Kitabı oku: «Cómo entender la economía del Ecuador 1965-2017», sayfa 10
La migración del campo a la ciudad, el crecimiento vegetativo de esa población y aumentos en el ingreso urbano per cápita, especialmente en períodos de bonanzas de exportaciones, generan incrementos en la demanda por alimentos que debe atender el sector agrícola en circunstancias de disminución sistemática de la mano de obra disponible. La provisión de comestibles a ritmos que estén a la par del crecimiento de la demanda viene a ser un aporte de crucial importancia, a fin de evitar alzas en los precios de estos. Como, por lo general, estos rubros son los que más pesan en el Índice de Precios al Consumidor (cerca de un 25 % en Ecuador), estos incrementos son detonantes de procesos inflacionarios.
Con mucha frecuencia, en los países que recién están arrancando en sus procesos de desarrollo, las exportaciones de productos agrícolas no solo son la única fuente de divisas para esos países sino también, por medio del cobro de impuestos, las únicas fuentes de recursos públicos. Tradicionalmente, los dos factores anteriores han sido fuerzas preponderantes en la creación y desarrollo inicial de los mercados internos. Además, insertarse en el comercio internacional con estas exportaciones es una forma práctica de aprovechar ventajas comparativas basadas en abundancias relativas de recursos naturales y de mano de obra no calificada para que, una vez situadas en el mercado externo, puedan ser objeto de mejoras en el contenido de valor agregado doméstico. Las desventajas de este tipo de exportaciones son bien conocidas: por lo general son de bajo contenido tecnológico y perpetuarse en ellas no suscita aprendizajes importantes; las elasticidades, ingreso y precio de la demanda no favorecen su expansión, y el proteccionismo de los países desarrollados que subsidian generosamente a sus agricultores es hostil a este tipo de exportaciones.
El sector agrícola es proveedor fundamental de materias primas para la industria. Lo hace de dos maneras: en una forma directa mediante la producción nacional de esos insumos y de manera indirecta a partir de la generación de divisas para que sean importadas. Ambos casos juegan un papel muy importante en la estructuración de cadenas productivas (“clústeres”) que, de un tiempo a esta parte, han tomado auge en el mundo entero como estrategia clave para el desarrollo integrado de los sectores agrícola, industrial e internacional. En el caso de la producción nacional, esta estrategia requiere trabajar no con sectores aislados sino con “conglomerados” de actividades relacionadas y, en el caso de insumos importados, estipula la utilización inteligente y pragmática de procesos de sustitución de importaciones, incluyendo recursos de proteccionismos creativos, ligados a esfuerzos decididos de promoción de exportaciones. Los casos de los “clústeres” basados en productos primarios del sudeste del Brasil (pulpa y papel), Los Lagos en Chile (salmón) y Chennai en India (cuero) son claros ejemplos de los grandes beneficios que se derivan de esta tendencia contemporánea.90
Al utilizar los recursos naturales, la agricultura puede generar resultados ambientales positivos y negativos. Por el lado negativo es el sector que consume más agua y de los que más contribuye al agotamiento de las aguas subterráneas, a su contaminación con agroquímicos, al desgaste del suelo y al cambio climático mundial, y es responsable de hasta un 30 % de emisiones de gases de efecto invernadero. Por el lado positivo, es proveedor de servicios ambientales como el secuestro de carbono, la ordenación de las cuencas hidrográficas y la preservación de la diversidad biológica. El manejo de los vínculos entre la agricultura, la conservación de los recursos naturales y el medio ambiente debe ser parte integral del uso de la agricultura para el desarrollo.91
TIPOLOGÍA DE LA AGRICULTURA MUNDIAL92
Según el Banco Mundial, la agricultura en el planeta Tierra se lleva a cabo en tres mundos bien diferenciados: uno principalmente agrícola, otro en proceso de transformación y un tercero ya urbanizado. En cada uno de ellos, el modo como la agricultura contribuye a la búsqueda del crecimiento sostenible y a la reducción de la pobreza es diferente.
En el mundo principalmente agrícola se sitúan básicamente los países de África al sur del Sahara. Este sector es la principal fuente de avances económicos, pues contribuye, en promedio, con un 32 % del crecimiento del PIB total. En las zonas rurales de este grupo de países habitan 417 millones de personas, de las cuales, el 70 % son pobres, es decir subsisten con USD 2,00, e incluso menos, al día. La agricultura y las industrias vinculadas a ella son esenciales para cubrir la falta de seguridad alimentaria, para avanzar en la reducción de la pobreza en gran escala y para impulsar el desarrollo económico en general. Para que esta actividad productiva sea la base de esta transformación, se requiere de una revolución en la productividad de los establecimientos agrícolas pequeños muy diferente a la de la revolución verde que se produjo en Asia. Hallar el modo de llevarla a cabo, después de muchos años de escaso éxito, sigue siendo el gran desafío en esta parte del globo.
El mundo en proceso de transformación incluye a la mayoría de los países de Asia meridional y oriental, del Oriente Medio y del Norte de África, donde el 82 % de los pobres habita en las zonas rurales y la agricultura solo contribuye, en promedio, con un 7 % del crecimiento del PIB de estas naciones. Este grupo de países, entre los que se cuentan China, India e Indonesia, tiene una población rural de más de 2 mil millones de personas. Es un mundo que vive con severas tensiones políticas y sociales por la creciente disparidad de los ingresos urbanos y rurales. Para resolver estas diferencias se requiere de un enfoque integral que abra diversos caminos para salir de la pobreza, como pasar a la agricultura de alto valor agregado, llevar actividades no agrícolas al ámbito rural y suministrar asistencia técnica para que parte de quienes se dedican a la agricultura se trasladen a otros sectores.
El mundo urbanizado comprende a casi toda Latinoamérica, gran parte de Europa y Asia Central. En estos países, la contribución de la agricultura al crecimiento del PIB es de un 5 % en promedio, la pobreza es principalmente urbana; de todos modos, el campo alberga a un 45 % de los pobres. En estas circunstancias, la agricultura puede ayudar a reducir esa pobreza rural si los pequeños agricultores se convierten en proveedores de los mercados modernos de alimentos; si se generan buenos empleos en el sector rural y en la agroindustria, y si se crean mercados para servicios ambientales.
De lo dicho hasta aquí, es evidente que la agricultura ofrece posibilidades promisorias para el crecimiento, la reducción de la pobreza y la prestación de servicios ambientales. No obstante, para que esas posibilidades se concreten, puntualiza el Banco Mundial en su trabajo, hace falta la participación atinada de la mano visible del Estado en actividades como la prestación de servicios públicos esenciales, la edificación de instituciones que estimulen la inversión, y la regulación y el ordenamiento de la utilización de los recursos naturales. Además, como para llevar a cabo el desarrollo es necesario mejorar la gestión de la agricultura a nivel local, nacional e internacional, el Estado deberá contar con una mayor capacidad para coordinar funcionamientos interrelacionados entre los tres niveles y para formar asociaciones con actores del sector privado y de la sociedad civil.
TIPOLOGÍA DE LAS UNIDADES PRODUCTIVAS AGROPECUARIAS (UPA) EN ECUADOR
En 2005, la Cepal, en su evaluación de los posibles impactos del TLC que el Ecuador estaba negociando con los Estados Unidos podría tener sobre la agricultura del país, expuso que no se podía tratar al sector como un todo uniforme y que era necesario diferenciar los impactos en tres tipos de UPA. Con datos del III Censo Nacional Agropecuario, llevado a cabo entre el 1 de octubre de 1999 y el 30 de septiembre de 2000 (Censo 2000, en adelante), los caracterizó como sigue.93
•Unidades familiares de subsistencia: aquellas en las que los productores viven en el predio, no contratan trabajadores, no tienen maquinaria y su extensión va de menos de 1 ha a menos de 3 ha. Nótese como muchas de ellas podrían formar lo que el Banco Mundial denomina el mundo principalmente agrícola.
•Unidades empresariales intermedias: aquellas que contratan trabajadores, tienen maquinaria, no recurren a servicios de asistencia especializada y su extensión va de 3 ha, a menos de 50 ha. Se pueden establecer paralelismos reconocibles con las UPA del mundo en transición del Banco Mundial
•Unidades empresariales de punta: aquellas que tienen productores con educación media completa y algo de educación especializada, contratan trabajadores y asistencia técnica especializada, tienen maquinaria y acceso a crédito, y su extensión va de 50 ha a 200 ha y más. Según el Banco Mundial, estas serían UPA propias del mundo urbano.
En el cuadro 4.1, de acuerdo con los criterios metodológicos de la Cepal, al actualizar las cifras correspondientes al Censo de 2000 con las de la Encuesta de Superficie y Producción Agropecuaria Continua de 2013 (Espac 2013), antes de que el INEC modificara el diseño muestral y se ocasionaran problemas de comparabilidad con varios de los datos de las encuestas anteriores, surge un mensaje interesante. Mientras en los niveles de “familiares de subsistencia” y de “empresariales de punta” se encuentran disminuciones en los conceptos correspondientes al número de UPA y al de las hectáreas cubiertas, en el nivel de “empresariales intermedias” saltan a la vista los incrementos del 41 al 47 % en el número de UPA y del 36 al 44 % en las hectáreas cubiertas. Parece que en el agro se está conformando una especie de “clase media” productiva que respaldaría la conclusión a la que el MCPEC llega en la Agenda para la transformación productiva 2010-2013, cuando anota que, a pesar de que en el sector persisten profundas desigualdades y pobreza, queda descartado en su análisis la concentración de la tierra como uno de los problemas estructurales por resolver.94 En lo que sigue de este capítulo se adicionan argumentos que refuerzan la conveniencia de un marco estratégico que vaya más allá de la insistencia en una reforma agraria a la antigua.
CUADRO 4.1. Número de UPA y hectáreas cubiertas según las categorías de la Cepal, 2000 y 2013

FUENTES: a) III Censo Nacional Agropecuario: 36; Censo 2000, de aquí en adelante
b) Esteban Daza, “Tenencia de la tierra y usos del suelo en el Ecuador”, Gestión, n.° 264 (junio-julio de 2016): 78
4.2. MARCO ESTRATÉGICO PARA EL DESARROLLO DEL SECTOR
En el gráfico 4.1 se esquematiza la propuesta para hacer valer la presencia del sector en la economía del país y potenciar su capacidad de contribuir a su crecimiento. En síntesis, esta busca crear un “círculo virtuoso” de interacciones que, propulsado por la energía de modalidades de asociación y acciones colectivas de los diferentes participantes, capture la sinergia de las siguientes fuerzas: aumentos en la productividad de las UPA, conversión de esos aumentos en productividad en incrementos de los ingresos de los productores, y traducción de esos mejores ingresos en mejoras en la calidad de vida de los productores, de sus familias y de sus comunidades.
GRÁFICO 4.1. Marco estratégico para el desarrollo del sector agropecuario

AUMENTOS EN PRODUCTIVIDAD95
Para lograr aumentos sistemáticos en la productividad de la tierra y de la mano de obra, el “paquete tecnológico-institucional” que se sugiere comprende acciones como asegurar la viabilidad y la legalidad del acceso y tenencia de los productores de los recursos naturales de tierra y agua; incorporar las herramientas y demás bienes de capital necesarios para complementar el trabajo de la mano de obra; capacitar al agricultor en destrezas técnicas y administrativas para apoyarle en su función gerencial que, de todos modos, ya cumple, en la mayoría de los casos, sin los conocimientos adecuados; entrenar al ama de casa en habilidades propias del manejo del hogar y de la nutrición de su familia; crear conciencia en todo el personal de las unidades productivas que es indispensable administrar el patrimonio natural y el construido por el agricultor, de tal manera que se preserve su capacidad de producir a largo plazo, y reforzar todo lo anterior con la utilización inteligente y pragmática de insumos no convencionales o complementarios. En palabras de Johnston y Mellor, “la diferencia entre agriculturas de alta y baja productividad radica precisamente en la presencia o ausencia de este último ingrediente”.
Entre los insumos no convencionales más importantes están los conocimientos y experiencias de los productores tradicionales frecuentemente desdeñados por los “agrónomos de escritorio”; servicios de investigación y extensión orientados no a los intereses científicos de los investigadores sino a las necesidades locales de los productores; servicios de abastecimiento de implementos e insumos mejorados o nuevos, como machetes, palas, azadones, semillas, fertilizantes y agroquímicos, y servicios complementarios de apoyo, especialmente crédito, asistencia técnica, riego y acceso a maquinaria.
Características comunes de estos insumos sonque tienen la capacidad de potenciar en dimensiones geométricas el rendimiento de los recursos naturales y de la mano de obra; provienen de fuera del sector y, por lo general, son provistos por entes institucionales como agentes proveedores, empresas industriales, bancos y sus sucursales, organizaciones no gubernamentales (ONG), centros de investigación, servicios de extensión etc.; funcionan mejor en “paquetes tecnológicos” como en los casos de semillas mejoradas, fertilizantes y plaguicidas apropiados, y se prestan para acciones concertadas entre el Gobierno y los posibles beneficiarios.
Para ilustrar lo señalado, en el cuadro 4.2 se presentan datos relacionados con la experiencia de China en su transición de un régimen de agricultura colectiva a otro de agricultura individual. En él se ve cómo, diez años después de haberse puesto en marcha las reformas de 1978, aumentos en el PIB agrícola del orden del 66 % van acompañados por aumentos del 55 % en los rendimientos; 133 % en la utilización de fertilizantes; 57 % en el empleo de tractores, y tan solo el 25 % en la incorporación adicional de tierra y de mano de obra respectivamente.
MEJORES INGRESOS PARA LOS PRODUCTORES
De nada le sirven a un productor sus esfuerzos por mejorar la productividad de su finca sino le representan mejores ingresos. Al contrario, si esto no se da, lo más probable es que el incentivo para introducir innovaciones en su unidad productiva desaparezca fácilmente por razones plenamente justificables y no por limitaciones intelectuales de los trabajadores del agro, como frecuentemente se aduce entre quienes ven los toros desde la barrera, cómodamente protegidos de los riesgos que significa introducir cambios importantes en las rutinas de la vida diaria de una UPA. Consideremos la siguiente situación. Es de conocimiento público que, por la inelasticidad de la demanda con respecto al precio que por lo general caracteriza a los productos agropecuarios, cuando los incrementos en productividad traen aumentos importantes en la oferta, los precios de esos productos caen, las cantidades vendidas apenas aumentan y el resultado final es el deterioro de los ingresos de esos agricultores. En Ecuador, por ejemplo, en un estudio cuidadoso sobre la formación de los precios del arroz y de la papa, se encontró que la utilidad del productor fue, en el primer caso, de tres centavos sobre USD 0,50 (PVP) y de 23 centavos sobre USD 18,64, en el segundo. Esto quiere decir que alrededor del 94 % del precio pagado por los consumidores nunca llegó a las manos de los arroceros y que para los paperos esa privación fue, ni más ni menos, de casi un 99 %.96 El meollo del problema no está por el lado de la producción sino en las ineficiencias que abundan en los procesos de comercialización.
CUADRO 4.2. China. Índices de crecimiento del PIB agrícola, de los rendimientos y de la utilización de factores a partir de las reformas en el Sector Agropecuario (100 = Año inicial de reformas, China 1978)

FUENTE: Scott Rozelle y Johan F.M.Swinnen, “Success and Failure of Reform: Insights from the transition of Agriculture”, Journal of Economic Literature 42, n.° 2 (junio de 2004): 408, 414-5
Superar las limitaciones de estas abundancias es trascendental para avanzar en las mejoras de la calidad de vida no solo de la gente dedicada a la agricultura sino, en forma más amplia, de todas las personas que viven en el sector rural. Desde un punto de vista contable, es axiomático que lo único que se genera en una unidad productiva son costos y que la única manera de recuperarlos, y de tratar de conseguir una ganancia, es llevando los productos al mercado. Pero si este camino, especialmente para los pequeños productores, en vez de ser una ruta con un trazado accesible es más bien una vía apenas transitable, tenemos resultados como los ya anotados. La pregunta es qué hacer en estas circunstancias. Al respecto, vale la pena tener muy en cuenta la propuesta que el Banco Mundial plantea en el informe ya citado varias veces: empezar por distinguir entre “comercialización sin contrato” y “comercialización con contrato” y, en seguida, sin dejar por fuera a la primera modalidad, proceder a fomentar la mayor presencia de la segunda por los muy buenos aportes que esta ha hecho al desarrollo del sector agropecuario en los tres mundos caracterizados por esta institución.
La comercialización sin contrato, que predomina en los países del mundo “primordialmente agrícola”, es de gran atracción turística, pero de poca eficiencia comercial. Las ferias de nuestros pueblos, las ferias libres que proliferaron en Quito hace algún tiempo, y los mercados de Santa Clara, San Roque, Iñaquito y similares ilustran con claridad esta forma de distribuir los productos de las UPA, especialmente los de primera necesidad. En todos estos mercados, los precios de venta y los beneficios que reciben los comerciantes están sujetos a una variedad de riesgos e informalidades que, a la postre, hacen que el pago a los productores no solo sea precario sino también incierto.
Aquí entran en juego las ventajas que se pueden derivar de la comercialización bajo contrato. Para los agricultores esta modalidad puede tomar formas varias como las siguientes: contratos para ser proveedores de supermercados, contratos para ser proveedores de materias primas para procesos industriales y contratos para ser proveedores de productos para exportación. La ventaja fundamental de estos acuerdos es que en ellos se pueden estipular derechos y obligaciones de las partes, de tal manera que cuando existan entendimientos mutuos y poderes de negociación equilibrados, el resultado final sea que ambas ganen. Es común que, en la generalidad de estos casos, los productores sepan cómo se van a determinar los ingresos que van a percibir; los compradores tengan claro la óptima calidad de los artículos que se les debe entregar y que, en forma anticipada, ambas partes hayan estipulado las colaboraciones mutuas que deberán cumplir y las sanciones que enfrentarán en caso de incumplimientos parciales o totales de los términos de estos convenios.
Trabajar en las condiciones delineadas presupone un contexto institucional muy exigente que, si bien puede ser muy familiar para las unidades empresariales de punta, y para una buena parte de las unidades empresariales intermedias, lo más probable es que para la mayoría de las unidades familiares de subsistencia este les sea bastante ajeno. Es más, las cosas se pueden agravar si la institucionalidad existente favorece a los estamentos que detentan poder en detrimento de los que no lo tienen. Sin embargo, lo trascendental de la opción es que desde que exista alguna predisposición por parte de los interesados para entrar en acuerdos de buena fe y de que estos convenios puedan ser respaldados por elementales principios de respeto a los contratos, no solo que la iniciativa se puede poner en marcha, sino que, lo más importante, se puede ir perfeccionando tanto en su funcionamiento como en la normativa que la rodea conforme se acumulen experiencias y aprendizajes. Como decían los arrieros de estirpe: “Lo importante era ponerse en marcha que ya en el camino ellos verían cómo arreglar las cargas”.
A estas alturas, es muy posible que más de un lector haya concluido que hay desbordes de ingenuidad en todo lo dicho. Pero resulta que, afortunadamente, desde hace unos veinte años en los tres mundos de la realidad agropecuaria se ha trabajado —sin prisa, pero sin pausa— en la aplicación del instrumento conocido como cadenas agroproductivas, que recogen, en esencia, las aspiraciones esbozadas en el párrafo anterior. Es más, en países como Colombia estas cadenas ya son parte de su legalidad; el parágrafo 1, del artículo 1 de la Ley 811 de 2003 indica:
Para efectos de la presente ley, se entiende por cadena el conjunto de actividades que se articulan técnica y económicamente desde el inicio de la producción y elaboración de un producto agropecuario hasta su comercialización final. Está conformada por todos los agentes que participan en la producción, transformación, comercialización y distribución de un producto agropecuario.
Cabe destacar que, con base en esta normativa, para 2006 se habían definido ya reglas del juego generales para acuerdos de funcionamiento de 23 cadenas y, además, se habían precisado, en todas ellas, los términos de colaboración entre el sector público y el sector privado.97
Los beneficios que esta colaboración puede traer al desarrollo del sector se pueden ilustrar, una vez más, con lo sucedido en China. En 1978, las autoridades de ese país pusieron en marcha, con reticencias al principio pero luego con decidido entusiasmo, el Sistema de Responsabilidad de los Hogares (SRH), cuyos componentes principales fueron permitir a los agricultores que, una vez pagados los impuestos correspondientes y cubiertas las cuotas exigidas por el Estado, los remanentes fueran vendidos en los mercados rurales a precios sumamente favorables; entregar paulatinamente a los hogares el control sobre las decisiones de producción y desfasar, de igual manera, la vigencia de la planeación central en el sector; mantener bajo el control de los monopolios estatales las ofertas y los precios de los principales insumos no convencionales, tales como fertilizantes, plaguicidas, combustibles y electricidad. A los pocos años de haberse iniciado la reforma, las mamotréticas granjas colectivas habían desaparecido. En la actualidad, hay más de 200 millones de unidades productivas individuales. Estudiosos de lo sucedido en China han llegado a calificar al SRH como el “programa antipobreza más grande del mundo”. Se estima que cientos de millones de hogares han salido de la indigencia.98
MEJOR CALIDAD DE VIDA
De nada sirve al ama de casa y a sus hijos que las mejoras logradas en los ingresos del negocio agropecuario se vayan por la vía de los acostumbrados “viernes culturales” y que solo lleguen al hogar, si llegan, en condición de sobras muy disminuidas. Como el ritual hace parte de un contexto cultural en el que vive no solo la gente del sector rural sino también gran parte de las familias del sector urbano, preguntarnos qué hacer para modificar estos comportamientos nos lleva a terrenos muy fuera del alcance de nuestros conocimientos y experiencias profesionales. Sin embargo, nuevamente, y también en forma muy afortunada, tanto en el exterior como dentro del país, ha ido tomando cuerpo una respuesta que, por la creciente evidencia empírica a su favor, puede ser de tremenda utilidad práctica. Esta dice que si de mejorar la calidad de vida de las familias se trata, hay que empoderar a las amas de casa y a las mujeres en general.
A largo plazo, en las zonas rurales, lo primero que hay que hacer para avanzar en la dirección propuesta es eliminar las restricciones discriminatorias de todo tipo que limitan el acceso de las niñas, adolescentes, jóvenes y adultas a los beneficios de la educación y, segundo, bregar con todas las fuerzas de las que se puedan disponer para que la educación rural deje de ser de tercera o cuarta categoría y pase a ocupar un primer lugar, tal como corresponde a todos los esfuerzos educacionales que se hacen en el país. Es claro que este no es el sitio para entrar a dilucidar temas tan amplios y tan complejos. Es más, como este proceso necesariamente debe tomar un buen número de años, el interrogante clave que es imperativo enfrentar es acerca de qué vamos a hacer en el plazo inmediato por cuanto este no da espera. Y aquí, nuevamente la evidencia empírica dice que capacitarlas en la disciplina del emprendimiento trae efectos multiplicadores sorprendentes, desde el punto de vista económico y en lo personal y social. Examinemos varios casos de la vida real.
Por fuera del Ecuador:99
•En México, Cemex, la productora más grande de cemento del país, gracias a las investigaciones realizadas acerca del comportamiento de sus clientes, concluyó que las mujeres eran las agentes determinantes en la toma de decisiones sobre procesos de ahorro e inversión en los hogares de su mercado. Basándose en este hallazgo, la compañía estructuró el programa Patrimonio Hoy, que permite a familias de bajos ingresos acceder a servicios y materiales de construcción por medio de programas de ahorro cuidadosamente diseñados. La promoción de este programa en un 97 % está en manos de mujeres. Para fines de diciembre de 2008, 220.000 familias mexicanas se beneficiaron y se estima que más de un millón de hogares han mejorado sus condiciones de vida.
•El Banco Icici es la segunda más grande institución bancaria en la India. Con el fin de llevar sus servicios al sector rural, puso en marcha un programa cuyo componente clave era formar, entrenar e iniciar a pequeños grupos de mujeres en las prácticas cotidianas de usos de servicios bancarios y de ahorro e inversión. El mecanismo utilizado fue el de los Grupos de Autoayuda (Self-Help Group) conformados por 20 mujeres de la misma aldea cuyos ingresos individuales al año las ponían por debajo de la línea de pobreza. Las líderes tenían que ser seleccionadas de entre sus miembros y el banco asumió la responsabilidad de entrenarlas en las tareas que iban a desempeñar. Al cabo de dos años, se pudo determinar que las mujeres que formaban parte de estos grupos habían ganado en autoestima, autoconfianza y una capacidad de acción que ni siquiera habían sospechado que la tenían. A la fecha, también se ha podido determinar que estos progresos individuales han trascendido a los ámbitos de la ética, normas sociales y vida política de sus aldeas.
Dentro del Ecuador:
•En 2008 se llevó a cabo en Ecuador, en las provincias del Azuay y Cañar, un proyecto encaminado a mejorar la calidad de los sombreros de paja toquilla para la venta en el exterior, fortalecer el segmento de comercialización de cuatro empresas exportadoras y asegurar mejores ingresos para las tejedoras de estos sombreros, cuya mayoría son de escasos recursos, viven en zonas rurales y se dedican a este oficio a muy corta edad. Al término de este, y como manifestó una de las participantes, las tejedoras dejaron de ser un grupo de artesanas “tejiendo en los tiempos libres lo que se nos ocurría para luego tratar de venderlo” y pasaron a ser un grupo de microempresarias fabricantes de sombreros bajo pedido y órdenes de producción. de esta manera respondían a la demanda del mercado y mantenían estrictos controles de calidad de la materia prima, del proceso de tejido y del producto terminado. Como consecuencia de los mayores ingresos recibidos a raíz del proyecto, las tejedoras han adquirido cierta independencia que les ha permitido mejorar sus condiciones de vida en lo económico, alimenticio, estudios de sus hijos, ahorro, etc. Además, los beneficios de las tejedoras se han extendido a la comunidad. El trabajo continuo que asegura los pedidos periódicos de las exportadoras y el mejor precio del producto han contribuido a fortalecer un arte que había venido muy a menos, resultado de las continuas emigraciones y por el reducido interés por mantener esta tradición.100
•Jambi Kiwa es propiedad de una asociación de 480 productores de plantas medicinales compuesta por campesinos indígenas, mujeres en su mayoría, que cultivan su producto siguiendo reglas estrictas de producción orgánica combinadas con rituales tradicionales de respeto a la Pachamama. En abril de 2001 suscribió su primer contrato de gran escala con la Compañía Ecuatoriana del Té (Cetca) como proveedora de plantas secas y molidas para ser procesadas para la exportación. De allí en adelante, las relaciones entre las partes han sido tan satisfactorias que ambas han seguido trabajando y desarrollándose con base tan solo en compromisos directos y confianza mutua. Los tés herbarios medicinales que comercializan estas empresas se venden bajo la etiqueta común de Jambi Kiwa/Sangay. En 2002, la organización Servicios por un Desarrollo Alternativo en el Sur (Sendas) le otorgó el premio al Mejor Negocio de Mujeres Rurales en Ecuador.101
En conclusión, salta a la vista en todos estos casos que cuando las mujeres se hacen cargo de mejorar la calidad de vida de los hogares, las posibilidades de una retroalimentación positiva a los aumentos de productividad y a las mejoras en los ingresos de los productores tienen todas las de ganar.
MODALIDADES Y MECANISMOS DE ASOCIACIÓN Y ACCIÓN COLECTIVA
¿Cómo hacer para que los avances en la productividad, mejoras en el ingreso de los productores y progresos en la calidad de vida de sus familias funcionen con las sinergias de un círculo virtuoso y no se queden como meros enunciados de aspiraciones piadosas? Esta pregunta es la que ahora se trata de responder.
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