Kitabı oku: «Más allá de la pareja», sayfa 2

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Temas del libro

Según leas el libro, irás encontrando varias ideas que vuelven a aparecer una y otra vez. Hemos observado que las relaciones felices y fuertes de cualquier tipo tienen ciertas cosas en común, y aquí hablamos sobre ellas a menudo.

La primera idea es la confianza. Muchos problemas en cualquier relación, pero especialmente en las relaciones poliamorosas, se reducen a «¿Cuánto confío en la persona con quien tengo una relación?». Tener esa confianza es a menudo más difícil de lo que parece, porque las emociones como la inseguridad o la baja autoestima pueden afectar a la confianza que depositamos en el amor que esa persona nos tiene.

El segundo tema es la valentía. Sugerimos muchas formas de relacionarse que requieren enfrentarse a normas impuestas socialmente y a nuestros propios miedos, y eso requiere valentía. Mucha gente, cuando piensa en valentía, piensa en una persona del cuerpo de bomberos entrando en un edificio en llamas o en alguien enfrentándose a un leopardo, extraordinarios actos de valor a pesar del peligro. El tipo de valentía al que nos referimos es algo más personal, cotidiano: hablar de nuestros sentimientos incluso cuando tenemos miedo; darle a nuestras parejas la libertad de explorar nuevas relaciones incluso cuando tenemos miedo a que nos abandonen; cuestionar nuestras propias ideas para salir de nuestras zonas de confort incluso cuando no tenemos la seguridad de si habrá alguien ahí para recogernos.

El tercer término es abundancia. Por un lado, el poliamor puede parecer imposible: Buscamos personas que también desean esta manera poco convencional de vivir, lo que limita nuestras posibilidades de encontrar a alguien; alguien que tenga una orientación sexual e identidad de género compatibles, lo que lo limita más; que estén disponibles para establecer una conexión romántica, lo que lo limita todavía más; cuyo tipo de poliamor sea compatible con el nuestro; con quien tengamos química... ¿cómo vas a esperar encontrar a alguien? Pero si lo vemos desde otro punto de vista, compartimos este mundo con más de siete mil millones de personas, por lo que incluso el 10 por ciento del 10 por ciento del 10 por ciento del 10 por ciento supera las 700.000 relaciones potenciales. Sin duda, hay abundancia sin límites. La manera en que veamos nuestras relaciones potenciales, si las vemos como escasas o como abundantes, supondrá una inmensa diferencia en nuestras vidas románticas.

La cuarta idea es la ética. Creemos enérgicamente que hay maneras éticas y otras poco éticas de tratar a la gente, y hablamos de ellas a lo largo de este libro. Tratar a la gente con empatía, integridad y respeto, sin importar qué papel tienen en nuestras vidas, es algo que creemos que tiene una importancia fundamental en unas relaciones felices y sanas.

El último tema al que volveremos a menudo es al empoderamiento. Creemos que las relaciones funcionan mejor cuando todas las personas involucradas se sienten empoderadas para dar forma y dirigir sus relaciones, defender sus derechos y sentir que tienen un papel en el resultado.

El poliamor, como cualquier esfuerzo que vale la pena, es un viaje. Esperamos darte algunas indicaciones que te ayuden en el camino, pero nadie puede hacer el viaje por ti. Depende de ti dirigir tu camino hacia relaciones felices, éticas y empáticas.

Parte 1:
¿Qué es el poliamor?
1
Comienza el viaje

La gente con más éxito

reconoce que en su vida

crea su propio amor,

crea su propio significado,

genera su propia motivación.

Neil Degrasse Tyson

Es una historia tan antigua como el mundo: Chico conoce a chica (o quizá chico conoce a chico, chica conoce a chica), tienen citas y se enamoran. Se prometen fidelidad sexual y emocional, comienzan una familia y afianzan su relación para vivir felices el resto de su vida, fin. Pero esta historia a menudo se demuestra que es un cuento de hadas. Demasiado a menudo se convierte en tristeza, crisis, separación, divorcio, chico conoce a una nueva chica. El mismo ciclo, una y otra vez.

Una alternativa común, chico conoce a chica, se estabilizan, una de las dos personas conoce a otra nueva, las cosas se ponen complicadas, se tiran los platos a la cabeza y se rompen los corazones. O quizá has oído esta versión: Chica conoce a dos chicos, o viceversa. Se tiene que hacer una dramática elección. Alguien terminará con el corazón roto, y todo el mundo se quedará pensando cómo podría haber sido la relación si la decisión hubiera sido otra.

Proponemos que hay otra manera de escribir esta historia. Chico conoce a chica, se enamoran, la chica conoce a otro chico, se enamoran, la chica y el chico conocen a otro chico, chica conoce a chica, chica conoce a chico y conviven felices para siempre.

La palabra «poliamor» fue acuñada a comienzos de los años noventa, del griego poli que significa «varios» y del latín amor. Significa tener múltiples relaciones románticas, a menudo a largo plazo, al mismo tiempo, por mutuo acuerdo, con honestidad y transparencia. Sabemos que estás pensando: «¿Y quién lava la ropa?». Llegaremos a eso en un instante.

El poliamor no consiste en escaparse y buscar algo de acción a escondidas cuando tu novia está fuera de la ciudad. Tampoco es tener tres relaciones a la vez con tres personas sin que ninguna de ellas lo sepa. No es unirse a una secta y casarse con una docena de adolescentes o tener sexo recreativo mientras se mantiene una sola relación «real», o ir a una fiesta donde se intercambian parejas al azar.

Las relaciones poliamorosas tienen una increíble variedad de formas, tamaños y tipos, igual que el corazón humano. Hay relaciones «en uve», donde una persona tiene dos parejas que no tienen una relación romántica entre sí; relaciones de «triada» en la que las tres personas están mutuamente involucradas; y relaciones en «quad» de cuatro personas, que pueden estar todas románticamente relacionadas entre sí o no. Una relación puede ser de «polifidelidad», lo que significa que las personas que la integran acuerdan no buscar más relaciones. O puede estar abierta a que sus miembros comiencen nuevas relaciones. Una persona poliamorosa puede tener una o más relaciones «principales» y una o más relaciones «secundarias», o no aceptar jerarquías. Pueden tener un «matrimonio grupal», compartir sus finanzas personas, una casa y quizá criaturas como una sola familia.

Algunas personas creen que el poliamor supone miedo al compromiso. La verdad es que el compromiso en el poliamor no significa compromiso de exclusividad sexual. Significa comprometerse en una relación romántica, con todo lo que eso supone: Compromiso de estar ahí cuando te necesitan con quienes tienes una relación, ocuparte de su felicidad, construir una vida con ellas, crear relaciones felices y sanas que cubran las necesidades de todo el mundo y apoyarse mutuamente en momentos complicados de la vida. Desgraciadamente, la sociedad nos ha enseñado a ver el compromiso solo a través de la lente de la exclusividad sexual; eso resta importancia a todas las otras importantes maneras de comprometerse mutuamente. Quien no es capaz de comprometerse con una persona, ¡sin ninguna duda no será capaz de comprometerse con más de una!

Poliamor no es lo mismo que poligamia, que significa tener varios cónyuges (más a menudo en la forma de poliginia o múltiples esposas; a veces en la forma de poliandria o varios maridos). No se trata de tener un harén, aunque sabemos que hay a quienes les gustaría que fuéramos en esa dirección. No es lo mismo que el swinging, aunque algunas personas poliamorosas practican intercambio de parejas (como tratamos en el capítulo 17, sobre abrir una pareja). Y finalmente, tampoco es promiscuidad desenfrenada. Las relaciones poliamorosas son relaciones, con momentos buenos, momentos malos, problemas que resolver, comunicación... y sí, ropa que lavar.

Contra el cuento de hadas

La introducción a la monogamia para toda la vida se repite en los cuentos de hadas que todo el mundo hemos escuchado: Una mujer bella y encantadora trabaja muy duro y a solas, con una vida infeliz, sin amistades y acosada por todos los frentes. Soporta sufrimiento y traumas hasta que un día llega un guapo príncipe, que se lanza a por ella y se la lleva en sus brazos. Se enamoran, el coro canta y se cierra el telón.

Las historias como esta nos resuenan porque ofrecen una tranquilizadora visión de las relaciones: El amor verdadero lo conquista todo. Todo el mundo tiene un alma gemela, esperando ser encontrada. Una vez has encontrado tu alma gemela, serás feliz para siempre. Todo lo que necesitas es amor. No hace falta esforzarse para entenderte o entender tus propias necesidades, no es necesario esforzarse en mantener tu felicidad una vez que la has encontrado.

Olvídate del cuento de hadas. «Felices para siempre» es un mito porque, las personas, al contrario que los personajes de cuentos de hadas, no son estáticas. Vivimos, evolucionamos, cambiamos. Unas vidas románticas felices y sanas requieren no solo involucrarse una y otra vez de forma continuada sino prestar atención constantemente a nuestros propios cambios y a los de nuestras relaciones y sus circunstancias. Nuestras relaciones no tienen la obligación de garantizarnos que nunca cambiarán, ni le debemos esa garantía a nadie. Y de la misma manera que cambiamos, cambian las cosas que nos hacen felices.

El poliamor puede parecer amenazante porque contradice nuestra idea de cuento de hadas de que la persona perfecta evitará que cambiemos. El poliamor introduce la posibilidad de caos e incertidumbre dentro de lo que se supone que debe de ser una progresión directa hacia la felicidad. Pero una relación sana debe ser, ante todo, resiliente, capaz de responder a los cambios y complejidad de la vida. Y la felicidad en realidad tampoco es un estado. Es un proceso, una consecuencia de hacer otras cosas. El cuento de hadas nos cuenta que con la persona correcta, la felicidad simplemente ocurre. Pero la felicidad es algo que re-creamos cada día. Y se deriva más de nuestra forma de ver las cosas que de las cosas a nuestro alrededor.

El cuento de hadas oculta otras falsedades. Por ejemplo, nos promete que una persona será siempre suficiente para satisfacer todas nuestras necesidades. La idea de que el poliamor soluciona eso tiene sus propios problemas (de los que hablamos en el capítulo 4) pero aun así no es razonable esperar que una persona lo sea todo.

Si aceptamos el cuento de hadas, puede que sintamos inquietud e inseguridad cada vez que la realidad no está a la altura de nuestras expectativas. Podemos creer que, como sentimos atracción hacia una tercera persona, algo malo está sucediendo. (Johnny Depp, cuyos problemas de pareja son ya parte de la prensa sensacionalista, hizo la famosa observación: «Si quieres a dos personas al mismo tiempo, elige a la segunda. Porque si de verdad quisieras a la primera, no te habrías enamorado de la segunda.» Insertar aquí mirada sarcástica.) Por otro lado, si nuestro amor verdadero siente atracción hacia una tercera persona, puede que sintamos que hemos fracasado. Después de todo, si hacemos todo lo que se supone que tenemos que hacer, eso debería ser suficiente ¿verdad? Si nuestra pareja quiere a otra persona, eso significa que nuestro amor no es lo suficientemente bueno ¿verdad?

La idea de la Pareja Ideal, el Amor de tu Vida, es seductora. En realidad, es perfectamente posible tener más de un amor en tu vida. Conocemos muchas personas que lo son, y tenemos varios amores en nuestras vidas, incluso sin tener una relación romántica con todos ellos. Aunque todos nuestros amores tienen otros amores, sentimos mucha seguridad, porque muchas de esas personas estarán siempre ahí.

¿Por qué ser una persona poliamorosa?

La mejor manera de entender por qué una persona puede ser poliamorosa es preguntarse: «¿Qué obtiene la gente de las relaciones?». Las relaciones son un asunto delicado incluso en las mejores circunstancias, ¿por qué no dejarlas de lado para siempre? Una respuesta rápida podría ser: «Somos más felices cuando estamos en relaciones que cuando no estamos en ellas». Los seres humanos son sociales. Mejoramos cuando compartimos nuestras vidas íntimamente con otras personas. Es nuestra forma de ser. Siendo las relaciones románticas tan complicadas, liosas e impredecibles, las recompensas son fantásticas. De hecho, la mayoría sentimos el impulso de buscar personas que nos vean realmente cómo somos, que quieran compartir su vida en nuestra relación, que nos quieran.

Para mucha gente, comenzar una relación romántica hace que se apague ese impulso. El trabajo ya está hecho, ya hemos ganado la carrera; no hay necesidad de buscar nuevas relaciones. Pero para algunas personas, estar en una relación no apaga ese interruptor. Mantenemos la posibilidad de nuevas conexiones y más amor. Nos involucramos en múltiples relaciones románticas y nos encanta que otra gente lo haga también, porque al hacerlo enriquecen las vidas de todas las personas involucradas. Querer a más de una persona a la vez no es una huida del compromiso; es una aceptación entusiasta de la intimidad.

Las relaciones poliamorosas tienen beneficios prácticos. Más personas adultas en una familia da mayor libertad y seguridad económicas. Alguna gente poliamorosa reúne espacios de convivencia, ingresos y gastos, lo que aumenta la flexibilidad económica de todo el mundo. Incluso cuando la gente poliamorosa no convive o comparte gastos gana mucho con el apoyo mutuo de muchos miembros de la relación. Si tienes un mal día, hay más personas para consolarte y ayudarte. Si tienes un problema, tienes más puntos de vista. Tiene más de todo lo que obtienes de las relaciones románticas: más compañía, más consejos, más felicidad, más amor.

Ser una persona poliamorosa también puede ser fantástico para tu vida sexual. El sexo es una habilidad aprendida, y el horizonte sexual humano es inmenso. Sean cuales sean tus gustos, por muy ingeniosa que sea tu imaginación, la variedad de experiencias sexuales es tan amplia que alguien, en alguna parte, está haciendo algo que te encantaría hacer y que nunca se te había ocurrido. Cada vez que invitas a un nuevo amor a tu vida, tienes la oportunidad de aprender cosas que podrías no haber aprendido nunca de no haberlo hecho... a menudo, cosas que puedes incorporar a las relaciones que ya tienes. Nadie tiene tanta creatividad como para no tener nada que aprender de nadie.

Por otro lado, hay un dicho de la comunidad poliamorosa: «Alguna gente se convierte en poliamorosa para tener más sexo; Y alguna gente se convierte en poliamorosa para tener menos sexo». Una pareja monógama con un deseo sexual desigual tiene un problema serio. La frustración constante para un miembro de la relación y las constantes demandas no deseadas para el otro destrozan matrimonios sistemáticamente. Pero cuando la diada es parte de una red de amantes mayor, es más fácil para todo el mundo encontrar su propio ritmo y desaparece la presión.

¿Eres una persona poliamorosa?

A algunas personas nos resulta obvio saber si lo somos o no lo somos; para otra gente, no lo es. Muchas personas poliamorosas sienten que es una parte intrínseca de quienes son, como el color del pelo o su orientación sexual. Una persona que se siente inherentemente no monógama se puede identificar como poliamorosa aunque tenga una sola relación o ninguna.

Otra gente abraza el poliamor porque lo ven inherentemente más honesto que la monogamia, que a menudo requiere negar que se siente atracción hacia otras personas. Hay quienes ven el poliamor como una manera de dejar atrás las creencias sobre propiedad y control que durante mucho tiempo han ido de la mano de la monogamia.

Decidir si nos encaja ser una persona poliamorosa requiere no solo decidir si eres una persona no monógama sino también si las cosas que deseas en esta vida y tu ética personal encajan bien con tener múltiples relaciones románticas honestas. Por ejemplo, el deseo de variedad sexual sin tener una relación romántica puede indicar que el swinging te podría encajar mejor. El deseo de tener varias relaciones románticas pero sin honestidad ni transparencia podría significar que es recomendable cierto trabajo de crecimiento personal.

El poliamor no es para todo el mundo. El poliamor no es el siguiente paso en la evolución humana. Ni tampoco es una opción más inteligente, más espiritual, más progresista o más avanzada que la monogamia. La gente poliamorosa no se hace automáticamente menos celosa, más empática o mejor comunicándose que la gente monógama.

Creemos que las relaciones que se construyen de manera deliberada, intencionada, son más satisfactorias y llevan a la felicidad más probablemente que las relaciones cuya forma viene determinada por las expectativas sociales comunes. Es totalmente posible construir relaciones monógamas tras una elección cuidadosa y deliberada. Muchas personas son felices en relaciones monógamas. La monogamia no significa necesariamente que se limite a seguir las normas sociales. Si decides que el poliamor no es una buena idea para ti, no hay problema. No lo hagas ni dejes que nadie te presione para adoptarlo.

Es útil pensar sobre el poliamor como una consecuencia de un cierto tipo de ideas sobre las relaciones. En lugar de preguntarte «¿Soy una persona poliamorosa?» puedes preguntarte «¿Me son útiles las herramientas e ideas del poliamor?». Incluso si no deseas tener múltiples relaciones, las cosas sobre las que hablamos en este libro pueden serte de utilidad.

Malentendidos respecto al poliamor

A estas alturas, puede que alguna gente todavía esté pensando «¡Viva! ¡Orgías sin fin!», mientras que otra pensará «¡Vaya cantidad de estupideces! Esto es solo una manera encubierta de decir que tu pareja te permite que la engañes». Para quienes creen que ser poliamoroso/a significa acostarse con quien sea, cuando quieres, sin tener en consideración los sentimientos del resto, tenemos malas noticias: una relación poliamorosa no quiere decir que todo vale. Significa que hay que escuchar, hablar y autoanalizarse mucho más de lo que quizá tengas por costumbre.

Puede que termines teniendo una sola relación (si eres uno de los extremos de una relación en V o en N o en W) o incluso que no tengas ninguna (es posible ser una persona poliamorosa y no tener ninguna relación en este momento). Podría suceder que tuvieses menos relaciones en toda tu vida que alguien que ha tenido muchas relaciones monógamas en serie, como, por ejemplo, Johnny Depp. La promiscuidad puede indicar cierta falta de criterio; la gente poliamorosa puede ser muy quisquillosa.

Por supuesto que puedes, si es lo que quieres, acostarte con toda la gente que puedas... siempre que aceptes las consecuencias. Si ignoras las necesidades y sentimientos de las personas con quien te acuestas, no volverás a acostarte con ellas. Y en el mundo poliamoroso, corre la voz. Comportarse sin tener en cuenta a las personas con quien tienes una relación es una mala estrategia para las relaciones a largo plazo.

También tenemos malas noticias para quienes piensan que poliamor es una palabra sofisticada para engañar a tu pareja. «Engañar» es perder la confianza al romper las reglas de la relación. Si tener amantes no rompe esa confianza, por definición, no hay engaño. La traición, no el sexo, es el elemento que caracteriza el engaño. (Una persona puede pasar del engaño al poliamor, aunque es un camino plagado de peligros; hablamos de eso en el capítulo 17).

Puede resultar tentador pensar que una relación que permite tener varias relaciones simultáneamente no tiene ninguna regla en absoluto, pero es mejor reconsiderar esa idea. Hay muchos tipos de relaciones poliamorosas; cada una tiene sus propios acuerdos. Pero todas requieren confianza, respeto y comportarse empáticamente.

A pesar de las imágenes relacionadas con el amor libre que puedan aparecer en tu cabeza, el poliamor no significa necesariamente vivir en una comuna o en una comunidad intencional. No todo el mundo convive con varias de sus relaciones y, es más, hay personas poliamorosas que no conviven. Del mismo modo que el poliamor no consiste únicamente en buscar terceras personas.

El poliamor no indica necesariamente una atracción por el sexo no convencional. Se puede ser una persona poliamorosa sin tener que montar un trapecio en el dormitorio. Mucha gente en relaciones poliamorosas tiene gustos muy sencillos. Las familias poliamorosas dedican el tiempo a revisar sus cuentas, ver Netflix, lavar la ropa, todas esas cosas cotidianas que hace una familia. Si te interesa el poliamor porque imaginas orgías y perversión sin parar, puede que te decepcione.

No nos malinterpretes; no estamos criticando las fiestas de sexo salvaje o las orgías. A alguna gente poliamorosa (Franklin, por ejemplo) le gustan mucho esas cosas. A otras (como Eve), no tanto. A muchas personas poliamorosas no les gusta el sexo en grupo, no se identifican como bisexuales o pansexuales e incluso no tienen un vibrador, y mucho menos, un trapecio.

Cuando se formó la comunidad poliamorosa por primera vez, gran parte de sus activistas más visibles pertenecían a comunidades paganas o New Age interesadas en las comunas. Hoy en día el poliamor atrae a un abanico más amplio de gente. Hemos conocido personas poliamorosas de todos los tipos: liberales y conservadoras, cristianas evangelistas, musulmanas fundamentalistas, escépticas racionalistas, familias monoparentales, estudiantes… por mencionar algunas.

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635 s. 10 illüstrasyon
ISBN:
9788412377347
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