12-1975.

479. Tele/eXpres, 19-12-1975.

480. Tele/eXpres, 24-12-1975.

481. Tele/eXpres, 30-12-1975.

1.10. Una nueva visión de la Asamblea de Cataluña

El objetivo principal de este trabajo no ha sido exclusivamente completar documentalmente todo lo sabido hasta la fecha sobre la Asamblea. También lo fue el demostrar una nueva visión de esta plataforma de la que hasta ahora conocíamos interpretada por nuevos actores presentes en los mismos escenarios y que han aportado nuevas evidencias que han dado lugar a unas conclusiones que permiten afirmar una duda razonable sobre lo escrito hasta la fecha.

Simultáneamente y, a partir de estos nuevos testimonios conseguidos, decidí desmarcarme en lo posible de la transversalidad histórica que recibía subliminalmente en los libros o escritos que se han publicado sobre la Asamblea y presentar este trabajo como una narración de hechos basados exclusivamente en lo que realmente sabía el ciudadano corriente, teniendo en cuenta las limitaciones derivadas de una censura oficial que intentaba limar las asperezas de aquella sociedad que empezaba a estar harta de vivir tutelada por un sistema involucionista. No obstante, y en concordancia con algunos historiadores expertos en la Asamblea, creo acertado afirmar que la influencia que aportó esta sobre la política catalana y por extensión sobre la española, fue trascendental en las últimas cuatro décadas ya que esta organización unitaria fue sin duda la proyección social de los partidos demócratas de signo antifranquista en Cataluña.

En la actualidad, todavía podemos encontrar algunos de los protagonistas de entonces que siguen en la política activa, ejerciendo su influencia mediática tal como lo hicieron antes. Recordemos entre otros a Jordi Pujol, Josep Lluís Carod Rovira, Raimon Obiols, Pascual Maragall, Isidre Molas, Francesc Frutos, etc. Otros, sin embargo, por su avanzada edad disfrutan en la actualidad de una merecida jubilación o han desaparecido durante el desarrollo de este proyecto. En efecto, algunos de ellos como Antonio Gutiérrez, Josep Benet y Gregorio López Raimundo forman ya parte de la historia. Por otro lado, todavía es posible localizar algunos que siguen la política a distancia o en el ostracismo, siendo la viva imagen de lo injusta y desagradecida que es la sociedad y la clase política con quienes lucharon con denuedo en la búsqueda de unos derechos democráticos que ahora disfrutamos.

Sin duda, estoy convencido que la mayoría de los protagonistas de esta historia, los luchadores por la libertad tenían un fin común enmarcado en la lucha antifranquista. El mismo Colomer lo afirmaba cuando constataba que sin democracia en España no podría haber autonomía ni libertad para Cataluña, de la misma manera que no habría auténtica democracia en España hasta que Cataluña y las otras nacionalidades del Estado no pudieran ejercer sus libertades nacionales482. Sin embargo, todavía está por descifrar cuales eran los proyectos de cada grupo político, asociativo o individual dentro de la Asamblea. Si se cumplieron sus objetivos ideológicos o tuvieron que aceptar las tesis predominantes dentro de esta ligada a una simbología nacionalista ejercida desde la dirección y proyectada a través de algunos partidos y organizaciones participes con una transversalidad muy determinada. Y todo por el riesgo de ser excluidos de los poderes de decisión. A día de hoy sabemos que, en Cataluña, a diferencia del resto de España, los partidos que perdieron la guerra no sufrieron tan intensamente los enfrentamientos que se manifestaron, recién acabada esta, entre las fuerzas políticas opositoras de ámbito nacional. Sin embargo, aunque esta situación no favoreció la actividad de lucha frente al régimen franquista, sí que permitió el inicio de un proceso unitario facilitado en gran medida por la fuerte influencia transmitida por la transversalidad catalanista de las propias organizaciones. Así pues, por lo que sabemos nunca se dio por concluida la presión antifranquista iniciada desde el mismo momento de la derrota republicana a pesar de que se tenía en frente a una brutal dictadura que actuaba represivamente conforme a una nueva legalidad impuesta por los vencedores, véanse los conceptos de «rebelión militar» o la Ley de Responsabilidades Políticas, resultando de esta coyuntura la facilidad legal que tuvo el régimen para ejecutar mediante juicios sumarísimos a numerosos activistas, soldados republicanos, sindicalistas, políticos, etc., desafectos al nuevo orden o a imponerles largas condenas con el fin de depurar cualquier vestigio de resistencia. Y, a esto tendríamos que añadir las dos herramientas básicas usadas desde el poder autoritario: el miedo y la censura ejercida sobre la población.

El político y escritor catalán Joan Ferran describe con la perspectiva de un niño la realidad social de aquella Barcelona de los años cincuenta donde cualquier cosa futura, tenía que ser a la fuerza, mejor.

«Y miedo. Miedo al comisario. No lo conocía ni lo había visto jamás, pero todos hablaban de aquel policía expeditivo y brutal: “el Gravao”. Temido por delincuentes y gente de bien, arbitrario y provocador, mantenía a raya el orden público. Él era la ley (…).»483

Fue a partir de los años sesenta cuando en España las organizaciones de oposición al régimen comenzaron a resurgir apoyándose en la creciente conflictividad social, laboral y estudiantil que encontró en el antifranquismo un nexo de unión y de lucha aceptado por la mayoría opositora. Incluso la propia Iglesia, hasta aquellos momentos aliada del régimen, comenzaba a decantarse hacia un progresismo más abierto a la modernidad y a las corrientes políticas de la izquierda, proliferando los llamados «curas obreros» identificados en buena parte por las doctrinas emanadas del Concilio Vaticano II y por la nueva actitud mucho más crítica del pontífice Pablo VI con el régimen. Ese pensamiento cristiano más progresista cuajó envuelto en una aureola catalanista siendo el Vaticano el primer sorprendido, quizás porque la actitud de la alta jerarquía respecto al Principado se había basado desde el final de la Guerra Civil en el desconocimiento y la desinformación. De hecho, hasta la muerte del cardenal Vidal i Barraquer, Cataluña fue un problema sin solucionar.

Años después, la campaña de protestas encabezadas bajo el lema «¡Volem Bisbes Catalans!» en 1966 y la subida al púlpito vaticano de Pablo VI, hizo cambiar la actitud de la Iglesia respecto a Cataluña pues, recordando las palabras del cardenal Tarancón, el Santo Padre había intervenido en numerosas ocasiones en asuntos delicados contrarios a los del régimen. Véase como ejemplo la petición de suspender la pena capital para el anarquista Jordi Conill en 1962 pidiendo clemencia al propio Caudillo, o el protagonizado en 1965 por el abad de Montserrat, Aureli M. Escarré, que llegó incluso a exiliarse al extranjero en protesta contra la represión franquista, estando su sucesor Cassiá Mª Just en la misma línea reformista que el anterior.

En Cataluña, a mediados de los años sesenta la burguesía y la clase media se balanceaban entre el catalanismo y el nacional-catolicismo imperante, mientras que la clase obrera y los intelectuales pasaban casi desapercibidos en su actividad reivindicativa contra el régimen ya que sus acciones de lucha eran de escasa importancia además de ser amortiguadas sistemáticamente por un férreo control gubernativo que impedía cualquier éxito mediático, pues era notorio que la prensa española y los medios de comunicación que funcionaban legalmente hasta 1966 no eran otra cosa que el aparato de propaganda del régimen y sus beneficiarios, demostrando un desprecio total hacia el lector y sus derechos y con el agravante de sufrir la cárcel e incluso la muerte a quien osara transgredir la censura marcada interesadamente desde el poder. En definitiva, a nadie sorprende ya que los derechos humanos y la libertad de expresión en España, efectivamente brillaban por su ausencia484. No obstante, cabe decir que, en aquel tiempo, aunque los anhelos independentistas no eran el objetivo de la oposición al franquismo, como tampoco lo eran las ideas federalistas485,sí que empezaba a tener arraigo, entre estos, un estado de opinión favorable a las tesis unitarias del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC), sobre todo después de haberse celebrado el II Congreso de los comunistas catalanes en 1965 en el que se dieron pasos serios hacia la unidad de las fuerzas políticas antifranquistas, desplegándose una actividad persistente y organizada dirigida a lograr la unidad de toda la oposición española. Esta estrategia unitaria también fue asimilada por los integrantes del Moviment Socialista de Catalunya (MSC), en el que uno de sus dirigentes, Joan Reventós, tenía especial protagonismo486. Así pues, desde el principio se acordó entre todos los miembros que participaban en ese proyecto unificador el crear los medios materiales y políticos para el comienzo de un diálogo basado en la convergencia y no sobre la confrontación de ideas y fines políticos con el objetivo de asumir, bajo una acción unitaria, la posibilidad de articular la oposición contra el régimen, llegando a la conclusión de convocar una asamblea representativa de toda entidad que se moviera en Cataluña con un sentido democrático y antifascista, aunque, en ese sentido cabe decir que las fuerzas políticas catalanas habían dado pasos importantes en la coordinación de su acción y ocupaban un lugar de vanguardia en la búsqueda del acuerdo general de la oposición española que los comunistas denominaban Pacto para la Libertad. Bastaba recordar que para apreciar esos progresos alcanzados tendríamos que remitirnos de nuevo a las resoluciones del Congreso del PSUC en donde se hacía un llamamiento a todos los partidos y grupos de oposición catalana para elaborar juntos un proyecto de programa de alternativa política a la dictadura. En dicho informe se afirmaba que, desde hacía años, el PSUC mantenía relaciones amistosas con el MSC, el Front Nacional de Catalunya (FNC) y otros grupos políticos y, como consecuencia de esos contactos, poco tiempo transcurrió hasta la creación en Barcelona de la Taula Rodona que funcionó como una Comisión Cívica abierta en la que se encontraban dirigentes y personalidades de la más diversa significación.

Sin duda, el punto de inflexión de esta actividad unitaria en Cataluña fue la constitución en 1969 de la CCFPC sobre la base de un programa que ofrecía una alternativa democrática a la dictadura y que era favorablemente aceptada por organizaciones tan diferentes a ella, efecto que condujo posteriormente a la creación de un proyecto superior de organización unitaria que llevaría por nombre la Asamblea de Cataluña.

Esta plataforma fue concebida como un posible marco de diálogo, de confluencia y coordinación de esfuerzos, no solo de los partidos sino también de los movimientos sociopolíticos de oposición y de todas las organizaciones, entidades y personas interesadas en el cambio democrático prefigurado en el programa de alternativa de la propia Comisión.

Por otra parte, la CCFPC buscó y mantuvo formas de relación bilateral y multilateral con partidos y grupos de la oposición que no estaban en ella, como la Federación Catalana del PSOE (FSC-PSOE), el Partit Socialista d’Alliberament Nacional (PSAN), los carlistas, los monárquicos, la Organización Comunista de España. Bandera Roja OCE (BR), el Partido Comunista de España (marxista-leninista) PCE (m-l), etc., a la vez que se esforzó por relacionarse y debatir con los partidos y grupos de la oposición democrática de las demás tierras de España. Con este fin, representantes de la CCFPC se desplazaron a Madrid, Valencia, Canarias, Baleares, Zaragoza, Galicia, País Vasco, Sevilla y otras partes de España para establecer relaciones con organismos unitarios o de coordinación de la oposición antifranquista, intentándose concluir en un pacto entre toda la oposición española para crear formas de coordinación a escala nacional.

La visión que se tenía desde la oposición no identitaria del significado y el impacto popular ejercido por la CCFPC sobre la clase trabajadora y estudiantil fue más bien negativa y de escasa atracción sobre estos, por lo que no fue nada sorprendente que posteriormente la Comisión abriese el abanico a todos los entes y personas que se pronunciaban contra la Dictadura y que deseaban luchar por su eliminación487.

También fue a partir de ese momento cuando comenzó a tener protagonismo una nueva plataforma unitaria surgida de la famosa «tancada de Montserrat», fruto de las protestas realizadas contra el Proceso de Burgos, a finales de 1970. Era la llamada Asamblea de Intelectuales, una organización que llegó a tener una influencia muy intensa en la Asamblea a lo largo de su existencia, incluso su aportación llegó a ser decisiva en la propuesta del texto de la I Sesión de la A. C. referida a los cuatro puntos programáticos donde los apartados dirigidos a: las libertades, el acceso del pueblo al poder político y económico y, lo referente a la polémica sobre la vía al derecho de autodeterminación, provenía de ellos.

Sorprendentemente, esta organización que estaba formada en gran parte por una amplia representación del elitismo cultural catalán y, pese a su carácter burgués, fue también solidaria con el movimiento obrero, ayudando económicamente en numerosas ocasiones a trabajadores que estaban en huelga o encarcelados.

Decididamente la Asamblea fue la culminación de ese proceso unitario deseado por la mayoría de los antifranquistas en Cataluña y, a la vez, una rica experiencia innovadora en la lucha contra el régimen. Desde su gestación se intentó agrupar a toda la oposición democrática catalana en un sólido marco de convergencia en el que era posible, sin abdicar sus participantes de ninguno de sus objetivos a largo plazo, encontrar unos fines políticos inmediatos y comunes que pasaban por conducir y catalizar las luchas contra el franquismo y, por consiguiente, posibilitar el tránsito hacia un sistema democrático. Por otro lado, también se quiso estar abierto a cualquier organización política, sindical, social, legal o clandestina afín a sus principios fundacionales con el fin de mantener y, eventualmente, desarrollar una actividad contra la dictadura franquista, reconociendo la opresión a la que se estaba sometido488.

En definitiva, está demostrado por los argumentos hasta ahora presentados la importancia que tuvo la Asamblea en el desarrollo político y social de Cataluña y de España. Una afirmación que está avalada por diferentes razones históricas que acreditan a este organismo como el germen de muchas de las iniciativas políticas que continuaron tras su desaparición, incluso el desarrollo del propio Estatuto de Cataluña surgieron de las propuestas y conclusiones que cristalizaron dentro de esta plataforma unitaria en un teórico espíritu de diálogo abierto y no excluyente que era en esencia la premisa para participar en este organismo aunque a lo largo de este trabajo veremos que la realidad fue otra.

Hasta la publicación de este trabajo de investigación, la única tesis doctoral sobre la Asamblea de Cataluña fue la realizada por Ricard Bernad.

En sus escritos Bernad afirmaba que el catalanismo popular antifranquista definía a la Asamblea y que el PSUC ejercía su hegemonía sobre ella, mientras que la presencia de otros partidos provenientes de una raíz socialista estatal, como el Moviment Socialista de Catalunya (MSC) junto con la Federación Catalana del PSOE (FSC-PSOE), era testimonial y de escasa incidencia.

A este respecto, cabe decir en primer lugar que no parece acertado considerar al MSC como un partido socialista de raíz estatal, sobre todo si consideramos las fuertes discrepancias existentes entre este y la Federación Socialista Catalana que representaba al PSOE en Cataluña. Este razonamiento se confirma de nuevo cuando el Moviment Socialista, ya transformado en Convergencia Socialista de Catalunya (CSC), intenta formar parte de la Conferencia Socialista Ibérica y es vetada su incorporación por el PSOE, o más claramente cuando se ponen de manifiesto dentro de la Asamblea las contradicciones entre ambos proyectos socialistas: por un lado la apuesta de CSC favorable al Estatuto de Cataluña y a la transversalidad identitaria inherente a la Asamblea desde su inicio; y por el otro, la FSC-PSOE, que era contraria a esta posición, pues mientras el primero lo consideraba esencial para la lucha democrática y socialista, el segundo simplemente lo contemplaba como desfasado.

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