Kitabı oku: «Relaciones familiares», sayfa 6
Algunos acercamientos a los códigos sociolingüísticos y las prácticas dialógicas desde la filosofía del lenguaje
Es conveniente, en este campo, resaltar los aportes de Ludwig Wittgenstein, Mijail Bajtín y Paul Ricoeur. Los argumentos de las teorías de estos autores han sido retomados por terapeutas e investigadores sistémico-construccionistas para enriquecer y replantear postulados respecto al desarrollo de la terapia sistémica, al quehacer del terapeuta y a la comprensión de la construcción de realidades sociales en las conversaciones terapéuticas. Sus aportes también han servido de base para los avances investigativos acerca de la comunicación, el lenguaje, el significado, las interacciones, las construcciones sociales y, en este marco, las construcciones sociofamiliares28.
Los tres autores, en el marco del pragmatismo, coinciden en nuevas lecturas sobre el lenguaje como construcción social en un contexto relacional o interactivo. El lenguaje es más que un instrumento de comunicación o un acto performativo, es una vida social y pública en la que está la presencia de muchas vidas comunicativas. Y, en esta dinámica lingüística y sociolingüística, los lenguajes y con ellos las narraciones, los discursos, los diálogos, las expresiones son continuas creaciones sociales inacabadas, que tienen movimiento, se transforman al ir y venir en la interacción tanto con los otros como con la que habita dentro de cada sí mismo.
Wittgenstein, Bajtín y Ricoeur reconocen también la capacidad imaginativa y creadora de las personas, el mundo hermenéutico del cual cada experiencia de vida es puesta en conversación y diálogo, siempre susceptible de variaciones cuando el contexto relacional cambia. Para los tres autores no hay verdades absolutas ni generalizables, tampoco mundos dicotómicos que dictaminen lo bueno o malo de una acción sociolingüística. Sus obras se cruzan en el campo de la interpretación, en el que los tiempos, los espacios, los personajes, la trama, las historias y el contexto están juntos para crear significados y sentidos. Estos autores guían el acercamiento a las perspectivas de cada informante que entrega sus narraciones como también el enfoque desde el cual he construido mis propias interpretaciones y le he puesto el límite a mis lecturas.
Lenguaje y vida cotidiana. Reflexiones desde Wittgenstein
Ludwig Wittgenstein, filósofo, en su obra Investigaciones filosóficas presenta el concepto de lenguaje en relación con el mundo, las interacciones sociales, la acción y su relación con el sentido. El lenguaje no es lo que representa algo o dice sobre algo como se ha entendido tradicionalmente en las ciencias positivistas, sino el uso que hacemos las personas de él en diferentes contextos sociales. Es decir, las personas usan su lenguaje en relación con el momento y las acciones que realizan y, por ello, este concepto no puede ser definido como algo que da nombre general a las cosas que en el mundo se parezcan. El lenguaje debe ser comprendido en el momento y de acuerdo con las acciones o relaciones sociolingüísticas o lingüísticas. Cuando alguien elige una palabra para nominar o describir algo o a alguien, más que preguntar por el significado que el hablante le da a la palabra, se debe preguntar cuál es el uso que le está dando a esa palabra en el momento de pronunciarla. Esta misma palabra tendrá otro uso y, por tanto, otro significado cuando es pronunciada de nuevo en un contexto diferente. A esto, Wittgenstein lo ha denominado ‘juegos de lenguaje’. Sus planteamientos sobre este concepto fueron importantes en el desarrollo de la hermenéutica, para comprender las posibilidades del sentido y del lenguaje como actividad en la relación entre el ser humano y el mundo.
Para Wittgenstein los ‘juegos de lenguaje’ son actividades lingüísticas y no lingüísticas y, a su vez, son formas de lenguaje que implican maneras de imaginar y actuar en la vida cotidiana. Son sistemas de comunicación completos que muestran imágenes y “formas de vida” que solo pueden ser comprendidas en su propio contexto. Estos sistemas de comunicación humana no pueden ser catalogados como verdaderos o falsos, como lo han hecho pensadores de las disciplinas modernas, ni tampoco pueden ser clasificados como mejores o peores porque corresponden a imágenes que no pueden ser remplazadas por otras imágenes (aunque estén interrelacionadas).
Cada imagen que va con los lenguajes de alguien que expresa algo pertenece a su contexto y a una “forma de vida” ante la cual otra persona puede, o no, estar de acuerdo según sea, también, su juego de lenguaje. Por ser aprendidos y contingentes, los juegos de lenguaje pueden variar y cambiar, siempre que estén ligados al cambio de contexto. De esta manera, puede crearse otra forma de aprendizaje social, así los lenguajes conserven su similitud con formas anteriormente aprendidas.
El concepto de ‘juegos de lenguaje’ es una metáfora usada por el autor para referirse a las formas que toma el lenguaje según los contextos. Dichos juegos contienen la tematización de las contingencias de la vida humana, que tienen un propósito cuando se ponen en conversación. En este estudio, por ejemplo, una contingencia de la vida humana es la conversación terapéutica, en ella es donde las acciones de conversar sobre nuestra vida cotidiana configuran “juegos de lenguaje” (Wittgenstein, 1976)29.
Según la lógica de Wittgenstein, toda proposición que se haga sobre las cosas o la realidad encierra las posibilidades tanto de verdad o de falsedad. Para dar cuenta de estas posibilidades surge un elemento que le da vida a la explicación y que se refiere a la importancia de tener presentes las condiciones que contienen a la proposición. Ninguna proposición representa por sí misma el sentido, pues este se logra en la conexión con la realidad intrínseca en la misma proposición. En otras palabras, toda proposición tiene su contexto. Así mismo, su planteamiento sobre el lenguaje es puesto no solo en el plano lógico de la proposición, sino en el plano de la pragmática y de lo empírico. Entonces, el lenguaje en la interacción humana puede ser un medio que representa u oculta el pensamiento, a través de sus conceptos y palabras.
El lenguaje, unido a sus conceptos, es un instrumento y una reacción, mientras que las palabras son una forma de etiquetar las cosas y las realidades. En este caso, los seres humanos pueden afirmar en palabras lo que no está en el pensamiento, por ejemplo, lo que sucede en el lenguaje indirecto, aquel que esquiva o modifica una respuesta frente a un dilema. He aquí parte de lo que Wittgenstein resalta como juegos del lenguaje, formados por el entrelazamiento de las actividades lingüísticas y no lingüísticas. Este autor distingue el lenguaje como una figura, una representación o una copia de la realidad; por lo tanto, el ordenamiento del lenguaje es ordenamiento del pensamiento y de la realidad. No obstante, a través del lenguaje no podemos decir cuál es la lógica de la realidad, simplemente podemos mostrar lo que cada uno piensa de ella.
Los juegos de lenguaje articulados a las formas de vida, como todo juego, tienen reglas y su propia lógica, pueden estar en todos los ámbitos y relaciones posibles que puedan darse en el mundo cotidiano y, como dice el autor, los juegos están en las palabras que los niños aprenden de la lengua materna, en la lengua primitiva, en el nombre –o rótulos– que se le otorga a las cosas, en el hecho de repetir palabras, en las proposiciones sobre el mundo o en las realidades construidas junto con las acciones que las entretejen. Como todo juego es divertido, es completo, como los sistemas completos de comunicación humana. Las formas de vida son lo incuestionable, lo que hay que aceptar por cuanto es propio de casa sujeto y no puede ser idéntico por más semejante que parezca a otro sujeto o imagen. Cada forma de vida tiene su contexto y, decir aceptar no es equivalente a estar de acuerdo con. A partir de allí, de las múltiples imágenes que hay en las formas de vida, sus reglas y usos, les damos nombres a las cosas, las interpretamos y entramos en el mundo del “ver como” –ejemplo, esto lo veo como-. Lo que veo está dentro de un contexto, cuya imagen puede variar cuando cambia el contexto, incluyendo el cambio en el tiempo (Wittgenstein, 1976, 1997, 2006, 2007).
Wittgenstein criticó a) los planteamientos y los análisis sobre los lenguajes privados, innatos e instintivos, b) el paralelismo de lo psicofísico o falsas analogías entre la mente y el cuerpo, por ejemplo, el pensar está en la cabeza, el amor en el corazón, lo cual lleva a la naturalización de las acciones humanas, c) la concepción de ser humano como sumatoria del lenguaje privado, d) la idea de que existe una dicotomía insalvable del lenguaje externo y el lenguaje interno, entre otros (Arregui, 1984; Arregui y Betancur, 2003; Wittgenstein, 2008). En cuanto al “ver como”, este concepto fue un aporte para los procesos de comprensión de los significados y los sentidos en contexto. Sus escritos a este respecto contribuyeron a la construcción y desarrollo del pensamiento hermenéutico y al reconocimiento de las interpretaciones que las personas hacen en su vida cotidiana de acuerdo con en un tipo de pensamiento y forma de percibir las cosas (Wittgenstein, 2008). Las personas interpretan sus realidades conforme sean sus percepciones y experiencias en contexto, de tal manera que una misma imagen puede tener un significado y un sentido diferentes si el contexto ha variado. Por lo tanto, una imagen no puede ser idéntica a otra así tengan algunas semejanzas, ni puede ser denominada desde el otro lugar sin reconocer el contexto en el que se crea, produce y traduce. Además, cuando las personas expresan y comparten algo de su vida lo hacen a su manera, pero no podemos considerar que esto sea por sí mismo la realidad dada ni tampoco podemos pensar que es una expresión falsa porque no se asemeje a otra narración sobre esa “misma realidad”. En otras palabras, lo que las personas hablan sobre la realidad es una interpretación de ella, algo que se asemeja, más no la realidad como tal.
Es decir, “lo que narra debe tener algo –una forma– en común con el mundo real” (Arregui y Betancur, 2003, p. 8). “los juegos de lenguaje son más o menos similares a lo que en lenguaje ordinario llamamos juegos” (Wittgenstein, 1976, p, 115). Y, como todo juego tienen reglas que son parte de un conjunto de lenguajes que las personas aprenden a lo largo de su vida y que son expresadas mediante palabras o “proposiciones” y frases que pueden ser explicaciones, descripciones, preguntas, mensajes sobre las experiencias que las personas viven, comparten, comparan, que pueden conectarse con otras experiencias.
Hermenéutica y narración a partir de Ricoeur
Otro filósofo que aportó con su obra a la filosofía del lenguaje fue Paul Ricoeur. Filósofo y antropólogo, inspirado en la obra de Husserl se dedicó al estudio de la fenomenología con interpretación hermenéutica. Sus obras sobre la metáfora, los discursos, el lenguaje, los textos, los símbolos, los tiempos de la acción, las narrativas e historias, lo religioso como poético, la ética, la utopía y la política, entre otros temas, han servido de base para las reflexiones de estudiosos de las ciencias humanas y sociales que han centrado su pensamiento en las nuevas exigencias del mundo contemporáneo. Con su obra, y con sus reflexiones sobre estos conceptos, sacó a la luz componentes que han estado detrás de las ideologías y, por lo mismo, de los desarrollos culturales y sociales que han estructurado y legitimado las exigencias e intereses de la compleja sociedad actual.
En la obra Del texto a la acción, Ricoeur resaltó el tema del lenguaje y la interacción. Allí definió el diálogo como un intercambio de preguntas y respuestas, aquello que une la voz del uno con el otro, siendo lo que se habla el referente del discurso que está en la interpretación. El intercambio se encuentra en los hablantes que se encuentran en presencia mutua, pero también en presencia de la situación, del ambiente, del medio circunstancial del discurso. Un punto central de sus postulados está en el concepto de interpretación, que se diferencia de la comprensión y de la explicación.
Ricoeur, basado en los planteamientos de Dilthey, Schleiermacher y Bultmann –comienzos del siglo xix–, dando importancia a la subjetividad, la interpretación se refiere a la apropiación del discurso, es decir, a la capacidad del sujeto para entenderse mejor, para comprenderse de otra manera o, incluso, se define como el momento culmen en que el sujeto comienza a comprenderse. La interpretación es algo hecho mediante el lenguaje antes que ser algo que se hace sobre el lenguaje, es la reproducción de la experiencia vivida. Para la interpretación del texto o, mejor dicho, para ir a su semántica profunda –la comprensión– no es suficiente ir a lo que está oculto detrás de las palabras, sino a lo que está expuesto al frente, ese mundo que es posible captar. La comprensión está mediada no solo por los procedimientos explicativos que la preceden, sino también por todo aquello que la acompaña y que se prevé como la experiencia y los contextos de vida.
Un punto importante que acompaña tanto los postulados teóricos como los lineamientos metodológicos de Ricoeur es que este autor argumenta que de acuerdo con la lógica narrativa y con el reconocimiento de la subjetividad, lo que se ha de comprender en un relato no es, en primer lugar, al que habla detrás del texto, sino aquello de lo que se habla, la cosa del texto, a saber, el tipo de mundo que la obra despliega de alguna manera delante del texto. Puede verse la importancia que da a la interacción social que también se refleja en el paradigma del texto en el que solo el discurso tiene, no únicamente un mundo, sino otro, un interlocutor al cual está dirigido.
La interacción subjetiva del sujeto que habla y la significación de su discurso se superponen, de tal modo que resulta lo mismo entender lo que quiere decir el locutor y lo que significa su discurso, el cual se refiere al mundo, a un mundo que es el fundamento de la comunicación. Podría decirse que, para Ricoeur, ‘sujeto’, ‘habla’ y ‘significación’ son tres aspectos de un solo verbo (la persona que crea el texto) y para que el verbo cobre sentido se requiere la presencia del otro quien, con su verbo, a su vez, crea un texto en interacción con el otro, y así sucesivamente. En palabras de Ricoeur (2008) “Deberíamos decir no solo que la función simbólica es social, sino que la realidad social es fundamentalmente simbólica” (p. 79); por ejemplo, “sentarse en la esquina de la mesa cada vez que sirven una cena familiar”; “levantar el brazo para solicitar el uso de la palabra”, etc., (Ricoeur, 1986; Betancur, 2006).
Pese a la amplitud de la obra Tiempo y narración de Ricoeur (1995), entre los aportes de su obra a la psicología contemporánea están la ubicación de la narración –sea oral o escrita– como un acto de reflexionar sobre algo, la interacción subjetiva, la interpretación y la comprensión en el tiempo y los contextos donde cobran vida. El tiempo es en un ir y venir entre los que interactúan y narran sus historias. El pasado, el presente y el futuro se encuentran en la narración de quien narra o de quien se encuentra con ella, a la vez que se refiere a algo en un espacio. El que narra ubica sus tiempos y el que se encuentra con ella también lleva la narración a su tiempo y a su experiencia de vida. El uso del tiempo y del espacio están articulados a la experiencia del sujeto –la mismidad como construcción de la trama– y a lo que él narra de ella.
“Narrar es reflexionar sobre los acontecimientos narrados” (Ricoeur, 2001, p. 470). Si se tienen en cuenta los tiempos de la narración de los cuales habla Ricoeur en su obra, la narración permite traer lo que no ha sucedido, traer algo que se aleja de lo real y que cobra más cercanía con la ficción o traer una realidad indirecta desde la que se puede crear una nueva trama o marcar un horizonte. Igualmente sucede con el pasado que se trae al presente y se convierte en lo narrado. Narrar es diferente de la narración porque narrar es la vida misma, es la acción de vivir o el proceso de vida (la enunciación), mientras que la narración incluye, además de la temporalidad y los personajes, la interpretación de algo a lo cual la persona pone una (su) identidad narrativa y agrega expresiones que pueden enriquecer una experiencia vivida (el enunciado). Este tipo de experiencia ya constituye un mundo imaginado o una experiencia nueva y ficticia (Vega, 2001), porque cuando las personas narran sus experiencias, la vuelven a vivirla de manera diferente desde lo que están narrando en el momento, y lo que expresan es una nueva interpretación a la que le ha agregado otros enunciados.
Una aproximación a lo dialógico desde Bajtín
El ser humano se constituye en el diálogo, en tanto es un ser en relación que incorpora las diferentes voces de los otros, es decir, las voces de quienes son parte de su formación y desarrollo, lo que Bajtín ha denominado ‘voces ajenas’. Por ello, la voz interiorizada es dialógica y entra en interacción con las ‘voces propias’. Estas voces, ajenas y propias, son perfiladas en el transcurso de la historia de vida de las personas, crean la identidad del Yo, del sujeto, cuyos discursos y narraciones sobre una experiencia contienen un coro de voces que resuenan y toman significado y sentido en el contexto en el que emergen. Bajtín llama ‘polifonía’ a esta acción coral en la que ya hay encuentro entre personas, cada una con una multiplicidad de voces (Bajtín, 2011).
Lo dialógico es una capacidad comunicativa que se da entre los hablantes que comparten, de manera recíproca, una acción comunicativa. No solo está en lo que se dice en el momento, sino que pone en acción una multiplicidad de diálogos en cada uno de los interlocutores, hasta que en cada uno y entre ellos se crea un discurso. Cada combinación de diálogos es el resultado de las relaciones que han tenido una y otra vez con otras voces que son parte de los lenguajes creados entre las personas y, en consecuencia, de su trayecto de vida. El diálogo es un proceso creado en la relación de uno con el otro, combina tanto lo verbal como lo extraverbal y tiene su particularidad de acuerdo con una situación.
Para Bajtín lo extraverbal responde a una situación, al ambiente, y comprende tres factores: 1) el horizonte espaciotemporal del evento comunicativo, común a los interlocutores, locutor y auditor, o ‘cronotopo’; 2) el conocimiento y la comprensión de la situación, también común al locutor y al auditor; y 3) la evaluación o ‘valoración’ del evento comunicativo, también común a ambos (Gómez, 1987, p. 350). Estos factores que conforman lo extraverbal de los hablantes unidos al contexto verbal de ellos, podrían asociarse al llamado contexto del enunciado, sea este el diálogo, la palabra, la oración, el discurso o la narración. En cada contexto dialógico siempre está la posibilidad de la réplica, de obtener una respuesta del otro. Uno de los géneros que menciona este autor es el discurso de la vida cotidiana en la que cabe la diversidad de enunciados de acuerdo con el tema, la situación, los participantes y el contexto, siendo la entonación el vínculo establecido entre la palabra y el contexto extraverbal, sensible a toda atmósfera que vive cada hablante (Bajtín, 2009). Por ello, en el discurso de la vida cotidiana y en su interpretación es importante mantener presentes las relaciones que el hablante establece con el texto creado sobre algo, sus relaciones con los personajes de la obra, aquellos que participan, mediante su discurso, en las creaciones sobre un evento de la vida cotidiana.
Otra forma de comprender los contextos dialógicos es la representación del discurso ajeno, del otro en mí, la relación que explica Bajtín entre yo/tú/él en las conversaciones de las personas. “Se oye: ‘él dice, tú dices, yo digo’. Expresiones tales como ‘todos dicen’ o ‘dijo’ tienen peso en la opinión pública, en el cotilleo, en la maledicencia” (Bajtín, 2011, p. 76). El asunto es que el diálogo está colmado de diversas interpretaciones, transmisiones y valoraciones que son modificadas de alguna manera porque una persona que vive en sociedad pronuncia, por lo menos, en la mitad de las palabras lo que han dicho otros, quienes, a su vez, son otros que ya han dialogado con otros, y así sucesivamente. Bajtín ha llamado a este fenómeno “narración bivocal”, “polifonía” y “dialogismo”.
El primer concepto tiene que ver con que lo que alguien narra con sus propias palabras, en cierto modo está próximo a la palabra de otros; el segundo concepto rescata el coro de voces que existen en las expresiones verbales y no verbales de las personas, aquel colectivo de voces que han incorporado a lo largo de la vida social y, el tercer concepto plantea que en el enunciado lo existente no está concluido, sino que es la creación permanente de algo nuevo e irrepetible que devela el sentido de las voces en pasado, presente y futuro (Bajtín, 1997, 2009, 2011; Espino, 2007; Gómez, 1987).
En medio de estos planteamientos queda el reconocimiento de la singularidad del discurso, debido a la responsabilidad que debe tener cada persona cuando transmite o comparte un enunciado propio o ajeno, esté o no entre comillas. Las múltiples voces que hay en cada conversación y en cada juego de lenguaje, se concretizan cuando se logra ubicar el contexto de relación de donde emergen. Esto permite que los terapeutas comprendan que el lenguaje más que representación de algo (ejemplo, pensamiento, imagen, sentimiento, emoción, etc.), es acción social.
Las articulaciones del lenguaje con los procesos sociales, con el mundo de las interacciones humanas, el sentido y el significado que implican las diversas combinaciones sociolingüísticas que hacen las personas en su vida cotidiana exigen una lectura compleja de los lenguajes que, además de mostrar acciones y relaciones, son múltiples, diversos y conjugan muchas voces: las propias y las ajenas en palabras de Bajtín (1997, 2009, 2011). Por lo anterior, los análisis sobre el lenguaje han dado un salto epistemológico más allá de la referencia solo a las construcciones estructurales de la sintaxis y la semántica –es decir, más allá de las explicaciones sobre la evolución de la lengua, el lenguaje y el significado– para abordar estos últimos problemas en el marco de la pragmática. Este concepto, se entiende como el estudio de las construcciones del lenguaje cotidiano, del sentido y del significado en contexto, articuladas con el comportamiento humano, con las relaciones sociales, con el modo de hablar entre los sujetos, con lo verbal y no verbal, y con la forma como los contextos temporales y relacionales influyen en el significado de qué se dice y de cómo se dice.
Para lograr comprender el significado y el sentido de las realidades construidas socialmente por medio del lenguaje –qué se dice, cómo se dice, lo que está por decirse– es preciso incluir, como parte del contexto creado en el intercambio de voces, la interconexión de expresiones verbales y no verbales. Bajtín se refiere a la entonación y al gesto como “apoyo coral” dirigido a un oyente, que no solo expresan el estado pasivo de ánimo del sujeto, sino que en ellos hay una actitud viva hacia el mundo exterior que da muestra de la existencia de condiciones sociales y dialógicas (Bajtín, 1997).
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