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Kitabı oku: «Retrato de la Lozana Andaluza», sayfa 6

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MAMOTRETO XXI

Otra pregunta que hace la Lozana al Balijero cuando se levanta.

Loz. Decíme, señor, esas putas, ó cortesanas, ó como las llamais, ¿son todas desta tierra?

Balij. Señora, no, hay de todas naciones; hay españolas castellanas, vizcaínas, montañesas, galicianas, asturianas, toledanas, andaluzas, granadinas, portuguesas, navarras, catalanas y valencianas, aragonesas, mallorquinas, sardas, corsas, sicilianas, napolitanas, brucesas, pullesas, calabresas, romanescas, aquilanas, senesas, florentinas, pisanas, luquesas, boloñesas, venecianas, milanesas, lombardas, ferraresas, modonesas, brecianas, mantuanas, raveñanas, pesauranas, urbinesas, paduanas, veronesas, vicentinas, perusinas, novaresas, cremonesas, alexandrinas, vercelesas, bergamascas, trevijanas, piedemontesas, saboyanas, provenzanas, bretonas, gasconas, francesas, borgoñonas, inglesas, flamencas, tudescas, esclavonas y albanesas, candiotas, bohemias, húngaras, polacas, tramontanas y griegas.

Loz. Ginovesas os olvidais.

Balij. Ésas, señora, sonlo en su tierra, que aquí son esclavas, ó vestidas á la ginovesa por cualque respeto.

Loz. ¿Y malaguesas?

Balij. Todas son maliñas y de mala digestion.

Loz. Dígame, señor, ¿y todas estas cómo viven, y de qué?

Balij. Yo os diré, señora, tienen sus modos y maneras, que sacan á cada uno lo dulce y lo amargo, las que son ricas no les falta que expender y que guardar, y las medianas tienen uno á posta que mantiene la tela, y otras que tienen dos, el uno paga, y el otro no escota; y quien tiene tres, el uno paga la casa, y el otro la viste, y el otro hace la despensa, y ella labra, y hay otras que no tienen sino dia é vito, y otras que lo ganan á heñir, y otras que comen y escotan, y otras que les parece que el tiempo pasado fué mejor, hay entre ellas quien tiene seso y quien no lo tiene, y saben guardar lo que tienen, y éstas son las que van entre las que son ricas, y otras que guardan tanto, que hacen ricos á munchos, y quien poco tiene hace largo testamento; y por abreviar, cuando vaya al campo final dando su postremería al arte militario, por pelear y tirar á terrero, y otras que á la vejez viven á Ripa, y esto causan tres extremos que toman cuando son novicias, y es que no quieren casa si no es grande é pintada de fuera, y como vienen luégo se mudan los nombres con cognombres altivos y de gran sonido, como son: la Esquivela, la Cesarina, la Imperia, la Delfina, la Flaminia, la Borbona, la Lutreca, la Franquilana, la Pantasilea, la Mayorana, la Tabordana, la Pandolfa, la Dorotea, la Orificia, la Oropesa, la Semidama, y doña Tal, y doña Adriana, y así discurren, mostrando por sus apellidos el precio de su labor; la tercera que por no ser sin reputa, no abre en público á los que tienen por oficio andar á pié.

Loz. Señor, aunque el decidor sea necio, el escuchador sea cuerdo, ¿todas tienen sus amigos de su nacion?

Balij. Señora, al principio y al medio cada una le toma como le viene; al último frances, porque no las dexa hasta la muerte.

Loz. ¿Qué quiere decir que vienen tantas á ser putas en Roma?

Balij. Vienen al sabor y al olor; de Alemania son traidas, y de Francia son venidas, las dueñas de España vienen en romeaje, y de Italia vienen con carruaje.

Loz. ¿Cuáles son las más buenas de bondad?

Balij. ¡Oh! las españolas son las mejores y las más perfectas.

Loz. Ansí lo creo yo, que no hay en el mundo tal mujeriego.

Balij. Cuanto son allá de buenas son acá de mejores.

Loz. ¿Habrá diez españolas en toda Roma que sean malas de su cuerpo?

Balij. Señora, catorce mill buenas, que han pagado pontaje en el golfo de Leon.

Loz. ¿A qué vinieron?

Balij. Por hombres para conserva.

Loz. ¿Con quién vinieron?

Balij. Con sus madres y parientas.

Loz. ¿Dónde están?

Balij. En Campo Santo.

MAMOTRETO XXII

Cómo se despide el Balijero y desciende su criado, y duermen hasta que vino Trigo.

Balij. Mi vida, dame licencia.

Loz. Mi señor, no me lo mandeis, que no quiero que de mí se parta tal contenteza.

Balij. Señora, es tarde, y mi oficio causa que me parta y quede aquí sempiterno servidor de vuestro merecimiento.

Loz. Por mi amor, que salga pasico y cierre la puerta.

Balij. Sí haré, y besaros de buena gana.

Loz. Soy suya.

Balij. Mirá, hermano, abríme y guardá bien vuestra ama, que duerme.

Ramp. Señor, sí, andá nora buena.

Loz. A tu tia esa campona.

Ramp. ¿Haos pagado?

Loz. ¿Y pues? Siete buenas y dos alevosas, con que me gané estas axorcas.

Ramp. Bueno si durase.

Loz. Mirá, dolorido, que de aquí adelante que sé cómo se baten las calderas, no quiero de noche que ninguno duerma conmigo sino vos, y de dia comer de todo, y desta manera engordaré, y vos procurá de arcarme la lana si quereis que texa cintas de cuero; andá, entrá y empleá vuestra garrocha, entrá en coso, que yo os veo que venís como estudiante que durmió en duro, que contaba las estrellas.

Ramp. ¿Y vos qué pareceis?

Loz. Dilo tú por mi vida.

Ramp. Pareceis barqueta sobre las ondas con mal tiempo.

Loz. A la par á la par lleguemos á Xodar, duérmete y callemos, que sendas nos tenemos. Parece que siento la puerta, ¿quién será?

Ramp. Trigo es, por vida del Dio.

Loz. Andá, abrilde.

Trig. ¿Cómo os va, señora? que yo mi parte tengo del trabajo.

Ramp. No cureis, que de aquí á poco no os habrémos menester, que ya sabe ella más que todos.

Trig. Por el Dio, que un fraile me prometió de venilla á ver, y es procurador del convento, y sale de noche con cabellera, y mirá que os proveerá á la mañana de pan é vino y á la noche de carne y de las otras cosas; todo lo toma á tarja, y no le cuesta sino que vos vais al horno y al regaton y al carnicero, y así de las otras cosas, salvo de la fruta.

Loz. No cureis, haceldo vos venir, que aquí le sabrémos dar la manera, fraile ó qué, venga que mejor á él que á Salomon enfrenaré, pues de ésos me echá vos por las manos, que no hay cosa tan sabrosa como comer de limosna.

Trig. Señora, yo os he hallado una casa de una señora rica, que es estada cortesana, y agora no tiene sino dos señores que la tienen á su posta, y es servida de esclavas como una reina, que está parida, y busca una compañía que la gobierne su casa.

Loz. ¿Y dónde mora?

Trig. Allá detras de Bancos; si is allá esta tarde, mirá que es una casa nueva pintada y dos gelosías y tres encerados.

Loz. Sí haré, por conocer y experimentar, y tambien por comer á expensas de otrie, que, como dicen, ¿quién te enriqueció? quien te gobernó.

Trig. Mirá que está parida y no os dexará venir á dormir á casa.

Loz. No me curo, que Tragamalla dormirá aquí y tomarémos una casa más cerca.

Trig. ¿Para qué, si ella os da casa y lecho y lo que habeis de menester?

Loz. Andá, que todavía mi casa y mi hogar cien ducados val. Mi casa será como faltriquera de vieja, para poner lo mal alzado y lo que se pega.

Trig. Con vos me entierren, que sabeis de cuenta; vé dó vas, y como vieres ansí haz, y como sonaren ansí bailarás.

MAMOTRETO XXIII

Cómo fué la Lozana en casa desta cortesana, y halló allí á un canónigo, su mayordomo, que la empreñó.

Loz. Paz sea en esta casa.

Esclava. ¿Quién está ahí?

Loz. Gente de paz, que viene á hurtar.

Escl. Señora, ¿quién sois? para que lo diga á mi ama.

Loz. Decí á su merced que está aquí una española, á la cual le han dicho que su merced está mala de la madre, y le daré remedio si su merced manda.

Escl. Señora, allí está una gentil mujer, que dice no sé qué de vuestra madre.

Cortesana. ¿De mi madre? vieja debe ser, porque mi madre murió de mi parto; ¿y quién viene con ella?

Escl. Señora, un mozuelo.

Cort. ¡Ay Dios! ¿quién será? Canónigo, por vuestra vida que os asomeis y veais quién es.

Canónigo. Cuerpo de mí, es más habile, á mi ver, que Santa Nefixa, la que daba su cuerpo por limosna.

Cort. ¿Qué decis? ésa no se debia morir. Andá, mirá si es ella que habrá resucitado.

Canón. Mándela vuestra merced subir, que poco le falta.

Cort. Suba; va tú, Penda, que esta Marfuza no sabe decir ni hacer embaxada.

Escl. Xeñora llamar.

Loz. ¡Oh qué linda tez de negra! ¿Cómo llamar tú? ¿Comba?

Escl. No, llamar Penda de xeñora.

Loz. Yo dar á tí cosa bona.

Escl. Xeñora, xí; venir, venir, xeñora decir venir.

Loz. Beso las manos de mi señora.

Cort. Seais la bien venida, daca aquí una silla, pónsela, que se siente. Decidme, señora, ¿conocisteis vos á mi madre?

Loz. Mi señora, no, conocerla he yo para servir y honrar.

Cort. Pues ¿qué me enviastes á decir que me queríades dar nuevas de mi madre?

Loz. ¿Yo, señora? corruta estaria la letra, no sería yo.

Cort. Aquella Marfuza me lo ha dicho agora.

Loz. Yo, señora, no dixe sino que me habian dicho que vuestra merced estaba doliente de la madre y que yo le daria remedio.

Cort. No entienden lo que les dicen; no curés, que el canónigo tiene la culpa, que no quiere hacer á mi modo.

Canón. ¿Qué quiere que haga? que há veinte dias que soy estado para cortarme lo mio tanto me duele cuando orino, y segun dice el médico, tengo que lamer todo este año, y á la fin creo que me lo cortarán, ¿piensa vuestra merced que se me pasarian sin castigo ni ella ni mi criado que jamas torna do va? ya lo he dicho á vuestra merced, que busque una persona que mire por casa, pues que ni vuestra merced ni yo podemos, que cuando duele la cabeza todos los miembros están sensibles, y vuestra merced se confie en aquel judío de Trigo, y mire cómo tornó con sí ó con no.

Loz. Señor, lo que Trigo prometió yo no lo sé, mas sé que me dixo que viniese acá.

Canón. ¡Oh, señora! ¿y sois vos la señora Lozana?

Loz. Señor, sí, á su servicio y por su bien y mejoría.

Canón. ¿Cómo, señora? seríaos esclavo.

Loz. Mi señor, prometéme de no dallo en manos de médicos, y dexá hacer á mí, que es miembro que quiere halagos y caricias, y no crueldad de médico cobdicioso y bien vestido.

Canón. Señora, desde agora lo pongo en vuestras manos, que hagais vos lo que, señora, mandáredes, que él y yo os obedecerémos.

Loz. Señor, hacé que lo tengais limpio, y untaldo con pupulion, que de aquí á cinco dias no ternéis nada.

Canón. Por cierto que yo os quedo obligado.

Cort. Señora, y á mí, para la madre, ¿qué remedio me dais?

Loz. Señora, es menester saber de qué y cuándo os vino este dolor de la madre.

Cort. Señora, como parí, la madre me anda por el cuerpo como sierpe.

Loz. Señora, sahumaos por abaxo con lana de cabron, y si fuese de frio ó que quiere hombre, ponelle un cerote sobre el ombligo de galbano y armoniaco, y encienso, y simiente de ruda en una poca de grana, y esto la hace venir á su lugar, y echar por abaxo y por la boca toda la ventosidad, y mire vuestra merced que dicen los hombres y los médicos, que no saben de qué procede aquel dolor ó alteracion, metelle el padre; y peor es que, si no sale aquel viento ó frio que está en ella, más mal hacen hurgándola, y con este cerote sana, y no nuez moscada y vino, que es peor, y lo mejor es una cabeza de ajos asada y comida.

Cort. Señora, vos no os habeis de partir de aquí, y quiero que todos os obedezcan y mireis por mi casa y seais señora della, y á mi tabla, y á mi bien, y á mi mal, quiero que os halleis.

Loz. Beso las manos por las mercedes que me hará y espero.

MAMOTRETO XXIV

Cómo comenzó á conversar con todos, y como el auctor la conoció por intercesion de un su compañero, que era criado de un embaxador milanés, al cual ella sirvió la primera vez con una moza no vírgen, sino apretada. Aquí comienza la parte segunda.

Silvio. Quien me tuviera agora que aquella mujer que va muy cubierta no le dijera cualque remoquete por ver qué me respondiera, y supiera quién es, ¡voto á mí que es andaluza! en el andar y meneo se conoce; ¡oh qué pierna! en vella se me desperezó la complision, por vida del Rey, que no está vírgen; ¡ay qué meneos que tiene! ¡qué voltar acá! siempre que me vienen estos lances vengo solo, ella se pára allí con aquella pastelera, quiero ir á ver cómo habla y qué compra.

Auctor. ¡Hola! ¿acá? ¿acá? ¿qué haceis? ¿dó is?

Silv. Quiero ir allí á ver quién es aquella que entró allí, que tiene buen aire de mujer.

Auctor. ¡Oh qué reñegar tan donoso! ¡por vida de tu amo, di la verdad!

Compañero. Hi, hi, diré yo como de la otra, que las piedras la conocian.

Auctor. ¿Dónde está? ¿qué trato tiene? ¿es casada ó soltera? pues á vos quiero yo para que me lo digais.

Comp. Pese al mundo con estos santos, sin aviso pasa cada dia por casa de su amo, y mirá qué regatear que tiene, y porfia que no la conoce. Miralda bien, que á todos da remedio de cualquier enfermedad que sea.

Auctor. Eso es bueno, decíme quién es y no me hableis por circunloquios, sino decíme una palabra redonda, como razon de malcochero; dímelo, por vida de la Corceta.

Comp. Só contento, ésta es la Lozana, que está preñada de aquel canónigo que ella sanó de lo suyo.

Auctor. ¿Sanólo para que la empreñase? tuvo razon; decíme, ¿es cortesana?

Comp. No; sino que tiene ésta la mejor vida de mujer que sea en Roma. Esta Lozana es sagaz, y bien mira todo lo que pasan las mujeres en esta tierra, que son sujetas á tres cosas, á la pinsion de la casa, y á la gola, y al mal que despues les viene de Nápoles, por tanto se ayudan cuando pueden con ingenio, y por esto quiere ésta ser libre, y no era venida cuando sabía toda Roma y cada cosa por extenso, sacaba dechados de cada mujer y hombre, y queria saber su vivir, y cómo y en qué manera. De modo que agora se va por casas de cortesanas, y tiene tal labia, que sabe quién es el tal que viene allí, y cada uno nombra por su nombre, y no hay señor que no desee echarse con ella por una vez, y ella tiene su casa por sí, y cuanto le dan lo envia á su casa con un mozo que tiene, y siempre se le pega á él y á ella lo mal alzado, de modo que se saben remediar, y ésta hace embaxadas, y mete de su casa muncho almacen, y sábele dar la maña, y siempre es llamada señora Lozana, y á todos responde, y á todos promete y certifica, y hace que tengan esperanza aunque no la haya. Pero tiene esto que quiere ser ella primero referendada, y no perdona su interes á ninguno, y si no queda contenta, luégo los moteja de míseros y bien criados, y todo lo echa en burlas; desta manera saca ella más tributo que el capitan de la Torre Sabela. Veisla allí que parece que le hacen mal los asentaderos, que toda se está meneando, y el ojo acá, y si me ve luégo me conocerá, porque sabe que sé yo lo que pasó con mi amo el otro dia, que una mochacha le llevó, cinco ducados se ganó ésta, y más le dió la mochacha de otros seis, porque veinte le dió mi amo, y como no tiene madre, que es novicia, ella le sacaria las coradas, quelo sabe hacer, y no perdona servicio que haga, y no le queda por corta ni por mal echada, y guay de la puta que le cae en desgracia, que más le valdria no ser nacida, porque dexó el frenillo de la lengua en el vientre de su madre, y si no la contentasen diria peor dellas que de carne de puerco, y si la toman por bien, beata la que la sabe contentar, va diciendo á todos qué ropa es de baxo paños salvo que es boba, y no sabe. Condicion tiene de ángel, y el tal señor la tuvo dos meses en una cámara, y dice, por más encarecer, señor, sobre mí si ella lo quiere hacer, que apretés con ella, y á mí tambien lo habeis de hacer, que de tal encarnadura so, que si no me lo hacen muerta so, que há tres meses que no sé qué cosa es, mas con vos quiero romper la jura, y con estas chufletas gana; la mayor embaidera es que nació, pues pensaréis que come mal, siempre come asturion ó cualque cosa, come lo mejor, mas tambien llama quien ella sabe que lo pagará más de lo que vale, llegaos á ella, y yo haré que no la conozco, y ella veréis que conocerá á vos y á mí, y veréis cómo no miento en lo que digo.

Auctor. De vuestras camisas ó pasteles nos mostrá, señora, y máxime si son de mano desa hermosa.

Loz. Por mi vida, que tiene vuestra merced lindos ojos, y esotro señor me parece conocer, y no sé dó lo vi; ya, ya, por mi vida, que lo conozco, ¡ay señora Silvana! por vida de vuestros hijos que lo conozco, está con un mi señor milanés; pues decí á vuestro amo que me ha de ser compadre cuando me empreñe.

Auctor. Cuanto más si lo estáis, señora.

Loz. ¡Ay, señor! no lo digais, que soy más casta que es menester.

Auctor. Andá, señora, crecé y multiplicá, que lleveis algo del mundo.

Loz. Señor, no hallo quien diga, ¿qué tienes ahí?

Auctor. Pues, voto á mí, que no se os parece.

Loz. Mas ántes sí, que ansí goceis de vos, qué engordo sin verde.

Auctor. Cada dia sería verde si por ahí tirais; señora, suplícole me diga si es ésta su posada.

Loz. Señor, no, sino que soy venida aquí, que su nuera desta señora está de parto, y querria hacer que como eche las pares me las vendan, para poner aquí á la vellutera y dalle ha cualque cosa para ayuda á criar la criatura, y la otra tiene una niña del hospital, y darémosle á ganar de su amigo cien ducados, y por otra parte ganará más de trescientos, porque ha de decir que es de un gran señor que no desea otro sino hijos, y á esta señora le parece cosa extraña y no lo es; dígaselo vuestra merced por amor de mí, y rueguéselo, que yo voy arriba.

Auctor. Señora, en vuestra casa podeis hacer lo que mandáredes, mas á mí mal me parece, y mirá lo que haceis, que esta mujer no os engañe á vos y á vuestra nuera, porque, ni de puta buena amiga, ni de estopa buena camisa, notad la puta cómo es criada y la estopa cómo es hilada. Digo esto porque como me lo ha dicho á mí lo dirá á otrie.

Pastelera. Señor, miráme por la botica, que luégo abaxo.

Compañero. ¿Qué te parece? ¿mentia yo? por el cuerpo de sant que no es ésta la primera que ella hace, válgala y qué trato trae con las manos, paresce que cuanto dice es ansí como ella lo dice, en mi vida espero ver otra símile, mirá, ¿qué hará de sus pares ella cuándo parirá? Ésta es la que dió la posta á los otros que tomasen al puente á la Bonica, y mirá qué treinton le dieron porque no quiso abrir á quien se lo dió, y fué que cuando se lo dieron, el postrero fué negro, y dos ducados le dieron para que se medicase, y á ésta más de diez.

Auctor. ¡Oh gran mala mujer! ¿cómo no la azotan?

Comp. Callá, que deciende; señora, ¿pues qué llevais?

Loz. Señor, que quiero ir á aquella señora para que esté todo en órden, que la misma partera me las traerá.

Auctor. A ella y á vos habian de encorozar; señora, ¿qué haré para que mi amiga me quiera bien?

Loz. Señor, comed de la salvia con vuestra amiga.

Comp. Señora, ¿y yo que muero por vos?

Loz. Eso sin salvia se puede hacer, no me den vuestras mercedes empacho agora, que para eso tiempo hay, y casa tengo, que no lo tengo de hacer aquí en la calle.

Comp. Señora, no; mire vuestra merced qué se le cae.

Loz. Ya, ya, faxadores son para xabonar.

Auctor. Voto á Dios, que son de man llena para xabonar; no es nacida su par, mal año para caballo ligero, que tal sacomano sea; ésta comprará oficio en Roma, que beneficio ya me parece que lo tiene curado, pues no tiene chimenea, ni tiene de poner antojos.

Comp. Cómo va hacendosa, lo que saca ella deste engaño le sacaria yo si la pudiese conducir á que se echase comigo, que ésta dará lo que tiene á un buen rufian, que fuese cordobés taimado.

Auctor. Callemos, que torna á salir, ¿qué mejor rufian que ella si por cordobés lo haceis? Por vida suya, que tambien se dixo ese refran por ellas como por ellos, sino miraldo si se sabe dar la manera en Alcalá ó en Guete; ¿qué es aquello que trae? demandémoselo, ¿qué priesa es ésa, señora?

Loz. Señores, como no saben en esta tierra no proveen en lo necesario, y quieren hacer la cosa y no le saben dar la maña, la parida no tiene pezones, como no parió jamas, y es menester ponelle, para que le salgan, este perrico, y negociar por amor del padre, y despues, como no tiene pezones, le pagarémos.

Auctor. Vuestra merced es el todo, á lo que vemos; mirá, señora, que esta tierra prueba los recien venidos, no os amaleis, que os cerrarán cuarenta dias.

Loz. Señor, de lo que no habeis de comer dexaldo cocer.

Auctor. Y áun quemar.

Silv. ¿Eso me decis? con poco más me moriré, mas vuestra merced no será de aquellas que prometen y no atienden.

Loz. Dexáme pasar, por mi vida, que tengo que hacer, porque es menester que sea yo la madre de la parida, y la botillera y lo demas, porque viene la más linda y favorecida cortesana que hay en Roma por madrina, y más viene por contentarme á mí que por otra cosa, que soy yo la caxa de sus secretos; y vienen dos banqueros por padrinos, y sólo por vella no os partais, que ya vienen, veisla; pues, ¿de la fruta no tenemos? una mesa con presutos cochos y sobreasadas, con capones y dos pavones y un faisan, y asarnas y mil cosas; mirad si viesedes á mi criado, que es ido á casa y díxele que truxese dos coxines vacíos para llevar faxadores, y paños para dar á lavar, por meter entre medias de lo mejor, y no viene.

Auctor. ¿Es aquel que viene con el otro Sietecoñicos?

Loz. Sí, por mi vida, y su pandero trae. Mill cantares nos dirá el bellaco, y ¿no mirais? anillos y todo ¡muéranse los barberos!

Sietecoñicos. Mueran por cierto, que muy quexoso vengo de vuestro criado, que no me quiso dar tanticas de blanduras.

Loz. Anda, que bueno vienes, borracho, alcohol y todo, no te lo sopiste poner, calla que yo te lo adobaré, si te miras á un espejo, verás la una ceja más ancha que la otra.

Sietec. Mira qué norabuena, algun ciego me querria ver.

Loz. Anda, que pareces á Francisca la Fajarda, entra, que has de cantar aquel cantar que dixiste cuando fuimos á la viña á cenar, la noche de marras.

Sietec. ¿Cuál? ¿Vayondina?

Loz. Sí, y el otro.

Sietec. ¿Cuál? ¿Bartolomé del Puerto?

Loz. Sí, y el otro.

Sietec. Ya, ya, ¿Ferreruelo?

Loz. Ese mismo.

Sietec. ¿Quién está arriba? ¿hay putas?

Loz. Sí, mas mira que está allí una que presume.

Sietec. ¿Quién es? ¿la de Toro? pues razon tiene; puta de Toro y trucha de Duero.

Loz. Y la sevillana.

Sietec. La seis veces villana, señores, con perdon.

Auctor. Señora, no hay error; subí vos, alcuza de santero.

Loz. Señores, no se partan, que quiero mirar qué es lo que le dan los padrinos, que me va algo en ello.

Auctor. Decíme, ¿qué dan los padrinos?

Comp. Es una usanza en esta tierra que cada uno da á la madre segun puede, y hacen veinte padrinos, y cada uno le da.

Auctor. Pues no ivan allí más de dos con la criatura. ¿Cómo hacen tantos?

Silv. Mirar, aquella garrafa que traen de agua es la que sobró en el bacin cuando se lavaron los que tienen la criatura, y tráenla á casa, y de allí envíanla al tal y á la tal, y ansí á cuantos quieren, y dicen que por haberse lavado con aquel agua son compadres, y así envian, quién una cana de raso, quién una de paño, quién una de damasco, quién un ducado ó más, y desta manera es como cabeza de lobo para criar la criatura hasta que se case ó se venda si es hija; pues notá otra cláusula que hacen aquí las cortesanas, prometen de se vestir de blanco ó pardillo, y dicen que lo han de comprar de limosnas, y ansí van vestidas á expesas del compaño; y esto de los compadres es así.

Auctor. No se lo consentirian esto, y otras mil supersticiones que hacen, en España.

Silv. Pues por eso es libre Roma, que cada uno hace lo que se le antoja, agora será bueno ó malo, y mirá cuanto, que si uno quiere ir vestido de oro ó de seda, ó desnudo ó calzado, ó comiendo ó riendo, ó cantando, siempre vale por testigo, y no hay quien os diga, mal haceis ni bien haceis, y esta libertad encubre munchos males; ¿pensais vos que se dice en balde por Roma Babilon, sino por la muncha confusion que causa la libertad? ¿no mirais qué se dice, Roma meretrice, siendo capa de pecadores? aquí, á decir la verdad, los forasteros son muncha causa, y los naturales tienen poco del antiguo natural, y de aquí nace que Roma sea meretrice y concubina de forasteros, y si se dice guay, bien lo dice, haz tu y haré yo, y mal para quien lo descubrió; hermano, ya es tarde, vámonos, y haga y diga cada uno lo que quisiere.

Auctor. Pues año de veinte é siete dexa á Roma y véte.

Comp. ¿Por qué?

Auctor. Porque será confusion y castigo de lo pasado.

Comp. A huir quien más pudiere.

Auctor. Pensá que llorarán los barbudos, y mendicarán los ricos, y padescerán los susurones, y quemarán los públicos y aprobados ó canonizados ladrones.

Comp. ¿Cuáles son?

Auctor. Los registros del Jure Cevil.

Yaş sınırı:
12+
Litres'teki yayın tarihi:
11 ağustos 2017
Hacim:
230 s. 1 illüstrasyon
Telif hakkı:
Public Domain
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