Kitabı oku: «Camino al Armagedón», sayfa 6
El sábado
Hace varios años, el Departamento de Transporte de Idaho construyó un nuevo puente a través de la carretera interestatal 84, que pasa por Nampa, Idaho, cerca de donde vivo. Cuando la construcción estuvo terminada, la ciudad y el Estado planearon una gran ceremonia para celebrar la apertura del nuevo puente, como recuerdo (no estuve allí), con una ceremonia de inauguración, con corte de cinta incluido. Mi familia nunca pudo dejar de reírse de eso. ¿Una gran ceremonia para celebrar la apertura de un puente? ¡Vamos! Sin embargo, la gran apertura del puente ilustra un hecho importante de la vida en nuestro planeta: los seres humanos celebramos los eventos importantes en nuestras vidas, ya sean graduaciones, bodas o incluso la finalización de un nuevo edificio, como un salón de ciencias o un centro estudiantil universitario. Planificamos programas especiales para estos eventos e invitamos a las partes interesadas a unirse a nosotros para celebrarlos.
Dios también celebró su obra creadora de nuestro mundo en ese primer sábado. Así es como lo describe Génesis: “Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Gén. 2:1-3).
Así como tenemos celebraciones como cumpleaños, matrimonios, reuniones de exalumnos y días de independencia nacional, Dios hizo del sábado un recordatorio semanal de su creación del mundo. Podemos extraer varias lecciones de lo que Génesis 2:1 al 3 nos dice sobre el origen del sábado.
¿Creación o evolución? Estos versículos sacuden la sentencia de muerte a cualquier noción de evolución.58Noten: “Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra”, y “acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo” (énfasis añadido).59 La creación de nuestro planeta con todos sus seres vivientes tomó solo seis días, y nada más. Al final del sexto día, la creación se detuvo. La teoría popular de la evolución considera que esta “creación” transcurrió durante un largo período de millones de años y todavía continúa. No es así según la Biblia. La Palabra de Dios dice que la creación fue terminada, hecha y detenida.
Algunos cristianos están tan convencidos de que la evolución es verdadera que tratan de unirla con el relato del Génesis. La llaman evolución teísta. Dios es el Creador, dicen, y la evolución es la manera en que él creó. En este escenario, los días de la creación se convierten en eones de tiempo que Dios usó para crear nuestro mundo y sus seres vivos mediante el proceso evolutivo. Sin embargo, la evolución teísta no resuelve el problema. Los versículos 1 y 2 de Génesis 2 dicen que en el séptimo día Dios acabó su obra de la creación. Tanto la evolución naturalista como la evolución teísta no cumplen con ese requisito bíblico. Por lo tanto, tenemos una opción: podemos aceptar el relato bíblico de los orígenes o el relato científico moderno, pero no podemos aceptar ambos. Son mutuamente excluyentes.
Una creación inmaterial. Todo lo que Dios hizo durante los primeros seis días fue físico: luz, aire, tierra y vegetación; sol, luna y estrellas; pájaros y peces; y animales terrestres y seres humanos. Pero el sábado está hecho de tiempo, no de materia. Los animales son muy conscientes del día y de la noche; pero para ellos, cada día de la semana es como cualquier otro día. No tienen mentes que puedan entender el concepto del sábado. Por lo tanto, Dios hizo el sábado estrictamente para los seres humanos, que tienen la inteligencia para distinguir entre el tiempo que es sagrado y el tiempo que no lo es.
El propósito del sábado. La pregunta entonces es: ¿por qué Dios creó el sábado para los seres humanos? En realidad, él no creó el sábado solo para la raza humana. Dios creó el sábado tanto para sí mismo como para nosotros. Ten en cuenta que Dios es el Dios de las relaciones, y creó a los seres humanos para que ellos pudieran relacionarse con seres inteligentes y, a la vez, que también pudieran relacionarse con él. No hace falta decir que Dios quiere relacionarse con nosotros los otros seis días de la semana, pero creó el sábado como un tiempo especial para que él tuviera una relación más íntima con nosotros. Ese es un pensamiento asombroso: esta Deidad que creó el vasto universo con sus galaxias, soles y planetas anhela una relación íntima con nosotros. Esa es la razón por la cual Dios nos creó y, por eso, apartó el sábado como un día especial de cada semana para profundizar esa relación.
El sábado como tiempo santo. ¿Qué hay en el sábado que lo hace santo? El hecho de que Dios declare el día como santo es parte de la respuesta a la pregunta de arriba. “Dios lo dijo, y yo lo creo, eso lo confirma”. Suficientemente cierto. Pero propongo que la razón principal por la cual el sábado es santo es porque la presencia de Dios está en él. En cualquier momento y en cualquier lugar, Dios está presente, ese tiempo y lugar son sagrados. Por eso, Dios le dijo a Moisés que el terreno alrededor de la zarza ardiente era santo (Éxo. 3:5). Y esto refuerza lo que ya he dicho sobre el sábado: es un momento en el cual Dios se encuentra con nosotros de una manera especial, y es un tiempo para que nos reunamos con él de un modo particular. Entonces, es la presencia de Dios lo que hace que el día de reposo sea santo. Debido a que el sábado es tiempo santo, no hay tierra santa. El sábado es santo en todo el mundo. Dios nos ha dejado crear espacios sagrados con iglesias, templos y catedrales. Cuando construimos estos espacios sagrados, Dios se compromete a encontrarse con nosotros dentro de ellos. De hecho, cada individuo puede crear su propio lugar sagrado donde él o ella puedan encontrarse con Dios en el estudio de la Biblia y la oración.
Las relaciones entre nosotros. El sábado también trata de las relaciones entre los que guardan el sábado. Aquel primer sábado solo había dos personas. Pero Dios hizo el sábado para la raza humana, no solo para Adán y Eva. Esto es evidente en la declaración de Jesús de que “El día de reposo fue hecho por causa del hombre” (Mar. 2:27; énfasis añadido). El plan de Dios era que Adán y Eva tuvieran hijos, y estos tendrían hijos que tendrían más hijos. Pronto el mundo estaría lleno de personas que se reunirían unas con otras y con Dios en el santo sábado.
Algunas se niegan a reunirse con otros el sábado porque dicen que pueden adorar a Dios en su casa. En nuestro mundo quebrantado, a veces hay razones válidas por las cuales una persona aquí y allá no puede reunirse con otros cristianos el sábado. La enfermedad y la vejez son dos de esas razones, y hay otras. Pero cuando somos físicamente capaces de hacerlo, el plan de Dios es que cada observador del sábado se reúna con otros cada sábado para que podamos adorarlo corporativamente.
Me pregunto cómo era el sábado para Adán y Eva antes de que pecaran. Génesis 3:8 sugiere una respuesta. Dice que Adán y Eva “oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día”. Propongo que esto era un acontecimiento diario durante el tiempo de la inocencia de Adán y de Eva. Cada tarde Dios bajaba a la tierra que acababa de crear y se reunía durante una hora o dos con ese primer par de seres humanos porque anhelaba criaturas inteligentes con las que pudiera relacionarse. Creo también que Dios se reunía personalmente con ellos durante todo el día sábado. Y estoy seguro de que muchos ángeles se unieron a ellos.
A veces la vida se vuelve tan ocupada que nos cuesta mucho reservar el tiempo para guardar el sábado. Eso es porque tenemos nuestras prioridades mezcladas. Lo ilustraré con la historia de dos amantes. Antes de que comiencen la relación, sus días están tan llenos de todo tipo de responsabilidades que tienen que rechazar ocasionalmente solicitudes de favores que requerirían más de su tiempo. Pero durante la relación, encontrar el tiempo para pasarlo juntos no es un problema. Con gusto renuncian a todo tipo de obligaciones para poder estar juntos. Ocurre en todo el mundo todos los días: dos personas se conocen, se enamoran y se “hacen” tiempo para estar juntas.
Eso es lo que creo que el sábado significa para Dios. Él deja todo a un lado debido a su anhelo de encontrarse con los seres humanos y comprometerse en esa profunda relación fraternal. Con demasiada frecuencia pensamos en lo que Dios quiere que hagamos el sábado, olvidando lo que Dios quiere hacer en él. ¡Quiere pasar el día con nosotros! ¡Cuán decepcionado debe sentirse cuando nos negamos a encontrarnos con él ese día! Cuán decepcionado se debe sentir cuando convertimos su santo día en meras reglas y ordenanzas sobre lo que debemos y no debemos hacer el sábado. Y cuán decepcionado se debe sentir cuando nos sentamos el sábado por la tarde y charlamos sobre nuestros trabajos y las cosas que planeamos hacer durante la próxima semana. ¡Dios anhela que todo ese tiempo lo pasemos con él!
El compromiso de Dios. En el mundo ideal que Dios creó, los seres humanos y Dios estarían completamente comprometidos a reunirse en el día de reposo. En ese mundo ideal, querríamos encontrarnos con él todo el día. ¡Disfrutaríamos encontrarnos con él todo el día! ¡Esperaríamos con ansiedad que llegue el sábado cada semana! Eso prácticamente ha desaparecido con la mayoría de los observadores del séptimo día en estos días. Nos apresuramos por tratar de exprimir todo el viernes antes del atardecer, y debo confesar que soy tan culpable como cualquier otro observador del sábado.
Entonces, por supuesto, también están las personas que ni siquiera pasan tiempo con Dios en el séptimo día. El domingo es su gran día, y creo que la mayoría de los guardadores del domingo estarían de acuerdo con la opinión de un caballero episcopal que conocí en Uvalde, Texas, cuando pastoreaba allí. Estuvimos charlando en su oficina un día, y la conversación se dirigió al sábado. Expliqué nuestra comprensión adventista del sábado. Cuando terminé, pensó por un momento y luego dijo: “Bueno, me imagino que una vez que salga de la iglesia, el resto del día es mío”. Creo que la mayoría de los guardadores del domingo estarían de acuerdo. Pero esa no es la verdad acerca del sábado. Todo el día es santo, apartado como un tiempo sagrado para que nos reunamos con Dios y con los demás.
Ahora veamos el sábado desde el punto de vista de Dios. Él anhela que los observadores del sábado verdaderamente comprendan el propósito de ese día, que lo tomen en serio y pasen tiempo de calidad con él. Y lo consigue con algunos observadores del sábado. Intento ser uno de ellos, y espero que tú también lo hagas.
Propongo que Dios está absolutamente comprometido a observar esa celebración de aniversario semanal, incluso si nosotros no lo estamos. Y nos da la bienvenida a la celebración a cada uno de nosotros en cualquier momento. ¡El estará ahí! No puedo enfatizar con suficiente firmeza el hecho de que Dios está presente cada séptimo día, incluso si lo ignoramos. Nuestra ausencia no puede determinar su presencia.
Cuando estamos aprendiendo. Yo creo que Dios se regocija aun en nuestros esfuerzos más débiles por tener comunión con él en el sábado. Él nos anima, nos alienta y trata de ayudarnos a entender el verdadero propósito del día. Y disfruta la nueva relación con nosotros.
¿Disfrutas ayudando a personas necesitadas? Personas que no tienen trabajo y necesitan comida para poner en sus mesas. Personas mayores que necesitan que les corten el césped. Jóvenes que necesitan un amigo. Gente deprimida que necesita alguien con quien hablar. Una madre soltera que tiene tres hijos y necesita que alguien los cuide de vez en cuando. A Dios le encanta estar involucrado en ese tipo de cosas también. Él se regocija cuando la gente descubre el sábado, y le encanta ayudarlos a aprender cómo guardarlo. Él se ha comprometido a tener una relación de amor con ellos el sábado, por débil que sea su esfuerzo, y los ayuda a crecer en su comprensión y apreciación de ese día.
Supongamos que no hubiera gente que guardara el sábado en el mundo. Ninguna persona. Propongo que Dios aun así guardaría ese día. Cuando en el principio hizo el sábado, se comprometió a encontrarse con los seres humanos en ese día, lo decidieran o no. Y una vez que Dios hace un compromiso, puedes confiar en que él lo respetará. ¡Dios guarda cada sábado!
Espero que estas reflexiones te ayuden a entender un poco mejor el sábado y a encontrar más significado para guardarlo. Cuando tú y yo entendamos lo que significa el sábado y lo guardemos plenamente, descubriremos que es un poderoso elemento disuasorio para los ataques dirigidos contra nosotros por parte del reino de las tinieblas.
Desdichadamente, como he dicho, la gran mayoría de los seres humanos se han olvidado del séptimo día sábado de la semana, y muchos de los que están conscientes de ello lo ignoran u observan otro día de la semana. Pero el sábado es tan importante para Dios que lo incluyó en su Ley de los Diez Mandamientos. Durante la crisis final, al final de la historia de la Tierra, el reino de las tinieblas convertirá la Ley de Dios en el punto focal de su ataque contra Dios y su pueblo. Apocalipsis 13 dice que la bestia que surge de la tierra “hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar o vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre” (vers. 16, 17). Este será el ataque final de Satanás contra la Ley de Dios, su autoridad, y la libertad que él quería que sus amigos humanos experimentaran. Esto será lo opuesto del amor sobre el cual se basan su ley y autoridad.
¡Así de importante es el sábado para Dios!
54 Si no estás familiarizado con el relato bíblico de la Creación, puedes leer sobre ello en los dos primeros capítulos del Génesis.
55 La idea de que el cielo es una sustancia sólida puede haber venido de una declaración en Deuteronomio 28:23 donde Moisés, enumerando las maldiciones que vendrían sobre Israel si rehusaban obedecer a Dios, dijo: “los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro”. Es casi seguro que Moisés estaba hablando metafóricamente.
56 Esa fue la población mundial en 2017, cuando este libro fue escrito.
57 Dios, siendo Dios, podría haber encontrado otras opciones.
58 La microevolución ocurre. Es la adaptación de plantas y animales ya creados a su entorno. Lo que los creacionistas discuten es la macroevolución; la idea de que una sola célula acaba de desarrollarse en una fuente primordial y que todas las plantas y animales de hoy en día evolucionaron sus características infinitamente complejas a partir de esa sola célula.
59 Aunque se traduce como “acabó, acabados” o “terminado” (NVI), la palabra hebrea es la misma: kalah.
Capítulo 6
El gran divorcio
Trudy estaba encantada cuando Jerry se lo propuso. Ella se sintió tan orgullosa de él mientras caminaba por el pasillo hacia el altar varios meses después. Cuando dijo: “Sí, quiero”, quiso decir cada palabra; las dos, desde el fondo de su corazón. No podía imaginar nada más gratificante que pasar el resto de su vida terrenal con el hombre que tanto había llegado a amar. Su primera noche juntos fue apasionada, más allá de cualquier cosa que ella pudiera haber imaginado. El único problema con su luna de miel en Hawái fue que terminó demasiado pronto.
Las siguientes semanas fueron consumidas con el establecimiento de su nuevo hogar juntos. Se sintió preocupada por algunos de los desacuerdos que tenían, pero los dejó de lado como parte de la adaptación que todas las parejas tienen que pasar una vez que empiezan a vivir juntas. Sin embargo, con el paso del tiempo, los desacuerdos se hicieron cada vez más intensos. Jerry era exigente y controlador. Insistió en que todas sus diferencias se resolvieran a su manera, y el “no” nunca fue una respuesta aceptable. Trudy decidió que tal vez él cambiaría si tuvieran hijos, y ella estaba casi tan emocionada cuando quedó embarazada como lo estuvo cuando Jerry le propuso matrimonio. Parecía más gentil y paciente con ella a medida que progresaba su embarazo, y la alegría en su rostro cuando tuvo a su primer hijo en sus brazos le aseguraba que su relación sería mejor ahora. “Vamos a llamarlo Donald, como mi padre”, dijo. Trudy estuvo de acuerdo.
Lamentablemente, la tensión pronto regresó. Donald, o Donny, como lo llamaban, era un bebé inquieto y a menudo se despertaba llorando a medianoche. Esto molestaba a Jerry. Se revolcaba en la cama y le decía a Trudy que se encargara del problema. Jerry se enojaba cada vez que Donny se quejaba o lloraba durante el día. Trudy trató de explicar que Donny era solo un bebé, pero esto parecía hacer a Jerry aún más temperamental. Acusó a Trudy de ser una madre no apta porque, como él dijo, ella no sabía consolar a Donny. El nacimiento de Cindy, dos años después, solo intensificó la tensión. Para entonces, Jerry estaba bebiendo mucho, y pasó de “simples” quejas a acusaciones amargas, no solo contra Trudy, sino también contra los niños. A veces, hacía berrinches como un niño de dos años.
Trudy sintió que se acercaba una separación entre ambos. El día en que Jerry abofeteó a Donny para que dejara de llorar, ella supo que tenía que hacer algo. Ella les dijo a sus padres lo que había sucedido, y ellos insistieron en que tomara a los niños y se fueran a vivir con ellos. También le recomendaron un buen abogado. Seis meses después, el divorcio fue definitivo. El matrimonio que comenzó tan felizmente había terminado.60
En cierto sentido, el divorcio no es bíblico. Jesús dijo que Moisés lo concedió solo “por la dureza de vuestro corazón [...]; mas al principio no fue así” (Mat. 19:8). Desafortunadamente, la misma dureza de corazón que existió durante el tiempo de Moisés todavía existe con mucha gente hoy en día, incluyendo a los cristianos. A veces una situación intolerable tiene que terminar. Pregúntale a Dios. Pregúntale a Cristo. Pregúntale a los ángeles. Estarán de acuerdo. ¿Por qué? Porque eso es lo que pasó en el cielo. En los capítulos sobre el reino de las tinieblas, repasamos lo que la Biblia y Elena de White tenían que decir sobre los celos de Lucifer por Cristo y su ambición de tomar el lugar de Cristo. Finalmente llegó el momento en que la ruptura de la armonía del cielo fue tan severa y la rebelión de Satanás, que la estaba causando, se hizo tan intensa que una separación entre ambos lados era inevitable.
Apocalipsis 12:7 al 9 es el único lugar en la Biblia que habla de una guerra en el cielo entre Cristo y Satanás y sus ángeles. El contexto de ese pasaje es la victoria de Cristo sobre Satanás en la Cruz, no la guerra en el cielo antes de la creación del mundo. El versículo 10 dice: “Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche”.
Estoy de acuerdo en que la aplicación primaria de estas palabras es la derrota de Cristo de Satanás en la cruz [del Calvario]. Fue entonces cuando se aseguró el plan de salvación.
Sin embargo, muchos cristianos, incluyendo a los adventistas, también aplican la descripción de Apocalipsis de la guerra entre Miguel y Satanás al conflicto en el cielo en el momento de la rebelión original de Lucifer, y también estoy de acuerdo con esa conclusión. En toda referencia a Apocalipsis 12:7 al 9 en los escritos de Elena de White, aplican estos versículos a la caída de Lucifer y de sus ángeles del cielo. Hablando de la interpretación de estos versículos, el Comentario bíblico adventista dice: “Aunque el revelador se está enfocando primordialmente sobre el punto culminante del conflicto, que tuvo lugar en la cruz, la frase ‘hubo guerra en el cielo’ también puede entenderse como que se refiere al tiempo anterior a la creación de la tierra, cuando la hostilidad del dragón comenzó porque Lucifer aspiraba a ser semejante a Dios”.61
La guerra original en el cielo es el centro de este capítulo.