Kitabı oku: «Cómo liberarse de una educación equivocada», sayfa 3
El subsistema escolar conforma un poderoso y valioso lugar de activación del pensamiento, la creatividad, la inteligencia social y emocional que puede influir tanto en el subsistema familiar como en el subsistema socio-cultural; podemos llevar del subsistema escolar, mediante la formación de un ser humano autónomo, emancipado, respetuoso y con cultura de la paz al hogar; es decir, niños, niñas, adolescente y jóvenes convencidos de sus valores y principios que influyan en sus hogares, de manera que se refleje un cambio de actitud e interacción en el hogar; seguro, con paciencia, poco a poco se podrá experimentar la influencia del subsistema escolar en el subsistema socio-cultural.
En un contexto donde el subsistema socio-cultural es muy poco favorable a fortalecer una educación autónoma y emancipadora; el papel del subsistema escolar necesita adquirir mayor protagonismo, si desea influir en la transformación significativa de la sociedad.
En el contexto latinoamericano, donde la falta de cultura ciudadana, un sistema político corrupto, un sistema de justicia que no es eficiente, la presencia de una televisión y radio alienadora, la abundancia de prensa amarillista y medios impresos que no ayudan a la formación de un sujeto crítico, es mucho más complejo el papel de un educador en América Latina que el de un educador en Europa.
Es lamentable y desalentador que un profesor se esmere por educar en valores y principios a sus estudiantes; pero estos, al llegar a su hogar, con su familia, ven las noticias nacionales en las que se informa que el gobernador de una región de su país, se robó ciento cincuenta mil millones de pesos, el solo va a devolver cuatro mil millones, pero además, solo pagará tres años y medio de prisión, con “buen comportamiento”, “trabajo” y “estudio”, seguro saldrá mucho antes a disfrutar de aquel dinero que le robó a su propia región, burlándose sínicamente de quienes votaron por él. Nuestros hijos y jóvenes estudiantes al ver esta noticia, no comprenden por qué su profesor les dice que es muy bueno ser honrado; pero el subsistema socio-cultural con sus decisiones, dice lo contrario; este tipo de contradicciones no solo confunden a nuestra joven generación, sino que les hace dudar acerca de los valores y principios que el subsistema escolar con gran esfuerzo intenta enseñar.
El contexto violento, corrupto e incivilizado del subsistema socio-cultural, dificulta la responsabilidad del subsistema escolar; por ejemplo, en un país cuya televisión nacional dominada por las telenovelas y los programas de farándula que para nada beneficia la formación integral de niñas y niños de esa nación; si por el contrario, esta televisión incluyera programas culturales, con documentales científicos, históricos, grandes descubrimientos, proceso de invención, cine arte, noticieros con menos noticias vacías y con más noticias culturales, científicas, deportivas y estos, a su vez, se conectaran con diseño de situaciones escolares, con seguridad tendríamos una generación mejor formada, con un gran amor hacia el conocimiento.
Por otro lado, lograr que un estudiante aprenda una segunda lengua como el inglés, es mucho más complejo en América Latina que en Europa, porque el mismo subsistema familiar y el socio-cultural no apoyan al subsistema escolar; esto es evidente en el contexto familiar donde lo normal es que los padres y hermanos mayores de ese niño, no saben inglés, no existe además un ambiente propicio para el fácil aprendizaje de esta segunda lengua. El subsistema escolar también aporta su cuota de culpa; por ejemplo, existen evidencias de la gran cantidad de profesores que enseñan inglés sin la preparación o competencias mínimas.
Así que, en una sociedad corrupta, violenta, que maltrata, descuida en la salud, viola a su propia infancia y comete cada dos horas un feminicidio, con una alienada y miserable televisión sobresaturada de novelas vacías, una radio light bombardeada por revistas de farándulas con chismes cotidianos, es muy poco probable que se forme a una generación de sujetos pensantes, analíticos, críticos, innovadores y con calidad de vida.
Yuval Noah Harari profesor de historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén, especialista en historia medieval y militar con doctorado en la Universidad de Oxford, en su obra Homo Deus, breve historia del mañana, sostiene que:
Mientras siga habiendo un solo niño que muera de desnutrición o un solo adulto asesinado en las guerras entre capos de la droga, la humanidad debería centrar todos sus esfuerzos en cambiar estos males. Solo cuando la última espada se haya transformado en pieza de la reja de un arado podremos dedicar nuestros pensamientos al siguiente gran proyecto. Pero la historia no funciona así. Quienes viven en palacios siempre han tenido proyectos diferentes de quienes viven en chozas, y es improbable que esto cambie en el siglo XXI (Harari, Y. 2016, p. 69).
Abbagnano, N. & Visalberghi, A. en su Historia de la Pedagogía, refiriéndose a Kilpatrick, exponen la influencia del subsistema escolar en el subsistema socio-cultural así:
Si Kilpatrick insiste en el aspecto social de la educación lo hace en cumplimiento de la que para él es la exigencia principal de una Educación para una civilización en camino (tal es el título de un ensayo de 1926). Los aspectos positivos que se deben fomentar en la civilización de nuestra época son la creciente integración social acompañada (desgraciadamente o siempre) por un respeto activo de la personalidad humana y de su poder de iniciativa, por un libre ejercicio de la inteligencia y la libertad de discusión. La pedagogía de Kilpatrick (…) quiere ser esencialmente un modo para promover la convivencia democrática… (Abbagnano, N. & Visalberghi, A. 2007, p. 647).
La educación emancipadora que se recibe en el subsistema escolar y familiar puede influir significativamente en la construcción de una sociedad justa, con una convivencia pacífica y constructiva, de libres pensadores, innovadores con salud mental y comprometidos con el desarrollo de su nación; en este sentido, Sergio Fajardo en su libro El poder de la decencia, plantea esta reflexión:
Solo concebir la educación como motor de la transformación social pone en marcha toda su potencia. Significa que la educación –en el sentido amplio en que nosotros la entendemos, es decir, cómo la integración de educación, ciencia, tecnología, innovación, emprendimiento y cultura –le apuesta a la dignidad, las capacidades y al talento de las personas y las comunidades para transformar la sociedad. Es una afirmación íntimamente ligada a la regla de hacer política: los medios justifican el fin, y no al revés. Nosotros entramos a la política para llegar al poder y tomar desde allí una decisión fundamental: transformar nuestra sociedad a partir de la educación (Fajardo, S. 2018, p. 137).
Ya sea que adoptemos una percepción pesimista u optimista de lo que sucede en el subsistema socio-cultural; desde el subsistema escolar si es posible realizar transformaciones que influyan significativamente en la transformación positiva del subsistema socio-cultural porque la generación de niñas y niños que hoy formamos, serán los líderes o gobernantes de mañana y si la educación que les ofrecemos hoy está centrada en la autonomía, la emancipación y la conciencia social, no tendremos nada que temer sobre cómo se configurará el nuevo subsistema socio-cultural.
Propósito de formación
En una ocasión, un empresario me preguntó: –Pablo, voy a fundar un colegio actualizado, de vanguardia y naturalmente innovador, ¿qué es lo primero que debo hacer? de inmediato y sin titubeo le respondí: –Tener claro el propósito de formación; es decir, qué clase de ser humano deseas formar.
Tradicionalmente se ha planteado como primer componente de un Proyecto Educativo Institucional (PEI), la redacción de la visión y la misión de la Institución Educativa, pero, finalmente, estos terminan apuntando a proyecciones, sueños, logros e incluso metas de la institución pero como empresa; lo que en verdad debe interesarnos es qué clase de ser humano queremos formar.
Yuval Noah Harari en su obra De animales a dioses, sostiene que:
Los humanos salen del seno materno como el vidrio fundido sale del horno. Pueden ser retorcidos, estirados y modelados con un sorprendente grado de libertad. Esta es la razón por la que en la actualidad podemos educar a nuestros hijos para que se conviertan en cristianos o budistas, capitalistas o socialistas, belicosos o pacifistas (Harari, Y. 2017, p. 23).
Es decir; si es cierto que podemos hacer de nuestros hijos lo que deseemos, necesitamos preguntarnos con nuestra pareja: ¿qué ser humano deseamos formar? A continuación, socializo lo que mil doscientos treinta profesores y directivos de instituciones educativas oficiales, privadas y universidades proponen como propósito de formación, en el contexto de un ejercicio de caracterización desarrollado entre el año 2015 y 2018 aplicando una técnica semiestructurada de pregunta abierta:
¿Cuál es el propósito de formación de persona o ser humano con el que me identifico en mi interacción académica y social con los estudiantes?
De esta pregunta surgieron cinco categorías: 1. formar personas con sólidos valores y principios (33%); 2. formar personas integrales (26%), 3. formar personas competentes (16%), 4. formar personas con mentalidad crítica (14%) y 5. formar personas creativas (11%). En un contexto de corrupción, pérdida de los valores y maltrato mutuo, este resultado es contundente; sin duda, existe un gran consenso acerca de la necesidad de formar primero a la persona como un sujeto con valores y principios, antes que formar sujetos centrados en lo cognitivo. El saber es importante, pero un saber sin una formación axiológica es un saber que en vez de contribuir a la construcción de una mejor sociedad, propicia su deterioro y su posible destrucción.
Gráfica 1. Formar personas con sólidos valores y principios.
Gráfica 2. Formar personas integrales.
Gráfica 3. Formar personas competentes.
Gráfica 4. Formar personas con mentalidad crítica.
Gráfica 5. Formar personas creativas.
A partir de estas cinco categorías se desprenden una serie de conceptos que permiten desarrollar un ejercicio de profundización en los propósitos de formación:
En el caso específico de las áreas de estudio, lo primero que se necesita aclarar es: ¿Cuál es el propósito de formación propio del área? A continuación, relaciono algunos ejemplos de propósito de formación, resultado de la construcción colectiva con profesores de numerosas instituciones educativas oficiales y de carácter privado:
Educación artística: formar seres humanos con cultura visual, auditiva, audiovisual y corporal, conscientes de su gusto estético, respetuosos del gusto estético de los demás.
Educación religiosa: formar seres humanos espirituales, conocedores y convencidos de su fe, valores, principios y creencias, con una sólida cultura general acerca de las diversas concepciones religiosas existentes en el mundo; respetuoso de la fe, creencias, tradiciones e ideologías de los demás.
Español y literatura: formar en los estudiantes la capacidad de expresión y de construcción de conocimientos, de transformación y de interacción social, contribuyendo con el desarrollo de sus habilidades básicas del lenguaje: hablar, oír, leer y escribir, con una comunicación asertiva, amable y una comprensión crítica e innovadora.
Al redactar los propósitos de formación de cada una de las áreas de la institución educativa, estamos preparados para una experiencia de construcción colectiva del propósito de formación global. En este compromiso, es de gran ayuda escuchar pensadores como Platón que expone su propósito de formación, expresándolo como la tarea central de toda educación:
Retirar el “ojo del espíritu” enterrado en el áspero pantanal del mundo aparente, en constante mutación y hacerlo mirar hacia la luz del verdadero ser, de lo divino; pasar gradualmente de la percepción ilusoria de los sentidos a la contemplación de la realidad pura y sin falsedad. Para él, solo con el cumplimiento de esa tarea existe educación (Gadotti, M. 2005, p. 22).
Esta afirmación de Platón es más vigente hoy que hace más de dos mil cuatrocientos años; la preocupación de Platón era la de formar seres humanos capaces de distinguir entre lo esencial y lo light; entre lo que hace daño y lo que construye vida; entre lo que perjudica y aquello que edifica; aprender a alejarse de aquello que nos aliena, que nos enajena y nos adormece; es decir, desde Platón ya existía una idea sólida de formar un sujeto pensante, capaz de diferenciar entre el mundo aparente y el mundo real; capaz de acercarse a lo esencial y de apartarse de aquello que lo distrae alienándolo progresivamente. Platón nos invita a hacer realidad una educación emancipadora, crítica y centrada en el desarrollo de procesos de pensamiento.
En el documental Un crimen llamado educación, se entrevista a diversos pensadores, entre ellos al científico Rodolfo Llinás que expresó lo siguiente: La gente no enseña a pensar, se enseñan cosas, generalmente fuera de contexto”; también Pepe Mojica ofreció su concepción: La educación: “como tantas otras cosas, no encaja demasiado al parecer con las exigencias del hombre contemporáneo”.
Lector seducido
Posiblemente por los múltiples compromisos, ocupaciones y distracciones de la actual sociedad hemos aprendido a leer con tanta prisa que atropellamos y nos atropellamos a nosotros mismos de múltiples formas. Si en verdad, deseamos transformar el paradigma de la educación actual, es importante iniciar un proceso de aprendizaje del arte de leer de una manera muy distinta a la que nos acostumbraron; comprender que el acto de leer no es un proceso pasivo de identificación de letras y palabras; leer no es una carrera por las tiras de papel, leer no es llegar primero, es mucho más que eso, es aprender a levantar con sutileza y prudencia el universo oculto en la escritura; mientras se disfruta la lectura, leer es levantar el denso velo que oculta los mundos posibles y los universos impensados.
Es necesario aprender a leer sin prisa para comprender que lo vital está en degustar y saborear cada una de las palabras, oraciones, textos e información que nos interpelan, porque el arte de la lectura nos lleva a leer al otro y a leer la realidad sin prevenciones, sin prejuicios. Gracias al universo de la lectura se aprende a leer imágenes antes que letras abstractas; se aprende a leer señales, signos y símbolos desde la primera infancia.
Existen numerosas instituciones educativas que se sienten orgullosas porque sus niños en edad preescolar tienen “lectura fluida”, aunque esos mismos niños no se ubiquen espacialmente, no comprendan que está al final, que está en el medio, de primero, arriba, abajo; su motricidad fina y gruesa deja mucho que desear; no se relacionan amablemente, no saben negociar y concertar; no son capaces de armar figuras de papel, no muestran evidencias de su potencial creativo; aun así, esas instituciones están orgullosas.
Pero, ¿qué sucede cuando a niños y niñas a muy temprana edad se les obliga a memorizar letras, palabras y largas frases para los que aún no están preparados?, pues que a muy temprana edad aprenden a odiar la escuela; de ahí que en grado 5º y 6º se les nota el poco interés por la lectura, debido a que no se hizo un trabajo prudente y oportuno con el proceso del aprendizaje del arte de leer. Antes de ingresar al universo de la lectura de letras, necesitan formarse en el bello y fascinante universo de la lectura de imágenes, signos, señales y símbolos.
Al iniciar con los primeros pasos del arte de leer, lo primero que hay que preguntarse es: ¿Con qué propósito voy a enseñar a leer? Porque si el propósito es que aprendan a leer palabras por disposición de un sistema educativo nacional obsoleto que obliga a esa práctica o porque es capricho de las directivas; entonces, la única decisión es no enseñar a leer letras, palabras y oraciones a muy temprana edad. ¿Cuál es entonces, el propósito de formación en el arte de la lectura? Es lograr como primera meta que niños y niñas amen la lectura y este amor les dure toda la vida, para eso no se puede afanar o estresar a niños y niñas con el aprendizaje de letras y palabras; lo primero es que comprendan el universo de las imágenes que les rodea. Cuando un niño o niña es capaz de observar con detenimiento cada una de las treinta páginas de un cuento visual y posteriormente, narrar con sus propias palabras de qué trata y qué enseñanza le deja; sin duda, estamos ante un niño que aprendió a leer imágenes; más adelante, después de leer muchos cuentos visuales, de leer señales, signos y símbolos, seguro aprenderán a leer las palabras y oraciones con sentido, ofreciendo su descripción, interpretación y aporte al texto, pero lo más probable, es que lo hagan con gusto y placer; a esto le llamo lector seducido.
Fortalecer la necesidad de aprender con todo nuestro ser
Si hay algo que no puede faltar en todo proceso de formación de un ser humano, es activar las ganas de aprender y de profundizar.
Ofreceré un ejemplo de la fuerza e importancia que tiene la necesidad como potencial de aprendizaje; por ejemplo, un niño, niña, adolescente o joven que viaja con sus padres a un país que no habla su idioma, empieza a observar en el aeropuerto, en los centros comerciales, en los restaurantes, en los lugares de diversión que no alcanzan a comunicarse con las diversas personas con las que interactúan; incluso viajan a otros países donde se hablan otros idiomas, pero en todos los lugares, tanto meseros, como recepcionistas y personas con las que interactúan, hablan inglés, pero ni sus padres ni él o ella, hablan inglés, esta experiencia sin duda, crea una gran necesidad de aprender el inglés.
Cuando se logra en los estudiantes, activar la necesidad de aprender aquello que estamos desarrollando; niños y niñas, no solo se interesan en aprender, se les despierta la curiosidad, un gran interés por investigar y descubrir, se plantean múltiples preguntas y se comprometen a profundizar. Lowenfeld, V. & Lambert, W. al respecto afirman:
Probablemente, una de las habilidades básicas que se debería enseñar en nuestras escuelas sea la capacidad de descubrir y de buscar respuestas, en lugar de esperar pasivamente las contestaciones e indicaciones del maestro (Lowenfeld, V. & Lambert, W, 1980, p. 17).
Más allá de cuál sea el área del conocimiento que se desea estudiar, si se logra crear la necesidad de aprender ese saber, el trabajo de interacción académica será un dulce paseo todo el año escolar.
En el ámbito escolar se siguen observando extensas clases magistrales en las que un profesor expone por horas un discurso que está en los libros o en internet; los estudiantes le escuchan y toman notas; esto pareciera la descripción de la década de los años sesenta, setenta y ochenta, pero no es así, es la lamentable descripción de un subsistema escolar que se rehúsa a evolucionar; estas siguen siendo prácticas de la “educación” actual. En múltiples contextos escolares se sigue creyendo que el papel del profesor es literalmente el de enseñar y el del estudiante es aprender; esto naturalmente ya ha desaparecido en numerosos escenarios educativos; pero mientras exista esta realidad, hay que denunciarla.
Hoy es bien sabido que en la relación vertical del profesor y del estudiante, el dominio se centra en el profesor; en cambio en la interrelación horizontal de entre profesores y estudiantes se exige una mayor preparación del educador y exige mayor protagonismo del estudiante.
Cuando la relación es vertical al estudiante no le queda otra que recibir y devolver la información que le exigen, su aprendizaje es limitado, poca autonomía y la emancipación es nula. Necesitamos un proceso de interacción que le permita al estudiante participar con libertad y la seguridad de que no será maltratado o humillado por su intervención; en esta experiencia, el profesor los invita a aprender con todo su cuerpo; es decir, trabajar programando todo nuestro cuerpo, con nuestras emociones, pasiones y sentimientos, en un compromiso e interacción lúdica que permite activar todos nuestros sentidos como si fuese uno solo.
Después de un largo fin de semana en el que el estudiante no hizo otra cosa que convertirse en un sofá; es decir, solo se limitó a ver televisión, mientras comía y comía; al regresar a la institución educativa se encuentra con un profesor que lo tiene sentado, mientras le dicta una lección, seguro el interés de este estudiante se va a reducir a cero; pero si por el contrario, al ingresar al salón de clase experimenta un conjunto de situaciones emotivas en el que le permiten narrar su fin de semana, puede escuchar la narración emocionada de compañeros que hicieron algo diferente como viajar, pasear, caminar, hacer deporte, visitar un centro comercial, un parque, estar en familia y compartir; hay la posibilidad de que no vuelva a repetir su aburrido fin de semana; pero esto no es todo, además, comparten el resultado de su compromiso académico, resuelven preguntas para enganchar o interesar hacia la nueva temática en estudio, además participan de una dinámica de grupo, resuelven una situación en equipos significativos de trabajo, luego la exponen utilizando inteligentemente las tecnologías, la sustentan, la defienden en medio de un respetuoso debate, socializan su afiche, cartel o cartelera; esto es comprometerse a aprender con todo el ser.
Así que, una institución educativa que desea escaparse de una educación equivocada, necesita activar el aprendizaje, invitando a sus estudiantes a aprender con el oído, la vista, el olfato, el tacto, su cerebro y, en definitiva, el aprendizaje con todo su cuerpo.
Aprender del error
Equivocarse es parte de la naturaleza humana, aprender del error es una sabia decisión. En nuestra tradición escolar se ha castigado el error con la peor calificación, sin analizar el valor mismo del error y sin pensar el estado de análisis en el que se podía invitar a desarrollar al estudiante. Hoy estamos comprendiendo que no solo se aprende de los aciertos, también se aprende de los errores, a veces son mucho más útiles que los mismos aciertos.
En el libro Cosas no aburridas para ser muy felices, nos recuerda esto:
Lo mejor de la vida muchas veces llega gracias a las equivocaciones. Son los empujones que nos hacen llegar a lugares donde nunca pensamos estar. Equivocaciones de todo tipo: pequeñas, medianas y que no entrarían en el comedor de tu casa. Equivocaciones molestas pero necesarias que pueden llegar a cambiar el rumbo de nuestra vida. Las equivocaciones son las que nos hacen grandes, enormes. Y nos hacen sabios, muy sabios… (Wonderful, Mr. 2014, p. 23).
Después de una o dos horas de una lamentable experiencia de clase, en un evento específico de enseñanza aprendizaje, es fundamental hacer un pare y plantearse un análisis de rigor en el que comprendamos qué hicimos mal, qué estuvo mal en el plan de formación, dónde estuvo la falla, en qué nos equivocamos, qué expresamos imprudentemente, posiblemente a quién ofendimos; este es un valioso ejercicio de metaevaluación que nunca hay que dejar de hacer, incluso cuando nos va bien; pues hay que tener conciencia del por qué un proceso de enseñanza aprendizaje es excelente o por qué es un desastre.
No solo hay que aprender de los propios errores, también es de gran utilidad aprender de los errores de los demás. En una ocasión me acerqué para invitar a tomar un café a un profesor que le suspendieron el contrato por diversos motivos, uno de ellos, era que lo consideraban incompetente, maltratador, arbitrario y se le acusaba de no tener dominio de la clase, hasta la coordinadora de convivencia, le expresó que su clase parecía un circo.
La invitación que le hice, además de ofrecerle mis mejores deseos en sus nuevos proyectos, le invité porque posiblemente, ya no le iba a ver más, así que, no podía perder la oportunidad de enterarme qué hacía mal este profesor, para que los estudiantes, los colegas y directivos no lo quisiesen; por tanto, le pregunté sobre cómo preparaba y cómo era el desarrollo de sus clases, cómo era su interacción académica y social, cómo eran sus pruebas escritas y orales, cómo abordaba a sus colegas en la sala de profesores y en la interacción cotidiana; esta experiencia, fue de gran aprendizaje para mi propia labor docente y mis asesorías a instituciones educativas oficiales y privadas; tanto así que las tuve en cuenta para un concurso que gané en mi país como mejor maestro.
Un reconocido técnico de fútbol después de perder un partido, en una entrevista dijo: Perder es ganar un poco. Muchos se burlaron y ridiculizaron a Francisco Maturana por su afirmación. Hoy hemos comprendido la razón de su frase y, además, hemos tenido suficiente tiempo para reflexionar acerca de la intención que tenía su afirmación. Si un cuerpo técnico y su grupo de futbolistas no aprenden de una derrota, pues seguirán cosechando más derrotas; igual pasa con cualquier campo laboral o área del conocimiento. La conciencia del error es el primer requisito para mejorar aquello que estamos haciendo mal.
Antes que imponer modelos, trabajemos referentes
No se trata de modelar a niñas y niños; de lo que se trata es de crear en ellos la gran necesidad de beber la copa de la vida con inmensas ganas de aprender. Desde la primera infancia, pasando por aquello que se le llama prejardín, hasta el último año escolar, se ha educado con modelos que entorpecen y frenan el proceso de desarrollo del pensamiento y de la activación de la imaginación y la creatividad.
La invitación es a pasar del modelo al referente; un modelo es una estructura fija, como por ejemplo el modelo de un árbol que se le dibuja al niño en el tablero. Si en vez de traer modelos predeterminados de objetos, de estructuras limitadas de la realidad, de un mundo cerrado, traemos referentes, seguro la imaginación de los estudiantes se activará. Esto se aplica para todas las áreas; por ejemplo, en el campo de la educación artística, desde muy temprana edad, hay que evitar dibujar objetos que los niños deben copiar pasivamente; por el contrario, hay que traer referentes; recuérdese, los referentes son lluvias de ideas, por ejemplo, en vez de dibujar una flor, le ofrecemos al niño múltiples opciones de flores para que él proponga su propia flor.
En el campo del lenguaje y la literatura es lo mismo; si deseamos que sea capaz de escribir su propio cuento infantil, necesitamos sensibilizarlo con referentes de múltiples cuentos infantiles, seguro su imaginación se activará. Una visita a una galería de arte o a un museo es como si llenaras a full el tanque de gasolina, les activa la imaginación a los estudiantes; al día siguiente, si le pedimos que hagan una composición artística, el desborde de creatividad es evidente.
En una ocasión, en una clase de educación artística y cultural, les pedí que hiciesen su propia versión de la Gioconda o la Mona Lisa de Leonardo da Vinci, a lo que casi en coro me dijeron que ellos no eran ningunos genios para hacer tal cosa; bueno, así que respiré profundo, me vestí de paciencia y comprensión, hice un rápido cambio de taller y esperé otro momento. Unas páginas atrás hablé sobre la importancia de aprender del error, pues eso hice. Me pregunté qué salió mal y después de revisar mis metodologías comprendí que no podía pedirles hacer una versión de una obra de arte y menos de un gran genio del arte, si no les ayudaba a superar el miedo que tenían de semejante taller; también comprendí la necesidad de traerles algunos ejemplos de la misma obra realizada por otros artistas; por tanto, ingresé a internet en Google y consulté versiones de la Mona Lisa, de inmediato me salieron cientos de ideas, les mostré todos los ejemplos que existían, además con el apoyo de los estudiantes empapelamos todo el salón de clases con las versiones más sencillas: Mona Lisa cubista, abstracta, expresionista, surrealista, la versión de Botero, Mona Lisa con el cielo estrellado de Van Gogh, Mona Lisa caricaturizada, algunas inspiradas en dibujos animados como los Simpson, South Park y otras animaciones de la televisión.
Este ejercicio, sin duda, les hizo perder el miedo y les animó a realizar su propia versión de la Mona Lisa, lo que dio como resultado excelentes composiciones artísticas. El resultado fue mejor de lo esperado, así que no tuve más opción que organizar una exposición de arte temática a la que asistieron todos los padres de familia.
No más violencia y acoso escolar
La exclusión, la burla, el arrinconamiento social, las amenazas, el racismo, la xenofobia, los apodos, el acoso permanente, son conductas inmaduras e incivilizadas cotidianas en el contexto educativo, que fácilmente pueden ser erradicadas si dejamos de actuar en forma individual y aislada; necesitamos con urgencia un contexto de formación en el que lo primero que hagamos sea salvar al niño y a la niña, al adolescente y al joven de toda actitud y manifestación de odio, de exclusión, racismo, xenofobia y maldad; pero esto no es posible lograrlo con las múltiples buenas intenciones que abundan en el actual sistema educativo; tampoco se puede lograr con las acciones valientes y acertadas, pero aisladas, de unos pocos profesores comprometidos con la construcción de un mejor subsistema escolar.