Kitabı oku: «Camino al Armagedón», sayfa 8
Satanás sube a sus ángeles a bordo
Habiendo ideado una estrategia, Satanás convocó una reunión con sus seguidores y compartió su plan con ellos. Escucharon, pero “no todos estaban listos para unirse con el fin de llevar a cabo ese arriesgado y terrible plan”.78 Después de haber pasado cientos, y quizá miles, de años en el cielo, estaban muy conscientes de la sabiduría y el poder de Dios, y dudaban de que Satanás lograra contar con el apoyo de Adán y de Eva. Así que, Satanás les dijo que quería que “consideraran el asunto mientras él los dejaba con el fin de estar solo para madurar sus planes. Trató de convencerlos de que esa era su única y su última esperanza”.79
Satanás estaba muy consciente del riesgo que estaba tomando. “Temía que sus propósitos no se cumplieran”, y “aunque tuviera éxito al inducir a Adán y a Eva a desobedecer los mandamientos de Dios [...] de todo ello él no recibía ningún beneficio, su propia situación no mejoraría; su culpa, en cambio solo aumentaría”. Y, como señalé hace un momento, él “se estremeció al pensar en sumergir a la santa y feliz pareja en la miseria y el remordimiento que él mismo debía soportar. Parecía indeciso: a veces firme y resuelto, otras dubitativo y vacilante”.80 A nosotros nos resulta fácil pensar que cuando Dios echó a Satanás del cielo, lo siguiente que hizo Satanás fue tentar audazmente a Adán y Eva. No obstante, Elena de White nos ayuda a entender que a Satanás le costó mucho tomar esa decisión.
Sin embargo, mientras Satanás reflexionaba sobre qué hacer, sus ángeles lo buscaban “para informarle acerca de la decisión que habían tomado. Se unirían a Satanás en sus planes, para compartir con él la responsabilidad y las consecuencias”. Con esto, “Satanás ahuyentó sus sentimientos de desesperación y flaqueza y, como dirigente de ellos, se revistió de valor con el fin de afrontar la situación y hacer todo cuanto estuviera a su alcance para desafiar la autoridad de Dios y de su Hijo”.81
Dios sube a sus ángeles a bordo
Inmediatamente Dios “reunió a la hueste angélica para tomar medidas con el fin de evitar el mal que amenazaba”.82 Para entonces, estoy seguro de que la Trinidad había celebrado su propia reunión para decidir cómo responder a la decisión de Satanás y de sus ángeles malvados de tentar a Adán y a Eva, y encuentro muy significativo que una de las acciones que tomaron fue involucrar a los ángeles del cielo en la trama de proteger a Adán y a Eva de Satanás. Dios creó seres inteligentes, tanto ángeles como humanos, que pueden pensar, razonar y tomar acción sobre lo que conocen. Y la Trinidad no dejó a sus inteligentes ángeles sentados sin nada que hacer. En este particular caso, la Trinidad involucró a los ángeles de dos maneras. Primero, en el desarrollo del plan para proteger a Adán y a Eva de Satanás. Segundo, les dieron responsabilidades para ayudar a llevar a cabo dicho plan.
Sabemos que, después de la creación de Adán, “mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Gén. 2:16, 17). Las dos palabras hebreas para “Jehová Dios” son Yahweh Elohim. La traducción en castellano de Yahweh es “Jehová”, que es Dios en el sentido más elevado; mientras que la traducción de Elohim es “Dios”, en plural.
La declaración bíblica de que Jehová ordenó a Adán que no comiera del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal revela lo que a primera vista parece ser una aparente contradicción de un comentario de Elena de White. Ella dijo que una de las decisiones del concilio celestial fue que los ángeles visitaran el Edén para “advertir a Adán que estaba en peligro por la presencia del enemigo. Dos ángeles se apresuraron a visitar a nuestros primeros padres”.83 ¿Fue Dios o los ángeles quienes advirtieron a Adán y a Eva?
Una solución simple a este problema es señalar que fue Jehová Dios quien ordenó a Adán que no comiera el fruto del árbol. Sin embargo, la conversación de los ángeles con la pareja edénica fue en respuesta a la orden de Dios. Se les dijo que compartieran con Adán y Eva “la triste historia de la rebelión y la caída de Satanás”. Ellos fueron a informarles a Adán y a Eva que “Satanás se había propuesto hacerles daño, y que era necesario que los protegieran, porque podrían llegar a relacionarse con el adversario caído”.84 Por lo tanto, no hay contradicción entre las declaraciones de la Biblia y las de Elena de White. Dios le dio a Adán la orden. Los ángeles siguieron con la historia de la rebelión de Satanás y con una advertencia para que Adán y Eva estuvieran en guardia contra él.
Adán y Eva se unen a Satanás
Una vez que Satanás decidió involucrar a Adán y a Eva, y a toda la raza humana, en la misma miseria que estaba experimentando, planificó su estrategia cuidadosamente. Sabía que “Si se acercaba audazmente a Adán y a Eva para quejarse del unigénito Hijo de Dios, no lo escucharían en absoluto; por el contrario, estarían preparados para repeler ese ataque. Si tratara de intimidarlos con su poder –hasta hacía poco había sido un ángel provisto de gran autoridad–, tampoco podría lograr nada. Decidió que la astucia y el engaño lograrían lo que no fuera posible por la fuerza”.85
Ya que el único lugar donde podía contactar a Adán y a Eva era en el árbol del conocimiento del bien y del mal, Satanás probablemente tuvo que esperar algún tiempo para tener la oportunidad de acercarse a ellos. En ocasiones, suelen preguntarme cuánto tiempo estuvieron Adán y Eva en el Edén antes de caer, y una respuesta simple es que no tengo idea. Lo más cercano que la Biblia llega a contestar esa pregunta es que el hijo de Adán y Eva, Set, nació cuando Adán tenía 130 años (Gén. 5:3), y para entonces Caín y Abel, y quién sabe cuántos otros niños, también habían nacido. Adán y Eva pudieron haber estado en el Edén solo unas pocas semanas o meses antes de su caída. Por mucho tiempo que fuera, Satanás sin duda pasó una cantidad significativa de su tiempo observando a la pareja antes de concretar su estrategia. Probablemente, desde el principio, decidió acercarse a uno solo, y tuvo que pasar un tiempo observándolos para decidir a cuál atacar. Entonces, una vez que decidió que Eva sería su objetivo, puede que haya tenido que sentarse en el árbol del conocimiento del bien y del mal por quién sabe cuánto tiempo, esperando a que se paseara sola.86
¡Entonces, un día sucedió! Eva se acercó al árbol, sola. ¡Esta era la oportunidad de Satanás! Puedo imaginarme que su corazón se detuvo un instante (asumiendo que los ángeles tienen corazón como los seres humanos). Rápidamente encontró una serpiente (o tal vez ella la estaba esperando) y entró en ella. Respiró hondo y dejó que Eva se detuviese un poco, admirando el árbol y preguntándose por qué Dios les dijo que no comieran de su fruto. Entonces hizo su jugada.
Hay que reconocérselo a Satanás. Era muy sutil y muy inteligente, y la forma en que se acercó a Eva muestra que, de hecho, pasó bastante tiempo en la planificación cuidadosa. Apareció disfrazado de serpiente, de la que había tomado posesión. Hablando a través de la serpiente, Satanás dijo:
–Hola, Eva.87
Probablemente ella se giró y miró hacia un lado y al otro, tratando de descubrir de dónde venía la voz. Satanás pudo haber tenido que hablarle varias veces:
–Aquí arriba, Eva, en el árbol. Soy yo, la serpiente en el árbol.
¡Eso llamó su atención! Tal vez pensó: Mmm, una serpiente parlante... ¡Qué inusual!
Esto también debió de ser una advertencia para Eva de que algo no estaba bien. Sin embargo, ten en mente que Adán y Eva todavía estaban descubriendo muchas cosas acerca de su nuevo mundo. Así que, mientras que la idea de una serpiente parlante habría impresionado a Eva como algo inusual, ella probablemente llegó a la conclusión de que quizás era así como Dios había creado a las serpientes, y eso despertó su curiosidad. Satanás planeó cuidadosamente su estrategia para evitar que las campanas de advertencia sonaran en la mente de Eva, y así despertara su curiosidad. Y funcionó. En vez de huir, Eva se quedó y escuchó. ¡Victoria número uno para Satanás!
Luego trabajó la siguiente parte de su estrategia. Hizo una pregunta: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Gén. 3:1; énfasis añadido). Observa que Satanás no comenzó preguntando: “¿Dios les dijo que no debían comer de este árbol?” Él sabía perfectamente bien que eso era lo que Dios había dicho. Pero su estrategia en ese momento era simplemente involucrar a Eva en una conversación, así que, le hizo una pregunta sabiendo que la respuesta sería “no”, porque sería más probable que ella corrigiera su malentendido. Él quería que ella hablara, así que, hizo que ella le contara lo que Dios había dicho.
Cayó en la trampa. Ella respondió: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis” (vers. 2, 3).
Satanás consiguió lo que quería. Consiguió que ella hablara con él. Ahora era el momento de la mentira. Él dijo: “No moriréis” (vers. 4). Dios había dicho que morirían. Satanás dijo: “No moriréis”. El enemigo continuó diciendo una verdad a medias: “Sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (vers. 5). La verdad era que si comía el fruto sería como Dios en cuanto a conocer el bien y el mal. Lo que no le dijo es que el conocimiento del mal los angustiaría a ella y a su esposo.
Al decir que ella sería como Dios, Satanás también sugirió que al comer el fruto entraría en un estado de existencia más elevado que el que Dios le había dado. Esa es la misma tentación que hizo que Satanás fuera echado del cielo. Él codiciaba la posición y la autoridad de Cristo, que eran más altas que las suyas.
Inmediatamente después de comer del fruto, Eva “imaginó que sentía el poder vivificante de una nueva y elevada existencia como resultado de la influencia estimulante del fruto prohibido”.88 Entonces, “en un estado de excitación extraña y antinatural [...] buscó a su esposo con las manos llenas del fruto prohibido”.89 Me imagino su entusiasmo.
–¡Adán! ¡Adán! ¡Mira lo que tengo! Este es el fruto del árbol del que Dios dijo que no debíamos comer. Pero, Adán, lo comí y me siento de maravilla. Toma, pruébalo. ¡Te gustará!
Imaginemos que Adán estaba recortando algunas cepas que se aferraban a un árbol. Cuando escuchó la voz emocionada de su amada esposa, se volvió hacia ella expectante, con una amplia sonrisa en su rostro. Pero luego escuchó sus palabras, y su corazón se detuvo. Por primera vez en su vida, sintió miedo; más que miedo, pánico.
–¡Cariño, no lo hiciste! Oh, Eva, ¿cómo pudiste? Cariño, Dios dijo: “¡No!”
–Pero, Adán, mírame. Todavía estoy viva, ¡y me siento tan bien!
–¿Por qué?, si Dios dijo que no debíamos comer esa fruta. Oh, cariño, ¿por qué te dejé salir de mi lado cuando los ángeles nos advirtieron que permanezcamos juntos?
–Adán, escúchame. La serpiente comió de la fruta, y no le dolió. Además, dijo que, si comemos la fruta, ¡llegaremos a ser como Dios! Oh, Adán, ¡prueba un poco!
Ella le dio un pedazo. Adán tomó la fruta y miró a Eva, miró a la fruta y luego a Eva.
–¡Oh, Eva, no puedo! Dios dijo que no.
Eva frunció el ceño y dijo:
–¡Así que no me crees!
Una expresión de angustia marcó el rostro de Adán, y su voz se quebró:
–Cariño, te creo cuando dices que una serpiente te habló y te hizo comer la fruta. ¡Pero te la comiste cuando Dios dijo que no lo hiciéramos!
Miró a Eva con una expresión desconsolada y con el gran amor que sentía por ella. Luego miró la fruta, a Eva y luego a la fruta otra vez.
–De acuerdo –dijo–, si mueres, moriré contigo.
Él tomó un bocado.
–Mmm... ¡Sabe bien! ¡Y me siento genial!
–Cariño, te lo dije. Así me sentí cuando comí la fruta. Me pregunto por qué Dios nos dijo que no comiéramos, cuando nos hace sentir tan bien.
Adán puso un brazo alrededor de Eva.
–Le contaremos a Dios cuando venga esta noche y le haremos esa pregunta.
Justo en ese momento sopló una leve brisa, y Adán sostuvo a Eva un poco más cerca.
–Cariño, siento un poco de frío. Busquemos un lugar agradable y soleado donde podamos sentarnos y calentarnos.
Encontraron una loma cubierta de hierba y se sentaron. Enterrados en sus propios pensamientos, ninguno de ellos habló por un tiempo. Finalmente, Adán rompió el silencio.
–Me pregunto qué dirá Dios.
Eva vaciló por un momento.
–Me estoy preguntando lo mismo...
Se sentaron en silencio por algunos minutos más, y luego Eva comenzó a llorar.
–¡Adán, tengo miedo!
–Yo también –dijo Adán asintiendo con la cabeza.
De repente, Adán se enderezó y se puso de pie.
–¡Eva, mírate! ¡Te ves igual que anoche cuando hicimos el amor!
Eva miró su cuerpo de arriba abajo y luego miró a Adán con una mirada de asombro en su rostro.
–Pero, pero, pero, Adán, ¡tú también!
Adán se miró a sí mismo y gritó:
–Oh, Eva, ¿qué hemos hecho? No podemos enfrentarnos a Dios esta noche luciendo desnudos. ¿Qué vamos a hacer?
Eva guardó silencio por un momento.
–Pensemos –dijo ella.
Adán puso su brazo alrededor de ella y la abrazó. Ella reflexionó un momento más y luego dijo:
–Ya sé lo que podemos hacer. ¿Recuerdas esa higuera en el prado al otro lado del arroyo? Esas hojas son enormes. Podemos cubrirnos con ellas.
Adán frunció el ceño y dijo:
–Pero ¿cómo las mantendremos juntas?
–Oh, eso es fácil –dijo Eva–. Los perforaremos con el tallo de una hoja. Luego cortaremos algunos zarcillos delgados de la vid que está creciendo en el árbol donde dormimos, ¡y los coseré juntos!
Ella miró a Adán con una sonrisa. Procedieron a la higuera, donde cortaron las hojas y las cosieron con zarcillos de una vid. Cuando terminaron, se pusieron sus ropas nuevas y se sentaron en un lugar cubierto de hierba frente a la higuera. El sol estaba a medio camino hacia el horizonte, así que esperaron. Con cada momento, el miedo en sus corazones crecía.
Entonces lo oyeron: la voz de Dios los llamó.
–Adán, soy yo, Dios. He venido a verte otra vez.
Adán sintió que su corazón se sacudía, y él aferró la mano de Eva y se puso en pie de un salto.
–Cariño, no podemos permitir que Dios nos vea así. Escondámonos.
–Pero ¿dónde, Adán?
Adán hizo una pausa y luego dijo:
–¡Sígueme!
Él se fue corriendo. Minutos después, sin aliento, cavaron profundamente en algunos arbustos en la parte más oscura del bosque.
–Adán, Eva, ¿dónde están?
La voz estaba más cerca ahora, y cada segundo se acercaba. Momentos después escucharon que las ramas se separaban. El corazón de Adán se aceleró.
–Adán, Eva, ¿son ustedes?
Adán se agachó, empujándose más profundo en un arbusto. Luego levantó la vista y vio a Dios, y se quedó sin aliento.
–Dios, ¿eres tú? ¡Te ves tan diferente! ¿Dónde está la gloria?90
Dios no dijo nada. Tenía una mirada triste en su rostro, y su voz era amable cuando hablaba.
–¿Por qué te escondes de mí?
Adán respiró hondo, miró las hojas de higuera de Eva y las de él, y luego dijo:
–Estaba desnudo, y estaba avergonzado. Por eso corrí y me escondí.
–Adán –le preguntó Dios en voz baja–, ¿comiste la fruta del árbol del que te dije que no comieras?
Adán tragó saliva. Luego asintió con la cabeza hacia Eva y le dijo:
–Bueno, la mujer que me diste me trajo parte de la fruta. Me dijo que ella había comido y, obviamente, no le había pasado nada malo, entonces también comí un poco.
Dios se volvió hacia Eva. Su voz, aún suave, le preguntó:
–Eva, ¿es verdad? ¿Comiste la fruta?
Justo en ese momento una serpiente pasó junto a uno de los arbustos. Eva miró y señaló a la serpiente.
–Ella me habló desde el árbol, me dio un poco y yo comí.
Una figura sombría apareció frente a ellos. Satanás estaba de pie junto a la serpiente, con una expresión de triunfante alegría en su rostro. Luego desapareció.
Una breve reflexión
Dios instruyó a Adán muy específicamente que no debía comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Se trata de una ley, una ley muy simple, pero una ley al fin, y conlleva una pena específica por su violación: la muerte. Como aprendimos en el primer capítulo, la ley es una de las características importantes del gobierno de Dios, el Reino de la Luz, y estrechamente relacionado con él está la autoridad para hacer cumplir la ley. Cuando Lucifer y sus ángeles se rebelaron contra la Ley de Dios y su autoridad en el cielo, Dios ejerció esa autoridad para echarlos de allí y enviarlos a nuestro planeta. De la misma manera, Adán y Eva fueron expulsados del Edén cuando hicieron caso omiso de la autoridad de Dios al violar su simple ley que les impedía comer del fruto. Al mismo tiempo, perdieron la presencia del Espíritu Santo en sus mentes y corazones, lo cual les hizo perder otras dos características del Reino de la Luz de Dios: amor y libertad. Así que, los principios básicos subyacentes al Reino de la Luz estaban muy en juego en lo que sucedió en el Edén. Veremos estos mismos principios involucrados en el conflicto entre el bien y el mal desde ese momento hasta la batalla del Armagedón.
71 Primeros escritos, p. 177.
72 La historia de la redención, p. 29.
73 Ibíd., pp. 30, 31.
74 Ibíd., pp. 29, 30.
75 Ibíd., p. 30.
76 Ibíd., p. 28.
77 Ibíd., p. 30.
78 Ibíd.
79 Ibíd.
80 Ibíd., pp. 30, 31.
81 Ibíd., p. 31.
82 Ibíd.
83 Ibíd.
84 Ibíd., p. 32.
85 Ibíd., p. 31.
86 Algunas personas se oponen a la idea de que Eva estaba sola en el árbol cuando la serpiente la tentó, porque en Génesis 3:6 se dice que comió el fruto y “también dio un poco a su marido que estaba con ella” (énfasis añadido). Sin embargo, la Biblia solo registra una conversación entre la serpiente y Eva. Si Adán estaba presente, ¿por qué no se involucró también en la conversación? Casi con toda seguridad habría reconocido la tentación y advertido a su esposa para que no comiera la fruta. Al parecer, es más probable que Adán estuviera “con ella” en el mismo sentido que un hombre de negocios que está acompañado por su esposa en un viaje relacionado con el trabajo, les dice a sus socios que su esposa está con él, aunque ella no esté presente durante sus reuniones. Elena de White deja muy en claro que Eva se alejó de su marido, y los ángeles “le habían advertido que no lo hiciera”, tal como se indica en la página 34 de su libro La historia de la redención.
87 Ni la Biblia ni Elena de White dicen que las primeras palabras de Satanás fueron: “Hola, Eva”. Sin embargo, en la página 35 de La historia de la redención, Elena de White dijo que Satanás halagó a Eva con comentarios acerca de su belleza antes de hablarle acerca del mandamiento de Dios. Supongo que Satanás habría comenzado su conversación con un simple saludo, como: “Hola, Eva”.
88 Ibíd., p. 37.
89 Ibíd.
90 Los seres humanos pecadores no pueden mirar a Dios en su forma gloriosa y vivir. Aunque la Biblia y Elena de White no lo dicen, estoy asumiendo que Dios visitó a Adán y Eva antes de su pecado en su forma gloriosa, pero después de que pecaron él escondió su gloria, apareciéndoles más como un humano.
Capítulo 8
Una vía de escape para los seres humanos
Los seguidores más cercanos de Satanás se reunieron a su alrededor. Le dieron una palmada en la espalda y lo aplaudieron. Entonces los ángeles malvados celebraron con una gran fiesta. El siguiente al mando de Satanás levantó su copa y dijo: “¡Salve al jefe!”91 Y todos levantaron sus copas y aplaudieron nuevamente.
–Amigos –dijo Satanás–, Dios les dio el dominio del mundo a Adán y a Eva, pero les hemos arrebatado ese dominio. El mundo es nuestro reino ahora. A medida que la raza humana se multiplique, nuestro reino crecerá y se expandirá sobre la Tierra, y tendremos la oportunidad de demostrar la superioridad de nuestro plan de gobierno. Solo hay dos humanos en este momento, por lo que puede que no haya mucho para que cada uno de ustedes haga durante un tiempo, pero les aseguro que a medida que más y más de ellos nazcan, estarán cada vez más ocupados. Miguel y su gente están descontentos con nosotros ahora mismo, exactamente como yo esperaba. Y los mantendremos infelices por mucho, mucho tiempo. Ahora esperemos y veamos qué hace Miguel por Adán y Eva para que podamos sacar provecho.
El reino de las tinieblas ganó esa ronda.
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