Kitabı oku: «365 días con Jesús de Nazaret», sayfa 5

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Tu oración de petición tiene que ser repetitiva, llamando a la puerta, pidiendo, buscando, con la seguridad de que él te abrirá, te dará lo que pides y buscas. ¿Cómo te va a negar lo que pides con tanta pobreza y necesidad? Jesús quiere que ores como él, con debilidad y necesidad, como lo hacía él en el huerto de los Olivos.

Realmente, ¿sabes acudir con insistencia y necesidad a tu Padre-Dios? ¿Insistes en tus peticiones con el deseo de que se te conceda, si es su voluntad, lo que le pides? Aprende a orar. ¿Qué necesitas? ¿Necesitas paz, consuelo, fuerza, salud...? Pídelo. Tienes un Dios que está esperando que le insistas en tus necesidades. Pídele que aumente tu fe, que fecunde tu esperanza y que te llene de amor para poder glorificarle y alabarle sin cesar.

¡Señor!, enséñame a orar. Enséñame a pedir como los niños, como los mendigos. Confío a ti todas mis necesidades. Aumenta mi fe y aumenta mi oración porque necesito tu ayuda. Señora de la fe y de la oración, enséñame y ayúdame en mis momentos malos.

 22 de marzo La puerta ancha y la puerta estrecha

Como un deseo y un gemido nacido del interior de Jesús, te da hoy sus mejores consejos cuando ya está finalizando el famoso Sermón de la montaña: «Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta que lleva a la perdición... Cuidado con los profetas falsos... Todo árbol bueno da buenos frutos... Por sus frutos los conoceréis» (cf Mt 7,13.15.17). Así son las advertencias de Jesús.

Para entrar en el corazón de Jesús tienes que ir por una vía que no se conjuga con el mundo de hoy. Es normal que prefieras el camino fácil, pero el camino de Jesús es otro. ¿Te cuesta seguirle? ¿Sabrás renunciar a todo lo que no sea él?

Jesús también te dice que no te dejes encantar por los falsos profetas que, aparentando toda clase de virtudes y valores, te apartan del Evangelio. ¿Cómo los conocerás? Jesús te da la respuesta: por sus frutos. Tú, cristiano consagrado a Dios, también puedes ser un falso profeta. ¿Es tu vida verdadera o falsa, sabiendo que lo que marca son tus obras y no las palabras? ¿Irradias a Cristo?

Reflexiona sobre tu forma de vivir y de actuar. Dile al Señor: Deseo, Señor, seguirte y practicar tus consejos. Que mi vida dé frutos de buenas obras y que cuantos me rodean se sientan más cerca de ti. Este es mi mayor deseo, Señor, que hoy pongo en tus manos.

 23 de marzo Cimentados en Jesús

Aquí tienes dos formas de vida: una basada en cimientos sólidos y otra enraizada en valores movedizos. Los símbolos son las dos casas: una edificada sobre roca con un final feliz y otra edificada sobre arena con un final desastroso. La vida que no tiene base, hecha de falsas ideas y palabras, al no tener cimientos se derrumba, pero la vida que está basada en Cristo tiene buena base y nunca se hunde. «El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena» (cf Mt 7,24.26).

Tu vida puede estar edificada sobre roca o sobre arena. Estarán tus cimientos seguros siempre que escuches la palabra viva de Dios y la practiques, pero estará construida sobre arena si dejas pasar las oportunidades que te ofrece el Señor. ¿Qué ha pasado de esos momentos que el Señor te dio? ¿Qué ha pasado de tantos medios, personas, situaciones que él puso en tus manos?

Es el momento de decidirte a fijar tu vida en la roca de Cristo como horizonte de tu existir. Dile con fe: Bendito, Señor. Tú eres mi roca, mi bienhechor, mi alcázar, mi baluarte donde me pongo a salvo. Bendito eres, dueño de mi vida. Eres mi escudo y mi refugio donde asiento mi vida. Hoy te cantaré un cántico nuevo porque en ti he esperado y nunca seré confundido.

 24 de marzo Señor, no soy digno

Preciosa escena la del centurión para repasarla muy despacio y que no te pierdas ningún detalle. Como tónica dominante destaca la misericordia tanto por parte de este jefe por su criado, como por parte de Jesús, que valora su oración llena de fe.

Te invito a leerla despacio. Pienso que es un excelente modelo para realizar tu oración diaria: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano» (cf Mt 8,8). ¡Cuántas veces debes repetir esta oración! Y más cuando vayas a recibir al Señor en tu corazón: «Señor, no soy digno de recibirte, pero di una palabra y mi alma quedará limpia para recibirte». ¡Ojalá que esta súplica no la realices por rutina, sino por la necesidad de ser curado!

Piensa en tu disposición para recibir a Jesús. ¿Le deseas? ¿Te sientes necesitado de curación de tus faltas de limpieza en tu corazón? ¿Tienes la fe del centurión? Considera también el amor del centurión, que no pone límites en las clases sociales, sino que solamente quiere aliviar al que sufre. ¿Pones barreras para hacer el bien?

Pide la fe del centurión y la bondad de su corazón: Dios mío, no puedo vivir según tu Evangelio si no conviertes mi corazón. No soy digno de recibirte, pero di una sola palabra y conoceré el gozo de la fe; derrama tu Espíritu y podré servirte, porque tú eres mi fuerza y en ti confío.

 25 de marzo «Levántate»

Hoy Jesús te presenta una escena conmovedora que nos describe el evangelio de Lucas: la viuda de Naín. Al verla Jesús se conmueve y de sus labios salen dos palabras que debes escuchar: «No llores». Y a su hijo muerto: «Muchacho, a ti te lo digo: ¡Levántate!» (cf Lc 7,14).

Sí, ante tus desesperanzas necesitas la presencia de Jesús para que te levante. Muchas veces el Señor te tiene que decir: «No llores», «ten fe». Tendrá que dar vida a tus muertes de amor, de servicio, de riqueza y de excesivo cuidado de ti mismo. Te tienes que transformar en vida, en actitud compasiva, viendo la realidad que te rodea y actuando con prontitud para consolar y acompañar.

El llanto de la viuda de Naín conmovió a Jesús. ¿Te conmueves ante el dolor, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte? Escucha a Jesús que hoy nos dice: Tú que estás ahí y que lloras en tus noches, que no sabes sonreír, «¡levántate!». No te enfrasques en tu soledad. Sé valiente, seguro, caminante que nunca se detiene.

Y desde tu interior respóndele: Tu Reino, Señor, no es muerte sino vida. Haz que viva tu vida en mí. Que inicie una nueva vida menos mortecina, menos cómoda y más entregada. Levántame de mi vida encerrada en mis gustos, en mis comodidades. Que mi vida esté abierta para consolar y sentir compasión del dolor de los demás.

 26 de marzo ¿Por qué dudas?

Hoy las dudas de Juan Bautista te llevan a reflexionar. Está ya preso y envía a sus discípulos a preguntarle a Jesús: «¿Eres tú el que va a venir o debemos esperar a otro?» (cf Lc 7,20). Lo que le pasa a Juan Bautista se confirma muchas veces en tu vida. No le ves y dudas.

Pero no debes dudar cuando ves a Jesús que te dice: ¿Por qué dudas? ¿No te das cuenta de que doy vista a tus cegueras, oído a tus sorderas, que te hago caminar? Dirás: ¿cuándo y cómo sé que haces todo esto en mí? Cuando eres consciente de que tu vida depende del Señor, de que él conduce tus pasos, de que te guarda y te protege.

¿Te has parado a pensar en tus dudas? ¿Has reflexionado por qué no ves los hechos y las acciones del Señor en tu vida? Este pasaje de la actitud de Juan ante Jesús te indica muchas enseñanzas. Descúbrelas a la luz de la oración y a la luz de Jesús. Piensa también que el deseo de Juan era acercar a sus discípulos a Jesús para que le siguieran.

Y en plena reflexión dirige al Señor esta plegaria: Ante mis dudas, Señor, ven en mi ayuda. Ante mis faltas de fe, aumenta mi amor en ti. Que sepa descubrir tus huellas en mi camino y que, viéndote, descubra el inmenso amor que marca mi vida. Madre de la fe y de la esperanza, ayúdame.

 27 de marzo Fidelidad agradecida

No te pierdas hoy la manera con que Jesús elogia a Juan Bautista cuando sus discípulos se fueron a contar a Juan lo que les había dicho: «Porque yo os digo, entre los nacidos de mujer no hay nadie mayor que Juan» (cf Lc 7,2). Lo define como más que un profeta; fiel cumplidor en la misión de anunciar su presencia. ¿Qué puede decir este texto para tu vida? Mucho.

La actitud de Jesús de valorar lo positivo de los demás te lleva a valorar la fe y la vivencia evangélica de las muchas personas que Dios te ha puesto en el camino. No creerte único. Son muchas las personas que han asentado tu fe y te han acercado a Jesús. ¿Las valoras? ¿Qué serías si tu fe no hubiera sido asentada en el testimonio de los que te han precedido? Piensa no solo en los que hayas conocido, sino también en dónde alimentas tu fe, si es en la palabra de Dios donde cada día bebes de esa fuente que te ayuda a dar sentido a la vida de cada día. ¿Valoras estas fuentes de vida?

Como cristiano con calidad y comprometido debes ser el precursor de Jesús, ir preparando su camino para darle a conocer. Esta es verdaderamente la misión que debes cumplir. Así podrás alegrar al Señor, que agradece y apoya tu trabajo de darle a conocer. Y como Jesús, te debes preguntar en esta reflexión si aprecias a los demás, a los que son tus hermanos o están por encima de ti.

Señor, se tú mi maestro en la misión de darte a conocer. Abre mis labios y mi corazón para agradecer y valorar tu obra en mí.

 28 de marzo El inconformismo

¡Qué malestar genera el inconformismo! No aceptar el mensaje de Jesús le causa dolor y disgusto. Así lo ves cuando los fariseos y maestros de la Ley le rechazan. Jesús les reprende: «¿A quién compararé los hombres de esta generación?» (cf Lc 7,31). Y los compara con niños caprichosos a los que nada les cae bien, ni la alegría, ni la tristeza. Le causa enfado ver así a los que dominan a su pueblo, pero la gente sencilla y humilde sí reconoce sus hechos y su mensaje salvador.

Lo mismo puede pasar si Jesús ve en tu vida inconformismo. Le causa tristeza y malestar. Jesús te da todo pero nada te parece bien. Nunca estás contento. ¿Por qué? ¿No será quizás por tu orgullo? Pide hoy disponibilidad y docilidad a la voluntad de Dios. ¿Eres de las personas que están conformes con todo, que se alegran con el alegre y se entristecen con el que sufre? ¿Ves la vida desde la aceptación y el abandono?

No quieras parecerte a los fariseos soberbios que rechazan todo lo que hace Jesús, sino a los pobres y humildes que le escuchan con agrado.

Sé que en la aceptación está la clave de vivir con paz, amor y alegría. Que sepa acoger todo lo que me envíes con agrado y que sepa escuchar tu mensaje. Madre mía de la disponibilidad a la voz de Dios, fortalece mi amor a Jesús.

 29 de marzo Amó mucho

Disfruta de esta narración. ¡Bellísima escena la de la mujer pecadora que unge los pies a Jesús! No dejes de contemplarla con respeto, en el silencio de tu corazón. «A quien mucho ama, mucho se le perdona». «Quedan perdonadas tus muchas faltas porque has demostrado mucho amor». «Vete en paz» (cf Lc 7,47).

Jesús es el amor extremo, el corazón bueno y generoso que valora el perdón y devuelve amor a una vida pasada, arrepentida, pero no muy clara. Solo el amor perdona, libera. Aquí tienes la historia de una mujer pecadora que se acerca a Jesús y él, apreciando su mucho amor, le perdona su mala vida. En otra perspectiva, el fariseo que juzga con frialdad y sin amor la acción de esta mujer. Esta es la lección del amor que hace ver a esta mujer que no se avergüence de llorar sus pecados. Así es Dios.

No sé cómo habrá sido tu vida pasada, pero si llenas tu corazón de su amor y te dejas invadir por su misericordia, desaparecerá de tu vida todo lo que no haya tenido el sello del amor, y con humildad conseguirás el perdón; así podrás oír de Jesús: «A quien mucho ama, mucho se le perdona». «Vete en paz» (cf Lc 7,47). ¿Sientes así el amor de Dios en tu vida? ¿Te sientes perdonado por Él? Dale gracias por tu historia y acércate a Jesús para que sientas su perdón.

Gracias, Señor, por tu perdón. Gracias por mi historia. Gracias por tantas hojas de mi calendario no buenas. Gracias por tu amor. Ayúdame a relativizar lo que vea negativo en los demás para saber perdonar como tú.

 30 de marzo Lección de servicio

Hoy se te invita a formar parte del grupo de mujeres que acompañaban a Jesús. Es de admiración. Aprécialo.

Sabiendo que las mujeres estaban marginadas por la Ley, Jesús adopta una postura revolucionaria hacia ellas. Quiere sentirse acompañado por ellas. Las trata con cariño y con respeto y acepta que sean sus seguidoras y discípulas. «Iba caminando de ciudad en ciudad... acompañado por los Doce y por algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades» (cf Lc 8,1-2).

Aprende de estas mujeres que están día a día con Jesús. Con ellas y como ellas aprende la lección del servicio, de la entrega incondicional para lo bueno y para lo malo, en las alegrías y en las tristezas, en la acogida y en el rechazo. Sirve al Señor con todas tus historias: con tu talento, con tus cualidades, con tu forma de ser, con tus limitaciones, con tus esfuerzos, con tus cansancios. Sírvele con los bienes materiales y espirituales que te ha dado. Sírvele con tu profesión, con tu trabajo, con tus actividades, y recibirás el consuelo y la alegría de pasar tu vida entregado al servicio de un Dios que te ama locamente y que te agradece cualquier acto de amor que hagas por él. ¿Es así tu vida? ¿Cómo estás pendiente de Jesús cuando te acercas a él y a tus hermanos? No lo dudes. Permanece junto a Jesús el resto de tus días.

Jesús, quiero permanecer a tu lado. Quiero aprender de ti y en tu compañía quiero pasar los días de mi vida, porque en ti he esperado y nunca seré confundido.

 31 de marzo La división destruye

«Quien no está conmigo está contra mí»; «Todo reino dividido va a la ruina» (cf Lc 11,17). Jesús hoy te llama a considerar tu unión o desunión con él y con tus hermanos. Hoy te tienes que preguntar: ¿qué es lo que causa división en ti o qué es lo que forma tu unidad? Bien claro lo dice Jesús: tu forma de pensar, tu forma de no saber perdonar y disculpar. Ya conoces que la división entre las personas que te rodean te lleva a trabajar en servicio del mal, porque la desunión no es tanto el producto de tus ideas sino de las actitudes que las acompañan. Tienes que buscar la unidad. La unidad te dará la alegría de ver a todos los que te rodean felices.

Hoy debes contemplar la unidad que generas en tu hogar o comunidad, en tu trabajo, entre tus amigos o entre las personas que tratas, sabiendo que puedes ser elemento de unión o desunión. Pídele ayuda al Señor para que, donde tú vayas o estés, reine la paz, la concordia y el amor. Y piensa: «El que no está conmigo está contra mí» (cf Lc 11,14-23).

Señor, sé que donde hay amor allí estás tú. No te vayas de mi vida. Quiero llevar tu amor y ser medio de amor en todo lo que me rodea y trabajar por unir lo que está desunido. Madre de la unidad, ayúdame.

Abril

 1 de abril Lo que nunca se perdona

Hay cosas que Jesús no pasa. Son los pecados contra el Espíritu Santo. «Cualquier pecado o blasfemia serán perdonados a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada» (Mt 12,31).

En esto es muy duro. Atribuir sus obras al espíritu del mal y no al Espíritu que habita en él, no lo perdona. Considera cómo Dios-Padre, siempre bueno, perdona todo; pero rechazar su gracia, su luz y no ver el Espíritu que le domina, no lo perdona.

Realmente es un texto que te tiene que llevar a una limpieza de criterios, de juicios y de todo lo que estorba a la luz del espíritu de Jesús. Reflexiona cómo puedes también pecar contra este espíritu de Jesús. ¿Juzgas con dureza y, si me apuras, condenas a los que viven dando su vida y se manifiestan llenos de la luz del Espíritu?

En este texto y con las duras expresiones de Jesús se te indica que por las obras te conocerán, o: «¿No declaran sano al árbol sano y sano es su fruto, o al árbol malo lo declaran malo y malo es su fruto? Porque de lo que rebosa del corazón habla la boca» (cf Lc 6,46). Si tu corazón es bueno, de ti saldrá la bondad, la bendición; y si tu corazón es malo, saldrá de ti todo el mal.

Hoy le dirás al Señor: Corta y quema, Señor, todo lo que en mí no veas bueno, todo lo que no sea de tu puro amor, todo lo que haga daño a los demás y dé malos frutos. Infunde tu Espíritu Santo para que purifique mi corazón.

 2 de abril No a la calumnia

Hoy tienes otra página donde Jesús se muestra tajante contra la calumnia. Dicen que tiene a Belcebú y que sus actuaciones son en virtud del Maligno. Y conociendo sus pensamientos, rechaza este tipo de juicios y calumnias: «¿Cómo puede Satanás echar a Satanás? Todo reino dividido contra sí mismo no puede mantenerse en pie» (cf Mt 12,25-26).

Muchas veces verás cómo sin darte cuenta y sin ninguna intención eres ligero en el hablar y en el opinar de personas, sin tener en cuenta sus intenciones y situaciones. Muchas veces impugnas las obras buenas de los demás. Y, ¿por qué? Sencillamente porque buscas tus intereses y no cedes en tus juicios y formas de pensar. ¡Cuántas veces desfiguras a los demás maquillando la realidad a tu favor! Te niegas a conocer sus obras buenas. Jesús esto no lo quiere en ti. Desde la reflexión de este texto considera tu vida, y con el cariño y amor de Dios, vete purificando cada una de tus intenciones y supervisa todos los rincones de tu corazón para que no haya nada que disguste a Jesús.

Pídele: Señor, no quiero ser como los fariseos, que tus milagros los veían como realizados por el espíritu de Satanás. Purifica mi corazón y arroja de mi vida todo lo que pueda ser obstáculo a tu acción en las personas. Que mis pensamientos y palabras nazcan de un corazón limpio y bueno. A tu Madre encomiendo esta tarea.

 3 de abril Hacer la voluntad de Dios

¿Te has dado cuenta de la gran alegría de pertenecer a la familia de Jesús? Pero, ¿cuál es esta familia? El que cumple la voluntad de su Padre, ese es su hermano, su hermana y su madre; esos son su parientes. Jesús ha formado una nueva familia, cuyos miembros son los que quieren seguirle y aceptar la voluntad de su Padre. «El que haga la voluntad de mi Padre, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre» (cf Mt 12,25-26).

Llénate de alegría al sentirte miembro de esta maravillosa familia de Jesús. Pero no olvides que pertenecer a su familia requiere cuidar y practicar su mensaje.

Como hijo y miembro de los que quieren seguir a Jesús, sabiendo que tienes por madre a María, debes cuidar todo lo que respecta al trato con Dios; es necesario que estés dispuesto a reflexionar y a profundizar su Palabra, debes vivirla en plenitud. Asimismo es importante la relación con tus hermanos, vivir la fraternidad con exquisita delicadeza y manifestarte orgulloso y ejemplar en tus actitudes, reacciones y sentimientos.

Alégrate y sé feliz sabiendo que eres un miembro muy querido de Jesús. Y ahora piensa: ¿te consideras familia de Jesús? ¿Qué más necesitas para pertenecer a su familia? ¡Felices los que cumplen la voluntad de Dios y guardan sus mandatos!, nos dice el salmista.

Dale gracias: Gracias, Señor, por acogerme en tu familia. Quiero en todo momento cumplir tu voluntad y seguir tu mensaje porque sé que solo pertenecen a tu familia los que cumplen tu voluntad. Gracias, Madre. Ayúdame.

 4 de abril Necesitamos de ti, Señor

Solamente Jesús puede curarnos. ¡Cuántas veces estamos dominados por lo que nos incapacita, por lo que no nos deja ver la vida! Este es el caso que le presenta a Jesús un endemoniado que además es ciego y mudo. «Le fue presentado a Jesús un endemoniado ciego y mudo: y le curó, de suerte que el mudo hablaba y veía» (cf Mt 12,25-26).

Necesitas a Jesús. ¡Cómo no! Necesitas su fuerza sanadora en tu vida. ¿Has experimentado el poder de Jesús en tu vida? ¿De qué necesitas ser sanado? Observa tus cegueras internas: no ver bien la vida, no considerar a tu prójimo y... lo que es más triste, estar mudo ante tu Dios que te ama con locura; no poder expresarle tu cariño.

Pero no te fijes tanto en lo que es causa de tus enfermedades interiores, sino en el amor de Jesús que te cura. Dale gracias por todo lo que ha hecho en ti y pídele ser sanado de todo aquello que aún te impide seguirle con convicción y alegría.

Gracias, Señor, por liberarme de tantos males que dominan mi interior. ¡Cuántas veces he inutilizado mi vida! ¡Cuántas cegueras! ¡Cuántas ataduras! Quita en mí los verdaderos fantasmas que me hacen ser ciego y mudo. Contigo todo lo puedo. Gracias.

 5 de abril ¿Qué tipo de tierra soy?

Admira la pedagogía de Jesús para enseñar a sus discípulos y a su gente. Utiliza ejemplos y parábolas: «Salió un sembrador a sembrar y una parte cayó al borde del camino... Otra cayó en terreno pedregoso... Otra cayó entre abrojos... Otra cayó en buena tierra y dio fruto» (cf Mt 13,3-9). Esta es tu vida real. Te invito a considerar, al hilo de la narración, la clase de tierra que eres. Pero, ¿sabes quién es el Sembrador? Tu Padre-Dios, que siempre te está lanzando la semilla de su amor a la tierra que eres tú. Y ahora piensa con calma: ¿seré tierra por donde pasan todo tipo de preocupaciones materiales que me distraen? Estas son como los pájaros del camino que no te dejan fructificar la vida de Dios. ¿Seré terreno pedregoso, que indica un corazón duro y frío que impide tener vida? ¿Seré tierra de abrojos, de zarzas que con mi vida ahogo la semilla de Dios? ¿O quizá seré la tierra fértil que hace germinar la semilla de Dios?

Esta parábola es para que te cuestiones desde el amor de Dios tu vida, tus actitudes y tus disposiciones ante la semilla de Dios. Urge que prepares el terreno, que abras bien los surcos de tu corazón para que Él pueda sembrar su Palabra de vida y así puedas dar fruto.

No termines esta reflexión sin decirle al Señor: Señor, purifícame. Abre los surcos de mi vida. Prepara la tierra de mi corazón para que tu Palabra y tu mensaje de amor penetren en mi vida, me santifiquen y santifiquen a los que se acerquen a mí. Te lo pido a ti, Madre mía, con todo mi corazón.

 6 de abril Dureza de corazón

¡Qué triste es escuchar a Jesús!: «Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender» (cf Mt 13,13).

Cuando piensas si estas duras palabras se reflejan en tu vida, constatas que evidentemente se cumplen en muchas ocasiones porque no eres capaz de entender, mirar sin ver, oír sin oír. Tus ideas, tus formas de juzgar no te dejan ver la claridad del mensaje de Jesús.

Hoy pide al Espíritu Santo que abra tu mente, que abra tu corazón para acoger el mensaje de Jesús y que sepas comprender el gran amor que te tiene, optar por tu centro que es el Señor y su Reino. A los pobres, a los sencillos, a los limpios del corazón se les permite conocer los grandes tesoros de su corazón; por esto, si tu mente y tu corazón están llenos de la humildad de un necesitado, podrás entender la profundidad de lo que te quiere decir Jesús a través de la vida y de las personas que rodean tu camino.

Necesitas que te fecunde el espíritu de Jesús para que dé un fruto abundante y experimentes la alegría de conocerle y amarle. ¿Abres tu mente y tu corazón a la palabra de Dios? ¿Te sientes fecundado por su amor que envuelve tu vida?

Con necesidad acude a él y dile: Jesús, tú conoces mi vida, tú sabes mi forma de pensar y de actuar. Dame la luz que ilumine mis pensamientos y abra mi corazón para que sepa acoger tu Palabra. Que no tengas que decir de mí las palabras más tristes que dijiste a los fariseos. Madre de la escucha, ábreme al mensaje de Jesús.

 7 de abril Catequesis de Jesús

Hoy tienes la suerte de escuchar a Jesús que te explica la parábola del sembrador: «¿No entendéis esta parábola? ¿Pues cómo vais a conocer todas las demás? Escuchad ahora la parábola del sembrador» (cf Mc 4,13). Jesús nos dice: «Yo soy el sembrador de tu vida y la semilla que quiero depositar en tu vida es mi amor, mi cuidado continuo; si oyes bien mi Palabra, recibirás en tu vida este amor y llenará tu existencia».

Muchas veces no la oyes, ni la recibes con atención y su amor no llega a ti. Otras veces la recibes con mucho entusiasmo pero no la cuidas, no echa raíces. Y piensa las veces que con tantas preocupaciones, inquietudes, ansias, ambiciones, agobios, ahogas el amor de Jesús.

Él nos dice: «¡Cómo deseo que estés siempre abierto a mi amor! Que tengas las puertas abiertas de tu corazón y que tu tierra sea tan buena que pueda acoger la semilla para que dé todo el fruto que deseo de tu vida. Toma mi Palabra, mi amor, como norma de tu vida y haz que fructifique hasta el máximo la semilla de mi corazón».

¿Has pensado qué clase de tierra eres? ¿Has pensado cómo puedes dar más fruto? ¿Qué interferencias tienes en tu interior para no ver, oír y recibir la Palabra?

Es muy bueno que hoy con toda serenidad revises tu vida.

María, tú que supiste recibir la Palabra y acogerla en tu corazón, enséñame, ayúdame a estar abierto al amor de tu Hijo y que coja las pequeñas semillitas de amor que derrama en mi vida cada día.

 8 de abril Atento al enemigo

Jesús derrama la semilla para que fecunde su vida en nosotros, pero surgen dificultades imprevistas en esta amorosa siembra. Es el ejemplo o parábola de la cizaña y el trigo. El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró la buena semilla en su campo, pero mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó (cf Mt 13,24-25).

En tu vida, aunque pongas toda la positividad surgen imprevistamente cizañas que crecen al mismo tiempo que tus obras buenas. Tu corazón es humano y está expuesto a las malas hierbas, por eso Jesús hoy a través de esta parábola te dice que estés atento a todo lo que va tomando cuerpo en tu corazón.

Estate atento a las semillas de bondad, de amor y también a las que siembra el Maligno en tu vida como cizaña, como costumbres no dignas de Jesús, llenas de vanidad. Cuesta mucho asimilar la lección que Jesús, pero es necesario estar muy atento a los pequeños fallos que te pueden llegar a hundir.

Considera qué clase de trigo tienes en tu vida y qué clase de cizaña te entra sin sentir, así como la manera en que crecen y actúan en tu corazón.

Pídele al Señor: Corta y quema, Jesús, todo lo que veas en mí que no sea de tu puro amor y como tú quieres. Arranca de mi vida las cizañas del camino que invaden mi vida para que pueda crecer fielmente el trigo de tu vida en mí. Madre mía, limpia y corta en mí todo lo que no te agrade.

 9 de abril Lo pequeño se hace grande

¡Qué buen pedagogo es Jesús! Hoy te sorprende con las parábolas del grano de mostaza, que es la más pequeña de las semillas; y la levadura que fermentó toda la masa. «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que cuando crece es más alta que las hortalizas» (cf Mt 13,31). Y la otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura que fermenta toda la masa» (cf Mt 13,33). ¿Qué te pueden decir estas dos parábolas? Mucho. Comprender cómo es Dios y cómo es su Reino.

Es una pequeña semilla y un pequeño grano de mostaza: una escondida bajo la tierra y otra bajo la masa, pero fermenta, crece, se desarrolla y se hace grande; así es el Reino. Así es el amor de Dios que anida en tu corazón. Pero hay que pasar por dificultades, debe pudrirse para germinar, desarrollarse y producir fruto.

Tienes que dejar que Jesús fermente tu vida. El reino de Dios tiene toda la fuerza para vigorizar tu vida. Quiere extenderse por todo el mundo y necesita de ti, necesita que sepas transformarte.

¿Te has dado cuenta de que estás llamado a ser levadura en tu ambiente, allí donde Dios ha querido ponerte para que fecundes el reino de Jesús? Considera que estás hecho para hacer siempre el bien. Pídelo: Señor Jesús, estoy en este mundo porque tú me has colocado y me has querido aquí. Haz que en mi corazón esté siempre la levadura de tu amor y la semilla de tu Espíritu, para que pueda ser tu expresión en la misión que me has confiado.

 10 de abril Nuestro tesoro eres tú, Señor

Hoy tienes a la vista unas bellísimas parábolas: la del tesoro, la perla preciosa y la red de pescar. «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo» (cf Mt 13,44). Este hombre que lo encuentra vende todo lo que tiene y compra el campo. «El reino de los cielos se parece a un comerciante de perlas finas (cf Mt 13,45), que encuentra una de gran valor y la compra». «El reino de los cielos se parece a la red que echan en el mar (cf Mt 13,47), que recoge toda clase de peces».

Aquí tienes las diversas formas de actuar que Jesús nos indica. Dios nunca impone, hay que buscarlo como el hombre del tesoro o el comerciante de perlas o el trabajo de echar la red en el mar; y una vez encontrado se acepta. Pero no olvides que en este texto también se te hace otra afirmación: que una vez encontrado el tesoro y la perla, tenemos que vender todo, como estos hombres, para poseer y no perder el verdadero tesoro que es Dios. Y te digo que vale la pena arriesgarse por el Señor.

Ante estos consejos pregúntate: ¿vendo todo por encontrar a Jesús? ¿Busco el mejor tesoro y la mejor perla? ¿Trabajo por buscar al Señor en mi vida? Debes aprovechar la vida espiritual para ir encontrando los tesoros del reino de Jesús.

Jesús, tú eres mi verdadero tesoro. Que con esfuerzo te busque. Que te encuentre. Que sepa vender todo para no perderte y disfrutar de ti. Que mi vida sea una continua búsqueda del amor que tú impregnas en mi vida. Virgen María, acompáñame en este trabajo.

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