Kitabı oku: «Elige solo el amor», sayfa 2
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Amor trino
Un mensaje del arcángel Rafael al unísono con el coro de los ángeles en presencia del arcángel Gabriel
I. Refugio de amor divino
Existe un refugio en la creación. Un refugio en el universo creado. Ese es el umbral de la esencia y la esencia misma. Es todo luz. Es belleza informe y multiforme. Es alegría incolora y a la vez plena de matices como si se tratara de una paleta de colores con la que se pinta un arco iris.
Ese refugio de luz, de belleza, de plenitud, de unión, es todo vida. De él surge la vida. En él se sostiene la existencia. Él da forma a los universos de universos creados y por crearse. Nada perturba la paz, el sosiego, la seguridad y el solaz de este refugio en el que la brisa perenne refresca todo lo que lo abarca. Toda creación es creada dentro del refugio. Todo proceso de infinitos procesos en unión perfecta de infinitos mundos es constelado dentro del seno de su poder y su gloria. Dentro del refugio toda seguridad es dada y no puede ser amenazada por nada ni nadie.
En este refugio vuelan libremente y para siempre las aves del cielo y resplandecen en toda su gloria los lirios del campo, cantan eternamente los ángeles y entonan sus himnos de alabanzas los espíritus humanos inmortales. Todo es un tintinar rítmico de belleza y melodía de canto y gratitud. Todo es luz.
En este refugio, en cuyo solaz todo existe y nada puede ser amenazado, las aguas danzan y las amatistas refulgen dando alegría a todo en todo. Una abeja crea la miel que endulza vida. Una oruga envuelta en su seda comienza a tejer una nueva tela que dará comienzo a una nueva vida. Todo vibra al compás de las armonías eternas en este refugio de amor divino donde toda palabra queda muda y el asombro y la reverencia reemplazan al lenguaje.
Silencio, expectación, asombro. Éxtasis de amor y verdad en este inefable lugar del universo donde el refugio se yergue como soberano de todo y lo envuelve todo en su paz.
Hijas e hijos del altísimo, de este modo intento describir lo indescriptible. Valiéndome de una mano que da forma a estas palabras del mismo modo en que un pintor da vida a un cuadro pincelando su obra. Sirviéndome de una mente y un corazón, que unidos en plenitud actúan como palestra y púlpito, desde el cual quiero revelarles una nueva dimensión del amor divino para el gozo de vuestras almas. De este modo, intento expresar en palabras la belleza inefable del refugio de amor divino que es la unión del inmaculado corazón de María y el sagrado corazón de Jesús, unidos en una totalidad como círculos concéntricos de luz y verdad. En la unión de ambos corazones reside la seguridad del corazón humano y de todo lo creado. En su unidad reside la fortaleza de Dios, todo su poder y toda su gloria.
II. Trinidad santa
Hijas e hijos de Dios, el corazón de María, el corazón de Jesús y el corazón humano unidos son una trinidad santa, dentro de la cual todo es creado y fuera de la cual nada existe que sea verdad. Este círculo de amor trino es un círculo de amor infinito que se extiende ilimitadamente hasta el amor de Dios el Padre haciéndose uno con él y con todo lo creado. En esta unidad reside toda la creación. En esta unidad todo es tal como Dios lo creó para ser. En esta unidad sois los co-creadores y co-redentores del universo. Permaneciendo en esta unidad es como permanecéis en la presencia del amor.
Hijas e hijos de la santidad, estas palabras están dirigidas de un corazón trino a un corazón trino. Del corazón de Dios el Padre, el hijo y el Espíritu Santo al corazón unido en santidad en la unión de los tres corazones. De la unión de ellos es de lo que he venido a hablaros hoy y siempre.
En la unión de los tres corazones reside la verdad de todo lo que es en verdad. En esta unidad reside la santidad de vuestro ser. En esta unidad sois la luz del mundo. En esta unión todos unidos creamos un nuevo cielo y una nueva tierra. A esta unidad retornamos cuando volvemos a la casa del Padre y en ella existimos en la eterna unidad que es creación perpetua, extensión de amor.
Siente la ternura del amor dentro de esta unidad del refugio. Hazte una con él. Fúndete en su luz. Deja que el yo desaparezca en el nosotros, en la totalidad. Vuela con el vuelo de tu ser hacia este refugio donde ya estás y donde la espaciosidad es de tal envergadura que nada puede limitarte. Nada escapa de la luz de este refugio de amor divino que todo lo abarca.
Siente la alegría de la unión. La beatitud del amor. Deja que cada fibra de tu ser se embeba en sus aguas cristalinas y se refresque con el viento que sopla desde la ternura de la paz. Comienza a recordar las memorias divinas. Recuerda todo el amor que en este refugio has experimentado. El abrazo de tu Padre creador. El gozo de la unión y la alegría inefable de crear lo bello, lo bueno, lo santo.
Un cántico de alegría comienza a oírse desde lo alto. Son los ángeles y vuestras creaciones santas que entonan un triludio de amor y gratitud al ser reconocidas por el amor de su creador. El movimiento de este canto crea un nuevo canto. De sus notas emerge una nueva creación. Al dar a luz una nueva creación, una nueva trinidad santa es creada. Ahora, tú te unes a tus creaciones y ellas a las suyas, y de ese modo creador, creado y creación se hacen nuevamente uno en una nueva tríada de creación eterna. Siempre tres. Siempre uno. Siempre trino.
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La cuna del pensamiento
Un mensaje del arcángel Rafael al unísono con el coro de los ángeles en presencia del arcángel Gabriel
I. ¿Dónde nacen los pensamientos?
A ver si puedes sumergirte en las memorias divinas. A ver si dejamos atrás todo lo aprendido en la experiencia humana para dejar de vivir en la limitación de una conciencia que concibe la realidad desde una perspectiva tan pequeña, que es como si se tratara de un minúsculo grano de arena que, aunque bello, perfecto y santo, es ínfimo en comparación a la totalidad del universo. Seguir concibiendo a ese granito de arena como la totalidad es algo que carece de razón, porque carece de sentido.
Expande tu consciencia. Dejemos atrás la mente pensante y comencemos a dejar que la consciencia se expanda abarcándolo todo. Comencemos a ver con los ojos del alma. Comencemos a conocer con esa parte del ser que está más allá de la mente pensante e informa al ser siendo aquello que informa y lo informado.
Dejemos todo juicio a un lado. No juzgues lo que oirás, ni lo que verás porque verás lo que ojo humano jamás vio y lo que ningún oído humano ha oído ni podrá oír jamás. Verás y oirás lo que nadie jamás podrá oír ni ver por ti, pues solo tú puedes ver lo que eres en verdad. Nadie podrá contártelo y tú no podrás contárselo jamás a nadie. No se puede compartir.
¿Dónde nacen los pensamientos? ¿Dónde habitan los pensamientos? ¿De dónde emanan? ¿Quién o qué cosa les da existencia? ¿Quién piensa lo que los pensamientos piensan? ¿Dónde reside la dulzura? ¿Dónde vive la vida? ¿Dónde mora el amor?
Todo pensamiento debe que tener un origen. Tiene que existir un lugar o un algo que bien puede ser llamado la cuna del pensamiento. Hacia allí es hacia donde iremos y de ese modo retornaremos a la conciencia de nuestro ser. Pues ese centro es lo que en verdad somos. Sigue la estela de pensamiento (no de su contenido sino de la energía del pensamiento) y deja atrás el cuerpo. No te aferres a la idea del cuerpo físico.
Comienza a sentir esa parte del universo desde donde fluyen los pensamientos. Siente la miríada de pensamientos fluir en profusión, yendo y viniendo de un lado a otro como si se tratara de una fuerza energética que brota desde un centro y se extiende hacia fuera de sí mismo, como si se tratara de un volcán desde cuyo núcleo, en el centro de la tierra, lanza su calor y su fuerza hacia el exterior sin que nada pueda detenerlo. Una explosión de vitalidad que emana del núcleo y se expande. Ese núcleo es un origen, un alfa.
¿Dónde nacen los pensamientos? Deja que tu memoria sea libre y permítele ir donde quiera ir. O mejor dicho deja que el recuerdo venga a ti por sí mismo. La memoria sabe quién la creó y dónde reside su valor. La memoria sabe dónde reside el amor y es allí, al refugio de amor divino, a dónde querrá ir por sí sola en busca de su refugio y su paz. Y dado que conoce el camino, puede habitar en la casa del Padre sin inconveniente alguno si la dejas en libertad.
II. La ventana de la consciencia
Hay un lugar en el universo desde donde emana todo pensamiento. Tiene que haberlo, pues la capacidad de crear pensamiento o la capacidad de pensar, lo cual no debe ser confundido con el acto de pensar, debe tener un origen, ya que el pensamiento es un efecto. Todo el que observa su pensamiento puede saber esto de modo simple, claro y sencillo. Todo pensamiento es un medio y nunca un fin. No puede ser un fin porque el pensamiento no es su propio origen. El pensamiento no se crea a sí mismo.
Es evidente que existe algo que antecede al pensamiento. Ese algo es precisamente de lo que estamos hablando. ¿Es ese algo, un lugar? ¿Es un solo lugar? ¿O hay un lugar para cada uno de vosotros? ¿Cuál es la razón de que cada uno tenga diferentes pensamientos? ¿Cada uno de vosotros sois una fuente en sí misma? ¿Fuente de vosotros mismos? ¿Fuente independiente e individual que crea para sí y por sí mismo sus propios pensamientos? ¿Los pensamientos que piensas que piensas los has pensado tú? ¿Sobre qué base los has concebido? En ese caso, si cada uno fuera un sistema cerrado en sí mismo, el cual crea su propio pensamiento de un modo en que no está unido a otros sistemas cerrados de pensamiento (el otro), ¿quién mantiene unidos a esos sistemas independientes? ¿De dónde obtiene cada sistema individual la energía vital a la que llamamos pensamiento? ¿Cada uno de vosotros sois un volcán independiente con un núcleo autónomo desde el cual se expande la energía de su centro hacia fuera de sí mismo?
Si reposas en la quietud y cierras los ojos por un instante y renuncias a juzgar, verás pasar enfrente de ti a una serie de pensamientos. Esto no es nada sorprendente. Es lo que es. Lo llamas observación. ¿Qué ha ocurrido? Simplemente que ciertos pensamientos han atravesado el marco de tu consciencia. Es decir que tu consciencia es como una ventana a través de la cual estás mirando. Todo lo que pasa a través de ella es visto. Lo que no transita frente a ella parece no existir.
Si la consciencia es como la ventana de una casa y tú estás encerrado dentro mirando hacia la ventana, entonces quiere decir que todo lo que observas que atraviesa el marco de esa ventana es algo parcial. No estás viendo la totalidad porque desde este lado de la ventana no puedes ver la totalidad de las relaciones que existen entre todo lo que es, y eso que atraviesa el marco de la ventana y que entonces puedes ver, es decir, percatarte. Estás tú. Está la casa. Esta esa ventana por la cual miras. Si te alejas más de la ventana, ves menos. Si te acercas ves más. Fuera de la casa, tras la ventana, surge un sinfín de pensamientos que se transforman en imágenes que dan forma a esos pensamientos, según crees tú. ¿Quién piensa esos pensamientos? ¿Qué relación existe entre tú y ese algo que piensa lo que piensa? ¿De dónde surgen esos pensamientos que pasan frente a la ventana que estás mirando?
III. Imaginación y pensamiento verdadero
Hijas e hijos de la pureza y la verdad, esos no son pensamientos. Cuando os sentáis solos dentro de la casa a contemplar por la ventana vuestros pensamientos y las imágenes que ellos forman, estáis sentados en la casa del sueño, soñando una vida. Imaginando que estáis pensando. Dando imágenes a todo. Creando imágenes de ensueño. Esos no son pensamientos, son imaginaciones que proceden del sueño. Del sueño del olvido, si bien son fruto de una actividad de la mente. Fuera de la casa está la vida. Fuera de la casa está la verdad acerca de ti, de vosotros y de todo. Dijimos que si os acercáis a la ventana podéis ver más. ¿Qué ocurriría si atravesarais la ventana y os aventurarais más allá de ella? ¿Cómo se vería la vida desde fuera de la casa?
Sal y gloríate en tu gloria y alcanzarás los anhelos de tu corazón. Es lo que en Mi diálogo con Jesús y María te exhortábamos a hacer. Salir de la casa del miedo es lo que te lleva a lanzarte al amor. Hija del amor, estás sentada dentro de una casa desde cuya ventana observas la vida sin involucrarte en ella y de este modo dejas que la vida se viva en ti en vez de estar viviéndola tú. Esto quiere decir que no estás pensando en nada en absoluto. Esto quiere decir que has renunciado a tu poder de crear.
La vida es pensamiento porque este es el medio a través del cual se crea todo lo que es creado. Si no piensas en nada dejas de crear. Si no creas dejas de ser quien eres, en el sentido en que dejas de expresar tu ser, y al dejar de expresar tu ser pierdes el conocimiento de lo que eres, ya que pierdes la consciencia de lo que eres en verdad y eso te genera una sensación de pequeñez, vulnerabilidad e in-apropiación que te hace sentir cada vez menos.
Ha llegado el tiempo de salir de la crisálida. Ha llegado el tiempo de recordar una vez más, y de este modo reconocer, que la cuna del pensamiento es el corazón de Dios. Que si retornamos y nos mantenemos dentro del refugio de amor divino que es Dios mismo, en la unión indivisa de los tres corazones, entonces todo pensamiento de Dios será pensado en nuestra mente y dejaremos para siempre la mirada limitada que surge de ver todo desde la perspectiva de lo que los sentidos del cuerpo nos quieren decir.
IV. Pensar y ser
Dejamos el cuerpo atrás. Lo abandonamos. Lo observamos con benevolencia y compasión. Empezamos a tomar distancia de la forma y comprendemos que la forma imita al contenido. Que todo pensamiento amoroso de Dios se expresa en una rosa, en un haz de luz, en el tintinar de las gotas de agua cristalina que salpican en un estanque donde las aves se bañan y detienen a beber. Comenzamos a ver desde más allá de la ventana.
Comenzamos a descubrir. Hemos salido de la casa del miedo. Nos aventuramos a lo desconocido. Comenzamos a descubrir que todo pensamiento verdadero es de Dios, pues él, y solo él, puede crear pensamiento. Hemos recordado. Hemos recordado donde reside la dulzura. Donde mora el amor. Donde reside la verdad. Y al recordar nos levantamos dulcemente, miramos frente a frente la ventana, la abrimos, la traspasamos y nos adentramos en la infinitud de la creación, para gozo de nuestras almas.
Ya no miramos la creación desde un lugar pasivo sin relacionarnos con ella ni con nadie. Ahora recordamos que la verdad nos es revelada en la relación de los tres corazones. Ya no perdemos el tiempo tratando de conocernos a nosotros mismo, a Dios y a la vida, del único modo en que jamás puede conocerse nada, buscando en la soledad.
Ahora somos el observador, lo observado y la relación que existe entre ambos. Somos el creador, lo creado y la relación que existe entre ambos, somos uno y trino. Ahora reconocemos con feliz asombro que lo que estaba sucediendo no era otra cosa que esto: nuestro ser estaba buscándose a sí mismo para conocerse. Se miraba en todas las cosas sin darse cuenta de que era en la relación directa con Dios, fuente de todas las cosas, cuna del pensamiento, el todo de todo, donde se conocería a sí mismo, pues todo conocimiento verdadero procede de la unión y relación.
Reconocemos que somos la cuna del pensamiento y también la relación entre la mente que piensa lo que piensa y el pensamiento pensado. Esa relación es la consciencia, pues es ella quien permite que exista la relación entre lo observado y el observante, entre lo pensado y quien piensa.
Ahora el ser que es hijo de la verdad, que es siempre verdad, dice jubilosamente: pienso como pienso porque soy el que soy. Soy la cuna de mi pensamiento. Soy el ser que piensa lo que piensa. Si soy uno con Dios mi pensamiento también será uno con él en razón del que soy. Si soy uno con el amor, mi pensamiento también será amor, en razón del que soy. Así, las hijas e hijos del altísimo reivindican su poder en la creación y retornan al refugio del amor reconociendo que ellos, y solo ellos, son la cuna de sus pensamientos del mismo modo en que Dios, y solo Dios, es la cuna de toda verdad.
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El origen de la creación
Un mensaje del arcángel Rafael al unísono con el coro de los ángeles en presencia del arcángel Gabriel
I. Preludio
Hijas e hijos del altísimo. Hoy hemos venido a hablaros acerca del origen de la creación.
Antes de desarrollar el tema que hemos venido a compartir, quisiéramos pediros que nos permitan pasar a solas un tiempo juntos. Un tiempo lleno de amor y verdad. Un tiempo que se transmite y experimenta de un corazón trino a un corazón trino. Os hablo en plural para que sepáis a ciencia cierta que somos muchos, muchos los que hemos venido y estamos aquí y ahora.
A ti que lees estas palabras, te digo: has de saber que un número incontable de seres celestiales te está rodeando en este mismo instante. Tantos que no puedes nombrarlos. El mismísimo Jesús de Nazaret, el Dios humanado, te está mirando con amorosa devoción. La madre del amor te está abrazando y absorbiendo en su corazón inmaculado dando calidez a tu corazón y a todo lo que eres. Los ángeles te rodean por todas partes y las sinfonías del cielo se reúnen en un coro de alabanza envolviendo todo tu ser y toda tu existencia. Las armonías del cielo inundan la tierra con su amor y misericordia por medio de esta manifestación que aquí y ahora se hace presente. Siente el batir de las alas de los serafines. Siente la dulzura del amor.
Tú que lees estas palabras, tú que has sido elegida en el designio por aquel que es tres veces santo para recibir y dar estas palabras en un acto de creación perfecta, has de saber que el cielo ha descendido hacia ti y desde esa unión es desde donde se realiza todo lo que en esta obra bendita se materializa por medio de los símbolos de estas palabras. Símbolos que son la manifestación creada en la forma de un diálogo entre tú y la creación. Entre tú y el cielo.
Eres tú quien les da vida a estas palabras. Hazte consciente de esta unión entre el cielo y tu ser, pues literalmente te estamos rodeando por todas partes y llenando todo tu ser, tu vida y tu existencia de amor infinito. De luz. De sosiego. De paz. Siente la ternura del amor. Siente la paz y el descanso que brotan de este refugio de amor divino en el que estamos juntos. Disfruta de este tiempo de unión mientras desarrollamos el tema de hoy. Siéntete abrazada por el amor pues el amor te está abrazando.
II. El ser como fuente
Toda creación tiene un origen. Comienza con algo. Tú mismo tienes un origen y tienes que haber comenzado por algo. Algo tiene que haberte antecedido. Esta verdad eterna está implícita incluso en la forma, la cual imita el contenido. Todo surge desde un algo o un alguien. Los cuerpos surgen de otros cuerpos. Las flores surgen de otras flores. Las ideas se concatenan unas tras otras dando vida a su contenido y creando así nuevas ideas. Nuevos umbrales de la mente.
La mente es un medio creativo. Es un medio, por medio del cual toda creación es creada. La creación es expresión literal de un algo a través de la mente y el corazón. La mente pensante no es fuente de creación, por más que parezca serlo. El corazón no es fuente de creación, por más que los sentimientos y emociones parezcan crear un estado emocional o clima.
En verdad tiene que haber algo que antecede a la mente y al corazón a la hora de crear y que se vale de ambos para su expresión. La consciencia tampoco es fuente de creación, ya que la consciencia es simplemente esa parte del ser que hace que te percates de lo que la mente y el corazón están manifestando, expresando. Es la ventana del ser por medio de la cual miras, y de este modo te conoces a ti misma. Podemos entonces argumentar que la voluntad y su libre albedrío son fuente de creación. Y que toda creación es el resultado de una voluntad creadora. Sin embargo, la voluntad y su libre albedrío, en el grado en que este sea, ya que puedes limitarlo, tampoco pueden ser fuente de creación ya que son medios y no fines. No se crea para la voluntad. Tampoco para la mente, ni para el corazón, ni para la consciencia.
Si toda creación tiene un origen, debe tener un fin. No en el sentido de un final sino en el sentido de un propósito. La mente, el corazón, la consciencia, la voluntad, el libre albedrío no pueden ser el fin de la creación, no pueden ser su propósito.
¿Qué sentido tendría crear toda la creación con el solo fin de dar existencia consciente a la mente, el corazón, la voluntad, el libre albedrío y la consciencia misma? ¿Puedes con tu mente pensante crear una estrella? ¿Puedes con tu voluntad humana crear un sol? ¿Puedes hacer que las montañas cambien de lugar y se planten en el océano por medio de tus sentimientos y emociones? ¿Cuántas veces deseas que algo sea de un determinado modo y sin embargo es de otro modo? Es lo que es.