Kitabı oku: «La carrera digital», sayfa 3

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Almacenamiento

Una vez codificada esa información en unos y ceros, una de las tareas habituales es almacenarla.

Los procesadores digitales almacenan temporalmente la información en la denominada memoria RAM. Se trata de una memoria muy rápida, pero cuya información desaparece cuando deja de estar alimentada por energía eléctrica. Por ello, y porque la memoria RAM es comparativamente cara, se utilizan otro tipo de soportes más baratos y con mayor capacidad. Internamente se utilizan discos duros o memorias flash y para almacenamiento externo se puede recurrir también a memorias flash o a discos duros externos, DVD, Blu-ray, etc.

Presentación y captura

Para que los humanos podamos entender la información disponible se precisa poder presentarla, es decir, enseñársela al usuario. Para ello, se utilizan periféricos como las pantallas de ordenadores o smartphones, que traducen esa información codificada digitalmente a formatos entendibles por las personas: letras, imágenes, vídeos, etc.

Hablamos de presentación, pero en realidad estas pantallas permiten también introducir datos por parte de las personas que las utilizan, eventualmente con la ayuda de otros periféricos como teclados, ratones, lápices ópticos, etc.

La captura de información se puede producir de una forma mucho más variada que por introducción directa por el usuario. Así, por ejemplo, las cámaras integradas en los smartphones actuales son mecanismos de captura de información, en este caso fotografías o pequeños vídeos. Toda esa información, tras ser capturada, se codifica luego digitalmente como ya hemos visto.

Cuando hablemos de Internet de las cosas veremos que existen otros muchos tipos de equipos, los sensores, que pueden capturar información muy diversa.

Comunicación

La información también se puede transmitir entre ordenadores, smartphones y una amplia gama de equipos. Para ello, hacemos uso de toda una serie de tecnologías y protocolos de comunicaciones, que van desde las comunicaciones de corta distancia como la que se realiza con bluetooth, NFC o incluso wifi a la transmisión de larga distancia como la de redes móviles GSM, UMTS, LTE, etc. o comunicaciones fijas sobre cobre o fibra.

En cualquier caso, estas redes, la mayoría de las cuales son también digitales, se ocupan de entregar en destino la misma información digital que han recibido en origen.

Veremos algo más sobre comunicaciones en el próximo capítulo. De momento, nos basta con recordar que la comunicación es una de las funciones de procesamiento de información.

Tratamiento

El tratamiento es el punto del procesamiento de la información donde se añade inteligencia. El procesamiento incluye la realización de cálculos, la aplicación de reglas o el control de otras funciones de las aquí mencionadas: lectura/escritura, presentación o envío.

En el fondo, es la función fundamental, la más diferencial del mundo digital, la que le otorga una gran parte de sus capacidades disruptivas, aunque debe, lógicamente, apoyarse en las anteriores.

En resumen

Resumiendo, el procesamiento de la información, una información que es binaria, incluye estas cinco grandes funciones que acabamos de revisar:

→Codificación.

→Almacenamiento.

→Presentación y captura.

→Comunicación.

→Tratamiento.

1.2.La dualidad hardware/software y por qué es tan importante

Las máquinas son físicas, son tangibles, son palpables.

Un coche está construido con metal, plástico, goma. Lo podemos tocar. Si no estuviese tan oculto por motivos de diseño y seguridad, podríamos ver funcionar el motor. Podríamos observar los émbolos subir y bajar, el árbol de levas girar, la transmisión moverse, los engranajes girar unidos. El coche es físico y su funcionamiento también.

Una lavadora está construida también con metal y plástico. La podemos tocar. Sentimos cómo vibra y cómo se calienta cuando funciona. Si no permaneciese cerrada por motivos de seguridad, cuando está en funcionamiento podríamos observar el tambor girar y el agua y el jabón desplazarse por su interior. La lavadora es física y su funcionamiento también.

¿Y un ordenador?

Un ordenador es dual. Es físico y es lógico. En parte es físico. También lo podemos tocar. Podemos sentir cómo se calienta y escuchar el ventilador cuando se activa. Pero si lo abriésemos no observaríamos apenas nada. Ninguna parte móvil, ningún material desplazándose. Porque la esencia del funcionamiento de un ordenador no es física, sino lógica. No podemos ver los programas, no podemos ver los diferentes algoritmos que aplica ni la información que maneja.

Vamos a profundizar algo más en esta idea.

La naturaleza de lo lógico

Con los ejemplos anteriores hemos podido ver que cuando una máquina es de naturaleza lógica no produce ni movimiento ni transporte de materiales. No parece tener realidad física. Esto es válido en la práctica y nos ayuda a reconocer lo lógico a bote pronto, pero no es rigurosamente cierto.

En realidad, todo tiene un soporte físico. En última instancia, los átomos y las diferentes partículas subatómicas soportan toda la realidad que conocemos. Así que ese ordenador en funcionamiento, en el cual no apreciamos ningún tipo de actividad, en realidad sí la tiene a nivel microscópico.

Pero lo lógico, aunque se apoya en lo físico, es en esencia inmaterial y puede manifestarse físicamente de diferentes formas sin cambiar por ello su naturaleza. Por eso, desde un punto de vista macroscópico y a efectos prácticos, podemos considerar que lo lógico es inmaterial.

Suena muy abstracto, pero es fácil de entender. Veámoslo con una analogía. Los seres humanos tenemos ideas, unas ideas que en sí mismas son inmateriales, aunque de alguna forma que todavía no entendemos bien residan en las neuronas de nuestros cerebros. Cuando esas ideas se manifiestan, pueden hacerlo de distintas formas. Pueden hacerlo mediante lenguaje hablado, e incluso en ese caso, según el idioma que maneje el individuo, se manifestarán con palabras y sonidos diferentes. Y sin embargo, la idea no cambia. También pueden expresarse en lenguaje escrito, o incluso en signos para sordomudos. La idea es la misma; su manifestación física, sin embargo, es diversa.

Ya vimos que lo digital maneja información que se reduce en último término a unos y ceros. Pero esos unos y ceros pueden encontrar una realización física diversa. Pueden ser diferentes niveles de tensión (voltaje), pueden ser diferentes niveles de intensidad eléctrica (amperaje), pueden ser diferentes frecuencias o amplitudes en una onda electromagnética. Pueden incluso ser diferentes estados a nivel de electrón. Cualquier realidad física que podamos hacer variar entre dos estados puede representar un cero o un uno. Por tanto, esa realidad física que puede variar entre dos estados puede representar un bit, es decir, información digital.

La información del mundo digital es inmaterial, como las ideas, y cuando se sustancia en medios físicos (un DVD, un bus de comunicaciones, una pantalla táctil) puede hacerlo de formas diversas sin cambiar su naturaleza y significado.

Esa es la esencia de lo lógico:

Lo lógico es una realidad inmaterial que puede manifestarse de formas diferentes en lo físico, sin cambiar su significado.

Cuando lo lógico se implementa en la realidad física, lo hace apoyándose en unas tecnologías que trabajan sin partes móviles y sin flujo de materiales, como el ordenador que habíamos abierto para contemplar su interior.

Esto ausencia de partes móviles o de flujo de materiales tiene implicaciones técnicas y económicas.

Hardware y software

Esa realidad, esa dualidad físico/lógico se sustancia en la tradicional y conocida división entre hardware y software.

El hardware es la parte física de las máquinas digitales. Es la carcasa, es la pantalla, son las placas, es la fuente de alimentación, es el ratón y es el teclado. Todo aquello que vemos y tocamos de una máquina digital. Es su realidad física.

El software, por el contrario, es inmaterial. Son los datos y, sobre todo, son los algoritmos y la inteligencia que gobierna la máquina, que gestiona esos datos, que los almacena y los envía. Es lo que se convierte en programas y aplicaciones. Es lo que hace que la misma máquina, el mismo smartphone, la misma tablet o el mismo ordenador personal puedan adoptar comportamientos completamente diferentes.

Para recordar: en una solución digital común, la inteligencia y, sobre todo, la capacidad de adaptación, residen en el software.

1.3.Las raíces de la disrupción digital

Las inmensas posibilidades de lo digital, su capacidad transformadora, nacen en última instancia de las sencillas características que acabamos de repasar, unas características que, aunque sencillas a primera vista, son de una enorme potencia.

De esas características se derivan seis factores disruptivos, seis factores que explican la revolución digital:

→Uniformidad.

→Ductilidad.

→Incorporeidad.

→Replicabilidad.

→Gratuidad.

→Exponencialidad.

Veamos qué quiere decir cada una de ellas.

Uniformidad

Uniformidad significa que, desde un punto de vista físico, todas las informaciones se manejan de forma similar: se almacenan en los mismos soportes (discos duros, memorias, etc.), se tratan mediante los mismos procesadores, se comunican mediante los mismos enlaces (comunicaciones móviles, fibra, etc.). Incluso, a nivel lógico, se codifican al final de la misma forma: mediante unos y ceros.

Esto es mucho más diferencial de lo que puede parecer a primera vista. En el mundo analógico, una imagen podía soportarse, por ejemplo, en papel fotográfico si se trataba de un retrato o en papel vegetal si se trataba de un plano; un libro, sobre papel normal; un vídeo, sobre cintas de super-8; una canción, sobre un disco de vinilo o sobre una casete. Es decir, para cada tipo de información existía un soporte físico diferenciado.

No ocurre así en el mundo digital, donde todo tipo de informaciones se adquieren, almacenan, procesan y comunican de una forma similar y sobre los mismos soportes físicos.

Ductilidad

Ya vimos al hablar del software cómo las máquinas digitales, por ejemplo un ordenador personal, pueden cambiar completamente su comportamiento según la lógica que estemos aplicando o los datos que estemos utilizando.

El mismo ordenador puede visualizar una película, puede realizar un balance contable, puede editar un texto o retocar una fotografía. La máquina es la misma y, sin embargo, su comportamiento no tiene nada que ver. Y eso sucede, simplemente, porque elegimos un software diferente. Lo digital es, por tanto, dúctil: la misma máquina puede hacer cosas diferentes con la misma información.

Y no solo es que, en un momento dado, el mismo ordenador puede hacer una cosa completamente diferente. Es que, incluso, el software puede modificarse. El programa de retoque fotográfico, el procesador de textos o el software de contabilidad pueden evolucionar en el tiempo, adoptar nuevas versiones, de forma que su comportamiento muta, evoluciona en el tiempo.

Aún más, también puede variar el comportamiento según los datos o la información. En el caso más sencillo, debemos reconocer que, aunque estemos reproduciendo una película, no es lo mismo ver Sonrisas y lágrimas que Matrix. Y es que la información, la película en este caso, es completamente diferente. Quizá más importante aún: muchos programas varían su comportamiento según parámetros configurables o los datos contenidos en una base de datos.

A esa capacidad de cambiar de comportamiento de las máquinas digitales es a lo que denominamos ductilidad. Una ductilidad que es adaptabilidad y capacidad de evolución.

Incorporeidad

Como hemos visto, lo digital es fundamentalmente lógico, inmaterial. Los comportamientos y la información residen en el software, que no tiene realidad física macroscópica. Sin movimiento ni transporte de material. Es, en ese sentido, incorpóreo: sin peso, sin inercia, sin volumen.

Replicabilidad

Esa naturaleza lógica y esa ausencia de realidad física nos llevan a la siguiente característica: la replicabilidad. Replicabilidad quiere decir que los bienes digitales, tanto los datos como las lógicas, se pueden copiar con una enorme facilidad. Todos tenemos la experiencia de lo sencillo que resulta copiar un fichero, ya sea una película, una fotografía, un e-book o un programa.

No solo podemos copiarlo localmente en nuestro ordenador; es que además podemos copiarlo con enorme facilidad entre máquinas en diferentes ciudades, regiones o países. Es conocido el sencillo uso del correo electrónico, los discos en red (Dropbox, Google Drive, etc.), los clientes FTP o los programas P2P (eMule, Kazaa, BitTorrent, etc.), por poner algunos ejemplos populares.

Esto es de una enorme importancia y es absolutamente diferente a lo que sucede en el mundo analógico y el universo de los bienes y productos de naturaleza física.

Si intentamos replicar un producto físico, digamos un coche, necesitamos realmente construirlo de nuevo. Necesitamos la misma cantidad de materiales que el coche original y una gran dedicación en horas de personas y máquinas, amén del transporte del coche hasta los distribuidores o el cliente final. La «copia» en el mundo de los productos físicos tradicionales es costosa en tiempo y recursos. La copia en el mundo analógico es, por tanto, cara.

No así la de los bienes digitales. La copia de los bienes digitales no implica apenas materiales ni tiempo. Y su transporte es casi inmediato, y de nuevo sin apenas consumo de recursos. La réplica de los bienes digitales es barata, extremadamente barata.

Gratuidad

En realidad es algo más que barata. La réplica de los bienes digitales tiene un coste tan despreciable que puede considerarse, sin apenas error, gratuita.

En los bienes digitales, al igual que en los físicos, se produce una inversión inicial de tiempo y trabajo para producir el prototipo original, normalmente un software. Pero a partir de ahí su réplica es prácticamente gratuita.

Por eso se dice, utilizando el lenguaje de la teoría económica, que el coste marginal, es decir, el coste de producir una unidad adicional, es nulo en el caso de los bienes digitales.

Eso posibilita no solo una enorme productividad y competitividad, sino que incluso habilita modelos de negocio que juegan con la gratuidad de los productos y servicios.

Exponencialidad

La falta de realidad física implica falta de inercia (peso) y de necesidad de transporte. Y esto, unido al coste marginal cero, permite unos crecimientos en las ventas de los bienes digitales a un ritmo imposible de concebir en bienes físicos.

Los negocios plenamente digitales, aquellos que se han liberado de lo físico, pueden conseguir crecimientos exponenciales, crecimientos en que el ritmo de ascenso es cada vez mayor.

De ahí la explosiva expansión de los bienes digitales cuando tienen éxito.

1.4.Técnica de carrera: lo que tienes que interiorizar

→Digital es el procesamiento binario de información.

→Por información entendemos textos, números, sonidos, imágenes, vídeos, etc.

→Procesar información incluye su codificación, almacenamiento, captura, presentación, comunicación y tratamiento.

→En las máquinas digitales se distingue lo físico de lo lógico, que denominamos hardware y software, respectivamente.

→Lo lógico es inmaterial. El software es inmaterial.

→Los seis factores que hacen tan disruptivo a lo digital son: uniformidad (mismo tratamiento de todo tipo de informaciones), ductilidad (posibilidad de cambio y adaptación), incorporeidad (sin realidad física), replicabilidad (facilidad de copia), gratuidad (coste marginal nulo) y exponencialidad (crecimientos explosivos).

Capítulo 2
Realidades digitales
2.1.El mundo ya es digital

Lo digital no es el futuro o, más bien, no es solo el futuro. También es el presente. Un presente que conforma nuestros negocios, nuestra sociedad y nuestras vidas.

En este capítulo queremos repasar algunas de las tecnologías y soluciones digitales que se encuentran ya plenamente implantadas y son de uso corriente, ya sea en las empresas y administraciones públicas, ya sea en nuestros entornos privados.

Sin ellas no es posible entender la realidad digital actual y sin ellas tampoco resulta posible comprender las nuevas tendencias y posibilidades que se abren ante nosotros.

2.2.Comunicaciones

Aunque de una manera bastante inadvertida, en la raíz de la revolución digital se encuentran, como componente esencial, las tecnologías de comunicaciones digitales.

Las redes de comunicaciones digitales se encargan de la cuarta función del procesamiento de información que veíamos en el capítulo anterior: la comunicación. Por la función de comunicación conseguimos trasladar una información digital entre dos puntos (dos máquinas) distantes.

Redes de telecomunicaciones

Para comunicaciones de larga distancia se utilizan redes de telecomunicaciones gestionadas por los denominados operadores de telecomunicaciones, como pueden ser Telefónica, Vodafone, Orange, AT&T, Verizon, etc.

Desde el punto de vista físico, una red de telecomunicaciones está constituida por equipos de red (routers, tarjetas, servidores, etc.) unidos por unos cables, normalmente de cobre o fibra. Estos cables son conducidos por unos elementos como canalizaciones, cámaras de registro o postes. En el caso de las comunicaciones inalámbricas existe un componente adicional, no visible, pero también físico: el aire y el espectro radioeléctrico.

Las redes de telecomunicaciones son heterogéneas y complejas, pero como una aproximación suficiente podríamos considerar la estructura que se propone en la figura:


Ilustración 4. Estructura de una red de telecomunicaciones.

En el centro de la red se encuentra lo que denominamos el núcleo de la red. El núcleo de la red se llama así porque es el elemento central, el principal. Está constituido por nodos potentes e inteligentes, conectados por capacidades de transporte de gran cantidad de información. En el núcleo se incluyen las capacidades de envío de información, a gran velocidad y en grandes volúmenes, entre diferentes puntos. Esto incluye la capacidad de saber cómo lograr que esa información llegue desde el emisor hasta el receptor, se encuentren estos donde se encuentren. Es el denominado enrutamiento. Además, incluye capacidades para tratar congestiones y añade funciones de control. En cierto sentido, podríamos decir que el núcleo de red es la red propiamente dicha.

En el extremo, los usuarios finales disponemos de unos equipos de cliente o usuario. En los casos más sencillos podemos estar hablando de un simple terminal como un smartphone o un teléfono tradicional. Pero si pensamos también en usar Internet nos encontramos con routers y puntos de acceso wifi. Si lo que queremos es ver la televisión, aparte del propio aparato de televisión podemos usar descodificadores o videobridges. Sea como fuere, los equipos de cliente o de usuario son aquellos a través de los cuales el usuario final percibe directamente el servicio. Son los que le permiten hablar, navegar o ver la televisión y, normalmente, son de nuestra propiedad, no del operador del servicio.

El núcleo de red, aunque complejo, está integrado por un número comparativamente reducido de nodos y conexiones. Para que ese núcleo de red, relativamente reducido, pueda llegar a millones de usuarios dispersos geográficamente, entre el núcleo y los equipos de usuario se establece la red de acceso, una red capilar y que podemos imaginarnos como un árbol que, partiendo de un nodo del núcleo de red, llega hasta cada uno de nosotros, los usuarios. A la red de acceso pertenecen, por ejemplo, las estaciones base que proporcionan cobertura a nuestros móviles o las líneas de fibra o cobre que llegan hasta nuestras casas.

Finalmente, los servicios de telecomunicación son más complejos y necesitan añadir funciones especiales y plataformas de servicio. Estas plataformas de servicio son heterogéneas y en cierto modo complementarias de la red propiamente dicha. En general, están constituidas por un número pequeño de servidores inteligentes que proporcionan contenidos, incluyendo, por ejemplo, televisión, inteligencia de red (gestión de números 900), envío de mensajes cortos y un largo y creciente etcétera.