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Kitabı oku: «Historia de Venezuela, Tomo I», sayfa 40

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No doy aviso a V. M. de casa desta Isla porque esta Real Abdiencia e Oficiales la da, e porque no tengo comision de V. M. para lo poder hazer, en lo que se ofrece que yo pueda hazer tocante al Real servicio de V. M. lo hago como su verdadero criado e continuo Capellan.

Nuestro Señor guarde e prospere la S. S. C. R. M. de V. M. con muchos años de vida, e con abmento de muchos mas reinos e señorios a su santo servicio. Desta Cibdad de Santo Domingo, puerto de la isla Española, a 20 de Enero de 1535 años. – De V. S. S. C. M. – Continuo Capellan que S. P. besa. – El Obispo Bastidas.

(Colección Muñoz, tomo LXXX).

APÉNDICE IV

Carta de Fray Tomás, obispo de Cartagena, al Emperador; fecha: Cartagena, 7 de Mayo de 1535.


Dice que V. M. le mandó ir a residir con cargo de protector de los indios, i le dijo a el i al Obispo de Panamá en presencia del Cardenal de Sigüenza, el comendador mayor Cobos, i otros: Mirad que os he echado aquellas animas a cuestas, parad mientes que deis cuenta dellas a Dios, i me descargueis a mi. Para descargarse dira lo que ha oido i visto en algo más de dos meses que llegó. «La mayor parte de la tierra está alzada, i los indios mui escandalizados a cabsa de las crueldades… de los cristianos, los quales por donde quiera que van queman con sus pies las yerbas i la tierra por do pasan, i ensangrientan sus manos matando i partiendo por medio niños, ahorcando indios, cortando manos, i asando algunos indios i indias, o porque los llevan por guias i les yerran el camino, o porque no les dicen donde hallarán oro, que este es su apellido, i no el de Dios i de V. M. Y ansi se despuebla toda esta tierra; que no hai en ella sino muy poquitos pueblos de indios que esten de paz: i aun estos cada dia viendo las opresiones… de los cristianos… se revelan, que ni los unos ni los otros pueden oir el nombre de cristiano, mas de demonios o basiliscos. Son tan grandes las severidades i malos egemplos que los cristianos les iacen i les dan, que con gran dificultad se convertiran a la santa fe católica. No han cesado los cristianos hasta agora de traer indios i indias niños i niñas quantos pueden haver por todas las poblazones donde andan, vendiendoles aqui a mercaderes, los quales los llevan i embian a Santo Domingo para bolverlos a vender… Heles ido agora a la mano, que muchos que han traido no se los he consentido vender: de lo qual… todos… estan mui despechados… Si estas cosas… no se remedian… quedará toda esta tierra despoblada de indios, como lo está la Española donde se contaron dos cuentos de animas quando alli entró el Almirante, y no se hallarán agora 200 indios… En Santa Marta i toda esta costa de tierra firme pasa lo mesmo. Y no hai necesidad de abrir la puerta a que muchos cristianos vengan, antes hai necesidad de sacar… muchos de los que hai porque ellos estan perdidos i mueren de hambre, i ansi para sustentarse roban las haciendas i comidas de los indios; i ansi ellos como los indios perecen de hambre, en tanta manera que muchos cristianos son muertos por los caminos, i en los arcabucos… no hay quien pueda sufrir el mal olor de los cuerpos muertos.»

Cerca del hacienda de V. M. unusquisque quaesit quae sua sunt. Se necesita de Oficiales fieles aora mas «por haverse descubierto grandisima riqueza de inumerables sepulturas de los indios del rio del Cenú, de algunas dellas diz que han sacado mas 15000 pesos d'oro finisimo, i que en 20 años no se acabará de sacar el oro dellas. Alli comen a los indios todos sus mantenimientos por sustentarse cristianos i sus negros, i asi andan los indios del Cenú huidos i…

En el culto divino no faltan clerigos y frailes. Con menos havia bastantes siendo escogidos, i sacar los discolos. Hasta aora los clerigos han sido mercenarios, cuidadosos mas de sus bolsas que del bien espiritual. La autoridad eclesiastica no se conoce en esta tierra. Reprender los latrocinios, usuras i amancebamientos publicos aun con indias no baptizadas, i otros enormes vicios de que está llena la tierra, parece cosa insolita i nueva. Las censuras de nada aprovechan. Hasta los Oficiales de V. M., Tesorero i Contador i las justicias, que segun los Canones deven ser el brazo que favorezca a la Iglesia, favorecen y amparan a los malos, i «entonces piensan haver hecho alguna grande hazaña, i haverse mostrado mui grandes servidores de V. M… quando han hecho algun desacato á la Iglesia». Dicen que es tierra nueva, i que logros, usuras, amancebamientos etc deben sufrirse. Hai gran necesidad de poner remedio, «i es periculum in mora, por los muchos conversos que hai en estas partes i malos cristianos, i asi no faltan muchos errores i heregias. El dicho Obispo ha encomenzado a prender i castigar algunos delinquentes; i si oviese desman en dar el ayuda necesaria, estos i otros consortes quedarian mui favorecidos, i nacerles yan alas por su mal».

El Obispo «no ha hecho la ereccion de la Iglesia, ni vee agora razon para hacella, porque en toda esta provincia no hai ganados ni labranzas ni otras crianzas de que pagar diezmos… ni los havra de aqui a muchos años. Antes teme, segun la priesa se dan los cristianos a maltratar los indios, que toda esta tierra se havra de despoblar»… Si esto Dios permite, suplica se le admita renuncia deste Obispado para ir a un Monasterio de su Orden de los que Fray Domingo de Betanços ha hecho en Nueva España, donde pueda con un conpañero predicar aquellas animas.

La carestia de la tierra es tal que un huevo vale medio real, un pollo un ducado, una gallina dos pesos, la bota de harina 25, de vino 50: esto en Cartagena. En el Cenu, un queso 40 pesos, un pernil de tocino 50. Por Obispado i protector de indios se le dan 300.000 maravedises, con lo qual no puede sustentar a si i dos frailes que trajo consigo. Necesita 1500 pesos. Tiene tambien consigo un clerigo doto i virtuoso, llamado Alonso Gallinato, i pide se le nombre Arcediano desta Iglesia para quando se haga la ereccion. La Catedral se duda si se hará en el Cenú ó en Uraba, porque aquí, en este pueblo de Calamar, donde al presente están (Governador y Obispo), en el puerto de Cartagena no ha disposicion para pueblo grande, i menos para Iglesia catedral.

(Extracto en la Colección Muñoz, tomo LXXX.)

APÉNDICE V

Carta al Emperador de los oficiales de Coro Alonso Vázquez de Acuña tesorero; Pedro de San Martin, factor, y Antonio de Naveros, contador; fecha: Coro, 11 de Septiembre de 1535.


Escrivimos en los navios en que vino el Governador Espira, que uno partió en 15 de Abril. Por haver mucha gente aqui, i tardar los navios que se esperavan de Santo Domingo, temiendo el hambre salió el Governador en 15 de Mayo para seguir por do descubrió Nicolas Federman; llevó 400 hombres, 90 cavallos i muy buenas guias i lenguas. Dejó aqui por su teniente general á Federman, quien repartió la comarca en los que quedaron, i luego enbio la más gente sobre Don Marcos, cacique alzado desdel tiempo del teniente Santillana, salvo quando estuvo aqui el obispo, que bino unos dias i bolvió alzarse, ni quiso venir llamado repetidas veces, i últimamente por Espira, que le llamó con muchos cumplimientos con todos los principales caciques de los caquetios para que bolviese a su pueblo. Halláronlo muerto, i apoderado de la tierra y alzado a Don Juan, hijo de Managuare, el cacique de Coro, quien havia llamado una Cacica que fue muger de su padre, para casarse con ella. Estando juntos los indios haciendo sus borracheras para el casamiento, dieron sobrellos los cristianos, se les huyo Don Juan, la cacica i su gente, ella se puso en libertad, dellos se tomaron algunos naborias. Descubrióse tierra de mucha población i comida, pero como de gente alzada, un rancho aca i otro allá, todos con la ropa al hombro.

Vinieron los dos navios de Santo Domingo, el uno en 25 de Julio, el otro en 9 de Agosto. En este uino el veedor Pedro de San Martin con socorro de alguna gente i 60 cauallos. Socorro i mantenimiento vinieron á muy buen tiempo.

Federman se aparejava para ir á poblar en el Cabo de la Vela, i luego visitar los Pacabueyes i Zendaguas, i pasar el rio grande en demanda de las minas, i con el socorro hará mejor su viaje. Llevará 200 hombres i 70 cavallos. Ha de estar en Cabo de la Vela á primeros de Diciembre, i al mismo tiempo alli estos dos navios que han de llevar carga de Santo Domingo allá por cuenta desta república. Por Enero será Federman en el rio, ques el mejor tiempo para pasarlo. Lleva al tesorero Acuña i tenientes de los otros oficiales.

Nosotros quedaremos aquí con 150 hombres, algunos casados, cojos i dolientes, i 20 cavallos, hasta que venido Espira resuelva el sitio deste pueblo. Despachó Federman mas de dos tercios de la gente, i el con la resta partirá por todo Setiembre al pueblo de Maracaibo, do le esperan.

Pedro de San Martin ha traido las cédulas que Alonso de la Llana, procurador desta, ganó en Corte á favor de los conquistadores i pobladores, el que temeroso de los que aqui goviernan, se las entregó en Santo Domingo. Notificaronse á Federman, que todas ofreció cumplirlas, ecepto la tocante á la capitanía general, de que suplicó. Este título es con el que oprimen la gente i la tienen tan sujeta, i de aí han venido todas las roturas que ha havido i habra. Hágase cumplir la Cédula.

Dicen de algunas competencias con los Fatores de los Belzares sobre el cobrar de los amojarifazgos, i sobre avaliaciones. Estos Factores proveian de todo, fiavan á precios subidos, tenian adeudados á todos, i sobre ello fraudes y competencias. Mandó el Rei que avaliaciones i cobranzas de almojarifazgos se hiciesen como en la Española i aora empiezan los oficiales á poner orden, que jamas huvo desde el primer navio que fue á la tierra i en el Alfinger, desde cuyo tiempo dicen que enbien cuenta de las rentas reales.

(Extracto en la Colección Muñoz, tomo LXXX.)

APÉNDICE VI

Carta de los Oficiales Francisco de Castellanos y Francisco de Lerma á la Emperatriz; fecha: Nueva Cádiz, 5 de Mayo de 1536.


Ortal vino sobre cierta gente que Sedeño enbio a esta Tierra firme para entrar a descubrir. Tomola en términos desta Ciudad i á media noche les tomó 23 cavallos i todas las armas, i se fue tierra adentro, donde a otro Capitan de Sedeño tomó 30 cavallos, algunos negros i la ropa i armas que traian; i á la gente enbió desnuda á la costa i al Capitan herido de dos lanzadas, porque no quisieron ir con él. Los que esperan brevemente á Sedeño que ya tiene en la costa de Maracapana sobre 200 hombres para ir contra Ortal a recobrar sus 50 cavallos i los negros. De la gente de Sedeño fueron hasta 20 con Ortal, i este llevará por todo 120 españoles i 55 cavallos.

Estas rebueltas traen mucho perjuicio a esta isla, cuyos vecinos en el presente trabajo de no sacar perlas, por estar acotados los ostiales hasta el septiembre, suelen ayudarse rescatando con los indios de Tierra firme, i aora, atemorizados de los Governadores, andan alzados, no quieren conversar con españoles, ni hazer labranzas de do rescatavamos mantenimientos, que era lo principal a causa de la esterilidad desta isla.

Ortal va quemando pueblos, porque Sedeño no pueda seguirle por falta de mantenimientos. Ha herrado muchos indios, con lo que ha acabado de hazer la tierra de guerra.

(Respuesta.– A Sedeño que venga en persona á esta Corte, i su gente si quiere estese en la tierra. Al Audiencia que se lo haga notificar, i si no viniere en el primer navio, enbienle preso. A Artal584 adviertasele lo que se dice, i apercibimiento.)

(Extracto de Muñoz en su Colección, tomo LXXX.)

APÉNDICE VII

Carta del Obispo de Coro Don Miguel Jerónimo Ballesteros al Rey de España, dándole cuenta de haber tomado posesión de su mitra, y de cómo encontró su Obispado, en 20 de Octubre de 1550585.


S. C. C. M. – De Cartagena escribí á V. M. en veinte é cinco de Febrero de quarenta y siete, como me partía de ahí á ocho días, por tierra, á Santa Marta, para de allí seguir mi viaje á Venezuela, con intento de ir al Cabo de la Vela, y hacer lo que V. M. por la elección me mandaba; pues por ella me nombraba Obispo de alli. Dende á dos dias llegó el Obispo de Santa Marta, que venia de se consagrar del Perú, y me dijo que el Cabo de la Vela era de su Obispado. Por no tener con él diferencias, acordé despensar las bulas, para ver lo que Su Santidad y V. M. me mandaban, y en esto tuve aviso que V. M., sabida mi pobreza, me hizo merced de enviar por las bulas. Como fueron venidas me partí para esta provincia de Venezuela, y en la navegacion tuve muchos trabajos y peligros de franceses, como creo escribiría á V. M. el Licenciado Miguel Diaz de Armendariz, que en Santa Marta me vido enfermo y socorrió para me curar. – De allí fuí al Rio de la Hacha, y en una canoa vine á esta ciudad de Coro.

Manda V. M. que el salario que se me hizo merced se pague desde que llegué á esta Gobernación. Las mercedes que (á) V. M. suplico son, que me mande tesitar siete años questuve en Cartagena, y dos que ha que llegué, con el tiempo que tardé de Cartagena en llegar aquí; y de la visita, confio en Dios, será á V. M. manifiesto y á los de su Real Consejo á quien he servido; y V. M. me hará mayores mercedes que mandándome pagar mi salario desde doze de Noviembre de quarenta y seis, que me fleté la primera vez.

En tres de Abril de quarenta y nueve llegué á esta provincia de Venezuela, y porque V. M. me mandó, por su Real Cédula fecha en Alcalá de Henares á veinte y ocho de Diciembre de quarenta y siete, diese á V. M. relación de lo que en la tierra habia, parescer de lo que más al servicio de V. M. y bien della convenia; para la dar, como soy obligado, convino que primero viese y me informase de las cosas de la tierra.

Hallé la Cibdad de Coro, ques en la costa, con hasta quarenta vecinos muy pobres y algunos enfermos; y otro pueblo está la tierra adentro, ciento é veinte leguas de la mar, que se dice el Tocuyo, con hasta cien españoles; y otro pueblo nuevamente se pobló por comisión del Licenciado Tolosa, que se dice Borburuata, setenta leguas de la cibdad de Coro, la costa arriba.

En el pueblo de Coro hay una iglesia de paja, de las mejores de Tierra firme: sirven en ella dos clérigos; el uno dellos es el chantre de la dicha Iglesia, que se llama Juan Rodriguez de Robledo, con voz de Provisor, que usaba en todos los casos que se ofrecian daba los cargos episcopales, por virtud de los cuales asolvia y asolvian. Estoy dello maravillado, porque un hombre solo no es Cabildo para por via de Sede vacante proveer. Es buen eclesiástico, cantor contralto y tiene buen natural de voz. El otro clérigo es Juan de Frutos de Tudela: paresce hombre que se da á vertud.

Para servicio de la iglesia de V. M. tiene proveido este chantre con cada cinquenta mil maravedis, pagados de las rentas Reales, sobre lo que les cupiera del valor de los diezmos; y como en tierra no hay con que se les pagar, sirven por via de ruego, porque padescen gran trabajo en no tener que comer ni que vestir, porque los diezmos valen á cada uno cada un año treinta y cinco pesos. La iglesia se sirve; los domingos se dice misa y tercia cantada; los lunes de mañana se dice por las ánimas del purgatorio misa cantada, y si es fiesta se dice el martes siguiente. Un vecino desta cibdad, difunto, daba la limosna; después que fallesció es tanta la pobreza de la tierra que los vecinos no se atreven á dar limosna. Para que no se deje de decir esta misa, yo les he dicho que la digan, que V. M. lo gratificará, y aun se dice. Los otros dias se dice la misa mayor rezada, y el sábado se dice la misa de Nuestro Señor y de los Apóstoles: se dicen primeras visperas y el dia tercia y misa cantada; no se dicen segundas vísperas, y no les compelo á ello porque veo no tienen porción suficiente para se sustentar ni pitanzas de misas, por ser tanta la pobreza de la tierra, que se pasa un año que no tienen pitanza. Helos rogado que se diga cada sábado la Salve cantada, que no se decia, é dicese. Aqui hay un sacristan, y del cuerpo de la renta de los diezmos le dan treinta pesos de salario: lo demás que resta se reparte en las tercias de V. M. y en la de la misa episcopal y en la cuarta de la misa capitular, dean y cabildo y en lo que cabe en la fábrica. Suelen aquí rentar los diezmos ciento y quarenta ó ciento y cinquenta pesos. Parésceme que, porque aquí estamos en tinieblas en no se decir el oficio y misa cada día cantado, que si V. M. fuese servido, mande proveer aquí seis clérigos, con los dos que están, para que me ayuden á decir los divinos oficios cantados, ó al menos misa y vísperas y completas cantadas, como es costumbre en Cartagena; y V. M. les mande pagar el salario fuera de esta gobernación hasta que en ella lo haya, y á los que de presente en ella sirven, lo que se les resta debiendo y se les debiera adelante; y al sacristan mande V. M. dar de salario veinte y cinco mill maravedis, como se paga en Cartagena, y desto Dios Nuestro Señor y V. M. serán servidos.

La iglesia y fábrica de esta cibdad es muy pobre y tiene gran necesidad de ornamentos y libros. V. M. la ha fecho merced por dos Cédulas Reales, la una fecha en Medina del Campo á primero de Julio de treinta y dos, y la otra en Madrid á veinte y siete de Octubre de treinta y cinco, de dos mill pesos. Destos se han pagado sesenta y tres mill y quinientos y sesenta maravedís y medio: lo demás no ha habido en esta Gobernación. Suplico á V. M. por amor de Dios, que pues V. M. tiene por costumbre de hacer mercedes y limosnas á las iglesias, que V. M. la haga á esta en mandar pagar parte de estos dineros fuera de la Gobernación, pues en ella no los hay, y la otra parte en Sevilla para que se compren ornamentos y libros y otras cosas necesarias, como lo lleva por memoria y cargo el portador desta.

V. M. tiene mandado que residan y sirvan en esta iglesia de Coro dos curas y un chantre. Los oficiales de V. M. y el teniente que en el Tocuyo reside me dijeron, que un clérigo que residía en el Tocuyo servía y administraba los sacramentos: que convenía al servicio de Dios y de V. M. que le fuesen pagados cada un año cinquenta mill maravedis, en lugar del cura que faltaba en esta cibdad; pues en los diezmos que en el Tocuyo había, tenía casi para ser pagado, y viendo ser justo se acordó, que se le pagase como á Cura los cinquenta mill maravedis, hasta dar de ello relación á V. M.

Esta Gobernación ha que está poblada más de veinte años, y que los indios naturales, que se habian convertido á nuestra Santa Fe Católica, no habian oido misa los domingos y fiestas de guardar, ni se habian confesado una vez en el año como eran obligados. Escandaliceme en gran manera, por quel prencipal intento de V. M. es la conversión de los naturales á nuestra Santa Fe y predica para los atraer al servicio de Dios. He afeado á los españoles una cosa tan abominable, diciéndoles que donde esto había no había Dios ni V. M.; que con qué satisfarian á Dios los indios y indias cristianos que de veinte años á esta parte han muerto, en número de más de cinco mill; e puesto en que se confiesen y oigan misa los indios y indias cristianos del servicio de los españoles aunque me dijeron al principio que era cosa imposible, ha sido Dios servido que se hace.

En el servicio de los españoles, ansi los que residen en la cibdad de Coro, como los del asiento del Tocuyo, hallé muchos indios y indias cristianos amancebados; é ansi mesmo indios cristianos amigados con indias infieles, y indias cristianas con indios infieles; y queriendo entender en los apartar, los españoles me dijeron, que no permitiese que muriesen de hambre, porque si los dividia se irian á los montes, é no ternán quien los pusiese labranzas para su sustento, hasta que dello diese relación á V. M. Viendo su necesidad, y cuan pobres todos viven y los pocos indios de servicio que tienen, no osé tocar en ello hasta dar relación á V. M.

Hallé en seis pueblos de indios, de esta nación caquetios, comarcanos á la cibdad de Coro, hasta quatrocientos indios é indias, y entre ellos muchos que habian recebido agua del bautismo, y otros casados á ley y bendición. Y en estos pueblos tambien hallé indios cristianos amigados con indias infieles y indias cristianas con indios infieles, que todos usan de sus ritos y cerimonias, que jamás habian oido la doctrina cristiana, ni misa; y queriéndoles compeler á que viviesen en servicio de Dios, me dijeron los mesmos indios, quellos eran viejos é no podian ser buenos cristianos; que si su vivir y ceremonias les quitaba, que se irian á los montes de los tigres y caribes los matasen. Pidióme el regimiento y vecinos que los dejase como están hasta dar relación á V. M., y ansi lo he fecho. Con estos no hallo remedio que se tenga, porque decir que sus hijos serán buenos cristianos, no los tienen, ni mujeres mozas en quien procrear, que las entradas que se han hecho las acabaron, y las pocas indias que hay, si se empreñan toman yervas para lo matar, diciendo que no quieren que sus hijos padezcan en poder de los españoles los trabajos que ellos y sus compañeros han padecido. Heles impedido que no lo hagan, y están en lo guardar: tambien les he impedido que no tomen una yerba, que llaman Tabaco, á manera de lechugas, que se la toman el humo della por las narices, y si el humo va do ellos tienen por imaginación, aquello creen y hazen: tengo por cierto que lo guardarán. Estoy escandalizado de lo que veo, y que mis trabajos no basten á lo remediar; pues el intento de V. M. es la conversión de los naturales, que lo encomiendo todo á Nuestro Señor.

La culpa de todo echo á este Chantre y Provisor, porque de veinte años que está y reside con estos cargos, no hallo que haya hecho ningun fruto en el servicio de Dios y de V. M.: hállole tan abominable en su vivir, que siendo tiniente de protetor y provisor, en su tiempo se hizieron esclavos gran número de indios y indias, y mucha parte destos fue el uno de los juezes que los pronunciaron por esclavos contra todo derecho y justicia, no guardando en el hazer de ellos las provisiones de V. M., siendo todos estos indios libres, amigos, tomados y sacados de los pueblos de paz: y tambien iba el en persona á los pueblos á traer indios por esclavos, como cada cual soldado. En su tiempo se llevaron á las entradas muchos indios é indias caquetios, amigos, de los pueblos comarcanos á la cibdad de Coro, que ninguno ha vuelto. Pensar en el daño que en los naturales se ha fecho, estoy fuera de mí.

Reconociendo este Chantre quererle castigar, se me ha alzado á mayores y se ha aliado con un grande alborotador, regidor deste pueblo, que se llama Gutierre de la Peña, y el Contador de V. M. y otros que con estos están confederados, de manera que, como falta autoridad en la tierra no le puedo castigar, temiéndome de alborotos. Este Chantre es de más de sesenta años, y todo este tiempo de más de veinte años que está aquí, siempre ha tenido siete v ocho indias por manzebas, y grandes contiendas con los del pueblo sobrellas; y juntamente tuvo mucho tiempo una muger española, que casó con un vecino de Coro y después de casada la tornó á tener por manzeba, y el marido los tomó juntos y acusó á la muger de adulterio y tuvo preso. Es muy amigo del vino y de banquetes: es tan incorregible, que las amonestaciones y censuras que le he puesto, que se aparte de sus indias, haze poco caso de ellas. Y ha cometido otros muchos y graves delitos, que por acatamiento de V. M. aquí no los declaro, que en su tiempo, pudiendo, gravemente los castigaré: tengole mandado que no confiese, por el daño que viene á las ánimas. Como hobe llegado, viendo su edad y canas, le nombré por Provisor, y conocida su mala vida se lo quité; que de no le poder castigar estoy con gran pena: hele mandado, so pena de excomunión mayor y de oficio y beneficio suspensión, y de todos los sacramentos, que no salga desta cibdad y su comarca: mi intento ha sido para ver lo que V. M. manda que se haga.

He sido avisado, que los regidores deste pueblo no mirando el servicio de Dios y de V. M., entre otras cosas han escrito á V. M. que tiene este Chantre méritos y persona para que V. M. le haga toda merced; y por una carta que un Fator de los alemanes, que reside en la Corte de España de V. M. ha escrito á este Chantre, que la firma della dize Bartolomé Antonio Belzares, hecha por Noviembre de quarenta y nueve, le certifica que si mudanza obiese en este obispado, que tenga por cierto que será el proveido, porque tiene prometido á persona, ques parte para lo hazer, trezientos ducados. Esta carta es en muy gran desacato de V. M. y del su Real Consejo, que me paresce que debe ser bien castigado el que la envió. La carta queda en poder del Chantre, y el portador desta la vió, quedará más larga relación á V. M. Después questa carta vino ha tomado tan gran soberbia y desvergüenza, que si antes estaba indómito agora más.

En Coro hay tres regidores, los dos oficiales de V. M., Tesorero y Contador, y otro que se llama Gutierre de la Peña, que fue recibido al cargo no embargante quel término de la provisión que V. M. le dió para que se presentase había mucho tiempo que era pasado. Es hombre muy desasosegado y de grande escándalo, y que los pobres en esta tierra pasan gran zozobra con él. Mató un hombre aquí, y á lo que dizen mal muerto y contra toda razón. Deste delito le dió por libre un teniente Juan de Villegas. Después acá ha cometido con los indios naturales muchos delitos, que por estar absente en cierto pleito que se trató de unos indios que prendió y herró, siendo amigos, está remitido á V. M. ó su juez de residencia. Los juezes pasados, con las alteraciones que en esta tierra han habido, no tuvieron tiempo para desto conocer; porque el uno se fue de la tierra y el otro murió; y como de presente falta autoridad, porque al Teniente que agora es hále tenido este regidor mucho tiempo en su casa y no haze más de lo quel quiere, es tan osado en hazer y dezir, que me dijo que los del Real Consejo de V. M. no sabían lo que hazían. Yo se lo reprendí diziendo, lo que decía ser muy mal dicho; porque eran personas de letras y reta conciencia y de mucha bondad, escojidos por V. M. Tornóme á responder: lo que yo tengo describir, firmado de mi nombre, ¿me dize V. S. que no lo diga? No he podido haber autoridad para que se le diera un gran castigo, que como está aliado con el Tiniente de aquí, y el Contador de V. M., y otros, haze lo que quiere; especialmente con este Juan de Villegas, por le haber dado por libre del hombre, que he dicho, que mató. Es de tal calidad, que si en el regimiento se platica ó quiere fazer alguna cosa, ha de ser lo quel quisiere, y sino pónelo á vozes de manera que solo haze lo que quiere; y escribe cosas tocantes á Juan de Villegas, que dizen que viene por Gobernador, muy contra de la verdad. Tiene por maña de hazer que en el Cabildo se nombre un Procurador general, y éste en los de los vezinos, contra la voluntad dellos, pide lo quel dicho regidor le da por escrito. De siete v ocho años á esta parte está amancebado con cinco ó seis indias; y entre ellas una infiel, y tiénelas tan encerradas que á lo que tienen no las deja salir sin guarda. – Este chantre, como es tan su amigo, cada vez que se confesaba le asolvia y daba el santo sacramento, y por esto y otras cosas semejantes, le he mandado que no confiese. No soy parte para dar castigo a este regidor, por estar aliado con la autoridad y otros, temiendo de alteraciones.

Para que V. M. sea servido y este pueblo permanezca, conviene que se nombren ocho ó diez regidores; y porque entre las personas que han quedado hay dos cristianos viejos, honrados, los más cabdalosos y ricos del pueblo, quel uno se llama Bartolomé de Castellanos y el otro Alonso Martin, convendria questos fuesen regidores, porque como tienen su hacienda toda en ganados, procuran la perpetuidad de la tierra. Los otros regidores me parece que deben ser Francisco Ortiz, y Gaspar de Villalobos, y Antón Col, y Martin de Artiaga, y Juan de Frias y Juan de Guebara, que son personas honradas, y para que entre ellos puedan nombrar alcaldes ordinarios, pareciéndoles que conviene. Y en los pueblos del Tocuyo y Burburuata, me parece que se deben de nombrar en cada uno otros tantos regidores, que por no los conoscer no los declaro; y como V. M. mandare que se nombren, serán las personas que por información se hallaren que lo merescen.

El Príncipe, mi Señor, me dió aviso por su Real Cédula, que me había enviado V. M. provisión de Protetor, mandándome tuviese especial cuidado en el buen tratamiento y conversión de los naturales. Hasta agora no ha venido á mi poder ni he podido saber que se haya fecho. Por virtud desta Real Cédula me presenté en el Cabildo de Coro y me recibieron por Protetor, que no poco les ha pesado, porque como ven que con toda voluntad de servir á Dios y á V. M. procuro de amparar los pocos indios que han quedado, sienten muy de veras haberme recibido, que no pocos alborotos he pasado y paso, porque como los soldados y alcaldes son asolutos en los robar, maltratar y enviar fuera de la tierra, sienten á par de muerte que se les impida, y como todos están pobres y la materia de indios á todos toca, andan tan desasosegados que á menudo desean que hubiese un repiquete de alteración. Porque defiendo los indios, todos se me van á las barbas y me dicen palabras de gran descomedimiento, y porque más no se me desvergüencen lo recibo en paciencia: y para que V. M. sepa el poco temor de Dios y de V. M. questa gente tiene, contaré un crimen y gran maldad que nuevamente se ha fecho.

Desta ciudad de Coro salió un alcalde, Miguel de Barrientos, con ciertos soldados, en busca de cierta gente que venía del nuevo pueblo de Borburuata, y para que no se hiciese daño á los naturales le nombré por Protetor; y topada la gente que iba á buscar, van á un pueblo de paz, repartido, amigo de los españoles, y prenden todos los indios que hallaron y les robaron sus haciendas y repartieron entre los que los tomaron. El principal, á la sazón, no estaba en el pueblo: tomáronle un hijo: como vino pedia su hijo á los españoles, diciendo que tomasen todo lo que habian robado, é ciertos rescates que de nuevo les daba, y que le diesen su hijo. Tomaron al principal los rescates que traia y dijeronle que les diese oro y le darian su hijo: el qual dicho principal fue y trajo el oro que tenia, y desta manera le dieron su hijo. Como fueron llegados, y á mi noticia vino esto que se habia fecho, juro en verdad que hiciera un gran castigo si autoridad hallara que para ello me diera favor y ayuda; y como la gente es tan desobediente pusieronseme en alborotar la tierra y la autoridad que no le pesaba de ello por decir yo ser la cabsa. Este cargo de Protetor, crea V. M. que para las autoridades es muy odioso y de grande enemistad: ¿que será para los que andan á robar? El remedio que en esto tuve fue, restituir al principal toda su gente y toda la hacienda que pude haber: lo demás que dijeron que les faltaba fue necesario que yo se lo pagase: y este órden tengo con esta gente desobediente. Como yo envié á llamar al principal para le restituir sus naborias y lo que le habian tomado, quedó muy pacífico y contento, y lo mesmo están los indios comarcanos viendo lo que con este principal se hizo, al qual dije, y envié á decir con él á los demás que si algunos cristianos les hiciesen algun enojo ó tomasen sus haciendas, que me lo dijesen, que luego les seria restituido. Hasta el escribano, que se dice Alonso de Valenzuela, tomando la información, no le podía hacer que hiciese el deber, con pagalle, después que aquí vine, veinte pesos porque quisiese entender los casos de Protetor como escribano; y como aquí no hay apenas de que se le poder pagar, se los pagué yo del salario que V. M. me hace merced.

584.Artal, por Ortal.
585.El Obispo Ballesteros sucedió á Don Rodrigo Bastidas, que cesó allí por traslado á Puerto Rico, en Enero de 1542. El sucesor de Ballesteros, fray Pedro de Agreda, presentado en 1558, se posesionó en 1560.
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25 haziran 2017
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