Kitabı oku: «Las profecías y revelaciones de santa Brígida», sayfa 17
Porque el cuerpo siente, gustosamente sentiría su propio placer y descanso físico. ¿A que otra cosa se parece esto si no al granizo que está congelado de aguas impuras y que hace al alma infructífera en la vida espiritual, fuerte con respecto a la búsqueda de lo mundano y blanda con respecto a comodidades físicas? Por lo tanto, si una persona quiere protección de esta nube, déjalo correr hacia mi humildad para estar seguro allí y la imite. A través de ella, el está protegido de la pasión por ver y no desea cosas ilícitas; el está protegido del placer de oír y no escucha a nada que vaya en contra de la verdad; está protegido de la lujuria de la carne y no sucumbe a impulsos ilícitos.
Yo les aseguro: La contemplación de mi humildad es como un buen manto que abriga a aquellos que lo usan; quiero decir a aquellos que no solo lo usan en teoría sino también en la práctica. Un manto físico no da calor a menos que se use. De la misma forma, mi humildad no hace bien a aquellos que nada más piensan en ella, a menos que cada uno se esfuerza por imitarla, cada quien a su manera. Por lo tanto, hija mía, viste el manto de humildad con todas tus fuerzas, ya que las mujeres mundanas usan mantos que son una cosa de soberbia en el exterior pero son de poco uso en el interior. Evita del todo esas ropas, ya que, si el amor por el mundo no se te hace repugnante primero, si no estás pensando constantemente en la misericordia de Dios hacia ti y tu ingratitud hacia él, si no tienes siempre en mente lo que él ha hecho y lo que tú haces, y la justa sentencia que te espera a cambio, no podrás ser capaz de entender mi humildad.
¿Por qué me humillé tanto o por qué merecí tal favor, si no porque consideré y estaba convencida de que yo no era nadie y no tenía nada por mí misma? Esto también es la razón por la cual jamás procuré mi propia gloria sino únicamente la de mi Dador y Creador. Por lo tanto, hija, ¡refúgiate en el manto de mi humildad y piensa de ti como la más pecadora entre todos los demás! Pues aunque veas a otros que son malvados, no sabes cual será su futuro mañana; ni sabes con que intención y conocimiento hacen sus obras, si por flaqueza o deliberadamente. Esta es la razón de por qué no debes considerarte mejor que otros ni en tu conciencia juzgues a nadie.”
La exhortación de la Virgen a su hija, quejándose de cuan pocos son sus amigos; y acerca de cómo Cristo le habla a la novia y describe sus sagradas palabras como flores y explica quién es la gente en quienes las palabras deben de dar fruto.
Capítulo 24
María estaba hablando: “Imagina una gran multitud en algún lado y a una persona caminando a su lado con una carga pesadísima en su espalda y otra en sus brazos. Con sus ojos llenos de lágrimas, mirará a la multitud para ver si habría alguien que se compadeciera de él y le aliviara su carga. Con esta misma suerte me sentí. Desde el nacimiento de mi Hijo hasta su muerte, mi vida estuvo llena de tribulación. Llevé una pesada carga sobre mi espalda y perseveré firmemente en el trabajo de Dios y pacientemente soporté todo lo que me sucedió. Me aguanté cargando una carga muy pesada en mis brazos, en el sentido que sufrí más pesar de corazón y tribulación que criatura alguna.
Mis ojos estaban llenos de lágrimas cuando contemplé los lugares en el cuerpo de mi Hijo destinados a los clavos, tanto como a su futura pasión, y cuando vi que se cumplían en él todas las profecías que habían oído vaticinadas por los profetas. Mas ahora veo a todo el mundo para ver si hay alguno que pueda compadecerse de mí y esté consciente de mi pena y tribulación. Y así, hija mía, ¡no me olvides! Aunque soy menospreciada por muchos, mira mi dolor, e imítame en lo que puedes. Considera mi pena y lágrimas y laméntate que sean pocos los amigos de Dios. ¡Permanece firme! Ahora viene mi Hijo aquí.”
Vino inmediatamente y dijo: “Yo soy”, le dijo Jesucristo, “tu Dios y tu Señor, el que habla contigo. Mis palabras son como flores de una hermosa planta. Aunque todas las flores nazcan de una misma raíz, no todas llevan simiente ni fruto. Así, mis palabras son como unas flores que salen de la raíz del amor de Dios, las cuales las reciben muchos, pero no en todos dan fruto, ni llegan a madurar, porque unos las reciben y las retienen poco, y después las sacan de sí, porque son ingratos con mi espíritu; otros las reciben y las retienen, porque están llenos de amor a Dios, y en estos dan el fruto de la devoción y de obras santas y perfectas.
Tu, por lo tanto, mi novia, que eres mía por derecho divino, debes de tener tres casas. En la primera, debe de haber el alimento necesario que entre al cuerpo; en la segunda la ropa que viste al cuerpo exteriormente; en la tercera las herramientas que se necesitan usar en la casa. En la primera debe de haber tres cosas: primero, pan; luego bebida; y tercero, carnes. En la segunda casa debe de haber tres cosas: primero, ropa de lino; luego de lana; y después la ropa hecha por gusanos de seda. En la tercera casa también debe de haber tres cosas: primero herramientas y recipientes para llenarlos con líquidos; segundo, instrumentos vivientes, como caballos y burros y lo que se le parezca, con los que puedan transportarse los cuerpos; y, tercero, instrumentos que sean movidos por seres vivientes.”
El consejo de Cristo a la novia sobre las provisiones en las tres casas y sobre cómo el pan representa una buena voluntad, la bebida una premeditación santa y las carnes la sabiduría divina, y sobre cómo no hay sabiduría divina en la erudición sino únicamente en el corazón y en una buena vida.
Capítulo 25
“Yo, quien habla contigo, soy el Creador de todas las cosas, creado por nadie. No había nada antes que yo y no puede haber nada después que yo, ya que siempre fui y siempre soy. Soy el Señor cuyo poder nadie puede soportar y de quien provienen todo el poder y soberanía. Te hablo como un hombre le habla a su esposa: Esposa mía, deberíamos de tener tres casas. En una de ellas debería haber pan y bebidas y carnes. Pero, te puedes preguntar: ¿Qué significa este pan? ¿Me refiero al pan que está sobre el altar? Esto ciertamente es pan, antes de las palabras “Esto es mi cuerpo”, pero una vez se han dicho las palabras, ya no es pan sino el cuerpo que tomé de la Virgen y que verdaderamente fue crucificado sobre la cruz. Pero acá no me refiero a ese pan. El pan que deberíamos almacenar en nuestra casa es una voluntad buena y sincera. El pan físico, si es puro y limpio, tiene dos efectos. Primero, fortalece y da fuerza a todas las venas y las arterias y músculos. Segundo, absorbe cualquier impureza interior, llevándola para ser removida a medida que sale, y para que la persona quede limpia. De esta manera, una voluntad pura proporciona fuerza.
Si una persona no desea nada más que las cosas de Dios, trabaja para nada más que para la gloria de Dios, desea con todo su deseo dejar el mundo y estar con Dios, esta intención la fortalece en bondad, incrementa su amor por Dios, hace que el mundo le parezca repulsivo, fortifica su paciencia y refuerza su esperanza de heredar la gloria hasta el punto en que él, alegremente abraza todo lo que le sucede. En segundo lugar, una buena voluntad remueve toda impureza. ¿Qué es la impureza que es dañina al alma sino el orgullo, la avaricia y la lujuria? Sin embargo, cuando la impureza del orgullo o de algún otro vicio entra en la mente, la dejará, siempre y cuando la persona razone de la siguiente manera: ‘El orgullo no tiene significado, ya que no es el recipiente el que debería alabarse por los bienes que le son dados, sino el dador. La avaricia carece de significado ya que todas las cosas de la tierra se quedarán atrás. La lujuria no es nada más que porquería. Por lo tanto, yo no deseo estas cosas sino quiero seguir la voluntad de Dios cuya recompensa nunca finalizará, cuyos buenos regalos nunca envejecerán: Entonces toda tentación al orgullo o a la avaricia lo dejará y él perseverará en su buena intención de hacer el bien.
La bebida que deberíamos tener en nuestras casas es una premeditación santa sobre todo lo que ha de hacerse. La bebida física tiene dos efectos buenos. Primero, ayuda a una buena digestión. Cuando una persona se propone hacer algo bueno y, antes de hacerlo, considera para sí y cuidadosamente le da vuelta en su mente sobre qué gloria saldrá de hacerlo para Dios, qué beneficio para su prójimo, qué ventajas para su alma y no lo quiere hacer a menos que lo juzgue que le será de alguna utilidad divina en su trabajo, entonces ese trabajo propuesto saldrá bien o será, por decirlo así, bien digerido. Entonces, si ocurre cualquier indiscreción en el trabajo que hace, se detecta rápidamente. Si algo está malo, es corregido rápidamente y su trabajo será correcto y racional y edificante para los demás.
Una persona que no muestra una premeditación santa en su trabajo y no busca el beneficio para las almas ni la gloria de Dios, aunque su trabajo resulte bien durante un tiempo, no obstante al final llegará a ser nada. En segundo lugar, la bebida sacia la sed. ¿Qué clase de sed es peor que el vil pecado de avaricia e ira? Si una persona piensa de antemano qué utilidad saldrá de ello, cuán miserablemente terminará, qué recompensa habrá si le hace resistencia, entonces esa vil sed es rápidamente saciada a través de la gracia de Dios, lo llenan el amor celoso a Dios y los buenos deseos, y surge la alegría porque él no ha hecho lo que le vino en su mente. Examinará la ocasión y cómo puede evitar en el futuro aquellas cosas por las cuales se tropezó más, si no hubiese tenido una premeditación, y tendrá más cuidado en el futuro para evitar tales cosas. Mi novia, esta es la bebida que deberá almacenarse en nuestro desayunador.
Tercero, también deberían haber carnes allí. Estas tienen dos efectos. Primero, saben mejor en la boca y son mejores para el cuerpo que solamente el pan. Segundo, ayudan a tener piel más suave y menor sangre que si solo hubiese pan y bebida. La carne espiritual tiene un efecto parecido. ¿Qué simbolizan estas carnes? La sabiduría divina, claro está. La sabiduría le sabe muy bien a una persona que tiene una buena voluntad y desea nada más que lo que Dios quiere, mostrando una premeditación santa, sin hacer nada hasta que sabe que es para gloria de Dios.
Ahora, te puedes preguntar: ‘¿Qué es la sabiduría divina?’ Debido a que muchas personas son sencillas y únicamente saben una oración – el Padrenuestro, y ni siquiera esa correctamente. Otras son muy eruditas y tienen un amplio conocimiento. ¿Es esto la sabiduría divina? De ninguna manera. La sabiduría divina no se encuentra precisamente en la erudición, sino en el corazón y en una buena vida. La persona que reflexiona cuidadosamente sobre el camino hacia la muerte, sobre cómo morirá y sobre su juicio después de la muerte es sabia. Esa persona tiene las carnes de la sabiduría y el sabor de una buena voluntad y una premeditación santa, quien se desprende de la vanidad y de las superficialidades del mundo y se contenta con las necesidades básicas y lucha en el amor a Dios, de acuerdo a sus habilidades.
Cuando una persona reflexiona sobre su muerte y sobre su desnudez al momento de morir, cuando una persona examina el terrible tribunal de juicio de Dios, en donde nada se esconde y nada se remite sin un castigo, cuando también reflexiona sobre la inestabilidad y la vanidad del mundo, ¿no se regocijará entonces y saboreará dulcemente en su corazón la entrega de su voluntad a Dios junto con su abstinencia de los pecados? ¿No es fortalecido su cuerpo y su sangre mejorada, es decir, toda debilidad de su alma, como son la pereza y la disolución moral, ahuyentada y rejuvenecida la sangre del amor divino? Esto es porque razona correctamente que ha de amarse un bien eterno en vez de uno perecedero.
Por lo tanto, la sabiduría divina no se encuentra precisamente en la erudición sino en las buenas obras, ya que muchos son sabios de manera mundana y que van detrás de sus propios deseos, pero son del todo tontos en relación a la voluntad y los mandamientos de Dios y en relación a disciplinar su cuerpo. Tales personas no son sabias sino tontas y ciegas, porque comprenden las cosas perecederas que son útiles para el momento, pero desprecian las cosas para la eternidad y se olvidan de las mismas. Otros son tontos en relación a los deleites mundanos y a la reputación pero sabios al considerar las cosas que son de Dios y son fervientes en su servicio.
Dichas personas son realmente sabias porque saborean los preceptos y la voluntad de Dios. Realmente han sido iluminadas y mantienen su ojos abiertos en cuanto a que siempre toman en cuenta la manera en la cual pueden alcanzar la vida y la luz verdaderas. Otras, sin embargo, caminan en la oscuridad y les parece más deleitable estar en la oscuridad que inquirir sobre la manera por la cual pueden llegar a la luz. Por lo tanto, novia mía, almacenemos estas tres cosas en nuestras casas, específicamente una voluntad buena, la premeditación santa, y la sabiduría divina. Estas son las cosas que nos dan el motivo para regocijarnos. A pesar que a ti te digo mi consejo, por ti me refiero a todos mis escogidos en el mundo, ya que el alma justa es mi novia, porque yo soy su Creador y Redentor.”
El consejo de la virgen a su hija sobre la vida y las palabras de Cristo a la novia sobre la ropa que deberán guardar en la segunda casa y sobre cómo esta ropa denota la paz de Dios y la paz del prójimo y las obras de misericordia y abstinencia pura, y una explicación excelente sobre todas estas cosas.
Capítulo 26
María habló: “Coloca el broche de la pasión de mi Hijo firmemente en ti, así como San Lorenzo lo colocó firmemente en sí. Cada día acostumbraba a reflexionar en su mente como sigue: ‘Mi Dios es mi Señor, yo soy su siervo. El Señor Jesucristo fue desnudado y burlado. ¿Cómo puede ser correcto que yo, su siervo, esté vestido con galas? Fue latigueado y atado al madero. No es correcto, entonces, que yo, que soy su siervo, si realmente soy su siervo, no tenga dolor ni tribulación.’ Cuando fue estirado sobre los carbones y la grasa líquida corrió hacia abajo sobre el fuego y todo su cuerpo prendió fuego, sus ojos vieron hacia arriba, al cielo, y dijo: ‘¡Bendito seas tú, Jesucristo, mi Dios y mi Creador!
Se que no he vivido bien mis días. Se que he hecho poco por tu gloria. Es por esto, viendo que su misericordia es grande, te pido que me trates de acuerdo a su misericordia.’ Y con estas palabras su alma fue separada de su cuerpo. ¿Ves, mi hija? Amó tanto a mi Hijo y soportó tal sufrimiento por su gloria que aún así dijo que no era digno de llegar al cielo. ¿Cómo, entonces, pueden ser dignas esas personas que viven según sus propios deseos? Por lo tanto, mantén siempre en mente la pasión de mi Hijo y de sus santos. Ellos soportaron tales sufrimientos no sin ninguna razón, sino para darles a los demás un ejemplo de cómo vivir y mostrarles que mi Hijo exigirá un pago estricto por los pecados, ya que mi Hijo no quiere que ni el más mínimo quede sin corrección.”
Entonces el Hijo vino y le habló a la novia, diciendo: “Te dije anteriormente lo que debería almacenarse en nuestras casas. Entre otras cosas, deberá haber tres clases de vestimentas: primero, ropa hecha de lino, lo cual se produce y crece en la tierra; segundo, aquella hecha de cuero, que viene de los animales; tercero, la hecha de seda, que viene de los gusanos de seda. La ropa de lino tiene dos efectos. Primero, es suave y benévolo contra el cuerpo desnudo. Segundo, no pierde su color, más bien entre más se lava más limpio se pone. La segunda clase de vestimenta, es decir, el cuero, tiene dos efectos.
Primero, cubre la vergüenza de una persona; segundo, proporciona calor contra el frío. La tercera clase de ropa, es decir, la seda, también tiene dos efectos. Primero, se ve que es muy bella y fina; segundo, es muy costosa para comprar. La ropa de lino que es buena para las partes desnudas del cuerpo, simboliza paz y concordia. Una alma devota debería usar esto en relación a Dios, para que pueda estar en paz con Dios, tanto para no querer nada más que lo que Dios quiere, o de forma distinta a la que esta alma quiere, y no exacerbándolo a través de los pecados, ya que no hay paz entre Dios y el alma a menos que ella deje de pecar y controle su concupiscencia.
También deberá estar en paz con su prójimo, es decir, no causándole problemas, ayudándolo si tiene problemas y siendo paciente si peca en contra de ella. ¿Qué causa más tensión desafortunada sobre el alma que siempre estar ansiando pecar y nunca tener suficiente de ello, siempre deseando y nunca descansando? ¿Qué atormenta más fuertemente al alma que estar enojada con su prójimo y envidiar sus bienes? Es por esto que el alma debería estar en paz con Dios y con su prójimo, ya que nada puede ser más tranquilizante que descansar del pecado y no estar ansioso por el mundo, nada más tierno que regocijarse con los bienes del prójimo y no desearle lo que no desea para uno mismo.
Esta ropa de lino deberá usarse sobre las partes desnudas del cuerpo porque, más adecuadamente y de manera más importante que las otras virtudes, la paz debe de alojarse más cerca del corazón, lugar en donde Dios quiere tomar su descanso. Esta es la virtud que Dios inculca y mantiene inculcada en el corazón. Como el lino, esta paz nace y crece de tierra, ya que la verdadera paz y la verdadera paciencia brotan de la consideración de la debilidad propia. Un hombre que es de la tierra debería tomar en cuenta su propia debilidad, específicamente que es más rápido para el enojo si es ofendido, rápido para sentir dolor si es golpeado. Y si reflexiona de esta manera, no le hará al prójimo lo que él no puede tolerar, reflexionando para sí: ‘Así como soy débil, así lo es también mi prójimo.
Así como no quiero aguantar tales cosas, tampoco él.’ Luego, la paz no pierde su color, es decir, su estabilidad, más bien se queda cada vez más constante ya que, tomando en cuenta la debilidad de su prójimo en sí mismo, se vuelve más dispuesto a soportar las lesiones. Si la paz del hombre se ensucia de cualquier manera con la impaciencia, se vuelve más limpia y más brillante ante Dios entre más frecuente y rápidamente se lava por medio de la penitencia. También se vuelve mucho más feliz y más prudente en la tolerancia, entre más a menudo se irrita y luego se lava nuevamente, ya que se regocija en la esperanza de la recompensa que espera le llegará por su paz interna, y es más cuidadoso de no dejarse caer debido a la impaciencia.
La segunda clase de ropa, específicamente el cuero, denota obras de misericordia. Estas prendas de cuero son hechas de pieles de animales muertos. ¿Qué simbolizan estos animales si no mis santos, que fueron tan sencillos como los animales? El alma debería estar cubierta con sus pieles, es decir, debería imitar y realizar sus obras de misericordia. Estas tienen dos efectos. Primero, cubren la vergüenza del alma pecadora y la limpian para que no aparezca manchada a mi vista. Segundo, defienden el alma en contra del frío. ¿Qué es el frío del alma sino la dureza del alma en relación a mi amor? Las obras de misericordia son efectivas en contra de dicha frialdad, envolviendo el alma para que no perezca del frío. A través de estas obras Dios visita el alma y el alma se acerca más a Dios.
La tercera clase de ropa, aquella hecha de seda elaborada por los gusanos de seda, que parece muy costosa de comprar, denota el hábito puro de la abstinencia. Esto es bello a la luz de Dios y de los ángeles y los hombres. También es cara de comprar, ya que parece difícil a las personas restringir su lengua de habladurías ociosas y excesivas. Parece difícil restringir el apetito de la carne por exceso y placer superfluos. También parece duro ir en contra de la propia voluntad. Pero, a pesar que puede ser duro, es útil y bello de cualquier forma. Es por eso, novia mía, por quien me refiero a todos los fieles, en nuestra segunda casa deberíamos almacenar paz hacia Dios y el prójimo, obras de misericordia a través de la compasión por los miserables y ayuda para los mismos, abstinencia de la concupiscencia.
A pesar que la última es más costosa que las demás, es también mucho más bella que las otras vestimentas de tal forma que ninguna otra virtud parece bella sin esta. Esta abstinencia deberá ser producida por los gusanos de seda, es decir, por la consideración del exceso propio en contra de Dios, por medio de la humildad y por mi propio ejemplo de abstinencia, porque yo me volví como un gusano por el bien de la humanidad. Una persona deberá examinar en su espíritu cómo y cuán a menudo ha pecado en mi contra y de qué manera ha hecho enmiendas. Entonces descubrirá por sí mismo que ninguna cantidad de trabajo y abstinencia de su parte puede enmendar el número de veces que ha pecado en contra de mí.
También deberá ponderar mis sufrimientos y de aquellos de mis santos, así como la razón por la que soporté dichos sufrimientos. Entonces realmente comprenderá que, si exijo un pago tan estricto por parte de mis santos, que me han obedecido, cuánto más exigiré en venganza de aquellos que no me han obedecido. Un alma buena, por lo tanto, deberá intentar practicar la abstinencia, recordando que sus pecados son malos y que rodean el alma como gusanos. Así, de estos gusanos bajos, el alma coleccionará seda preciosa, es decir, el hábito puro de la abstinencia en todas sus extremidades. Dios y todo la hueste celestial se regocija en esto. Se le otorgará felicidad eterna a la persona que almacene esto, quien de lo contrario hubiese tenido un pesar eterno, si no hubiese venido en su ayuda la abstinencia.”
Las palabras de Cristo a la novia sobre los instrumentos en la tercera casa y sobre cómo dichos instrumentos simbolizan buenos pensamientos, sentidos disciplinados y una verdadera confesión, también se le da una explicación excelente sobre todas estas cosas en general y sobre las cerraduras de estas casas.
Capítulo 27
El Hijo de Dios le habló a la novia, diciendo: “Te dije anteriormente que debería haber tres clases de instrumentos en la tercera casa. Primero, instrumentos o recipientes en los cuales se vierten los líquidos. Segundo, los instrumentos con los cuales se prepara la tierra exterior, como son los azadones y hachas y herramientas para reparar las cosas que se rompen. Tercero, instrumentos vivos, como son los asnos y caballos y cosas parecidas para transportar tanto a los vivos como a los muertos. En la primera casa, en donde se encuentran los líquidos, deberá haber dos clases de instrumentos o recipientes: primero, aquellos en los cuales se vierten sustancias fluidas y dulces, como el agua y el aceite y el vino y parecidos; segundo, aquellos en los cuales se vierten sustancias acres o espesas, como son la mostaza y harina y parecidos. ¿Comprendes lo que significan estas cosas? Los líquidos se refieren a los pensamientos buenos y malos del alma.
Un pensamiento bueno es como un aceite dulce y como un vino delicioso. Un mal pensamiento es como la mostaza amarga que vuelve al alma amarga y vil. Los pensamientos malos son como los líquidos espesos que a veces necesita una persona. A pesar que no son muy buenos para nutrir al cuerpo, aún así con benéficos para la purga y cura tanto del cuerpo como del cerebro. A pesar que los malos pensamientos no engordan ni curan el alma como el aceite de los buenos pensamientos, aún así son buenos para la purga del alma, así como la mostaza es buena para la purga del cerebro. Si los malos pensamientos no se entrometiesen de vez en cuando, los seres humanos serían ángeles y no humanos, y pensarían que obtuvieron todo por sí mismos.
Por lo tanto, para que un hombre pueda comprender su debilidad, que proviene de sí mismo, y la fortaleza que proviene de mí, a veces es necesario que mi gran misericordia le permita ser tentado por malos pensamientos. En tanto no consienta a ellos, son una purga para el alma y una protección de sus virtudes. A pesar que pueden ser tan acres al tomar como lo es la mostaza, aún así son muy curativos para el alma y la guían hacia la vida eterna y hacia la clase de salud que no puede ganarse sin un poco de amargura. Por lo tanto, deja que los recipientes del alma, en donde se colocan los buenos pensamientos, sean preparados cuidadosamente y mantenidos siempre limpios, ya que es útil que hasta los malos pensamientos surjan tanto como una prueba como por el bien de obtener un mérito mayor. Sin embargo, el alma deberá esforzarse diligentemente para no consentir a los mismos ni deleitarse en ellos. De lo contrario, la dulzura y el desarrollo del alma se perderán y únicamente quedará la amargura.
En la segunda casa deben de haber también instrumentos de dos clases: primero, los instrumentos del exterior, como el arado y el azadón, para preparar la tierra exterior para la siembra y para arrancar las zarzas; segundo, instrumentos que son útiles tanto para propósitos del interior como del exterior, como son hachas y parecidos. Los instrumentos para cultivar la tierra simbolizan los sentidos humanos. Estos deberán usarse para el beneficio de nuestro prójimo, así como el arado se usa en la tierra. Las personas malas son como el suelo de la tierra, porque siempre están pensando de manera mundana. Ellos están desprovistos de compunción por sus pecados, porque piensan que nada es pecado. Son fríos en su amor a Dios, porque buscan nada más que su propia voluntad.
Son pesados y lentos cuando hay que hacer el bien, porque están ansiosos de reputación mundana. Es por eso que una buena persona deberá cultivarlos a través de sus sentidos externos, así como un buen agricultor cultiva la tierra con un arado. Primero, deberá cultivarlos con su boca, diciéndole cosas a ellos que son útiles para el alma e instruyéndolos sobre el camino a la vida; luego, haciendo las buenas obras que puede. Su prójimo puede formarse de esta manera con sus palabras y motivarse a hacer el bien. Luego, deberá cultivar a su prójimo por medio del resto de su cuerpo para que pueda rendir fruto.
Hace esto a través de sus ojos inocentes que no ven cosas no castas, para que su prójimo no casto también pueda aprender la modestia en todo su cuerpo. Deberá cultivarlo por medio de su oídos que no escuchen cosas inadecuadas así como por medio de sus pies que están prontos a hacer las obras de Dios. Yo, Dios, daré la lluvia de mi gracia al suelo así cultivado por medio del trabajo del agricultor y el trabajador se regocijará con el fruto de la tierra una vez estéril a medida que comienza a dar brotes.
Los instrumentos necesarios para las preparaciones internas, como el hacha y herramientas similares, significan una intención discernidora y el santo examen del trabajo de uno. Cualquier bien que haga una persona no debe hacerse por el bien de la reputación y alabanza humanas sino por amor a Dios y por el bien de la recompensa eterna. Es por esto que una persona deberá examinar cuidadosamente sus obras y, con esa intención y por cuál recompensa las ha realizado. Si descubre cualquier clase de orgullo en sus obras, que inmediatamente lo corte con el hacha de la discreción.
De esta manera, así como cultiva a su prójimo que está, por decirlo así, afuera de la casa, es decir, fuera de la compañía de mis amigos debido a sus malas obras, así también puede rendir fruto por sí mismo internamente a través del amor divino. Así como el trabajo de un agricultor pronto se reducirá a nada si no tiene instrumentos con los cuales reparar las cosas que se han descompuesto, así también, a menos que una persona examine sus obras con discernimiento y cómo puede aligerarse si está demasiado pesado o cómo puede mejorarse si ha fracasado, no alcanzará resultado alguno. Acordemente, uno debería trabajar eficazmente no solo afuera, sino debe de considerar atentamente por dentro cómo y con qué intención se hace el trabajo.
Deberán haber instrumentos vivos en la tercera casa para transportar a los vivos y a los muertos, como son los caballos y los asnos y otros animales. Estos instrumentos significan la verdadera confesión. Esto transporta tanto a los vivos como a los muertos. ¿Qué denota lo vivo sino el alma que ha sido creada por mi divinidad y vive para siempre? Esta alma cada día se acerca más y más a Dios a través de una verdadera confesión. Así como un animal se vuelve una bestia de carga más fuerte y más bella para contemplar entre más y mejor se alimenta, así también la confesión – entre más a menudo se usa y entre más cuidadosamente se hace tanto para los pecados menores como los mayores – transporta al alma cada vez más hacia delante y es tan agradable a Dios que guía al alma al mismísimo corazón de Dios. ¿Qué son las cosas muertas que son transportadas por la confesión sino las buenas obras que mueren por el pecado mortal? Las buenas obras que mueren por los pecados mortales están muertas a los ojos de Dios, porque nada bueno puede agradar a Dios a menos que primero se corrija el pecado, ya sea a través de una intención perfecta o con obras.
No es bueno combinar en el mismo recipiente las sustancias de aroma dulce con las que apestan. Si alguien mata sus buenas obras a través de los pecados mortales y hace una verdadera confesión de sus crímenes con la intención de mejorar y evitar el pecado en el futuro, sus buenas obras que anteriormente estaban muertas pueden cobrar vida nuevamente a través de la confesión y la virtud de la humildad y ganan mérito para la salvación eterna. Si él muere sin hacer una confesión, a pesar que sus buenas obras no pueden morir ni ser destruidas, no puede merecer la vida eterna debido al pecado mortal, aún así pueden merecer un castigo más liviano para él o pueden contribuir a la salvación de otros, siempre y cuando haya efectuado las buenas obras con una santa intención y para gloria de Dios. Sin embargo, si ha efectuado las obras por el bien de la gloria mundana y su propio beneficio, entonces sus obras morirán cuando el hacedor muera, ya que ha recibido su recompensa del mundo, a favor de lo cual trabajó.
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