Kitabı oku: «Camino al Armagedón», sayfa 7
Interrogantes
Tengo curiosidad por saber más sobre los detalles de ese conflicto. Por eso estoy deseando conocer a mi ángel de la guarda cuando llegue al cielo. Tengo varias preguntas que quiero hacerle sobre Lucifer. ¿Cuándo se dio cuenta mi ángel de que algo andaba mal? ¿Qué dijo Lucifer, o qué hizo, que causó que esa primera alarma sonara en la mente de mi ángel? También quiero saber más sobre cómo se desarrolló dicho conflicto. Tal vez mi ángel me muestre una película que cuente toda la triste historia de la creciente desafección de Lucifer contra Cristo, cómo se ganó la simpatía de más y más ángeles, y cómo mi ángel y sus amigos trataron de razonar con Lucifer y sus seguidores suplicándoles que abandonaran su rebelión. ¿Han logrado redimir a alguno de estos ángeles? Quién sabe, tal vez mi ángel guardián fue uno de los que fueron influenciados por Lucifer al principio y luego volvió su lealtad a Cristo. Pero todo el esfuerzo de los ángeles leales de Cristo fracasó en su intento de persuadir a Lucifer y a sus seguidores más devotos a abandonar su rebelión.
Otra pregunta interesante que podemos hacer sobre la guerra en el cielo es quién la inició. ¿Quién hizo el primer movimiento? ¿Quién fue el primero en atacar, Dios o Lucifer? La Biblia no responde esta pregunta. La Nueva Versión Internacional de la Biblia dice que Satanás y sus ángeles “les hicieron frente” (Apoc. 12:7), lo que sugiere que Miguel y sus ángeles iniciaron la batalla, y Satanás y sus ángeles respondieron. Sin embargo, las palabras “hacer frente” no están en el original. El griego simplemente dice que “Satanás y sus ángeles lucharon”. Pero la inspiración divina no nos deja en la oscuridad con esta pregunta. Elena de White nos dio la respuesta en su libro El conflicto de los siglos. Ella escribió: “Dios, en su sabiduría, permitió que Satanás prosiguiese su obra hasta que el espíritu de desafecto madurase en una rebelión activa. Era necesario que sus planes se desarrollaran por completo para que su naturaleza y tendencia quedaran a la vista de todos”.62
Cuando suficientes ángeles del cielo se alinearon con Lucifer en su rebelión, él resolvió que podía ganar. En ese punto, él inició la guerra, y Dios respondió. Así es como entiendo el comienzo de la guerra en el cielo.
También tengo una pregunta para mi ángel sobre la naturaleza de dicha guerra. ¿Fue solo una guerra de palabras, o fue en algún sentido física? Y si era física, ¿qué armas usaron los dos grupos? Cristo y sus ángeles leales tuvieron que usar algún tipo de fuerza para expulsar a Lucifer y sus ángeles del cielo. ¿Cuál fue?
En su libro La revelación de Jesucristo, Ranko Stefanovic dice: “La batalla que libraron debe entenderse como verbal en lugar de física”.63 Estoy de acuerdo en que, durante el tiempo de Cristo en la Tierra, no se produjo una batalla campal con él y sus ángeles, por un lado, y Satanás y sus ángeles, por el otro. Sin embargo, las batallas verbales a menudo terminan como batallas físicas, y hubo un sentido en el que la batalla entre Cristo y Satanás se volvió física incluso durante el tiempo de Cristo en la Tierra. Satanás se encargó de que Jesús fuera abofeteado y azotado, de que una corona de espinas fuese colocada sobre su cabeza y, finalmente, de que él fuera crucificado. Todo esto es físico, no solo verbal y espiritual. La guerra en el cielo que comenzó con palabras se volvió violenta en cierto sentido. Y eso es lo que quiero que mi ángel me explique. ¿Cuál fue la naturaleza de la guerra? Creo que fue en parte física, si podemos referirnos a una guerra física entre ángeles cuando la Biblia se refiere a ellos como “espíritus ministradores” (Heb. 1:14; énfasis añadido).
Estuve discutiendo estos temas una vez con un grupo de amigos, y les pregunté cómo pensaban que Satanás y sus ángeles fueron expulsados del cielo. La opinión general era que Dios usó su poder sobrenatural y, pronto, los ángeles malvados se encontraron en el planeta Tierra. Sin embargo, señalé que Apocalipsis 12:7 dice que “Miguel y sus ángeles combatieron al dragón; este y sus ángeles, a su vez, les hicieron frente” (NVI; énfasis añadido). En otras palabras, hubo una especie de batalla campal en la cual los ángeles de Miguel estuvieron involucrados en expulsar del cielo a Satanás y a sus ángeles malvados. Hablando de esta guerra celestial, Elena de White escribió que “los ángeles se involucraron en la batalla; Satanás quería vencer al Hijo de Dios y a quienes eran sumisos a su voluntad. Pero prevalecieron los ángeles buenos y fieles, y Satanás, con sus seguidores, fue expulsado del Cielo”.64 Nota las palabras que usó Elena de White: “los ángeles se empeñaron en batalla”; “los ángeles buenos y verdaderos prevalecieron”; y “Satanás, con sus seguidores, fue expulsado del cielo”. Los ángeles estuvieron involucrados en el conflicto. Quiero aprender más sobre cómo sucedió eso.
La reacción de Satanás al perder la guerra
Como era de esperar -afortunadamente-, Satanás perdió y fue expulsado del cielo. La siguiente vez que aparece en la Biblia, está tentando a Eva junto al árbol del conocimiento del bien y del mal en el Edén. Sin embargo, en el libro La historia de la redención, Elena de White dedica un capítulo entero a la reacción inmediata de Satanás ante la pérdida de la guerra celestial. Ella cuenta una historia interesante.
“Satanás quedó sorprendido con su nueva condición. Su felicidad se había disipado. Contempló a los ángeles que como él habían sido tan felices, pero que habían sido expulsados del Cielo con él. Antes de su caída ni una sombra de descontento había malogrado su perfecta felicidad. Ahora todo parecía haber cambiado. Los rostros que habían reflejado la imagen de su Hacedor manifestaban ahora melancolía y desesperación. Entre ellos había continua discordia y acerbas recriminaciones [...]. Satanás [...] se estremeció, y tuvo miedo de enfrentar el futuro [...].
“¿Dónde está él? ¿No es acaso todo esto un horrible sueño? ¿Fue expulsado del cielo? ¿Nunca más se abrirán sus puertas para permitirle entrar? [...]. Si pudiera volver a ser como cuando era puro, fiel y leal, de buena gana abandonaría sus pretensiones de autoridad. ¡Pero estaba perdido, más allá de toda redención, a causa de su presuntuosa rebelión!”65
La realidad finalmente comenzaba a manifestarse en Satanás. Tanto Miguel como los ángeles que le eran leales le habían advertido a Lucifer de lo que sucedería si persistía en su rebelión, pero en su orgullo y arrogancia pensó que podría conquistar a Miguel y tomar su lugar como la máxima autoridad angelical en el cielo. Él tuvo la oportunidad de ganar, y perdió; ahora estaba sintiendo esa pérdida. Él quería volver. Elena de White escribió: “Y eso no era todo; había inducido a otros a rebelarse y los había arrastrado a su propia condición: a ángeles que nunca habían pensado poner en tela de juicio la voluntad del Cielo o dejar de obedecer la Ley de Dios hasta que él introdujo esas ideas en sus mentes al presentarles la posibilidad de disfrutar de mayores bienes, y de una libertad más elevada y gloriosa. Por medio de ese sofisma los engañó. Descansaba entonces sobre él una responsabilidad de la que le hubiera gustado liberarse”.66
Dios creó tanto a los ángeles como a los seres humanos con un sentido moral y una conciencia, y Satanás no la perdió completamente cuando se rebeló y fue arrojado del cielo. Ahora ese sentido moral estaba activado, y se sentía culpable. Parece extraño pensar que Satanás tiene conciencia y siente pesar por el daño que ha causado a otros. Podemos asumir con seguridad que, después de seis mil años, ha comprometido tanto su conciencia que poco o nada queda de ella. Pero inmediatamente después de perder su lugar en el cielo, gran parte de ello aún permanecía en su mente. Elena de White continúa su descripción:
“Satanás tembló al contemplar su obra. Meditaba a solas en el pasado, el presente y sus planes para el futuro. Su poderosa contextura temblaba como si fuera sacudida por una tempestad. Entonces pasó un ángel del cielo. Lo llamó y le suplicó que le consiguiera una entrevista con Cristo. Le fue concedida. Entonces le dijo al Hijo de Dios que se había arrepentido de su rebelión y deseaba obtener nuevamente el favor de Dios. Deseaba ocupar el lugar que Dios le había asignado previamente, y permanecer bajo su sabia dirección. Cristo lloró ante la desgracia de Satanás, pero le dijo, comunicándole la decisión de Dios, que nunca más sería recibido en el cielo, pues este no podía ser expuesto al peligro. Todo el cielo se malograría si se lo recibía otra vez, porque el pecado y la rebelión se habían originado en él. Las semillas de la rebelión todavía estaban dentro de él”.67
Si soy fumador de toda la vida y tengo cáncer de pulmón inoperable a la edad de 72 años, Dios no me va a sanar de algo que fue el resultado de las decisiones que tomé durante la mayor parte de mi vida. Dios nos presenta evidencia, y somos libres de aceptarla o rechazarla, pero también tenemos que vivir con los resultados de nuestras elecciones.
Es lo mismo en el área de la moralidad y la lealtad o deslealtad a Dios. Durante un tiempo considerablemente largo en el cielo, Lucifer y sus ángeles tomaron decisiones que moldearon sus pensamientos y sus mentes hasta el punto de que el efecto no podía ser revertido. Elena de White continuó explicando por qué Satanás no podía cambiar:
“No se arrepintió de su rebelión porque había visto la bondad de Dios, de la cual había abusado. No era posible que su amor por Dios hubiera aumentado tanto desde la caída como para conducirlo a una gozosa sumisión y una obediencia feliz a su ley, que había sido despreciada. La desgracia que experimentaba al haber perdido la dulce luz del Cielo, el sentimiento de culpa que lo oprimía y la desilusión que experimentó al ver que sus esperanzas resultaban fallidas, eran la causa de su dolor. Ser comandante fuera del cielo era muy diferente que gozar de ese honor en él. La pérdida de todos los privilegios que había tenido en el cielo le pareció demasiado grande como para soportarla. Deseaba recuperarlos”.68
El arrepentimiento de Satanás no fue genuino. El verdadero arrepentimiento lo habría llevado a reconocer que sus sentimientos hacia Miguel estaban equivocados. Habría reconocido sus sentimientos de celos y odio por lo que realmente eran, y se habría arrepentido de ellos. Como dijo Elena de White: “El tremendo cambio que se había operado en su situación [la de Satanás] no había aumentado su amor a Dios, ni a su sabia y justa Ley”.69 La mejor evidencia de esto es que “cuando Satanás se convenció plenamente de que no había posibilidad alguna de recuperar el favor de Dios, manifestó su maldad con odio acrecentado y ardiente vehemencia”.70 Si su arrepentimiento hubiera sido genuino, su odio no se habría reavivado.
Esta es una lección profunda para nosotros. El cáncer de pulmón terminal que resulta de nuestra decisión de fumar durante toda nuestra vida adulta no se puede revertir; y el cáncer espiritual en nuestra mente, que es el resultado de una vida de elecciones pecaminosas, tampoco se puede revertir. Tenemos que vivir y morir con los resultados de nuestras elecciones, tanto físicas como espirituales. Sin embargo, hay una gran diferencia. Si aceptamos a Jesús como nuestro Salvador hoy, en su segunda venida él revertirá los resultados de nuestras elecciones físicas; pero más allá de un momento dado, nuestras elecciones espirituales están aseguradas para la eternidad.
60 Esta historia es de la vida real. Ha sucedido una y otra vez a lo largo de los milenios de la historia.
61 Francis D. Nichol, ed., Comentario bíblico adventista del séptimo día (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1996), t. 7, p. 824.
62 El conflicto de los siglos, p. 551.
63 Ranko Stefanovic, Revelation of Jesus Christ, 2a ed. (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2009), p. 395.
64 Primeros escritos, p. 178.
65 La historia de la redención, pp. 26, 27.
66 Ibíd., p. 27, 28.
67 Ibíd., p. 28.
68 Ibíd., p. 29.
69 Ibíd.
70 Ibíd.
Capítulo 7
El reino de las tinieblas llega a la Tierra
Tengo un amigo al que llamaré David. David trabaja en una tienda de alimentos naturales en Caldwell, Idaho, donde vivo, y voy todos los meses. No es cristiano, pero le gusta discutir cuestiones religiosas. Así que, siempre que tengo un poco de tiempo extra y él no está ocupado con otros clientes, pasamos algún tiempo charlando. Durante una sesión reciente, la gran pregunta fue sobre el problema de Dios, el mal y el sufrimiento. Esta es sin duda la cuestión más apremiante en toda la teología cristiana. ¿Por qué Dios creó al diablo? ¿Y por qué tuvo que arrojarlo a nuestro planeta? Con todos los otros miles de millones, y tal vez billones, de planetas que deben existir en el universo, ¿por qué Dios tuvo que escoger el nuestro como la prisión de Satanás? ¿Por qué no puso a Satanás y a sus asociados rebeldes en algún planeta deshabitado donde pudieran consumir los años por sí mismos, en vez de sumir a nuestro mundo en más de seis mil años de agonía? David y yo charlamos durante veinte o treinta minutos, pero no pude darle una respuesta que lo satisficiera.
Lamentablemente, los escritores de la Biblia no respondieron a esta pregunta; en parte, sospecho, porque nunca se les habría ocurrido preguntarlo. No tenían idea de que el universo contiene miles de millones de galaxias y billones de estrellas, sistemas solares y planetas. Hoy sabemos esto, así que, tiene sentido para nosotros preguntarnos por qué Satanás y sus ángeles no fueron enviados a un planeta deshabitado. Creo que hay una muy buena respuesta a esa pregunta.
Comenzaré respondiendo con una cita del libro Primeros escritos, de Elena de White. “Pero cuando Dios dijo a su Hijo: ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen’ (Gén. 1:26), Satanás sintió celos de Jesús. Deseaba que se lo consultase con respecto a la formación del hombre, y porque no fue consultado, se llenó de envidia, celos y odio”.71 Tendríamos que esperar la vida futura para estar seguros, pero sospecho que una de las razones por las cuales Dios echo a Satanás y a sus ángeles a nuestro mundo es que Satanás exigió ser enviado aquí, y Dios accedió a su petición. Estaba enojado porque lo dejaron fuera del plan para la creación de nuestro planeta, y quería vengarse al venir aquí y tomar lo que le pertenecía a Dios.
Por supuesto, Dios pudo haber negado tal petición. Después de todo, ¿por qué querría poner en peligro su preciosa nueva creación de seres humanos? En nuestro mundo, protegemos nuestras obras de arte. Tenemos leyes de derechos de autor que impiden que otros se apropien de nuestros escritos y obras de arte. En el caso de las obras muy valiosas, las colocamos en museos, y a veces incluso en vitrinas, donde la gente puede verlas, pero no tocarlas. Entonces, ¿por qué Dios no protegió a su nueva creación del ataque de Satanás?
En respuesta a esta pregunta, señalaré que el arte creativo de Dios al hacer a los seres humanos era muy diferente de los objetos inanimados que nosotros creamos. Él no podía protegerlos del conflicto entre el bien y el mal de la manera en que protegemos nuestras obras de arte sin violar una de las partes más preciosas de su “obra de arte”. Dios dio a la raza humana recién creada la misma inteligencia y libertad de elección que les había dado a los ángeles cuando los creó.
“Dios sabía que una rebelión [de Satanás] tan decidida no permanecería inactiva [...]. Procuraría destruir la felicidad de Adán y Eva. Trataría de incitarlos a la rebelión, con plena conciencia de que eso produciría tristeza en el Cielo”.72 Por extraño que pueda parecer, Satanás tuvo dificultades para tomar esa decisión. Solemos pensar en Satanás como un ser totalmente depravado que se deleita en infligir tanto dolor y sufrimiento a los seres humanos como sea posible, y no tengo ninguna duda de que es una evaluación correcta de él hoy en día. Sin embargo, nadie se vuelve totalmente perverso en una fracción de segundo. Aquellos que eligen seguir sus sentimientos rebeldes se transforman gradualmente en perversos. Durante las primeras etapas de su rebelión, Satanás no se degradó totalmente. Elena de White dijo que él todavía tenía suficiente conciencia en el momento en que fue echado del cielo para que se estremeciera “al pensar en sumergir a la santa y feliz pareja en la miseria y el remordimiento que él mismo debía soportar. Parecía indeciso: a veces, firme y resuelto; otras, dubitativo y vacilante”.73 A pesar de todo, tomó la decisión de desviar su hostilidad que tenía hacía Cristo, y se enfocó en Adán y Eva. Y tenía un par de razones interesantes para hacerlo.
Intentar manipular a Dios
El plan original de Satanás era manipular a Dios para que le permitiera a él y a sus seguidores regresar al cielo. Habiendo estado en la presencia de Dios por muchos años, estaba muy familiarizado con su naturaleza amorosa, y pensó que “si de alguna manera podía inducirlos a desobedecer, Dios haría algo para perdonarlos; entonces él y todos los ángeles caídos dispondrían de una buena oportunidad para compartir con ellos la misericordia de Dios”.74 Esta fue la estrategia de Satanás para manipular a Dios y permitir que él y sus malvados compañeros regresaran al cielo. ¿Increíble? ¡Absolutamente! Pero eso es lo que sucede cuando permitimos que nuestros sentimientos dominen nuestra mente. Nuestro pensamiento se arruina.
Satanás también sabía que “si fallaban, desaparecería toda perspectiva de recuperar el cielo y controlarlo, o cualquier otra parte de la creación de Dios”.75 ¡Qué pensamiento tan perverso! Satanás estaba planeando una estrategia no solo para recuperar su entrada de regreso al cielo, ¡esperaba que cuando llegara allí pudiese controlar el cielo! Eso tiene tanto sentido como el que yo trate de encontrar una manera de controlar al gobierno de los Estados Unidos, o incluso al gobierno de mi ciudad local. Satanás no entendía que él y sus ángeles no estaban totalmente preparados para la comunidad celestial. Esa es una de las consecuencias de permitir que nuestros sentimientos controlen nuestro pensamiento. Esto distorsiona nuestra percepción de la realidad. Y después de un tiempo, nuestro pensamiento deformado y pecaminoso se vuelve tan fijo en nuestras mentes que no puede ser revertido. Como señaló Elena de White, Dios no podía permitir que Satanás volviera al cielo porque “las semillas de la rebelión todavía estaban dentro de él”.76
Pero volvamos a Satanás y su plan de manipular a Dios. Su primer objetivo fue tentar a Adán y a Eva para que desobedecieran a Dios y luego contar con su perdón. Si eso sucediera, él asumió que, con toda justicia, Dios se vería obligado a dispensar el mismo perdón para él y sus malvados seguidores. Como dije, esta fue la primera estrategia de Satanás para manipular a Dios.
Sin embargo, en caso de que eso no funcionara, tenía un plan B: “Una vez que [Adán y Eva] hubieran transgredido la ley de Dios estarían sometidos a la ira divina lo mismo que ellos [Satanás y sus seguidores]. Su transgresión [de Adán y Eva] también los pondría a ellos en estado de rebelión, y [Satanás y sus seguidores] podrían unirse con Adán y Eva para tomar posesión del Edén y establecer allí su morada. Y si lograban tener acceso al árbol de la vida que estaba en medio del jardín, su fortaleza sería, según ellos, igual a la de los ángeles santos, y ni Dios mismo podría expulsarlos de allí”.77
Este fue el plan B de Satanás para manipular a Dios.
Lo que Satanás quería era un territorio habitado por seres inteligentes sobre los cuales él pudiera gobernar. Su esfuerzo inicial había sido conquistar el cielo y controlar a sus habitantes. Al fracasar ese plan, dirigió su atención a obtener el control del planeta Tierra. Como sabemos, tuvo demasiado éxito. Durante los últimos seis mil años, más o menos, ha sido “el dios de este mundo” (2 Cor. 4:4). Sin embargo, Dios superó a Satanás. Le concedió un período de tiempo para gobernar sobre nuestro mundo, pero su gobierno terminará algún día con la batalla del Armagedón. Pero eso es adelantarse a nuestra historia.