Kitabı oku: «Cómo liberarse de una educación equivocada», sayfa 4
Mientras no se forme en la implementación de métodos, técnicas y estrategias de resolución de conflictos en forma pacífica y constructiva; la violencia, la agresión y el acoso serán parte del devenir diario de la interacción social. Necesitamos asegurar una ruta de atención integral para la convivencia escolar que garantice la protección de los niños, niñas y adolescentes en los espacios educativos.
Un contexto escolar donde se permite que un solo niño o niña sea acosado, maltratado, humillado o agredido es un lugar donde se multiplica la educación equivocada, este contexto puede y debe transformarse en un ámbito educativo donde no se permite que un solo niño o niña sea maltratado. Si un profesor, en el desarrollo de su clase, al asomarse por la ventana, observa que un niño está siendo excluido, no le permiten entrar a ninguno de los dos equipos de microfútbol, su responsabilidad es la de abandonar por un instante la clase e ir en ayuda de ese niño; esto, todos necesitamos comprender e interiorizar, si una escuela emancipadora deseamos consolidar.
¿Qué se puede evitar para asegurar un ambiente y clima laboral y de estudio amable?
Como ya lo mencioné anteriormente, la indiferencia, la exclusión y el maltrato son tres realidades que no solo hay que evitar, hay que erradicarlas por completo. La indiferencia es uno de los peores males de la humanidad que se evidencia en la ausencia absoluta de interés hacia algo o alguien; no existe ni inclinación, ni rechazo hacia alguien, es como si uno no existiese para el contexto o mundo en el que uno habita; así que jamás un solo niño o niña debería experimentar la indiferencia de sus padres y de sus profesores. Cuando un niño o niña se acerque a hacernos una consulta, pedirnos un favor o poner una queja, ese acto es un evento sagrado que necesitamos atender.
En una ocasión una estudiante de grado 9° estaba siendo objeto de racismo por parte de un compañero; este le decía “negra fea”, le jalaba el cabello, ella le pedía que por favor parara; la estudiante se acercó a su profesor y le contó la situación, el docente solo le dijo al joven: “por favor me colaboras”, el estudiante solo respondió: “no hay lío profe”; en otra clase, el joven siguió molestando a la niña; así, que ella, decidió llevar su problema a la Coordinación de Convivencia, allá le dijeron que hablara con su profesor, ella, expresó que ya lo hizo; le volvieron a responder: “pues vuelva a hablar con el profesor señorita, no ve que estamos bastante ocupados, es su profesor quien debe resolver su problema”; la niña siguió siendo objeto de burla, no aguantó más y le propinó un golpe al joven que terminó derribándolo; cuando esto sucedió, la niña fue expulsada por tres días y el joven quedó como una víctima. No deseo celebrar lo que le sucedió al joven, pero este jamás volvió a molestar a la niña. Todo esto se puede evitar, si erradicamos por completo la indiferencia de nuestros hogares y del ámbito escolar.
La exclusión conlleva a descartar, rechazar o dejar por fuera a seres humanos que no tienen la culpa de ser excluidos por su origen, por su color, por su representación cultural, por sus tradiciones, costumbres, creencias o ideologías; por tanto, una escuela que evidencia prácticas excluyentes, fomenta la educación equivocada; una escuela incluyente fortalece un ambiente y clima laboral y de estudio agradable y constructivo.
El maltrato es la tercera realidad que hay que erradicar de toda la sociedad y con mucha más razón de los hogares y del ámbito escolar, porque alimenta el odio, el resentimiento y el miedo. Un contexto escolar donde se permite cualquier forma de maltrato fortalece la educación equivocada; mientras que un contexto escolar donde no existe el maltrato, el aprendizaje se produce con mayor facilidad, los estudiantes se motivan a ir con todas sus ganas a estudiar y a interactuar con sus compañeros de estudio.
Acoso escolar a los profesores
En el ámbito escolar no solo se maltrata a los estudiantes, también existen estudiantes que maltratan a los profesores, colegas que entre sí se maltratan e incluso existen directivos que maltratan a sus profesores; veamos un ejemplo cotidiano:
Durante una izada de bandera en un colegio, después de siete minutos organizados en el patio, listos para empezar, faltaba que llegara el grado 3°. La rectora, bastante enojada, con micrófonos en mano le gritó a la profesora del grado 3° de primaria: “A ver, a ver, ¿qué sucede con la profesora de tercero que nada que viene?, ya llevamos más de diez minutos esperándola y nada que se asoma, así que, profesora, ¡viene ya! pues no tenemos todo el día para esperarla, o es que, hasta cuándo quiere que la esperemos; díganos, profesora, ¿cuál es el ejemplo de puntualidad que le está dando a sus alumnos?” De inmediato se escucharon las burlas y silbidos de los estudiantes, sobre todo de básica secundaria (bachillerato).
La profesora corrió a la izada de bandera con los niños e intentaba agacharse o esconderse entre los niños; no le fue posible pues era muy alta; los chiquitines en coro le decían: “La regañaron, la regañaron…”.
En esta situación hay dos imprudencias: inicialmente la de la rectora y luego la de la profesora de grado 3° que dio pie para que la humillaran y la expusieran en público. Muy mal la actuación de la rectora exponiendo a una de sus colaboradoras. Una forma diferente de afrontar esta situación sería la siguiente: con prudencia y sin que nadie más se entere, se puede enviar a otro profesor para que vaya por la profesora; y si aún así, llega tarde, por esta vez se deja a la profesora de grado 3° que llegue tarde; es cierto que puede generar algo de indisciplina su llegada, pero nos llenamos de paciencia y, al terminar la izada de bandera, nos acercamos a la profesora y a solas le decimos: “ Veo que tiene la tercera hora libre; la espero en mi oficina, vamos a tomar un café”. Allí se le hace caer en cuenta de su error y se le compromete a mejorar. Soy un convencido de que podemos consolidar un mejor contexto escolar que el actual; pero no es posible lograrlo con la actitud de agresividad, acoso, humillación y violencia que a veces se observa en el trato que muchos directivos les dan a sus profesores.
Es una pésima decisión la de maltratar a un profesor y mucho más equivocada si se hace en público, porque estas acciones de acoso o maltrato, deterioran la autoestima y el sentido de pertenencia que le pueda quedar al profesor; quienes tienen estas erradas costumbres, posiblemente aún no han comprendido que ese actuar va en contravía del bienestar, del ambiente y clima escolar de la institución educativa, además, ¿cómo le pedimos a un profesor que trate bien a sus estudiantes, si las mismas directivas lo están maltratando?
Asegurar la calidad de vida
Es frecuente observar instituciones educativas conformadas por personas que no son competentes, ya sea porque existe una contratación por familiaridad, amistad o por causa del pago de una deuda política; esto es real, tanto en el sector oficial como privado; no estoy afirmando que no se contrate a la familia o amigos, a lo que me refiero es que si en verdad deseamos asegurar la calidad en todos los componentes y procesos institucionales, la contratación se debe hacer teniendo en cuenta las competencias profesionales, la experiencia, los méritos del profesional y no en los intereses particulares del directivo.
Para facilitar la calidad de vida de nuestros estudiantes es necesario asegurar la calidad en todas las áreas de estudio, en todos los componentes de la institución educativa, en sus procesos administrativos, financieros, dimensión pedagógica, comunitaria, su infraestructura como aulas especializadas, salones de clase amplios y agradables, zonas verdes, zonas recreativas, espacios para el deporte, auditorio, una biblioteca que invite a la lectura y la investigación, convenios con empresas que fortalezcan la calidad institucional, un excelente ambiente y clima de estudio y de trabajo.
Un medio de comunicación reconocido anunció que una institución educativa era la mejor de la nación en la básica primaria porque tenía los mejores resultados de las pruebas de Estado, conocedor de esa institución sabía muy bien que carecía de zonas verdes, zonas recreativas, zonas deportivas, aulas especializadas y muchas otras carencias que caracterizan a una institución de calidad; esta es una manifestación de la concepción equivocada acerca de lo que se entiende por calidad.
Una institución educativa no es de calidad porque obtenga excelentes resultados académicos en una prueba de Estado; una institución educativa es de calidad porque existe un ambiente y clima escolar agradable, porque se incluye, se respeta y se da buen trato a todos los miembros de la comunidad educativa; porque existe un ambiente agradable de aprendizaje, de debate, opinión y expresión libre; porque se aprende a trabajar en equipo, porque se aprende a analizar, criticar con argumentos y evidencias; porque se aprende a proponer, diseñar, innovar, crear y emprender.
Al lado de la calidad de vida está el concepto de felicidad; pero, aquí me ocuparé de invitar a directivos, educadores, madres y padres de familia que aseguren la calidad de vida de hijos y estudiantes. No olvidemos que una persona puede confesar que es feliz y no tener calidad de vida; lo mejor es asegurarnos de que todos nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes tengan calidad de vida y así, podrán acceder más fácilmente a la felicidad.
¿Cómo asimilar el concepto de felicidad?
La felicidad está sujeta a una condición interna y subjetiva de bienestar o satisfacción del ser humano; se puede tener todos los bienes materiales que se soñó y no sentir la sensación de felicidad; se puede estar casado, tener hijos, incluso, asegurarles su bienestar, salud, estudio, recreación y no sentirse feliz; se puede incluso, ganarse el premio mayor de la lotería, sentir en ese momento una gran alegría y emoción, pero al pasar el tiempo, no ser feliz. Después de numerosas investigaciones acerca de la complejidad de la felicidad, hoy se puede sostener que la felicidad no está vinculada a los logros profesionales, a la adquisición de bienes materiales, al dinero; mucho menos a la abundancia. La felicidad del ser humano es mucho más compleja; por tanto, no depende exclusivamente de lo que se obtiene, de lo que sucede alrededor de esa persona o de lo que alguien pueda dar a otro.
Según Yuval Noah Harari, en su obra De animales a dioses, expone que, según estudios sobre la felicidad:
La familia y la comunidad parecen tener más impacto en nuestra felicidad que el dinero y la salud. Las personas con familias fuertes que viven en comunidades bien trabadas y que apoyan a sus miembros son significativamente más felices que las personas cuyas familias son disfuncionales y que nunca han encontrado (o nunca han buscado) una comunidad de la que formar parte. El matrimonio es particularmente importante. Diversos estudios han demostrado que hay una correlación muy estrecha entre buenos matrimonios y un elevado bienestar subjetivo y entre malos matrimonios y desdicha (Harari, Y. 2017, pp. 418-419).
En el proceso de comprensión de la complejidad de eso que conocemos como felicidad, Harari, aclara que el hallazgo más importante de todos es:
La felicidad no depende realmente de condiciones objetivas, ni de la riqueza, la salud o incluso la comunidad. Depende, más bien, de la correlación entre las condiciones objetivas y las expectativas subjetivas. Si uno quiere un carro de bueyes y obtiene un carro de bueyes, está contento. Si uno quiere un Ferrari último modelo y obtiene solo un Fiat de segunda mano, esto lo asimila como una pérdida. Esta es la razón por la que ganar la lotería tiene, con el tiempo, el mismo impacto sobre la felicidad de la gente, que un accidente automovilístico incapacitante. Cuando las cosas mejoran, las expectativas aumentan, y, en consecuencia, mejoras incluso espectaculares en las condiciones objetivas nos pueden dejar insatisfechos. Cuando las cosas empeoran, las expectativas se reducen y en consecuencia una enfermedad grave nos puede dejar tan felices como lo éramos antes. Podríamos decir que no necesitábamos de un montón de psicólogos y sus cuestionarios para descubrir esto. Profetas, poetas y filósofos se dieron cuenta hace miles de años que estar satisfechos con lo que se tiene es mucho más importante que obtener más de lo que se desea (Harari, Y. 2017, p. 419).
La felicidad depende más de la percepción interna y subjetiva de cada ser humano sobre la comprensión de su compleja existencia, que de las demás personas y eventos externos; en esa sensible e íntima relación, entre lo que nos gusta, lo que tenemos, lo que anhelamos y lo que logramos.
Con esta aclaración, adentrémonos al concepto de Calidad de Vida.
¿Cómo se define la calidad de vida?
Los participantes en el proyecto WHOQOL (World Health Organization Quality of Life), auspiciados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), definen la calidad de vida como: “La percepción del individuo de su situación en la vida, como en el contexto de su cultura y el sistema de valores en el que vive, y en relación a sus objetivos, expectativas, estándares y preocupaciones” (Escobar, J., y otros. 2000, p.10).
Según la OMS la calidad de vida:
Es el estado de complemento y bienestar físico, mental y social de una persona, y no solo la ausencia de síntomas o de una afección determinada. Desde esta perspectiva, todo profesional de la salud debe entender a la enfermedad y procurar su tratamiento con base en los siguientes tres aspectos o factores: físico, mental y social. (Oblitas, L. 2006, p. 250).
En la ponencia y artículo: Fundamentos para la comprensión del problema de la calidad de la vida, mundo, posibilidad y apertura, Carlos Maldonado, el autor, sostiene que: “La calidad de la vida significa de entrada la calidad de la existencia de los seres humanos concretos y reales, y en las situaciones específicas en que existen y se esfuerzan por existir…” (Maldonado, C. 2000, p. 54).
Otra forma de definir el concepto calidad de vida, es el de comprenderlo en la satisfacción de las necesidades básicas. Empieza a experimentarse calidad de vida cuando se da un desarrollo de la persona humana en las dimensiones de su ser, de su sentir, tener y amar. El concepto calidad de vida se torna complejo cuando empezamos a comprenderlo como un constructo que implica no solo el satisfacer necesidades, sino el de comprenderlas, interiorizarlas, valorarlas y potenciarlas hacia el bienestar común.
Cuatro componentes de la calidad de vida
Ser, tener, amar y sentir son cuatro componentes claves para asegurar la calidad de vida.
Ser
Es una condición necesaria en la compresión del concepto calidad de vida y generalmente se le ha asociado con entidad o ente, en tanto que posee existencia y autonomía; sin embargo, el concepto “ser”, es mucho más complejo; por ejemplo, Martin Heidegger, nos aporta, en su obra: El ser y el tiempo, una disertación profunda sobre el concepto “ser” y nos advierte sobre los tres prejuicios que existen sobre el concepto:
1. El “ser” es el “más universal” de los conceptos… 2. El concepto de “ser” es indefinible. Es lo que se concluyó de su suprema universalidad. El ser no es susceptible de una definición… 3. El “ser” es el más comprensible de los conceptos. En todo conocer, enunciar, en todo conducirse relativamente a un ente, en todo conducirse relativamente a sí mismo, se hace uso del término “ser” y el término es comprensible “sin más” (Heidegger, M. 1998, pp. 12-13).
Según los estudios contemporáneos realizados por Erik Allardt, el concepto “ser”:
Se refiere a la necesidad de integrarse a la sociedad y vivir en armonía con la naturaleza. El lado positivo de ser puede caracterizarse como el desarrollo personal, mientras que los aspectos negativos se refieren al aislamiento. Los indicadores miden, por ejemplo:
– Hasta dónde una persona participa en las decisiones y actividades que influyen en su vida.
– Las actividades políticas.
– Las oportunidades para (realizar) actividades recreativas.
– Las oportunidades de una vida significativa en el trabajo.
– Las oportunidades de disfrutar de la naturaleza, ya sea mediante la contemplación o por medio de actividades como el paseo, la jardinería y la pesca (Allardt, E. 1998, p. 130)
En este enfoque, el concepto “ser” implica la interacción social, el crecimiento con el otro, es un ser ahí con el otro, con el entorno y en su tiempo. Cuando esta realidad se da, podemos defender con suficiente argumentación y evidencia, que la calidad de vida empieza a nacer. Es en la comprensión de la vida, donde se percibe la semilla de la calidad de vida y es en el “ser” como realidad íntima y social, donde empieza a percibirse la calidad de vida.
Una persona que por diversos motivos no puede estudiar o dedicarse a aquello que sueña, no podrá experimentar la calidad de vida; una persona que habita en un contexto que le impide expresarse libremente, que lo cohíbe o lo limita en la socialización de su pensamiento e ideología, no podrá degustar la calidad de vida porque su ser está atado y encarcelado.
Tener
Erik Allardt expone que el concepto tener:
Se refiere a las condiciones materiales que son necesarias para la supervivencia y para evitar la miseria. Cubre las necesidades de nutrición, de aire, de agua, de protección contra el clima, el ambiente, las enfermedades, etc. (Allardt, E. 1998, p. 130)
El concepto “tener”, el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española lo expone así:
Del latín tenere, que significa asir o mantener asido a algo, contener o comprender en sí, sujetar, tener la palabra, la promesa, recibir huéspedes, estar en la precisión de hacer algo u ocuparse en ello. Tener clase, tener junta… (Real Academia Española, 2001).
“Tener” es un concepto amplio, que implica lo físico y lo emocional. Nos acercamos a la experiencia de la calidad de vida, si aseguramos algunos beneficios mínimos que nos eviten caer en la miseria. Si no cubrimos nuestras necesidades básicas, hay una alta posibilidad de que nos alejemos de la calidad de vida. El problema, se torna más complejo, si incluimos a esta disertación, la tensión: política–economía– creencias–costumbres–hábito de vida. Se puede acceder al “tener” con plena satisfacción del sujeto y, aún así, no experimentar la calidad de vida. El “tener” es un componente importante, pero no es ni el eje central, ni la matriz que cubre la exigencia de la comprensión del concepto calidad de vida.
Amar
Este sentimiento es fundamentalmente social, pues si se “ama” y no se es correspondido en el acto de “amar”, el sentimiento se debilita y pierde su sentido y lugar en favor de alcanzar la calidad de vida tan anhelada. Por otra parte, si se recibe “amor” en una comunidad de amigos, familia o ambiente laboral, y quien lo está recibiendo no lo retorna, es excluido por el mismo contexto social. Antes de ser excluidos, hace rato nosotros mismos nos hemos excluido. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua:
Amor es un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. 2. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear. 3. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo (Real Academia Española a/g, 2001).
Según Miguel de Zubiría Samper, el “amor” detenta una triple naturaleza irreductible así:
Desde la relación afectiva más sencilla (bebé-madre) hasta la más sofisticada (matrimonio humano) participa en grado elevado el conocimiento. Conocimiento relativo a las reglas comunicativas… Por eso el amor es ciencia. Aún sin saber caminar ni sostener el peso de su propio cuerpo, el bebé debe volverse experto en cuatro destrezas afectivas fundamentales… Destreza para iniciar interacción con su madre… Destreza para mantener y profundizar la relación. Destreza práctica para recapturar su atención luego de los continuos e innumerables conflictos. Y destreza final para cerrar cada micro capítulo amoroso… Por eso el amor es trabajo. Adicional al conocimiento y a las destrezas exigidas, a manera de un tercer componente, forma parte obvia del amor la entrega que pone cada quién en el otro y en la relación. Algunos dejan el alma en cada relación…El verdadero sujeto amoroso nunca deja de jugar el juego. Se entrega de todo corazón, compromete sus sentimientos y su sensibilidad. Por eso el amor es arte (De Zubiría, M. 2002).
Basándose en los aportes de Robert Erikson y otros autores, sobre la base de un riguroso proceso de investigación, Erik Allardt expone que amar:
Se refiere a la necesidad de relacionarse con otras personas y de formar identidades sociales. El nivel de satisfacción de la necesidad puede evaluarse con medidas que indiquen:
– El arraigo y el contacto con la comunidad local.
– El apego a la familia y a los parientes.
– Patrones activos de amistad.
– Relaciones y contactos con compañeros miembros en asociaciones y organizaciones.
– Relaciones con los compañeros de trabajo (Allardt, E. 1998)
La calidad de vida adquiere su pincelada social, a partir de la condición amar, porque exige en palabras de Miguel De Zubiría, una triple naturaleza como lo es: el conocimiento (la ciencia), el trabajo y el arte, y en el aporte de Erik Allardt, el amor exige la interacción social y de esta forma podemos valorar el componente “amar” en pro de acercarnos a la presencia o no de la calidad de vida en un ser humano.
Sentir
Permite experimentar sensaciones producidas por causas externas o internas, siendo los sentidos los encargados de transmitirlas. El sentido es la única función para la cual el organismo percibe las diferentes formas de energía mediante órganos más o menos diferenciados; desde las simples terminaciones nerviosas, hasta las más complejas estructuras nerviosas externas. Tradicionalmente, se ha planteado que sentimos a través de la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto, pero hoy, por ejemplo, en campos como la filosofía estética o del arte, se dice que el ser humano es en esencia un solo sentido, que percibe, respira, siente, reacciona y propone.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua lo define así:
Del latín sentiré, experimentar sensaciones producidas por causas externas o internas. 3. Experimentar una impresión, placer o dolor corporal, sentir fresco, sed. 4. Experimentar una impresión, placer o dolor espiritual, sentir alegría, miedo. 5. Lamentar, tener por doloroso y malo algo. Sentir la muerte de un amigo (Real Academia Española h/z, (2001).
Comprender la importancia y aplicar el significado del “sentir” en el ser humano, es trabajar en pro de un mundo sensible y solidario, que aprende a solidarizarse con el dolor del otro, y a emocionarse con la alegría del prójimo; por tanto, aprender a administrar el “sentir” es una condición en todo proceso de comprensión de la calidad de vida. Se puede sentir dolor, pena, enojo, ira, angustia, fracaso, soledad; pero si aprendemos a administrar nuestro “sentir” es decir, si administramos nuestros sentimientos y emociones, habrá mayor posibilidad de experimentar una sensación de bienestar, que no se puede confundir con una sensación de resignación, sino de comprensión, de calidad de vida.
¿Qué valores y principios bioéticos están relacionados con la calidad de vida?
Una tensión que existe en la comprensión del concepto calidad de vida es que cualquier abordaje epistemológico pasa por la compleja y tensa frontera de las significaciones y aplicaciones de los valores y principios que fundamentan e intentan explicar el concepto de calidad de vida. Por ejemplo, realicemos una aproximación dialógica con algunos valores y principios que sustentan a la calidad de vida.
Vida
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el término Vida:
Proviene del latín vita que significa: fuerza o actividad interna sustancial, mediante la que obra el ser que la posee, 2. Estado de actividad de los seres orgánicos, 3. Unión del alma y del cuerpo, 4. Espacio de tiempo que transcurre desde el nacimiento de un animal o vegetal hasta su muerte, 5. Duración de las cosas (Real Academia Española h/z, 2001).
La declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada el 10 de diciembre de 1948, sostiene en su Artículo 3. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona. Artículo 25. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado… La Constitución Política colombiana de 1991 en su preámbulo consagra como fines del constituyente: “…asegurar a sus integrantes la vida… la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz… En el Artículo 11 dice: El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte.
La palabra “vida” al definirla por su oposición a la muerte, contribuye a la percepción, que entre mejor la prolonguemos, a través de dicha economía del objeto, mejor será. Así, el concepto de calidad de vida llevaría implícita la idea de alejar la muerte ofreciéndole al sujeto los objetos que la ayuden a olvidarla. No quiere decir esto que la calidad de vida no pueda apuntar a otros aspectos fundamentales para la vida del hombre en comunidad, por ejemplo, poniendo a disposición de todos los bienes que son y han de seguir siendo públicos, lo cual ofrece un asiento para que los integrantes de una misma comunidad puedan reconocerse entre sí… (Ardila. 2004, p. 44).
En la sociedad actual, el sentido y significado de la vida aún no lo hemos asimilado, pues seguimos atentando contra la propia vida, la de los demás y la del planeta tierra. Para comprender el valor y la esencia de la vida, necesitamos nuevos propósitos, contenidos y estrategias para el ámbito académico y para la interacción social. Este es el primer concepto que necesitamos comprender para percibir adecuadamente la calidad de vida.
Calidad
Hoy el concepto calidad, no solo es muy conocido, sino que es también muy manoseado, hasta el punto de tergiversar su verdadera significación; por ejemplo, se habla de “calidad empresarial”, “calidad educativa”, “calidad en la televisión”; se habla de empresas “de calidad”, es decir “certificadas”.
Ya hasta la calidad se puede comprar, de ahí que es normal encontrar todo tipo de portales que te ofrecen ser acreditado, para que tanto gerente, rector o directivo y su empresa se acrediten como un empresario y una empresa de calidad. Así que cuando veamos una empresa del sector de la salud y de la educación con una serie de cartones que certifican o acreditan a esa empresa como una institución de calidad, tomémonos el derecho de la duda.
Acerquémonos ahora, a la comprensión del concepto:
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el término calidad: viene del latín qualitas que significa propiedad o conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor. Esta tela es de buena calidad. El significado 5. Dice: Estado de una persona, naturaleza, edad y demás circunstancias y condiciones que se requieren para un cargo o dignidad. Conjunto de condiciones que contribuyen a hacer agradable y valiosa la vida (Real Academia Española, a/g, 2001).
Desde las preocupaciones de la bioética, al abordar la complejidad de los dos conceptos, el de vida y el de calidad, es compresible la pregunta que hace el Dr. Jaime Escobar Triana:
¿Qué es más prioritario para el enfermo terminal, la inviolabilidad de la vida o su calidad? Es una cuestión que solo puede ser resuelta por el titular en ejercicio legítimo de su derecho a la vida, con base en los principios de autonomía, dignidad e inviolabilidad misma y según sus circunstancias particulares (Escobar, J., 1998).
A pesar de que falta mucho por mejorar en la calidad de vida que merecen los pacientes, se observa evolución en la interacción con los pacientes y sus familiares. Según Peter Singer:
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define cuidado paliativo como “un enfoque que mejora la calidad de vida de los pacientes y sus familias que afrontan el problema asociado con una enfermedad que amenaza la vida, a través de la prevención y el alivio del sufrimiento por medio de la identificación temprana y la evaluación impecable del tratamiento del dolor y de otros problemas físicos, psicosociales y espirituales”. Citado por Singer, Peter, Viens, A. M. (2008).
Al hablar de calidad es importante relacionarlo con tres conceptos: impecable, transparencia y excelencia. No podemos continuar deteriorando el concepto en su uso cotidiano. Si un tratamiento médico es de calidad, es porque hay un profesional de la salud comprometido con mejorar el bienestar del paciente. Si una educación es de calidad, es porque existe un ambiente y clima agradable de enseñanza-aprendizaje en el que hay buen trato y oportunidades para todos.
Si un ambiente laboral es de calidad, es porque existe un ambiente de convivencia, de confianza, excelente ambiente de trabajo, interacciones transparentes, respeto y valoración; es decir, hay una excelente relación interpersonal y de interlocución, donde se da la negociación y la concertación pacífica y progresiva. Si vamos a hablar de calidad de vida, es porque existe un ambiente con bienestar, con armonía, de inclusión que se da en una experiencia de saber estar, lo que, sin duda, exige trabajar en la madurez mental.
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