Kitabı oku: «¡Viva Cataluña española!», sayfa 10

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Además, la entidad sigue siendo observada de cerca por las autoridades republicanas. En febrero protestan por la vigilancia a la que están sometidos sus centros y por el seguimiento que se hace a sus líderes. Ese mismo mes un mitin de Ramiro de Maeztu, organizado por los alfonsinos, se ve interrumpido por el lanzamiento de petardos y los gritos de un grupo de boicoteadores que son expulsados a golpes por el servicio de orden.27

A partir de abril de 1934, siguiendo el modelo de Renovación Ciudadana, filial de Derecha de Cataluña en el Distrito IX, se constituyen en los distritos de Barcelona entidades afines al partido alfonsino. Ese mismo mes se crea Renovación Española en el Distrito V. Como vicepresidente figura el abogado Eduardo Stern, llegado de la fracasada Concentración Española. En el Distrito II se constituye el Centro Popular de Derechas. Como secretario encontramos al exmaurista Salvador Guarro Arenas, que había presidido el efímero e ibérico Ateneo de Cultura Ciudadana. Lo veremos. A finales del mes, en Gracia, es constituida por diez socios Derecha de Cataluña del Distrito VIII. En la barriada obrera de Sants se forma en septiembre Derecha de Cataluña del Distrito VII. Más adelante, ya en 1936, pasará a denominarse Centro Cultural Obrero de Sants y lo dirigirá Emilio Juncadella.

Además, en octubre el joven aristócrata Luis de Foronda, que fuera presidente de la Juventud Monárquica, presentará la documentación en el Gobierno Civil para crear la Juventud de Derecha de Cataluña, dirigida a los menores de treinta años. Los acontecimientos del día 6 retrasarán su constitución hasta noviembre.28

Un informe falangista, redactado durante la guerra, caracterizaba a estos militantes alfonsinos. Consideraba que los mayores eran «viejos españolistas catalanes, vidas rectas, honradas, modelos para la juventud, [...] conservadores en el sentido capitalista y figuras en todos los Consejos de Administración de bancos y sociedades anónimas, representación clásica de clase», y la mayoría de los jóvenes eran «adinerados, hijos de familia, sus nombres figuran en todos los ecos de sociedad, monárquicos por tradición y que destacan no por su personalidad, sí por el apellido, valientes españolistas capaces de dar su vida por España, pero incapaces de sentarse horas y horas frente a una mesa de trabajo, estudiar y resolver problemas, magníficos para desfiles y bravatas».29

Pronto algunos de estos jóvenes dejarán una fuerza reaccionaria como Derecha de Cataluña para pasar a una organización fascista. De hecho, Goicoechea, acompañado de dirigentes carlistas, había visitado a Mussolini. El 7 de abril de 1934 pasó por Barcelona de regreso de su viaje a Roma. Por esas fechas José Bertrán Güell entró en contacto con el consulado italiano con la idea de crear una sección catalana del Comitati d’Azione per l’Universalità di Roma, la «internacional fascista» que promovía Mussolini. El asunto no cuajó.30

EL FASCISMO DE MODA: EL FASCIO Y EL MOVIMIENTO ESPAÑOL SINDICALISTA

A partir del nombramiento de Adolf Hitler como canciller, a finales de enero de 1933, el debate sobre el fascismo se instaló en la opinión pública española, también entre las fuerzas políticas. Unos quieren o dicen ser fascistas, otros ven fascistas por todos lados. Todos los prohombres de la derecha se pronuncian sobre el fascismo, alaban algunas cosas, marcan distancias en otras. Los tradicionalistas y el PNE afirman que el fascismo español es el tradicionalismo. Otros proponen el nacional-tradicionalismo. Son momentos de confusión. En la prensa encontramos artículos que hablan de fascistas cuando se refieren a carlistas. En realidad, grupos reaccionarios están sufriendo un proceso de fascistización y desde la izquierda cualquier movimiento reaccionario es tachado de fascista. Pocos fascistas propiamente hablando existen en la Barcelona de 1933.

Y eso que algunos autores sitúan los orígenes del fascismo en España precisamente en Barcelona, fijándose en experiencias como La Traza y la de algunos sectores de los Sindicatos Libres. También hemos visto este discurso criptofascista en la Peña Ibérica. Pero en puridad no podemos considerar grupos fascistas a ninguno de estos proyectos.

En España solo existía un grupo claramente fascista, fundado en octubre de 1931, las JONS, lideradas por Ramiro Ledesma Ramos, pero en Barcelona no tenía organización, solo algunos lectores de su prensa. A finales de este año de 1933 eso cambiará. Lo veremos.

Un proyecto editorial hará saltar todas las alarmas antifascistas, pero no será en Barcelona. Una nueva cabecera destaca entre la prensa el 16 de marzo de 1933. Lleva su título en gruesas letras blancas sobre fondo negro, El Fascio, y como subtítulo «haz hispano». Su logotipo es el yugo y el haz de flechas, que formaba parte de la divisa de los Reyes Católicos y que ha sido recuperado como símbolo por los fascistas de las JONS. Según se explica en la revista, han escogido ese nombre porque «aun siendo extranjero en sus orígenes, hoy se ha universalizado y constituye un punto de referencia internacional. [...] Todo el mundo sabe instintivamente lo que quiere representar este signo salvador frente a otros disolventes. Frente a la Hoz y el Martillo del comunismo y frente al Triángulo y el Compás de la masonería».

Se trataba de una publicación impulsada por José Antonio Primo de Rivera y Manuel Delgado Barreto, director de La Nación, el antiguo órgano de la Unión Patriótica, del que el propio José Antonio es máximo accionista. Suman al consejo de redacción a declarados fascistas como Ernesto Giménez Caballero, Ramiro Ledesma o Juan Aparicio, y tienen el apoyo de los directores de publicaciones derechistas como Informaciones o La Época, además de a Alfonso García Valdecasas, Rafael Sánchez Mazas y la embajada italiana (González Calleja, 2012: 162-172).

La publicación contiene un artículo dedicado a la situación catalana: «Desde Barcelona, panorama catalán», de César Ordaz, un monárquico que ya había publicado artículos con tintes anticatalanistas en El Imparcial, El Nacional y otros medios derechistas. El retrato que hace de la Barcelona del momento es alarmante para los españolistas. Afirma que se vive una situación «semiindependiente», que se obliga a cantar Els Segadors y que se retiran las banderas españolas hasta de los estancos. Concluye afirmando que «solo un salvador fascismo –superación del más alto ideal nacionalista– puede ya reintegrar al amor de España». La otra participación catalana en la revista es económica, un anuncio de Cementos y Cales Freixa, empresa ligada al barón de Viver.

Este primer número de la publicación será el único. El Fascio será prohibido por el Gobierno. De hecho, este número inaugural casi no tuvo circulación porque fue secuestrado por las autoridades. Seguramente no llegó a Barcelona.

A pesar del fracaso de la iniciativa de El Fascio, José Antonio Primo de Rivera no desiste. En mayo del mismo año de 1933 se divulgan las primeras hojas de propaganda del proyecto político que quiere poner en marcha: el Movimiento Español Sindicalista-Fascismo Español (MES). Para ello se ha unido al piloto Julio Ruiz de Alda y al profesor Alfonso García Valdecasas. Intentó atraer a las JONS. José Antonio se entrevistó con su líder, Ledesma Ramos, pero no llegaron a ningún acuerdo. Ledesma los considera unos reaccionarios. Sí consigue atraer a algunos de los miembros del Frente Español, constituido por discípulos de Ortega y Gasset. Y, además, consigue dinero. Los alfonsinos se comprometen a financiar su partido a cambio de que el MES asuma un programa político satisfactorio para los monárquicos.

A pesar de considerarse fascistas, su manifiesto fundacional los presenta básicamente como un grupo de monárquicos fascistizados. Apelan a «crear un Estado viril, armonioso, totalitario, digno de los hombres de España», hablan de «espíritu juvenil», defienden la «violencia necesaria, humanitaria, cruda y caballeresca», la «Unidad y potencia de la Patria, Sindicato Popular, Jerarquía, Armonía de Clases, Disciplina, Antiliberalismo, Antimarxismo, Aldeamería, Milicia, Cultura, Estatismo Nacional, Justicia» y llaman a hacer frente a la «barbarie ruso-oriental y la disgregación melancólica de Occidente». Nada que no hayamos leído ya.

El MES se atasca. Tras su participación en algunos actos como el 2 de mayo, la Fiesta de la Independencia o el 7 de octubre, aniversario de la Batalla de Lepanto, el MES desaparecerá de la escena sin pena ni gloria, dejando paso a un nuevo proyecto, este sí fascista, la Falange Española.

Parece que en Barcelona existió un núcleo adherido al MES. La Vanguardia del primero de junio de 1933 informaba de que la policía había encontrado abandonadas en la plaza Urquinaona un paquete de hojas tituladas «Primera proclama del Movimiento Español, del movimiento sindicalista fascista». Poco más da de sí este misterioso grupúsculo barcelonés que parece solo dedicado a la difusión de propaganda llegada de Madrid.

Pero más que grupos fascistas, lo que estaban surgiendo en Barcelona ese 1933 eran grupos fascistizados, grupúsculos reaccionarios de ideología españolista y corporativista que incorporaban ideas, ademanes y símbolos del tan en boga fascismo. Grupos que desaparecen «con la misma facilidad que se forman [...] por deserción de sus componentes, cansados de la inacción; otras por haberse fundido dentro de FE» e «innumerables grupitos y capillitas» en las que «menudean en sus filas los confidentes, los estafadores y en el mejor de los casos, los principiantes con ambiciones».31

PURO Y NOBLE ESPAÑOLISMO: LA JUVENTUD DE ACCIÓN ESPAÑOLA32

A principios de 1933, «entre varios entusiastas de las Tradiciones patrias y dado los momentos de verdadera desorientación porque atraviesa nuestra madre España», se organiza la Juventud de Acción Española (JAE). Su origen estaba en el mellista Círculo Social Tradicionalista de la calle Cucurella, que tras la reunificación carlista en 1932, pasó a denominarse Círculo Tradicionalista del Distrito I. Tras la Sanjurjada, el centro quedó clausurado y cuando se reabrió en octubre, en medio de la crisis interna del carlismo barcelonés, la dirección tradicionalista decidió purgarlo de disidentes ultraespañolistas. Parte de sus juventudes fueron expulsadas. Los expulsados anunciaron en diciembre de 1932 su reorganización como Juventud Española Tradicionalista, pero desde El Correo Catalán se advirtió de que la organización anunciada no formaba ya parte del Círculo Tradicionalista del Distrito I. Serán estos disidentes carlistas, antiguos mellistas, los que den origen a la JAE. Abrirán local en Puertaferrisa 22.

A su cabecilla e impulsor ya lo conocemos, Emilio Guiamet, el antiguo miembro del Libre y dirigente de las juventudes del mellista Círculo Católico Tradicionalista. De nuevo se repetía algo habitual del mundo ultra barcelonés, la creación de un nuevo grupúsculo al entorno de un líder. Seguramente escogieron el maurrasiano nombre de JAE como evocación a aquel efímero Comité de Acción Española en el que había participado Guiamet y por aprovechar el tirón de la marca Acción Española, en referencia a la revista reaccionaria madrileña. Incluso llegaron a anunciar la charla de un miembro de la redacción de esa publicación, que nunca se concretó.

La JAE se definía como una «entidad patriótica que tiene por objeto actuar en la vida pública para defender la independencia, seguridad y prosperidad de España, respetando sus tradiciones de raza». Fija como reglas de conducta «el respecto absoluto a la religión católica» y «a los institutos armados, suprema garantía de la seguridad nacional». Lo que los define es su nacionalismo, «puro y noble españolismo». Su líder aboga «por el antipartido que recogiendo del ambiente actual las aspiraciones del pueblo español, acoja las justas aspiraciones obreras y retome a España su propio ser secuestrado por el liberalismo político».

En el momento de su constitución oficial, en marzo de 1933, tenía 28 socios, pero según informes policiales pronto llegó al medio centenar. Según documentos propios llegarían a ser 86 militantes. En mayo de 1933 anuncian el ingreso de nuevos elementos que, «ante la desorientación que impera actualmente en la mayoría de los grupos políticos de carácter españolista que conviven en esta ciudad», han optado por la JAE. Afirman, incluso, que buscan nuevo local porque se les ha quedado pequeño el de Puertaferrisa. Nunca cambiarán de sede.

El abogado y perito mercantil Miguel Franco Marco, antiguo publicista de la Unión Patriótica, será elegido secretario de Propaganda Política. Será el encargado de organizar conferencias en las que se habla de Estado corporativo, ideario nacionalista y fascismo. En un informe que enviaron en 1940 algunos de sus antiguos militantes al jefe provincial de Falange Española Tradicionalista y de las JONS (FET-JONS) de Barcelona, tratando de reivindicar su papel político y obtener así el carnet de militantes del partido único, alardean de que fueron «los primeros que luchamos y actuamos en pro del fascismo, pues las primeras orientaciones que teníamos las seguimos de Italia, porque el Fascismo no estaba creado en esta ciudad». De sus pocas acciones de calle también destacan «colgar banderas nacionales y letreros de Viva el Fascio en varios lugares de Barcelona». De hecho, el 28 de octubre de 1933, la fachada de la Universidad de Barcelona apareció con una pintada en la que se leía precisamente ¡Viva el Fascio!; quizá fueron ellos. Además, como veremos, en una habitación de la sede de la JAE encontrarán alojamiento los pocos militantes de las JONS barcelonesas.

Pero, a pesar de su supuesto fascismo, están más cerca del nacionalismo reaccionario del que provienen. De cara a las elecciones legislativas de noviembre de 1933 piden el voto para el Bloque Nacional de Derechas, la candidatura auspiciada por los monárquicos alfonsinos, «por su españolismo, ausente en otras candidaturas». Felicitan «con entusiasmo» a Albiñana en diciembre de 1933 por su elección como diputado y en enero por su discurso con motivo de la muerte de Francesc Macià, en que afirmó: «no puedo olvidar que Macià enseñó a las generaciones jóvenes de Cataluña a odiar a España». De hecho, el albiñanismo acabará atrayendo a algunos de sus militantes.

Tratan de ir más allá de las paredes de su local. En julio impulsan una comisión pro víctimas del socialismo «para llevar el socorro y la caridad cristiana a las víctimas de las luchas sociales». En septiembre hacen un llamamiento «a todos los que en la Ciudad Condal sientan con toda integridad el ideario españolista, en especial a los jóvenes, a fin de que ingresen en sus filas». Pero, más que crecer, el grupo pronto empieza a sufrir deserciones.

En octubre colaboran activamente en la celebración de la Fiesta de la Raza, acto de ecos primorriveristas. Incluso plantean una marcha desde su local de Puertaferrisa a la estatua de Colón que fue prohibida por la autoridad. La celebración quedó en un acto político en su local, en el que tomaron la palabra Miguel Franco por la JAE, José María Parés Esteban por las JONS y Fernando García Teresa de la Loma, que pronto se pasará a Falange, por la Corporación Nacional de Estudiantes, la agrupación escolar afín que impulsan. Además, se leyeron poesías de la rapsoda españolista Amparo Pérez y se izó una bandera de la Raza.

En la foto que publicó el Diario de Barcelona del acto, se puede ver en primera fila sentadas a seis mujeres, dos de ellas adolescentes, todas atildadas con sus mejores galas. Las señoras lucen elegantes pamelas o sombreros, llevan guantes y collares. Detrás, de pie, hay cuatro mujeres más, una de ellas con un ramo de flores en sus manos, quizá la rapsoda, y una veintena de hombres, no todos jóvenes, que visten traje y corbata o lazo; dos de ellos saludan con la palma de su mano abierta y extendida a media altura, una especie de saludo a la romana sui generis. Delante se ven algunos niños sentados en el suelo, lo que le da a la celebración un aire familiar. No tiene, para nada, apariencia de acto fascista.

La actividad política de la JAE no había pasado desapercibida a las autoridades republicanas. Será una de las organizaciones suspendidas durante la oleada de detenciones y cierres de locales de la extrema derecha de julio de 1933.

EL COMPLOT ANARCO-MONÁRQUICO DE JULIO DE 1933

El fascismo y los supuestos fascistas preocupan al Gobierno republicano. Tras el ascenso de Hitler al poder se ve como un peligro real. Todo el primer semestre de 1933, en la prensa republicana se airean supuestos complots fascistas. En marzo hay un altercado en Barcelona entre fascistas italianos y transeúntes antifascistas. En abril, Joan Comorera, diputado socialista, denuncia en el Parlament la actitud del consulado alemán y pide un mayor control de las organizaciones fascistas. La paranoia fascista se ha instalado en la sociedad.

El 23 de julio la Dirección General de Seguridad inicia una campaña, simultánea en varias ciudades, contra los extremistas. Los registros, las detenciones y las clausuras de locales afectan a anarcosindicalistas, pero también a entidades y personalidades de la extrema derecha, los supuestos fascistas.

En Barcelona, ese día la policía clausura las sedes de la Peña Blanca y de Derecha de Cataluña. Al día siguiente se cierra la sede de la JAE y son detenidos los abogados Enrique de Olano y José Bertrán Güell cuando se presentan en el Gobierno Civil para protestar por el cierre del local monárquico. Paralelamente se están registrando y clausurando locales de la CNT y se ha detenido a más de doscientos sindicalistas.

Dos días después, el 25 de julio, se clausura la Peña Nos y Ego y algunos centros carlistas. Además, son arrestados dos clásicos de las batidas policiales en el mundo ultra barcelonés, Carlos López Manduley, al que incautan cartas de Albiñana y documentos del suspendido PNE, y René Llanas de Niubó, que en esos momentos es secretario de la AET y que durante los últimos meses no ha parado en su faceta de publicista. La policía, que los debía seguir, los ha detenido cuando mantenían un encuentro en la plaza de Cataluña. Ese día siguen las detenciones en medios monárquicos.

Pero estos fantasmagóricos complots anarco-monárquicos tenían poco recorrido. La mayoría de los detenidos son puestos en libertad en pocas horas. Las sedes clausuradas lo serán por poco tiempo. El 6 de agosto se levanta la clausura a la Peña Nos y Ego, el 8 al local de Derecha de Cataluña, los círculos tradicionalistas y los locales sindicales, el 18 a la Peña Blanca, la JAE y las sedes cenetistas que todavía estaban cerradas.

Algunos fascistas o fascistizados dan respuesta. A principios de agosto la prensa informa de que en algunas calles han aparecidos pegados en las paredes pasquines de contenido fascista sin firma. La Humanitat, órgano de prensa de ERC, especialmente sensibilizado con el tema, lo reproducía en sus páginas:

¡Adelante el Fascio Español!

Es un hecho. Avanza. Es inútil quererse oponer con mítines, guardias de asalto, amenazas de detenciones, etc. porque en esta España cobarde, resignada a los atropellos, vejaciones, expoliaciones y pactos soviéticos; que con marca de esclavo ve avanzar la ola roja, es el fascismo el único movimiento viril de hombres que guiados sólo por el patriotismo, han de hacer la España libre, de orden, de paz y trabajo, dignidad continuadora de la tradición y la historia, respetada y admirada por todos.33

La paranoia antifascista sigue. La noche del 11 de agosto de 1933 el sereno encuentra en la calle Riera de Casolas un machete, una funda de máuser y un carnet, con número 14.748, del Partido Fascista Español a nombre de Santiago Sentís, un comerciante de 40 años. La policía se moviliza. Sentís es detenido. Su casa es registrada. Se afirma que se ha encontrado una pistola y una ficha de afiliado al Fascio Español. Pero pronto el interfecto está en libertad.

Según la policía todo es un montaje. Ha sido una venganza. Santiago Sentís, propietario del Bazar La Única de la calle Salmerón hace días que es acosado por vecinos de Gracia. Le acusan de intentar abusar de sus empleadas. Desde principios de agosto las protestas delante de su tienda se suceden a diario. El día 10 es apedreada la fachada, rotos los cristales, y son detenidos dos de los alborotadores. Parece que alguien ha querido aprovechar la creciente paranoia fascista para vengarse del tendero de las manos largas. Finalmente, el comerciante será multado con 500 pesetas por el gobernador civil por sus intentos de propasarse con sus trabajadoras.

La represión no disuade a los ultras barceloneses. Ese mismo mes de agosto hace su aparición pública un nuevo grupo que aspira a convertirse en una especie de plataforma unitaria del españolismo en la Ciudad Condal.

UN ESPACIO UNITARIO ESPAÑOLISTA: LA UNIÓN SOCIAL HISPÁNICA34

La Vanguardia del 19 de agosto de 1933 se hace eco de un nuevo manifiesto político:

España ha de regirse con arreglo a las normas que marca su espíritu nacional, recogiendo el espíritu de sus diversas regiones dentro de una bien entendida autonomía; fracasado el actual parlamentarismo, según sus usos y normas actuales, hay que organizar más eficazmente la representación de las clases productoras; todos los trabajadores españoles tienen derecho a la creación de un Estado que siendo patrimonio común de ellos suprima la lucha de clases, haciéndola innecesaria con su espíritu de justicia; [...] la agrupación se declara contraria al marxismo y defenderá la propiedad privada de los españoles legítimamente adquirida; el Estado español debe ser reformado profunda y radicalmente para darle la eficacia que hoy no tiene.

Es la presentación en sociedad de una nueva organización españolista, antiparlamentaria, corporativista y antimarxista, que se había creado el mes anterior: la Unión Social Hispánica (USH). Ellos afirmaban que no eran de derechas, ni de izquierdas, sino humanistas.

La agrupación había sido impulsada por personalidades españolistas de la ciudad, como los militantes del Partido Liberal Catalán (PLC). Como habíamos visto, los abogados Francisco de P. Holgado y Eduardo Stern se habían presentado a las elecciones municipales de abril de 1931 como candidatos liberales con unos resultados desastrosos. Serán dos de los integrantes del Partido Liberal que se opondrán a la integración de este en el Partido Republicano Radical, como había decidido en junio de 1931 la mayoría de sus militantes.

Los disidentes se reorganizarán en octubre de 1931 bajo la antigua denominación de PLC y elegirán como presidente al abogado Clemente Viscarri Torres. No eran más de una treintena. El PLC acentuó su españolismo como símbolo de identidad. Al nuevo PLC también se adherirá brevemente la Juventud Liberal de Barcelona, que acaudillaba Joaquín Jiménez de Alcaraz, aunque pronto se distanciaría para crear la Juventud Agraria. Clemente Viscarri será el encargado de entregar la documentación, en catalán, para la legalización de la USH ante el Gobierno Civil. Entre los primeros asociados había otro abogado que había tenido algún escarceo catalanista, pero que ahora retornaba al españolismo que ya había profesado, el manresano Mariano Calviño de Sabucedo Gras, hijo de militar y expresidente de la Juventud de Unión Patriótica de Manresa, así como un escritor que dará mucho que hablar en este libro, Luys Santa Marina.35

Otro impulsor de la USH era Pompeyo Claret, al que acompañan algunos antiguos correligionarios del efímero Comité de Acción Española. Tras la proclamación de la República, Pompeyo Claret se había centrado en su carrera de abogado. Parece que políticamente no encuentra ubicación. En octubre de 1931 había realizado una conferencia para el izquierdista Ateneu Enciclopèdic Popular con el título de «La justicia social y los nuevos rumbos del derecho». En diciembre de 1932 es uno de los impulsores de la delegación catalana de la Unión Internacional Panaeuropea, una organización cuyo objetivo es la unidad de una Europa cristiana, libre de «nihilismo, ateísmo y el inmoral consumismo». En 1933 se acerca a los radicales y en octubre de ese año figura como vocal de la Agrupación Republicana Radical Justicia y Libertad, para en 1934 pasarse al diminuto Partit Agrari de Catalunya. En junio de ese año es uno de los firmantes del manifiesto de los agrarios contra la rebelión de la Generalitat a raíz del conflicto de ley de contratos de cultivo. Además, sigue dirigiendo la comisión del Homenaje a los Mártires de la Independencia.

La USH se constituyó oficialmente el 18 de julio de 1933 y eligió como primer presidente al industrial Francisco Llana Buenaventura. En la junta, además de Viscarri y Claret, que era el jefe de propaganda, figuraban Francisco Miquel de Veciana, otro abogado, oficial honorario de los Mossos d’Esquadra por ser descendiente del fundador del cuerpo. Ejercía como secretario el comerciante Rafael García Aroca, un exupetista, que había sido teniente de alcalde del Distrito V y que en 1930 había pasado al PLC. Como contador figuraba un futuro falangista, el madrileño Leopoldo Audemar Flores.

La entidad crece, se incorporan nuevos socios, entre ellos Rupert Lladó, un carlista de acción que ya conocemos como conspirador, y el exupetista José María Tomás Álvaro, que además de abogado era oficial de complemento, los dos con antiguos vínculos con los Sindicatos Libres. En octubre se suman treinta socios más, entre ellos Emilio Guiamet de la JAE. En noviembre se asocian ultras como el alfonsino Pedro Bosch-Labrús o José Ferrando Albors, antiguo presidente de los socialistas-monárquicos, que acaba de registrar en octubre el Partido Nuevo Catalán de Amor a España y al Orden,36 un nombre que resume su programa. Se trataba más de una peña de veteranos del Sindicato Libre alrededor de Ferrando Albors, que de un partido.

La USH está en expansión, ya pasan del medio centenar. Está consiguiendo convertirse en un espacio unitario del españolismo ultra barcelonés. Se crea una sección juvenil y se habla de secciones deportivas, de hecho, se formó un equipo de fútbol y un grupo escénico. Parece que también llega financiación. El local de plaza Cataluña se queda pequeño y en octubre trasladan su sede a un amplio principal en Cardenal Casañas 15-17. En diciembre llegarán a superar los 120 socios y nacerá su Sección Femenina.

Ante la convocatoria de las elecciones legislativas de noviembre de 1933, a pesar de sus declaraciones antiparlamentarias, habían discutido si presentar candidatura propia. Finalmente optan por hacer público un manifiesto en el que piden un frente único de derechas y organizan una secretaría política para trabajar con ese objetivo. Durante la campaña celebran un mitin bajo el lema Patria, Paz y Trabajo. Nada logran. Como no llegan a ningún acuerdo se abstienen de pedir el voto para ninguna candidatura.

Tras las elecciones continúan su campaña de difusión de su ideario: «la creación de un Estado corporativo representado por todos los gremios o sindicatos de la nación libremente elegidos por ellos». Su receta es muy parecida a la de otros grupos reaccionarios: Estado único, paz social y sindicación forzosa en corporaciones.

Los jonsistas decían de la USH que era «más o menos fascista; pero que ni se atreve a declarar su carácter fascista, ni romper netamente con el regionalismo (su primer manifiesto fue bilingüe)» y afirmaban que llevaba una «vida lánguida».37

La JAE y la USH no son las únicas entidades españolistas que nacen en Barcelona en ese año de 1933. También los ibéricos se reorganizan.

LA TAPADERA IBÉRICA: EL ATENEO DE CULTURA CIUDADANA DE BARCELONA38

Tras el fracaso de la Sanjurjada y otras conspiraciones, los ibéricos han sido puestos de nuevo en el punto de mira de las autoridades republicanas. Desde que en abril de 1931 les saquearon su local en ronda Universidad no tienen una sede fija. Se reúnen en el Mirza y otros bares elegantes del paseo de Gracia o en casas particulares. No pueden abrir un local como Peña Ibérica; les caería encima la policía y no solo esta. Como tantos grupos ultras, «para disponer de un mayor radio de acción», deciden contar con una tapadera.

En mayo de 1933, Salvador Guarro Arenas, un viejo correligionario de Salvador Palau, con el que había coincidido en la Sección Escolar Maurista y el Círculo de Acción Monárquica del Distrito VI y que después había militado en la Juventud de Unión Patriótica, inicia los trámites ante el Gobierno Civil para legalizar una nueva entidad. Se llamará Ateneo de Cultura Ciudadana de Barcelona. En el artículo primero de sus estatutos afirma que «tendrá por objeto el estudio general de las Ciencias y de las Artes en todas sus diversas formas y a la propaganda cultural» y en el segundo, que «la entidad se declara ajena a toda idea política, social y religiosa». Todo muy neutro. En junio de 1933 son legalizados. Tiene su local en un principal de la Rambla de Cataluña, 58. En julio se reúnen 28 socios de la entidad para designar junta directiva. Se preocupan de que no haya en ella ninguno de los ibéricos más señalados. Como presidente figura el propio Salvador Guarro, como vicepresidente, Manuel Lemmel.

Con la nueva entidad como tapadera, los ibéricos no dejan de conspirar. Esa primavera preparan un nuevo atentado. Se quiere vengar a los estudiantes carlistas y los militares muertos durante la Sanjurjada. Se pretende asesinar al capitán Arturo Menéndez, director general de Seguridad, que tuvo un papel decisivo en la neutralización del intento de golpe de Estado. El taxista libreño Carlos Maristany Casadevall y el tarrasense Francisco Abad Nualart, hijo de unos conocidos fabricantes de pasta, que también había actuado de pistolero del Libre, se ofrecen para realizar el atentado. De nuevo todo queda en aguas de borraja. También con motivo de las elecciones de noviembre de 1933 reciben orden de movilización. Visto el nulo resultado de las últimas veces, deciden no actuar.

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