Kitabı oku: «El Capitán Veneno», sayfa 6
– ¡Todavía no, cabeza de hierro! ¡Todavía no! – respondió el Capitán, levantándose con aire muy reflexivo, como si estuviese buscando forma a un pensamiento abstruso y delicado. – Ocúrreseme otro medio de transacción, que será el último…; ¿entiende usted, señora aragonesa? ¡El último que este otro aragonés se permitirá indicarle!.. – Mas, para ello, necesito que antes me responda usted con lealtad a una pregunta… después de haberme alargado las muletas, a fin de marcharme311 sin hablar más palabra, en el caso de que se niegue usted a lo que pienso proponerle…
– Pregunte usted y proponga… – dijo Angustias, alargándole las muletas con indescriptible donaire.
Don Jorge se apoyó, o, mejor dicho, se irguió sobre ellas, y, clavando en la joven una mirada pesquisidora, rígida, imponente, la interrogó con voz de magistrado:
– ¿Le gusto a usted? ¿Le parezco aceptable, presciendiendo de estos palitroques, que tiraré muy pronto? ¿Tenemos base sobre que tratar? ¿Se casaría usted conmigo inmediatamente, si yo me resolviera a pedirle su mano, bajo la anunciada condición, que diré luego?
Angustias conoció que se jugaba el todo312 por el todo… Pero, aun así, púsose también de pie, y dijo con su nunca desmentido valor:
– Señor don Jorge: esa pregunta es una indignidad, y ningún caballero la hace a las que considera señoras. ¡Basta ya de ridiculeces!.. ¡Rosa! ¡Rosa! El señor de Córdoba te llama…
Y, hablando así, la magnánima joven se encaminó hacia la puerta principal de la habitación, después de hacer una fría reverencia al endiablado Capitán.
Éste la atajó en mitad de su camino, gracias a la más larga de sus muletas, que extendió horizontalmente hasta la pared, como un gladiador que se va a fondo, y entonces exclamó con humildad inusitada:
– ¡No se marche usted, por la memoria de aquella que nos ve desde el cielo! ¡Me resigno a que no conteste usted a mi pregunta, y paso a proponerle la transacción!.. ¡Estará escrito que no se haga más que lo que usted quiera! Pero tú, Rosita, ¡márchate con cinco mil demonios, que ninguna falta nos haces313 aquí!
Angustias que pugnaba por apartar la valla interpuesta a su paso, se detuvo al oír la sentida invocación del Capitán, y mirole fijamente a los ojos, sin volver hacia él más que la cabeza y con un indefinible aire de imperio, de seducción y de impasibilidad. – ¡Nunca la había visto D. Jorge tan hermosa ni tan expresiva! ¡Entonces sí que parecía una reina!
– Angustias… – continuó diciendo, o más bien tartamudeando aquel héroe de cien combates, de quien tanto se prendó314 la joven madrileña al verlo revolverse como un león entre cientos de balas. – ¡Bajo una condición precisa, inmutable, cardinal, tengo el honor de pedirle su mano, para que nos casemos cuando usted diga; mañana… hoy… en cuanto arreglemos los papeles… lo más pronto posible; pues yo no puedo vivir ya sin usted!..
La joven dulcificó su mirada, y comenzó a pagar a D. Jorge aquel verdadero heroísmo con una sonrisa tierna y deliciosa.
– ¡Pero repito que es bajo una condición!.. – se apresuró a añadir el pobre hombre, conociendo que la mirada y la sonrisa de Angustias empezaba a trastornarlo y derretirlo.
– ¿Bajo qué condición? – preguntó la joven con hechicera calma, volviéndose del todo hacia él, y fascinándole con los torrentes de luz de sus negros ojos.
– ¡Bajo la condición – balbuceó el catecúmeno – de que si tenemos hijos… los echaremos a la Inclusa! ¡Oh! ¡Lo que es en esto no cederé jamás! ¿Acepta usted?315 ¡Dígame que sí, por María Santísima!
– Pues ¿no he de aceptar, señor Capitán Veneno? – respondió Angustias soltando la carcajada. – ¡Usted mismo irá a echarlos!.. ¿Qué digo?.. ¡Iremos los dos juntos! ¡Y los echaremos sin besarlos ni nada! ¡Jorge!.. ¿Crees tú que los echaremos?316
Tal dijo Angustias, mirando a D. Jorge de Córdoba con angelical arrobamiento.
El pobre Capitán se sintió morir de ventura;317 un río de lágrimas brotó de sus ojos, y exclamó estrechando entre sus brazos a la gallarda huérfana:
– ¡Conque estoy perdido!
– ¡Completísimamente perdido, señor Capitán Veneno! – replicó Angustias. – Así, pues, vamos a almorzar; luego jugaremos al tute; y, a la tarde, cuando venga el Marqués, le preguntaremos si quiere ser padrino de nuestra boda, cosa que el buen señor está deseando, en mi concepto, desde la primera vez que nos vio juntos.
III
ETIAMSI OMNES 318
Una mañana del mes de Mayo de 1852, es decir, cuatro años después de la escena que acabamos de reseñar, cierto amigo nuestro (el mismo que nos ha referido la presente historia) paró su caballo a la puerta de una antigua casa con honores de palacio, situada en la Carrera de San Francisco de la villa y corte; entregó las bridas al lacayo que lo acompañaba, y preguntó al levitón319 animado que le salió al encuentro en el portal:
– ¿Está en su oficina D. Jorge de Córdoba?
– El caballero – dijo en asturiano la interrogada pieza de paño – pregunta, a lo que imagino, por el excelentísimo señor Marqués de los Tomillares…
– ¿Cómo así? ¿Mi querido Jorge es ya Marqués? – replicó el apeado jinete. – ¿Murió al fin el bueno de don Álvaro? ¡No extrañe usted que lo ignorase, pues anoche llegué a Madrid, después de año y medio de ausencia!..
– El señor marqués don Álvaro – dijo solemnemente el servidor, quitándose320 la galoneada tartera que llevaba por gorra – falleció hace ocho meses, dejando por único y universal heredero a su señor primo y antiguo Contador de esta casa, don Jorge de Córdoba, actual Marqués de los Tomillares…
– Pues bien: hágame usted el favor de avisar que le pasen recado de que aquí está su amigo T…
– Suba el caballero… En la biblioteca lo encontrará. Su Excelencia no gusta de que le anunciemos las visitas, sino de que dejemos entrar a todo el mundo como a Pedro321 por su casa.
– Afortunadamente… – exclamó para sí el visitante, subiendo la escalera – yo me sé de memoria la casa, aunque no me llamo Pedro… ¡Conque en la biblioteca!.. ¿eh? ¡Quién había de decir que el Capitán Veneno322 se metiese a sabio!
Recorrido que hubo aquella persona varias habitaciones, encontrando al paso a nuevos sirvientes que se limitaban a repetirle: El señor está en la biblioteca…, llegó al fin a la historiada puerta de tal aposento, la abrió de pronto, y quedó estupefacto al ver el grupo que se ofreció ante su vista.
En medio de la estancia hallábase un hombre puesto a cuatro pies sobre la alfombra: encima de él estaba montado un niño como de tres años, espoleándole con los talones, y otro niño como de año y medio, colocado delante de su despeinada cabeza, le tiraba de la corbata, como de un ronzal, diciéndole borrosamente:
– ¡Arre, mula!
QUESTIONS FOR CONVERSATION
EXERCISE 1
I. i. Un poco de historia política
1. ¿Qué heridas son aquéllas?
2. ¿Cómo se leen los guarismos que están al principio?
3. ¿De quiénes habla primero nuestro autor?
4. ¿De cuántos reyes se trata en el primer párrafo?
I. ii. Nuestra heroína
5. ¿Dónde vivía la heroína?
6. ¿Qué familia o parentela parece que tenía?
7. ¿Quién tenía miedo?
8. ¿Qué dice el autor del miedo de la madre?
9. ¿Habla sin perjuicio en lo que hace a la criada?
10. ¿Qué quiere decir la frase: había salido en todo a su padre?
11. ¡Estudie usted las palabras viuda, soltera y guipuzcoana y fije la significación de cada una!
12. ¡Señáleme en la página algunas cosas festivas, por el estilo de los diarios!
13. ¿Qué puede usted contar del Preste Juan de las Indias? ¡Vaya de cuento!
14. ¿Cómo entender la frase: pagada de sí misma?
15. ¿Qué puede esperarse de una joven tan notable por su belleza?
EXERCISE 2
I. iii. Nuestro héroe
1. ¿Quiénes son los republicanos?
2. ¿A quién parece adicta la tropa?
3. ¿En este capítulo deja a salvo el autor a la pobre gallega?
4. ¿De dónde venían las balas que daban en la reja?
5. ¿Cuál de las tres mujeres sentía más terror?
6. ¿Cómo se llama el natural de Madrid? ¿de Galicia?
7. ¿Qué estaba haciendo la joven de vez en cuando?
8. ¿Al mismo tiempo, qué hacía la gallega?
9. ¿Cuáles eran los consejos y las órdenes de la madre?
10. ¿Por qué se escondieron las mujeres?
11. ¿Quién hace aquí el papel que hizo Rebecca en Ivanhoe?
12. ¿Dónde iba a parar la victoria?
13. Dígame cómo se vestía el que estaba a la cabeza de los soldados.
14. ¿Era más interesante el hombre o la causa?
15. ¿Qué aconteció mientras miraba la joven?
EXERCISE 3
I. iv. El pellejo propio y el ajeno
1. El capitán está sobre la cama de la viuda: ¿Cómo vino a estar allí?
2. ¿Sabemos ya los nombres de las cuatro personas?
3. ¿En qué estado se halla el herido?
4. ¿Cuántas son las heridas que tiene?
5. ¿Dónde dice la joven que vive el médico?
6. ¿Por qué no va la criada a llamarle?
7. ¡Dígame usted los argumentos de la madre!
8. ¿Qué piensa entre tanto la hija?
9. ¿Por qué no ha dejado de asomarse a la ventana?
10. Los tiros que se oían todavía, ¿de dónde venían?
11. ¿Cuál es más imperiosa, la señora o la hija?
12. ¿Nos estraña que vaya la joven? ¿Por qué?
13. ¿No puede desangrarse el capitán en la cama como en medio de la calle?
14. ¿Cedió al fin la madre rendida?
15. ¿Cómo podía decir la hija no iré y al mismo tiempo irse?
EXERCISE 4
I. v. Trabucazo
1. ¿Es verdad que no había ya peligro al atravesar la calle?
2. ¿Por qué lanzó un grito la pobre viuda al asomarse a la reja?
3. ¡Comente usted la frase no diéronle!
4. ¿Qué vieron la viuda y su criada desde la reja?
5. Alzádose que hubo la señora, ¿qué hizo?
6. ¿Dónde se encontraron madre e hija?
7. ¿Quién iba siguiendo a la señorita?
8. Hay varias palabras en el español para buhardilla: ¿sabe usted otra?
9. Tentando la ropa de Angustias, ¿qué halló Rosa?
10. ¿Cuál es la exclamación de la gallega al mirar con cuidado las faldas de la joven?
11. ¡Explíquenos usted la palabra ilesa!
12. ¿Dónde estaba el médico?
13. ¿Cómo iba de salud la madre?
14. ¿Da muestras Rosa de sentir lo que se ha hecho?
15. Y el capitán tan malparado, ¿qué está haciendo?
EXERCISE 5
I. vi. Diagnóstico y pronóstico
1. ¿Qué es una reputación envidiable?
2. ¿Qué tendría que hacer primero aquel doctor?
3. Por los indicios, ¿qué puede predecirse?
4. Ruptura, fractura, rotura: ¿Por qué se sirve un escritor de tantas palabras idénticas?
5. Hamlet dice: "No existe en toda Dinamarca un infame que no sea un gran malvado."323 Es una perogrullada. ¿Por qué?
6. ¿Cómo llama el facultativo aquel sueño pesado que está padeciendo el capitán?
7. ¿Qué encuentra ser la causa del estado del malparado?
8. ¿Cómo explica el sitio de la lesión?
9. Por lo que hace al morir o no morir el herido, ¿qué dice el doctor Sánchez?
10. ¡Hágase una oración que contenga la forma moriría!
11. ¡Hágase otra con morirá!
12. ¿Qué recomendó con pesadez?
13. "A fuer de buen cristiano": ¿Qué quiere decir?
14. ¿A qué hora se fue a casa el doctor?
15. ¿Han venido vecinos para ver al enfermo, o quedó la familia a solas?
EXERCISE 6
I. viii. Inconvenientes de la "Guía de Forasteros"
1. ¿A qué hora abrió los ojos el capitán?
2. Entonces, ¿cuánto tiempo había durado el amodorramiento?
3. ¿En qué cosa fija la mirada al volver en sí?
4. ¿Qué barruntamos por las primeras palabras?
5. ¿Por qué se enoja la viuda, según parece?
6. ¿Qué señal hace la joven?
7. ¿Por qué no conversaron más?
8. ¿Qué hizo luego el capitán?
9. "Por su alma," dice la madre: ¿Por el alma de quién reza la buena mujer?
10. ¿Cómo manifiesta tener buena memoria el capitán?
11. ¿Por cuáles dichos podemos prever el carácter de Angustias?
12. El capitán la miró fijamente: ¿Qué supone usted por eso?
13. ¿Por qué dice, "Yo no deliro nunca"?
14. ¿Cómo se manifiesta que está muy débil el herido?
15. Al fin se alarmó la viuda, y ¿por qué?
EXERCISE 7
I. ix. Más inconvenientes de la "Guía de Forasteros"
1. ¿De qué hablan madre e hija?
2. ¿No las oye el capitán?
3. ¿Cómo sabemos de los recursos de la familia?
4. ¿Cuál categoría es aquella?
5. ¿Qué valen, al parecer, las joyas que tienen?
6. ¿Con cuánto tiempo de enfermedad cuenta la madre?
7. ¿Qué indicios nos permiten vislumbrar por primera vez las esperanzas de la viuda?
8. Al incorporarse el capitán, ¿cómo habla?
9. ¡Explíquese por qué la viuda se irrita!
10. ¿Qué dice la joven para sosegar la cólera de los dos?
11. ¿Piensa en sus heridas y las siente el capitán?
12. ¿A quiénes llama "pícaros"?
13. Después de diez horas de amodorramiento, ¿tendrá fuerzas todavía el desgraciado?
14. ¿De cuántos juramentos se sirve al hablar con la señora?
15. ¿Por qué no quiere quedarse en una casa ajena?
EXERCISE 8
I. x. El capitán se define a sí propio
1. ¿Cómo pretende mostrar el furioso que no tiene la cabeza débil?
2. ¿Habla mucho de sus heridas?
3. ¿Cree usted que la señora le perdonará nunca su rudeza?
4. Hablando de blandura, suavidades, zalamerías y melindres, ¿qué dice luego el capitán?
5. ¿Se podría llamarle amigo de paz al capitán?
6. ¿Con qué indicio nos da a entender su edad aproximadamente?
7. Ahora dice la señora "Jesús", y antes no perdonó el "diablos" del capitán: ¿Cómo así?
8. ¿Cómo explicar por qué se sonreía Angustias?
9. ¿Qué siente más el capitán?
10. ¿Qué dice que sentiría?
11. ¿Qué es lo incierto que cree?
12. ¿A quién amenaza?
13. ¿De qué manera vino el enfermo a saber lo de su entrada?
14. ¿Cuándo interrumpió la gallega?
15. ¿Por qué se amostazó el paciente otra vez?
EXERCISE 9
II. i. La segunda cura
1. ¿Cuál es la fecha del día siguiente?
2. ¿Se ha acabado la refriega de la calle?
3. ¿Cuánto tiempo duró la paz?
4. ¿Le conviene ya al herido la morada?
5. ¿Para qué viene el doctor hoy?
6. ¿Por qué se muestra callado el paciente?
7. ¿Ha dejado de "votar, referir y argüir"?
8. ¿Cómo debe contestar a los "buenos días" de las señoras?
9. ¿Quién es aquel primo de que habla?
10. ¡Dígame los nombres de las personas ya conocidas de esta historia!
11. Angustias habla de la portera: ¿Está hablando de Rosa?
12. ¿Para qué quiere el capitán que venga su primo?
13. ¿Qué hace la madre para dar a entender que no le gusta el enfermo? y ¿logra ella lo que pretende?
14. ¡Fórmense otros tres derivados por el estilo de bal-azo!
EXERCISE 10
II. ii. Iris de paz
1. ¡Describa usted al señor D. Álvaro de Córdoba: su cara, vestir, edad, modales!
2. ¿Qué es lo primero que hace D. Álvaro?
3. ¿Cómo debe de parecer ahora el capitán?
4. ¿Qué hubiera dicho primero cualquier otro al llegar a la alcoba?
5. ¿Qué hace el marqués antes de saludar al capitán?
6. De la persona más humilde como de la más alta se burla el autor: ¿Por qué?
7. ¿Quién le entera al personaje de los detalles?
8. ¿Quién le dio más informes?
9. ¿Cuál es su actitud en cuanto al pariente enfermo?
10. ¿Conseguirá lo apetecido D. Jorge, e irá a su casa?
11. ¿Qué dice el doctor Sánchez? ¿En qué insiste?
12. ¿Cómo se figura usted a D. Jorge entretanto?
13. ¿Habla Angustias con el marqués?
14. ¿Cree usted que la ha mirado fijamente?
15. ¿Qué esperanza tendrá D. Jorge?
EXERCISE 11
II. iii. Poder de la elocuencia
1. ¿Quiénes son los "señores" a los que habla su excelencia?
2. ¿No ve usted en los primeros renglones tres palabras largas muy semejantes al inglés? ¿Cuáles son?
3. ¡Háganse otras seis formas como acontecimiento!
4. Don Jorge interrumpe: ¿Por qué?
5. En el párrafo "A ti nunca" hay otro "señores": ¿Quiénes son éstos ahora?
6. ¿Supone usted que es costumbre arraigada del capitán el silbar el himno de Riego?
7. ¿Qué es lo bueno que halla Don Álvaro en lo ocurrido?
8. ¿Cómo entender la expresión de echar su cuarto a espadas?
9. ¿Qué índole admirable se manifiesta desde luego en el marqués?
10. ¿Qué dice sobre libros de caballerías?
11. ¿Qué muestras de aprecio y de urbanidad para con las mujeres da el noble señor?
12. ¿Cuánto tiempo hacía que conocía al médico?
13. ¿Qué razón había para que la cocinera se echase a llorar?
14. Ahora les dice el marqués "señores y señoras" a sus oyentes: ¿Por qué?
15. ¿Por qué habla el orador de "resabios de colegio"?
EXERCISE 12
II. iv. Preámbulos indispensables
1. ¿Quién se retiró primero?
2. ¿Ha merecido elogios a nuestro autor?
3. ¿Se había portado el doctor con arreglo a su profesión?
4. Y el senador elocuente, ¿qué quiere ahora?
5. ¿Por qué no habló delante de todos?
6. ¿A dónde le condujo la señora?
7. ¿Será por humorada que nos dice el autor en sendas butacas?
8. ¿Cómo se llama un hombre de sesenta años? ¡Fórmense otras dos palabras por el estilo!
9. ¿Qué pidió a la viuda antes de hacer otro discurso?
10. ¿Cuál era en realidad su propósito al pedirle agua?
11. ¿Qué títulos le interesan?
12. ¿Consiguió el marqués lo que deseaba?
13. ¿A la viuda le asistían razones para no decirlo?
14. ¿Cuándo comenzó ella a abanicarse?
15. ¿Qué hizo entonces el marqués?
EXERCISE 13
II. v. Historia del capitán
1. ¿De qué cosas hablará el marqués?
2. ¿Qué mala fortuna menciona?
3. ¿No le llama "demonio" al amado primo?
4. ¿Cómo dice que podrá uno aguantar al capitán?
5. ¿Qué quiere decir un quítame allá esas pajas?
6. ¿Qué dice del modo que se porta Don Jorge con el bello sexo?
7. ¡Explíquese la expresión como no sea!
8. De lo dañoso que es el capitán, ¿qué dice el marqués?
9. ¿Cómo nos inspira lástima la vida del capitán?
10. ¿Por qué es difícil vivir con Don Jorge?
11. Si lo desease, habitaría en mi casa: ¡Hágase otra oración de la misma forma!
12. ¿Qué nos dice en cuanto a la madre de Jorge?
13. ¿Cómo murió el hermano del marqués?
14. ¿Se ha matado antes o después de morirse la esposa?
15. ¿A qué edad le apuntó el bozo?
EXERCISE 14
II. vi. La viuda del cabecilla
1. ¿Cómo cambia el discurso ahora?
2. ¿Quién sigue hablando?
3. ¿Por qué se llama millonario el marqués?
4. ¿Qué toma ella por deber cristiano?
5. ¿Cómo murió su marido?
6. ¿Cuántas veces fue socorrido su marido?
7. Tocante a la venganza divina, ¿qué cree la señora?
8. ¿Qué dice ella que hará sin pedir permiso a nadie?
9. ¿Qué significa quiera o no quiera?
10. ¡Repítase el cuento del náufrago!
11. ¿Le conviene al marqués la devoción de la viuda?
12. ¿Se barrunta otro matrimonio aquí?
13. ¿Quién habla de "miles de millones"?
14. ¿Quién llora ahora? ¿Por qué?
15. ¿Qué palabra nos puede ofender en el último párrafo?
EXERCISE 15
II. vii. Los pretendientes de Angustias
1. Explíquese lo que significa la palabra pretendiente.
2. ¿Se puede llamar así a una mujer también?
3. ¿Qué noticias le trae a Jorge el señor marqués después de la audiencia particular?
4. ¿No parece que el marqués teme que su primo enfermo se conduzca mal?
5. ¿Agradece Don Jorge el arreglo que se ha hecho?
6. ¿Cuándo piensa volver por allí el primo?
7. ¿Qué ofrece hacer traer para Jorge?
8. ¿Para qué quiere el herido algodón y gafas ahumadas?
9. Todos se ríen menos el capitán y tal vez Rosa: ¿Por qué?
10. ¿Cómo se despidió el potentado?
11. ¿Le ha gustado el marqués a Rosa?
12. ¿Qué amenaza hace Don Jorge?
13. ¿Qué mala partida es aquella que dice?
14. ¿Parece Angustias tenerle miedo al hombre furioso?
15. ¿Qué sensación hizo en las tres mujeres la frase de enamorarse de mí?
EXERCISE 16
III. i. Escaramuzas
1. Al cabo de quince o veinte días, ¿cuánto había adelantado la curación?
2. ¿Cómo se puede ver que el capitán y el doctor son buenos amigos?
3. ¿Son cosas para caballeros distinguidos los toros y las riñas de gallos?
4. ¿Qué pendencias había entre la señora y su huésped?
5. ¿Cómo pica a Doña Teresa?
6. ¿Por qué le niega que tenga hechura la concesión?
7. ¿Cómo la hacía llorar y reír a un mismo tiempo?
8. ¿Eran privilegio exclusivo en favor de la madre las amabilidades del capitán?
9. ¿Cómo se conoce que era tal cosa?
10. ¿Cree usted que odiaba de veras a la hermosa joven?
11. ¿Cuándo repara en la falta de ella?
12. ¿Por qué se las echa de recio Don Jorge cuando habla a la criada?
13. ¿No tiene el aspecto de un hombre que se ha dado a vicios y malas costumbres?
14. ¿Por qué dice dígame a la madre, y dile a la moza?
15. ¿A qué hora tomaba el chocolate?
EXERCISE 17
III. ii. Se plantea la cuestión
1. ¿Qué tiempo hacía aquel día?
2. ¿Por qué se enojó el capitán?
3. ¿Qué dice que haría si fuese ella hombre?
4. ¿Qué respuesta le da ella?
5. ¿Cuál de los dos domina al otro según dice Don Jorge?
6. ¿Cómo pone a todas las mujeres?
7. ¿Habla el héroe en son de amenaza o de broma?
8. ¿Lo toma Angustias en buena parte?
9. ¿Cómo viene el capitán a hablar de Sansón?
10. ¿A qué clase de mujer teme más el capitán?
11. ¿Qué es una tirana?
12. ¿Hemos visto llorar a la joven? Dice no ser llorona.
13. ¡Explíquese la palabra cocodrilo!
14. Si nos remontamos a la primera formación, ¿dónde está la r de cocodrilo?
15. ¿Cree usted que es de veras hombre tremendo Don Jorge?