Kitabı oku: «Gloria en el infierno», sayfa 6

Yazı tipi:

—Nosotros podemos tener el control de esas cosas irracionales. No te digo yo que sea fácil.

—Perdón, pensé que habías terminado.

—A nuestra manera, cada uno ha sido pacificador.

—Bueno, vale. ¿Del día a día? No, de los grandes problemas.

—No creo que sea exclusividad de ninguno. Bueno, siempre hay aspectos que destacan más en uno que en otro.

—Vale, déjame explicarte lo que quiero, por favor.

—Por ejemplo, yo creo que de los dos la que ha procurado que tengamos los pies en la tierra normalmente he sido yo. Eso es un ejemplo, ¿eh?

—Explícate…

26 de agosto

Once de la noche. Después de varios SMS de Gonzalo a la desesperada, me pide por favor que le responda, que está muy mal. Quedamos en que me llamaría esta noche. Eugenia me dijo que no me fiara, que es un manipulador. Yo sí creo que está mal. «Siento mucho lo que pasa. Ahora me estoy dando cuenta de que tú eras parte de mi vida y me he quedado solo. Nunca me sentí así, solo cuando era adolescente. Tomaré de nuevo las pastillas. Lo último que deseo es joderte la vida», me dijo. Volví a recordarle que no puedo volver con él, que no puedo verle y que lo que sí puedo hacer es hablar por teléfono, es lo único. Ese dolor forma parte del proceso. No sé qué hacer. Mi corazón me dice que le deje entrar en casa, que nos veamos, pero eso es porque ahora a él le apetece verme también. ¿Y cuando no le apetezca qué? No quiere cambiar; para él creo que solo soy el superreto y si me consigue de nuevo a otra cosa, mariposa. No puedo arriesgarme a eso. Yo también lo pasé mal y él no lo tuvo en cuenta.

Hola, Gonzalo. Dadas las circunstancias actuales que vivimos y con la finalidad de que cada vez nos encontremos mejor, anímica y emocionalmente, no dejo de preguntarme qué te hace sentir tan mal. Siempre me he preguntado qué te hacía actuar de una o de otra manera. Lo único que he tenido claro es que necesitabas ayuda.

Te envío este «link», échale un vistazo. Te veo reflejado en ese tipo de personalidad. Eso tiene solución. No le tengas miedo a enfrentarte a tu pasado, origen seguramente de todo esto. Con negarlo todo no vas a ningún sitio y sobre todo no se soluciona nada. «Me moriré solo, lo mío no tiene solución, soy mala persona, nadie sabe qué me pasa...». Eres un hombre bueno y generoso que tiene problemas, eso es todo. Todos tenemos un pasado. Fíjate en el mío; también me pasó factura y en eso estoy…, en saldar deudas con el pasado y no deber ni una más de aquí en adelante. Gonzalo, hazlo primero por ti, segundo por tu hija y tercero por toda la gente que te quiere, que es mucha. Busca ayuda, en serio. No puedes vivir eternamente esclavo de eso que te hace permanecer en una montaña rusa en constante movimiento. Saca el dinero de donde sea, Gonzalo. Merece la pena invertir en tu bienestar personal. Inténtalo. No te lo niegues. Mereces vivir con sosiego, con un poco de relax, y mereces la corona de rey. Igual te cuesta un poco conseguirla, pero luego podrás reinar y quién sabe si compartiendo el trono con otra reina.

Yo creo que en unos meses puedes tener tu vida encarrilada de nuevo. No es tanto lo que cuesta la cuota mensual; te lo puedes restar de donde sea durante una temporada. Prueba con mi psicólogo, es muy bueno. La chica es joven y estará aprendiendo de él. Es práctico, lógico y directo. Solo te supondrá un pequeño esfuerzo, date una oportunidad. Ahora que tienes tiempo, métete en el blog de su página. Escriben cosas muy interesantes. Tú también puedes escribir lo que te parezca. Gonzalo, merecemos ser felices.

Ahora toca retirarse de escena, prepararse a fondo por separado y trabajarse para ejercer de reyes. Este camino hay que hacerlo solo. ¿Y si más adelante, cuando ambos ejerzamos de rey y reina, respectivamente, nos encontramos algún día? Ahí te lo dejo. Porque como tú dices, Gonzalo, he sido una de las personas que más te ha querido y que mejor te conoce, acepta de buen grado estos consejos. No quiero nada malo para ti. Cuídate. Yo ya no puedo hacer nada más. Lo demás depende únicamente de ti.

29 de agosto

Hola, Gloria. He leído hoy la página sobre el trastorno de personalidad y, ciertamente, creo que sí tiene algo que ver conmigo. No sé si es completamente acertada, pero sí que cubre una buena parte de mí.

Hoy de nuevo me encuentro mal. Te he llamado varias veces por teléfono con la esperanza de oír tu voz, pero tienes el terminal apagado y en casa

no estás. Ahora es cuando me asalta el miedo de saber si lo has apagado para no hablar conmigo o si es que, como se te apaga solo, simplemente no te has dado ni cuenta.

¡Joder! Estoy mal. Tengo que ordenar unas cuantas cosas en mi vida antes de estar preparado para intentar ser rey y solucionar algunas asignaturas pendientes.

Siempre me he preguntado sobre la culpa del necio, ¿recuerdas? La verdad es que es todo un dilema. Y ahora que me siento mal lo tengo bastante claro. No sé si es que quiero excusarme a mí mismo, pero creo que el necio, por su condición, ya tiene lo suyo. Gloria, ¿otra vez me has borrado de tus contactos? ¿Por qué? ¿Qué ha sucedido?

30 de agosto

Sucedió, de alguna forma, como menos lo esperaba. Ahora estoy triste y mucho, sobre todo porque Eugenia me castiga cuando me ve de bajón por el tema de Gonzalo. Yo solo deseo hablar con ella para que me escuche, no para que me juzgue. Sus gestos y comentarios me hieren. Sé que lo hace con la mejor intención, pero es solo su opinión y no debería tratar de imponérmela como si fuera la verdad absoluta, por muy convencida que ella esté de que las cosas son como ella las ve. Le hablé del cuento de las princesas. Me respondió que ese cuento no se ha hecho para ella. A mí me va a venir muy bien. Ojalá pudiera distanciarme de todo esto y verlo como lo percibe ella, pero tal vez por los sentimientos, por mi debilidad emocional o vete tú a saber por qué lo veo y lo vivo de otra forma. Que estaré equivocada, seguramente, pero será mi equivocación.

Esta situación creo que se asemeja bastante a la que viven los drogadictos. La persona que está enganchada a la droga sabe que le hace daño, pero no puede renunciar a ella. Si se abstiene, el mono puede ser tremendo y si no deja de consumir una sobredosis puede acabar con ella. Hasta que no se convenza de que tiene un problema y que debe ponerle solución no dejará de sufrir. Mientras, buscará mil y una excusas para justificar su consumo. Incluso se aislará de las personas que quiere, porque estas son las primeras que le van a mostrar un espejo donde no le gustará mirarse y le recordarán a menudo que debe abandonar la droga y buscar un programa de rehabilitación. Eso es Gonzalo para mí: una puta droga. El psicólogo, la rehabilitación. Yo reconozco que tengo un problema y que me quiero curar. Aun así, ¡qué difícil y doloroso es el proceso! Sobre todo porque no solo no te retiran la droga de tu vista, sino que no dejan de ofrecértela constantemente.

No quiero extenderme mucho más. Gonzalo ayer me bombardeó el móvil. Estaba mal y tenía que verme. A las doce de la noche llegó a mi casa. Prácticamente desde esa hora hasta las ocho de la tarde del domingo estuvimos hablando. Dormimos unas pocas horas, nos despertamos temprano y entre las sábanas encontramos de nuevo esos momentos inolvidables de pasión que habíamos vivido tantas veces. Esta vez no me sentí mal como la última vez que intimamos. Sin olvidar las circunstancias, lo gocé y mucho. Desayunamos a mediodía y almorzamos sobre las seis de la tarde. Entre comida y comida nos amamos de nuevo como fieras. No sé qué nos impulsaba a follar como locos, con ansiedad, como si se fuera a acabar el mundo en ese momento.

Mal le veo si Gonzalo sigue por ese camino. En estas dos semanas en que la ansiedad le ha visitado de nuevo me dijo: «Te he echado de menos. La idea de que pudieras estar con otro tío me mortificaba. Es la primera vez que los celos entran en mi vida. Quería y necesitaba verte, Gloria, hablar contigo. Me sentía solo, asustado, mal y con ganas de morirme». Le escuché atentamente. Separé a la Gloria enamorada de la Gloria amiga-confidente. Le ayudé en lo que pude, con lo que me había enseñado el psicólogo. Desembuchó todo el veneno que necesitaba vomitar y ¡vaya si vomitó! Hasta qué punto pude escucharle. Las cosas que me contó demuestran que está a punto de tocar fondo si no lo ha hecho ya.

Casi todos los días o se ha emborrachado o se ha emporrado. ¿Qué es lo que ha hecho bajo los efectos de esa anestesia? Lo primero y más fuerte que me contó es que hay otra mujer. Se llama Irene, tiene treinta años y parece que no está muy rodada con los hombres. ¡Por fin! Se despeja la incógnita. Más de mes y medio ha tardado en ponerle nombre a lo que le pasa. ¡Ya me extrañaba a mí…! Raro es el hombre que deja a una mujer si no hay otra esperando. Según él, la atracción que siente por ella es producto de un espejismo. El Gonzalo seductor y del trastorno es el que le empuja a mantener una relación enfermiza con ella. Asegura que no se la tiró aún. En cambio, reconoce que sí se acostó con alguien en León. Con Rosana, la mujer de Gerardo, estuvo tonteando de forma peligrosa. A Marie, la mujer de Fidel, la besó en un ascensor. ¡Y esos son sus mejores amigos…! ¡Uf! En el avión de Dublín conoció a una inglesa y luego, mientras recogían las maletas, se morreó con ella. En Málaga se puso a coquetear con unas y con otras a la desesperada. Imagino que todo esto vendrá tamizado. Me pregunto hasta dónde habrá sido capaz de llegar. ¿Y yo qué hago ahora con toda esta información? ¿Cómo digiero todo eso? ¿Está tocando fondo o no? De ahí a la borrachera diaria va un paso. Lo siguiente, quedarse sin amigos y sin trabajo. Entre llanto y llanto me pidió: «¡Espérame, te lo ruego! Deseo ponerme en tratamiento. Te quiero, Gloria, y deseo llegar a la meta con la corona de rey para casarme contigo. Aunque al mismo tiempo me muero de miedo de pensar que no lo pueda conseguir y que pueda perderte para siempre. ¿Qué hago después si no llego a curarme?».

Nos hemos dado un plazo. El Día del Pilar, revisión. Durante seis semanas no nos veremos, no nos llamaremos ni nos mandaremos cartas, mensajes ni e-mails. Si la cosa va bien, seguimos adelante con el pacto hasta la meta. Pero es necesario que este camino lo hagamos solos y separados. Es necesario que su motivación para ir al psicólogo, que soy yo, sea fuerte y para eso me tiene que echar de menos y valorarme lo suficiente. No sé qué va a pasar. Sinceramente, me gustaría confiar, pero me cuesta. Me parece a mí que lo de Gonzalo también tiene que ver con la droga de la que hablaba antes. ¡Que alguien le ayude! Porque yo debería seguir en mi papel de olvidarle.

31 de agosto

Hola, Gloria. Te remito el «e-mail» que le envié al psicólogo y su contestación:

«Hola, Ricardo. Mi nombre es Gonzalo y no tenemos el placer de conocernos. Soy la expareja de Gloria, paciente tuya. Gloria y yo nos vimos ayer y me estuvo comentando que quizás desde la psicología se pueda hacer algo con los problemas que tengo respecto de mi personalidad y que en alguna ocasión habéis hablado entre vosotros.

Te envío este correo para, de ser posible en tal caso, si no es contraproducente con las sesiones de Gloria, solicitarte una cita individual. En esta ocasión me gustaría hablar contigo directamente, aunque tu compañera y yo ya nos conocemos. Quizás ella te pueda contar algo sobre mi perfil. Recibe un saludo».

«Buenas tardes, Gonzalo. El objetivo de una psicoterapia es facilitar y ayudar al paciente a realizar en su vida todos aquellos cambios que desee con el objetivo de ser más libre y más feliz. Si hay algo en tu personalidad con lo que no te sientes cómodo, eso indica que ese no eres tú, sino una personalidad construida cuyo objetivo es defenderte de algún miedo, normalmente construido cuando somos niños y no tenemos los suficientes recursos. Si tu deseo es cambiar algo y estás comprometido con ello, te merece la pena el esfuerzo; entonces sí podemos ayudarte a conseguirlo. Si quieres una consulta conmigo podría ser el miércoles. En mi opinión, Marta está perfectamente capacitada para ayudarte en ese proceso, pero si prefieres reunirte conmigo no dudes en confirmármelo vía “mail” y vemos qué podemos hacer. Un saludo».

4 de septiembre

No tengo un buen día hoy. Me asaltan los miedos, las dudas. Hoy es el típico día en que la gente te pregunta cómo estás… y te echas a llorar directamente. Pero antes de ponerme a berrear quiero contar algo que me ha pasado y que es la primera vez. Un compañero de trabajo que se llama Miguel Ángel, guapo, amable, servicial (un encanto, vamos), ha venido esta mañana a verme para decirme que la otra vez, cuando me vio y me preguntó qué tal me había ido en Hungría, se quedó preocupado. Y es que, tras la pregunta, automáticamente me eché a llorar. Ese fue mi último viaje con Gonzalo, el que yo pensaba que era una luna de miel. Así que me ha pedido que mañana desayune con él. La semana pasada también vino a buscarme. ¡Inaudito! Nunca un compañero se interesó tanto por mí. ¿Será lo habitual para él hacerlo con cualquier compañera que se encuentre afligida? También he tenido más o menos confianza con otros compañeros, pero ninguno vino a buscarme para invitarme a desayunar. No puedo negar que me ha sorprendido.

Y ahora vuelvo con Gonzalo. Anoche me llamó cuando salió del psicólogo. Evidentemente, ayer le importaba más bien poco. Esa es mi apreciación. Lo primero que me dijo es: «De ti no se habló en ningún momento. Si he decidido ir la consulta es por ti, pero porque te lo he prometido, no porque tú seas la motivación». Le sentí a miles de kilómetros otra vez. La terapia suya puede ser larga, igual se aburre. Lo suyo, según le comentó Ricardo, «viene de necesitar la aprobación de la madre; la busca en todas las mujeres». Vuelve el duelo porque siento que esto ya no tiene solución. ¡Tanto como me quiso este fin de semana…! Posiblemente, tendría ansiedad porque la otra se fue y como la echa de menos yo le serví de colchón. No hay más y no puedo ni debo permanecer en este estado mucho tiempo. Lo último que me dijo Ricardo: «De seguir con la terapia, es absolutamente necesario que te eche de menos; de lo contrario, esto no funcionará». Sin proponerlo, ese ultimátum me dio la idea.

No me va a echar de menos porque sabe que le estoy esperando. Para terminar le dije que un pacto más justo e igual sería el que permitiera que yo siguiese en CITA2 hasta que él se aclarase o decidiera terminar con esa chica. Creo que ha sido ella la que le ha dado el ultimátum de no formalizarse con él hasta no acabar conmigo definitivamente. Ahí tiene el máximo reto. ¡Encima, hasta le pareció bien!

Bueno, pues la bomba le caerá en unos días. ¿A qué tengo que esperar? Se quiere o no se quiere. Estas cosas se tienen claras. La incertidumbre de no saber qué pasará, esperar a un tío que a lo mejor al final no me elige a mí… ¿Cuándo es el final? Todo lo que no sea que me diga que esta terapia la va a hacer porque me quiere para él, porque quiere estar conmigo y con nadie más, no me vale.

Suponiendo que volviera con él, ¿con qué cara miraría a sus amigos? Esto me supera y lo tengo que cortar de raíz. Que siga solo su destino. Cuando estoy con él me lo creo todo, pero cuando estoy sola desconfío de todo igualmente.

Ocho y media de la tarde. ¡Menudo dolor de cabeza! El día ha sido para nota, empezando por la noche. Después de terminar de escribir ayer, Gonzalo me llamó para leerme algunos párrafos de su biografía. Estaba contento. Con el veneno que yo llevaba dentro, poco a poco la conversación se fue tornando menos alegre. Ya le solté todo lo que llevé rumiando durante el día. Le hablé sobre mis fantasmas, lo que siento cuando estoy con él y lo que siento cuando no lo estoy, lo que no entiendo de su patología y lo que pienso sobre el tema Irene.

Aproveché para ponerle un ejemplo, para que él pudiera sentir lo que yo. Le conté, así como de pasada, como una anécdota, lo del compañero de trabajo que me quería invitar esta mañana a desayunar, sin darle muchos datos y con cuenta gotas. Poco a poco entró al trapo de los celos. ¡Y hasta qué punto! A las doce de la noche ya estaba descolocado. A mí me ponía verle así. Disfruté esos momentos con cierto regustillo revanchista. Aquí se presentó a las doce y media. Le esperé medio desnuda. Quería que supiera, si me dejaba totalmente, la clase de mujer que se perdería. Hasta cerca de las tres estuvimos liados. Esto engancha, se viven momentos de verdadera pasión. Cuando terminamos le di a entender que si no me dejaba en paz no me iba a poder echar de menos. Entonces lo que tenía que hacer era procurar hacer únicos los momentos que estuviéramos juntos para que supiera y apreciara lo que ya no tendría. Dormimos muy poco. Se fue obsesionado al trabajo, con mi compañero en la cabeza. Me bombardeó a correos y al teléfono celosito perdido, a ver qué había pasado en el desayuno y si Miguel Ángel me había pedido una cita. Sinceramente, aproveché esta oportunidad para tensar un poco más la cuerda. Al final el compañero vino a decirme que el café había que posponerlo, que no podía esa mañana, pero Gonzalo no se enteró hasta las siete de la tarde. Al final se lo tuve que contar. Le iba a dar algo. ¡Uf!

Aproveché una carta que me envió inmolándose:

Soy un cabrón. Cuando vaya a verte mándame a la mierda, que te voy a arruinar la vida.

No calculé que se pusiera tan mal. No contesté a sus llamadas ni a sus correos. Vino a verme esta tarde. Le expliqué todo lo que pasó. Le conté que sentía haberme pasado, pero que me quedaban pocos recursos para recuperarle y ese era uno de ellos y lo había aprovechado. Realmente, no le mentí. Le maquillé un poco la historia. De todos modos, le dije que no tirara la toalla, que esto era una prueba y la había superado. Lo entendió y se tranquilizó: «Reconozco que tengo un problema, sé cómo se llama y he decidido afrontarlo con ayuda de la terapia». Parecía un buen comienzo. Volvimos a hablar de la meta volante del 12 de octubre. No dejaba de decirme: «Gloria, te quiero mucho, pero no sé qué va a pasar».

Yo no sé si es que hoy no tengo un buen día o si es que me estoy acostumbrando a la «novia» de Gonzalo. El caso es que hoy ha habido momentos en que todo me empezaba a dar igual. ¿Estarán llegando el desgaste y la desilusión?

Hola, Gloria. Ya me acuerdo de él. Ese fue el compañero del que me hablaste un día que pintaba muy bien y le habían organizado una exposición en la Casa de la Cultura, ¿verdad? Recuerdo que me dijiste que era muy guapo. Seguro que quiere tener una cita contigo. Bueno… No sé, ¿qué te puedo decir? Nada, simplemente nada. No tengo ni derecho a sentirme así, por lo que no me cuentes lo que pase y aprovecha la ocasión. Gloria, corazón… Me siento bastante mal por muchas razones y creo que lo que estoy o estamos haciendo no está bien. Por una parte, estoy cohibiendo tu vida. ¿Cómo puedo decirte lo que has de hacer con los hombres que aparecen por tu vida? ¡Joder! Yo te dije de dejarlo y encima… No sé qué va a pasar con nosotros. Por otra parte, me siento bastante presionado por la situación. Realmente te quiero a pesar de que en la distancia no lo puedas entender. Realmente te quiero, Gloria. ¡Joder! Si no, ¿qué coño haríamos pasando las noches que hemos pasado juntos? Pero no tengo respuestas para las preguntas del futuro. ¿Estoy contigo porque estoy solo? ¿Qué pasará cuando vuelva Irene? No lo sé. Real-mente no lo sé. Y no puedo mentir. Lo siento, Gloria. Creo que te estoy amargando la vida, creo que solo sé hacerte daño, creo que esto está mal, Gloria. No me esperes, no me lo merezco. Sé bien que no tengo mucho futuro con lo que tengo ahora, pero ¿volveríamos a ser los mismos tú y yo? Gloria, eres una gran mujer, te lo juro, y cualquiera que tenga dos dedos de frente se dará cuenta de ello. Yo, simplemente, soy un demente que en un momento de lucidez mantuvo una relación contigo. Soy nocivo; probablemente, volveré a hacerte daño. De hecho, ya lo hice en varias ocasiones. No te merezco. Tengo que pasar mi desierto, son las consecuencias de mi decisión, y solo mía. Así que, por favor, la próxima vez que te pida quedar mándame a la mierda. ¿Cómo coño puedo tener celos de lo que hagas hoy? Pero… ¡seré cabrón, joder! ¡Joder! Lo siento, Gloria. ¡Estoy tan confuso, tan aturdido, tan triste y tan abatido…!

5 de septiembre

Gloria, el correo no funciona bien. No sé si has recibido este mensaje. Me dejé ayer el teléfono en casa. No me llames, pero, por favor, respóndeme. ¿Tenía razón? ¿Tu compañero quería una cita contigo? Por favor, respóndeme. ¿Te puedo llamar? Gloria, merezco una respuesta, ¿no crees? Por favor, respóndeme. Yo, desde luego, sí lo haría.

Gonzalo, lo siento, pero ahora no puedo extenderme más. Se me ha liado la cosa y tengo para un rato todavía. Te lo contaré si realmente eso es lo que deseas. Tranquilízate y procura mirar el tema con objetividad. No te preocupes. Ya hablaremos, ¿OK?

Gloria, ¿eso significa que vamos a dejarlo? No es justa la actitud que tienes conmigo. Nada te da derecho a tenerme en vilo. Me mortifica imaginarte en brazos de otro hombre. Gloria, ¡necesito tu respuesta ya!

7 de septiembre

Domingo por la tarde. Hace una hora que Gonzalo se fue. Ya nos hemos dicho todo lo que había que decirse. Hemos llorado, hemos reído y hemos follado como locos. Llegó anoche sobre las nueve y desde entonces no hemos parado. De esas veintidós horas al menos diecisiete nos la hemos pasado en la cama, incluidas las horas de sueño. Esas eran mis últimas cartas. Él, que también es muy listo, se ha dado cuenta de mi estrategia. Sabía que tenía que echar toda la carne en el asador. Quería que se diera cuenta de que sexualmente no conocerá a nadie como yo. Hemos jugado a algo nuevo que no habíamos hecho antes. Le ha sorprendido y encantado. Un poco de «sadomaso». Yo sé que por ahí le tengo cogido y que, si vuelve conmigo, lo que se puede encontrar ni se lo imagina. En fin, no sé qué pasará. Él está bastante pillado por una chica que, según me cuenta, es medio religiosa. Se deja querer, nada más. Que vive por y para Dios y le ha dicho que podría vivir sin sexo toda la vida. ¡Con lo que significa el sexo en la vida de Gonzalo! Me temo que ahí ha tocado en mármol.

Yo estoy más tranquila, al menos hoy. Él sabe que lo de esperarle será a medias. Tensaré la cuerda y la soltaré a partes iguales. No le he dicho más, pero seguiré chateando en CITA2 y si hay alguien que me pida una cita la tendrá. ¿Y si llega el Día del Pilar y no se queda conmigo? El batacazo podría ser peor para mí. Además, la sensación de segundo plato se me está indigestando. Puede que se quede conmigo porque con ella no tenga nada que hacer. Sea como fuere, su decisión estará bajo sospecha. A él le corresponde ahora coger la balanza, anotar todo lo que le une a mí y lo que podría tener con ella, con el agravante de que en mi haber se puede encontrar con un importante desgaste, del que ya hemos hablado.

Espero que seamos capaces de cumplir el pacto. Ella no vuelve hasta octubre. Se va a África a ejercer de cooperante con una ONG. Tiene un mes para echarnos de menos a las dos. La diferencia es que conmigo no podrá contactar y las buenas y las malas tendrá que asumirlas solo y con ella puede contactar a través del chat o del correo. Que sea lo que tenga que ser.

Buenas tardes, Ricardo. Para que tengas más información de nosotros, igual que hizo Gloria, que te entregó unos folios con lo que ella piensa de mí, yo igualmente, adjunto a mi biografía, te envío también por escrito lo que pienso de ella.

Lo mejor de Gloria:

-Gloria es ante todo honesta, íntegra, desnuda. Si llegas a ganártela, entonces tienes a una persona para toda la vida y no de manera pasiva, en absoluto. Ella cuida de las amistades y de la pareja.

-Hogareña, de carácter tranquilo, amante de su casa, siempre tiene una sonrisa cada vez que te ve, sincera y profunda. Buena conversadora, con una gran capacidad de análisis tanto interior como exterior. Gloria se conoce bien a sí misma, lleva mucho tiempo reflexionando sobre lo que es y sobre lo que fue (desde un punto de vista de personalidad/ carácter). Habla de sí misma sobre lo bueno y lo malo y escucha a los demás con atención.

-Gloria tiene don de gentes, sabe estar en todas las ocasiones y crea siempre una buena impresión. Y además hace esto de manera natural, no es un esfuerzo del que esté deseando librarse. Simplemente, lo lleva dentro. Y nadie es merecedor de desprecio en sus observaciones.

-Gusta de la vida en pareja, se entrega completamente a ella, si bien necesita espacio personal (o mejor dicho, tiempo), que nunca entra en conflicto con su vida de pareja.

-A Gloria le gusta hablar de todo, de absolutamente todo, y además lo que para otras personas es casi tabú a ella le motiva porque siente bien que así se une más aún con su pareja. Nada de lo que hablas con ella es criticado o juzgado. Como mucho, es comentado y siempre positivamente. -Tiene una mentalidad sexual que está a años luz de cualquier otra pareja que haya tenido antes. Nada para ella es fruta prohibida y además le gusta jugar bien. Sabe cómo tener fantasías y además compartirlas con su pareja. Una maravilla.

-Arrojada, valiente, nada en el mundo la apoca. Sin límites o barreras, su horizonte es tan grande como las circunstancias soliciten, si bien de esto solo puedo hablar como pareja de Gloria. Quiero decir, no sé cómo es o cómo se comporta cuando no la tiene.

Lo peor de Gloria:

-Es difícil hablar mal de Gloria. No tengo nada que reprochar, por lo que esto quedará un poco raro.

-Quizás su mundo de vez en cuando tiene demasiadas ataduras para ella. Hay cosas que no están en su catálogo de cosas por hacer y no puede

hacerlas. Puede intentar hacer un esfuerzo por ti, pero habitualmente será puntual.

-De vez en cuando nace en ella una vena de enfado/aislamiento que convierte la relación en poco comunicativa durante un tiempo, y salir de esa situación no siempre es fácil. Afortunadamente, no quedan restos de esos momentos en la cuenta del debe de la pareja.

-Otras veces nace una furia en ella que la empuja a hacer cosas realmente increíbles para su carácter. Parece otra persona. Muy sorprendente.

8 de septiembre

Hace un rato que salí del psicólogo. Me traje mal sabor de boca. Este hombre tengo la sensación de que empieza a tratarme como un profesor que viene a soltar el tema del día y ya está. He hablado poco. Y de lo poco no me deja terminar; da por hechas muchas cosas. Igual es tan bueno que con los cuatro trazos que conoce de mí y de mi biografía ya me tiene calada. Resumiendo: de Gonzalo apenas me ha dejado hablar. Insiste en que le deje ir, que no le diga lo que tiene que hacer, que él es quien debe decidirlo, que estaría muy bien que una pareja se prepare para reinar, pero ¿y si el uno se prepara y el otro se disfraza? Eso me angustia. Dice que me centre en mí, que deje de regar macetas y malas hierbas que no producen, que me riegue a mí misma. ¿Cómo? Primero, cuando algo me produzca dolor, pararme y mirar hacia dentro. Buscar a la niña, consolarla y hacerle entender que no está sola, que cuidaré de ella. Y si me incomodan o me siento mal ante la reacción de alguien, agradecer a esa persona que me despierte esa sensación, preguntarme qué siento y buscar a la niña para consolarla. Seguro que ha sido a ella a quien he lastimado.

Del tema de mi madre, que es de quien básicamente más hemos hablado, me recomienda que no pierda de vista que ella y mi padre son adultos y han elegido vivir esos roles de someter y de ser sometido. Yo no soy responsable de ellos. Con tanto interés y necesidad de que me hagan caso, sigo buscando a la madre; por eso me duele. Precisamente, ahora me he puesto a llorar. Mentalmente, es posible que esté encontrando a la niña. He cogido su mano y la he besado mucho y con la otra he acariciado su carita. Parece que me siento un poco mejor. No pienso encerrarla más en el armario.

Anoche volví a hablar con Gonzalo. De repente me dijo: «No tengo nada que pensar, quiero volver contigo. Antes tengo que arreglar todos los desaguisados que he provocado este mes. Lo tengo claro. ¡Quiero casarme contigo!». Yo me quedé tal cual. No sé si porque el desgaste ya está haciendo mella o porque no doy credibilidad a sus acciones y a sus palabras por el momento que está atravesando. ¿Y si está buscando una tabla de salvación? ¿Y si no quiere estar solo? ¿Y si confunde cariño con necesidad de afecto? Ahí sí estoy de acuerdo con el psicólogo: si quiere estar conmigo ha de ser por voluntad propia, libremente y sobre todo libre de lastre, de necesidad de nuevos rescates. Y ese camino ha de hacerlo solo, yo no debo presionarlo. Aunque no creo que haya estado mal que le haya zamarreado un poquito.

Junto a la biografía que el psicólogo me solicitó, le entregué también unas páginas donde resumo la versión que tengo de mí misma. Esta es:

Como anexo a todo lo expuesto en mi biografía, quisiera destacar algunos aspectos de mi personalidad que posiblemente hayan pasado desapercibidos o que no se pongan de manifiesto a lo largo del texto biográfico. Me refiero a cómo me veo yo aquí y ahora, a qué aspiro en la vida y cuáles son mis valores. -A punto de cumplir los cincuenta, considero que he madurado y evolucionado bastante en todos los sentidos. Apenas tengo que ver con la chica de veinte ni de treinta años. Mi transformación personal se gestó básicamente en esta década de los cuarenta.

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