Kitabı oku: «De la sociedad de las naciones a la globalización: Visiones desde América y Europa», sayfa 4

Yazı tipi:

Resulta evidente, que una alianza que incluyera al Partido Comunista en esta coyuntura internacional se vería presionada tanto en su interior como desde fuera. Al margen de cualquier consideración en el actuar del Presidente González, lo objetivo del asunto lo representa en la alianza la posición del partido comunista, que rechazará cualquier proyecto de gobierno que respalde una posición internacional contraria a Moscú, colisionando directamente con la orientación que en América entrega Estados Unidos, apoyado por la casi totalidad de naciones del área que evalúan el accionar soviético como potencial amenaza.

El dilema se soluciona en Chile entre los años 1947 y 1948, luego de que una serie de acciones del partido comunista pusiera en jaque la actividad productiva,con huelgas en sectores estratégicos de la economía, con la expulsión del gobierno, primero y luego con la declaración de ilegalidad del partido y, obviamente, de sus militantes74.

En agosto de 1947, mientras en Chile se libraba esta dura lucha al interior del gobierno, se inauguró la Conferencia Interamericana de carácter especial, denominada oficialmente como “Mantenimiento de la Paz y la Seguridad del Continente”, que se extendió entre el 15 de agosto y 2 de septiembre, pasando a la historia como la Conferencia de Petrópolis, a pesar de haberse clausurado en Río de Janeiro donde se firmó el Tratado de Asistencia Recíproca o Pacto de Río.

Si bien, algunas naciones deseaban incluir en el temario de la reunión materias concernientes a la cooperación económica, primó el criterio expuesto por el general Marshall, Secretario de Estado norteamericano, en el sentido de restringir la discusión al análisis exclusivo de la Defensa Continental en sus aspectos jurídicos y políticos, excluyendo cuestiones de naturaleza militar.

Sin adentrarnos en el análisis jurídico del Tratado, que no es el objetivo central, podemos, de acuerdo a los contenidos expuestos, resumir su esencia en dos principios básicos: primero, la proscripción por parte de los contratantes de los métodos violentos en las relaciones internacionales y, segundo, complementando el anterior, reemplazar dichos métodos por los procedimientos de naturaleza pacífica como solución de los conflictos que puedan suscitarse entre ellos75.

Por otra parte, y hasta el conflicto cubano que culmina en 1959, podemos constatar que desde su creación, el TIAR fue aplicado de forma práctica en once problemas, que mayoritariamente involucraron a países centroamericanos. Dichos conflictos se iniciaron en 1948 con la denuncia de Costa Rica contra Nicaragua, le sigue la denuncia de Haití contra República Dominicana el año 1949, luego la misma situación anterior se repite el año 1950. El año 1954 se genera en Guatemala un conflicto que puede catalogarse como de carácter ideológico y que concluyó con un golpe de estado contra un gobierno que se consideró como procomunista. El año 1955, Costa Rica denuncia a Nicaragua y ese mismo año Ecuador solicita la acción del TIAR por amenazas a su integridad territorial de parte de Perú. El año 1957, es Honduras quien, por invasión territorial de Nicaragua solicita la aplicación del tratado. El año 1959, Panamá denuncia la acción de una expedición invasora, ese mismo año es Nicaragua la que solicita aplicar el tratado por invasión desde Costa Rica, además, en 1959, se revela la denuncia de Nicaragua contra Cuba por apoyar la invasión de su territorio. Finalmente, en esta secuencia de apelaciones para aplicar el TIAR, tenemos que el año 1960 Venezuela invoca el tratado contra República Dominicana, imputándole responsabilidad en un atentado contra el Presidente de la República76.

De lo señalado, se desprende que, en la primera década de funcionamiento, y con la denominada “guerra fría” en constante progreso y agudización, el TIAR no fue utilizado como un mecanismo ideológico en la región. Lo anterior tiene una explicación que podríamos consignar como de procedimiento, existía en el documento que solemnizó su creación una disposición que lo relacionó de manera directa con la Organización de Estados Americanos (OEA), creada el año 1948 y que entregaba al Consejo directivo de esta última organización la potestad de intervenir de forma directa e inmediata en todos los asuntos de interés colectivo de la comunidad interamericana.

De esta forma, es el Consejo Directivo de la OEA el que, como órgano permanente, junto a la Secretaría General de la misma, evalúa, toma decisiones y ejecuta acciones ante conflictos que emerjan en el continente y que coloquen en peligro la seguridad de sus integrantes.

Lo dicho permite entender que el conflicto generado en 1959 entre Estados Unidos y Cuba, que tiene una naturaleza eminentemente ideológica, y que ha sido en el continente el de mayor relevancia, fuera abordado en su inicio por el Consejo Directivo de la OEA. Es así como se constata, en julio de 1960, una petición realizada por el representante de Perú, ante las eventuales amenazas extracontinentales a la seguridad de la región, solicitando se convocara a una Conferencia Interamericana de cancilleres, que finalmente no arribó a resultados importantes, todo ello en virtud de las disposiciones contenidas en el artículo 39 de la Carta constituyente de la OEA77.

Con posterioridad, el año 1961, Perú primero y luego Colombia van a solicitar ahora, la aplicación de las disposiciones del TIAR en el conflicto que involucraba a Cuba y que se encontraban contenidas en el artículo sexto de su Carta, siendo finalmente la presentación colombiana la que concitó el respaldo necesario para efectuarla78.

La reunión, que era la VIII entre los cancilleres americanos, finalmente se concretó en Punta del Este el mes de enero de 1962, convocada especialmente para analizar el caso cubano, y reveló que no existía un criterio unánime para abordar el problema.

Las diferencias existentes mostraron que Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México no consideraban que Cuba representara un peligro real y una amenaza permanente a la paz y seguridad americana, y por ello mantenían relaciones diplomáticas con la isla, en tanto, las catorce naciones restantes de la región habían interrumpido sus relaciones con el gobierno de Castro.

Finalmente, la reunión de Punta del Este, por catorce votos a favor, seis abstenciones y un voto en contra, adoptó la decisión de marginar al gobierno cubano del sistema interamericano por la vulneración de los principios básicos del sistema democrático, invocando el artículo sexto de la Carta del TIAR, que señala textualmente:

“Si la inviolabilidad o la integridad del territorio o la soberanía o la independencia política de cualquier Estado Americano fueren afectados por una agresión que no sea ataque armado o por un conflicto extracontinental o intracontinental, o por cualquier otro hecho o situación que pueda poner en peligro la paz de América, el Órgano de Consulta se reunirá inmediatamente a fin de acordar las medidas que en caso de agresión, se deban tomar en ayuda del agredido o en todo caso las que convenga tomar para la defensa común y para el mantenimiento de la paz y la seguridad del continente”.

El alineamiento parcial, que refleja el acuerdo adoptado en la Octava Reunión de Consulta dio pábulo a múltiples interpretaciones, que mayoritariamente asumen que el factor único o de mayor peso para la creación, como para el desarrollo práctico del TIAR en el periodo analizado, es el afán hegemónico de Estados Unidos. En definitiva, el ánimo imperial que guía su política internacional.

Una mirada más objetiva y global indica que, evidentemente, en 1962, el conflicto con Cuba, que se inició tres años antes, escaló con la intervención abierta de la Unión Soviética y la declaración explícita del gobierno cubano de alinearse con dicha potencia, culminando esta radicalización con la crisis de los misiles en octubre del mismo año, episodio histórico que deja al descubierto la profunda injerencia soviética en el continente, y que es la expresión del mayor nivel de conflictividad entre las superpotencias.

La gravedad del evento de los misiles en Cuba despeja, desde una perspectiva de largo plazo, cualquier duda respecto al real peligro que representaba, no solo para el continente, la presencia nuclear de la potencia soviética e, indudablemente, el secreto traslado de armas atómicas a la isla es un argumento contundente que explica, fundada y objetivamente, la marginación de Cuba del sistema interamericano el año 196279.

Develada la realidad de la situación cubana al momento de su exclusión del sistema interamericano, es imprescindible reflexionar en torno a la tesonera y compleja tarea de recrear los procesos del pasado que le corresponde a la historia, que se ve en muchas ocasiones presionada o influida por ideologías, doctrinas o visiones guiadas por sentimientos o mesianismos intelectuales que terminan distorsionando la realidad de los hechos ocurridos80. Esta amenaza a la objetividad y carácter científico de la disciplina es particularmente peligrosa y evidente en el periodo que abarca la creación y puesta en marcha del TIAR, cuando el poder en todas sus formas se concentra en las dos superpotencias que han surgido luego de la desastrosa Segunda Guerra Mundial.

Al momento de concluir con la exposición de este proceso, cuando el transcurso del tiempo nos ha permitido conocer con más profundidad y detalle los eventos y circunstancias que se desarrollaban en la década de los cincuenta y comienzos de los sesenta, resulta pertinente colocar en la balanza la esencia de lo que políticamente se estaba jugando, ¿Cuál era el dilema, la coyuntura que se presentaba a las naciones del continente?

Más de medio siglo ha transcurrido desde los años cuarenta del siglo pasado, y en general los análisis históricos que se realizan sobre lo ocurrido en América giran en torno a la tesis tradicional que resalta la presencia y dominio del “imperialismo yanqui” en el plano político, económico y de seguridad hemisférica. Con lo anterior, se realiza de inmediato una equivalencia entre Estados Unidos y la Unión Soviética, entre el imperialismo norteamericano y el imperialismo soviético. No escapa a este ejercicio comparativo el TIAR, cuya creación, inspiración y objetivos pone a todos los países de la región en condición de sirvientes o piezas, que Estados Unidos mueve a su antojo según sean las exigencias o demandas que la coyuntura internacional demande, en este caso concreto la guerra fría81.

No son un misterio las enormes diferencias que en todas las dimensiones separan al país del norte con las naciones ubicadas al sur del río Grande. Esta realidad ha sido patente desde el término de la Primera Guerra Mundial al presente, no solo con los países americanos, sino con el resto del mundo, y aquí es donde a nuestro juicio debemos incorporar un matiz respecto a la interpretación seguida por la generalidad de los estudios realizados sobre la llamada guerra fría y sus efectos en nuestro continente, que permita una respuesta más realista y global, abarcando todos los componentes de los sistemas que se confrontaron.

¿Dónde está el error base de la tesis tradicional? Es una verdad histórica indesmentible que Estados Unidos ha sido una nación imperialista al menos en el siglo XX. La actitud norteamericana calza plenamente con una definición de imperialismo que consideramos pertinente: “la actitud o forma de actuación política basada en dominar otras tierras y comunidades usando el poder militar o económico o ambos a la vez”. Resulta evidente, que el gigante americano ha dado incluso la razón a Lenin, para quien el imperialismo “era el mecanismo de división internacional del capital y el trabajo por el que la propiedad del capital, la gestión, el trabajo de mayor cualificación y la mayor parte del consumo se concentraba en las potencias centrales (imperios), dejando algún remanente para las naciones periféricas”.

Si la definición sobre el imperialismo norteamericano es correcta ¿Está el error en caracterizar el poder soviético como imperialismo? La abundante evidencia histórica que acompaña a la criatura política que surge desde 1917, cuando cuaja el triunfo de la revolución rusa, nos indica rotundamente que la definición utilizada no refleja la verdad del sistema que Lenin impulsó desde sus inicios. Lo que corresponde, en estricto rigor, es clasificar al comunismo como un sistema totalitario que junto al nazismo se transforman en los ejercicios de ingeniería social más profundos, en cuanto a su alcance, y más degradantes respecto a la condición humana. Dicho lo anterior, cabe preguntarse ¿Qué caracteriza a un sistema totalitario?

Un sistema totalitario es un régimen donde la libertad está severamente restringida y el Estado ejerce todo el poder sin divisiones ni restricciones, interviniendo directamente en la vida de los ciudadanos. En él solo está permitido un partido político, y los medios de comunicación, la cultura, la economía y la educación son fuertemente controlados, no tolerando disensiones.

El sistema se construye para formar una persona nueva en una sociedad perfecta, y en su ejecución asume la inexistencia de la persona como ser individual que posee libre albedrío, de tal manera, el totalitarismo soviético retrotrae a la persona a la época de la esclavitud.

Los órganos represivos internos actúan sobre la esencia del ser humano anulando su libertad, usando métodos directos o indirectos. Estamos en presencia de una máquina que, alimentada por el sentimiento de los miserables y desposeídos del mundo, busca cambiar la naturaleza individual y formar la sociedad perfecta, por lo que no se detendrá ante nada, lo que implicó actuar sin Dios ni ley.

Innumerables ejemplos y testimonios dan cuenta de la inhumanidad del proyecto de los socialismos reales, e históricamente la implosión de 1991 nos reveló que la agobiante presión sobre la condición humana ejercida por décadas sobre sus habitantes terminó por destruir al modelo82.

En esta diferencia esencial, de la naturaleza de ambos regímenes, se encuentra una clave para encontrar el sentido verdadero, real, de la radical contradicción que se genera al final de la Segunda Guerra Mundial. La información de lo que ocurre en el oriente europeo, la magnitud de su tragedia, las capacidades militares soviéticas y su irrefrenable acción expansionista, conocidas por el imperio norteamericano, impulsarán a Washington a buscar una estabilización de los dominios territoriales e ideológicos (esto último jamás logrado), y ello coincidirá con el afán permanente que existía en el conjunto de las naciones americanas, de concretar la deseada unidad política que garantizará seguridad y cooperación para el desarrollo.

Teniendo a la vista la utilización del poder que realizan las dos superpotencias, pensamos que deja en evidencia las profundas diferencias cualitativas que surgen del análisis sobre sus comportamientos a lo largo del siglo.

Los antecedentes conocidos, indican que se hace una equivalencia y una comparación parcial e inexacta sobre lo que en la llamada guerra fría representan Estados Unidos y la Unión Soviética. Presentar el conflicto entre el “imperialismo norteamericano versus el imperialismo soviético” no se corresponde plenamente con la realidad, y no deja de llamar la atención que luego de 1991, con la caída y desaparición de la Unión Soviética, tal interpretación subsista a pesar de la evidente distorsión que contiene.

Estados Unidos tiene responsabilidades, por acción u omisión, en diferentes procesos, y así podríamos culparlo por la explotación de las economías de las naciones de la región, la intervención directa o indirecta en los gobiernos, la violación de los sistemas judiciales nacionales con acciones represivas, y sin duda, la permanente presión sobre las elites americanas, muchas veces corrompiéndolas, para que actúen según sus deseos. La diplomacia del “gran garrote o del dólar” ha actuado según las circunstancias o actores, y la realidad trágica de esta relación fue bien reflejada en la lastimera frase de un político mexicano que podríamos hacer extensiva a todos los países de la región: “México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.

Sin embargo, lo que representa el Leviatán soviético en su mesianismo redentor, expresado en la construcción de un hombre nuevo en una sociedad perfecta, es una experiencia que desde 1917 ha dejado una huella indeleble en la humanidad del siglo XX, y corresponde definitivamente a otra escala o dimensión de la ingeniería social.

Su estructura teórica se asumió como un método científico para interpretar el devenir de la sociedad humana, y como tal era inobjetable y absoluto. Desde esa posición de superioridad intelectual, las acciones destinadas a lograr la desaparición de la injusticia y explotación, y por ende del explotador, contó con justificación plena para todas las acciones que se emprendieron con el fin de concretar la “causa santa”, la sociedad comunista, ante cuyo altar se debían sacrificar todos los obstáculos que interfirieran.

La diferencia cualitativa entre los modelos, nos permite confirmar a posteriori la argumentación que sustenta la creación del TIAR impulsada por Estados Unidos como instrumento defensivo frente al mesianismo absorbente de la expansión del modelo soviético. A priori, las expectativas norteamericanas no concitaron en general respaldos unánimes y, de hecho, el caso cubano, el más extremo, muestra las divergencias existentes. En verdad el surgimiento de este pacto nos muestra, quizás de manera soterrada, la existencia de un espíritu, de un sentimiento de identificación regional que por largo tiempo había mostrado incipientes y aisladas iniciativas unitarias, pero que, con la amenaza de la Segunda Guerra Mundial ad portas, se potenció hasta madurar en la creación del TIAR y, posteriormente, en el surgimiento de la OEA.

De esta forma, apreciamos que, de la combinación de realidades políticas, económicas, culturales y sociales, algunas históricas y otras coetáneas, surge el TIAR. La naturaleza del organismo es definitivamente diferente a los órganos del modelo soviético, y la demostración más potente de ello, lo entrega la reunión de los cancilleres que excluyó la isla de Cuba del sistema interamericano, que no contará con el respaldo de seis países de la región que deja en evidencia la existencia de espacios de disenso público en relación con el proyecto impulsado por Estados Unidos, discrepancias que son impensables en los sistemas totalitarios que, lamentablemente, todavía son fuente de sufrimiento para parte importante de la humanidad.

* Doctor en Historia, Universidad de Salamanca. Profesor asociado del Departamento de Historia y Geografía de la Universidad Católica de la Santísima Concepción. Correo: amedina@ucsc.cl

59 SALAS, Pedro, El Tratado Interamericano de Asistencia recíproca de Río de Janeiro, Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 1962.

60 VICENS, Jaime, Historia general Moderna T.II, Barcelona, Montaner y Simón, S. A., 1995, pp. 560-561.

61 PEREIRA, Juan y MARTÍNEZ, Pedro, Documentos Básicos sobre Historia de las Relaciones Internacionales 1815-1991, Madrid, Editorial Complutense,1995, pp. 373-379.

62 PEREIRA, Juan y MARTÍNEZ, Pedro, Documentos Básicos sobre .., op. cit., pp. 382-384.

63 SALAS, Pedro, El Tratado Interamericano de.., op. cit., pp. 18-25. Entrega una reseña de las reuniones efectuadas por congresos latinoamericanos que sirven de precedentes al TIAR.

64 Ibídem, p. 23.

65 https://es. Wikipedia.org/wiki/Junta_Interamericana_de_Defensa. Consultado el 08/05/2019.

66 FUENTEALBA, Héctor, El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, Memoria de Prueba para optar al grado de Licenciado en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, (Inédito) Universidad de Concepción, 1963, pp. 36-37.

67 SALAS, Pedro, El Tratado Interamericano de.., op. cit., pp. 29 y 52.

68 Ibídem, pp. 16 y 29.

69 FUENTEALBA, Héctor, El Tratado Interamericano .., op. cit., pp. 37-43.

70 GARAY, Cristian, La estrategia de la Guerra Fría. La política internacional y defensa de González Videla, Santiago, Colección IDEA, Universidad de Santiago, 2017, pp. 132-138. Interesante visión del origen y expectativas chilenas sobre la ONU durante los gobiernos radicales.

71 SALAS, Pedro, El Tratado Interamericano de .., op. cit., p. 29.

72 JOHNSON, Paul, Tiempos Modernos, Buenos Aires, Javier Vergara editor, 1988, p.446.

73 PEREIRA, Juan y MARTÍNEZ, Pedro, Documentos Básicos., op. cit., pp. 373-375.

74 CABEZAS, Omar, Los Compromisos Estratégicos en América del Sur y Chile( 1942-1952), en SOTO, Ángel, GARAY, Cristián: Editores, Internacionalismo y Anticomunismo en Tiempos de Gabriel González Videla, Santiago, RIL editores, 2018, pp. 86-96.

75 Llama la atención que no se resalte en los estudios revisados la presencia del Presidente Truman en el acto de firma del TIAR. Si agregamos la participación directa del Secretario de Estado general Marshall y de senadores estadounidenses en la reunión, podemos aquilatar la importancia que se dio al tratado en U.S.A.

76 SALAS, Pedro, El Tratado Interamericano de.., op. cit., pp. 234-267.

77 Ibídem, p. 269.

78 Diario El Mercurio, 5 de diciembre de 1961, p. 1. Da cuenta de la decisión del Consejo de la OEA que aprobó Reunión de Cancilleres para tratar caso de Cuba, por catorce votos contra dos negativos y cinco abstenciones. El embajador chileno, Walter Muller, expresó que la abstención chilena se debe a que la proposición colombiana se basa impropiamente en el artículo sexto del TIAR y que se debió basar en la carta de la OEA.

79 El 21 de enero de 1962 Diario El Mercurio en p. 1 informó que la decisión de excluir a Cuba del sistema interamericano se adoptó en un acuerdo aprobado por 14 naciones: Guatemala, El Salvador, República Dominicana, Colombia, Venezuela,Uruguay, Nicaragua, Costa Rica, Honduras, Panamá, Perú, Paraguay, Haití y Estados Unidos, Cuba votó en contra y Brasil, Argentina, México, Chile, Bolivia y Ecuador se abstuvieron. La votación refleja la división al interior de la Organización de Estados Americanos.

80 AYUSO, Miguel, La Constitución Cristiana de los Estados, Barcelona, Ediciones Scire, SL, Colección De Regno, nº 4, 2008. El autor da cuenta de la pérdida moral que se generó en el mundo moderno, donde el liberalismo y marxismo han puesto a la intelectualidad de espaldas a la realidad al destruir el basamento valórico. La historia sufre esta situación que el papa Benedicto XVI representa a los miembros del Pontificio Comité de Ciencias Históricas en el año 2008 y recogido por el ANUARIO DE HISTORIA DE LA IGLESIA, nº 17, UNIVERSIDAD DE NAVARRA, Pamplona, 2008, pp. 21-22 donde pide un esfuerzo sostenido para realizar una historia auténtica, que la libere del positivismo y materialismo que han llevado a desastrosas experiencias sociales en el siglo XX y han expuesto a las sociedades a manipulaciones ideológicas.

81 A raíz de la abstención chilena en la reunión de la OEA que expulsó a Cuba, se generó un duro y esclarecedor debate en el senado chileno. Entre quienes intervinieron solidarizando con la isla y criticando al gobierno estuvo el senador Salvador Allende. En su discurso descalifica a Estados Unidos a quien denomina peyorativamente como “Hermano mayor” de la derecha política, que tiene el rol de lacayo interno. Paradojalmente, en 1972 y como Presidente del país visita la URSS y en una intervención oficial ante los líderes del Kremlin los llama “nuestro Hermano mayor”, citado en www.marxist.org/español/allende/1972/diciembre06.htm.

82 SAKHAROV, Andrei, Mi Patria y El Mundo, Santiago, Editorial VAITEA, Colección Ciencia Política, 1977, pp.21-37. El científico realiza una cruda descripción del control que ejerce el Estado soviético sobre la población.

Ücretsiz ön izlemeyi tamamladınız.