Kitabı oku: «Embarazo, parto y primer año de vida», sayfa 2
¿Qué hacer con las adicciones? Alcohol, tabaco y drogas
Si bien toda mejora que implemente la futura mamá en su vida repercutirá benéficamente en el bebé, más allá del tiempo en que sea implementada, lo cierto es que cuanto más temprano se instrumente, más beneficiado se verá el pequeño. Especialmente en lo vinculado a la ingesta de bebidas alcohólicas, tabaquismo y consumo de drogas, lo mejor es abandonar estos hábitos (en caso de que se los tenga) ni bien comience a buscar un embarazo, de manera tal que su cuerpo tenga tiempo de desintoxicarse de ellos. ¿Qué efectos causan estas sustancias en el pequeño? Explicamos:
La ingesta de bebidas alcohólicas ejerce un efecto muy tóxico sobre el bebé ya que tiene la capacidad de atravesar la placenta y entrar en la sangre del pequeño con la misma concentración que en la sangre materna. Un consumo moderado de alcohol (digamos, un vaso diario de vino) por parte de una embarazada está directamente vinculado al bajo peso en el momento del nacimiento. Un consumo más importante puede hacer que el niño nazca, por ejemplo, con algún grado de retraso mental.
En cuanto al tabaquismo, comencemos por decir que los cigarrillos poseen una serie de sustancias tóxicas (plomo, alquitrán, etc.) que, como no podía ser de otra manera, afectan al bebé de la futura mamá fumadora. Además, muchos estudios revelan que es un vicio que tiene incidencia en la ruptura prematura de membranas, puede dar lugar a anormalidades en la placenta e incrementa el riesgo de que el niño nazca con un peso menor al recomendable.
Las drogas ilegales conllevan siempre efectos nocivos durante la gestación, pero tal vez la más riesgosa es la cocaína. Las mujeres adictas a esta droga tienen más probabilidades de tener un parto antes de la fecha indicada, los recién nacidos tienen menos peso del conveniente y suelen ser más irritables y padecer trastornos, tanto físicos como emocionales, a largo plazo. Asimismo, la cocaína puede producir en la mujer gestante trastornos cardíacos e hipertensión.
La cuestión de la edad
¿Hasta que edad es conveniente tener un hijo? ¿Es más difícil lograr un embarazo luego de los 35 años? ¿Qué riesgos implica un embarazo luego de esa edad? ¿Pueden minimizarse esos riesgos? Éstas y otras preguntas similares han surgido en las últimas décadas en mujeres y parejas de clase media y alta. La razón de ello es que la cultura actual de esos segmentos sociales hace que la maternidad sea postergada en pos de la búsqueda de la realización profesional y laboral de la mujer. Asimismo, las parejas estables suelen conformarse a una edad relativamente avanzada (luego de los 25 o 30 años) y ése es otro factor que influye en la postergación de la búsqueda de un hijo, amén de que muchas mujeres maduras profesionales y solas se plantean y llevan a cabo la decisión de ser madres solteras. Sin embargo, en todos estos casos hay algo fundamental a tener en cuenta: las pautas sociales y culturales con relación a la edad de la maternidad han cambiado, pero el reloj biológico de la mujer, no. ¿Qué quiere decir esto?
Por reloj biológico, se entiende el tiempo en el cual una mujer es capaz de tener un hijo sin recurrir a los adelantos médicos y tecnológicos de ayuda, período que se extiende desde la menarca o primera menstruación hasta la última. Se trata de un lapso que dura un poco más de 30 años, desde los 12-14 años hasta los 45-50.
Tal como decíamos, en los últimos tiempos, se ha corrido la búsqueda de un embarazo hacia edades más avanzadas, pero el reloj biológico no se ha modificado, lo que significa que si aparecen dificultades para lograr un embarazo, el tiempo para consultar a un especialista e intentar remediar el problema es menor.
Por otro lado, además del tema del reloj biológico, también se sabe que, si bien la menstruación se retira entre los 45 y los 50 años, impidiendo luego de esta fecha la posibilidad de tener un hijo biológico, a partir de los 35 años la fertilidad de la mujer comienza a decaer y el logro de un embarazo se torna más difícil, especialmente después de los 40 años.
Asimismo, en caso de que efectivamente se logre el embarazo luego de los 35 años, las posibilidades de aborto se ven aumentadas con relación a una mujer más joven, debido a que la calidad de los óvulos va decayendo. También se observa un incremento de las enfermedades cromosómicas.
Por supuesto, todo ello no indica de ninguna manera que el embarazo no deba ser buscado ni producirse a partir de esa edad. Pero implica la implementación de actitudes, medidas y precauciones que no serían tan necesarias de tener en cuenta a los 20 o 25 años. Éstas son:
Si usted está buscando un embarazo luego de los 35 años, y no lo logra en pocos meses, no debe perder el valioso tiempo que le queda para conseguirlo. Concurra de inmediato a un especialista en esterilidad para ver qué es lo que está sucediendo. El médico indicará los exámenes y procedimientos a seguir para conocer las causas. Lo usual es realizar un espermograma completo (análisis del semen) de su pareja, un estudio hormonal suyo y una histerosalpingografía (radiografía de útero) que permite evaluar el estado de la cavidad uterina y las trompas de Falopio.
Una vez completado estos estudios básicos se decidirá cómo conviene buscar el embarazo, si por vía natural o mediante alguna de las denominadas técnicas de reproducción asistida: inseminación artificial, fecundación in vitro, etc.
Logrado el deseado embarazo, además de los exámenes prenatales de rutina, el médico podrá pedir otros análisis que se efectúan casi exclusivamente a futuras mamás de más de 35 años y que tienen como objetivo principal investigar si existen enfermedades cromosómicas en el feto. Los más usuales son: control médico cuádruple, translucencia nucal, amniocentesis y biopsia de vellosidad coriónica. Para saber en qué consisten y qué es lo que detectan, vea en el capítulo 8: “Exámenes prenatales especiales”.
Otra cuestión de edad: los embarazos adolescentes Los riesgos de comenzar un embarazo luego de los 35 años es un tema bastante divulgado. De hecho, existen libros que abordan exclusivamente la cuestión. Sin embargo, no existe mucha información acerca de los riesgos que conlleva un embarazo en el otro extremo de la vida reproductiva que es la adolescencia. Las adolescentes, al no haber llegado aún a una maduración completa de sus sistemas, tienen más riesgo de padecer presión arterial elevada y anemia, y están más expuestas a un trabajo de parto prematuro (presentar contracciones antes del término del embarazo) o muy prolongado. Vale destacar que estos riesgos aumentan en las embarazadas menores de 15 años. |
Preguntas a hacerse antes de tener un hijo
La decisión de traer un hijo al mundo es una de las decisiones más importantes que se pueden tomar en la vida. Sin embargo no existe un momento ideal para hacerlo. Por supuesto, algunos son especialmente malos, como por ejemplo: traer un hijo al seno de una pareja en crisis para ver si el pequeño “salva” la relación, o cuando no hay recursos suficientes para el cuidado más indispensable y sin contar con asistencia médica, etc. Pero también hay que considerar que si se espera el momento “ideal” para tener un hijo, es posible que nunca llegue. En realidad, salvo situaciones muy particulares, se puede tener un hijo cuando de verdad se quiera hacerlo y se sienta el compromiso de otorgarle a esa personita que llegará al mundo toda la atención necesaria.
Para esclarecer un poco la cuestión (ya sea para usted misma o en el seno de su pareja) contestarse estas preguntas puedan serle de gran ayuda:
• ¿Por qué deseo tener un hijo? ¿He tomado la decisión por mí misma o he cedido a la presión de mi pareja, mis padres o alguna otra persona?
• ¿Me gusta pasar tiempo con los niños? ¿Me veo a mí misma como madre?
• ¿Qué me gustó de mi infancia? ¿Qué cosas no me gustaron? ¿Qué infancia deseo para mi hijo?
• ¿Cómo influirá un bebé en la relación de pareja? ¿Estamos listos para ser padres?
• Si no estoy en pareja: ¿me siento preparada para criar a un niño sola? ¿Cuento con alguien que me ayude en esta tarea?
• ¿Cómo afectará el bebé mis planes futuros, educacionales, laborales, profesionales, etc.?
• ¿Mi pareja y yo tenemos diferencias religiosas o étnicas? ¿Cómo podrían afectar al niño y de qué forma pensamos manejarlas?
• ¿Cómo tengo pensado cuidar a mi hijo, bajo qué pautas, con qué parámetros?
• ¿Estoy dispuesta a criar a un niño con problemas de salud o con necesidades especiales?
• ¿Estoy dispuesta a implementar en mi vida todos los cambios que requiera la crianza de mi hijo?
CAPÍTULO 2
Estar embarazada
El comienzo del embarazo o fertilización se produce cuando un espermatozoide se une con un óvulo para formar una nueva y tercera célula. Éste es el principio de un misterioso y maravilloso proceso que, al cabo de nueve meses, hará que salga del cuerpo materno un bebé perfectamente formado. Pero, ahondemos más en esta sinopsis que acabamos de presentar.
Durante todos los años de fertilidad (desde la primera menstruación hasta la menopausia) los ovarios liberan óvulos de manera cíclica a razón de uno por mes aproximadamente. Cada uno de estos ciclos se extiende un promedio de veintiocho días y está controlado por distintas hormonas.
El ciclo comienza en el día uno, el día en que aparece la menstruación. Efectivamente, la presencia de un nuevo sangrado vaginal es índice de que ha comenzado a tener lugar un ciclo ovárico más. Esto quiere decir que días después, un óvulo será liberado por el ovario, entrará en la trompa de Falopio y, a través de ésta, se irá trasladando lentamente hacia el útero que, a su vez, se ha ido preparando para la posibilidad de comenzar a albergar un embarazo.
Alrededor del día catorce –es decir durante la ovulación– se produce el momento de mayor fertilidad: el óvulo se encuentra en un determinado sector de la trompa de Falopio y es sólo en ese período y en ese lugar donde puede ser fecundado por un espermatozoide. Si esto no sucede, el óvulo y otros tejidos son despedidos a través de la menstruación y comienza un nuevo ciclo. Si, por el contrario, la fecundación se produce (si el espermatozoide se ha encontrado con un óvulo y lo ha penetrado) el embarazo comienza.
Primeros síntomas
Muchas mujeres sospechan estar embarazadas antes de que cualquier análisis lo confirme. Más aún: algunas veces el análisis se efectúa (especialmente el test comprado en la farmacia y realizado en la casa) porque esos síntomas se hacen presentes aún antes de que se produzca el atraso menstrual. ¿Cuáles son esos síntomas? Por supuesto, podrán variar de mujer en mujer, pero existen ciertas señales “clásicas” y son las siguientes:
• Debido a que las modificaciones hormonales que tienen lugar durante la gestación repercuten de manera notable sobre el aparato digestivo, ni bien comenzado el embarazo suele producirse: salivación más abundante que la habitual, náuseas y vómitos (especialmente al levantarse y durante el transcurso de la mañana) y ataques de hambre. Estos ataques, una vez que se ingiere el alimento que los calma, suelen ser seguidos de una sensación de saciedad absoluta o excesiva y hasta de cierta sensación de asco.
• Con relación al aparato circulatorio suelen aparecer episodios de taquicardia (aceleración de los latidos cardíacos).
• Debido a que las mamas comienzan a prepararse para la futura lactancia, se produce uno de los síntomas más característicos del inicio del embarazo: la hipersensibilidad en los pezones, además del aumento del volumen de los senos, lo que provoca molestias mamarias.
• La exacerbación del olfato suele ser notable. Olores que antes no se percibían ahora sí y suele ser común también la intolerancia ante aromas que el resto de la gente tolera, disfruta o, tal vez, ni siquiera llega a percibir.
• La modificación del gusto es otra de las consecuencias de la revolución hormonal que está teniendo lugar. Es posible que algunas comidas que antes le resultaban agradables se tornen casi intolerables, así como puede suceder que se sienta inclinada a comer alimentos que antes le resultaban desagradables.
• Otro síntoma claro que aparece prácticamente desde el primer momento es un estado general de somnolencia, cansancio y fatiga generalizada. Es probable que necesite dormir más de lo habitual y, que si no lo hace, el cuerpo le haga sentir esa falta.
Y, por último, la señal más clara pero muchas veces, no la primera en aparecer: la amenorrea, o ausencia del período menstrual. En general, en un principio puede deberse a un atraso, pero al extenderse en el tiempo debe considerarse como una falta que indica el estado de embarazo.
Métodos de confirmación del embarazo
Una vez que se sospecha este estado, lo mejor es tratar de confirmarlo lo antes posible. Hoy en día, existen múltiples vías para hacerlo, pero todas ellas funcionan con el mismo mecanismo de base: medir el nivel de la hormona GCH (gonadotrofina coriónica humana) producida por la placenta unos 10 días después de la fertilización.
Las posibles vías para confirmar el embarazo son:
• Análisis de sangre: es la modalidad que ofrece los resultados más exactos ya que no sólo confirma o no el estado de embarazo, sino que permite medir el tiempo de gestación. Se realiza en un laboratorio.
• Análisis de orina: también es un análisis de laboratorio, pero no mide el tiempo de gestación; sólo confirma o no el estado de embarazo.
• Los tests que se venden en farmacias constituyen una tercera opción que ha tenido gran difusión en las últimas décadas, ganando gran popularidad por razones muy comprensibles: se encuentran a mano en cualquier momento, su costo no es alto, resultan fáciles de usar y sus resultados están casi al instante. Se hacen sobre una muestra de orina y confirman o no la gestación sin especificar el tiempo. Si el test se realiza correctamente, su precisión se calcula entre el 97 y el 99%.
Algo importante: en cualquiera de los tres tipos de exámenes que acabamos de detallar un resultado positivo es prácticamente 100% seguro, mientras que no sucede lo mismo en el caso de los resultados negativos. Muchas veces el embarazo existe, pero es aún tan incipiente que la presencia de la GCH es mínima y no puede ser detectada.
Cómo calcular la fecha probable de parto
¿Cómo puede usted saber la fecha del nacimiento de su hijo? En rigor de verdad, no existe ninguna forma certera de que la sepa. Sí, en cambio, se cuenta actualmente con los mecanismos para conocerla con bastante precisión.
Entre el momento de la concepción y el parto transcurren alrededor de 38 semanas o, 40 semanas a partir del primer día de la última menstruación. Día que se utiliza para determinar la fecha aproximada del parto.
La fecha probable del nacimiento será entonces a las 40 semanas (280 días) contadas a partir del día de inicio del último período menstrual.
El cuadro que se presenta a continuación permitirá tener una idea aproximada del día en que se producirá el parto.
Puede hacerlo de la siguiente forma:
• Busque en el cuadro de abajo la fecha de su última menstruación (FUM). Para ello, señale el mes y el día de la FUM en la primera fila, por ejemplo: 29 de octubre.
• Una vez señalada la fecha, identifique el número que se encuentra (5 siguiendo el ejemplo) y el mes al que corresponde (agosto). Esto significa, que la fecha estimada de parto es el 5 de agosto.
FECHA PROBABLE DE PARTO
CAPÍTULO 3
Algunas elecciones fundamentales
Hasta hace relativamente poco tiempo, el parto era un acontecimiento sobre el cual la mujer tenía poca información y aún menos poder de decisión. Desde que ingresaba a la clínica o al hospital era sometida a una serie de prácticas más o menos rutinarias (rasuramiento del vello púbico, enema, etc.) y si alguna parturienta hubiera “osado” rehusarse a alguna de ellas o, más simplemente, cuestionarla, seguramente médicos y enfermeras hubieran creído estar soñando. Es que durante buena parte del siglo XX se consideró que el parto era asunto exclusivamente médico y se lo encaraba de manera tal que la parturienta prácticamente no tenía ni voz ni voto en el asunto. Afortunadamente, ahora las cosas están cambiando: la mujer puede y debe ser escuchada en sus preferencias y elecciones sobre este momento tan trascendental en su vida. Este capítulo trata sobre las elecciones que deberá hacer una mujer y su pareja a la espera de un hijo.
La elección del médico
Elegir un médico siempre es un paso fundamental, cualquiera sea la circunstancia. Pero en el caso del seguimiento del embarazo y parto, esa elección implica características especiales. El profesional elegido será quien la acompañará en un proceso de nueve meses, contestará sus dudas, verificará que todo marche según lo deseado y planeado y, en caso de no ser así, tomará las decisiones para conocer las quien usted establecerá un vínculo muy cercano y es importante que sea una persona a la que pueda tenerle mucha confianza y que pueda contenerla emocionalmente, ya que usted, además de expectativas e ilusiones, también experimentará ciertos temores. ¿Cómo saber si está eligiendo el médico adecuado? Aquí esbozamos algunas pautas que podrán servirle de guía:
• Pregunte entre sus amigas o conocidas con hijos si han sido atendidas por un buen ginecólogo obstetra en sus partos, de manera tal de volver a elegirlo en caso de embarazarse nuevamente. Si recibe una respuesta afirmativa, indague acerca de por qué lo consideran de esa manera. Tal vez lo que para una mujer sea eficiencia, para otra sea frialdad y el hecho de que una amiga suya se haya sentido cómoda con él no significa que a usted le suceda lo mismo.
• La confianza y la comodidad son elementos claves para que usted se sienta tranquila en su embarazo y parto. Si en la primera entrevista que tiene con el médico elegido, no se siente cómoda, cambie de profesional sin dilación. Cuanto más temprano encuentre al adecuado, será mejor para usted y para el bebé.
• En cuanto a cuestiones más objetivas, los méritos del profesional no son un asunto menor. Ser un médico reconocido, formar parte de una asociación profesional respectiva, ejercer la docencia universitaria o trabajar en un hospital público o universitario son, a todas luces, cuestiones que deberán “sumar puntos” a la hora de escoger un médico.
• Algunas preguntas concretas podrán ayudarla a esclarecer el tema si se encuentra indecisa:
❍ ¿Se siente cómoda durante la consulta?
❍ ¿La escucha y se toma el tiempo necesario como para explicarle todo lo que usted necesita?
❍ ¿La ubicación y el horario de la consulta le resultan aceptablemente cómodos?
❍ ¿Le parece apropiada la edad y el sexo del especialista?
❍ ¿Con qué equipo médico trabaja?
❍ ¿Cuál es su filosofía en cuanto a todo aquello que la implicarán a usted y a su bebé: posición ante el parto, presencia del padre en el mismo, lactancia, etc.?
❍ ¿Cuál sería la conducta del especialista en el caso de presentarse urgencias o complicaciones?
Escoger el curso preparto
Muchas instituciones ofrecen este tipo de curso que recibe, de acuerdo al ámbito, nombres distintos: psicoprofilaxis para el parto, clases para el nacimiento, educación para el parto, psicoprofilaxis perinatal, etcétera. Asimismo, varían en cuanto a costo, temas abordados, frecuencia de las clases, concepción del embarazo y parto de los profesionales que lo dictan, etc. Por dar sólo un ejemplo, algunos cursos son eminentemente prácticos y se basan en la enseñanza de técnicas de relajación y respiración para afrontar el parto, mientras que otros preparan a los futuros padres desde un lugar más teórico y hasta espiritual para, por ejemplo, asumir sus futuras responsabilidades de la manera en que resulte mejor para la familia.
Por ello, a la hora de elegir uno de estos cursos, es importante que, de manera similar a cómo lo hizo o lo hará con el médico, se informe bien acerca de sus contenidos a fin de encontrar el que cubra sus expectativas y necesidades. A continuación, presentamos un conjunto de preguntas que le podrá ayudar:
• ¿Cuál es la duración y frecuencia de las clases? ¿Puedo asegurar que, salvo algún imprevisto, podré asistir a todas ellas?
• ¿Se dicta en alguna institución reconocida o en un ámbito particular?
• ¿Cuál es el programa que orienta o rige el curso? ¿Qué o cuáles aspectos aborda de manera predominante: el físico-biológico, el emocional-afectivo, etc.?
• ¿Cuál es el balance entre teoría y práctica? ¿Cuánto tiempo de cada clase se dedica a la práctica de ejercicios y cuánta a suministrar información de índole teórica?
• ¿Cuál es el costo? ¿Existe algún o algunos planes de pago?
• ¿Cuáles son los antecedentes del o de los docentes a cargo y en qué ámbito profesional se desarrolla cada uno? ¿Se trata de una partera, un psicólogo, un médico obstetra u otro tipo de profesional?
• ¿Qué entrenamiento posee el docente? ¿Título de grado? ¿Posee algún curso de posgrado: master, doctorado? Si es así: ¿en qué institución educativa? ¿Participa de alguna asociación profesional? ¿Tiene actividad docente? ¿En qué materia o especialidad? ¿Ha sido autor de algún libro que se pueda adquirir actualmente para ver cuáles son sus conocimientos e ideas al respecto?
• ¿Cuál es la experiencia del docente principal con respecto, específicamente, a embarazo y nacimiento y la educación para ello? ¿Ha dado a luz o participado de un nacimiento? ¿Cuánto tiempo hace que enseña en esta área? ¿Puede alguna participante anterior dar referencias acerca de él?
• ¿Cuál es el enfoque y qué concepción del embarazo y parto tiene? ¿Alienta el nacimiento natural? ¿Destaca el derecho de ambos padres a estar informados y tomar decisiones?
• El responsable o sus asistentes ¿están disponibles por teléfono u otro medio de comunicación, fuera del horario de clases, para consultarlos o evacuar dudas?
• ¿Qué cantidad de alumnas asistirán? Si es muy numerosa: ¿hay asistentes que contribuyan a asegurar una atención individual? ¿Podrá estar presente mi pareja u otro acompañante que yo elija?
• ¿El curso se considera finalizado con el parto o se realizan una o varias reuniones con los bebés ya nacidos para evaluar y compartir experiencias?