Kitabı oku: «El hacktivismo una redefinición de la acción política», sayfa 4
1.1.2. La ontología de los hacktivistas como una multitud
Los hacktivistas son individuos-dividuos. Al buscar el significado de la palabra individuo se encuentran dos acepciones en el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española (RAE) que resultan interesantes para los efectos de este trabajo: “2. adj. Que no puede ser dividido. | | 3. m. y f. coloq. Persona cuyo nombre y condición se ignoran o no se quieren decir” (RAE, 2016a). La segunda acepción del Diccionario y primera en esta cita no requiere por lo pronto explicación alguna, pues no es otra cosa que algo que no se puede dividir, condición que al ejemplificarla con la persona resulta más que obvia; para un individuo humano, una persona particular, por ejemplo Pedro Ramírez o Fernando Sánchez, su división implicaría su eventual destrucción o muerte, y por ende la condición de indivisibilidad es de su esencia. La tercera acepción del Diccionario, segunda de este documento, es más interesante aún, pues implica una discriminación, ya que, para quien lo observa, el individuo no amerita ser nombrado y se prefiere desconocer su condición. Esta condición es, por ejemplo, aquella a la que ya se refería Homero en la Ilíada al escribir que un héroe había matado a cientos o miles de innombrables, que por ser intrascendentes no ameritaban ser nombrados. “Los hombres ordinarios mueren desde el momento en que se desvanecen olvidados en el tenebroso Hades; éstos desaparecen, nónumnoi: son anónimos, innominados” (VERNANT, 2001, p. 208).
He aquí otra de las características más relevantes de los indignados y la razón por la cual su indignación está aún más justificada: su nombre y su condición son ignorados. Situación realmente indignante. Ejemplifico esto con dos frases típicas o corrientemente usadas: la empresa x cerró su planta en y ciudad y mil empleados quedaron cesantes; estos mil empleados tienen, cada uno de ellos, nombre, familia y responsabilidades soportadas en su trabajo. Vistos en un informe no son más que números; analizados desde una estadística y ponderados estratégicamente, a lo sumo serán nombrados como daño colateral o como una desviación aceptable. Pero tal vez como en el poema de Homero, solo son relevantes para ilustrar el poder de quienes toman decisiones y tienen el privilegio de tener nombre. Desde dicha perspectiva, estas colectividades son masa; no obstante hacerse visibles, su visibilidad no afirma con la fuerza debida su ontología. Esa es la diferencia entre los héroes y la masa o turba. Los primeros alcanzan, gracias a sus gestas, un nombre; los segundos, no.
¿En qué sentido es posible hablar de dividuos? Son divisibles las personas en atención a sus acciones sociales, ocupaciones, labores o trabajos. Todas y cada una de las relaciones sociales que asumimos en la vida nos determinan y condicionan. Si somos estudiantes, padres de familia, trabajadores o reos, asumimos acciones para ser estudiantes, padres de familia, trabajadores o reos. Es común que usemos expresiones tales como: “no le estoy hablando al hijo sino al estudiante” a la hora de reprimir, o “señor trabajador, llegue usted más temprano”, como si las condiciones de ser empleado fueran distintas a las de ser habitante de una ciudad sin vías y medios de transporte decentes.
Las acciones sociales que generan los roles sociales25 son necesarias para la comprensión de una sociedad desde la funcionalidad y desde la perspectiva de las sociedades disciplinares y de control, conceptualizadas por Foucault y Deleuze, respectivamente; son la constatación del éxito de la labor de etiquetamiento de las sociedades. Sennett lo recuerda con su análisis del Londres tribal. Esto evoca también la escuela de Chicago y las formas de planeación urbana de las ciudades, así como otros tantos ejemplos. Pero más allá de esto, lo que me interesa traer a discusión es la practicidad con la que nos referimos a los colectivos por sus oficios o dedicaciones: estudiantes, obreros, comerciantes, ejecutivos, etc. Esta lógica mayormente visual nos permite identificar y reconocer las movilizaciones cuando las vemos. Ahora bien, las movilizaciones gestadas por las redes no son etiquetables en este sentido.
En el caso de Bogotá, las marchas que comúnmente se ven por la carrera Séptima hasta la plaza de Bolívar son fácilmente caracterizables: ropa similar y camisetas con consignas que se compadecen con quienes marchan, son el ejemplo gráfico de ello. Se trata de colectivos homogéneos por sus oficios: pensionados, madres cabeza de hogar, estudiantes, sindicalistas, etc. Por esa misma homogeneidad es que los otros sectores (observadores) no apoyaban esas manifestaciones o que incluso las combatían. Pero las actuales manifestaciones gestadas desde la red superan estas etiquetas fácilmente, pues gozan de una heterogeneidad gestada por su primer nivel de interconexión virtual. Ahí radica su ventaja y su fortaleza, en su visibilidad mediática.
1.1.2.1. En clave de inclusión
A la hora de estructurarse, los movimientos gestados desde la red parten de preocupaciones similares y las matizan con su tecnofilia26. Ese primer contacto a través de la red crea a su vez redes de contacto, comunicación y apoyo que estaban listas para actuar en un subsiguiente paso. Las redes tecnológicas trabajan en clave de inclusión. Esta lógica de movimiento choca con la lógica de la exclusión de los modelos económicos vigentes. Baste recordar las comunidades virtuales y los juegos de roles como antecedentes de las actuales redes sociales.
Es a través de intereses comunes que se forman las redes. En el caso de Facebook, los círculos de amigos actúan como bloques de intereses. Si, por ejemplo, hago clic en “me gusta”, la mayoría de mis amigos en Facebook le darán clic a la misma publicación solo por el hecho de acompañarme en mi decisión. En el caso de Google+ y su red social de círculos de amigos ocurre algo similar: si le doy clic al botón “+1”, mis círculos de amigos sabrán inmediatamente que lo hice y harán lo propio para coincidir conmigo. Lo más interesante de este ejercicio es que ocurre rápidamente: si das “like” a algo, en menos de diez minutos, y dependiendo de la conexión a la red, tu publicación tendrá diez o más “likes”.
En la red nadie nos asigna unos grupos al azar ni nos indica una tarea concreta en la que trabajar. Podemos elegir de antemano a qué grupos nos vamos a unir y encontrar gente que piense como nosotros y que, casi con toda seguridad, reforzará nuestros puntos de vista y hará que nos acerquemos un poco más a una postura extrema. (WALLACE, 2001, p. 86).
Además de este riesgo, que no es menor, y que ya está generando acciones penales en la red, la pregunta que se podría formular en este punto es la de cómo es que se lee tan rápido lo que se acaba de subir. La respuesta es muy sencilla: no se lee, simplemente se da clic en “me gusta”, sin saber qué es y solo por estar con quien lo hizo antes. Esta inconsciencia es más cercana a la actitud de las masas que de las multitudes. No es así, en cambio, en las multitudes inteligentes.
La inclusión en una red de intereses comunes es la característica sine qua non de esta y así se da en las redes sociales. El hecho de leer con detenimiento o no lo que se sube y se comparte en ellas es objeto de una discusión distinta. Para los efectos de este trabajo me limito a señalar la inclusión que se logra a través de las redes, pero también la ausencia de reflexión y debate del contenido compartido, por lo menos en el caso del grueso de los usuarios. Al menos así ocurría en las redes sociales como Facebook en sus inicios, cuando sus usuarios eran mayormente adolescentes. Hoy la edad promedio de los usuarios es mayor y los jóvenes están migrando a otras redes más llamativas para ellos.
En su segundo nivel o paso, en el que se toman las calles y plazas, se entiende mejor el nivel de inclusión de las redes. Las personas marchantes o indignadas convocadas por medio de redes son heterogéneas27, como ya lo mencioné, y eso en principio es su plus, pero también podría ser su punto de quiebre. Salen a las calles porque dentro de las acciones esperadas por muchos desde la perspectiva de la movilización política ese es el siguiente paso. A mi juicio, esto es errado, porque al hacerlo actúan igual que las masas y allí se genera la confusión conceptual.
1.1.2.2. En clave de exclusión
De regreso a lo básico. El asunto es aún más fácil de entender. Bien podríamos decir que la razón por la que los movimientos gestados en la red que derivan en la ocupación de las plazas son homogéneos no es otra que un enemigo común que podría ser la cultura mainstream y el posfordismo, por ejemplo, o lo que equívocamente, desde la lectura de la contracultura, se denomina globalización28. En este punto es necesario separar los quiénes para explicarlos mejor en la segunda parte.
A propósito de la exclusión, algunos de los indignados y de las causas de estas movilizaciones contienen un significativo porcentaje de inmigrantes, les san papiers o indocumentados, que son lo más excluidos y que también marchan y ocupan las calles para exigir sus derechos. Los excluiré en este momento para analizarlos desde la perspectiva de los por qué y los para qué del fenómeno.
1.1.3. Los hacktivistas vistos desde la perspectiva del derecho
Al analizar un acontecimiento social resulta siempre necesario, en algún momento, asumir el problema desde la perspectiva normativa. Sin embargo, inmediatamente se inicie el estudio es necesario hacer una fe de erratas consistente en advertir qué se entiende por derecho y cuál de sus tantas clasificaciones se está usando. En ese sentido, para este punto y para posteriores estudios, analizo el acontecimiento de los hacktivistas en sus dos fases de acción con los lentes del derecho en su versión normativista29, y más específicamente desde el derecho constitucional colombiano, también de corte normativista.
Desde esta perspectiva, y dado que el hecho puntual es la ocupación de una plaza, una calle o marchar simplemente, el acontecimiento no es distinto a los tantos ocurridos en cualquier país. Técnicamente, al tomar la foto, esta no nos dice cosa distinta a que unas personas, muchas, varias o pocas, se toman un lugar, hacen arengas, llevan letreros, hacen grafitis y, según el caso, son reprimidas por la policía o no, en el primer supuesto por ser sus acciones entendidas como la invasión del espacio público.
Además de ello, los letreros y los mensajes de las camisetas, por más innovadores que sean, no difieren conceptualmente de los mensajes que por ejemplo se formularon en París en el 68, o de los que se dan para protestar ante las reuniones del G8. Acá la imagen no ayuda y no aporta más de lo que ya hace mucho sabemos. Para el derecho, en su versión policiva30, no se trata sino de marchas-ocupaciones que deben ser respetadas solo hasta donde no interfieran las otras actividades de la sociedad, porque una vez lo hagan deberán ser controladas y eventualmente judicializadas.
Resulta entonces que desde esta perspectiva se puede afirmar que el tratamiento que el derecho hace del fenómeno del activismo político desde la red y su segunda manifestación en la ocupación de las plazas obedece a las lógicas binarias de la legalidad. Al respecto, Foucault se refiere en Seguridad, territorio, población (2006) a la visión legal de las normas que divide en dos las acciones de las personas: conformes o no conformes a la ley, y, para el caso, derecho de libre asociación y expresión política o invasión del espacio público.
También desde la lógica normativista del derecho existen varios proyectos de ley que reconocen solo una perspectiva del fenómeno, asociándolo a la libertad de expresión o al comercio electrónico, pero sin comprender todas sus posibilidades. Es decir, perpetúan la blanquinegra visión que se tiene del fenómeno. Y no podría ser de otra forma, porque esa es la lógica del derecho31.
Por supuesto que no ha de extrañar esta concepción binaria del derecho respecto del fenómeno, pues ese es el comportamiento del derecho ante todo fenómeno social: restringirlo, condicionarlo, multarlo, cargarlo impositivamente, etc. El lenguaje que usa el derecho así lo condiciona y más puntualmente las normas desde su estructura lógica están redactadas para conferirle una consecuencia jurídica a un supuesto de hecho en todo momento. Es lo que en derecho se conoce como el silogismo judicial SF + CJ = S32, idea que nos permite afirmar que la aplicación del derecho a un caso concreto es una operación racional. Dado lo anterior, no es de extrañarse si las posibles soluciones o medidas que se tomen frente a este fenómeno son así de simples: Una persona marcha = está bien, lo hace en virtud de un derecho; una persona ocupa una plaza = es detenida y judicializada en virtud de una norma sancionatoria.
No pretendo afirmar que el derecho asume una posición en exceso simplista del fenómeno. Una cosa es el abordaje por el derecho de un fenómeno social desde la lógica normativista y otra muy distinta el abordaje del mismo fenómeno por el derecho entendido como ciencia social que estudia las conductas de las personas y sus complejidades, algo más cercano a la sociología jurídica. En el caso colombiano, por ejemplo, con la entrada de la Constitución de 1991 se hizo visible esta diferencia, pues nuestro sistema jurídico, que por tradición pertenece a la familia del derecho romano –germánico o continental–, privilegiaba como criterio de interpretación la exegesis de la norma, en consonancia con los criterios de interpretación del derecho civil. Sin embargo, con la nueva constitución surgió un cambio en la interpretación del derecho, pues el texto constitucional, más cercano al derecho anglosajón, usa como criterio de interpretación la ponderación de principios y su lectura y análisis interdisciplinar. En la primera visión o perspectiva se asume la lógica binaria de la norma y se piensa en garantizar acciones y sancionar transgresiones. En la segunda, se utilizan otras ciencias como la sociología y la antropología para ilustrar más las implicaciones de una interpretación. El fenómeno objeto de nuestro estudio, por lo pronto, recibe el tratamiento binario de la norma, y de hecho esto es lo que la sociedad exige que se haga frente a él. Es probable, sin embargo, que, en la medida en que se logre estudiar más a fondo el fenómeno del hacktivismo, el derecho acometa su análisis de una manera más transdisciplinar.
1.1.4. Los hacktivistas desde los medios de comunicación
Quizás sean los medios de comunicación los agentes del impulso vertiginoso de las acciones de los hacktivistas desplegadas en las tomas de calles y plazas. Sin embargo, este impulso venía acompañado de una profunda incomprensión del fenómeno, causada en parte por la velocidad con que tienen que ser registradas las acciones.
El 15-O ha demostrado el aprendizaje que ha supuesto el rodaje desde el 15 de mayo, de hecho, fue una reactivación de lo vivido previamente. Esta vez la apuesta era global, casi 1.000 ciudades del mundo salieron a la calle. ¿Por qué ha triunfado globalmente la propuesta de las plazas y de las acampadas? ¿Qué tienen los lemas que suscitan un apoyo masivo? ¿Cómo se autoconvocan cientos de miles de personas sin estructuras de referencia? ¿Qué lenguajes comunes hacen que la gente se sienta parte de la misma lucha en Wall Street, Roma o Sevilla? (Colectivo Madrilonia, 2012, p. 57).
El ruido, en ocasiones excesivo, de los acontecimientos protagonizados por los hacktivistas se debe a una ironía que hasta ahora estamos comenzando a dimensionar. Estos activistas son los verdaderos ciudadanos del mundo desde la red. Son la promesa de los procesos de integración y de globalización por defecto. En su acción logran trascender espacialmente, tanto ellos como sus demandas, sin la limitación geográfica insalvable para una gran parte de los seres humanos.
Desde la perspectiva de los medios de comunicación y su manejo de los fenómenos desplegados por estos activistas, son varias las perspectivas e incluso varias las aristas del tema. Es claro que Internet, en cuanto herramienta, ha revolucionado saberes, disciplinas, artes, etc. No por nada, en casi todos los campos del saber ya no es solo una herramienta de comunicación, sino que ha creado nuevas formas de hacer, razón por la cual los prefijos cyber-, wiki- o hiper- están presentes en todas ellas: cybernoticias, hiperrealidad, estrategias wiki en educación, etc.
En lo que respecta a las redes sociales, ellas no solo han allanado un campo exclusivo, sino que han demostrado lo obsoletos que son los medios de comunicación a la hora de transmitir imágenes. En contraste, gracias a la forma nodal de trabajo, las redes sociales logran mayor inmediatez que las más afinadas redes de periodistas tradicionales o, en lo referente a la televisión, la combinación de redes sociales y redes satelitales hace que la transmisión de información mediada por los husos horarios no tenga sentido, pues por medio de Internet se puede realizar sin esta limitación. Este problema puntual lo analiza Henry Jenkins en su interesante trabajo Convergence Culture, texto que supera algunas de las hipótesis de Sartori en Homo videns. Pero no lo supera porque ya no sea válida la fuerza hipnótica del televisor, sino porque el medio tecnológico cambia. “La historia nos enseña que los viejos medios nunca mueren, y ni si quiera se desvanecen. Lo que muere son simplemente las herramientas que utilizamos para acceder al contenido de los medios” (JENKINS, 2006, p. 257). La televisión pierde ante la red, en su imposibilidad de transmitir de manera instantánea un hecho. A manera de ejemplo, no es necesario esperar al noticiero de la noche para informarse de los acontecimientos del día tanto nacionales como internacionales; con la red, siguiendo un medio, puedo enterarme segundos después del hecho, razón por la cual es mejor estar conectado que esperar un programa de televisión.
El cierre de diarios y revistas tradicionales con gran contenido periodístico es la constatación del triunfo de las TIC sobre los medios tradicionales de comunicación. Sin embargo, la repulsa es también inmediata de la ausencia de criterio, de análisis y de contenido, pues si bien es cierto que las TIC son más inmediatas y gratuitas, también es cierto que las más de las veces están descontextualizadas y carecen del respectivo o necesario análisis profesional. Esta circunstancia abre otro tema de estudio referido a la ausencia de tiempo para asimilar un dato o, como lo advierte Virilio, a la excesiva velocidad.
1.1.5. Los hacktivistas desde los estudios políticos
Los hacktivistas provistos de sus saberes en principio disímiles hacen de la red el lugar idóneo para revelar informaciones que tardarían años en ser conocidas por las personas del común. Mientras los gobiernos siguen debatiendo la necesidad de preservar la información clasificada y solo liberar el acceso a ella después de décadas, cuando las responsabilidades personales ya no se pueden debatir, los hacktivistas suben a la red archivos clasificados con la velocidad de un clic. Los hacktivistas hoy exponen los tratos y nexos de quienes tradicionalmente han hecho la política por debajo de la mesa, como lo advirtiera en su momento Bobbio, y luego otros como Crick:
Es posible que exista cierto grado de política en regímenes autoritarios, pero no es algo deseado; para los gobernantes será la medida de la falta de progreso hacia la unidad y se harán todos los esfuerzos posibles para esconder dichas disputas a los gobernados a fin de prevenir la formación de un “público”. La política de palacio es política privada, casi una contradicción en sus términos. La especificidad de la actividad política reside, casi totalmente, en su carácter público. (CRICK, 2001, p. 21).
La discusión sobre los campos de las esferas públicas y privadas ha estado presente a lo largo de la historia del hombre, por lo menos del hombre occidental, en todos sus momentos. Tanto los saberes y las ciencias como las prácticas y las técnicas tienen reservados campos públicos y privados. La política también los tiene, y es apenas natural que tenga un nivel público a la hora de la participación o de eventuales consultas al elector, así como un nivel privado cuando se trata de la toma de decisiones por parte del elegido. Sin embargo, y dependiendo del sistema político, existe también una tendencia a hacer política sin consultar al elector y a tomar decisiones no solo inconsultas, sino impopulares o incluso lesivas para la colectividad.
En los estudios políticos, y desde la óptica de la percepción de las personas en materia política, son las más de las veces en las que se tiene la impresión de que los gobernantes no solo son corruptos o ineficientes, sino que van en contravía de todas las expectativas de la sociedad. Pareciera que estos vieran otra realidad. Esa desconexión entre los gobernantes y sus gobernados, unas veces buscada y otras como producto de malas decisiones o de falta de comunicación, da como resultado que la esfera privada de la política crezca en desmedro de la esfera pública.
En esa percepción de inconexión o en ese vacío de una adecuada comunicación política se paran los hacktivistas. Tanto en su primera como en su segunda fase como indignados, ocupan los espacios que los políticos ya no usan, o no están usando, por los vicios que los bloquean. En las calles, que son el epicentro de sus acciones, se leen sus consignas y sus demandas, todas ellas con un aire de renovación y cambio. Los epítetos son muchos: “democracia desde abajo”, “democracia real ya”, “democracia hecha con los pies”, “no más”, etc. Hacen visible lo que los políticos tradicionales desean ocultar, hacen público o, mejor, devuelven a lo público lo que aquellos quieren hacer privado. He aquí algo que resulta muy importante, y es el rescate de lo público que, siguiendo de nuevo a Crick, sería el rescate de lo político.
Estas nuevas formas de hacer política posiblemente logren revitalizar la acción política en su esencia más anhelada: la acción política deliberada, concertada y horizontal en su distancia entre gobernantes y gobernados. Las distancias geográficas y comunicacionales –que hoy todavía hacen que la descentralización sea un problema complejo, por las insalvables distancias físicas– y los tiempos de reacción se ven revolucionados por las nuevas tecnologías y por estas nuevas formas de hacer política desde la tecnología. La política, al recibir los prefijos cyber o hiper, gana en velocidad comunicacional, en percepción de eficacia y en capacidad de representatividad.
Esta velocidad, que sin duda es una de sus principales virtudes, se suma a su heterocomposición y da como resultado una multitud que se une nodalmente y que gracias a su potencia es capaz de cambiar los mapas políticos actuales y los flujos políticos de estos. Esto es posible porque la velocidad depende de la relación de la distancia y el tiempo. En este caso, el tiempo de la política ya no es el tiempo de un futuro perfecto, sino el tiempo de un presente continuo.
La heterocomposición de las multitudes indignadas33 debe ser analizada o, mejor, exige ser estudiada desde dos perspectivas: la primera, desde abajo, como una muestra de la legitimación de sus demandas y sus acciones, y la segunda como un reto para quienes, desde arriba, pretenden disciplinarlos y controlarlos, generando, por ende, un conflicto. Por esta razón, para caracterizar de manera adecuada esta condición del 99 % es necesario hacerlo desde ambas ópticas, para que la fotografía que tomemos sea completa. Esto lo plantearé en la segunda parte, en la que analizaré puntualmente los por qué y los para qué de estos hacktivistas que solitariamente, desde su computador, vienen a conformar una multitud y se toman las plazas.
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