Kitabı oku: «Volviendo al Caribe», sayfa 5
Las plantaciones y el azúcar vistos desde la península ibérica. El análisis de Consuelo Naranjo
En el marco de la colección “Historia mínima de las Antillas”, Consuelo Naranjo escribió Antillas. Las Antillas hispanas y las Antillas británicas: dos modelos coloniales en las islas del Caribe. Esta obra fue publicada conjuntamente por el Colegio de México y la Editorial Turner en 2017.54 Cuenta con cinco capítulos, a saber: 1. Las Antillas, de “islas inútiles” a centros neurálgicos; 2. El siglo XVIII: un siglo de luchas imperiales; 3. Población y sociedad. Unidad y diversidad en el Caribe; 4. Azúcar y comercio de esclavos y plantación; 5. Los cambios de la libertad y la independencia. El libro está ampliamente presentado en el capítulo IV de esta obra.
No quisimos dejar de incluir el tema de las plantaciones en el Caribe tratado en el capítulo IV de la obra de Naranjo. Inicia el capítulo indicando cómo la llegada de los españoles a América transformó las fronteras del mundo. Así, América, Asia y África comenzaron a formar parte del universo del Viejo Mundo. Con la presencia de las otras potencias imperiales competencias de España, el Caribe se convirtió, como ya se sabe, en el pequeño espacio de las grandes luchas imperiales. Francia e Inglaterra comenzaron a conquistar, e impusieron el modelo de las plantaciones azucareras que se hizo dominante en el siglo XVIII, coronada con la masiva llegada de esclavos negros provenientes del continente africano. Se calcula, afirma Naranjo, que en los siglos XVIII y XIX se importaron 12.5 millones de esclavos africanos al continente americano, siendo Brasil y las islas británicas los principales compradores. Los años de mayor volumen de importación de esclavos fueron entre 1701 y 1810.
Afirma la autora que la plantación azucarera todavía sigue siendo objeto de debate teórico, sobre todo con las posiciones que plantean que este modelo debe considerarse un modo de producción capitalista. Al margen de esas discusiones teóricas, nadie niega la existencia de este modelo económico:
Más allá de este debate no hay duda de que la esclavitud y la plantación azucarera fueron empresas coloniales comerciales que contribuyeron a la acumulación de capital, produjeron bienes de consumo y generaron mercados y demanda en ambos lados del Atlántico. Martinica, Guadalupe, y, especialmente, Saint-Domingue, así como las Antillas británicas e hispanas, a partir del siglo XIX, son ejemplos del negocio que supuso la explotación de las colonias. Para la mayoría de los especialistas el desarrollo de la esclavitud en América no solo guarda relación con la desaparición de la mano de obra indígena, sino que está estrechamente ligado y es consecuencia de la consolidación de la plantación, la apertura de nuevas rutas comerciales y la implantación del mercantilismo como sistema económico. […] Por otra parte, la plantación […] condicionó el modelo social, la estructura demográfica, la cultura y las relaciones sociales de los países en donde se implantó. Asimismo, la ampliación de la frontera agraria produjo una drástica modificación en el sistema de tenencia de la tierra y el desplazamiento de los medianos y pequeños campesinos55.
En las Antillas Menores, a partir de la segunda mitad del siglo XVII, la irrupción de la industria azucarera provocó un cambio brusco en la economía y la sociedad. Hasta ese momento, por ejemplo, el algodón, el añil, el jengibre y especialmente, el tabaco, eran la base de la economía, y su cultivo se hacía con trabajadores blancos contratados y traídos de Inglaterra e Irlanda. A partir de entonces el azúcar y los esclavos fueron los protagonistas56.
Naranjo pasa a hacer un examen del ingenio como unidad productiva, hablando de sus instrumentos y maquinarias necesarias, de las dos fases de la producción azucarera (agrícola y fabril). Luego dedica muchas páginas al progreso técnico que vivió el ingenio a través del tiempo, para pasar a hacer un análisis detallado de la evolución de la industria azucarera por país, comenzando por La Española, siguiendo con Puerto Rico, Cuba y luego por las islas británicas. Finaliza el capítulo diciendo:
El desarrollo de la plantación tuvo rápidas e importantes consecuencias en la composición demográfica de las Antillas y en su estructura social. La esclavitud y su memoria marcaron las relaciones entre sus habitantes, establecieron barreras sociales y culturales e implantaron un sistema de dominación a partir de la división del trabajo y del fenotipo de los individuos. La construcción de grupos diferenciados basados en las categorías “raciales” construidas sirvió de base para instaurar políticas y culturas de exclusión de un numeroso grupo de población compuesto por los esclavos y sus descendientes. Las diferencias en el color de la piel contribuyeron a crear y mantener barreras artificiales sustentadas por teorías antropológicas y biológicas que fueron creando un racismo cultural que se ha arrastrado hasta hoy. […] Sea como fuere, el azúcar sirvió de marcador identitario. La evolución de estas sociedades, así como los sistemas coloniales, son los factores que han marcado la singularidad de cada una de las Antillas, cuyos intelectuales recurrieron durante el siglo XIX y XX a los frutos de la tierra para comprender y definir la nación57.
Este último párrafo de Naranjo para concluir el capítulo de su libro refleja con creces el impacto del modelo de las plantaciones. Un modelo que ha dejado huellas muy profundas en las colonias inglesas y francesas, sin menospreciar cómo también influyó en la identidad de las colonias hispanas.
Se desvanecen las plantaciones
Los tiempos cambian. La situación internacional de finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI era diferente. El Caribe cambió su fisionomía. De economía de plantaciones cañeras pasamos poco a poco a la llamada economía “del postre” al dedicar nuestra agricultura de exportación al azúcar, café y cacao; luego, pasado el tiempo, se fue desvaneciendo hacia una economía de servicios: turismo y zonas francas. Hoy día, nuestras islas tienen como principal actividad económica el turismo. Los datos que se ofrecen a continuación corresponden al año 2015:
Un récord de 26,3 millones de turistas viajó al Caribe el año pasado y gastaron una cantidad sin precedente de dinero en esta región, considerada la más dependiente del turismo en el mundo, dijeron el martes las autoridades. Es el quinto año consecutivo que el Caribe reporta un incremento en el turismo después de una crisis económica que obligó a muchos destinos a cerrar y causó una caída en las visitas […]. Hugh Riley, secretario general de la Organización de Turismo del Caribe, informó que el turismo caribeño se incrementó 5,3% mientras que la tasa mundial aumentó 4,7%. Las autoridades atribuyen el alza en parte a las mejoras y aeropuertos alrededor de la región, la apertura de nuevas cadenas hoteleras y un incremento en los vuelos directos y en la capacidad de asientos en las aerolíneas.
El Caribe holandés fue el que tuvo mayor crecimiento: Aruba reportó por primera vez más de un millón de visitantes. República Dominicana, Cuba y Jamaica también vieron un número sin precedente de turistas. Destinos menores como Haití, Santa Lucía y Belice reportaron una cifra récord de llegadas. Un aumento de turistas provenientes de Canadá, Estados Unidos y Europa ayudó a lograr esas cifras. “Esto nos habla de que la estabilidad está regresando al mercado”, dijo Richard Sealy, presidente de la Organización de Turismo del Caribe. En general, los turistas gastaron 29.000 millones de dólares en el Caribe el año pasado, un aumento de más de 1.000 millones respecto a 201358.
El turismo en el día de hoy sigue siendo la fuente principal de ingresos en toda la región del Caribe. El clima, caracterizado por el sol, las palmeras y las playas constituye su principal oferta, que ha sido suficiente para motivar a los turistas europeos, norteamericanos y canadienses, para escapar de sus gélidos lugares y buscar el calor tropical.
Finalizo este capítulo con un tema muy actual. Presento un interesante trabajo titulado De la plantación al resort: El Caribe en la Era de la Globalización, autoría de Emilio Pantojas García, del Centro de Investigaciones Sociales de la Universidad de Puerto Rico.59 La base de su argumento es que el orden económico global ha producido cambios sustanciales en la economía caribeña: el paso de la plantación a las maquilas y luego al turismo, a la industria de la recreación:
El Caribe se inserta en circuitos transnacional de producción con una cadena de valor en la cual empresas transnacionales se apropian de la mayor porción de las ganancias producidas por el sector turístico y de entretenimiento. Este circuito transnacional se intercepta con un circuito doméstico (periférico, caracterizado por actividades residuales o marginales, concentrado en las industrias del pecado: prostitución, drogas, contrabando mercantil y humano, lavado de dinero y juegos60.
Sostiene que el Caribe, a pesar del cambio de actividad económica, mantiene la misma relación de dependencia, es decir, que mantiene de manera inalterada la relación del centro con la periferia, pues las empresas transnacionales que controlan el sector turístico son, como ocurrió con las transnacionales agro-industriales, conglomerados que integran cadenas verticales de producción a nivel transnacional. El caso más evidente de esta relación es el concepto de resort:
Típicamente el resort es un complejo de cientos de habitaciones que contiene dentro de sus instalaciones, tiendas, facilidades de entretenimiento […] espectáculos artísticos, varias piscinas, playa, restaurantes, cafeterías y, en algunos casos, actividades especiales para niños. El costo de construir y operar un resort hace que este tipo de operación se vincule a capitales de inversión transnacional […]61.
El autor defiende su tesis central de que el fenómeno de la globalización ha generado una nueva división internacional del trabajo, en el cual el Caribe recibió el rol de eslabón en la larga cadena de servicios internacionales: el turismo y el entretenimiento. Para su asignación jugó un papel importante su ubicación geográfica, otorgándole ventajas comparativas como clima y playas hermosas, pero también ventajas competitivas como bajos salarios y exenciones fiscales, dentro de la cadena global de producción y comercialización de segmentos de estos servicios: “En lenguaje sencillo puede decirse que al Caribe se le asigna el rol de centro de entretenimiento en el nuevo orden global”.62
Para sostener su argumento, el autor señala que el Caribe ha experimentado cambios en su estructura económica a partir del último cuarto del siglo XX. Afirma que se produjeron dos grandes transformaciones económicas. En los años 80 la mayoría de los países del Caribe y Centroamérica pasaron, primero de ser países de economías basadas en la exportación de productos agropecuarios y mineros, a ser exportadores de mercancías livianas, gracias a las zonas francas. El segundo gran cambio fue la conversión de sus economías basadas en la creación y desarrollo de industrias de servicios, especialmente turismo y entretenimiento. Así, por ejemplo, para el mercado norteamericano, el Caribe se presenta como una oferta turística interesante a trabajadores de clase media para quienes otros destinos como el Mediterráneo y las islas griegas resultan muy costosos. Para muchos europeos también el Caribe insular resulta ser una zona atractiva porque representa al mismo tiempo seguridad ante las amenazas terroristas. Concluye su trabajo diciendo:
Mientras los trabajadores de la plantación producían azúcar y frutas para endulzar las comidas y bebidas del mundo desarrollado, hoy trabajan para endulzarles la vida alimentando fantasías recreativas en paraísos tropicales que no existieron ni existen. El rol del Caribe ha pasado de la plantación al resort, pero su posición económica sigue siendo periférica. En el siglo XXI el Caribe ha pasado de los productos para la sobremesa a los del ocio post trabajo. Las ventajas competitivas de la región todavía son su mano de obra barata, su clima y geografía tropical y su vinculación subordinada a los circuitos de capital de Norteamérica y Europa63.
Interesante el planteamiento del profesor universitario. Solo que pienso que todavía sigue defendiendo y postulando la teoría de la dependencia que fue superada hace muchos años. Con este artículo termino este capítulo que inició con el concepto de plantaciones y terminó con un Caribe que es visto por el mundo solo por sus playas y su clima maravilloso, olvidando o dejando atrás un pasado tortuoso y doloroso.
1. Frank Moya Pons (2008). Historia del Caribe. Azúcar y plantaciones en el mundo atlántico. Santo Domingo: Editora Búho.
2. Ibid., p. 431.
3. Ibid., p. 432.
4. Ibid.
5. Ibid.
6. Ibid., p. 434.
7. Gonzalo Martner (1977). Introducción a las economías del Caribe. Revista Nueva Sociedad, No. 28, pp. 39-51.
8. Ibid.
9. Ibid.
10. Ibid.
11. Pablo Mariñez (1995). Historia y economía de plantación en el Caribe. Su expresión literaria. Revista América Negra, No. 9, junio. http://oraloteca.unimagdalena.edu.co/wp-content/uploads/2013/01/America-Negra9.pdf
12. Ibid. p. 11.
13. Ibid. p. 12.
14. Ibid., p. 16.
15. Ibid., p. 18.
16. Humberto García Muñíz (2005). La Plantación que no se repite: las historias azucareras de la República Dominicana y Puerto Rico, 1870-1930. Revista de Indias, vol. LXV, No. 233, pp. 173-192.
17. Mukien Adriana Sang Ben (1987). Ulises Heureaux. Biografía de un dictador. Santo Domingo: INTEC, Editora Corripio.
18. Ibid.
19. Ibid.
20. Ibid.
21. Ibid.
22. Ibid.
23. Ibid.
24. Ibid.
25. Germán Márquez. Oro vs plantaciones en el Caribe hispánico: aproximación ecológica y ambiental, http://repositorios.cihac.fcs.ucr.ac.cr/cmelendez/bitstream/123456789/1251/1/Oro%20y%20plantaciones.pdf
26. Ibid.
27. Ibid.
28. Ibid.
29. Ibid.
30. Graciela Maglia Vercesi (2009). Azúcar amarga: el inevitable oxímoron de la historia cubana, Revista Tabula Rasa, No. 10: 327-357, enero-junio. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=39612022012
31. Ibid.
32. Ibid.
33. Ibid.
34. Wenceslao Vega Boyrie (2005). El cimarronaje y la manumisión en el Santo Domingo colonial. Dos extremos de una misma búsqueda de libertad. Revista Clío, No. 170-05.
35. Ibid., p. 65.
36. Ibid., p. 68.
37. Ibid., p. 72.
38. Wenceslao Vega Boyrie. Op. cit.
39. Ibid., p. 75.
40. Ibid.
41. Manuel Uc Sánchez (1994). La plantación caribeña como modelo de análisis. http://www.antropologia.uady.mx/ca/historia_memoria/pdf/23%20manuel.pdf
42. Ibid., p. 21.
43. Ibid., p. 22.
44. Ibid., p. 25.
45. Ibid., p. 28.
46. Cf. Francisco Scarano (1990). Azucarera esclavista: sus variaciones. Santiago de Cuba: Ed. Casa del Caribe.
47. Ibid., p. 31.
48. Ibid.
49. Ibid., p. 32.
50. Zakari Dramani-Issifou. África y el Caribe: Destinos cruzados. Siglos XV-XIX. Santo Domingo. AGN. Vol. CXXXIII, 67.
51. Ibid.
52. José Ángel Koyoc Ku y Rosa María Torras. Sin abrigo, ni pan: los braceros mexicanos en las plantaciones de henequén de Yucatán (1916-1922). CONACYT. https://ciesas.repositorioinstitucional.mx/jspui/handle/1015/447
53. Ibid.
54. Consuelo Naranjo Orovio (2017). Antillas. Colección Historia Mínima de las Antillas. México: Colegio de México - Editorial Turner, pp. 15-17.
55. Ibid., pp. 219-220.
56. Ibid., p. 220.
57. Ibid., p. 258.
58. http://www.elcaribe.com.do/2015/02/10/record-turistas-visitaron-caribe-
59. Emilio Pantojas García (2006). De la plantación al resort: El Caribe en la Era de la Globalización. Revista de Ciencias Sociales, No. 15.
60. Ibid., p. 82.
61. Ibid., p. 85.
62. Ibid.
63. Ibid., p. 96.
Capítulo II
¿Integración caribeña? Un mito, un sueño
El Caribe continental y el Caribe insular tienen décadas intentando unirse, aliarse y crear una integración que les permita mayor posibilidad de negociación frente a las potencias. Los resultados no han sido los esperados, a pesar de los múltiples esfuerzos.
En una conversación que sostuve con Iván Ogando, director de FLACSO-RD, y uno de los grandes conocedores del Caribe en la segunda mitad del siglo XX y el siglo XXI, me propuso que hiciéramos juntos un evento sobre el tema de la integración del Caribe insular, en el cual participarían representantes de todos los caribes, es decir, hispano, inglés, francés y holandés. Acordamos hacerlo, y de inmediato nos pusimos en acción para conseguir el financiamiento. Tocamos las puertas de la Dirección General de Cooperación Multilateral (DIGECOM). El apoyo fue inmediato. Con esta seguridad decidimos entonces hacer los contactos a nivel internacional. Asegurados los fondos y los participantes internacionales, hicimos circular la invitación a personas e instituciones a las que podría interesarles la propuesta. La respuesta fue masiva y muy participativa.
La invitación al evento
El Caribe insular constituye la subregión de mayor diversidad política, económica y cultural dentro del hemisferio occidental, distinguiéndose, de acuerdo con el legado colonial europeo, cuatro grupos principales: español, inglés, francés y holandés.
La promoción de la integración entre las islas del Caribe como mecanismo para fomentar el crecimiento económico y la relevancia política de la región en el contexto internacional siempre ha sido un tema de trascendencia en la agenda de pensadores, intelectuales y líderes políticos regionales.
Sin embargo, ha sido precisamente la herencia de la fragmentación histórico-cultural, así como las diversas configuraciones de ordenamiento político derivadas de ella, los elementos que más han condicionado la idea de la integración regional entre las islas del Caribe. En este orden, en el Caribe hispano parlante tenemos antecedentes que se remontan hacia finales del siglo XIX, con la idea de la Confederación Antillana del patriota puertorriqueño Ramón Emeterio Betances. Por su parte, el Caribe anglófono conforma la iniciativa regional más significativa a la fecha, la Comunidad del Caribe (CARICOM), la cual está en vigencia desde 1973 pero con antecedentes que igualmente datan de finales del siglo XIX. También se puede mencionar la desaparecida Federación de las Antillas Holandesas como esquema de integración administrativa colonial que quedó disuelta en 2010.
Como se puede ver, las diferentes iniciativas integracionistas se han caracterizado, en gran medida, por ser excluyentes y tener una limitada cobertura regional en términos de los países y territorios participantes. No se han podido incorporar las diversas configuraciones políticas y culturales de los territorios insulares caribeños en un proyecto subregional de integración económica incluyente, que permita combinar y armonizar de manera efectiva las potencialidades de dichos territorios para procurar una mejor inserción en un contexto internacional cambiante y cada vez más desafiante.
En consecuencia, la realidad caribeña generalmente se ha percibido más por ser un complejo mosaico de intereses particulares excluyentes y que compiten entre sí, que por ser una región con vocación para definir propósitos y objetivos comunes.
No obstante, aparte del evidente espacio y configuración geográfica, en el Caribe también se conjugan una serie de características y problemas comunes entre los países y territorios insulares que lo componen, los cuales justifican y hacen necesaria la conformación de una agenda con visión de conjunto que vaya más allá de los enfoques segmentados tradicionales. Como complemento de lo anterior, en años recientes la evolución del contexto internacional combinada con la introducción de cambios en la dinámica interna en los distintos grupos insulares caribeños ha venido propiciando de manera lenta pero sostenida una serie de modificaciones en el escenario caribeño, que abren la posibilidad de avanzar en nuevas formas de vinculación entre los bloques, países y territorios que componen la región, permitiendo trascender el secular divisionismo que ha prevalecido entre ellos.
En los meses recientes, tanto alrededor de la región como fuera de ella se han venido convocando iniciativas para debatir ideas y alternativas posibles para impulsar la convergencia y desarrollo sostenible del Caribe.
En el caso particular de la República Dominicana, el estudio sobre la configuración y la interrelación con los diversos mecanismos de integración y cooperación caribeños ha sido relativamente limitado. Esto ha determinado un sesgo en cuanto a la visión generalizada de la realidad regional por parte de los sectores públicos y privados del país, así como del potencial que esta representa para reforzar un proceso de inserción internacional más robusto y eficiente, tanto en el aspecto político como económico.
Lo anterior hacía propicio convocar a expertos regionales de los diversos territorios insulares para exponer, analizar y compartir con una audiencia dominicana las diferentes visiones y perspectivas sobre la realidad de las islas del Caribe, con el propósito de determinar y evaluar mejor las posibilidades concretas de renovar ideas y proyectos de cooperación e integración regionales en el contexto actual.