Kitabı oku: «El verdadero sexo seguro», sayfa 3

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Capítulo 2
Las mentiras que nos cuentan

Los medios tienen un gran poder para influir en el comportamiento de las personas, de manera positiva o negativa. También reflejan los cambios en el comportamiento de la sociedad. Lo que una vez fue visto como absurdo o incorrecto finalmente es aceptado e incluso promovido como correcto. Y, debido a que estamos interconectados con los medios de comunicación, ya sea a través de la televisión, Internet o las redes sociales, casi continua e invariablemente recibiremos la información que nos brindan. Por supuesto, podemos adoptar una capacidad crítica para filtrar todo ese contenido. Sin embargo, la Palabra de Dios es clara al decir: “Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio” (Fil. 4:8), y que no debemos conformarnos con lo que el mundo elige como normal e importante. Más bien, estamos llamados a transformarnos, renovando nuestras mentes; es decir, a través de lo que leemos, escuchamos y observamos, para que podamos vivir la voluntad de Dios para nosotros. (Ver Rom. 12:2.)

Me gusta un anuncio publicado por National Airlines en 1971. El anuncio presentaba una foto de una chica con una sonrisa discreta y ropa muy decente, con la frase: “Soy Cheryl. Vuélame”. Muchas mujeres se quejaron. Pero hubo un aumento del 23 % en el número de pasajeros; hombres, por supuesto. Recientemente, una campaña publicitaria de automóviles presentó a una chica con un escote superrevelador y la frase, “Todo por solo $ 25.990”. Y otra frase: “Estoy hablando del [automóvil]”. Casi nadie se quejó, como casi nadie más se queja cuando se compara a una mujer con una marca de cerveza, por ejemplo. Por el contrario, muchas mujeres han llegado a sentirse más deseadas y poderosas en comparación con algo que muchos hombres por igual, y desgraciadamente, desean; en este caso, cerveza.

Hablando de cerveza, en la Copa del Mundo de 2006, una de estas marcas publicó un anuncio con una foto de un muchacho flanqueado por dos chicas bonitas y escasas de ropa en una tribuna. Sostenía un cartel delante de su cara que decía: “No me filmes. Mi esposa cree que estoy en el médico”. En un solo anuncio, pueden promover el alcohol, las mentiras y la traición. Genial.

En contraste, en 2008, una revista juvenil presentó la siguiente nota sobre el jugador Kaká: “Infinitamente sin gracia ni sal. [Evangélico], ¡hasta hace poco afirmaba ser virgen! La imagen que transmite es la de un buen tipo que solo tiene relaciones sexuales con la luz apagada y debajo de las sábanas”.

En resumen, el marketing y los medios irresponsables a menudo ensalzan la rebeldía y la infidelidad, mientras que se burlan de comportamientos como la castidad y la abstinencia.

Además de las revistas para jóvenes, otro problema son las llamadas revistas para mujeres que solo predican que lo que trae placer es mucho sexo y que, para ser una mujer interesante, necesita ser seductora las 24 horas del día, en su forma de vestirse y comportarse. De lo contrario, no será femenina (¡la femineidad se asocia erróneamente con tener que ser seductora todo el tiempo!). Pero, las revistas se olvidan de presentar datos reales. En 2002, por ejemplo, se publicó una encuesta en la que el 70 % de las mujeres dijeron que no estaban satisfechas con su vida sexual. Y la mitad de los hombres dijeron lo mismo. ¿Han descubierto esto las revistas de mujeres? No, que se sepa. Y continuaron predicando que el número y la multiplicidad de parejas, así como el comportamiento seductor, son la solución para una vida de satisfacción personal y relacional.

De hecho, hay una terrible trampa circular en todo esto. La exposición constante del sexo en los medios conduce a la iniciación sexual temprana. El sexo sin compromiso o romanticismo conduce a la depresión y baja autoestima. Después de todo, el sexo en sí mismo se reduce al deseo del cuerpo del otro, no de la persona completa, y esta percepción afecta negativamente nuestros sentimientos. Y ¿sabes a qué recurren los jóvenes para “curar” la depresión? ¡Al sexo y a las drogas! Eso es triste.

En películas, telenovelas, comedias de situación, etc., la impresión que dejan es que nadie más es virgen, que este es un tabú anticuado, que todos tienen relaciones sexuales prematrimoniales y que no hay ningún problema con este tipo de comportamiento rebelde. Los estudios sobre la inconveniencia y los peligros del sexo irresponsable están casi restringidos a publicaciones especializadas y a ciertos libros que se atreven a ir contra la corriente del sexo fácil y pervertido a la manera de Cincuenta sombras de Grey. Uno de esos valientes libros de denuncia es Hooked: New Science on How Casual Sex is Affecting Our Children [Atrapados: nuevas investigaciones sobre cómo el sexo casual está afectando a nuestros hijos], de Northfield Publishing.

Antes de pensar que Hooked es otro libro con lecciones morales anacrónicas, lee otra vez el subtítulo cuidadosamente. El libro no es moralizante en absoluto y está perfectamente “en sintonía” con las nuevas investigaciones sobre el funcionamiento del cerebro humano; de hecho, el aspecto científico es exactamente el punto fuerte de la publicación. Escrito en coautoría por los ginecólogos y obstetras Joe S. McIlhaney y Freda McKissic Bush, el libro deja en claro que, como la comida, el sexo puede ser mal entendido y se puede abusar de él. Y este abuso a menudo resulta en enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados. Pero, hay un tercer problema que no siempre se menciona o se analiza: las cicatrices emocionales resultantes de una vida sexual no orientada. Para los autores, cuando el sexo se vive dentro de un contexto matrimonial, se producen menos conflictos entre parejas. ¿Cómo llegaron a esta conclusión? De esto se tratan sus 170 páginas de investigación y estudios académicos.

Con base en datos recientes, los doctores Joe y Freda preguntan: ¿Por qué los que no son vírgenes cuando se casan tienen más probabilidades de divorciarse que los que permanecieron abstinentes hasta el matrimonio? ¿Por qué es más probable que los adolescentes sexualmente activos estén más deprimidos que los abstinentes? ¿Por qué las parejas casadas reportan niveles más altos de satisfacción sexual que las personas solteras con múltiples parejas sexuales?

Y preguntamos: ¿Alguna vez has visto preguntas similares en los grandes medios? Difícilmente. ¿En revistas de mujeres? Lo dudamos. ¿En publicaciones para adolescentes? Poco probable. Quieren hacernos creer las mentiras que venden.

Es una pena, porque cuanto más nos alejamos de la verdad sobre cualquier tema, más sufrimos en nuestras vidas y relaciones personales. Permanecer ignorante puede parecer bueno cuando se trata de imponer límites a nuestros deseos más impulsivos, porque es difícil luchar contra ellos. Sin embargo, cuando estamos dispuestos a buscar realmente la verdad sobre un tema, Dios nos fortalece para poder obedecer lo que él dice (y, cuando se trata de sexo, ¡la ciencia se está acercando mucho a lo que la Biblia presenta como orientación sobre este asunto!). Sin embargo, durante algún tiempo, todavía podemos sentir deseos contrarios a lo que se nos indicó. La promesa de nuestro Creador es esta: “Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne. Infundiré mi Espíritu en ustedes, y haré que sigan mis preceptos y obedezcan mis leyes” (Eze. 36:26, 27). El “corazón de piedra” es aquel que no quiere cambiar y que no quiere seguir las instrucciones de aquel que nos creó. El “corazón de carne” es el resultado de la acción de Dios en nosotros (cuando se lo permitimos), que nos hace desear que él nos ayude a tener nuevas voluntades y motivaciones.

Volviendo a lo que nos dicen los medios, el abordaje mediático, enfocado en el cuerpo y la sensualidad –de ahí la extrema apreciación del aspecto físico–, a menudo pasa por alto el órgano sexual más importante: el cerebro (ni los preservativos ni los anticonceptivos nos brindan protección contra las influencias del sexo en el cerebro). Nuestro “centro de comando” funciona bajo la influencia de neurotransmisores como la dopamina, la oxitocina y la vasopresina. Los tres son neutrales y pueden recompensar los buenos y los malos hábitos, dependiendo del estilo de vida o del comportamiento adoptado por la persona. Lo que los científicos han encontrado en su investigación sexual es que no se trata solo del acto físico entre dos personas, sino de una cadena de respuestas neuroquímicas que influyen en nuestro comportamiento futuro.

Este es también el caso de la oxitocina, una sustancia conocida como la “hormona del amor”. Según una investigación de la Universidad de Chicago, en un contexto de amor y compromiso, cuando los hombres y las mujeres participan sexualmente, el cerebro libera niveles cada vez más altos de oxitocina (y vasopresina en los hombres), y esta hormona es responsable del desarrollo en las mujeres de sentimientos de empatía, confianza y afecto profundo por la persona con quien se han relacionado, manteniendo así la seguridad de los lazos emocionales específicos de dicha relación. Y esto no sucede solo en la esfera emocional. ¡La sensación de cercanía entre los dos es el resultado de la hormona que actúa sobre la química del cerebro!

Y, curiosamente, si una persona cambia de pareja constantemente, los niveles de oxitocina disminuyen y el cerebro no funciona como se espera en la liberación de esta hormona. ¡Es como si el cerebro entrara en crisis, sin comprender con quién, después de todo, establecería una conexión! Es como si estuviera pensando: “Oye, ¿es con esta persona o con aquella persona?” Y, en la indecisión (propia, por cierto), los niveles de neurotransmisores disminuyen. Es decir, nuestro cerebro está programado para conectarse a una sola persona.

Por eso, el psicólogo Kevin Leman, en su libro Entre Lençóis, dice que “una vida sexual gratificante es uno de los pegamentos matrimoniales más poderosos que una pareja pueda tener. Los hijos son un pegamento poderoso, como lo son los valores comunes, la fe y los sueños. Pero el sexo es definitivamente uno de los más fuertes”.1

Sin embargo, según Joe y Freda, si bien el efecto hormonal de la oxitocina es ideal para las parejas casadas, puede causar problemas a las mujeres solteras o a las jóvenes a quienes los hombres abordan para tener relaciones sexuales. El cerebro puede hacer que una mujer permanezca en una mala relación que cree que es buena debido a la sensación de acercamiento afectivo que produce el contacto físico, el placer y la respuesta generada por la oxitocina. La verdad sobre este tipo de relación puede ser clara para los padres o los amigos que están preocupados por el bienestar de la joven, mientras que ella puede no darse cuenta del peligro o lo inconveniente de la relación. Por lo tanto, especialmente las mujeres jóvenes, deben ser advertidas sobre el poderoso efecto vinculante de la oxitocina. La ruptura de vínculo explica el increíble dolor emocional que las personas a menudo sienten cuando se rompe una relación, especialmente cuando se trata de relaciones sexuales.

¿Qué hay de los hombres? Todo lo anterior también se aplica a ellos, con la diferencia solo en el tipo de neurotransmisor: en el cerebro masculino, es la vasopresina lo que actúa de manera similar a la oxitocina. Durante las relaciones sexuales, el cerebro de los hombres se inunda de vasopresina, que, como la oxitocina, actúa creando una conexión emocional en el cerebro con la persona con la que tiene relaciones sexuales. Sin embargo, si el patrón de comportamiento de un hombre fuera a menudo romper con una pareja y luego involucrarse con otra mujer, la capacidad neuroquímica de la vasopresina disminuye, lo que afecta la capacidad masculina de mantener una relación de compromiso, ya que la hormona que pasa a dominar la escena es la dopamina, responsable de la sensación de placer durante el sexo, sin que la vasopresina entre necesariamente en acción.

Debido a la actuación de la dopamina, la oxitocina y la vasopresina, entre otros factores, cada persona puede cambiar su estructura cerebral, gracias a las decisiones que toma o al comportamiento que adopta.

Quizás ahora tengas claro por qué el dolor de romper con una relación de pareja es mucho mayor cuando se trata de sexo. Como hemos visto, las actividades cerebrales y neuroquímicas vinculadas a las relaciones sexuales están preparadas para funcionar dentro de un contexto de compromiso total, fidelidad y vinculación afectiva absoluta entre la pareja.

Nuevamente, podemos preguntar: El cerebro, que funciona de esta manera, ¿es el resultado de mutaciones y de la evolución? ¿O sería más plausible pensar en un Dios creador que planificó específicamente estas actividades cerebrales y que dejó en su Palabra un “manual de instrucciones” sobre cómo podríamos colaborar para hacer que nuestros cerebros funcionaran según lo planeado y, por lo tanto, fuéramos más felices?

En la Biblia encontramos un texto en Jeremías 29:11 que dice: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes –afirma el Señor–, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”. El hecho de que nuestro Creador nos diga que no tengamos relaciones sexuales antes del matrimonio no es porque quiera privarnos del placer, como si solo quisiera que le obedeciéramos por causa de su supuesto orgullo y egocentrismo, sino porque quiere que tengamos un futuro lo más estructurado, saludable y feliz posible.

¿Preparados para el sexo prematrimonial?

Cuando algunos jóvenes les preguntan a sus padres o a sus consejeros por qué no pueden tener relaciones sexuales antes del matrimonio, muchas respuestas se reducen a “Todavía no estás listo”. Pero muchos jóvenes ya me han preguntado [Thais] por qué no estarían preparados para tener relaciones sexuales en la adolescencia o la juventud antes de la edad adulta, ya que sus genitales están desarrollados y la mayoría de las niñas han tenido su menarquia (por lo tanto, pueden quedar embarazadas). La ciencia misma responde: cuando se trata del tracto reproductivo, el adolescente y el joven pueden estar físicamente listos para la actividad sexual. Pero algunas estructuras cerebrales, que actúan en la preparación y en la madurez emocional, aún no están listas.

La corteza prefrontal es una parte del cerebro responsable de tener la capacidad de tomar decisiones racionales, reflexivas y calmar las emociones descontroladas. Durante la adolescencia, aún no está completamente desarrollada. En general, las decisiones tomadas en la adolescencia se realizan a partir del sistema límbico, que es una parte del cerebro responsable por las emociones básicas. El centro de la toma de decisiones en la adolescencia es el sistema límbico y, a medida que envejecemos, se desarrolla la corteza prefrontal. Pero el cambio en el funcionamiento del sistema límbico a la corteza prefrontal generalmente no se completa hasta los 25 años de edad. Es decir, las decisiones en la adolescencia tienden a estar inundadas de las emociones en lugar de la razón.

Sin embargo, cuán difícil es lidiar con el torrente de hormonas en la adolescencia cuando, al comportarse de manera impulsiva (por ejemplo, en una relación sexual con parejas informales), ¡estos jóvenes están abrumados por la increíble sensación de placer producida por la adrenalina y la dopamina que bombardean el cerebro! De hecho, ni siquiera tienen que relacionarse sexualmente para tener una idea del placer que proporciona el sexo. Las escenas de sexo en películas y en Internet, fotos de revistas, libros llenos de historias eróticas e incluso informes de compañeros o amigos que han experimentado el sexo son suficientes para tener una idea de cuánto placer implica tener relaciones sexuales. Entonces, ¿cómo lidiar con las hormonas que están “en alza”?

Los padres tienen un papel muy importante aquí. Desde que los niños son pequeños, los padres pueden enseñarles cómo lidiar con las emociones. A esto le llamamos inteligencia emocional. Se aprende e incluso los padres pueden aprenderlo si tienen dificultades con el dominio propio. Cuando los niños, luego los preadolescentes y los adolescentes, aprenden que no todo lo que quieren se alcanzará y será posible en el momento en que les gustaría, comienzan a experimentar el control de sus propios impulsos y deseos. En la edad adulta, tendrán menos dificultades para comprender que hay tiempo para todo, incluida la satisfacción del deseo sexual. Por lo tanto, los padres no deben lamentar establecer límites para sus hijos en lo que piensan que es mejor para ellos, especialmente cuando son jóvenes, para que puedan aprender temprano a esperar y manejar sus emociones.

La orientación de los padres también contribuye al tipo de comportamiento que los niños tendrán en sus relaciones amorosas. De ahí la necesidad de construir una relación sana y de confianza con los niños desde la infancia. Así, cuando más necesiten orientación paterna, tendrán la confianza suficiente como para acercarse a sus padres. Si no pueden confiar en ellos, buscarán las respuestas a sus preguntas y consultas en otro lado: amigos, revistas, películas, Internet, etc. Y estas fuentes no siempre serán confiables.

Trabajando en consejería, recibí [Thais] muchos correos electrónicos de padres con la siguiente pregunta: “Mi hijo (que generalmente tenía entre cinco y ocho años) comenzó a hacerme preguntas sobre sexo. Preguntó de dónde venía, cómo surgió, qué hacen los padres juntos en el dormitorio. ¡Y no sabemos cómo responder! Así que terminamos la conversación y postergamos las respuestas para más tarde. ¿Qué debemos hacer?”

De hecho, es muy importante que los padres den información a sus hijos desde una edad temprana. A menudo los guío, diciendo que responder las preguntas de sus hijos hace que a ellos no les dé vergüenza preguntar la próxima vez. Cuando los padres no responden o discuten con el niño por hacer una pregunta o por hablar sobre este o aquel tema, probablemente, como hemos visto, su hijo encontrará otras formas de responder preguntas en el futuro, y esto se vuelve perjudicial, porque la fuente de información más segura para los niños, sobre la vida, deben ser los padres.

El niño mismo dará señales del momento más apropiado para conocer cada tema. A medida que comienza a preguntar, este será el momento en que los padres pueden comenzar a hablar sobre ello. Sin embargo, no es necesario (ni indicado) que en el momento en que sus hijos hagan una pregunta sobre el sexo o planteen un problema de sexualidad, los padres los sienten en el sofá y comiencen a hablar de todo dando una clase de sexualidad, relaciones sexuales y temas relacionados. Los padres deben responder solo lo que preguntan sus hijos, y las respuestas deben ser simples y claras. Si no saben cómo responder, los padres pueden decirle al niño que no pueden responder por el momento, pero que responderán pronto. Pero es muy importante que realmente respondan más tarde, y no pretendan haber “olvidado” responder.

Es importante que los niños piensen: “Voy a preguntarles a mamá y a papá, porque siempre me responden, y por eso puedo confiar en ellos”. Del mismo modo, los padres deben tener esta apertura con sus adolescentes. Estos necesitan sentir aún más que pueden hablar sobre sexo con sus padres. Esta es una forma de protección e influencia que los padres pueden tener sobre sus hijos. De lo contrario, buscarán las respuestas de fuentes que no siempre son seguras ni confiables.

Los medios, en general, no se preocupan por la educación sexual (ni tampoco por los riesgos del alcohol, por ejemplo). Solo hablan de “sexo seguro” con preservativos. Pero recuerda: nadie ha desarrollado un preservativo para la mente.

Hablamos de responsabilidad parental, pero también necesitamos hablar sobre lo que una persona puede hacer para lidiar con sus impulsos. Es importante que sepa que las hormonas no son poderosas en sí mismas, impidiendo que la persona tenga el control de su acción sobre la conducta. Es decir, no es porque las hormonas actúen que no tiene sentido hacer nada más, y que “lamentablemente” tendremos que escuchar (o, en este caso, todo el cuerpo) el resultado de su acción. Si es así, no podríamos controlar sentimientos como el miedo o la ira. Sin embargo, a pesar de que nuestro cuerpo libera adrenalina y cortisol (hormonas producidas cuando tenemos miedo) cuando nos sentimos amenazados, podemos trabajar racionalmente para equilibrar este miedo y aliviarlo. Una persona que ha estado asustada por los ladridos de un perro en la calle puede contrarrestar su repentino miedo al pensar: “El perro no me morderá. Solo ladró cerca de mí porque vio a otro perro”. La persona que viaja en avión y tiene miedo puede reducir la ansiedad al pensar: “Miles de aviones vuelan a diario y no pasa nada. El piloto está preparado. Puedo descansar tranquilo”. De lo contrario, si las hormonas tienen pleno poder sobre nosotros, no hay forma de controlar otras sensaciones.

En este sentido, nuestro comportamiento funciona a través de un “sistema” gobernado por pensamientos, sentimientos y acciones. Nuestra mente produce un pensamiento que genera un sentimiento en nosotros, y ambos nos llevan a actuar de cierta manera. Por lo tanto, es muy importante cuidar los pensamientos que alimentamos, porque son los que originan nuestras emociones y nuestras acciones, y que pueden o no contribuir con hormonas para que el deseo sexual se mejore. Aquí hay un ejemplo de esto:

Ejemplo 1:

Pensamiento: “¡Oh, cuánto me gustaría besar y acariciar a mi novia! ¡Imposible controlarme!” (Y luego, uno permite que la imaginación “se vuelva loca”.)

Sentimiento: Emoción y sentimiento de impotencia ante el deseo.

Acción: Lo más probable es que se rinda y entre en un terreno peligroso de besos y caricias sexuales.

Ejemplo 2

Pensamiento: “¡Oh, cuánto me gustaría besar y acariciar a mi novio!” (Y luego entra en juego otro pensamiento: “Pero sé que, si empiezo, no pararemos, y no quiero que eso suceda”.) Este pensamiento no da paso a la imaginación, que en el otro ejemplo estaba “volviéndose loca”. Nota que el pensamiento inicial es el mismo, pero siempre que identifiquemos los pensamientos en nuestra mente podremos alimentarlos (dando rienda suelta a la imaginación, pensando aún más en el asunto) o controlarlos y modificarlos, lo que en consecuencia también cambiará el sentimiento y la toma de decisiones, la acción.

Sentimiento: Se puede sentir excitación, pero estará dominada por el pensamiento racional que entró en juego.

Acción: Se toma control de la situación y se evitan conductas indeseables.

Como seres humanos, estamos dotados de la capacidad de tener control y dominio propio sobre nuestras emociones. De lo contrario, el mundo sería un caos: Me siento enojado, mato. Siento tristeza, me mato. Estoy celoso, termino con el otro. Me siento cansado, no hago nada. Lo bueno es que tenemos la capacidad de razonar, que puede funcionar por sobre la emoción. Esto no significa que sea incorrecto sentir enojo, cansancio, tristeza o excitación y deseos de relacionarse sexualmente, sino que, si entendemos que ser llevado por estos sentimientos en momentos y contextos inapropiados tendrá consecuencias negativas (inmediatas o futuras), entonces podemos ejercer dominio sobre ellos. No es fácil, pero es posible.

Y las consecuencias de la falta de dominio son reales y tristes: las adolescentes con una vida sexual activa están tres veces más deprimidas que las que permanecen abstinentes (sin mencionar que una de cada cuatro adolescentes sexualmente activas está infectada con enfermedades de transmisión sexual cada año). Además, los pensamientos suicidas también ocurren con mayor frecuencia entre las mujeres que mantienen su vida sexual fuera de una relación de compromiso y afecto.2 ¿Por qué? Algunas razones son:

1.Muchas chicas sexualmente activas antes del matrimonio le atribuyen una gran responsabilidad, en relación con el éxito de la relación, a la necesidad de ser demasiado seductoras, sexis y físicamente atractivas todo el tiempo para sus “parejas” o novios, llegando al agotamiento emocional.

2.El hecho de que piensen que su físico es más importante para su amante, novio o prometido que quienes son como persona las frustra, las entristece y las hace sentir menos valoradas.

3.Cuando se termina una relación en la que hubo relaciones sexuales, el sufrimiento por la ruptura es mucho mayor, y la tristeza y la frustración se potencian. Esto les sucede a hombres y mujeres, pero la mayoría de las mujeres hacen una correlación entre las relaciones sexuales y el amor, creyendo que si hay relaciones sexuales hay amor; y esto no siempre es cierto, ya que para los hombres el sexo está más relacionado con el placer físico en sí mismo que con la presencia de afecto en la relación.

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