Kitabı oku: «Las profecías y revelaciones de santa Brígida», sayfa 16

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Estos malvados no reflexionan sobre cómo yo, el poderoso Rey de la gloria escogí no tener poder. Yo conozco la mayor paz y quietud y, ciertamente, yo soy la paz en sí, y sin embargo escogí entregar la paz y la quietud por su bien y librarlos a través de mi propia muerte. Ellas son erráticas en sus horas ya que sus afectos tienden hacia lo mundano, su conversación hacia la indecencia, su trabajo hacia el egoísmo y arreglan su tiempo de acuerdo a los antojos de su cuerpo. Las que no tienen amor alguno por la colmena y no reúnen el néctar son aquellas que hacen algo de buenas obras por mi pero únicamente por temor al castigo. Aunque realizan algunas obras de piedad, aún así no entregan su egoísmo ni pecado. Ellos quieren tener a Dios pero sin abandonar al mundo ni soportar privaciones o penurias.

Estas abejas son de la clase que se apresura a casa con los pies vacíos, pero su prisa no es sabia, ya que no vuelan con el tipo de amor correcto. Acordemente, cuando llega el otoño, es decir, cuando llega el momento de la separación, las abejas inútiles serán separadas de las buenas y sufrirán hambre eterna como recompensa por su amor y deseos egoístas. Por haber despreciado a Dios y por su disgusto hacia la virtud, serán destruidas con frío excesivo pero sin ser consumidas.

Sin embargo, mis amigos deberían estar en guardia en contra de tres males provenientes de las abejas malas. Primero, en contra de dejar que su podredumbre entre en los oídos de mis amigos, ya que las abejas malas son venenosas. Una vez se les ha acabado su miel, no queda nada dulce en ellas; en vez están llenas de amargura venenosa. Segundo, deberían cuidar las pupilas de sus ojos en contra de las alas de las abejas malas, las cuales son tan puntiagudas como las agujas. Tercero, deberán tener cuidado de no exponer sus cuerpos a las colas de las abejas, porque tienen púas que aguijonean agudamente. Los eruditos que estudian sus hábitos y sus temperamentos pueden explicar el significado de estas cosas. Aquellos que no pueden comprenderlo deben de estar cautelosos sobre los riesgos y evitar su compañía y ejemplo.

De lo contrario, aprenderán por experiencia lo que no pudieron aprender con solo escuchar.” Entonces su Madre dijo: “Bendito eres, mi Hijo, ¡tú que eras, eres y siempre serás! Tu misericordia es dulce y tu justicia grande. Pareces recordarme, Hijo mío – hablando figurativamente – de una nube que se eleva en el cielo precedida por una leve brisa. Una mancha oscura apareció en la nube y una persona que estaba afuera, sintiendo la leve brisa, elevó sus ojos y vio la nube negra y pensó para sí: ‘Esta nube oscura me parece que indica lluvia.’ Y prudentemente se apresuró a un refugio y se resguardó de la lluvia.

Otros, sin embargo, que estaba ciegos o quizá que no les importaba, no le dieron importancia a la leve brisa y no le tuvieron miedo a la nube oscura, pero aprendieron por experiencia lo que significaba la nube. La nube, cubriendo todo el cielo, llegó con una conmoción violenta y un fuego tan furioso y poderoso que las cosas vivas expiraban con la conmoción. El fuego consumía todas las partes internas y externas del hombre, de tal manera que nada quedó.

Hijo mío, esta nube es tu palabra, que parece oscura e increíble para muchas personas ya que no ha sido escuchada mucho y ya que le fue dada a las personas ignorantes y no ha sido confirmada por portentos. Estas palabras fueron precedidas por mi oración y por la misericordia con la cual tu tienes misericordia por todos y, como una madre, atraes a todos hacia ti.

Esta misericordia es tan leve como una suave brisa por tu paciencia y sufrimiento. Es cálida con el amor con el cual tu enseñas la misericordia a aquellos que te provocan a ira y ofreces bondad a aquellos que te desprecian. Por lo tanto, que todos aquellos que escuchan estas palabras eleven sus ojos y vean y conozcan su fuente. Ellos deberían considerar si estas palabras significan misericordia y humildad. Ellos deberían reflexionar sobre si las palabras significan cosas presentes o futuras, la verdad o la falsedad. Si encuentran que las palabras son ciertas, que se apresuren a un refugio, es decir, a la verdadera humildad y amor a Dios. Porque, cuando venga la justicia, entonces el alma será separada del cuerpo y será envuelta por el fuego y se quemará, tanto por fuera como por dentro. Se quemará, con seguridad, pero no será consumida. Por esta razón, Yo, la Reina de la misericordia, clamo a los habitantes del mundo: ¡que eleven sus ojos y contemplen la misericordia! Yo amonesto e imploro como una madre, aconsejo como una dama soberana.

Cuando llegue la justicia, será imposible soportarla. Por lo tanto, ¡ten una fe firme y se considerada, prueba la verdad en tu conciencia, cambia tu voluntad, y entonces el que te ha enseñado las palabras de amor también mostrará las obras y prueba de amor!” Entonces el Hijo me habló, diciendo: “Sobre todo, en relación a las abejas, te mostré que ellas reciben tres beneficios de su reina. Ahora te digo que esos cruzados a quienes he colocado en las fronteras de las tierras cristianas deberán ser como esas abejas. Pero ahora están batallando en mi contra, porque no les importan las almas y no tienen compasión de los cuerpos de aquellos que han sido convertidos del error a la fe católica y a mí.

Ellos los oprimen con penurias y los privan de sus libertades. Ellos no los instruyen en la fe, sino los privan de los sacramentos y los envían al infierno con un mayor castigo que si se hubiesen quedado en su paganismo tradicional.

Además, ellos pelean únicamente para incrementar su propio orgullo y aumentar su avaricia. Por lo tanto, el tiempo vendrá para ellos cuando rechinen sus dientes, se mutile su mano derecha, se desuna su pie derecho, para que puedan vivir y puedan conocerse.”

La queja de Dios concerniente a tres hombres yendo ahora alrededor del mundo, y acerca de cómo desde el principio Dios estableció tres estados, a saber, aquellos del clero, los defensores, y los obreros; y acerca del castigo preparado para los ingratos y la gloria dada a los agradecidos.

Capítulo 20

El gran anfitrión del cielo fue visto, y Dios le habló, diciendo: “Aunque tu conoces y ves todas las cosas en mí, sin embargo, porque es mi deseo, estableceré mi queja ante ti concerniente a tres cosas. La primera es que aquellas adorables colmenas, que fueron construidas en el cielo desde toda la eternidad y de la cual salieron aquellas despreciables abejas, están vacías. La segunda es que el foso sin fondo, contra el cual ni rocas ni árboles sirven de nada, permanece siempre abierto. Almas descienden dentro de él como la nieve cae del cielo a la tierra. Como el sol disuelve la nieve en agua, así también las almas son disueltas de todo bien por ese terrible tormento y son renovadas en todo castigo. Mi tercera queja es que poca gente nota la caída de almas o las moradas vacías de las cuales los ángeles malos se han desviado. Por lo tanto tengo razón al quejarme.

Escogí a tres hombres desde el principio. Con esto estoy hablando figurativamente de los tres estados en el mundo. Primero, escogí a un clérigo que proclamase mi voluntad en sus palabras y que lo demostrase en sus acciones. Segundo, escogí a un defensor, que defendiera a mis amigos con su propia vida y que estuviera listo para cualquier encomienda por mi bien. Tercero, escogí a un obrero para que trabajara con sus manos para proporcionar comida al cuerpo a través de su trabajo.

El primer hombre, es decir, el clero, se ha vuelto leproso y mudo. Cualquiera que mire para ver en él un carácter fino y virtuoso se retrae al verlo y se estremece al acercarse a él por la lepra de su orgullo y codicia. Cuando (el) quiere escucharlo, el sacerdote esta mudo respecto a alabarme pero parlotea alabándose a sí mismo.

Así es que, ¿cómo ha de abrirse el sendero que conduce al gran gozo, si quien debe de guiar el camino es tan débil? Y si es mudo aquel que debe estar proclamando, ¿cómo se escuchará ese gozo celestial? El segundo hombre, el defensor, se estremece en su corazón y sus manos están ociosas. El se estremece por causar escándalo en el mundo y perder su reputación. Sus manos están ociosas porque no realiza ninguna obra sagrada. En lugar de esto, todo lo que hace, lo hace por el mundo. ¿Quién, entonces, defenderá a mi gente si el que debe de ir a la cabeza tiene miedo?

El tercer hombre es como un asno que baja su cabeza al suelo y se para con sus cuatro patas juntas. Ciertamente, en verdad, la gente es como un asno que no espera nada sino cosas de la tierra, que descuidan las cosas del cielo y van en busca de bienes perecederos. Tienen cuatro patas ya que tienen poca fe y su esperanza es ociosa; tercero, no tienen buenas obras, y, cuarto, están empeñados y resueltos en pecar. Esta es la razón por la cual siempre tienen su boca abierta para la glotonería y la avaricia. Mis amigos, ¿cómo puede reducirse ese interminable profundo foso o llenarse la colmena con gente como ésta?”

La Madre de Dios replicó: “¡Bendito seas, Hijo mío! Tu queja es justificada. Tus amigos y yo tenemos tan sólo una palabra de excusa para que salves a la raza humana. Es esta: ‘¡Ten misericordia, Jesucristo, Hijo del Dios viviente!’ Este es mi clamor y el clamor de tus amigos.” El Hijo replicó: “Tus palabras son dulces a mis oídos, su sabor deleita mi boca, ellas entran en mi corazón con amor. Tengo un clérigo, un defensor y un campesino. El primero me complace como una novia cuyo honesto prometido anhela y ansía con divino amor. Su voz será como la voz clamorosa de un discurso cuyo eco se escucha en el bosque. El segundo estará listo para dar la vida por mí y no temerá el reproche del mundo. Lo armaré con las armas de mi Espíritu Santo. El tercero tendrá una fe tan firme que dirá: ‘Creo tan firmemente como si hubiera visto en lo que creo. Tengo esperanza en todas las cosas que Dios ha prometido.’ El tendrá la intención de hacer el bien y crecer en virtud y evitar el mal.

En la boca del primer hombre pondré tres dichos para que proclame. Su primera proclamación será: ‘¡Permítanle a aquél que tiene fe poner en práctica lo que cree!’ La segunda: ‘Permítanle a aquél que tiene una esperanza firme ser inquebrantable en toda buena obra.’ La tercera: ‘¡Permítanle a aquél que ama perfectamente y con caridad anhelar fervientemente ver el objeto de su amor!’ El segundo hombre trabajará como un fuerte león, tomando cuidadosas precauciones contra la perfidia y perseverando inquebrantablemente. El tercero será tan sabio como una serpiente que se para sobre su cola y eleva su cabeza a los cielos. Estos tres llevarán a cabo mi voluntad. Otros los seguirán. Aunque hablo de tres, por ellos me refiero a muchos.” Entonces habló a la novia, diciendo: “¡Mantente firme! No te preocupes por el mundo ni por sus reclamos, ya que yo, que oí todo tipo de reproches, soy tu Dios y tu Señor.”

Las palabras de la gloriosa Virgen a su hija acerca de como Cristo fue bajado de la cruz y acerca de su propia amargura y dulzura en la pasión de su Hijo, y acerca de cómo el alma es simbolizada por una virgen y el amor del mundo y el amor de Dios por dos jóvenes, y acerca de las cualidades que un alma debe de tener como virgen.

Capítulo 21

María habló: “Debes de reflexionar en cinco cosas hija mía. Primero, como cada miembro del cuerpo de mi Hijo se puso rígido y frío con su muerte y como la sangre que fluyó de sus heridas mientras sufría se secó y se aferró a cada miembro. Segundo, como su corazón fue perforado tan amarga y despiadadamente que el hombre que lo lanceó introdujo la lanza hasta que pegó en la costilla y ambas partes del corazón estuvieron en la lanza, dividiendo el corazón en dos partes. Tercero, reflexiona sobre ¡cómo fue bajado de la cruz! Los dos hombres que lo bajaron de la cruz usaron tres escaleras: una llegaba a sus pies, la segunda justo debajo de sus axilas y brazos, la tercera a la mitad de su cuerpo.

El primer hombre subió y lo tomó de en medio. El segundo, subiéndose en otra escalera, primero sacó un clavo de un brazo, entonces movió la escalera y sacó el clavo de la otra mano. Los clavos pasaban a través del travesaño. El hombre que había estado sujetando el peso del cuerpo bajó entonces tan lenta y cuidadosamente como pudo, mientras que el otro hombre subió en la escalera que llegaba a los pies y extrajo los clavos de los pies. Cuando fue bajado al suelo, uno de ellos le asió el cuerpo por la cabeza y el otro por los pies. Yo, su Madre, lo tomé de la cintura. Y así, nosotros tres lo llevamos a una roca que yo había cubierto con una sábana blanca y en ella envolvimos su cuerpo. No cosí la sábana al unirla, porque sabía que él no se descompondría en la tumba.

Después de esto llegaron María Magdalena y las otras santas mujeres. También innumerables ángeles, tantos como los átomos del sol, estaban ahí, mostrando su lealtad a su Creador. Nadie se da cuenta de la pena que sentí en ese momento. Estaba como una mujer dando a luz que se estremece en cada extremidad de su cuerpo después del alumbramiento. Y a pesar que por el dolor casi no puede respirar, aún así se regocija internamente tanto como puede porque sabe que ese niño que acaba de tener nunca volverá a la experiencia penosa por la que acaba de pasar. De esta misma manera, aunque ninguna pena se puede comparar a mi pena por la muerte de mi Hijo, me regocijé en mi alma porque sabía que mi Hijo no habría de morir más, sino que habría de vivir y triunfar eternamente.

De este modo mi pena fue mezclada con una medida de gozo. Puedo verdaderamente decir que había dos corazones en la tumba donde mi Hijo fue sepultado. ¿Acaso no se dice: ‘Donde está tu tesoro, allí también está tu corazón’? De la misma manera, mi corazón y mi mente iban constantemente al sepulcro de mi Hijo.” Entonces la Madre de Dios prosiguió diciendo: “Describiré a este hombre por medio de una metáfora, cómo estaba situado y en qué tipo de estado y cómo era su presente situación. Es como si una virgen fue prometida en matrimonio a un hombre y dos jóvenes estaban parados ante ella. Uno de ellos, a quien la virgen se había dirigido, le dijo a ella:

‘Te aconsejo que no confíes en el hombre a quien estás prometida en matrimonio. El es inflexible en sus acciones, lento en pagar, miserable en sus regalos. Más bien, pon tu confianza en mí y en las palabras que te digo, y te mostraré otro hombre que no es duro sino gentil en todos los aspectos, que te da lo que quieres en seguida y te da abundantes obsequios placenteros y deliciosos.’

La virgen, oyendo esto y pensando esto en su mente, contestó: ‘Es bueno oír tus palabras. Tu mismo eres gentil y atractivo a mis ojos. Creo que seguiré tu consejo.’ Cuando se quitó el anillo para dárselo al joven, vio tres refranes escritos en él. El primero fue: ‘Cuando llegues a la cima del árbol, ¡ten cuidado de no apoyarte en una rama seca del árbol para sostenerte y caigas!’ El segundo refrán fue: ‘Cuídate de no tomar consejo de un enemigo!’

El tercer refrán fue: ‘¡No pongas tu corazón entre los dientes de un león!’ Cuando la virgen vio estos refranes, retrajo su mano y se quedó con el anillo, pensando dentro de ella misma: ‘Estos tres refranes que veo quizás puedan significar que este hombre que me quiere tener como su novia no es de confiar. Me parece que sus palabras son vacías; está lleno de odio y me matará.’ Mientras ella pensaba esto, miró de nuevo y notó otra inscripción que también tenía tres dichos.

El primer dicho era: ‘¡Da al que te de a ti!’ El segundo dicho era: ‘¡Da sangre por sangre!’ El tercer dicho era: ‘¡No tomes del dueño lo que le pertenece!’ Cuando la virgen vio y oyó esto, ella pensó para sí misma de nuevo: ‘Los primeros tres refranes me informan como puedo escapar a la muerte, los otros tres como puedo obtener vida. Por lo tanto, es para mi correcto seguir las palabras de vida.’ Entonces la virgen prudentemente requirió que viniera a ella el sirviente del hombre con quien primeramente estaba comprometida. Cuando él vino, el hombre que la quería engañar se retiró de ellos.

Así es con el alma de esa persona prometida a Dios. Los dos jóvenes parados ante el alma representan la amistad de Dios y la amistad del mundo. Los amigos del mundo se han acercado más a él hasta ahora. Le hablaron de riquezas y gloria mundanas y casi les dio el anillo de su amor y casi condescendió con ellos en todo sentido. Pero con la ayuda de la gracia de mi Hijo el vio una inscripción, es decir, el oyó las palabras de su misericordia y a través de ellas entendió tres cosas. Primero, que el debe de cuidarse no sea que, entre más alto se elevaba y entre más se apoyaba en cosas perecederas, peor sería la caída que lo amenazaba.

Segundo, entendió que no había otra cosa en el mundo sino desconsuelo y cuidado. Tercero, que su recompensa por parte del demonio será mala. Entonces vio otra inscripción, quiero decir, oyó sus reconfortantes mensajes. El primer mensaje fue que debía de dar sus posesiones a Dios de quien ha recibido todas ellas. La segunda fue que debía de dar el servicio de su propio cuerpo al hombre que derramó su sangre por él. El tercero que no debía distanciar su alma de Dios que la había creado y redimido. Ahora que ya ha oído y considerado cuidadosamente estas cosas, los siervos de Dios se le acercan y está complacido con ellos, y los siervos del mundo se alejan de él.

Su alma esta ahora como una virgen que se ha levantado fresca de los brazos de su prometido y quien debe de tener tres cosas. Primero, ella debe de tener finas ropas para que no se rían de ella las sirvientas de la realeza, si algún defecto en su ropa se llegara a notar. Segundo, debe de regirse por la voluntad de su prometido para no causarle deshonor de su parte, si algo deshonroso llegara a descubrirse en sus acciones. Tercero, ella debe de estar completamente limpia no sea que el prometido descubra en ella cualquier mancha por la cual el prometido la pueda menospreciar o repudiar.

Permítanle tener gente que la guíe a la habitación de su prometido para que no pierda su camino por el recinto o en la elaborada entrada. Un guía debe de tener las dos características siguientes: primero, la persona que lo sigue debe de poder verlo; segundo, uno debe de poder oír sus indicaciones y oír donde él pisa. Una persona que sigue a la otra que guía el camino debe de tener tres características, Primero, no debe de ser lenta o perezosa al seguir. Segundo, no debe de esconderse de la persona que guía el camino. Tercero, debe de poner cuidadosa atención y ver los pasos de su guía y seguirlo entusiastamente. Así, para que esa alma pueda llegar a la habitación del prometido, es necesario que sea guiada por el tipo de guía que exitosamente la pueda conducir a Dios su prometido.”

La enseñanza doctrinal gloriosa de la Virgen a su hija acerca de las sabidurías espiritual y temporal y a cual de ellas debe uno imitar, y acerca de cómo la sabiduría espiritual conduce a una persona a consolación imperecedera, después de una pequeña lucha, mientras que la sabiduría temporal conduce a la condenación eterna.

Capítulo 22

María habló: “Está escrito que ‘si fueras sabio deberías de aprender sabiduría de una persona sabia.’ Por consiguiente, te doy el ejemplo figurativo de un hombre que quería aprender sabiduría y vio a dos maestros parados ante él. El les dijo: ‘Me gustaría mucho aprender sabiduría, si tan sólo supiera a dónde me conduciría y de que uso y finalidad es.’ Uno de los maestros contestó: ‘Si siguieras mi sabiduría, te llevará a lo alto de una montaña a través de un sendero que es áspero y pedregoso debajo de los pies, empinado y difícil de subir. Si tú luchas por esta sabiduría obtendrás algo que es oscuro en el exterior pero brillante en el interior. Si te aferras a él, asegurarás tu deseo.

Como un círculo que gira dando vueltas, te llevará a él más y más, dulcemente y aún más dulcemente, hasta que con el tiempo estés imbuido en felicidad por todos lados.’ El segundo maestro dijo: ‘Si sigues mi sabiduría, te llevará a un exuberante y hermoso valle con frutas de todas las naciones. El sendero es suave debajo de los pies y el descenso tiene poca dificultad. Si perseveras en esta sabiduría, obtendrás algo que es brillante por fuera, pero cuando lo quieras usar, volará lejos de ti. También tendrás algo que no perdura sino termina repentinamente. Un libro, también, cuando lo hayas leído hasta el fin, cesa de existir junto con la acción de leer, y te quedas ocioso.’

Cuando el hombre oyó esto, pensó dentro de sí mismo: ‘Oigo dos cosas asombrosas. Si subo a la montaña, mis pies se debilitan y mi espalda se vuelve pesada. Entonces, si obtengo la cosa que es oscura en el exterior, ¿de qué bien me servirá? ¿Si lucho por algo que no tiene fin, cuando habrá alguna consolación para mí? El otro maestro promete algo que es radiante por fuera pero que no perdura, una clase de sabiduría que terminará cuando termine de leerla. ¿De que me sirven las cosas sin estabilidad? Mientras pensaba esto en su mente, repentinamente apareció otro hombre entre los dos maestros y dijo: ‘Aunque la montaña es alta y difícil de subir, aún así hay una nube brillante sobre la montaña que te dará comodidad.

Si el recipiente prometido, que es oscuro por fuera, puede de alguna manera romperse, obtendrás el oro que está oculto adentro y lo poseerás felizmente para siempre.’ Estos dos maestros son dos clases de sabiduría, a saber la sabiduría del espíritu y la sabiduría de la carne. La clase espiritual consiste en renunciar a tu propia voluntad por Dios y aspirar a las cosas del cielo con todo tu deseo y acción.

Realmente no se le puede llamar sabiduría si tus acciones no concuerdan con tus obras. Esta clase de sabiduría conduce a una vida bendita. Pero consiste en una llegada rocosa y una pronunciada subida, tanto como resistir tus pasiones parece un camino duro y rocoso. Esto implica una subida pronunciada para rechazar placeres habituales y no amar honores mundanos. Aunque es difícil, para la persona que reflexiona cuan poco tiempo hay y como terminará el mundo y quien fija constantemente su mente en Dios, sobre la montaña ahí aparecerá una nube, es decir, el consuelo del Espíritu Santo.

Una persona digna del consuelo del Espíritu Santo es la que no busca a ningún otro consolador más que a Dios. ¿Cómo hubiesen podido todos los elegidos tomar tan dura y ardua tarea si el Espíritu de Dios no hubiera cooperado con su buena voluntad así como con un buen instrumento? Su buena voluntad atrajo al buen Espíritu hacia ellos, y el amor divino que tenían por Dios lo invitó, ya que ellos lucharon con corazón y voluntad hasta que se hicieron fuertes en obras.

Ellos ganaron el consuelo del Espíritu y también pronto obtuvieron el oro del divino deleite y amor que no solo los hicieron capaces de soportar muchas grandes adversidades sino también les permitió regocijarse al soportarlas ya que pensaban en su recompensa. Tal regocijo parece oscuro a los amantes de este mundo, ya que ellos aman la oscuridad. Pero para los amantes de Dios es más brillante que el sol y brilla más que el oro, pues ellos rompen la oscuridad de sus vicios y escalan la montaña de la paciencia, contemplando la nube de ese consuelo que nunca termina, sino que empieza en el presente y gira como un círculo hasta que alcanza la perfección. La sabiduría mundana conduce a un valle de miseria que parece exuberante en su abundancia, hermosa en reputación, suave en lujo. Esta clase de sabiduría terminará rápidamente y no ofrece beneficio adicional más allá del que usó para ver y oír.

Por lo tanto, hija mía, busca sabiduría del sabio, quiero decir, ¡de mi Hijo! El es la sabiduría en sí, de quien proviene toda sabiduría. El es el círculo que nunca termina. Te ruego como una madre lo hace a su hijo: ama la sabiduría que es como oro en su interior pero deleznable en el exterior, que quema adentro con amor pero requiere esfuerzo en el exterior y da fruto a través de sus obras. Si te preocupas por la carga de todo, el Espíritu de Dios será tu consolador.

Ve y sigue tratando como alguien que continúa hasta que el hábito se adquiere. ¡No te regreses hasta que hayas alcanzado la cima de la montaña! No hay nada tan difícil que no se vuelva fácil a través de una perseverancia firme e inteligente. No hay búsqueda tan noble desde el comienzo que no caiga en la oscuridad por no llegar a completarse. ¡Avancen, entonces, hacia la sabiduría espiritual! Los conducirá a trabajo físico, a despreciar al mundo, a un poco de dolor, y a consuelo eterno. Pero la sabiduría mundana es engañosa y oculta una picadura. Te llevará al acaparamiento de bienes temporales y prestigio presente pero, al final, a la mayor infelicidad, a menos que seas cauteloso y tomes cuidadosas precauciones”.

Las gloriosas palabras de la Virgen explicando su humildad a su hija, y acerca de cómo la humildad es comparada a una capa, y acerca de las características de la verdadera humildad y sus maravillosos frutos.

Capítulo 23

“Mucha gente se pregunta, por qué te hablo. Es, por supuesto, para mostrar mi humildad. Si un miembro del cuerpo está enfermo, el corazón no está contento hasta que haya recuperado su salud, y una vez es restaurada la salud, el corazón está más contento. De la misma manera, por mucho que una persona pueda pecar, si regresa a mí con todo su corazón y un verdadero propósito de enmienda, estoy inmediatamente preparada para darle la bienvenida cuando venga. Ni tampoco pongo atención a cuanto pudo haber pecado sino a la intención y al propósito que tiene cuando regresa.

Todos me llaman ‘Madre de misericordia.’ Verdaderamente, hija mía, la misericordia de mi Hijo me ha hecho misericordiosa y la revelación de su misericordia me ha hecho compasiva. Por esa razón, esa persona está miserable cuando, pudiendo, no recurra a la misericordia. ¡Ven por lo tanto, hija mía, y acógete bajo mi manto! Mi manto es desdeñable por fuera pero muy provechoso por dentro, por tres razones. Primero, te resguarda de los impetuosos vientos; segundo, te protege del frío extremo; tercero, te defiende contra las lluvias del cielo.

Este manto es mi humildad. Los amantes del mundo desprecian esto y piensan que imitarla es una superstición tonta. ¿Qué hay más despreciable que el ser llamado idiota y no enojarse o contestar en forma parecida? ¿Qué es más vil que el renunciar a todo y ser pobre en todo? ¿Qué les parece más lastimoso a las almas mundanas que el ocultar el propio dolor y pensar y creer que uno mismo es más indigno y más inferior que todos los demás? Tal era mi humildad, hija mía. Este era mi gozo, este mi único deseo. Sólo pensé en cómo complacer a mi Hijo. Esta humildad mía fue útil de tres maneras para aquellos que me siguieron.

Primero, fue útil en el tiempo pestilente y tormentoso, es decir, contra burlas y desdén humanos. Un poderoso y violento viento tormentoso golpea a una persona en todas direcciones y lo congela. De la misma manera, las burlas fácilmente destrozan a una persona impaciente que no reflexiona sobre realidades futuras; aleja al alma lejos de la caridad. Cualquiera que estudie cuidadosamente mi humildad debiera considerar las clases de cosas que yo, la Reina del universo, tuve que oír, así es que debiera buscar mi alabanza y no la suya.

Permítanle recordar que las palabras no son mas que aire y pronto se calmará. ¿Por qué la gente mundana es tan incapaz de enfrentar las burlas verbales, si no porque buscan su propia alabanza en vez de la de Dios? No hay humildad en ellos, porque sus ojos se vuelven legañosos por el pecado. Por lo tanto, aunque la ley escrita dice que nadie sin causa justa debe de darle oído al lenguaje insultante ni tolerar el mismo, aún así es una virtud y un premio escuchar pacientemente insultos y tolerar los mismos por Dios.

Segundo, mi humildad es una protección contra el frío que quema, es decir, contra la amistad carnal. Ya que hay un tipo de amistad en la cual una persona es amada por el amor a las comodidades presentes, como las personas que hablan de esta forma: ‘¡Aliméntame en el presente y te alimentaré, ya que no me concierne quien te alimentará después de la muerte! Dame respeto y te respetaré, ya que no me concierne en lo más mínimo que clase de respeto futuro vendrá.’ Esta es amistad fría sin el calor de Dios, tan dura como la nieve congelada, refiriéndose a amar y sentir compasión por nuestro prójimo que tiene necesidades, y estéril es su recompensa.

Una vez queda disuelta una sociedad y se desocupan los escritorios, la utilidad de esa amistad inmediatamente desaparece y se pierde su ganancia. Sin embargo, quien quiera que imite mi humildad, le hace el bien a todos por el amor a Dios, tanto a enemigos como amigos por igual: a sus amigos, porque perseveran firmemente en honrar a Dios; y a sus enemigos, porque son criaturas de Dios y pueden llegar a ser buenos en el futuro.

En tercer lugar, la contemplación de mi humildad es una protección contra la lluvia y las impurezas provenientes de las nubes. ¿De dónde vienen las nubes, si no de la humedad y vapores que emanan de la tierra? Cuando suben a los cielos debido al calor, se condensan en las regiones más elevadas y, de esta forma, se producen tres cosas: lluvia, granizo, y nieve. La nube simboliza al cuerpo humano que proviene de impureza. El cuerpo trae tres cosas con él al igual que las nubes. El cuerpo trae oído, vista, y tacto. Debido a que el cuerpo puede ver, desea las cosas que ve. Desea cosas buenas y de formas hermosas; desea posesiones extensas.

¿Qué son todas estas cosas si no una especie de lluvia proveniente de las nubes, que mancha el alma con una pasión por el acaparamiento, inquietándolo con preocupaciones, distrayéndolo con inútiles pensamientos y perturbándolo con la perdida de sus bienes acaparados? Porque el cuerpo puede oír, gustosamente oiría sobre su propia gloria y de la amistad del mundo. Escucha cualquier cosa que sea placentera al cuerpo y dañina para el alma. ¿A que se parecen todas estas cosas si no a la nieve que se derrite rápidamente, haciendo que el alma se enfríe hacia Dios y se le nublen los ojos hacia la humildad?

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