Kitabı oku: «Cómo entender la economía del Ecuador 1965-2017», sayfa 7
2.3. ARROGANCIAS Y HUMILDADES
Con el tiempo, entre propios y extraños, la arrogancia de los economistas ha llegado a ser casi axiomática. Tal es así que, de cuando en cuando, eminentes exponentes de la profesión se han sentido con la obligación de llamar a la humildad a sus colegas. En esta sección nos ocupamos de los dos lados de esta curiosa medalla.
IMPERIALISMO DE LA ECONOMÍA
En 1977, George Stigler y Gary Becker, los dos ganadores del premio Nobel en Economía, escribieron:
Según el punto de vista tradicional, cuando la explicación de un fenómeno económico llega al punto de la diferencia entre los gustos entre las personas, el argumento se queda en un callejón sin salida: en este punto, el problema se lo hace a un lado y se lo deja en manos de los que estudian y explican estos gustos (¿psicólogos? ¿antropólogos? ¿frenólogos? ¿sociobiólogos?). Pero siguiendo nuestra interpretación preferida, nosotros nunca llegamos a este dilema: el economista continúa en la búsqueda de diferencias en precios e ingresos para explicar las diferencias o cambios en el comportamiento (cursivas del autor).
Todos los cambios en el comportamiento se explican por cambios en precios e ingresos, que son precisamente las variables que organizan y dan poder al análisis económico. Adicciones, publicidad, etc., no son los que afectan los gustos [...] son los precios y los ingresos los que lo hacen (cursivas en el texto original).
Nuestra hipótesis es trivial, por cuanto solo asevera que lo que debemos hacer es aplicar la lógica económica estándar tan extensamente como sea posible. Pero esta hipótesis es también un desafío exigente por cuanto nos urge a no dejar por fuera problemas opacos y complicados con la fácil sugerencia de que explicaciones adicionales puedan surgir, ojalá algún día, por el lado de nuestras ciencias hermanas del comportamiento69 (cursivas del autor).
Llama la atención la arrogancia de la última oración. Según estos autores, para las “ciencias hermanas”, la existencia de los economistas es una verdadera bendición de Dios, por cuanto los profesionales de dichas disciplinas, por ineptitud u otra extraña razón, intelectualmente no están a la par de lo que ellos pueden hacer.
En este orden (o desorden) de ideas, en el año 2000, Edward Lazear, que llegó a ser jefe de los consejeros económicos del presidente George W. Bush, en un artículo intitulado sin reticencias “Economic Imperialism”, hizo un elogioso recuento de cómo, de la mano de Becker principalmente, la incorporación del marco conceptual de la maximización, el equilibrio y la eficiencia había generado nuevos entendimientos en tareas tan diversas como los gustos, la demografía, la discriminación racial, la familia, las interacciones sociales, la religión, la determinación de la calidad de la mano de obra, la administración de personal, la contabilidad, la estrategia corporativa, el comportamiento organizacional, el derecho, la economía política y la economía de la salud. No es de extrañar, por tanto, que con evidente autosatisfacción diga:
En este ensayo sostenemos dos postulados. El primero es que la economía ha sido imperialista, y el segundo que ese imperialismo ha sido exitoso [...] Definimos imperialismo económico como la expansión que la Economía ha hecho sobre tópicos que van más allá del alcance clásico de estos asuntos como son las preferencias del consumidor, la teoría de la firma, mercados (explícitos), actividad macroeconómica, y los campos que han surgido directamente de estas áreas. Los imperialistas económicos más agresivos intentan explicar todo comportamiento social utilizando herramientas de la Economía (cursivas del autor).
Veamos una muestra de este ambicioso empeño. En el artículo “An Economic Analysis of Marital Instability”, Becker, el principal exponente de esta corriente, y sus coautores hacen los siguientes supuestos:
Las personas se casan cuando la utilidad esperada del matrimonio excede la utilidad esperada de permanecer solteras. Adicionalmente, es natural suponer que las parejas se separen cuando la utilidad esperada de permanecer casados cae por debajo de la utilidad esperada del divorcio o de la posibilidad de volverse a casar. Una manera de hacer compatible la alta utilidad esperada del matrimonio cuando este ocurre y la relativa baja utilidad que se espera en el momento de su disolución es introducir incertidumbres y desviaciones entre las utilidades esperadas y las realizadas. En otras palabras, las personas que se separan probablemente obtuvieron de su matrimonio resultados menos favorables de los que esperaban en el momento en que este ocurrió.70
No sin razón, por tanto, Lazear, en forma algo inesperada, dejó entrever temores cuando dio a conocer a los lectores que había un interrogante que traía entre pecho y espalda:
Sabemos ya que los economistas se sienten cómodos cuando trasladan los instrumentos del análisis estándar al estudio de asuntos que afectan a las sociedades como un todo o a partes de las estas. Lo que queda por verse es si quienes no son economistas puedan ser persuadidos eventualmente que nuestro enfoque es útil (cursivas del autor).
Como quedó demostrado en la segunda sección de este capítulo, el tiempo y las aguas no han sido generosos con este anhelo, ni por el lado de los economistas ni por el lado de los no economistas. En 2002, por ejemplo, recibióel Nobel en Economía un sicólogo, y en 2017, un economista del comportamiento, dos personajes cuyo trabajo ha dejado en ascuas al “imperialismo de la Economía”. Bajo su inspiración, en el mundo entero, la corriente que está tomando mucha fuerza es el trabajo multidisciplinario de los profesionales de las ciencias humanas, en los cuales están participando hasta los economistas.
AUTOSUFICIENCIAS OFENSIVAS
Las relaciones de los economistas con las demás disciplinas sociales no son de las mejores. En un artículo de Fourcade, Ollion y Algan publicado en el invierno de 2015, intitulado con el doublé entendre intencional de sus autores, como “The Superiority of Economists”, lo primero que nos comunican es que en una encuesta realizada a principios de 2000, el 77 % de los estudiantes de posgrado en Economía, en instituciones de élite, estaban enteramente de acuerdo con el enunciado de que “La Economía es la más científica de las ciencias sociales”, presunción que a estas alturas del capítulo no es nueva para los lectores. Los autores luego informan cómo, al examinar las 25 publicaciones más prestigiosas en Economía, Ciencia Políticas y Sociología, encontraron que entre 2000 y 2009, en todos los artículos publicados en el American Economic Review (portaestandarte de la profesión), el 40,3 % de las referencias citaban a otros artículos publicados en las otras 24 revistas de la disciplina, pero que tan solo el 0,8 % de las citas provenían de las principales revistas en Ciencias Políticas y un mínimo, correspondiente al 0,3 %, a las de Sociología.
A continuación, en el mismo artículo, se resumen los datos de una encuesta de 2006 a una muestra conformada por 100 profesores universitarios estadounidenses en cada una de las disciplinas que aparecen en el cuadro 2.2. El enunciado sobre el cual se recogieron los pronunciamientos fue: “En general, el conocimiento interdisciplinario es mejor que el conocimiento obtenido en una sola disciplina” y, como se puede ver en las respuestas, mientras en todas las otras disciplinas los encuestados estuvieron apabullantemente a favor (desde un 59,8 % entre los científicos políticos a un 86 % entre los dedicados a la enseñanza de las finanzas) solo los profesores de Economía estuvieron mayoritariamente en contra (57,3 %).
Evidencias adicionales sobre la “insularidad” de los economistas son más bien episódicas, pero no por eso menos informativas. Paul Krugman, en su discurso de aceptación del premio Nobel en 2008, hace un recuento de cómo para llegar a sus modelos de comercio intraindustrial, trabajo que le valió la concesión del premio, tuvo que esperar hasta que Stiglitz y Dixit publicaran su modelo de competencia monopolista en 1977. Sin embargo, en ningún momento se refiere a que, desde principios de los setenta, en el mundo empresarial se venía utilizando, y con excelentes resultados prácticos, el “modelo de las cinco fuerzas” de Michael Porter, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, que, en su esencia, es una guía muy didáctica de cómo generar una ventaja competitiva en mercados de competencia imperfecta. De igual manera, tampoco hizo referencia alguna a la publicación, en 1990, de los resultados del monumental estudio de la economía internacional hecho también por Porter en los ochenta, que este condensó en su famoso “diamante” que ha sido, desde entonces, el caballito de batalla ampliamente utilizado por los países que han salido, con diferentes grados de éxito, al desafiante mundo del comercio intraindustrial.
CUADRO 2.2. “En general, el conocimiento interdisciplinario es mejor que el conocimiento obtenido en una sola disciplina” (porcentajes)
FUENTE: Fourcade, Ollion y Algan, “The Superiority of Economists”: 95 (Trad. por el autor)
Si se revisa el índice analítico de textos de comercio internacional tan conocidos a nivel de pregrado, como los de Krugman y Obstfeld, de Salvatore y de Carbaugh, Porter nuevamente brilla por su ausencia. Y si de textos de posgrado se trata, en el de Feenstra, considerado por The Economist referencia obligada para cualquier candidato al PhD que quisiera prepararse para sus exámenes en el área de comercio internacional, el nombre de Porter tampoco aparece por ningún lado.71
LLAMADOS A LA HUMILDAD
Durante de la primavera y el verano de 1942, desde el techo de la capilla del King’s College de la Universidad de Cambridge, John Maynard Keynes, de casi 60 años, y Friedrich Hayek, de 41, vigilaron diligentemente los cielos para dar su voz de alerta sobre la aproximación de bombarderos alemanes. Lo hicieron como ciudadanos muy pendientes del bien común y como los buenos amigos que eran.72 Sus diferencias doctrinarias e intelectuales eran por todos conocidas, pero lo que ninguno de ellos podía anticipar es que, con el correr del tiempo, los dos iban a coincidir en un llamado a la humildad a los economistas. En 1930, Keynes dijo:
No lleguemos a sobreestimar la importancia de los problemas económicos, o a sacrificar en nombre de sus supuestas necesidades otros asuntos de mayor y más permanente trascendencia. Esto debería ser materia para especialistas como la odontología. Si los economistas pudiésemos conseguir que se nos piense como gente humilde y competente, como si fuéramos dentistas, sería simplemente espléndido.73
En 1974, y ampliando sobre el tema, Hayek, al recibir el premio Nobel en Economía, puso con admirable precisión varios puntos sobre varias “íes”:
El premio Nobel confiere a un individuo una autoridad que, en economía, ningún hombre debe poseer. Esto no tiene trascendencia en las ciencias naturales. En ellas, la influencia que un individuo puede ejercer es principalmente sobre sus colegas profesionales, quienes, de inmediato, lo pueden poner en su sitio si es que se excede en sus competencias. Pero la influencia de los economistas que de verdad cuenta es la que este ejerce sobre gente no versada en sus temas: políticos, periodistas, empleados oficiales y el público en general.
No hay ninguna razón por la que un hombre que ha hecho aportes distinguidos a la ciencia de la Economía tenga que ser omnicompetente en todos los problemas de la sociedad, en la forma como la prensa tiende a tratarlo hasta cuando él mismo termina convenciéndose de que sí lo es. Le hacen creer a uno que tiene como obligación pública pronunciarse sobre problemas a los que posiblemente no haya prestado mayor atención.
Estoy, por tanto, casi inclinado a sugerir que se requiera de los galardonados un juramento de humidad, como un juramento hipocrático, de nunca salirse en sus pronunciamientos públicos de los límites de su competencia.74
Sabias palabras que hacen un magnífico dúo con la manera tan sencilla con la que Drucker comentó sobre el tema:
La Economía solía ser una disciplina grata debido a que era tan humilde. Si alguien hacía una pregunta a un economista de 1925 su respuesta era “No sé”. Lo cual no dejaba de ser una respuesta respetable (por lo menos modesta).75
No sabemos si alguna vez Rodrik leyó a Drucker, pero en 2015, en el octavo de sus mandamientos para economistas, corroboró sus sentimientos: “Está bien decir ‘no sé’ cuando le pregunten sobre política económica”.76
Amén.
3
EL PRODUCTO INTERNO BRUTO (PIB)
El PIB vino al mundo de la mano de la Macroeconomía y de las cuentas nacionales. La publicación, en 1936, de la Teoría general del empleo, del interés y del dinero, de John Maynard Keynes, puso en marcha un proceso que culminó con la construcción de lo que hoy se conoce como la Macroeconomía. Esta la rama de la teoría económica que estudia el comportamiento de los agregados económicos en la determinación del nivel de empleo, del nivel de ingreso y del nivel de precios en una economía considerada como un todo.
En el gráfico 3.1, que es la repetición del gráfico 1.3 del primer capítulo, se esboza un funcionamiento elemental de un prototipo simplificado de una macroeconomía moderna. En él se ve cómo los factores de producción procedentes de los hogares, al ser empleados por las empresas, generan, simultáneamente, los bienes y servicios que estas llevan al mercado y los ingresos necesarios para que las familias los puedan comprar a los precios que en él se establezcan, cerrando así un círculo beneficioso de apoyos mutuos. En él se puede ver también cómo aquella parte de esos ingresos que no van al consumo van necesariamente al ahorro y que, si las condiciones son propicias, estas se pueden convertir en inversiones y reincorporarse así a la corriente circular. Adicionalmente, se detecta cómo los impuestos se convierten en recursos del Gobierno, cómo se reintegran a la corriente circular en la forma de gasto público y cómo las empresas se dedican a exportar e importar.. En esa ocasión, sin embargo, se resalta que todo este accionar no se llevaba a cabo en un vacío sino dentro de un sistema social, el cual, a su vez, estaba inmerso en un ecosistema.
En este capítulo se toma una dirección alterna. Tan pronto los estudiosos de turno tuvieron a su disposición el bagaje de conceptos básicos de la Macroeconomía, se dedicaron a ponerle cifras a todo este entramado. Lo primero que hicieron fue crear la disciplina de la Contabilidad Nacional y, por esta vía, un buen día hace ya algunos años apareció en el planeta Tierra el PIB. Este capítulo está dedicado a avanzar en el entendimiento de quién es este personaje. Se ocupa de identificar sus virtudes y defectos, y de precisar cómo lo usan las cuentas nacionales, que desde 1950 elabora el Banco Central del Ecuador.
GRÁFICO 3.1. Prototipo simplificado de una macroeconomía (valores hipotéticos en millones de dólares)
Y = C + I + G 1000 = 65 + 250 + 100 S + T = I + G 250 + 100 = 250 + 100
En la primera sección se cubren las tres definiciones del PIB, las falencias que las acompañan, los usos que se hacen de él, y cómo, con el afán de llenar parcialmente sus vacíos, se ha desarrollado la métrica alterna del Índice de Desarrollo Humano (IDH). En la segunda, siguiendo los cánones de las cuentas nacionales, se identifican y se analizan los comportamientos de los principales componentes de los usos del PIB, en el período 1965-2017: los consumos de los hogares y del Gobierno; la FBKF por parte del sector público y del sector privado, y las exportaciones menos las importaciones. En la tercera, con la misma base contable y para el mismo período, se hace una tarea similar con las industrias que originan al PIB por el sector primario, el sector secundario y el terciario. En la cuarta, tomando en cuenta que en el PIB no se incluye la producción de bienes intermedios y que estos son de vital de importancia en el funcionamiento de la base productiva de una nación, se explican de manera somera los conceptos e instrumentos básicos de la contabilidad interindustrial y de una muy reciente aplicación de estos al caso ecuatoriano. Al finalizar el capítulo, se tendrá una visión panorámica del devenir de los principales componentes de la demanda interna y de los principales sectores de la producción que han generado el PIB de la nación desde 1965 hasta 2017. Quien lee habrá dado sus primeros pasos en el entendimiento de lo que ha sido y es la economía ecuatoriana.
3.1. PRODUCTO INTERNO BRUTO Y EL ÍNDICE DE DESARROLLO HUMANO
Las Cuentas Nacionales son el registro contable de las actividades económicas de una nación. En su elaboración, prácticamente todos los países del mundo siguen la metodología y las técnicas establecidas por las Naciones Unidas en su Sistema de Cuentas Nacionales (SCN). Los Estados Unidos son la excepción más importante, pues siguen la metodología establecida por el Departamento de Comercio. En Ecuador, su estructuración ha estado y está a cargo del Banco Central.
En 1950, el banco, con la colaboración de la Cepal, calculó por primera vez el PIB del Ecuador y, a partir de 1952, inició la publicación de las Cuentas Nacionales. Desde entonces, ha generado una multiplicidad de estadísticas con periodicidad semanal, mensual trimestral y anual. De todas ellas, a quienes se interesen por mantenerse al día con lo que sucede con las cifras más importantes de la economía de la nación, se recomienda centrar la atención en la Información Estadística Mensual (IEM), que se publica desde 1947. Esta publicación, que en la actualidad solo está disponible en el sitio web del Banco Central, proporciona series relativamente cortas, para años recientes, de las principales estadísticas del sector monetario y financiero, del sector público, del internacional y del real, que es básicamente el del PIB.77
En la IEM, en forma sistemática y rutinaria, el PIB aparece como variable principal en dos cuadros: en el de la Oferta y Utilización final de Bienes y Servicios (cuadro 4.3.1) y en el del PIB por industrias (cuadro 4.3.2). La IEM no se entiende con la contabilización de la producción y de la circulación de los bienes intermedios. Para informarse sobre esto hay que recurrir a la Matriz Insumo-Producto (MIP) que, después de largos años de ausencia, desde 2007 ha vuelto a aparecer con puntualidad anual. Antes de entrar en el conocimiento de estos temas, es menester dejar en claro qué es el PIB.
TRES DEFINICIONES DEL PIB
Tres son las definiciones con las cuales se trajina en este territorio. La primera dice que el PIB es el valor de la producción a precios de mercado de los bienes finales de un país, o sea de aquellos que van directamente de los productores a los consumidores en un período determinado por lo general un año. El enunciado deja saber que quedan por fuera los bienes intermedios y los bienes y servicios que no se transan en el mercado. Ejemplos de los primeros son todos los bienes no terminados que circulan entre las industrias hasta convertirse en bienes finales. Ejemplos de los segundos son el trabajo de las amas de casa y los cultivos de subsistencia de las nacionalidades indígenas.
Es práctica generalizada expresar los valores de la producción en términos corrientes o constantes. Las cifras en valores corrientes se calculan multiplicando los precios y las cantidades correspondientes a cada uno de los años bajo análisis, mientras que las cifras en valores constantes se calculan multiplicando por el precio de un año base las cantidades correspondientes a los años en consideración. El ejemplo que aparece en el cuadro 3.1 ilustra estas diferencias.
CUADRO 3.1. Valores corrientes y valores constantes
Años | Valores corrientes | Valores constantes, precios 2000 |
2000 | V00 = Q00 × P00 | V00 = Q00 × P00 |
2001 | V01 = Q01 × P01 | V01 = Q01 × P00 |
2002 | V02 = Q02 × P02 | V02 = Q02 × P00 |
2003 | V03 = Q03 × P03 | V03 = Q03 × P00 |
GRÁFICO 3.2. PIB en dólares corrientes y constantes de 2000, 1995-2010 (millones de dólares)
FUENTE: BCE, IEM, varios números
El gráfico 3.2 ilustra la importancia de distinguir entre los valores de estas dos columnas. En él se ve que, entre 2000 y 2010, el PIB ecuatoriano en dólares corrientes subió de unos 17.000 millones a unos 58.000, eso es, a más del triple, en tanto que, en dólares de 2000, el alza fue de los mismos 17.000 a unos 25.000, o sea un incremento de tan solo un 47 %. La explicación es muy sencilla. En los datos en valores corrientes se registran aumentos en las cantidades y en los precios, mientras que en los de valores constantes se registran solo las alzas en las cantidades, o sea, en las unidades físicas. Por esta razón a estos últimos también se los conoce como valores reales.
La segunda definición dice que el PIB es igual a la suma de los valores agregados que generan las diferentes actividades productivas de una economía. El gráfico 3.3 presenta en forma esquemática cómo funciona un proceso productivo. Este se inicia con el ingreso, por el lado izquierdo, de los insumos (CI) que alimentan el proceso de transformación, al interior del cual los factores de producción capital (K) y mano de obra (L), al agregar valor (VA) a estas materias primas, las convierten en un producto nuevo (Y) que sale de la caja de transformación.
Las siguientes ecuaciones sintetizan lo que se acaba de describir y relievan que los bienes intermedios (CI) no se incluyen en el PIB:
Producto total (Y) = Consumo Intermedio (CI) + Valor Agregado (VA)VA = Y – CI ∑VA = Producto Interno Bruto (PIB)
GRÁFICO 3.3. Generación del valor agregado
Otra manera de visualizar esta definición es seguir la ruta que se traza en el gráfico 3.4. En el primer bloque se ve cómo la naturaleza, con la colaboración humana, convierte la luz del Sol, el agua, los nutrientes del suelo y las semillas en granos de trigo, iniciando así una cadena productiva que, en el segundo bloque, cuando en la industria molinera el trigo se convierte en harina, aparece un segundo valor agregado que genera un tercero cuando la harina toma forma de pan.
Cabe recalcar que en cada bloque es fácil visualizar cómo los valores agregados en cada una de las tres líneas de producción (trigo, harina y pan) son también productos finales, lo cual hace que la primera y la segunda definición del PIB sean, como era de esperar, concordantes. Por otro lado, y centrando la mira en el pan, el gráfico en cuestión ayuda a comprender cómo un impuesto al valor total de estas ventas estaría gravando dos veces a la harina y tres veces al trigo, mientras que con el impuesto al valor agregado se grava solo el neto del valor total, una vez descontados los valores de los consumos intermedios correspondientes al trigo y a la harina. No hay duda de que el IVA es un avance en lo que a técnica impositiva corresponde.
GRÁFICO 3.4 Consumos intermedios y valores agregados
La tercera definición dice que el PIB es igual a la suma de los pagos a los factores primarios, que son aquellos que intervienen directamente en la generación del valor agregado. En el gráfico 3.3 se ve que estos serían el capital y la mano de obra, y que los pagos a estos factores serían igual al valor agregado o sea al PIB generado en ese proceso productivo. Estos son otros de los renglones que por mucho tiempo estuvieron ausentes de las Cuentas Nacionales, pero que, a partir de 2007, han vuelto a publicarse en forma sistemática. En la terminología de la contabilidad nacional, los pagos al capital se denominan excedente bruto de explotación y los pagos a la mano de obra, remuneración a los trabajadores. Las ecuaciones correspondientes son:
Valor agregado = excedente bruto de explotación + remuneración de los trabajadores ∑Valores agregados = PIB = ∑Pagos a factores primarios
FALENCIAS DEL PIB
Hechas las tres definiciones, se encuentra que faltan una variedad de conceptos importantes, entre ellos:
•Los productos intermedios y los productos o servicios que no salen al mercado y que, por tanto, no tienen precios con qué valorarlos, como el trabajo de las amas de casa y la producción de subsistencia de las nacionalidades indígenas. Lo curioso, en el caso del primero, es que cuando esas mismas labores domésticas se las pone a cargo de personas contratadas, esos pagos sí se contabilizan en el PIB.
•Impactos sociales y económicos de la distribución del ingreso; mejoras o deterioros en la calidad de vida de la gente; mejoras o deterioros en la calidad de los productos que se compran y se venden; proliferación de la economía informal y de las actividades ilegales.
•El valor previamente agregado por la naturaleza a sus recursos, lo cual trae como resultado la singular situación de que, por ejemplo, cuando se tumba un árbol que tomó años en llegar a su madurez, no hay ninguna partida de costo que registre esa disminución de los recursos naturales, pero sí hay partidas de ingresos que surgen de los productos que se obtienen del árbol caído.
•El agotamiento de los recursos energéticos, de los recursos hídricos, de los recursos mineros, de los recursos forestales, de las existencias de peces, de las aguas subterráneas y, en general, la depredación del medio ambiente.
Después de considerar estas falencias, la conclusión inevitable es que el PIB es una medida incompleta de la actividad económica y un indicador inadecuado del bienestar de la gente.
EL PIB REAL PER CÁPITA
A pesar de las limitaciones que se acaban de anotar, el concepto que universalmente se utiliza como el indicador más representativo del desempeño económico de cualquier país es el PIB real per cápita, esto es el PIB valorado a precios constantes, sin efectos inflacionarios, y dividido para la población. Las razones no son nada misteriosas: es relativamente fácil de calcular, es igualmente fácil de comunicar e interpretar y se presta, sin mayores problemas, para hacer comparaciones de cómo les ha ido a las economías de los países a lo largo de los años.
Para el caso del Ecuador, por ejemplo, en el gráfico 3.5 una lectura rápida de los altos y bajos que este concepto ha experimentado entre 1965 y 2017 permite identificar cuatro etapas y un epílogo por los cuales ha transitado la economía en estos años. En la primera, de 1965 a 1971, justo antes de la primera bonanza petrolera, la tasa de crecimiento anual promedio del PIB real per cápita fue tan solo de 1,0 %, lo cual explica por qué la curva se queda por debajo de la línea de tendencia. En la segunda, entre 1972 y 1981, con el primer auge petrolero, la tasa real de crecimiento promedio subió, sorprendentemente, a un 3,9 %, que no solo nos llevó sobre la tendencia, sino que, lastimosamente, no se ha vuelto a repetir. La tercera llegó, entre 1982 y 1999, con dos décadas perdidas en las cuales la tasa anual de crecimiento fue de 0,0 % y que nos llevó de regreso por debajo de la tendencia. En la cuarta, entre 2000 y 2014, impulsada por la segunda bonanza del crudo, la tasa de crecimiento subió a un 2,1 %, que sirvió para ubicarnos nuevamente por encima de la tendencia. Con la drástica caída de los precios del petróleo en el tercer trimestre de 2014, el crecimiento promedio de 2015 a 2017 fue de -1,0 %.
GRÁFICO 3.5 PIB per cápita en dólares de 2007, 1965-2017
FUENTES: 1965-2006: BCE, 85 años Series estadísticas históricas, 1927-2012 (Cuadros 4.1, 4.2 y 4.13) 2007-2017: BCE, IEM, varios números (Cuadro 4.3.1)
Cuando se considera el período 1965-2017 como un todo, se encuentra que la tasa de crecimiento promedio anual fue de tan solo un 1,5 %. Si este fuera el único indicador de lo que se ha hecho en el país en beneficio de su población, el balance de nuestros esfuerzos sería muy pobre, y no sería el adecuado. Cierto es que falta mucho por hacer; también es cierto que, a pesar de las muchas carencias que nos acosan, los ecuatorianos vivimos mejor que hace 50 o 30 años. En resumen, el PIB real per cápita es una métrica útil pero inadecuada cuando se trata de aquilatar el bienestar de la gente de una nación.
EL ÍNDICE DE DESARROLLO HUMANO (IDH)
La creciente insatisfacción con el uso generalizado de la tasa de crecimiento del PIB como la medida de los avances en el desarrollo económico de las naciones llevó al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) a diseñar una métrica que, sin dejar de lado el componente cuantitativo del PIB, incorporara dimensiones cualitativas más “centradas en la gente”. El resultado de este empeño, bajo la inspiración y dirección de visionarios como Mabbub al Haq y Amartya Sen, fue la estructuración del IDH, que se publicó por primera vez en 1990.
Luego de una prolija búsqueda de indicadores “más centrados en la gente”, los constructores del IDH decidieron incluir en él, a más del PIB per cápita, las dimensiones de salud y de educación. En el cuadro 3.2 se puede observar cómo estas dimensiones están representadas por la esperanza de vida al nacer y por el promedio de años de escolarización, respectivamente.
Llegaron a esta decisión una vez que las investigaciones que se llevaron a cabo dentro del proceso para generar el IDH demostraron la “ausencia de una correlación significativa entre crecimiento económico y avances en salud y educación [...] [siendo] esta relación [...], especialmente débil en los niveles de IDH medio y bajo”.78 En otras palabras diferencia o similitudes en el per cápita no traen consigo diferencias o similitudes paralelas en salud o en educación, lo cual se puede percibir directamente cuando se comparan las cifras de la cuarta columna con las de las dos anteriores.79