Kitabı oku: «Reposo divino para la inquietud humana», sayfa 6
137 Desiderio Erasmo, “Amabili ecclesiae concordia”, Opera Omnia V: 505-506; cf. Hasel, p. 107.
138 Lutero dijo: “En nuestro tiempo hay un grupo de necios que se llaman a sí mismos sabatarios [Sabbather] y que afirman que el sábado debe ser guardado según la costumbre judía” (D. Martin Luthers Werke, Weimer ed. 42:520). En su Comentarios sobre Génesis (4:46), Lutero nos proporciona una información semejante: “Me he enterado de que en Austria y Moravia ciertos judaizantes apoyan el sábado y la circuncisión; si continúan con tal audacia, no dejándose amonestar por la Palabra de Dios, ciertamente causarán muchos males” (citado por Andrews y Conradi, p. 640).
139 J. G. Walch, ed., Dr. Martin Luthers sámmtliche Schriften, 1910, 20: 1828ss. Ver D. Zscharnack, “Sabbatharier”, Die Religion in Geschichte und Gegenwart, 1931, 5:8.
140 Sobre Oswald Glait, véase el reciente estudio de Richard Muller, pp. 117-125. Ver Hasel, pp. 107-121.
141 Sobre Andreas Fisher, véase Richard Muller, pp. 125-130; Petr Ratkos, “Die Anflinge des Wiedertáufertums in der Slowakei”, Aus 500 Jahren deutsch-tschechoslowakischer Geschichte, Karl Obermann, ed., 1958, pp. 41-59.
142 Caspar Schewenckfeld refuta la obra de Glait en S. D. Hartranft y E. E. Johnson, eds., Corpus Schwenckfeldianorum, 1907, 4: 451ss.
143 Ibíd., p. 458.
144 Ibíd., p. 491.
145 Ibíd., pp. 457, 458.
146 Una crónica anabaptista cuenta el trágico desenlace de la vida de Glait: “En 1545, el hermano Oswald Glait es encarcelado en Viena por causa de su fe. [...] Están también con él dos hermanos, Antonio Keim y Hans Standach, que lo reconfortan. A ellos les encomendó su esposa y su hijo, dejados en Jamnitz. Después de pasar en la cárcel un año y seis meses, lo sacaron a la medianoche fuera de la ciudad para que nadie lo viera ni oyera y lo arrojaron al Danubio” (A. J. F. Zieglschmid, ed., Die álteste Chronik der Hutterischen Brüder, 1943, pp. 259, 260, 266).
147 Para una reseña histórica de los observadores del sábado desde el siglo XV hasta el XVII, ver Andrews y Conradi, pp. 632-759; y Kenneth A. Strand, ed., El sábado en las Escrituras y la historia, 2014.
148 R. J. Bauckham, “Sabbath and Sunday in the Protestant Tradition”, p. 526. En 1618, por ejemplo, John Traske comenzó a predicar que los cristianos están obligados por el cuarto Mandamiento a observar escrupulosamente el sábado. Sin embargo, forzado por las presiones, se retractó de sus ideas en A Treatise of Liberty from Judaism (1620). Teófilo Brabourne, otro pastor anglicano, publicó en 1628 Discourse upon the Sabbath Day, en el que defendía la observancia del sábado en vez del domingo. La High Commission anglicana lo forzó a abandonar sus posiciones y amoldarse a lo establecido por la iglesia. Ver Robert Cox, The Literature of the Sabbath Question, 1865, 1, pp. 157, 158.
149 Ver W. Y. Whitley, A History of British Baptists, 1932, pp. 83-86; A. C, Underwood, A History of the English Baptists, 1947, caps. 2-5.
150 Seventh Day Baptist General Conference, Seventh Day Baptists in Europe and America, 1910, 1, pp. 127, 133, 153.
151 Raymond F. Cottrell señala lo siguiente: “La dependencia de los pioneros adventistas del séptimo día de los bautistas del séptimo día en la cuestión del sábado se hace patente en el hecho de que en el primer volumen de Advent Review and Sabbath Herald más de la mitad del material publicado procede de publicaciones bautistas” (“Seventh Day Baptists and Adventists: A Common Heritage”, Spectrum 9 [1977], p. 4).
152 La Iglesia de Dios del Séptimo Día remonta su origen al movimiento millerista. Gilbert Cranmer, uno de los seguidores de Miller, quien durante un tiempo estuvo en relación con los adventistas del séptimo día, fue elegido en 1860 como primer presidente del grupo llamado “Iglesia de Cristo y última Iglesia de Dios del Séptimo Día”. Un informe de 1977 estimaba su membresía en 25.000 personas (“Sinopsis de la Historia de la Iglesia de Dios del Séptimo Día”, informe proporcionado por la sede de esta iglesia en Denver, Colorado).
153 El Directory of Sabbath-Observing Groups de 1974, publicado por The Bible Sabbath Association, registra más de 120 confesiones que observan el sábado.
154 Para un estudio exhaustivo sobre la posición de Calvino acerca del cuarto Mandamiento, ver Daniel Augsburger, pp. 248, 284.
155 Juan Calvino, Commentaries on the First Book of Moses called Genesis, John King, 1948, p. 106. La misma opinión se repite unas líneas más abajo: “Puesto que fue ordenado al hombre desde el principio para que se dedicara al culto divino, es normal que deba perdurar hasta el fin del mundo” (p. 107).
156 Juan Calvino, Commentaries on the Four Last Books of Moses, trad. Charles William Bingham, 1950, p. 437.
157 Ibíd., p. 439.
158 Ibíd., p. 440. Zwinglio también reconoció el sábado como instituido en la Creación, destinado a servir como tipo del sábado eterno y a proporcionar tiempo para “considerar con agradecimiento las mercedes divinas, escuchar su Ley y su palabra, alabarlo, servirlo y beneficiar al prójimo” (H. Zwinglis Camtliche Werke. Corpus Reformatorum, 1905-1953, 13:16, 395). Ver Edwin Kunzli, “Zwingli als Ausleger von Genesis und Exodus”, Tesis doctoral, Zurich, 1951, p. 123.
159 Juan Calvino, Institutes of the Christian Religion, trad. Henry Beveridge, 1972, 1, p. 341.
160 Juan Calvino, p. 106.
161 Ibíd.
162 Juan Calvino, p. 343.
163 Ibíd. Calvino resume la diferencia entre los aspectos ceremonial y moral del sábado diciendo: “Podemos resumirlo todo con estas palabras: Así como la verdad fue confiada de un modo figurado a los judíos, a nosotros nos ha sido impartida sin figura; en primer lugar, para que durante toda nuestra vida anhelemos constantemente el descansar de nuestros trabajos, y el Señor pueda actuar en nosotros mediante su Espíritu; en segundo lugar, para que cada hombre, según sus oportunidades, pueda dedicarse en privado a la meditación piadosa de las obras de Dios, y al mismo tiempo, para que todos puedan observar las legítimas normas establecidas por la iglesia para la predicación de la palabra, la administración de los sacramentos y la oración pública; y en tercer lugar, para evitar que oprimamos a los que están sujetos a nosotros” (ibíd.).
164 Juan Calvino, pp. 435, 436.
165 Zacharias Ursinus, The Summe of Christian Religion, Oxford, 1587, p. 955.
166 Acerca de la enorme influencia del libro de Nicolas Bownde, The Doctrine of the Sabbath, ver Winton U. Solberg, pp. 55-58. El libro fue revisado y ampliado en 1606. Bownde insiste en el origen edénico del sábado, lo que convierte el cuarto Mandamiento en un precepto que obliga tanto a judíos como a cristianos. Los últimos deben observar el domingo tan cuidadosamente como los judíos guardaban el sábado.
167 En la 163a sesión del Sínodo de Dort (1619), una comisión de teólogos holandeses aprobó un documento en el que se presentaban seis puntos distintivos entre los aspectos ceremonial y moral. Los primeros cuatro puntos son los siguientes: “1. En el cuarto mandamiento de la Ley de Dios, hay algo ceremonial y algo moral. 2. El descanso en el séptimo día (según la Creación), y su estricta observancia, que fueron impuestas al pueblo judío, constituyen los aspectos ceremoniales de la Ley. 3. Pero la parte moral es que debe fijarse un día y dedicarse al servicio de Dios, al descanso necesario y a la meditación en la cosas de Dios. 4. Habiendo sido abolido el sábado judío, los cristianos están obligados solemnemente a santificar el Día del Señor” (Gerard Brandt, The History of the Reformation and Other Ecclesiastical Transsactions in and about the Low Countries, Londres, 1722, 3:320; cf. pp. 28, 29, 289, 290).
168 La Confesión de Westminster, en su capítulo 21, artículo 7, dice: “Como es de ley natural que, en general, una debida proporción de tiempo se dedique al culto divino, del mismo modo, en su Palabra, por medio de un mandamiento concreto, moral y perpetuo, que obliga a todos los hombres de todos los tiempos, él ha designado específicamente un día de cada siete para que le sea santificado como sábado: el cual, desde el principio del mundo hasta la resurrección de Cristo, era el último día de la semana, y a partir de la resurrección de Cristo fue cambiado por el primer día de la semana” (Philip Schaff, The Creeds of Christendom, 1919, 3, pp. 648, 649).
169 R. J. Bauckham, “Sabbath and Sunday in the Protestant Tradition”, p. 510 del manuscrito.
170 Willem Teellinck, De Rusttijdt: Ofte Tractaet van d’onderhoudinge des Christelijken Rust Dachs [Tiempo de reposo: Tratado sobre la observancia del sábado cristiano], Rotterdam, 1622. William Ames, Medulla Theologica, Amsterdam, 1623, presenta una base teórica para la observancia del domingo. Antonio Walaeus, Dissertatio de Sabbatho seu Vero Sensu atque Usu Quarti Praecepti [Disertación sobre el sábado o sentido y uso verdaderos del cuarto Mandamiento], Leiden, 1628. Este trabajo representa la mejor defensa literaria del origen edénico del sábado y su aplicación a la observancia del domingo.
171 Uno de los primeros tratados contra el sabatismo fue el de Jacobus Burs, Threnos, o Lamentación mostrando las causas de la deplorable condición del país y la transgresión del sábado, Tholen, 1627. Andreas Rivetus, en sus Praelectiones (1632), refutó el postulado de Gomarus de que el sábado es una observancia mosaica abrogada por Cristo. Gomarus respondió con su voluminosa Defensio Investigationis Originis Sabbathi [Defensa de la investigación sobre los orígenes del sábado], Gronigen, 1632. Rivetus contraatacó con su Dissertatio de Origine Sabbathi [Disertación sobre el origen del sábado], Leyden, 1633.
172 La controversia surgió de nuevo en Holanda en los años 1650. Gisbertus Voetius y Johannes Cocceius fueron los antagonistas en este nuevo combate. Winton U. Solberg, p. 200, presenta en un excelente informe la controversia sobre el sábado en la Inglaterra del siglo XVII (pp. 27-85) y especialmente en las primeras colonias norteamericanas (pp. 82-282).
173 La obra de Willy Rordorf fue publicada por primera vez en 1962 en alemán. Posteriormente ha sido traducida al francés, al inglés y al español. Su influencia se hace ver en los numerosos y diversos comentarios que ha suscitado.
174 Roger T. Beckwith y Wilfrid Stott, This is the Day, The Biblical Doctrine of the Christian Sunday, Londres, 1978.
175 Rordorf rechaza cualquier relación entre el domingo y el cuarto Mandamiento, siguiendo así en la línea de una larga historia de teólogos antisabatarios, entre los que se encuentran: Lutero; William Tyndale, An Answer to Sir Thomas More’s Dialogue (1531), ed. Henry Walter, Cambridge, 1850, pp. 97, 98; las fórmulas de fe de la Iglesia de Inglaterra tales como The Institution of a Christian Man (1537); Francisco Gomarus; Francis White, A Treatise of the Sabbath-Day: Concerning a Defense of the Orthodox Doctrine of the Church of England against Sabbatarian Novelty (Londres, 1635); Peter Heylyn, The History of the Sabbath (Londres, 1636); James A. Hessey, Sunday: Its Origin, History, and Present Obligation (Londres, 1866); Wilhelm Thomas, Der Sonntag im fruhen Mittelater (Gottingen, 1929); C. S. Mosna, Storia della Domenica dalle Origini fino agli Inizi del V Secolo (Roma, 1969); D. A. Carson, ed., From Sabbath to Lord’s Day: A Biblical, Historical and Theological Investigation, 1980.
176 Este riesgo ha sido expresado también por P. Falsioni, en Rivista Pastorale Liturgica (1967), pp. 311, 229, 97, 98; (1966), pp. 549-551. En términos semejantes, Beckwith y Stott declaran: “Es extremadamente dudoso que el domingo cristiano hubiese sobrevivido hasta hoy si la actitud actual (según la opinión de Rordorf) hubiese prevalecido en el pasado; y si continúa la actitud que se está generalizando en nuestros días, es igualmente improbable que sobreviva en el futuro” (p. ix).
177 Beckwith observa que, “si Jesús consideraba el sábado como puramente ceremonial y puramente temporal, es extraño que le conceda tanta atención en sus enseñanzas, y que en ninguna de ellas mencione su carácter temporal. Esto es aún más sorprendente cuando recordamos cómo subrayó el carácter temporal de otros aspectos del ceremonial del Antiguo Testamento, como las leyes de purificación en Marcos 7:14 al 23 y Lucas 11:39 al 41, o el Templo (con sus sacrificios) en Marcos 13:2 y Juan 4:21. Al contrario, según hemos visto, parece hablar del sábado en Marcos 2:27 como de uno de los preceptos inmutables para toda la humanidad” (p. 26; cf. pp. 2-12).
178 Beckwith, pp. 45, 46. Beckwith y Stott ven el sábado como una disposición procedente de la Creación, inalterable, pero transferida al descanso dominical, bajo un punto de vista heredado de la teología tomista (ns. 115, 116, 117) y compartida por Calvino (ns. 173-181); Richard Hooker, Laws of Ecclesiastical Polity (1597), t. 70, p. 3; fórmulas de fe como la Confesión de Westminster y el Sínodo de Dort; E. W. Hengstenberg, Uber den Tag des Herrn (1852); recientemente por J. Francke, Van Sabbat naar Zondag (Amsterdam, 1973); Karl Barth, Church Dogmatics, 1956, III, pp. 47-72; Paul K. Jewett (en parte), The Lord’s Day: A Theological Guide to the Day of Worship (1971); Francis Nigel Lee, The Covenantal Sabbath (1966). El estudio de Lee, aunque patrocinado por la Lord’s Day Observance Society [Sociedad para la observancia del Día del Señor], difícilmente puede ser tomado en serio a causa de sus excentricidades. Tiene un apartado, por ejemplo, en el que especula acerca del “sábado y el pecado original” (pp. 79-81).
179 Beckwith y Stott, pp. 141, 143.
180 Ver especialmente los primeros cuatro capítulos de mi libro From Sabbath to Sunday, en el que examino los presuntos argumentos bíblicos sobre el origen apostólico del domingo.
181 Nahum M. Sarna, p. 21, indica que “el séptimo día es lo que es porque Dios lo escogió, y lo bendijo y lo santificó. Su carácter sagrado es parte del orden cósmico divinamente establecido. Por lo tanto, no puede ser abrogado por el hombre, ya que su santidad es independiente de la actitud humana”.
182 Elizabeth E. Platt, “The Lord Rested. The Lord Blessed the Sabbath Day”, Sunday 66 (1979), p. 4.
183 Este aspecto del mensaje del sábado se examina en el próximo capítulo y en el VI, parte IV.3, en el apartado titulado “El sábado y la crisis ecológica”.
Capítulo II
El sábado, mensaje de la Creación perfecta
El valor de una cosa depende a menudo de su origen. El original de “La Santa Cena” de Leonardo de Vinci, conservado en Milán, está sumamente más valorado que cualquiera de sus numerosas reproducciones, aun cuando estas tengan menos resquebrajaduras y más color. La razón es obvia: El original de Leonardo de Vinci, a pesar de su pobre estado de conservación, es una obra de arte insuperable. Del mismo modo, el valor de nuestro mundo y de nuestra vida no depende de su presente estado de desorden y decadencia, sino más bien de su perfección original y de su restauración última. El sábado sirve para recordarnos ambas facetas. Este capítulo se centra en la primera: el sábado, celebración de una Creación perfecta.
En el primer capítulo vimos que el sábado está enraizado en el evento de la Creación, marcando su culminación e inaugurando la historia humana. Pero ¿qué nos dice el sábado del carácter de Dios, de la calidad de la Creación y de la relación entre el Creador y sus criaturas? Estas son las cuestiones que vamos a considerar en este capitulo y en los siguientes.
Parte I: La creación del sábado
1. Implicaciones
Antes de introducirnos en la consideración de los valores del sábado, detengámonos un momento en algunas de sus funciones, tal como aparecen en las Escrituras. En cuatro lugares diferentes el sábado está explícitamente vinculado a la Creación. El primero, Génesis 2:2 y 3, presenta el sábado como el majestuoso final del proceso creador: “El séptimo día terminó Dios lo que había hecho y descansó. Entonces bendijo el séptimo día y lo declaró día sagrado, porque en ese día descansó de todo su trabajo de creación”.
Las otras tres menciones (Éxo. 20:11; 31:17; Heb. 4:4) se refieren también al primer relato de la Creación, pero con una finalidad diferente. Éxodo 20:11 apela a la Creación como base teológica para el mandamiento del sábado, que ordena trabajar seis días y descansar el séptimo: “Porque el Señor hizo en seis días el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y descansó el día séptimo. Por eso el Señor bendijo el sábado y lo declaró día sagrado”.
En Éxodo 31:17, se recurre a la Creación para apoyar no solo la obligación permanente de la observancia del sábado (“a través de los siglos”, vers. 13-15) sino también su carácter de “pacto perpetuo”: “Será una señal permanente entre mí y el pueblo de Israel. Porque el Señor hizo el cielo y la tierra en seis días y el séptimo día dejó de trabajar y descansó” (vers. 17). Finalmente, en Hebreos 4:4, se cita parte de Génesis 2:2 (“Dios reposó de toda su obra el séptimo día”) para establecer la universalidad del descanso sabático, en el que se incluyen todas las bendiciones de la salvación recibidas al entrar personalmente en el “reposo de Dios” (Heb. 4:1, 3, 5).184 El hecho de que para justificar la importancia del mandamiento concerniente al sábado se apele a su origen en la Creación, a su permanencia como pacto y a la universalidad de sus bendiciones para la salvación, todo ello muestra la importancia que la Biblia atribuye a este día. ¿Por qué ha tenido que desempeñar el sábado de la Creación un papel tan importante en el transcurso de la historia de la salvación? Para contestar esta pregunta, debemos empezar por descubrir el significado que tiene el sábado en el relato de la Creación y sus implicaciones para las relaciones entre Dios y el hombre.
2. Celebración de una creación perfecta
Una de las funciones más evidentes del séptimo día, según el texto de la Creación, es la de señalar la conclusión de la obra divina completa y absolutamente perfecta. Este significado ha sido expresado de un modo especial a través de la estructura septenaria de la narración, los términos usados y el sentido atribuido al descanso de Dios. Examinemos, pues, cada uno de estos elementos en el orden citado.
Estructura septenaria. El texto de la Creación (Gén. 1:1-2:3) revela una asombrosa simetría elaborada en torno al número siete (y sus múltiplos), usado tanto en la ordenación del relato como en muchos de sus detalles. Por ejemplo, Génesis 1:1 tiene en hebreo 7 palabras; y 14 el versículo siguiente, 2 veces 7. Los 3 nombres que aparecen en el primer versículo, es decir, Dios (Elohim), cielos (šamayim) y tierra (‘eres) se repiten en este pasaje del modo siguiente: Dios, 35 veces (5 veces 7); tierra, 21 veces (3 veces 7), al igual que cielos (incluyendo firmamento: raquia’), que también aparece 21 veces (3 veces 7). También hay 7 referencias a la luz (‘or) en la descripción del cuarto día (Gén. 1:14-18) y 7 veces se repite la expresión “era bueno”, o “estaba bien” (obsérvese que la séptima vez dice muy bien, Gén. 1:31).185 Es particularmente significativo que la séptima y última sección (Gén. 2:2, 3) que trata del séptimo día tenga en hebreo “3 frases consecutivas (indicando insistencia), cada una de 7 palabras, y cada una contiene en el centro la expresión el séptimo día”:186
1 Y en el séptimo día Dios terminó lo que había hecho (vers. 2a: siete palabras en hebreo).
2 Y descansó el séptimo día de toda su obra (vers. 2b: siete palabras en hebreo).
3 Entonces bendijo el séptimo día y lo santificó (vers. 3a: siete palabras en hebreo).
Es digno de mención que el número siete no es solo un elemento que se repite en este texto, sino que es la clave de la estructura literaria de todo el relato. Después de la frase introductoria (Gén. 1:1), el texto aparece construido en siete secciones, una para cada uno de los correspondientes días de la Creación. La frase “hubo tarde y hubo mañana, primer día [...] segundo día [...] tercer día [...] etc.”, se repite marcando la división lógica del relato hasta alcanzar su punto culminante en el séptimo día. El séptimo día se repite tres veces, indudablemente para subrayar que con él la Creación ha alcanzado su objetivo, su conclusión y perfección. El siguiente diagrama nos ayuda a ver más claramente la función de la estructura septenaria:

Esta disposición del relato en seis jornadas para llegar a su clímax en el séptimo día (cuya triple repetición subraya su importancia) indica, como lo ha demostrado de un modo muy convincente Nicola Negretti, que el propósito de esta estructura basada en el número siete es enfocar la atención en el séptimo día como culminación de los otros seis.187 El séptimo día, en palabras de Negretti, “concluye, perfecciona y supera a los seis días precedentes”.188
¿Por qué tanto la estructura como muchos otros detalles del texto de la Creación están basados en el número siete? La razón hay que buscarla en el significado simbólico atribuido a este número por los israelitas y otros pueblos. Estudios recientes sobre la utilización del número siete revelan que esta cifra se usaba tanto en la literatura bíblica como en la del resto del antiguo Cercano Oriente para expresar las ideas de plenitud y perfección. ¿Cómo llegó a adquirir el número siete este significado? La respuesta más satisfactoria vendría dada por su relación con el séptimo día de la Creación. Dicho de otro modo, las connotaciones de plenitud y perfección adquiridas por el séptimo día en la Creación pudieron fácilmente haberse extendido y aplicado al uso general del número siete.
En la literatura épica sumerio-acadia y ugarítica se han encontrado muchos ejemplos de la utilización del número siete como base esquemática para expresar el clímax y la culminación de un relato.189 Una tablilla encontrada en Ugarit contiene un bello ejemplo de estructura antitética (una secuencia de seis días contrastados con el desenlace final en el séptimo), semejante en algunos aspectos a la de la Creación: “Avanza un día y otro más; un tercero, un cuarto día; un quinto, un sexto día, y ¡he aquí! al amanecer del séptimo, habrás llegado a Udum el Grande, sí, a, Udum el Grande”.190
Este texto nos recuerda el pasaje de la conquista de Jericó, en la que el ejército de Israel, seguido por siete sacerdotes con siete trompetas, marchó alrededor de la ciudad durante siete días. “Al séptimo día se levantaron de madrugada y marcharon, alrededor de la ciudad, como lo habían hecho antes, pero ese día le dieron siete vueltas. Y a la séptima vuelta [...] la gente gritó y las trompetas sonaron [...] y la muralla de la ciudad se vino abajo” (Jos. 6:15, 16, 20; énfasis agregado). La intención conclusiva de la estructura septenaria es evidente. La marcha en torno a las murallas de la ciudad durante los primeros seis días sirve de preludio al espectacular final experimentado el séptimo día. Para destacar la conclusión de la operación, se insiste no solo en el contraste entre la acción de los seis días y la del séptimo, sino también en las siete vueltas a las fortificaciones en el día siete. El mismo acto se repite siete veces el día séptimo para finalizar y concluir la acción realizada en los seis días anteriores. Y así se indica en el texto: “A la séptima vuelta [...] la gente gritó, las trompetas sonaron y las murallas cayeron” (Jos. 6:16, 20).
Podríamos citar muchos otros ejemplos bíblicos en los que el número siete es usado para expresar totalidad, plenitud y perfección.191 Pedro, por ejemplo, esperando ser alabado por Cristo, está dispuesto a perdonar a sus hermanos hasta siete veces; es decir, un número de veces que indica totalidad. Cristo responde a Pedro utilizando el mismo número, pero amonestándolo a multiplicarlo hasta “setenta veces siete” (Mat. 18:21-23). La lección es clara: el perdón perfecto no tiene límites numéricos.
Esta breve digresión en torno a la simbología del siete bastaría para explicar por qué este número constituye el armazón central y el leitmotiv del relato de la Creación. Siendo símbolo de plenitud y perfección, su reiteración tiene por objetivo resaltar la función del séptimo día como indicador de la perfección original de la Creación divina.
Palabras. Este mensaje del sábado es hecho patente de un modo adicional por medio de las expresiones empleadas para describir la celebración del primer sábado (Gén. 2:2-3). Para mayor claridad, expondremos esos términos en el siguiente diagrama:

Este cuadro muestra que las primeras cuatro palabras (a saber: Dios, séptimo día, obra y hecho) presentan la máxima frecuencia, apareciendo cada una tres veces. ¿Por qué repite el autor esos cuatro términos tres veces? Evidentemente, porque la triple repetición se usa en la Biblia para expresar la importancia de una declaración. La bendición sacerdotal, por ejemplo, se expresa en una triple repetición, para hacer hincapié en su plenitud (Núm. 6:23-26). En nuestro caso, el énfasis recae sobre “Dios” y en lo que él hizo en el “séptimo día” en relación con “su obra” de los seis días anteriores. ¿Qué se dice acerca de la obra de Dios, vista por él mismo desde el séptimo día? Tres verbos son utilizados para indicar la valoración que Dios hizo de su Creación: en el séptimo día, todo había sido “hecho” (repetido tres veces), “creado” y “terminado”. Otros tres verbos describen cómo Dios celebró su magnífica realización: “descansó [...] bendijo [...] y santificó” el séptimo día. Más adelante estudiaremos el significado de estas tres expresiones. Observemos de momento solamente que, por medio de esos verbos, Dios proclama las buenas nuevas de que su Creación ha terminado y ha alcanzado su plenitud.
El descanso de Dios. Para hacer resaltar la importancia de tan grandiosa realización, el pasaje nos dice que Dios hizo algo especial el séptimo día. Por dos veces, Génesis 2:2 y 3 repite que Dios “descansó”. En los mitos de la Creación del Cercano Oriente, el descanso divino (llamado técnicamente otiositas) es generalmente conseguido tras la eliminación de los dioses turbulentos y destructores o tras la creación del hombre,192 asegurándose así el establecimiento del orden en un mundo seguro. Por ejemplo, en la epopeya babilónica de la Creación (Enuma elis), el dios Marduk dice: “Ciertamente crearé al hombre, para que se ocupe de servir a los dioses, y ellos estén a gusto”.193 Sin embargo, en la creación del sábado, el descanso divino no depende de la destrucción de sus competidores, o de la explotación del trabajo de la humanidad, sino al contrario, de la culminación de una Creación perfecta. Dios descansó en el séptimo día no para terminar su labor creadora, sino porque su labor ya había terminado (Gén. 2:2, 3). Como dice Niels-Erik Andreasen, “no es el descanso (la cesación del trabajo) lo que concluye la Creación, sino que es la Creación concluida la que da lugar al descanso y al sábado”.194
Todo artesano concienzudo trabaja en su obra hasta que ha conseguido su objetivo, y una vez alcanzado, su labor ha concluido. De un modo infinitamente superior, Dios, habiendo completado la creación de este mundo con todas sus criaturas, cesó de crear en el séptimo día. Este es esencialmente el significado del verbo hebreo sabat, que se traduce generalmente por “reposar”. Su sentido más exacto sería “cesar, desistir, dejar de hacer algo”. De hecho, para expresar el descanso subsiguiente a la fatiga, el hebreo emplea un verbo diferente, nuah, que en español traducimos normalmente por “descansar”. Esta es la forma que se utiliza en Éxodo 20:11, donde el plan divino de trabajo y descanso es tomado como base del mandamiento que ordena trabajar durante seis días y descansar en el séptimo. Sin embargo, en Génesis 2 se usa el verbo sabat, porque el descanso de Dios es de otro tipo. Su función no es antropológica sino cronológica. En otras palabras, ese término no sirve para explicar la razón del descanso humano, sino la relación entre Dios y su Creación: Dios la consideró completa y perfecta, y lo manifestó... al cesar.
Esta comprensión del descanso de Dios es compartida por numerosos teólogos. Karl Barth, entre ellos, observa lo siguiente: “En Génesis 2:2 leemos que en el séptimo día Dios, el Creador, completó su obra ‘reposando’. Esto significa simplemente que dejó de seguir creando. Puso un límite a su Creación y a sí mismo. Se sintió satisfecho de ser el Creador de esta Creación en concreto, y se gozó, como Creador, en esta obra concreta. No emprendió nuevas Creaciones. No necesitó más Creaciones. Pues, había encontrado que todo lo que había creado era ‘muy bueno’ (Gén. 1:31)”.195 “Cuando la Creación culminó con el hombre, habiendo encontrado su clímax y significado en la realidad del hombre, Dios descansó en el séptimo día de toda la obra que había hecho. En ese momento, él pudo afirmar que todo era muy bueno, y por consiguiente que nada necesitaba ser completado o mejorado”.196
Dietrich Bonhoeffer expresa en términos similares que, “en la Biblia, ‘reposar’ significa realmente algo más que ‘tomarse un descanso’. Significa descansar después de que el trabajo ha sido terminado; significa plenitud, perfección y paz”.197 Podríamos decir que al contraponer a su Creación la cesación de su reposo, Dios manifestó su conformidad con su obra: no hacía falta poner ningún retoque adicional a lo que había creado. Todo era “bueno en gran manera” (Gén. 1:3).
¿Quiere decir eso que Dios pasó el séptimo día contemplando inmóvil su maravillosa obra? Es difícil imaginar que el dinamismo divino se haya detenido durante un día en actitud estática. En el próximo capítulo veremos que esa cesación de Dios, ese dejar de hacer algo, es una expresión de su deseo de estar con sus criaturas, no solo para darles cosas, sino para darse a sí mismo. Ahora, fijémonos en el alentador mensaje que el relato de la Creación, culminado en el descanso divino, confiere al sábado. Este día nos trae el anuncio gozoso de que el mundo y todas sus criaturas no deben su existencia a un azar ciego y absurdo, sino a un acto perfecto y personal de Dios.
Ücretsiz ön izlemeyi tamamladınız.