Kitabı oku: «Más allá de la pareja», sayfa 5

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Frankenpoli

Puesto que diferentes personas tienen diferentes necesidades, y el poliamor nos permite distribuir nuestros «huevos de la necesidad» en más de una «cesta relacional», es posible mantener una relación dentro de una estructura poliamorosa que podría no sobrevivir de otra manera. Hemos hablado sobre las relaciones poliamorosas felices que pueden darse entre niveles desiguales de sexo o sin sexo en absoluto. Lo mismo puede suceder cuando un miembro de la relación es sexualmente más atrevido que el otro, y quiere explorar que lo aten, azoten u otra práctica no convencional que deja totalmente fría a la otra persona. Quizá a una persona le gustan mucho los bailes de salón pero la otra tiene dos pies izquierdos. (A dos de las relaciones de Franklin les encantan los bailes de salón pero él nunca ha sentido curiosidad por ellos.) Una persona puede tener una profunda fe religiosa que su pareja no comparte. El poliamor ofrece la oportunidad de cubrir diferentes necesidades en relaciones diferentes.

El peligro aquí es ver a las otras personas como máquinas de satisfacer necesidades. Cuando una necesidad no está siendo cubierta, esa necesidad puede parecer insaciable y puede resultar tentador buscar a una persona para que la cubra. Una de las relaciones de Franklin llama a esto «Frankenpoli», reunir y coser las piezas de una relación romántica perfecta que cubra todas las necesidades utilizando las partes de otras personas. También hemos oído llamarlo «Polipokemon», a partir de la idea de que necesitas coleccionar una serie completa de diferentes tipos de relaciones.

Cuando comenzamos a fijarnos en otras personas solo valorando qué necesidades pueden cubrir en lugar de como personas completas en sí mismas, iniciamos el camino de tratar a las personas como cosas. Una persona con la que estás solo porque consigues cubrir una necesidad cuando insertas monedas de tiempo-y-atención no es una relación romántica con quien compartirás la vida. Lo que no quiere decir que todo intento de cubrir diferentes necesidades con diferentes personas nos lleve en esa dirección. Una amiga de Franklin necesitaba determinadas prácticas sexuales no convencionales que su marido no cubría, y ella ha conseguido encontrar amantes que comparten esa necesidad con ella. Pero sus amantes son relaciones románticas por derecho propio, valoradas por razones que van más allá de ayudar a cubrir esa necesidad.

Algunas necesidades, de todos modos, no es posible buscarlas en otro lugar. Las necesidades de intimidad, de comprensión o de compañía a menudo están ligadas a las personas con quienes tenemos una relación; aunque esas necesidades nos las cubra Alice, puede que necesitemos que esas necesidades las cubra también Bob.

Relaciones que crecen

Puesto que no existe una plantilla estandarizada para el poliamor, es raro ver dos relaciones que parezcan iguales. Hemos observado, de todos modos, que las relaciones sólidas, exitosas, tienden a tener las mismas cosas en común. Volviendo a nuestra metáfora del huerto, no hay dos que parezcan iguales pero todos los huertos necesitan ciertas cosas para crecer: Luz solar, aire, tierra, la cantidad adecuada de agua. ¿Qué necesitan las relaciones poliamorosas para crecer y prosperar?

Algo que hemos oído a menudo es «Cuando comencé a explorar el poliamor, las cosas que creía que eran importantes eran muy diferentes de las que resultaron ser importantes». Hemos visto que las relaciones poliamorosas prosperan fácilmente cuando tienen libertad para cambiar y adaptarse. Cuando las personas en una relación son más importantes que la estructura de la relación –cuando son libres para defender sus propias necesidades, para crecer incluso de maneras inesperadas, cuando tienen una sensación de empoderamiento personal sobre sus relaciones– las relaciones mismas tienden a ser fuertes, resilientes y felices.

Como tratamos en los capítulos 4 y 8, puede resultar tentador, especialmente si has comenzado recientemente en el poliamor, intentar marcar un guión sobre cómo será la relación –decidir por adelantado qué tipo de personas situarás en cada rol. La gente hace eso para evitar enfrentarse a cuestiones como la inseguridad o el miedo a que les dejen de lado. Esta aproximación trata a las personas como piezas intercambiables en lugar de como seres humanos con sus propias necesidades y deseos. Cuando tratamos a las personas como piezas que deberán encajar en determinados roles que hemos diseñado para ellas, es probable que sientan que se les resta autonomía, lo que siembra las semillas para problemas de todo tipo.

Lo que casi invariablemente sí funciona es tener una actitud abierta a una amplia variedad de posibles configuraciones de las relaciones y desarrollar herramientas para una comunicación abierta, para defender tus necesidades y para actuar de manera ética y empática, independientemente de la forma que esas relaciones puedan adoptar. Como dice Eliezer Yudkowsky: «Es tu responsabilidad tener más ética que la sociedad en la que creciste».

#ALGUNAS PREGUNTAS QUE PUEDES HACERTE

Una buena herramienta para encontrar, desarrollar y mantener buenas relaciones es pensar en las relaciones que deseas desde la perspectiva de las personas que te gustaría atraer. La otra cara de la moneda es preguntarte qué les estás ofreciendo. Algunas preguntas que te podrían ayudar son:

• ¿Cuáles son mis necesidades en las relaciones? ¿Están relacionadas con personas concretas? Es decir, ¿necesito esas cosas de manera habitual o las necesito de determinadas personas en concreto?

• ¿Qué configuraciones aceptaría? ¿Estoy buscando una configuración concreta porque me da miedo que otras alternativas sean más amenazantes?

• ¿Soy flexible respecto a lo que voy buscando?

• Si mi relación cambia, ¿me parece bien? ¿Me puedo adaptar al cambio incluso cuando es inesperado o cuando es un cambio que no me gusta?

• Cuando visualizo el tipo de relación que quiero, ¿cuánto espacio deja para que las nuevas relaciones adapten la relación a sus necesidades?

• ¿Me estoy concentrando más en una fantasía idealizada que en hacer conexiones orgánicas con personas reales?

• ¿Qué sucede si conecto con alguien de una manera diferente a cómo yo quiero que sea mi relación poliamorosa? ¿Qué mensaje envía eso a alguien que no encaja perfectamente en mis fantasías?

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Poliamor ético

El derecho más fundamental

es el derecho a amar y a que nos amen.

Emma Goldman

No vamos a enseñarte la manera fácil de ser una persona poliamorosa. Las herramientas que te recomendamos parecen complicadas, porque, al principio, lo son. Como siempre que hacemos algo por primera vez, poner en práctica el poliamor tiene una larga curva de aprendizaje, y requiere un montón de trabajo duro, según vas adquiriendo nuevas habilidades y cuestionas las anteriores formas de pensar. Nuestro objetivo es equiparte con las herramientas que necesitarás para crecer dentro de relaciones sólidas y amorosas.

La ética es fundamental en las relaciones poliamorosas, y creemos que vale la pena desarrollar una brújula ética para que nos oriente. Eso no debería ser una afirmación controvertida, pero lo es: mucha gente cree que la ética no existe en un sentido absoluto, que es determinada culturalmente. Aceptemos, incluso, que ese sea el caso: con el poliamor estamos construyendo una nueva cultura. ¿Qué tipo de cultura queremos construir? Esa es nuestra ética. La ética de las relaciones no convencionales es un tema tan inmenso que aquí solo podemos rozarlo. Pero todo este libro trata sobre cómo manejar las relaciones poliamorosas de manera ética, por lo que debemos explicar qué queremos decir con eso.

¿Poliamor correcto y poliamor equivocado?

Una de las cosas que le oímos decir a mucha gente poliamorosa es que «no hay una manera correcta de tener una relación poliamorosa». Eso es cierto. Hay muchas maneras de «practicar el poliamor» (vivir poliamorosamente) que te permiten tener relaciones felices, satisfactorias y significativas con pocos conflictos. Pero cuando la gente dice «No hay una manera correcta», a veces parece que quieren decir que no hay maneras equivocadas de ponerlo en práctica. No estamos de acuerdo. Hay muchas opciones que es probable que te causen dolor, estrés, drama y lágrimas. Hay maneras de practicarlo que ponen en una sola persona la mayor parte del riesgo emocional inherente a toda relación íntima. Hay maneras de practicarlo que está comprobado que causan sufrimiento.

Parece bastante apropiado decir que los planteamientos que probablemente te causarán dolor a ti y a las personas a las que quieres no son buenas estrategias. Incluso nos resulta fácil llamar «equivocadas» a esas maneras de ponerlo en práctica, aunque tenemos cuidado con la palabra «equivocada», que tiende a poner a la gente a la defensiva. Al final, todo el mundo estamos intentando hacerlo lo mejor posible. Elegir una estrategia equivocada no convierte a alguien en una mala persona; en nuestro caso hemos seguido algunos de esos caminos. Todas las personas estamos esforzándonos para cubrir los mismos derechos humanos básicos. La gente comete errores porque está intentando resolver un problema, y muchos de los planteamientos menos exitosos en el poliamor prometen una solución rápida, pero pagando el precio de serios daños ocultos.

Todo el mundo hemos hecho cosas terribles. Todo el mundo hemos herido a otras personas aunque creíamos estar haciendo lo correcto o, al menos, no estar haciendo algo malo. Probablemente estamos intentando cubrir nuestras propias necesidades (unas necesidades que, precisamente, no nos permiten ver). No somos una excepción en esto: de hecho, son nuestros muchos errores y lo que hemos aprendido de ellos lo que nos cualifica para escribir este libro.

Por lo tanto, ¿qué significa ser una persona éticamente poliamorosa, puesto que todo el mundo vamos a cometer errores, herir a otras personas, nos dominarán las emociones y nos vendremos abajo en algún momento? Significa que tienes la voluntad de fijarte en tus actos y su efecto en otras personas. Si te muestran pruebas de que estás causando un daño, o que lo que estás haciendo no os llevará a la(s) persona(s) con quien(es) tienes una relación ni a ti a conseguir lo que deseáis, buscarás maneras para cambiarlo. Al tomar decisiones, tendrás en cuenta el bienestar de todas las personas involucradas, no solo de algunas. Comportarse de una manera ética supone también que tienes la voluntad de tener el tipo de conversaciones que permitan un análisis honesto de la manera que has elegido para poner en práctica el poliamor, sin ponerte a la defensiva o acusar a nadie.

Porque, a fin de cuentas, todo el mundo estamos aprendiendo. Somos personas pioneras, y es probable que terminemos metiéndonos en líos si no tenemos la voluntad de valorar el camino que hemos tomado y si nos está llevando a donde queremos ir.

Poliamor basado en la evidencia

Escribimos el primer boceto de este libro en una cabaña perdida en el húmedo y frondoso bosque del Noroeste del Pacífico. En un paseo de media hora desde la puerta, vimos dos docenas de setas salvajes. Algunas fueron un delicioso plato en nuestras cenas. Otras nos hubiesen enfermado o matado. Afortunadamente, teníamos un libro que nos decía cuál es cuál y qué variedades venenosas se confunden fácilmente con las comestibles que son seguras y sabrosas. Después de identificar una de las setas en el libro, a veces hacíamos una esporada, para asegurarnos. Luego tomábamos un pequeño trozo de la seta, lo salteábamos, lo comíamos y esperábamos unas horas para asegurarnos de que no teníamos molestias estomacales o empezábamos a ver los gnomos del jardín (¡cuántos gnomos había!) subiendo por las paredes. Solo entonces cocinábamos una buena cantidad para hacernos un pastel de setas. Obviamente, puesto que estás leyendo este libro, nuestra estrategia nos funcionó.

Así que imaginemos que, como personas poliamorosas viviendo en una sociedad mononormativa, somos valientes que salen a buscar setas y que descubren exóticos y sabrosos tesoros aventurándonos en el bosque. Pero sucede algo: Somos gente novata. Poca gente lo está haciendo; no es parte de nuestra cultura. No hay una guía de campo ilustrada, no hay un contexto cultural que nos ayude a saber qué es venenoso, qué es sabroso o qué nos podría dar el mayor viaje alucinatorio de nuestra vida.

Por lo tanto, ¿qué debemos hacer? Podríamos buscar otras personas que ya viven del terreno donde estamos buscando el alimento, y preguntarles qué setas comer y cuáles evitar. Podríamos observar qué le sucede a quienes comen ciertas setas. Y si no podemos encontrar esa información –o incluso si podemos– no devoraríamos de una vez todo un lote de setas desconocidas. Probablemente probaríamos un pequeño trozo, esperaríamos un poco y probaríamos un poco más.

Y una vez que nos hemos asegurado de que podemos comer algo sin intoxicarnos, ¿organizaríamos una gran fiesta e invitaríamos a todo el mundo? Si alguien a quien hemos invitado convulsiona después de comer nuestra deliciosa comida ¿nos encogeríamos de hombros y diríamos «Bueno, a mí me funciona» y seguiríamos dándoselas de comer al resto? No.

Lo que hemos descrito es el proceso de recogida de datos. También nos gusta hacerlo así cuando exploramos nuevas maneras de relacionarnos. Podemos observar, a medida que vamos eligiendo nuevos patrones de relación, qué elecciones tienden a conducirnos al dolor y los conflictos y cuáles conducen a la armonía. Al final, gradualmente, esos patrones se convierten en la prueba de qué acciones es más probable que promuevan el bienestar de todo el mundo en una red relacional. Puede que no sean las formas «correctas» de poner en práctica el poliamor –del mismo modo que no hay comidas «correctas»– pero podríamos llamarlas maneras «buenas».

Llámalo poliamor basado en la evidencia, si quieres[2]. Eso es lo que aspiramos a darte en este libro. Todo lo que te recomendamos viene de lo que hemos observado que funciona en la mayoría de los casos. Las cosas que te recomendamos evitar son cosas que hemos observado, una y otra vez, que provocan conflictos. No estamos criticando a las personas que están haciendo «mal» las cosas, excepto si lo hacen intencionadamente, ni tampoco estamos avalando a quienes están haciendo las cosas que funcionan como ejemplos poliamorosos perfectos a quienes sería buena idea imitar (aunque a veces, quizá, deberías). Todo lo que estamos diciendo es, si quieres elegir estrategias para llegar a donde quieres llegar, estas son las más exitosas a largo plazo que hemos visto.

El poliamor es todavía algo nuevo. No somos gente «experta», porque no la hay. A veces, planteamos preguntas que todavía no tienen solución. Al unirte a nuestro gran experimento, estarás ayudando a crear un camino que otra gente puede seguir, contribuyendo al corpus teórico sobre el poliamor que se está creando. En este libro, mostramos nuestras propias experiencias –y sobre todo, nuestros errores– abiertamente, con la esperanza de que puedas aprender de ellos y que evitemos que cometas los mismos errores. ¡Te invitamos a salir y explorar el vasto y fértil terreno de los nuevos y desconocidos errores que todavía puedes cometer! Y después, te invitamos, si quieres, a que compartas tus experiencias a través de tu propio blog o comentarios en el nuestro (en morethantwo.com), en foros sobre poliamor, de manera que todo el mundo podamos seguir aprendiendo.

Una brújula moral

Piensa en este libro como una brújula, no un mapa. No existe un camino mágico que te lleve hasta la felicidad poliamorosa. Dicho eso, como enfatizamos una y otra vez, las direcciones de la brújula que hemos visto que conducen a relaciones sólidas, vibrantes y felices son la valentía, la comunicación, la voluntad de hacerte responsable de tus propias emociones, respetar la autonomía del resto de personas, la actitud comprensiva y la empatía.

La manera «correcta» de poner en práctica el poliamor es que tú (y cualquiera en la relación) hables de tus necesidades, miedos e inseguridades; que hables de las maneras en que te pueden dar su apoyo quienes tienen una relación contigo; y que respetes tus compromisos, sin controlar ni imponer normas a otras personas para protegerte de tus propios desencadenantes emocionales. Por encima de todo, confía en que no quieres controlar a tus relaciones, porque con quien tienes una relación, si tiene la libertad de hacer lo que quiera, elegirá quererte y apoyarte. Y siempre, siempre avanza en la dirección que requiera más valentía, hacia tu mejor versión posible.

Las relaciones poliamorosas sólidas, éticas, no son el destino, son el camino. Cuidar esas relaciones es como avanzar hacia un punto en el horizonte: Con cada decisión que tomas, avanzas hacia él o te alejas de él, pero realmente nunca llegarás a él. A veces tomarás una decisión que te aleja de él, pero no hay problema, porque siempre puedes tomar otra decisión y comenzar de nuevo a moverte en la dirección en la que quieres ir.

Antes de que hablemos de cosas como cuidar las relaciones sanas y maximizar el bienestar de todas las personas involucradas, necesitamos suponer algunas cosas sobre el tipo de relaciones que quieres, como qué queremos decir cuando usamos la palabra sana. Sabemos que el colectivo poliamoroso es muy variado y que no podemos dirigirnos a toda la amplia variedad de contextos, elecciones, necesidades y expectativas de quienes nos leen. Aun así, creemos que si no damos por supuestas estas cosas, nuestros consejos serían inservibles. Damos por hecho que tú:

• buscas, como la mayoría de la gente, establecer relaciones porque valoras el amor, la conexión y una sensación de pertenencia

• quieres que tus parejas establezcan una relación, y específicamente una relación poliamorosa, por su propia voluntad

• quieres que las personas con quien tienes una relación se sientan queridas, cuidadas y seguras en su relación contigo, y tú quieres sentir que te quieren, cuidan y tener una sensación de seguridad en tu relación con ellas

• valoras la honestidad en tus relaciones, que definimos, como mínimo, como que todas las personas involucradas sean conscientes de las otras personas con las que están relacionadas[3]

• aceptas que todas las relaciones a largo plazo tendrán algún conflicto, pero que no quieres que la norma sea el conflicto, la ansiedad o el dolor, y desde luego no más frecuentes que la alegría, la conexión y la comodidad.

Aceptar y respetar estos puntos de partida llevan de manera natural a relaciones de cariño, apoyo y abiertas. Cuando hablamos de maneras «correctas» de practicar el poliamor, nos referimos a estrategias que, en nuestras experiencias, parecen conducir más a menudo a la gente hacia ese tipo de relaciones. Cuando hablamos de relaciones «sanas» estamos hablando de relaciones que avanzan hacia esos valores más a menudo de lo que se alejan de ellos.

Sobre los derechos

Hemos hablado de la idea de lo «correcto» (como opuesto a «incorrecto») pero ¿qué pasa con los derechos? Los derechos son la piedra angular de la mayoría de los sistemas éticos, incluido el nuestro. De hecho, creemos que las opciones que maximizan el bienestar no son éticas si no respetan los derechos de otra persona. Por ejemplo, una decisión que aumenta el bienestar de un grupo de personas no respetando el consentimiento de una de ellas –por ejemplo, decirle a una mujer que debe tener un bebé que no desea pero que el resto de su familia sí– es inmoral, porque la autonomía del cuerpo invalida la opción del bienestar del grupo.

Es común oír la palabra «derechos» cuando quien la usa quiere decir realmente «las cosas que yo quiero». En las relaciones un derecho a menudo significa «algo que espero» o «algo a lo que considero que tengo derecho». «Soy la esposa por lo tanto tengo derecho a hacer que tus otras relaciones se terminen si me hacen sentir incómoda». O, «ella y yo hemos tenido descendencia, por lo tanto tengo derecho a decidir con quién puede tener una relación».

Tenemos derecho a desear lo que deseamos. De todos modos, no tenemos derecho a obtener lo que deseamos. Para los derechos se debe subir el listón ¿Qué es un derecho? Mucha gente cree que existen unos «derechos naturales»: los llamados «derechos inalienables» con los que todo el mundo nacemos, como la vida, la libertad y demás. A menudo la gente cree que esos derechos se derivan de cosas como la naturaleza humana o los mandatos de una deidad. Ese es un lodazal en el que no nos vamos a meter (al menos no en este libro). En su lugar, hablaremos de los derechos más parecidos a los derechos legales: los derechos que tiene una persona por ley o por costumbre. A menudo hay que luchar por ellos antes de que sean otorgados, como todos los «derechos» protegidos en las democracias constitucionales modernas, por ejemplo.

Al proponer unos derechos para las relaciones, no los reclamamos desde una autoridad natural ni como inalienables. Más bien, los proponemos como derechos que creemos que es esencial defender para construir relaciones basadas en los valores tratados en las páginas 77-79. Dichos derechos son la base de las relaciones éticas. Sugerimos que estos derechos deben de darse por hecho en las relaciones poliamorosas éticas; que los individuos deben aceptarlos y defenderlos por sí mismos; y que las comunidades poliamorosas deben defenderlos.

Los derechos de los que hablamos se derivan de dos axiomas, que juntos son una lente a través de la cual se debe observar toda elección dentro en una relación. Estos principios son:

Las personas que forman parte de una relación son más importantes que la relación misma.

No trates a las personas como cosas.

Son simples, pero no necesariamente fáciles. Volveremos a menudo a ellos. El primer axioma, por supuesto, no significa que las relaciones no son importantes. Y tampoco significa que nunca debas hacer sacrificios personales por el bien de una relación. Pero, aunque a menudo es necesario sacrificar tiempo, satisfacciones a corto plazo o deseos no esenciales por el bien a largo plazo de la relación, nunca es deseable que te sacrifiques tú por una relación. Esto lo tratamos en profundidad en los capítulos 4 y 5. Y aunque los deseos individuales a veces deben ser incorporados en el bienestar colectivo, es importante recordar que las relaciones existen para servir a las personas que están en ellas. Si una relación deja de servir a las personas que están en ella, no está funcionando. Puede que ni haya una razón para que siga existiendo. Por lo tanto el axioma número 1, como el axioma número 2, son siempre ciertos (por eso son axiomas). Aunque las personas y la relación deben servirse mutuamente, las personas son siempre más importantes. En la práctica, estos axiomas significan que las relaciones son consensuadas y que las personas no son máquinas para satisfacer necesidades. La gente no puede y no debe ser obligada a permanecer en una relación: si una relación deja de cubrir las necesidades de las personas que forman parte de ella, esa relación debe terminarse. Las personas no son materias primas; las relaciones éticas reconocen la humanidad, las necesidades y deseos de cada individuo involucrado.