Kitabı oku: «El hacktivismo una redefinición de la acción política», sayfa 3

Yazı tipi:

LOS HACKTIVISTAS

439. Cultura y casta. Una cultura superior únicamente puede surgir allí donde hay dos castas diferentes en la sociedad: la de los trabajadores y la de los ociosos, capacitados para el verdadero ocio; o en términos más categóricos: la casta del trabajo forzado y la casta del trabajo libre. El punto de vista del reparto de la felicidad no es esencial cuando se trata de la generación de una cultura superior; pero, en todo caso, la casta de los ociosos es la más capaz de sufrimiento, la que más sufre: su disfrute de la existencia es menor, su tarea mayor. Ahora bien, si se da un intercambio entre ambas castas, de modo que las familias e individuos más obtusos, menos espirituales, son degradados de la casta superior a la inferior y a su vez las personas más libres de ésta reclaman el acceso a la superior, se llega entonces a una situación más allá de la cual ya no se ve más que el mar abierto de deseos indeterminados. Así nos habla la voz expirante de los tiempos antiguos; pero, ¿dónde quedan oídos para oírla?

NIETZSCHE (2001)

449. Los aparentes hacedores del tiempo de la política. Así como el pueblo supone tácitamente en quien entiende el tiempo y lo predice con un día de antelación que él hace el tiempo, hasta los cultos y eruditos atribuyen con gran derroche de fe supersticiosa a grandes hombres de Estado todos los cambios y coyunturas que se producen durante su gobierno como su obra más propia solo con que sea evidente que sabían algo de ello antes que los demás y que hicieron su cálculo en consonancia: se les toma en consecuencia igualmente por hacedores del tiempo; y esta creencia no es el instrumento más fútil de su poder.

NIETZSCHE (2001)

I. DESCRIPCIÓN Y CONTEXTUALIZACIÓN DE LAS MOVILIZACIONES Y MANIFESTACIONES CONVOCADAS DESDE LA RED POR LOS HACKTIVISTAS 4

Si no se gana la batalla de crear un nuevo sentido común, de nada sirve que asaltes el palacio de invierno.

GRAMSCI

Entremos... Ya sabéis: los dedos en los labios, os lo ruego. El mundo está fuera de juicio5... ¡Suerte maldita! Que haya tenido que nacer yo para enderezarlo. Ea, venid conmigo, vayamos.

SHAKESPEARE (Hamlet, acto I, escena V)

Las manifestaciones globales protagonizadas por personas indignadas, ocurridas en cientos de ciudades desde marzo de 2011, tienen, como todas las actuaciones de los hombres, múltiples formas de ser leídas e interpretadas. Es posible leerlas desde la comunicación y la comunicación política, desde la perspectiva del estudio de los movimientos sociales o desde la economía; en fin, desde varias perspectivas. El presente libro distingue en ellas dos distintos planos que identifican estas manifestaciones: el plano de las redes sociales desplegadas en el mundo virtual de la red y el de la reflexión de lo político, en las plazas y en las calles. Se busca, entonces, tanto plantear un análisis de su relevancia política y jurídica como enunciar las posibilidades teóricas que tienen estas manifestaciones de incentivar un cambio de lógicas en la comprensión de lo político, y cómo esta nueva lógica puede concretarse en una versión 2.0 de la política y de la democracia.

En el lenguaje de la cibercultura, la expresión 2.0 se usa para afirmar que un nuevo programa supera su versión anterior, tanto corrigiendo sus defectos como aumentando su velocidad y su conectividad, así como ofreciendo nuevas opciones para el usuario. En gracia de discusión, una versión 2.0 de la democracia haría lo propio para autores como Sloterdijk (2005): “La sociedad hiperpolítica es una sociedad de apuestas, que en el futuro jugará también a mejorar el mundo; lo que tiene que aprender es un procedimiento para obtener sus ganancias de modo que, después de ella, también puedan darse ganadores” (p. 29); o Negri y Hardt (2006): “La democracia requiere una innovación radical y una nueva ciencia. Necesitamos concebir formas diferentes de representación, o tal vez nuevas formas de democracia que superen el paradigma de la representación. Cuando la multitud es por fin capaz de regirse a sí misma, la democracia es posible” (p. 27). Los hacktivistas centran sus esfuerzos en reflexionar sobre la necesidad de distintas formas de lo político, identificándose en ello con estos y otros autores también citados en este libro.

Este trabajo describe, analiza y resalta desde la filosofía política y el derecho constitucional los aspectos más importantes de las acciones de los activistas por medio de la red, sus nuevas y revolucionarias formas de participar en la política y, más allá de la forma, la sustancia cooperativa de su acción política.

En el periodo comprendido entre 2008 y 2013, manifestaciones como la que se muestra en la figura 1 se generaron en varias ciudades en Europa, Asia, América y África, en países disímiles entre sí, pero con problemáticas denunciadas por estos manifestantes en principio comunes. Los manifestantes hicieron sus denuncias visibles, bien sea por las mismas redes sociales o por los medios de comunicación. Barcelona, Madrid, Atenas, El Cairo, Lisboa, Moscú, Nueva York y otras tantas ciudades en momentos distintos sirvieron de escenario para las manifestaciones de personas en su mayoría inconformes. Las imágenes que registraron estas manifestaciones llegaban por múltiples vías, y por ende suscitaban, y aún lo hacen, múltiples interpretaciones en la también amplia gama de las protestas, desde las contra-sistémicas hasta algunas pro-sistema. De la misma manera que son distintas las ciudades donde se dieron estas manifestaciones, son distintas las manifestaciones, y en ello radica una de las complejidades a la hora de interpretarlas y analizarlas. Sus proclamas, consignas o reclamos a primera vista no son consistentes y carecen de un contenido político a priori. Se las tacha de carentes de proyecto y de propuesta política, cargo del que desde la perspectiva de la teoría tradicional de la movilización y la participación políticas muy seguramente son culpables.

FIGURA 1.

LEMA POLÍTICO “SOMOS EL 99%” DE OCCUPY WALL STREET6


Fuente: El Ciudadano (citado en Pressenza, 2013).

En la figura 2 se muestra una imagen del movimiento 15-M, que se constituyó en una multitud inteligente en los términos de Rheingold (2004): “Los miembros de estos grupos cooperan de modos inconcebibles en otras épocas porque emplean sistemas informáticos y de telecomunicaciones muy novedosos que les permiten conectarse con otros sistemas del entorno, así como con los teléfonos de otras personas” (p. 18). Frente a la crisis de 2010, salieron a las calles a protestar con este tipo de pancartas. Sobre ellas se podría afirmar que el hecho de exigir una democracia real ya no devela su contenido político, más allá de su malestar con el Estado.

FIGURA 2.

MOVIMIENTO DEL 15-M


Fuente: Carrasco y Ballesteros (2011).

Las preguntas con respeto a la seriedad, importancia y relevancia de estas manifestaciones provienen de múltiples lados; sin embargo, para efectos de exposición es posible limitarlos a tres: uno reactivo, necesariamente; otro reactivo crítico, y otro proactivo expectante. El primer lado está compuesto tanto por los miembros de los Estados objeto de las protestas como por las personas que los apoyan, y son, por ende, necesariamente reactivos, incluso negacionistas, por la coherente razón de ser solidarios con el gobierno que apoyan o al que pertenecen. El segundo lado está integrado por los académicos y el sector de la opinión, que son reactivos críticos porque no encuentran en estas manifestaciones argumentos distintos a los de otras marchas y protestas que no resultaron en nada, o a lo sumo solo generaron órdenes de captura y negociaciones sindicales parciales con los marchantes, y luego todos de vuelta a su normalidad. El tercer lado corresponde a la actitud proactiva expectante que, al igual que el segundo, teme que estas manifestaciones no conduzcan a nada, pero guarda alguna esperanza de que estas acciones y manifestaciones sí desemboquen en un cambio en las actuales condiciones tanto económicas como políticas y éticas. Respecto de esta última es necesario distinguir entre la percepción de quienes están por fuera de este tipo de usos de la tecnología y la opinión de aquellos informados sobre el tema.

Las respuestas a estas lecturas o posiciones están limitadas en todo momento por las preguntas de estas. No tener en cuenta la proveniencia de la pregunta nos arriesga a lo que la lógica formal describe como una falacia recurrente, esto es, aquella que consiste en formular una pregunta compleja que sugiere una respuesta. Si, en gracia de discusión, las manifestaciones arriba descritas prima facie carecen de carácter y de fuerza política y de un proyecto político claro, también en gracia de discusión estas aparentes falencias serían otras o quizá no existirían si las preguntas fueran otras. Si analizamos estas manifestaciones desde otras perspectivas, si recocemos que estas ofrecen una nueva lógica de los acontecimientos políticos, tal vez podamos descubrir lo revolucionario7 del fenómeno descrito. No se trata de desconocer dos de las tres actitudes arriba descritas, sino de argumentar a favor de la necesidad de formular otras preguntas con un criterio más abierto, preguntas conducentes a responder la pregunta central sobre la nueva ubicación de la política conservando las tres posturas, pero aceptando la hipótesis previa de estar en frente de un fenómeno político distinto, y por ende de estar ante la necesidad de esperar efectos distintos a los esperados normalmente ante una manifestación.

¿Quién o quiénes? El singular o el plural de la pregunta es sumamente relevante para la caracterización de aquellos que se tomaron las plazas, calles, redes sociales8 y las pantallas de nuestros televisores y computadores; las preguntas también versan sobre la homogeneidad o heterogeneidad9 de quienes generan estas acciones desde la red. En la segunda parte de este trabajo abordaré las razones políticas de estas acciones.

Esta primera parte se sirve de una imagen por dos razones básicas: una proveniente de aquella frase siempre cierta de “una imagen vale más que mil palabras”, y la segunda, más elaborada, porque es a través de imágenes –la mayoría de nuestros actuales saberes y la historia misma de Occidente han privilegiado la vista sobre los otros sentidos10– como hemos tenido contacto con el fenómeno de los indignados del mundo. Sobre el valor y el impacto de esta clase de imágenes ya hay varios estudios de expertos que los analizan. Tomo la imagen como intro de este trabajo para formular algunas preguntas, e intento dar respuestas desde la perspectiva de los estudios políticos y el derecho, haciendo uso de la relación entre lo imaginario y lo real simbólico de Lacan –que explicaré con mayor detenimiento en el segundo capítulo, a propósito de la diferencia entre lo real y lo virtual–.

Las imágenes que le dan la vuelta al mundo, y que nos llegan tanto por medios de comunicación como por las redes sociales, nos muestran cómo un número importante de personas11 se toman las calles –y más puntualmente las plazas importantes de las ciudades–, y de qué forma estas personas reclaman cambios políticos, económicos y éticos, tanto de fondo como de forma, expresados en reformas constitucionales, cambios de regímenes o elecciones y cambios legislativos. Es decir, sus reclamos y peticiones corresponden a varios niveles y sus objetivos trascienden lo disciplinar.

¿Quiénes son? Esta pregunta está matizada por quien pregunta, según se trate de un policía que debe controlarlos / enfrentarlos, de un comerciante que debe sufrirlos / apoyarlos, de un reportero que debe mostrarlos al mundo y acompañarlos visualmente, etc. Habrá cientos de matices en esta pregunta, dependiendo del oficio o profesión de quien la elabore. Cada quien le otorgará los grados de importancia que considere, en función de sus intereses personales y de sus intereses colectivos12, incluso si la pregunta se le formula a quien ya forma parte del fenómeno.

A manera de ejemplo, y de acuerdo con una de las disciplinas que informan este trabajo, para el derecho y su perspectiva normativa estas personas activistas-inconformes pueden clasificarse desde dos enfoques: 1) por el uso que hacen de un derecho de rango constitucional de movilizarse políticamente y expresar sus opiniones, y 2) en la medida en que trastoquen el orden público –y es muy difícil no hacerlo– se convierten en infractores de la norma en varios niveles policivos y penales. En el primer caso, las voces de apoyo son varias; en el segundo, las voces de reclamo de medidas restrictivas también lo son. Por ahora la perspectiva que prima sobre el tema es la segunda, pues los casos más sonados de acciones desde la red son los de WikiLeaks; por ejemplo, y para la fecha de elaboración de este trabajo, su principal líder se encuentra en calidad de refugiado en la embajada de Ecuador en el Reino Unido. Las denuncias hechas por WikiLeaks, si bien expusieron todo un mundo de espionaje satelital de algunos gobiernos sobre otros y sobre particulares, hasta el momento no han arrojado la consolidación de nuevos derechos y acciones para protegerlos, y en cambio sí han comportado acciones penales y policivas en contra de quienes hicieron las denuncias. Analizar a los quiénes es complejo en varios niveles, tanto en función de quien los mire y estudie, admire o sufra, como de la frecuencia de sus acciones.

Afirmo que estos indignados –el nombre cambia dependiendo de quien los analice– no son una coyuntura y los acontecimientos por ellos desplegados ya constituyen una repetición de un proceso histórico, en términos de Hegel –citado por Žižek–, desde sus primeros brotes en 2008 en Grecia y España hasta los actuales en Brasil, la misma Colombia y Turquía y la tercera tanda (primavera, otoño y segunda primavera) en Egipto en 2013.

La repetición, según Hegel, tiene un papel crucial en la historia: cuando algo sucede solo una vez puede ser descartado como un accidente, algo que podría haberse evitado si la situación se hubiera manejado de manera diferente; pero cuando el mismo evento se repite, se trata de una señal de que un proceso histórico más profundo se está desarrollando. (ZIŽEK, 2012, p. 199).

Para 2013, el fenómeno de los indignados y su accionar en la red, como su segundo movimiento ya en la toma de plazas públicas, no es un asunto coyuntural y que ha cobrado vida como un hecho social que requiere ser estudiado y analizado desde las ciencias sociales sin el esquema del análisis de coyuntura13.

Propongo estas respuestas por el quién, advirtiendo con Sartori (2010), con respecto al lenguaje14, que las arengas, pancartas y mensajes masivos en la red se formulan con un lenguaje común, pero con finalidades políticas que tienen debilidades conceptuales similares a las de los medios de comunicación tradicionales, aunque con la posibilidad de superarlas a través de las fortalezas de las inteligencias colectivas.

1.1. QUIÉNES SON LOS HACKTIVISTAS Y CUÁL ES LA RELEVANCIA DEL FENÓMENO POLÍTICO QUE IMPULSAN

Las posibles respuestas a estas primeras preguntas van desde lo que ve un transeúnte hasta lo que advierte un científico social15. Por ende, pueden ser confusas. En gracia de discusión, señalo las siguientes. Los hacktivistas son: 1) personas inconformes, la mayoría jóvenes desempleados, que se toman las plazas y que se apoyan de sus computadores16 para marchar y tomar una plaza17; 2) son individuos singulares en su pluralidad, y excluyendo incluyen, pues son homogéneos en su heterogeneidad (respuesta desde el lenguaje y la propuesta de Negri y Hardt), es decir, son individuos que al actuar como colectivo lo hacen sin perder su individualidad; 3) constituyen formas de participación política ocupando vías y plazas públicas (respuesta desde el derecho; sin incluir los casos de los que aprovechan estas manifestaciones para realizar actos vandálicos y son merecidamente detenidos y judicializados); 4) son el producto de la comunicación masiva (respuesta desde la comunicación), y 5) son nuevas formas de movilización y participación política, una multitud distinta a la masa, y ese es quizás su reto conceptual (respuesta desde la ciencia política). Dada la ambigüedad de estas prematuras respuestas, vayamos por partes en cada una de ellas.

1.1.1. Indignados, inconformes y revolucionarios

La topología respecto a los protagonistas de las manifestaciones gestadas desde la red es aún difusa, al igual que el fenómeno mismo. Existen múltiples formas para referirse a quienes desde la lógica de la movilización política realizan marchas de protesta con fines políticos. Por otro lado, desde la tipología de la informática o de la cibercultura se abre otra amplia lista de nombres con especificidades técnicas. Dado que este trabajo opera como una especie de nodo de la tecnología y la política, los tipos o nombres de quienes representan estas acciones son particulares.

Las manifestaciones de los indignados, como 11-M u Occupy Wall Street y otros tantos que en principio fueron gestadas por jóvenes a través de sus computadores, también se manifestaron en otro nivel de acción en las plazas públicas. En ellas las personas que normalmente solo observan los ayudaron, y en algunos casos los protegieron, identificándose con sus demandas.

En la figura 3 se observa cómo un mesero de un restaurante en España protege a los manifestantes de la acción de la policía. Esta imagen se convirtió en trending topic18 y demostró que muchas de las personas que no marchaban ni ocupaban las plazas se solidarizaban con los manifestantes; para el caso particular de la imagen, el mesero afirma “que independientemente de pertenecer al partido de gobierno no podía permitir esa injusticia” (Casillas, entrevistado por GONZÁLEZ, 2012). Este testimonio fortalece dos valores de este fenómeno: la solidaridad y la heterogeneidad del fenómeno. La amplitud de la solidaridad aumenta, y como prueba de ello se tienen las redes de restaurantes que en las acampadas proveían a los manifestantes de comida y algunos víveres.

FIGURA 3.

MESERO QUE SE ENFRENTÓ A LA POLICÍA EN EL 25-S


Fuente: González (2012).

Siendo por mucho estos los rasgos más interesantes de las acciones de los indignados en el mundo, han logrado la sintonía y el favor de los que comúnmente ven en estos ejercicios formas de irrespeto a la ley o acciones de sectores que no les incumben. En el caso colombiano, por ejemplo, se han organizado dos marchas con la ayuda de las redes sociales en 2008; sin embargo, en ambas marchas se presentaron disturbios y enfrentamientos, sobre todo en la del 6 de marzo, organizada en contra de los paramilitares, lo cual prueba que ya estamos frente a estos ejercicios, más allá de sus primeros resultados. Para el momento de redacción de este escrito, y como constatación de la relevancia de su estudio, se están presentando marchas y cacerolazos en Colombia apoyados e impulsados desde las redes sociales; falta ver cuáles son sus consecuencias mediatas e inmediatas para poder evaluarlas. En Grecia, en 2013, también se presentaron disturbios entre anarquistas y ultraderechistas. Esta reacción fortalece más la idea de estar frente a un fenómeno político complejo, pues para muchos autores, entre ellos Žižek, estos movimientos representan el resurgimiento de las ideologías que se creían extintas.

Así como en muchas ciudades se suman adeptos19 a este tipo de manifestaciones, también es cierto que las resistencias a ellas son igualmente numerosas. Los casos de Egipto –que en un año encumbró a Mursi de la mano de los Hermanos Musulmanes y al cabo del mismo lo derrocó con la ayuda del corrupto ejército que antes los había atacado– o de Atenas –que en las movilizaciones ha sido escenario de enfrentamientos entre los movimientos de anarquía y los de ultraderecha– confirman la complejidad del fenómeno y en las múltiples posibilidades de encausamiento de sus demandas.

En las mismas redes sociales, y eso forma parte de su riqueza política, la discusión es abierta y aireada. Los críticos de este tipo de herramientas tecnológicas cuestionan en todo momento que uno de los problemas más serios de las redes sociales como generadores de opinión política y de movilización de personas radica en que a la hora de subir o compartir imágenes o escritos con contenido político se están conectando rápidamente las vísceras con los dedos al digitar. Pudiendo ser cierto esto, también es importante destacar que genera discusión en muchos niveles, y les permite a muchas personas que en principio están alejadas del debate político recibir más y más información. Sin duda el problema será qué filtros poner a esa información.

En la actual sociedad de la información ya no es un problema acceder a esta20; de hecho, recursos como open source, copy left21, WikiLeaks y los escándalos de espionaje develados por exagentes de la CIA y los informes de la red Echelon22 claramente nos han demostrado que la información es abierta o puede ser abierta con nuestro consentimiento o sin él. Esto se refiere a todo tipo de información.

A manera de ejemplo de lo anterior, y puntualmente en el ámbito académico, las bases de datos y los textos relevantes de discusión pueden conseguirse gratis sin necesidad de ser un experto en sistemas. Basta recordar el caso del hacktivista Aaron Swartz, quien se hizo famoso por subir a la red material de J Store, que era pago, para compartirlo en la red, argumentando, como muchos, que el conocimiento es patrimonio de la humanidad y que Internet es una herramienta para compartirlo. Al margen de lo anterior, las razones de su muerte para muchos están relacionadas con esta y otras acciones que iban en contra de poderes económicos, pero sobre esto no hay ni habrá certeza, o por lo menos certeza real, porque la certeza virtual está más que probada. Como este hay innumerables casos y ejemplos de personas y acciones que han convertido a la red en un universo paralelo al mundo real, en el que las personas encuentran lo que siempre habían deseado, por lo menos en lo que al saber atañe.

Tenemos entonces, en principio, la posibilidad franca y llana23 de recibir información (imágenes) en todo momento, de cualquier lugar del mundo, y de esta manera estar enterados-informados de cientos de procesos sociales, incluso de apoyarlos con un clic y solidarizarnos con ellos desde la red. Recalco esto de la información (imágenes) porque en esencia la información está encapsulada-adornada-magnificada-alterada por la imagen, y ese es otro de los problemas que afectan al observador del común. Su saber se construye sobre una imagen-foto que no es panorámica (podría serlo) y no está debidamente contextualizada.

Habría que recordar el caso del fotógrafo Kevin Carter, quien ganó el Premio Pulitzer en 1994 con una foto de un niño muriendo de hambre y un buitre al lado acechándolo. Tiempo después se supo que el niño estaba a pocos pasos de un centro de salud, y que Carter había tomado la foto y obviado el deber de auxilio, marchándose del lugar sin asistir al menor. Carter terminó suicidándose al no poder asimilar su error. Cito este caso para reforzar la idea de que la simple imagen sin contexto solo nos da un plano de un hecho, pero literalmente nos saca del recuadro y nos da otra realidad.

Una fotografía no es meramente el resultado del encuentro entre un acontecimiento y un fotógrafo; fotografiar es un acontecimiento en sí mismo, y un acontecimiento que se arroga derechos cada vez más perentorios para interferir, invadir o ignorar lo que esté sucediendo. Nuestra percepción misma de la situación ahora se articula sobre las intervenciones de la cámara. (SONTAG, 1981, p. 21).

Este punto se relaciona directamente con lo imaginario real24.

Resulta entonces comprensible que desde la perspectiva del simple observador o del famoso ciudadano de a pie, la comprensión que se refleja en el apoyo y la solidaridad o el rechazo que se refleja en los pedidos de sanciones policiales y represión son producto de una invasión de imágenes que por su velocidad, diversidad de fuentes y ausencia de contexto bien pueden sesgar la opinión pública en todo momento. Por fortuna este trabajo no versa sobre la opinión pública, no porque no sea un fenómeno digno de estudiar, sino porque para hacerlo la metodología y la perspectiva de estudio serían distintas, y se requeriría de un sofisticado trabajo de campo y de los correspondientes recursos de investigación. En un punto posterior volveremos sobre la opinión pública para contrastarla con el concepto político de masa y establecer su diferencia conceptual con la multitud.

Türler ve etiketler

Yaş sınırı:
0+
Hacim:
301 s. 36 illüstrasyon
ISBN:
9789587907308
Telif hakkı:
Bookwire
İndirme biçimi: