Kitabı oku: «Pequeño circo», sayfa 8

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ENCABRONADO CON EL MUNDO, PERO FELIZ

JAIME CRISTÓBAL: La última vez que estuve con Josetxo fue en un concierto de Joseba Irazoki44 en el Black Rose, el típico garito de Burlada que lleva haciendo conciertos desde los años 80. Josetxo apareció con sus mejores galas. No pasó precisamente desapercibido. Estaba en primera fila haciendo bromas y dando la nota en su más viejo estilo. Joseba le decía que subiera a tocar algo. No se atrevió, pero estaba como que si sí, que si no.

A la salida del concierto estuvimos un buen rato hablando. Fue allí mismo, en los porches. Estaba hablador, y aproveché. Como siempre, llevé la conversación hacia Los Bichos. Hablamos de sus discos, y cuando salió el tema de Bitter Pink se le iluminó la cara. Es algo que quizá no había hecho antes, pero ese día de 2012 se refería claramente a Bitter Pink como su legado, su obra cumbre. Incluso despreciando un poco Color Hits.

Ahí tenías a un tipo sin piños que, pese a no haber hecho prácticamente nada en veinte años, sabía muy bien quién era y estaba conforme con ello. La autoestima hace mucho. Te puede ayudar incluso a llevar bien una situación así. Yo creo que Josetxo estaba en paz consigo mismo.

La conversación fue más larga. Era una cálida noche de primavera y se estaba muy a gusto. Josetxo decía, «ya solo quedo yo». El rollo ese de los supervivientes del rock, de los viejos soldados… Pertenece a una generación que vio palmar a mucha gente, y el jaco era algo idealizado y temido. Fantasear con que se metía o meterse alguna vez era como formar parte del club. Era lo que habían hecho Johnny Thunders y toda esta gente. Y que Asio muriera de aquella manera a él le daba ciertos réditos para su imagen; al menos en su fantasía. Quizá es algo infantil y coyuntural de aquella generación.

ROBER!: Iba un montón a la biblioteca pública y hablábamos mogollón. Tengo un email de Josetxo de dos días antes de morir en el que dice, «Rober, esta vez, sí. He cambiado las cuerdas a todas mis guitarras. Venga, a por ello!». Pero siempre pasa lo mismo. No sé si es como el último respingo de vida, que parece que esta vez sí…

JAIME CRISTÓBAL: La noticia de su muerte saltó porque el Ayuntamiento de Burlada la colgó en Twitter. Al parecer, una amiga le llamó por teléfono, él no lo cogía, llamó a la policía, tiraron la puerta y… Los del ayuntamiento fueron los primeros que tuvieron conocimiento a través de la policía. Lo raro fue que lo dieran como noticia oficial. Y de ahí saltó a las agencias.

Muchos obituarios incidieron en el rollo de la estrella decadente que muere sola en su casa; casi como si tuviera la chuta puesta. Me consta que fue un infarto. No había llevado una vida muy sana. Los colegas le hacían la compra cada semana. Esas carencias nutricionales y el asunto de los dientes son señas de que no tendría una salud de hierro.

Una amiga íntima de Josetxo comentaba en Facebook que al final había conseguido que le dieran una pensión o una ayuda. Explicaba que ni se había suicidado ni estaba en un momento bajo. Estaba muy contento, tocando la guitarra otra vez. Tras muchos años de penurias económicas, había conseguido una ayuda del Estado o del Gobierno de Navarra.

Se sabía que Josetxo iba a Dientes Largos a vender discos. Pero se vendía cosas que no le importaban, porque en su tiempo había comprado mucho. Desde luego, los discos que le presentó a Kim Salmon en Burdeos para que se los firmara los tenía bien guardaditos. Se estaba quitando morralla para sacarse unas pelillas. Como me comentaba Kike de Dientes Largos, Josetxo estaba encabronado con el mundo, pero feliz. Estaba en un buen momento de ánimo. Simplemente le tocaba morirse, y se murió.

GERMÁN CARRASCOSA: A mí me lo contó Iñigo, un colega de Villaba. También mis amigos del colegio, esos que de niños le llamaban Prince. Tienen un grupo, Bizardunak. Se han hecho bastante famosos por allí y le dijeron a Josetxo de salir en el vídeo. Seguramente sea su última aparición45.

JAIME CRISTÓBAL: Del funeral se encargó la familia, más que los amigos. Se hizo en una iglesia, lo cual fue un poco absurdo. Cuando habló el cura, mencionó a Tensión46 y la gente se partía el culo porque a Tensión los había detenido la Guardia Civil por entrar en el cementerio de Olaz. Los acusaron de profanación y salieron hasta en el diario. Pero el hombre intentó hacer una semblanza de un vecino del pueblo que había sido músico y dijo cosas como que los artistas eran personas que hacían un gran sacrificio, que elegían una vida que no era fácil para intentar transmitir belleza. Fue extraño. No sé si decir que hasta fue bonito. Apropiado sí lo fue.

En el funeral vi a Rober!, a Kike de Dientes Largos, a Corcobado…

JAVIER CORCOBADO: Nos sentíamos muy cerca en los años 90 y lo pasábamos de lujo… En su funeral me encontré con Rober! y con el bajista de Atom Rhumba. Tras la ceremonia nos fuimos a emborrachar a la salud de Josetxo y a cantarle canciones como «Amigo» de Roberto Carlos.

ROBER!: A Josetxo le gustaba Corcobado de verdad. Era de los pocos de los que hablaba bien. En su día planearon grabar juntos una versión de The Gun Club. Nos pillamos un pedo indecente de sake y de mezcal, porque, claro, como es Corcobado hay que beber mezcal. Y nos metimos de todo. Una infamia.

JAVIER CORCOBADO: En 1995 le regalé a Josetxo unos botines blancos que me había hecho a medida en 1989. En el funeral, alguien me dijo que los conservó siempre. Probablemente los lleve aún puestos para pisar con garbo las nubes. Josetxo es un tipo muy guapo, talentoso y elegante.


JAIME CRISTÓBAL: De forma muy invisible, que Josetxo sacase esos discos cantando en inglés, con ese desparpajo, te estaba dando la validación y la confianza. Esa barrera ya estaba tirada. Cantar en inglés ya no era raro ni extravagante, ya lo había hecho alguien. Y encima, alguien de tu ciudad. A nivel más consciente, te hacía tener menos miedo al ridículo, menos miedo a decir, «vengo de una ciudad pequeña, pero ¡qué coño!». En los años 90 la gente te preguntaba, «¿eres de Pamplona? ¿Conoces a Los Bichos?». Eso te hacía sentir un poco especial, te daba más confianza y te hacía, por lo menos, no sentirte de menos. Podías ser de Pamplona y hacer algo tan digno e interesante como si vinieras de Barcelona, Madrid o París.

GERMÁN CARRASCOSA: Para explicar su forma de entender la música puedo explicar su forma de entender la pintura y sus preciosos dibujos. Él era más miope que el copón. No veía tres en un burro. Decía que él percibía la realidad de una forma y que así la expresaba. Esa realidad distorsionada era, para él, la realidad. Eso se podría extrapolar a la música. No era sordo, pero su realidad ya estaba distorsionada. Con esos altavoces enormes y esos volúmenes a los que se tocaba en los años 80 que no eran normales, ¡tendría el tímpano reventado!

Su forma de percibir la música era la de una persona muy sensible. Pese a todo lo notas que pudiera ser, era muy ensimismado. Josetxo tenía un universo interior muy bestia. Como más disfrutaba era en casa escuchando música y dibujando. Así cuenta que pasó su juventud. Él decía, «yo no empecé a salir hasta que empecé a tocar». Antes había sido como todos a los que nos ha gustado la música: gente introvertida, como al que le gusta leer, gente que no sale de casa porque no le apetece jugar a la pelota.

JAIME CRISTÓBAL: En el libro Retromanía, Simon Reynolds señala el año cero de esta movida47, citando a The Jesus and Mary Chain, Primal Scream y Saint Etienne como grupos que empiezan siendo fans: grupos de fans. Los Bichos entran claramente ahí. Josetxo era un fan. Lo del personaje rockero, maldito y con chulería en el escenario está muy bien; es parte del atrezzo. Él aún era más callejero y menos de habitación, pero tenía ya ese punto de fanático de la música: un tipo con una discoteca increíble, que se ha leído los créditos de los discos de arriba a abajo, que se ha empollado las letras… El suyo ya es un proceso más posmoderno. Mi visión de él es más la de un melómano, la de un fan de la música que tuvo la suerte de aprender a tocar, tener un grupo, componer algunas excelentes canciones y dejar un legado.

GERMÁN CARRASCOSA: La gracia de Josetxo, la chispa, era su forma de interiorizar las influencias. Sus influencias son palpables. Y así debe ser. Yo soy de la ideología del flamenco. Si quieres perpetuar un estilo, la regla es «coge un 90% de lo que está hecho y aporta un 10%». Con un 90% ya dado puedes hacer cosas geniales. Y hay que hacer versiones para dar a conocer la música. Sus versiones fueron vitales para mí. Y no eran versiones calcadas. Para mí son tan válidas como las originales. Sirven para perpetuar y reconocer a la gente que hacía cosas antes que tú. Como en el flamenco.

IÑIGO PASTOR: Grupos como Los Bichos alisaron el camino para que ocurriesen otras cosas. Hoy cualquier grupito tiene una agencia de management. Nunca hubo ninguna infraestructura para Los Bichos ni para ese tipo de grupos.

JAIME GONZALO: Cuanto más tiempo pasa y más escuchas Bitter Pink, más atribuyes de dónde sacaba Josetxo las ideas. Pero hay un universo propio, una imaginería propia, sobre todo en las letras. Hay unas emociones muy suyas que valoras más si le habías conocido. Los Bichos abrieron mucho los ojos a mucha gente a otras cosas. Por ejemplo, a Cancer Moon. Para mí son dos grupos fundamentales en la historia oficial de todo esto.

BILBAO

CON FERNANDO GEGÚNDEZ (RUTA 66 / RADIO EUSKADI), IÑIGO PASTOR (MUNSTER), IBON ERRAZKIN (AVENTURAS DE KIRLIAN / LE MANS), ROBER! (ATOM RHUMBA), UNAI FRESNEDO (RADIATION), JUAN HERMIDA (ROMILAR-D), JAIME GONZALO (RUTA 66), CÉSAR ESTABIEL (PERIODISTA), RICARDO ANDRADE (LOS CLAVOS), ROBERTO HERREROS (PERIODISTA), BLAS FERNÁNDEZ (ABC SEVILLA / RADIO ALJARAFE), ANTONIO LUQUE (SR. CHINARRO), JAVIER CORCOBADO, FERNANDO PARDO (SEX MUSEUM), JUAN CERVERA (ROCKDELUX), TERESA ITURRIOZ (AVENTURAS DE KIRLIAN / LE MANS) Y MATTIN (INTE DOMINE / JOSETXO GRIETA).

Josetxo Anitua y Jon Zamarripa se conocieron durante un concierto de la primera gira española de Sonic Youth y fundaron Cancer Moon, un grupo de noise envenenado e hiriente. Publicaron tres discos en tres sellos distintos y se disolvieron en 1995 ante el desinterés general, no sin antes cuestionar el sentido de la escena indie que emergía mientras ellos se hundían. Anitua siguió buscando de forma desaforada y atroz ese algo que intuía que le podía proporcionar la música hasta que falleció el 22 de abril de 2008.


Josetxo Anitua, cantante de Cancer Moon, empuñando el micrófono en una actuación. (Cedida por Iñigo Pastor.)

EN UN CONCIERTO DE SONIC YOUTH

FERNANDO GEGÚNDEZ: Entre el 86 y el 90 trabajé en la emisora Txomin Barullo Irratia. También había colaborado en muchos fanzines. En el mío, Síntoma Rock, que antes había sido Sintonía y aún antes Sintonía cerebral, hablábamos básicamente de grupos vascos; muchos de ellos siniestros. En Euskadi había muchos grupos siniestros, pero no se les hacía ni puto caso. Estaban ensombrecidos por el rock radical vasco.

El rollo siniestro había contagiado el ambiente. Ibas a Donosti y la gente estaba seria y triste, porque había que estarlo. En Arrasate estaba Matrona Impúdica, de donde salió El Desvän del Macho. Y, a caballo entre Eibar y Arrasate, estaba Jugos de Otros, con Josetxo Anitua y José Gregorio Izkue, de Matrona Impúdica.

Josetxo Anitua había empezado en La Tercera en Discordia. Quizá eran un poco afterpunk, pero no eran siniestros de catecismo. Josetxo era de Eibar, la ciudad armera. Es famosa por las armas y las bicicletas. Su padre era empresario de armas y la madre, de bicicletas; o al revés. Era de muy buena familia y se llevaba bien con ellos, pero en Eibar lo pasó muy mal. Siempre decía que de pequeño se habían metido mucho con él, aunque nunca especificó. No era un gay de pluma, pero se le veía muy distinto. Un borono de Eibar y él en el mismo local era un contraste excesivo.

IÑIGO PASTOR: Nunca dejó de interesarme lo que se hacía en España, pero en esa época tampoco había mucho donde escoger. Era una época muy extraña. No había grupos y no estaban las cosas muy definidas. Iba a ver grupos en locales de ensayo de Bilbao. En uno de ellos estuvo tocando Jon Zamarripa antes de meterse en Los Raros y Cancer Moon. Decían que sonaban como la Velvet, pero era algo muy precario.

FERNANDO GEGÚNDEZ: Los Extraños, que luego fueron Los Raros, venían de una banda absolutamente seminal: Los Primitivos. Eran de Bilbao y se llamaban así porque eran muy velvetianos y superpunk; letras como de cómic, canciones de minuto y pico… Una cosa irrepetible. En todos estos grupos estuvo Jon Zamarripa.

Jon también era de buena familia. Vivía en una casa gigante en el centro de Bilbao. Todos los hermanos trabajaban de pilotos, así que lo criaron su madre y su tía monja. A él no le dio por la aviación.

IBON ERRAZKIN: Íbamos mucho a ver conciertos a Vitoria. Había una sala, The End, y por allí pasaron todos los grupos pequeños que solo iban a Madrid y Barcelona. Allí vimos a The Gun Club, a los Weather Prophets, a Primal Scream tocando su primer disco, a The Dream Syndicate…

FERNANDO GEGÚNDEZ: En el año 88, Bilbao era garajeo total. Pero ya empezaba a tenerse en cuenta esta plaza y comenzaban a pasar grupos. Primero por Vitoria y luego por Bilbao. Vinieron los Fleshtones, Robyn Hitchcock, los Flamin’ Groovies…

IBON ERRAZKIN: Sonic Youth tocaban en Madrid y Barcelona48, y la fecha que tenían libre era un miércoles. Les dijeron que era bastante posible que no viniera mucha gente al concierto de Vitoria y les propusieron abaratar un poco el precio de la entrada. Costó quinientas pesetas, un precio ridículo por aquel entonces. Precisamente por eso nos animamos mucha gente. Ir de Donosti a Vitoria, si al día siguiente tenías que trabajar o estudiar, era complicado. Cuando llegué estaba toda la gente de Bilbao. Fue un evento, aquello. A Josetxo Anitua, que estaba allí, ya lo conocía.

ROBER!: Yo no pude ir porque era muy joven y vivía en Barakaldo. Me había comprado el Bad Moon Rising poco antes porque había leído sobre ellos en algún fanzine. Estaba alucinado con ese grupo, pero nadie los conocía. Yo era el pequeñín y siempre me llevaban en coche, pero ese día no fue nadie de Barakaldo.

FERNANDO GEGÚNDEZ: The End era una sala para quinientas o seiscientas personas. No sé si estaba llena, pero no estaba desangelada. Yo no era muy aficionado a Sonic Youth, pero me quedé con la boca abierta. Probablemente hasta entonces aún no les entendía, pero aquel concierto cambió completamente mi predisposición hacia ellos. Vi que ahí había otro concepto de todo. Y el poderío de Kim Gordon me dejó flipado. Recuerdo el comentario de Josetxo: «Ya sabemos quién manda en casa».

IBON ERRAZKIN: Me gustó mucho el concierto. Me encantaban Sonic Youth. Posiblemente fui al concierto con Peru49 y con Javi Pez50. Javi adoraba a Sonic Youth. Tenía toda su discografía. Conocíamos el EVOL y el Sister, pero no tocaron ninguna canción de esos discos. Tocaron Daydream Nation entero. Fue un flash.

FERNANDO GEGÚNDEZ: A Josetxo le encantaba Sonic Youth. Más que a Jon. Josetxo sabía lo que iba a ver. Jon iba por influencia mía, era como muchos músicos: tenía cuatro o cinco iconos y no investigaba mucho más. Pero Josetxo era un fan diletante total de la música.

Yo era amigo de Jon y a Josetxo lo conocía de mis historias periodísticas. Ya lo había entrevistado varias veces. Les presenté ese día en la The End. Tuve el presentimiento de que se podían caer bien y fue un flechazo brutal. Josetxo vio en Jon a un Lou Reed. Y físicamente había algo: Jon tenían un aspecto loureediano.

Josetxo me comentó que se venía a vivir a Bilbao por los estudios. Estudió Económicas, aunque no llegó a ejercer. Le dije en qué bar de Bilbao nos podría localizar. Era el Kubil. No tardó nada en aparecer. Al siguiente sábado ya estaba por allí.

UNAI FRESNEDO: A ese concierto de Sonic Youth del 88 no fui, pero a la segunda gira, la del 90, sí. Tengo una foto de ese día con Thurston Moore. Nos la hicimos en los camerinos de la sala Txitxarro, cuando le estábamos dando un recopilatorio de Munster.


Unai Fresnedo, de Radiation, Thurston Moore, de Sonic Youth, y Gorka Pastor, de Munster, en la sala Txitxarro en septiembre de 1990. (Cedida por Unai Fresnedo.)

EL SCARFACE DEL INDIE

FERNANDO GEGÚNDEZ: Los primeros ensayos de Cancer Moon fueron en casa de Jon. Informales, todavía, con una bobina de grabar. Porro tras porro iban saliendo las cosas. Iban haciendo pruebas sin batería. O a veces yo percutía lo que pillaba por ahí, porque estuve en todas esas sesiones. Un día llamaron a Jesús Suinaga, que había tocado la batería con Josetxo en La Tercera en Discordia y en Jugos de Otros. Cogieron local de ensayo en Eibar y así empezaron.

ROBER!: Con Cancer Moon había mucha expectación. El día de su debut, el Gaueko estaba petado. Se había hablado mucho del grupo antes: en medios, en fanzines… En ese concierto estaba el quién es quién de Bilbao. Antes del disco hicieron unas maquetas muy rompedoras. Era gente que hacía cosas diferentes al rock radical vasco. Cancer Moon era otro mundo. Y encima, en inglés. Eso era salirse de todo. Entonces se veía como algo fresco y diferente. Fue más adelante cuando se cuestionaría lo de cantar en inglés.

IÑIGO PASTOR: Recuerdo haber alucinado cuando salió la maqueta de Cancer Moon. Había algo ahí que no se había hecho nunca, ni siquiera parecido. Sus influencias eran grupos contemporáneos norteamericanos. Eran muy avanzados.

ROBER!: Ese día a la batería estaba Jesús Suinaga, y al bajo, José, de Jugos de Otros. La otra guitarra la tocaba Jony Kontrol. Llevaban todos camisas blancas. Se las habían pintado en plan psicodélico. Jony Kontrol tocaba muy bien, pero no pegaba ni con cola. A medio concierto se ponía a pedir tabaco a la gente, para hacer la gracia. No duró nada, claro. Esa formación duró tres conciertos, todos los que hicieron ese primer año.

FERNANDO GEGÚNDEZ: Entré a colaborar en el Ruta 66 porque mandé una carta preguntando que por qué no hacían caso a Los Extraños. Al cabo de unos meses me llamó Jaime Gonzalo diciendo que escribiera algo de Los Extraños. Y le dije: «Los Extraños ya no existen, ahora son Cancer Moon».

Escribí el artículo sobre Cancer Moon, Jaime se interesó, le mandé la demo 12 errores de cirugía en estéreo [12 Stereo Surgery Mistakes] y le encantó.

Jaime se empeñó en que quería producirles.

JUAN HERMIDA: Siempre me quedé con las ganas de trabajar con Cancer Moon. Eran mi grupo. Tengo las demos de Hunted by the Snake. Conocí y entablé amistad con Jon Zamarripa y José Anitua por medio de Fernando Gegúndez. Si me llamaba Fernando y me decía que Cancer Moon tocaba en el Zeleste de Barcelona, me iba para allí. Pero Polar se hizo con Cancer Moon a golpe de talonario, el sello llamó a Jaime Gonzalo y le dijo al grupo que entraban a grabar ya.

JAIME GONZALO: Polar era una subsidiaria de Max Music, que se había forrado haciendo maxis de música dance y de discoteca, y también se dedicaba a la distribución. Allí entró a trabajar Josep [Fontdevila], un personaje que tenía una tienda de discos por la Sagrada Familia de Barcelona, Hardcore Records, una de las mejores tiendas de aquellos tiempos. Había mucho garaje, mucho Sonic Youth… Este personaje se convirtió en el brazo derecho del capo de Max Music. Se decía que uno de los socios tenía la empresa para lavar dinero de la construcción. Era un cretino peligroso con ínfulas de gánster. Iba con pistola, con matones. El de Hardcore Records le convenció para que montase un sello para publicar rock independiente español. Era una persona deseada y admirada en la empresa: iba de mariscadas y putas con el jefe.

Cancer Moon me ofrecieron trabajar con ellos a través de Fernando. Y el tipo de Hardcore Records, a quien también conocía, me dijo que quería poner en marcha el sello y necesitaba un productor. Podía haber cierto interés musical, pero el tal Josep no era una persona especialmente puesta en la materia. Por eso se hizo como se hizo.

FERNANDO GEGÚNDEZ: Sacaron solo cuatro grupos: The Del-Hoyo, Vancouvers, Cancer Moon y Los Bombarderos.

JAIME GONZALO: Yo tenía cierta experiencia. Había trabajado con The Pantano Boas, Desechables, Loquillo, Los Rápidos… Ante todo era una oportunidad de aprender, de ayudar a la gente a cumplir sus cometidos de tiempo y presupuesto, de aportar las ideas que pudiera y de que me aceptaran.

Un problema de la época era la visión de los técnicos y los estudios. Se trabajaba con sonidos muy uniformes. No había diferencias entre un estudio y otro, entre un técnico y otro. Y yo me oponía a eso.

Surgió la oportunidad y grabamos en Barcelona, en el mismo estudio en el que había grabado a The Pantano Boas. Tuvimos una semana para hacer el disco y había que ir a por todas, aun contando con el lastre que ellos mismos suponían para el proceso: discusiones constantes entre ellos, con el técnico de sonido y conmigo. Había una falta de comunicación absoluta, una mirada muy aldeana, muy suspicaz, muy de «¿qué haréis con mi pureza?». Ahí nadie quería hacer nada: solo resaltar esa pureza.

FERNANDO GEGÚNDEZ: La producción tuvo sus más y sus menos. Josetxo no ponía pegas, pero Jon y Jaime chocaron mogollón. Jon era más discutidor.

JAIME GONZALO: Cancer Moon nunca te decían las cosas claras al principio. Zamarripa ya había tenido brotes psicóticos y se estaba medicando. Tenía un historial y lo notabas clarísimamente. Josetxo era otro caso: muy tímido y nervioso.

FERNANDO GEGÚNDEZ: Josetxo era transparente, era tal como lo veías. Era tremendamente tímido, reservado. Tenía dificultades de expresión. Se ponía a tartamudear. Tenía problemas de comunicación y una sensibilidad exacerbada. Si estábamos en un bar y sonaba algo que a Josetxo le gustaba, se le transformaba la cara. Es como si tuviera unos receptores especiales para la música.

ROBER!: Al que había que aguantar era a Jon. Era de familia de pasta, tenía maneras burguesas, le tenían que ir a buscar a casa para ensayar… Era una señorona. Y era muy vacilón y muy hijo puta. Pero entre Josetxo y Jon había una relación que iba más allá de la amistad.

UNAI FRESNEDO: Josetxo y Jon no se parecían en nada. Aunque Josetxo era muy introspectivo, le gustaba salir y relacionarse con la gente de Bilbao. Jon no salía nunca. Ibas en la furgoneta con él y los comentarios eran siempre para tocar los huevos. Jon era más marrullero, más borde. Josetxo era todo simpatía y buen rollo; un pedazo de pan. Pero nunca les vi enfadados. O no tengo ese recuerdo. Jon era especial, pero Josetxo le llevaba bien. Se arreglaban muy bien entre ellos el rato que estaban juntos haciendo música.

Para Josetxo la música era una obsesión, un pozo sin fondo. Siempre te hablaba de música, y si le venías con algo que no controlaba, en seguida lo asimilaba. Estabas en el gaztetxe de Laudio viendo a Cerebros Exprimidos, aparecía y lo gozaba. Le iba un rollo totalmente diferente, pero iba donde fuese para ver un concierto y estar en ese ambiente.

Jon no tenía tanto interés en la música como Josetxo. Lo suyo eran Chris Spedding, J.J. Cale, dos cositas supersimples con la guitarra y venga. Eso sí, era superobsesivo. Pero no era como Josetxo, que quería ver todos los conciertos. Jon estaba más encerrado en sí mismo.

JAIME GONZALO: Se intentó conseguir un sonido absolutamente apátrida, que no fuera reconocible como una producción española ni de aquellos años, pero hubo grandes conflictos. No fue una grabación agradable. Fue de lucha y de presión. Quizá de ahí ese gran resultado; por la parte que le toca al grupo, no por la mía.

Cancer Moon es un punto y aparte. Quizá sea la excepción a la regla, el reverso tenebroso a ese indie asténico y romántico. Burbujeaban unos conflictos interiores tremendos y tenían una capacidad de síntesis de una serie de referentes muy amplios. Hasta hoy nadie ha conseguido hacer lo que hizo Cancer Moon.

Es gente con una visión absolutamente estética y con unas estimulaciones sexuales —homosexuales— y unos juegos de poder entre ellos muy complejos. Eso los hace únicos en muchos sentidos, y ahí está el disco. Para mí es esencial y, sin embargo, no tuvo apenas repercusión. Entre otras razones, porque la discográfica era un desastre y se fue a pique.

Cuando salieron los discos, salió a la luz que el tipo de Hardcore Records había hecho un desfalco en el almacén. Lo pillaron con las manos en la masa a él y al contable, le dieron una paliza de muerte y los padres tuvieron que pagar la deuda. Le dijeron que, si volvían a verlo en Barcelona, lo mataban. Literalmente. El poco interés que había por ese sello desapareció. Ya ni distribuyeron los discos de Cancer Moon, Los Bombarderos y demás. Hubo muy poca promoción y con este suceso se acabó todo.

JUAN HERMIDA: Hablé con Josep días antes de que desapareciese. Por el tono en que me hablaba, noté que había algo detrás, que estaba agobiado. Y me dijo, «del de Cancer Moon no he conseguido vender ni quinientos».

JAIME GONZALO: Al dueño de Max Music, Miguel Degà, lo pillaron después cuando intentó cargarse a su socio. Atentó contra él con tan mala fortuna que el sicario lo confundió con otra persona y se descubrió todo el pastel. Lo metieron en la cárcel, y en un permiso despareció. No lo volvieron a ver. Está en orden de busca y captura.

IÑIGO PASTOR: La historia de Polar fue el Scarface del indie. A Cancer Moon les pilló de por medio y fue un lanzamiento fallido, como un cohete que hace pum, se cae y adiós.

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