Kitabı oku: «Pandemia. Bienvenidos al Nuevo Orden Mundial», sayfa 10

Yazı tipi:

El golpe de Estado del General Martin Gomez

Capitulo 23

Una vez se ocuparon de la seguridad de su familia, tras una ducha en la que limpiaron el sudor de sus cuerpos y la ansiedad de sus almas, vistieron de nuevo uniformes de policía más acordes a ellos que los anteriores disfraces. Disponiéndose, bien armados, a visitar a Rotweiler. Uno de los intendentes de los Mossos D'Escuadra de Mora D'Ebre.

La comisaría quedaba a escasos cien metros de la casa del abuelo Antonio.

Una vez en la entrada, no hubieran tenido mayores problemas en llegar hasta el intendente si no hubiera sido por el exceso de celo en sus obligaciones y, sobre todo, la desconfianza de dos agentes que les encañonaron a su llegada. Invitándoles a dejar las armas y a arrodillarse.

Llevarían poco más de un año en el pueblo. Y en el cuerpo, a juzgar por su aspecto y formas.

Pére vio apropiado seguir las directrices de los dos novatos. Y así se lo transmitió a su primo. Sería lo más rápido y sensato.

Una vez siguieron Joán y él mismo sus indicaciones, pidieron ver al Intendente.

A éste, una vez informado, le faltó tiempo para salir a recibirlos, encontrándose a los dos primos en la puerta, de rodillas y con las manos cruzadas sobre la nuca.

-¿Qué ha sido de tu hospitalidad? -Preguntó con sorna Joán. -¿Así tratas ahora a tus amigos?

-Tranquilos. ¡No es necesario nada de esto! -Indicó a los novatos, dedicándoles una mirada poco amigable. - Devolvedles las armas. -Ordenó. -Y vosotros dos, ¡levantaros de ahí, por Dios!

-¿No nos dispararán? -Preguntó cómico Pére.

-Si no lo hacéis seré yo mismo quien lo haga. -Indicó entre molesto y bromista. -Me teníais preocupado. Intenté llamaros pero no hubo manera de hacerme con vosotros. Aunque bueno, eso es otra historia.

Tras un efusivo apretón de manos y un abrazo, el intendente se retiró hacia atrás. Recordando la amenaza vírica.

-¿Supongo que estáis bien, no? - Preguntó, preocupado. Haciendo alusión al Yersinia Pestis. Conocía el caos sanitario y el número creciente de infectados y muertos de Barcelona.

-Sí, tranquilo. Según el último control hace unas horas, así era. Y no hemos tenido contacto con nadie sospechoso de estar contagiado desde entonces.

-Bien, bien.-Respondió, dando un par de palmadas en la espalda a los dos policías, para después colocarse en medio, y pasar cada uno de sus brazos sobre los hombros de sus viejos amigos, conduciéndolos hasta su despacho.

Los dos agentes novatos se quitaron de en medio. Bajando la mirada.

-¿Quien está al mando de todo esto? - Preguntó Pére, una vez que Rotweiler les condujo hasta su despacho. -¿Dónde está el comisario?

-En principio yo. Yo estoy al mando, pero esa es una larga historia, otra larga historia.-Dijo negando con la cabeza.

-Entiendo.-Asintió, imaginando parte de esa larga historia, basándose en el limitado conocimiento de la situación que él tenia, y en cómo se habían desarrollado algunos acontecimientos en las últimas horas en Barcelona. -En cualquier caso, según nuestra agenda, no tenemos compromisos en las próximas horas. Tenemos tiempo para tus largas historias.

-Ya me figuro -Resopló. -Supongo que queréis saber cómo está la cosa por aquí. -Indicó, abriendo la puerta de su despacho, e invitándoles a entrar con un gesto.

-Por aquí, y por otros lados. Realmente no sabemos mucho.

Entraron en el despacho del intendente. Siendo recibidos por cuatro paredes, pintadas de un blanco satinado, con apenas cuatro o cinco marcos colgados estratégicamente, que conseguían llenar la habitación sin sobrecargarla. Tras el sillón del intendente, colgaban un par de diplomas que hacían alusión a la experiencia y probada capacidad de Rotweiler para desempeñar alguna de sus tareas. En la parte derecha una lámina de 1,70 de largo por 1 metro de alto, representaba, cual ventana al Valle del JERTE, una de las panorámicas más bonitas del valle extremeño, con los incontables cerezos en flor en primer plano, y la montaña tras ellos.

Ahí quedó parado un instante Joán.

-Me encanta este cuadro. Algún día tenemos que volver aquí. -Indicó, dejando ver un tinte de añoranza en su deseo.

-Creo que por ahora habrá que esperar -Respondió Pére, quien se había colocado a su lado, observando la imagen. Eran otros tiempos, bastante mejores, aquellos en que los tres amigos visitaban El Valle más a menudo.

-Sí, eso tendrá que esperar. -Apoyó Rotweiler, acomodándose en su sillón, e invitándoles a acompañarlo. -Sentaos, pongámonos al día. -Hicisteis bien en venir aquí, en cualquier caso. -Encomió.- Maciá, trae algo para nuestros invitados.- Cortó, hablando por un interfono con uno de sus subordinados, mientras Pére y Joán se acomodaban - No se si habéis comido algo. Esto nos llevará un rato. Aunque aún no tengo toda la información necesaria, tengo algo más que vosotros, según veo.

-Somos todo oídos.

-Bien, ¿qué sabéis exactamente?

-No demasiado, como te he dicho. Aparte de las lógicas sospechas que tuve desde el principio , desde el atentado de Barcelona, me refiero, no tenía nada que en verdad pudiera probar algo concreto.

-Salvo lo de Oleguer.- Matizó Joán.

-Eso fue después. -Corrigió, ante la atenta mirada de Rotweiler.

-Continua.

-Bueno. Nos comunicaron que el comisario y uno de uno de nuestros intendentes habían sido destituidos, sin explicar razón alguna.

- ¿Quién lo comunicó.?

-Aparecieron dos tipos nuevos en comisaría. Se presentaron y nos dijeron eso, que venían a sustituirlos. Nos reunieron a todos los que estábamos allí en la sala de prensa. Mediante videoconferencia el Major Granell nos confirmó la información, validando las palabras de los dos nuevos.

-¿No indicó nada más?

-Sólo comentó que la razón del cese de Oleguer y Mateo era por que estaban siendo investigados. Que se les había abierto un expediente disciplinario. -Dijo, encogiéndose de hombros.

-¿Investigados? ¡Sí,sí! -Rezongó sarcástico, para callar a continuación, ante la interrupción de Maciá al entrar con varias botellas de agua y algo de comida. -Puedes retirarte.-Ordenó, después de indicar a sus dos invitados detener la conversación mediante un par de gestos. No creyendo oportuno compartir cierta información con sus hombres. Al menos en ese momento.

Una vez salió Macià, Pére continuó.

-A primera hora nos reunió de nuevo en la sala el intendente Oscar Pavón. Quedó al mando entre la supuesta destitución y la toma de posesión de los nuevos. Nos presentó a los nuevos y nos condujo a la sala de prensa. Allí el Major Granell nos habló de los dos nuevos, de la destitución de los anteriores. Y poco más.-Pére se repitió, rebobinando , para no dejar nada por contar. -Con esa nueva información, y con más dudas que antes, me disponía a almorzar. Fue entonces cuándo Oleguer se puso en contacto conmigo. Quedamos fuera, en un lugar que solo el y yo creíamos conocer. Y quizás uno o dos hombres más. Bueno, eso creíamos. Pero estaba claro que quedar ahí fue una cagada.

-¿Porqué?

-Por el resultado. -Pausó- Oleguer fue asesinado delante de mis narices.-Explicó, ante la necesidad de respuestas que parecía mostrar Rotweiler. - Veo, por tu cara, que eso no lo sabías.

La cara del intendente era todo un poema. Mostrando una expresión a medio camino entre la sorpresa y el disgusto.

-Me has dejado helado. ¡Oleguer muerto! -Chasqueó la lengua, soportando su cabeza con ambas manos por los pómulos, mientras los dedos tapaban sus ojos. -¡Dios! -Soltó un sonoro suspiro, tras llenar generosamente sus pulmones.

-Sí.

-¿Y bien? -Continuó, reponiéndose.- ¿Que pasó en esa reunión, que te contó?

-Nos reunimos en el punto acordado, un local de comida turca, en Nou Barris. Allí me dijo que realmente no habían sido destituidos. Que más bien habían sido sustituidos por alguien más afín a la nueva dirección. Supuse que me daría más detalles después. En cuanto a esa nueva direccion, pero después no hubo tiempo.

-¿Y qué sacaste en claro?

-Varias cosas. Me dijo que El comisario de Tarragona había sido asesinado por uno de sus hombres.-Indicó, dando un ligero tono de pregunta a la afirmación.

-Sí. Fran fue asesinado por uno de sus intendentes.-Respondió Rotweiler, dando por correcta la información.

-Oleguer estaba nervioso. Parecía no haber dormido en un par de días. Y luego estaba su aspecto.

-¿Su aspecto?

-Sí. Bueno, tú le conocías, sabes cómo iba siempre. Impoluto y elegante.

-Sí, sí. -Rió levemente, con un ligero tinte de nostalgia y pena. -Iba siempre hecho un pincel. -Apostilló.

-Sí, sin embargo se presentó ante mí con el traje arrugado, con alguna que otra mancha. Y no parecía haberse duchado en un par de días.

-Interesante.

-Sí, porque eso indica que no pasaría por su casa o por ningún sitio medio decente desde su supuesta destitución.

-Estaría escondido desde entonces.-Indicó Joán, quien hasta entonces había seguido la conversación sin intervenir, como quien sigue un partido de tenis.

-Eso está claro.-Afirmó Rotweiler.- Pero, ¿te dijo de quien huía, o de quien se escondía? ¿Algo más?

-Ahí es donde todo se vuelve confuso. -Suspiró, rascándose la cabeza, intentando ordenar bien la escena en su mente, para trasmitirla a sus oyentes, quienes esperaban expectantes. -No concretó nada. Se refirió a sus supuestos perseguidores como "Ellos”.

-¿Ellos?

-Si, “Ellos”. Además dijo que, ”Ellos”, estaban detrás de todo, detrás de los atentados. Y luego soltó la bomba. -Pausó, asintiendo con la cabeza, arqueando ligeramente las cejas, intentando crear más expectación por su discurso. -Dijo que "Ellos”, lo habían preparado todo, los atentados en las tres ciudades, y que planeaban dar en pocas horas un golpe de Estado.

-¿Y dijo algo más?

-¿Algo más? -Respondió, sorprendido, Pére. Aquello ya parecía bastante importante como para que hubiera un cambio en la actitud aparentemente pasiva que mostraba el extremeño, quien no parecía afectado por sus palabras. Aunque quizás fuera normal eso, pues este podría ya saber algo del tema, y de otros cuantos más. -No pudimos hablar mucho más. Un grupo de policías entró a saco en el restaurante y apenas nos dio tiempo a escabullirnos por la puerta de atrás. Bueno, a Oleguer ni siquiera eso le salvó. Había alguien parapetado en uno de los edificios, afuera. Un francotirador que se lo cargó. Y conmigo a punto estuvo de hacer lo mismo.

-Entiendo.-Asintió, recostándo su espalda en el cuero del sillón, girando levemente la dirección de éste a izquierda y derecha, intermitentemente unos segundos. Ordenando la información recibida y acomodándola, o más bien encajándola con la que ya tenía.- ¿Cómo conseguisteis salir de Barcelona?- Inquirió, intrigado, consciente de que la situación en la ciudad condal era un infierno.

-Un tipo me debía un par de favores. Vi oportuno cobrármelos ahora, de un modo especial, digámoslo así.

-Bien pensado. En ese “Cobro especial” estaba envuelto el Audi de la entrada del pueblo, supongo.

-Sí.

-Amigos poderosos. -Insinuó el extremeño.

-Contactos poderosos, más bien. -Matizó Pére.

-Sí. Lo intuí por la matrícula del vehículo. En cualquier caso, te felicito Pére. Bien jugado. Tenía serias dudas en cuanto a si seriais capaces de salir de allí.

-Aquello es un caos ahora mismo. La falta de medicinas y productos de primera necesidad han provocado todo tipo de revueltas en las calles. He visto cosas en los últimos días que no había visto jamas. -Indicó Joán.- Sin embargo, muchas de las revueltas no parecían anárquicas o improvisadas, sino bien organizadas. Icluso diseñadas, me atrevería a decir, para hacer el mayor daño posible. Para causar mayor caos.-Opinó, sin dar detalles en cuanto a las aventuras por la Diagonal.

Rotweiler iba atando cabos. La información de los dos primos daba un extra de color a la que ya tenía, dando una forma un poco más completa a la escena que había dibujado ya en su mente.

-Puede pareceros un caos, y sí que lo es, en verdad.-Aseveró, pausando. -Pero no adivinarías cómo esta realmente el tema. Lo que hayáis visto no es nada. Creedme. ¡No sabéis cuanto me alegro de teneros aquí! -Y era verdad. Por ver que estaban bien, claro estaba, pero aún más por poder contar con dos buenos policías en su equipo.

-Quizás sea este un buen momento para que nos ilumines.-indicó irónico Joán.

- Supongo que sí. Bien, bien. La información que conocéis es correcta. Pero incompleta. Fran fue asesinado. Eso ya lo hemos hablado.-Indicó, recapitulando, para ordenar la cantidad de información que habría de soltarles - Fué asesinado por uno de sus intendentes. Eso fue la consecuencia de una serie de acontecimientos que se iban sucediendo desde hace más de un año. Al menos esa es la conclusión que saco yo, claro.

-¿Desde los atentados del Santiago Bernabéu, quizás? -Apuntó Pére.

-Exacto. Desde entonces el ambiente en el ejército se ha ido enrareciendo , influyendo todo ello a su vez en otros cuerpos de seguridad. -Indicó, haciendo alusión a la Policía Nacional y a la Guardia Civil. - Muchos estaban descontentos. Incluso molestos por cómo se habian llevado los asuntos después de los atentados.

-¿Buscaban algo más de firmeza, quizás?- Pére recordaba las palabras que se dijeron en Barcelona para justificar la destitución de Oleguer, en las que se pedía actuar con mas contundencia.

-Sí. El embrión de una rebelión se estaba gestando. El inspector general de la Guardia Civil se puso en contacto con los oficiales del ejército, incluso con los de todos los cuerpos de seguridad del Estado. Nos envió un mail en el que advertía de ello, de lo que se estaba gestando. De lo que podía pasar. Hace un mes ese mail se repitió, con el mismo mensaje, pero con palabras que indicaban la alarma y urgencia de que todo lo que está pasando, todo lo que había pasado, era inminente.

-Eso dió a entender Oleguer.

-¿Sí? Bueno, resumiendo. Nos pidió encarecidamente cumplir con nuestro deber. Servir al gobierno legítimo y proteger a los ciudadanos y a las instituciones públicas.

-Parece que sirvió de poco - Indicó Joán, resumiendo en pocas palabras el resultado de los mails.

-Quizás si que sirvió de algo. No todos están del lado de la revuelta. A la vista esta. ¿no? -Matizó Rotweiler. Haciendo alusión a sus hombres, los de Mora la Nova, y a él mismo. Y a unos cuantos más.

- Segun Oleguer esa revuelta ha tenido éxito en Lleida, y en Zaragoza, o al menos eso me contó. En Tarragona también, según me acabas de confirmar. Y en Barcelona -Chasqueó la lengua. -La cosa no pinta bien, si se cargaron a Oleguer, se habrán cargado a todos los que se negaran a secundar el Golpe. O los habrán detenido, siendo optimistas. Por lo que sé de primera mano, quienes dirigen el cuerpo de los Mossos están metidos hasta el cuello. Los que nos dispararon era del cuerpo. Y por lógica, si los dos nuevos fueron colocados en sustitución de Oleguer y Francesc bajo la aprobación y supervisión del Major Granell, prácticamente todas las comisarías estarán del lado de la rebelión. Unas por iniciativa propia, y otras por el cambio de dirección.

-Barcelona ya está bajo control golpista. -Aclaró- Pero no todas las comisarías de los Mossos han secundado la rebelión. De hecho varias que no lo hicieron se han unido a otras cuantas de la Policía Nacional para intentar frenar el Golpe.

-¿Y? -Joán preguntó oliéndose la respuesta.

-Han sido diezmados por el ejército, que ha tomado el control de prácticamente todo. Por eso decía que Barcelona ha caído.

-¿Quieres decir que nuestros compañeros han caído?

-La mayor parte. Sí. Los que participaron en los enfrentamientos. O han muerto o estan detenidos. El resto se ha disuelto, quiero decir, han abandonado la lucha. Han desertado. -Informó, exhalando sonoramente el aire de sus pulmones.

-¿Cuándo ha pasado todo eso?

-Esta mañana. En las primeras horas de la mañana. Por eso no he respirado tranquilo hasta que no me enteré de que habíais llegado aquí. Sabía por Joán que estabais bien. - Miró a Joán, quien respondió asintiendo. -Pero que aún os quedaba salir de allí. Y luego están los malditos teléfonos. -Indicó, arrojando el suyo de mala gana sobre la mesa. - Esta mierda no funciona desde esta mañana. No hay cobertura, ni línea , ni nada. En todo el pueblo no hay manera de poder comunicarse.

-En cualquier caso, no habría valido de mucho. -Respondió Pére, mientras sacaba su móvil, apagado, y Joán procedía a imitarlo. -Desde el encontronazo con los asesinos de Oleguer apagué el móvil y le retiré la batería. Estos cacharros gritan a los cuatro vientos hasta cuando paras a cagar. Vi oportuno dejar de ir mostrando a posibles perseguidores mi ubicación.

-¡Hicisteis bien! -Aprobó, cogiendo de nuevo su propio dispositivo, pareciendo examinarlo .

-¿Crees que sería posible que alguien hubiera anulado las comunicaciones a propósito? -Inquirio Joán, sospechando el posible motivo de la imposibilidad de contactar con otros teléfonos.

-Sinceramente, esa idea pasó por mi mente. Aunque en un principio no la hice mucho caso. Esta mañana estuve bastante liado con el asunto de la entrada. -Respondió, haciendo alusión al ataque que había sufrido el control del ejército.

-Quieren tenernos incomunicados. -Razonó Pére. - Quienes quieran que sean los que están tras todo esto, me refiero. En cualquier caso el asunto de la entrada indica algo positivo, si es que hay algo positivo en todo esto, claro.

-Y es que no todos en el ejército secundan el golpe. -Rotweiler enunció en voz alta la conclusión de Pére.

-Exacto. Exacto- Afirmó, asintiendo. Quizás tengamos alguna oportunidad, entonces.

-Bueno. Aún conservo buenos amigos en el ejército. Amigos que dudo que siquiera se hayan planteado participar en la revuelta. Y que seguramente estén preparando una respuesta.

-Quizás deberiamos contactactar con ellos de alguna forma.

-Eso tengo en mente. Pero habremos de esperar un poco. En cuanto a lo de las comunicaciones, tengo mis dudas respecto a lo que habéis dicho. Lo comprobaremos. Y en cuanto a lo demás, intentaré resumir la informacion de la que dispongo. Esto, aparte de ampliar vuestro conocimiento de lo que ha ido ocurriendo, os hará tomar conciencia, o al menos una conciencia aproximada de la realidad de España ahora mismo. Lo que os voy a contar es lo que me ha ido llegando, por un medio u otro. Os he de advertir que todo esto era así hasta esta madrugada, mientras aún había forma de comunicarse con otra gente, y que algo puede haber cambiado a estas horas, aunque no cuento con ello. Al menos en sentido positivo, claro.

-Tu información quizás sea incompleta, pero seguro que ayudará.

-Esta es la idea. -Tomó una de las botellas de 33 centilitros y le dió un generoso trago, dejando apenas el culo del recipiente plástico cubierto con agua. -¡Este calor me pone de los nervios! -A pesar del aparato de aire, los treinta y tantos grados del exterior se dejaban sentir.

-Bien, empecemos. El sábado el comandante General Martin Gomez, en Extremadura, dió el primer paso, definitivo a todas luces, para consumar su traición al encabezar la revuelta.

-¿Extremadura? -Preguntó Joán, consciente no solo del origen de Rotweiler, sino de la posible relación de este con el tal Martin Gomez. En su anterior etapa en el ejército, donde sirvió en la guerra de Siria .

-Sí. -Indicó, chasqueando la lengua y asintiendo de mala gana. -Pues bien, este tipo -Indicó con desprecio. Un desprecio que ya venía de lejos. Añejo y agrio como el buen vinagre. - Este tipo firmó el bando de guerra que se leyó en Cáceres al anochecer. Cojió un helicóptero y voló a Madrid. A la espera del desarrollo de los acontecimientos.

Bueno, más bien a la espera de lo que hiciera el general Ronaldo Estanislao, en Pamplona, quien al parecer declararía el estado de guerra poco después.

-Parece que dudas.

-No, más bien supongo algunas cosas. La información que me ha llegado no es completa. Retales de aquí y allá, y las partes que no tengo las he rellenado con conclusiones mías. Pero no estaré lejos de la realidad créeme.

-Continua, por favor. -Pidió Joán, haciendo un gesto de reproche a Pére, por interrumpir. Mostrando cómo su rostro iba palideciendo a medida que avanzaba el discurso del intendente.

-El general Estanislao supervisó personalmente la sublevación de Pamplona y de la división V, en Zaragoza, la VI, en Burgos, y la VII, en Valladolid. Con todo ello, Martin Gómez se sintió respaldado y siguió dando pasos para el control completo del país. Hasta entonces no se había producido ningún incidente grave. Bueno, a parte de los atentados, claro está, hasta lo de Fran, en Tarragona. Pero ese tema ya lo conocéis.

-Sí, eso ya nos lo sabemos. -Indico el GEI.

-Pues resulta que, contrario a lo que esperaban estos dos generales, en Vizcaya no se produce ninguna sublevación. Ni siquiera parecen planteárselo. Ya que al contrario de lo esperado, lo que hacen es prepararse para entrar en batalla contra los sublevados.

-Al menos una buena noticia - Pensó Joán en voz alta, soltando un sonoro suspiro.

-¿Sí? -Preguntó irónico Rotweiler.-Las alegrias en casa del pobre duran poco. -Matizó, frase hecha mediante. - Te alegrará saber que en Santander, debido a la información, y sobretodo, a las órdenes contradictorias que les iban llegando, deciden no unirse tampoco a la conspiración . Pero en Vitoria y Logroño parece que les faltó tiempo para unirse a la revuelta. El inspector general de la guardia civil intentó de nuevo paralizar el golpe, y eso consiguió que los leales al gobierno se plantaran, y los que parecían dudar, se abstuvieran de dar paso alguno. Pero estos fueron los menos.

- Y desde el gobierno, ¿ qué se dice? Me refiero a que darían algún paso para contener la rebelión, o algo, no se. -Preguntó Pére poco esperanzado, conociendo el tipo de gobernantes que desde hacía tiempo sufría España.

-El gobierno en su línea.- Rió Rotweiler sarcástico. -No contento con demostrar su incompetencia tras los atentados, envió un comunicado interno a todos los cuerpos de seguridad del Estado, indicando que se había frustrado un intento criminal contra el gobierno legítimo.

-Ya me imaginaba algo así.-Respondió Pére. -Quizas haya algo positivo en todo esto.

-¡Pues ya me dirás el qué! -Inquirió Joán, a todas luces descompuesto. Sorprendido por la conclusión de su primo.

-Pues que la escoria que nos gobierna va ser apartada a un lado.

-¡Hombre! -Sonrió Rottweiler.- Visto así, no parece tan malo todo esto.

-Centrémonos en el tema, por favor. -Pidió Joán, no entendiendo la gracia que pudiera hacer el asunto .

-Tienes razón. Centrémonos. ¿Por dónde íbamos? -Pausó, pensativo. -Sí, sí. Al poco de todo esto, en las bases de el Ferrol y Cartagena se preparó La Armada. En principio no se decantó por tomar acción alguna, en un sentido u otro. Pero con el transcurso de las horas zarparon varias unidades, y la aviación se preparó para una posible entrada en acción. Pensando en bombardear Cáceres, Zaragoza y Valladolid. Desde esas bases se instó a resistir la rebelión con todos los medios disponibles. Quizás animados por esta respuesta, o por otros motivos, el general Tomas Beltrán se reunió en la Capitanía de Sevilla con el general jefe de la segunda división, Braulio Argento. Al cabo de media hora salió del despacho como la máxima autoridad militar, encargado de sofocar la rebelión.

-¡Entonces ya hay un frente común! Quiero decir, ya se está organizando una respuesta. -Indicó Joán.

-Sí, ya hay un frente común.Y mucho descontrol, y mucha incertidumbre. Hay muchas ciudades que aún no han dado un paso a un lado u otro. Y luego está el tema de la telefonía, o ínternet.

-¿Pero que ha pasado con eso exactamente?

-Desde luego parece que os habéis caído de un guindo. -Renegó.- Resulta que llevamos casi 24 horas incomunicados. Es imposible usar el teléfono, la radio o cualquier medio de comunicación. Al menos aquí. En toda la comarca. Aunque supongo que eso sucederá en más partes. Por eso no se mucho más acerca de cómo está la situación. Y supongo que otros no darán un paso firme hasta que no se restablezca método alguno de contacto.

-¿Has pensado que quizás eso sea parte de la estrategia de los rebeldes? El incomunicar al resto del ejército, o de la policía.-Insistió Joán.

-Eso pensé en un principio, pero ahora no lo tengo tan claro.

-Explícate.

-Si estoy acertado en mis suposiciones, no solo fallan las comunicaciones aquí, sino en el resto del país. Eso, en principio, lo veo como una ventaja para hacer y deshacer sin el conocimiento de la población. Cuando vuelvan las comunicaciones los civiles se encontrarán el pastel.

-Otro pastel. - Añadió Pére, aludiendo al pastel anterior, el de los atentados. Y la epidemia sin control en las capitales.

-¿Eh? ¡ah, si! ¡Otro pastel! -Entendió y continuó su razonamiento. - Pero eso supone también una dificultad extra para coordinar cualquier tipo de movimientos por parte de las distintas unidades envueltas en los enfrentamientos, de un lado u otro, en las demás ciudades. Por lo que creo que todo esto es un problema añadido, no algo planeado. Quizas los repetidores, las emisoras y toda esa mierda ha sido destruida en algun enfrentamiento.

-Entiendo. -Respondió Pére, no del todo convencido.

-¿Qué estas pensando realmente? No pareces convencido con lo que digo.

-Tengo algo en mente, es verdad, pero luego lo compartiré con vosotros. Ahora por favor acaba de contar lo que sabes del golpe.

-Sí. Bueno, tampoco tengo demasiado que añadir. Como he dicho, me quede incomunicado sin saber que ha pasado realmente al final.

-¿Y Barcelona? ¿Barcelona como esta realmente ? -Preguntó Joán preocupado y disgustado a partes iguales.

El extremeño chasqueó la lengua.

- Ya os he dicho algo. El resto no os va gustar nada. -Soltó, suspirando y escondiendo la cara entre sus manos, con los codos apoyados en la mesa, durante unos segundos.-Allí la guerra ya ha empezado. -Arrancó. -Como dije antes, varios grupos de la policía nacional y los Mossos se han agrupado para frenar el golpe, y han sido barridos por el ejército, y por varias comisarías de los Mossos y la Nacional rebeldes, entre ellas las vuestras. A primera hora El Capitan Pons se unió a la trama, y declaró el estado de guerra, no antes de mandar al calabozo a todas las autoridades civiles que no quisieron colaborar, y lógicamente, ganarse el favor de varias comisarías de Policía Nacional y varias de los Mossos. Mucho más no se a ciencia cierta, pero lo demás, lo podéis imaginar.

-Entonces, hemos de prepararnos para lo peor. -Sugirio Joán, exhalando lentamente el aire de sus pulmones. Abatido después de oír las últimas palabras de Rotweiler.

-Quizás ahora entiendas, y hasta puedas excusar, el comportamiento de mis hombres en la entrada, al daros ese recibimiento. -Dijo el extremeño.

-Sí claro, es del todo normal. Lo que toca vivir ahora son tiempos críticos.

Textocorrido Textocorrido

Ücretsiz ön izlemeyi tamamladınız.

Türler ve etiketler

Yaş sınırı:
0+
Hacim:
690 s. 1 illüstrasyon
ISBN:
9788468561745
Telif hakkı:
Bookwire
İndirme biçimi:
Metin
Средний рейтинг 0 на основе 0 оценок