Kitabı oku: «ARN, El Fruto Prohibido», sayfa 4

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»Respecto a su última pregunta, sobre los posibles resultados que puedo tener, le diré que sí, tengo algunos, pero todavía son muy preliminares, aunque, si me lo permiten, he preparado unas cuantas diapositivas que servirán para hablar un poco de ellos. –Pulsó el mando a distancia para que apareciese la primera diapositiva. –Aquí pueden ver los resultados obtenidos del estudio de cien muestras de cerebros humanos procedentes de donaciones postmortem.

La audiencia quedó petrificada. La concentración total de ADN en el cerebro de diez de las muestras era muy elevada al compararla con la de otro órgano como el riñón, lo que indicaba que eran solo las neuronas las que tenían más ADN. En la misma diapositiva se mostraba la secuenciación completa del ADN y para todos quedó bien claro que el vikingo loco había descubierto una nueva mutación en el ADN basura. Se trataba de una secuencia palindrómica formada por 500 bases nucleotídicas, que estaba presente en todos los órganos del cuerpo, pero que solo en el cerebro aparecía en forma de copias que se repetían hasta quinientas veces. Sin embargo, en el resto de los órganos y tejidos del cuerpo aparecía solo una vez, sin repetirse. En la sala magna se empezó a respirar un ambiente gélido, una mutación en el ADN basura que se repetía hasta 500 veces solo en el cerebro era realmente impactante.

Ina, en pleno éxtasis, le volvió a interrumpir para tratar de ordenar sus ideas.

–Jimmy ¿estas diciendo que el 100% de los individuos tienen una sola copia de la mutación del ADN basura que aparece en todos sus órganos pero que el 10% además tienen hasta 500 copias en sus cerebros?

–Sí, podemos concluir eso, pero es que tengo más –contestó– ¿me permites continuar? –esbozando una tenue sonrisa. –Bien, eran solo las muestras de los cerebros que tenían más ADN los que tenían la mutación repetida hasta 500 veces. El resto de las muestras de cerebros que no tenían aumentada la cantidad de su ADN, la mutación solo aparecía una vez, como en el resto de los órganos de su cuerpo.

–O sea –en esta ocasión le interrumpió Erans–, ¿ese aumento en el ADN que ha detectado solo en las muestras de cerebro de un 10% de los individuos, se debe principalmente al incremento del número de copias de la mutación.

–Exactamente, así es –respondió Jimmy. –Pero podrán observar en la siguiente diapositiva que también dispongo de los datos demográficos de cada sujeto, incluyendo su grado de estudios y el coeficiente de inteligencia, el IQ, que, como bien saben, al ser un valor numérico, nos puede servir para categorizar las muestras según el nivel de inteligencia. Y aquí es donde parece que hemos descubierto algo que puede ser realmente fascinante –espetó. Hizo una prolongada pausa antes de pasar a la siguiente diapositiva.

Erans no pudo reprimirse y gritó casi inconscientemente un estridente –¿Y…?

–Como pueden observar en esta tabla, a un mayor numero de copias se le asocia un mayor puntaje en el IQ, por lo que puedo afirmar que esta nueva mutación del ADN basura se asocia a una mayor inteligencia en los seres humanos. Es decir, queridos colegas, a más ADN basura en el cerebro, más inteligencia –dijo, sin apenas inmutarse.

De repente se alzaron un montón de manos indicando que querían formularle más preguntas, pero Jimmy hizo caso omiso y prosiguió.

–Antes de presentar las conclusiones preliminares de mis estudios quisiera puntualizar unas aseveraciones y lanzar a la audiencia unas preguntas que, aun siendo consciente de que pueden alterar un poco más nuestro delicado estado de ánimo, me veo obligado a hacer. –Jimmy había dejado para el final la bomba atómica.

–Prepárate, Alisha, agárrate al asiento que viene el loop más intenso de la montaña rusa –susurró Xavier, riendo, a la que se estaba convirtiendo en su amiga. Sin duda, las bacantes empezarían a traer el deseado caldo que tanto le gustaba a su padre y a su dios preferido, el gran Baco. Ya no tuvo ninguna duda más y se relajó para disfrutar los últimos instantes de la conferencia.

–Como he mencionado con anterioridad –retomó Jimmy–, a lo largo de estos últimos 70.000 años, la transmisión del saber empírico o experiencial del Homo sapiens ha alcanzado un nivel superior, lo que nos ha permitido, como especie racional, conseguir grandes hitos, entre los que se destacan la domesticación de las plantas y de los animales, la creación de sociedades estructuradas y la adquisición de un alto desarrollo tecnológico, sobre todo, arquitectónico.

»Sin embargo, si analizamos estos 70.000 años con mayor profundidad, observaremos que, hace tan solo 400 años o incluso menos, el desarrollo tecnológico del Homo sapiens ha experimentado un crecimiento mucho mayor al de los anteriores 69.600 años. Hasta hace 400 años, el ser humano apenas había generado algún descubrimiento relevante. El hombre, y la mujer, evidentemente, vivían en un nivel intelectual y mental muy inferior al que tenemos desde hace 400 años, por no hablar de los últimos dos siglos. La brecha de los avances humanos se va haciendo cada vez más y más grande. Fíjense en la lista de descubrimientos e inventos que a continuación expongo en la siguiente diapositiva. Sé que puede ser un poco abrumadora y que parece no tener fin, pero creo que, a veces hay que subrayar lo evidente, aunque para muchos no lo parezca o incluso no lo sea. En los últimos 400 años, hemos inventado y/o descubierto la física determinista, el microscopio, las máquinas de vapor, la Teoría de la Evolución, la electricidad, el automóvil, las vacunas, el teléfono, la radio, la pasteurización, la radioactividad, el electromagnetismo, la Teoría atómica, la división celular , la anestesia, los rayos X, las leyes de la herencia, las leyes de la termodinámica, los antibióticos, los semiconductores, el avión, el ordenador personal, la fisión nuclear, los cohetes, la televisión, los láseres, los electrones, los protones, los neutrones, los CD, los DVD, internet, los quarks, los neurotransmisores, el ADN, los oncogenes, los cromosomas, el genoma, las enzimas de restricción, la endosimbiosis serial, los lectores de códigos de barras, las neurociencias, las neuronas espejo, la Teoría de la Relatividad, la Física cuántica, el universo en expansión, el ADN de nuestros ancestros, la detección de las ondas gravitacionales en agujeros negros, los exoplanetas, el retorno de la información de las sondas espaciales, la reprogramación celular y el ADN basura, entre otros muchísimos más.

»Les pido que hagan el ejercicio práctico de buscar los descubrimientos e inventos relevantes para la vida humana anteriores al siglo XVII. Podrán encontrar tan solo unos pocos, como son la rueda, la imprenta, la pólvora y algún otro más. Nada relevante, si se compara con la larga lista que les he mostrado y que podría haber sido muchísimo más larga, pero no he querido extenderme, que todos tenemos que volver a casa esta noche. –La platea apenas se movía en sus asientos.

»Entonces, ¿si creemos que, desde nuestro nacimiento como especie innovadora y pensante, hace unos 70.000 años, cuando dimos el salto evolutivo que nos catapultó a la cima del árbol filogenético, ya disponíamos del apropiado hardware y software cerebral, ¿cómo es posible que no hayamos conseguido todo esto mucho antes?

»¿Es quizá que, de repente, hemos empezado una locura desenfrenada de descubrimientos hace tan solo unos pocos cientos de años?

»¿Tendremos que concluir que hemos perdido miserablemente el tiempo durante 69.600 años?

»Si creemos que hemos necesitado 69.600 años para ser el hombre tecnológico que somos, en mi humilde opinión, nos estamos engañando y, como todos sabemos, hacer trampas en el solitario, siempre ha sido un mal negocio.

»Pero puede que exista otra explicación y, posiblemente, tiene que ver con otro» algo» que está pasando con el Homo sapiens tan solo desde hace 400 años. –Jimmy volvió a hacer las comillas en el aire, como a él le gustaba, para resaltar ese otro algo.

»¿Nuestra especie está evolucionando de nuevo?

»¿Tenemos otra nueva o nuevas mutaciones en ciernes?

»¿Entre nosotros vive otra especie Homo, mucho más avanzada?

»Si es así ¿nos tratará como hicimos nosotros con las otras especies Homo?

El Dr. Bacon se acomodó en la silla y decidió intervenir.

–Apreciado James –para el héroe del día fue muy raro que le llamara por su nombre y no por su apellido, como siempre había hecho–, tengo que reconocer que su exposición está cumpliendo con todas y cada una de las expectativas que había depositado en ella. Coincidirá conmigo que es usted un ser incorregible, no contento con destruir varios dogmas de la biología, ahora nos amenaza con preguntas que pretenden nublar nuestro entendimiento. ¿Está usted proponiendo la hipótesis de que una nueva especie de seres humanos mucho más inteligentes está entre nosotros? Solo le falta decir que estos nuevos Homo seguirán los postulados del neodarwinismo y, que, en breve, nos desplazarán como, según usted dice, nosotros hicimos con las anteriores especies de nuestro género –visiblemente fatigado, Bacon acabó, por el momento, su intervención.

–Dr. Bacon, como podrá imaginar, soy incapaz de predecir el futuro, pero es que tampoco lo he pretendido hacer jamás. Pero sí, en mi humilde opinión, creo que una nueva especie Homo está conviviendo entre nosotros desde hace cuatro siglos como mínimo y, quiero proponer que se llame Homo scientificus. Pero lo que no sé es, si alguno de nosotros pertenece a esa nueva especie, o si será beligerante o no, con el Homo sapiens. Y, como puede comprender, hasta el momento me es imposible acceder a cerebros y realizar biopsias a ciegas en individuos sanos, aunque también le quiero decir que estoy trabajando en la idea de poder hacer algo que me sirva para identificar quién es Homo sapiens y quién es scientificus. –puntualizó, pletórico.

–¿Homo scientificus?, ¿no le parece un poco pomposo ese nombre? –preguntó, desorientado, Erans.

–¿No le gusta el nombre, Dr. Erans? –le dijo con ironía.

–En mi opinión scientificus somos usted, nosotros, o cualquier otro profesional que trabaje en este u otro instituto o universidad. Pero por favor, Dr. Andersen, una especie entera no puede llamarse scientificus. Le pregunto, ¿todos los miembros de esa especie serán científicos? ¿vivirán, soñarán y sufrirán toda su vida siguiendo los preceptos del método científico?

–Exactamente, Dr. Erans, ha definido a la perfección la nueva especie Homo, yo creo que es una especie formada por seres humanos que viven, sueñan y sufren siguiendo los preceptos del método científico. Ni más ni menos.

»Estamos ante una mutación en el ADN basura, presente en todos los seres humanos, pero que en un pequeño porcentaje que no llega al 10%, tiene en sus cerebros una variación en el número de copias, y que a mayor numero de copias mayor IQ, indicando que el número de copias se correlaciona con el nivel de inteligencia. Todo está diciéndonos que esta nueva mutación puede ser la responsable de que en los últimos 400 años la curva de descubrimientos e inventos tecnológicos haya experimentado un crecimiento exponencial y esto ha sido así, sin duda alguna, porque se ha aplicado sistemática y masivamente el método científico. Es más que evidente que esta nueva especie está formada por individuos que lo utilizan para todo, basan su forma de vivir en la continua experimentación y refutación por terceros. Pero es que, amigos míos, es evidente que la sociedad tecnológica actual vive y está organizada siguiendo los preceptos del método científico, todo se valida experimentalmente, ya nada se basa en la palabra o en la experiencia previa o en las creencias o en la fe religiosa, todo eso ya no sirve para avanzar, es decir, no sirve para nada. Hoy en día podemos decir que han muerto los tiempos de la filosofía y la teología, los Aristóteles, Platón, todos los idealistas y dualistas, así como todos los filósofos de la teología deben estar temblando en sus tumbas, son los tiempos de la Ciencia. Nos guste más o menos, por fin han llegado los tiempos de los Copérnico, Galileo, Newton, Bacon, y de una larga lista de ilustres científicos –Jimmy respiró profundo y se quedó tranquilo y sonriente, disfrutando por un instante de su propia diatriba.

»Como digo, en el mundo global en el que vivimos, todo está sometido a la experimentación, comprobación, todo se publica y se da a conocer casi en tiempo real, no solo en el campo de la ciencia, sino en cualquier ámbito de la actividad humana. ¿por qué? y, sobre todo, ¿para qué? Pues para que sea refutado inmediatamente por miles, por millones de seres humanos y, si funciona, que se incorpore al acervo de toda la especie, no de una sola tribu o de una sola nación, no, el de todo el mundo. No hay duda, estamos viviendo en una sociedad basada en la implementación sistemática del método científico. Es evidente que estos nuevos seres humanos pertenecen a una nueva especie Homo y que su nombre debe ser scientificus –dijo, ayudándose de una honda respiración. –¡Buenos días a todos y gracias por su atención! –acabó la exposición sin dar opción a ninguna otra pregunta, cogió la tacita con la cara y el nombre de Anaximandro, le dio un beso como siempre hacía al acabar sus conferencias y la volvió a introducir con cuidado en la bolsa de papel.

La respiración de toda la sala hacía que el aire casi alcanzara el estado sólido. No hubo aplausos, ya que no era costumbre. Jimmy dio por terminada su exposición y bajó rápidamente del atril, no estaba dispuesto a responder a ninguna pregunta más, quería disfrutar de ese momento hasta el último segundo y mientras se dirigía a la salida, fue abordado por Ina Damon, que había saltado de su asiento como una tigresa y que, por culpa del sobrepeso que había acumulado a lo largo de los últimos años por las continuas comidas de negocios, mostraba claros signos de dificultad respiratoria.

–Querido –dijo jadeando–, no puedes hacerme esto, me tienes que enseñar qué más has descubierto, no me puedes dejar con la miel en los labios diciendo que son resultados preliminares y mostrando un par de gráficas y tablas. Sabes que puede ser muy importante lo que tienes entre manos y que seguro necesitarás de mi ayuda para seguir trabajando en este tema.

–No me fastidies Ina, cuando tenga resultados más sólidos serás la primera que los verá, pero entiéndeme, voy a necesitar mucho tiempo para confirmar lo que he descubierto, y cuando digo mucho tiempo, me estoy refiriendo a años y no sé cuantos, pero seguro que serán muchos. Así que, por favor, ten un poco de paciencia y confía en mí–zanjó la conversación abriendo la puerta de la sala magna para salir al pasillo.

Christina Damon no confiaba en nadie, y menos en Jimmy, eso era indiscutible. Tenía que saber al precio que fuese qué había descubierto.

En el pasillo estaban Xavier y Alisha exultantes, la sonrisa les atravesaba de punta a punta la cara. Alisha le cogió el ordenador portátil con el que había realizado su conferencia y le pidió la bolsa con su taza para llevarla hasta su despacho. Xavier lo abrazó con fuerza para mostrarle lo orgulloso que estaba de él.

–Alisha, perdona pero la taza se queda conmigo. ¿Podrías encontrarme algo para el dolor de cabeza? Siento que pronto me van a explotar las meninges. –Se veía agotado.

–Si, claro, llevo solo dos días aquí, pero removeré cielo y tierra hasta encontrar un analgésico, no te preocupes, ¿te lo llevo a tu oficina? –le preguntó con dulzura.

–Si por favor y, ¿sería mucho pedirte, además, un café extralargo? Ya sé que esto no está incluido en tus funciones como post doctorando, pero estamos en una situación de emergencia extrema, y tu jefe puede morir en los próximos instantes si no tiene un café y un analgésico, y entonces te quedarías sin trabajo y lo que es peor, tendrías que abandonar el tema del ADN basura.

–Ah, no, ¡eso sí que no!, me importa un comino que no esté en mi contrato, yo por el ADN basura sería capaz incluso de matar, ¿cómo no voy a ir a por un café? –replicó, risueña.

–Que tu Dios te lo pague con un montón de retoños, porque ya sabes que el mío no está por esas labores y, además, no existe. Te espero en mi oficina. ¡No te olvides del Ibuprofeno!

–Vale, pero prepárate, porque a mí sí que me vas a tener que explicar lo de la nueva especie Homo y su mutación en el ADN basura que has descubierto en el cerebro ¿de acuerdo, jefe? –Alisha empezó a caminar hacia atrás por el pasillo para dirigirse a la cafetería, pero antes tuvo tiempo para regalarle otra de sus maravillosas sonrisas.

Los asistentes de la conferencia, que abandonaban el auditorio, pudieron oír las carcajadas de Alisha, todo el mundo se había enterado de quién era la nueva colaboradora del investigador más polémico del MIT. Mientras Jimmy ponía su brazo derecho por detrás del cuello de Xavier y se iba caminado orgulloso por el pasillo.

El ADN basura que regulaba la expresión de muchos de los genes que codificaban la chifladura del vikingo loco a menudo le jugaba malas pasadas, pero en ocasiones también lo ayudaban, permitiéndole que el martillo de Thor se le apareciese en las manos para ayudarle a romper en mil pedazos algún viejo dogma de la ciencia.

Al acabar la conferencia, los miembros de la Santísima Trinidad se quedaron solos en la sala.

–Señores, creo que tenemos un problema y es muy serio –dijo Ina. –Una cosa es hacer ciencia y otra bien distinta es poner en peligro a la sociedad. Si corre por ahí fuera el rumor de que un investigador del MIT afirma que hay una nueva especie de seres humanos entre nosotros, y que es mucho más inteligente, vaticino muchos problemas, y no solo para el instituto.

–¿Qué tal si convocamos una reunión del Comité? –propuso Erans.

–Si, la convocaré lo más rápido posible, pero tardará un poco porque el arzobispo O´Brien está de viaje y el Dr. Bohr está en Oregón en la reunión nacional de presidentes y directores ejecutivos de la industria biofarmacéutica –replicó Bacon.

–Perfecto, pero el más difícil será McNamara, ya sabemos que los altos cargos políticos de nuestra nación siempre están ocupadísimos –dijo Erans.

–En fin, amigos, ha sido un día muy duro, vamos a descansar, pero no dejemos de estar encima de este grave problema. Esto tiene que organizarse muy bien, no podemos permitir que se descontrole. Todo tiene un límite –dijo Ina.

El último en salir fue el Dr. Bacon. Si Jimmy había entrado a la sala magna del MIT para dar su conferencia sin apenas convicción, con paso lento y semblante apático, el director ahora le iba a la zaga, solo le quedaban fuerzas para apagar las luces y cerrar la puerta principal. Cabizbajo y derrotado, entró en el ascensor que le llevaba al piso noble del edificio A-120 del MIT, el quinto. Estaba realmente contrariado y no paraba de dar vueltas a todo lo que Jimmy había explicado, hacía mucho tiempo que no tenía una sensación similar. Sin apenas convicción, dejándose llevar por algún automatismo archivado en las capas profundas de su cerebro reptiliano, pulsó el botón número cinco. Cuando las puertas se iban cerrando, unas manos las bloquearon.

–Por favor, Donald, no te olvides de convocar al Comité –con extremada delicadeza le volvió a recordar Ina. Y él le respondió con un signo que aparentemente quería indicar que no se preocupara y que en breve tendría noticias suyas. Cuando el ascensor comenzó a subir, con sus dos manos y doblando el cuello hacia su pecho se cogió con fuerza la cabeza, respiró profundamente y miró hacia el suelo.

2. EL COMITÉ

William O´Brien, el arzobispo de la Archidiócesis de Boston, acababa de llegar de un viaje relámpago a la Santa Sede. Había sido convocado con urgencia por el camarlengo del Sacro Colegio, el cardenal Julian McEvory. Todo parecía indicar que muy pronto iba a ser proclamado cardenal por el Santo Padre en sustitución del recientemente fallecido cardenal protoobispo Angelo Marcelo Martino. En breve empezaría a preparar su entrada en el Sacro Colegio Cardenalicio, por lo que no estaría para nada ni nadie. Sin embargo, cuando su secretario le dijo que quien estaba en la línea era el Dr. Bacon, aceptó la llamada con su acostumbrada cordialidad.

–Hola Donald, ¿qué me cuentas?

–Perdona que te moleste Will, pero es imperativo que convoques al Comité –Bacon fue directo al tema que le preocupaba.

–Querido, es que voy a estar muy ocupado las próximas semanas. ¿Es urgente?

–No, no es urgente, solo es de vida o muerte –le espetó.

–Entiendo. ¿Cuántos días vamos a necesitar?

–De momento, creo que con una tarde será suficiente. Eso facilitará la reunión, ¿no crees?

–Sin duda. Dame un par de días y te llamaré, ¿vale, Donald?, pero de verdad, ¿es tan urgente? –insistió.

–Ya me lo dirás tu cuando te expliquemos de lo que vamos a hablar –respondió lacónicamente el Dr. Bacon.

Tan solo tuvieron que transcurrir cuatro días desde la presentación de Jimmy para que el Comité se reuniese con carácter extraordinario en el lugar de siempre. Nadie faltó y los seis miembros postergaron todas las reuniones familiares y profesionales que tenían programadas desde hacía mucho tiempo, pues cuando el Comité era convocado, nadie se podía permitir el lujo de no asistir.

La discreción era la regla de oro y estaba por encima de todo y de todos. Nadie, incluidos los familiares, podía saber de la existencia del Comité de Concord. No se podían reunir en ningún lugar público, por discreto que fuese, ni en ningún local de ninguna de sus empresas u organismos. Nadie podía verlos juntos.

Era el mismo arzobispo O´Brien quien, ya hacía algún tiempo, había ideado un plan perfecto. Había creado un sistema que permitiría tener todo controlado para mantener ese tipo de reuniones en el anonimato. Ordenó que el Arzobispado adquiriese un pequeño refugio que sería para el uso y disfrute exclusivo de los altos cargos eclesiásticos, a fin de poder darles el ambiente propicio cuando necesitaran recogimiento espiritual. En el condado de Middlesex, a pocos kilómetros de Boston, en el pequeño pueblo de Concord, se compró una pequeña mansión lo suficientemente alejada del núcleo urbano como para asegurar una total discreción. El lugar era perfecto porque a los encantos paisajísticos de la zona, en especial Walden Pond, se unía el reclamo turístico por ser el sitio donde una comunidad literaria excelente, única e irrepetible formada por Ralph Waldo Emerson, Henry David Thoreau y la famosa autora de Mujercitas, Louisa May Alcott habían desarrollado sus actividades artísticas con tal grado de maestría, que el pequeño pueblo se había convertido en un lugar de peregrinación para muchos turistas, deseosos de conocer el lugar donde habían vivido esos tres grandes genios de la literatura y del pensamiento americanos. Era perfecto porque nadie sospecharía que allí, a escasas millas de un lugar tan público y concurrido, se reunían ellos.

Por otra parte, había organizado el acceso al refugio de una forma realmente sutil. Cuando un obispo u otro alto cargo importante de la archidiócesis necesitaba tener un tiempo de recogimiento espiritual, solo tenía que poner un papel en blanco con el sello de la diócesis en un buzón especial que él mismo había mandado construir en la entrada a la sede del arzobispado. Todo el mundo sabía de la existencia de ese buzón, pero nadie que no fuese un alto cargo eclesiástico conocía para qué estaba allí. En ese papel debía consignarse solo una fecha, nada más. Era la fecha para la que se solicitaba el refugio. Si en tres días el buzón no estaba abierto mostrando ese papel y un sobre conteniendo las llaves, significaba que el refugio estaba ocupado y el buzón así lo indicaba al permanecer cerrado, en consecuencia, no podría ser utilizado por el solicitante, quien se vería forzado a reiniciar el trámite, una vez transcurridos otros tres días, si persistía en su idea de disfrutar de ese recogimiento espiritual. Era un sistema sencillo, práctico y muy útil, pues permitía el total anonimato para el solicitante. La única condición que había para acceder a la utilización del refugio era que, durante el periodo de uso, no se podría disponer de servicios de limpieza ni de alimentación, por lo que todo corría por cuenta del solicitante y, al acabar el periodo de disfrute, el mismo solicitante debía dejarlo en perfectas condiciones para el siguiente usuario. Nadie sabía quién iba y a nadie le importaba si se iba solo o acompañado, ni con quién, ni para qué. Esta regla de ausencia de servicio doméstico no se aplicaba cuando era el mismo arzobispo quien lo utilizaba, en esa situación, el personal de limpieza y una cocinera atendían sus necesidades, pero naturalmente, actuaban con total discreción y confidencialidad. Sin embargo, cuando se convocaba al Comité, el arzobispo O’Brien no permitía que ningún empleado de la archidiócesis se acercara al refugio, preferían limpiar y cocinar ellos mismos antes de que alguien los viese juntos. Aquel fin de semana, el buzón del arzobispado permaneció cerrado. El refugio estaba siendo utilizado.

Preocupado por tener todo en perfectas condiciones, el arzobispo O´Brien fue el primero en llegar, era marzo del 2004 y aquel año estaba nevando mucho. A media tarde fueron llegando uno a uno en sus lujosos coches, que dejaron discretamente en el aparcamiento privado que había mandado acondicionar detrás de la mansión para que no fuese visible desde la carretera.

El senador por Massachusetts, Timothy McNamara, el Director Ejecutivo de Clerk Pharmaceuticals, Dr. John Bohr y los tres miembros de la Santísima Trinidad del MIT, junto con el arzobispo, estaban sentados alrededor de una hermosa mesa oval de roble rojo canadiense que ocupaba casi todo el salón de la vieja mansión construida a principios del siglo XIX. Un modesto vaso de agua era lo único que había delante de cada asiento, tampoco nadie esperaba nada más.

–Bienvenidos, amigos míos, a la que será, como siempre, vuestra casa. Os he convocado a petición de Donald y, aunque desconozco la duración que tendrá nuestra reunión, todo está preparado, como siempre, para que si las circunstancias lo requieren podamos descansar los días que precisemos. De modo que no me extiendo más y le cedo la palabra a Donald para que dé comienzo oficialmente a nuestra reunión número ciento treinta y cinco –introdujo O’Brien mientras Bohr tomaba nota del acta en su ordenador portátil.

–Si les parece bien, delegaré en la Dra. Damon, pues es ella quien sugirió tener este encuentro –puntualizó Bacon.

Pero fue el arzobispo quien volvió a tomar la palabra para preguntar a la Dra. Damon por su familia.

–Querida Ina, antes de empezar con el tema que nos ha traído aquí, permíteme que te pregunte ¿cómo está tu hijo Noel? Seguro que la muerte de su padre lo ha afectado mucho, ¿no es así? –le dijo tomándole la mano.

–Gracias, muchas gracias, Su Eminencia, Noel está mejor, sigue rindiendo bien en la facultad de Medicina de la Universidad de Boston, ahora está cursando el tercer año. Ya hace casi un año del infarto agudo de miocardio de Todd. Fue el año pasado por estas fechas. Un momento muy duro para los dos, Noel se descompensó un poco de su hipercolesterolemia, ya saben que tiene la forma familiar genética, la misma que tenía su padre, pero ya está bien, por suerte.

–Si, lo recuerdo. Ya sabes que cualquier cosa que necesites, por favor cualquiera, tan solo tienes que pedírmela, ¿lo sabes, querida Ina? –insistió el arzobispo.

–Me voy a atrever a hablar en nombre del resto, querida, lo mismo te decimos todos. –El senador McNamara la miró con comprensión y el resto asentía.

–Son todos muy amables, se lo agradezco de todo corazón.

A Ina se le hacía un nudo en la garganta. Volvió a tomar la palabra, pero esta vez con decisión.

–Señores, propuse reunirnos porque estamos viviendo una situación extremadamente grave, si lo que preveo ocurre, el ser humano va a tener que lidiar en breve con gravísimos problemas. –Como siempre, fue directa en sus afirmaciones, lo que provocó un cambio en el semblante de todos.

–Nos estás alarmando, Ina, ¿que el ser humano va a tener gravísimos problemas? –inquirió el arzobispo.

–Lo siento muchísimo, Su Eminencia Reverendísima, pero esa es mi humilde opinión.

–Por favor, Ina, no me trates como si estuviéramos en el Arzobispado, llámame Will.

–Me cuesta mucho llamarle Will, Su Eminencia Reverendísima, pero voy a intentarlo.

»Bien, repito, estamos delante de un problema que puede tener consecuencias desastrosas para toda la humidad, y cuando digo toda la humanidad, no exagero –subrayó enfáticamente.

–Después de oír lo que los tres oímos hace apenas unos días, coincido con el grado de alarma que la Dra. Damon nos está trasmitiendo. Es por ello por lo que solicité a Will que convocara al Comité –intervino el Dr. Bacon.

–Por favor, no se dilaten más y dígannos qué es lo que está pasando –inquirió, impaciente, el senador McNamara.

–Hace cuatro días, el Dr. James Andersen, investigador de nuestro instituto, presentó unos datos preliminares que parecen indicar que nuestra especie Homo sapiens está mutando y probablemente otra especie aparezca en breve o peor incluso, que ya este entre nosotros –escueta y directa como siempre, dijo Ina.

–¿Pero eso es tan grave? –pregunto el arzobispo.

–Pues sí, Will, esta nueva especie, al parecer, podría ser un peligro para la nuestra, tal como lo fue la nuestra para el resto de las especies que cohabitaban con nosotros hace decenas de miles de años y que, como todos saben, hicimos desaparecer, exterminándolas. –dijo Bacon, esta vez sí, sin ningún eufemismo, dando por hecho demostrado que el sapiens se «cargó» al resto de especies Homo.

–Imagínense por un momento que el pueblo llano se entera de que, entre ellos, vive otra especie de hombres, y que parecen ser mucho más inteligentes. El pánico se apoderará de nuestra civilización y no sabemos qué ocurrirá –intervino el Dr. Erans, visiblemente alarmado.

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