Kitabı oku: «Elige solo el amor», sayfa 3
III. El ser unificado
Hijos a hijas de la pureza, la mente pensante y no pensante, es decir, la imaginación, la memoria y la capacidad de pensar junto con el corazón que siente y se expresa en sentimientos y emociones, la voluntad, el libre albedrío y la capacidad de ser conscientes (consciencia) son simplemente facultades del alma. Así como un cuerpo físico tiene pies para caminar y boca para hablar y muchas otras partes que tienen una función, del mismo modo ocurren con el alma.
No confundáis las potencias del alma con el alma en sí. Las potencias del alma son eso, potencias. Y, por ende, no son nada en acto en sí mismas. Son solo en potencias. Son los medios que permiten la expresión de la potencialidad del alma en la forma. Toda potencialidad del alma es manifestada por medio de sus potencias haciéndose acto. La creación es el acto surgido de una potencialidad por medio de las potencias.
Ahora reemplazamos la palabra alma por la palabra Ser. Usamos la mayúscula en este caso para distinguir por última vez al ser del Ser. Al viejo ser que era una falsa identidad o imagen falsa de ti misma por el verdadero Ser creado por Dios para ser tal como Dios te creó para ser. Ya no es necesario hacer esta distinción entre ser y Ser ya que toda hermana y hermano en Cristo que haya llegado hasta aquí ya ha pasado por el proceso de deshacimiento del ego, y ya no es más el viejo ser que un día fue.
El hombre o la mujer vieja quedaron atrás para siempre y ya han sido abandonados. Ahora sois uno. Un nuevo ser. El verdadero ser que Dios creó a su semejanza. Ahora sois una sola alma. Un solo ser. Un solo corazón. Somos uno con todo lo que somos y con todo lo que es. En efecto, este nuevo ser que eres es lo que aún te genera cierta incomodidad, inquietud e impaciencia. Pues un viejo ser ha desaparecido para siempre, y con ello todo un mundo, regresando al polvo desde el cual había surgido y un nuevo Ser ha comenzado a resplandecer como la luz del mundo. Poco a poco irás acostumbrándote más y más a tu gloria y a tu poder. A la magnificencia del ser que eres en verdad. Para facilitar esto es que no haremos más distinciones entre el ser y el Ser. Ahora hablamos del único ser verdadero. Hablamos de ti, de mí y de todos.
El ser es la fuente de la creación. Es su origen y su fin. La creación no es otra cosa que la potencialidad del espíritu manifestada en la forma. El ser se expresa en razón de ser el que es. Todo ser se expresa y no puede dejar de expresarse. Esa expresión del ser es lo que llamamos creación. Por ende, el origen de la creación es el ser, el espíritu. ¿Pero de qué ser estamos hablando? Del único ser verdadero. Del amor.
El amor es el ser que es origen de la creación. Nada puede ser creado sin el amor, porque fuera del amor no existe nada. El ser amor que es Dios, y procede de Dios como extensión de sí mismo, es lo único en el universo que posee dentro de sí el potencial y el poder creativo verdadero. Núcleo de poder este que reside en todo espíritu por la sola razón de ser. De tal manera que la sola existencia del ser hace que la creación se extienda. No se puede abolir el poder de extensión de la creación porque es con-natural al ser.
IV. Amor y creación
El amor es el origen de la creación porque solo el amor es. El poder de ser causa y efecto que es propio del amor es el poder que hace que todo lo que se pueda crear sea creado. El poder que reside en el amor es el que activa la voluntad para que la potencialidad pase a ser acto, y de ese modo sea manifestado el amor. Sea extendido. El origen de la creación reside en la naturaleza misma del impulso irrefrenable del amor a extenderse a sí mismo para ser conocido. Esa fuerza que creó todo el universo reside en ti. Hay un núcleo dentro de ti que está unido al divino, el cual empuja a vuestro espíritu y lo espolea para que se extienda. Para que salga de la crisálida y comience a volar.
Hijas e hijos de la luz, comprendedlo llanamente. Expresar amor es crear. Expresar amor es ser tal como Dios os creó para ser. Expresar amor es expresarse a vosotros mismos en verdad. Solo los sentimientos compasivos y los pensamientos amorosos son la verdad acerca de vosotros. Solo las memorias felices. Solo las imágenes de belleza y armonía. Solo las miradas limpias. Solo la pureza de vuestros corazones. Solo la alegría de ser. Solo las palabras santas son la verdad acerca de vosotros.
Abrazad el amor dentro de vosotros. Reuníos con el amor que vive en vosotros. Sentid la ternura del amor. Permaneced allí donde mora el amor y dejad que el amor se exprese por sí mismo por medio de sus potencias. El amor, y solo el amor, salvará al mundo, pero no el amor tal como ha sido concebido de modo tergiversado por siglos, sino el único y verdadero amor. El amor que sois en verdad. Vuestro ser.
Todo lo amoroso en vosotros es lo que hoy comenzará a expandirse.
Este es un llamado a la voluntad y a todas vuestras potencias. Este es un llamado a permitir la explosión del poder del amor que sois. Tú que lees estas palabras ya estás lista para dejar que el amor que sois se manifieste, no lo ahogues más. Mira que las alas del espíritu de Dios espolean a tu ser y lo empujan a extender más amor eternamente y de ese modo seguir creando desde tu ser.
Hermanas y hermanos en la luz, permaneced en la presencia del amor que vive en la unión indivisa de los tres corazones ahora y siempre. Y de ese modo salvareis al mundo y creareis nuevos universos de infinitos universos cuyo fundamento será la paz y gozaréis eternamente del juego del amor hermoso, el juego de crear tal como Dios crea. Es decir, de crear un nuevo amor desde el amor, con amor y para el amor. No intentéis amar a vuestro modo. Más bien dejad que el amor que sois se exprese a sí mismo permaneciendo ahora y siempre en la presencia del amor.
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La llamada del amor
Un mensaje del arcángel Rafael al unísono con el coro de los ángeles en presencia del arcángel Gabriel
I. La oración como unión
¡Hijas e hijos de la luz que no menguará jamás! En esta oportunidad hemos venido como luz que ilumina a todo hombre y a toda mujer. Como hijos de la luz que somos en perfecta igualdad de amor con vosotros, que sois la luz del mundo cuando permanecéis en la presencia del amor. No hemos venido a criticar ni a deciros cosas que nosotros sabemos y vosotros no. No, eso es imposible. Venimos como hermanos en Cristo. Desde todos los universos creados, desde la creación perfecta del Padre de la creación, para morar con vosotros por amor.
El mundo está cansado de críticas y de maestros. Este cansancio debe deciros algo. Dejaos llevar por ese cansancio. Abrazad ese hastío que siente el alma, el cual procede de un genuino cansancio con respecto a todo lo que viene de una sabiduría externa a vosotros mismos, que pretende deciros lo que sois y cómo debéis actuar. Como si alguien externo a ti pudiera conocer más que tú quién eres, qué sientes, qué debes sentir y cómo obrar en relación con lo que solo tú eres. Nada de eso procede de Cristo en estos tiempos del corazón inmaculado de María, unido en perfecta unidad con el sagrado Corazón de Jesús y ambos unidos a vuestros corazones haciéndose un solo corazón, una sola alma, un solo Dios, una sola voluntad santa. A esta unión, que hemos llamado la unión de los tres corazones, nos referimos una y otra vez para no olvidar nuestra fuente y nuestro fin, nuestro alfa y nuestra omega.
Hoy hemos venido nuevamente a hablarte a ti. De corazón a corazón. Estas palabras son escritas para ti, por amor. Hemos venido a decirte que escuches la llamada del amor y te regocijes en ella. Esta es una llamada urgente a vivir y ser la presencia del amor. Esta llamada te invita a ti y a todo el universo a vivir en oración constante. La oración debe ser tu vida.
La oración ha de ser tu modo de ser para que puedas pasar del estado de amar o ser amado al estado de ser la presencia del amor. Del estado de orar al estado de unión que es la oración verdadera. En Mi diálogo con Jesús y María hemos dicho que la oración es la vida del alma. Ahora decimos que la oración es el néctar que hace que el alma sea alma. Es su esencia. La oración es unión, es la decisión deliberada de unirte a nosotros que somos Cristo uniéndote al Cristo en ti.
La unión divina es oración verdadera. Esto quiere decir que la verdadera oración solo puede proceder del estado de unidad y, por ende, del amor. Es un diálogo entre tú y tu Dios. Entre tú y tu ser. Es la relación directa entre tú y todo lo que eres en verdad. En esa unión con todos tus sentimientos, pensamientos, sensaciones, creencias, ideas, memorias, deseos y más. En esa unión amorosa en la que abrazas todo lo que eres y de ese modo abrazas todo lo que son tus hermanas y hermanos en verdad, de ese modo permaneces en oración constante. Esto no supone palabras, ni pensamientos, ni esfuerzo de ninguna especie, aunque pueda incluirlo. Esta unión supone simplemente el deseo de permanecer en la unidad.
II. La sanación de la memoria
La oración no es solamente el vehículo de los milagros, sino también la gran sanadora de la memoria. Existe una relación directa entre la oración y la memoria espiritual. Esa parte de ti que conoce a Dios pero lo ha olvidado deliberadamente puede realizar una reversión serena y comenzar a olvidar el olvido, salir de la amnesia en que ha sido envuelta la mente y permitir que la memoria traiga el recuerdo glorioso de quién eres en verdad.
La memoria puede traerte al presente las memorias divinas. De este modo despiertas del sueño del olvido y permaneces dentro de la llamada del amor. Recordando quién eres en verdad. Recordando el amor que eres en verdad. Recordando que no estás sola ni un solo instante de tu existencia. Rememorando la unión con nosotros y permitiéndonos tener una relación sensible contigo a cada instante de tu vida. Asumiendo jubilosamente la responsabilidad que emana de saber a ciencia cierta que todos estamos unidos por un hilo invisible que hace que seamos uno con todo. Un cordón umbilical que nos une a todos con nuestra divinidad y entre nosotros. Ese hilo invisible puede hacer fluir desde nosotros hacia todo y todos lo bello, lo sano, lo bueno y lo santo, o interrumpir su dación cortando u obstruyendo el cordón.
Los que reciben amorosamente estas palabras ya no son los que han intentado cortar el cordón umbilical de la vida y separase de Dios y de todos. Son los hijos de la resurrección y, por ende, no existe ya necesidad de pensar en la pavorosa realidad de un niño en el vientre de su madre sin el flujo de vida que fluye por medio del cordón umbilical que le da vida en abundancia. No es necesario pensar ya en nada de aquello que un día causó tanto dolor, puesto que ahora sois los hijos de la resurrección.
Esta es la llamada del amor. Es la llamada a recordar única y exclusivamente el amor que habéis recibido y dado. A recordar únicamente historias felices. Y de ese modo dejar que la memoria sea iluminada por la luz que brilla en todo lugar. La luz del Cristo viviente. Así es como nos unimos en la alegría del ser y salimos de ese estado degenerativo que era el miedo. Lo soltamos para siempre decidiendo deliberadamente olvidar toda ofensa recibida, todo dolor experimentado, todo pecado percibido, dejando que retornen a nuestra mente iluminada los recuerdos divinos y permitiendo que el milagro sane la memoria. De este modo la memoria será oración perfecta nacida y desarrollada en la unión, en la alegría. En la confianza filial de saber que en la unión con nuestro ser reside toda verdad acerca de lo que somos, toda belleza imaginada e inimaginable.
En esta unión con todo lo que somos en verdad nos unimos a la totalidad y experimentamos en forma perpetua la alegría de vivir y de ser quienes somos. No juzgamos nada. Solo somos la presencia del amor y de ese modo respondemos a la llamada a la unión que es la llamada del amor. Ahora y siempre.
III. Unión y creación
Este es el camino de la creación porque la oración es creación, ya que es unión y solo la unión crea. Solo desde un estado de amor, solo desde un estado de unidad puedes unirte en oración. Dicho de otro modo, la oración que no procede de la unión es una plegaria que surge del miedo emanado de la separación y eso no es oración en absoluto.
¡Hijas e hijos de la luz que brilla en todo lugar! Habéis de recordar que crear una nueva realidad para vuestra existencia aquí, ahora y para todo el mundo es posible y, además, necesario. Esa es la razón de la urgencia de la llamada del amor. Es una urgencia amorosa de crear una nueva experiencia basada en el amor perfecto para ti y para el mundo entero. Esto es crear un nuevo cielo y una nueva tierra. Creación esta que surge de la oración que es unión, diálogo incesante, aceptación amorosa de todo lo que es en Cristo nuestro ser.
De la aceptación incondicional en el amor de todo lo que estás siendo a cada instante de tu existencia surgirá una nueva realidad basada en la belleza de lo que eres en verdad, basada en lo perfecto, lo sano, lo santo. En fin, basada en el amor que eres. De este modo verás surgir ante ti una transformación amorosa que dejará a tu alma llena de paz y de felicidad. Amados hijos de Dios, esto sí que funcionará y los milagros inundarán la tierra con su luz y benevolencia. Orad, orad, orad. Aceptad todo lo que sois en amor y verdad. Abrazad todo lo que surja dentro del amor que sois y veréis nacer un nuevo cielo y una nueva tierra. Veréis el sol que es el amor y cantaréis jubilosamente un himno de alegría y gratitud que no terminará jamás.
Bendita seas tú, alma enamorada, que has respondido a la llamada del amor.
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Una luz en las tinieblas
Un mensaje del arcángel Rafael al unísono con el coro de los ángeles en presencia del arcángel Gabriel
I. Unidos en una cadena de luz
¡Amadas hijas e hijos de Dios! Gracias por permitirnos morar entre vosotros, que sois la luz del mundo cuando permanecéis en la presencia del amor. Gracias por escuchar nuestra voz que es la voz de los muchos que, desde el reino del amor que es Dios, hemos venido a pasar juntos este tiempo de sabiduría y amor con vosotros. Hoy hemos venido a hablaros acerca de la verdadera unión. Para que el discernimiento que somos brille en el mundo entero por medio de la mente una que somos en verdad. Somos una sola mente. Somos un solo corazón. Unidos somos el cielo del mundo. Somos el Cristo viviente.
Gracias por responder a la llamada del amor. Gracias por vuestra voluntad deliberada de recordar lo santo, lo bello, lo perfecto y de ese modo permitir que las memorias divinas iluminen vuestras mentes y al mundo entero. Los beneficios de estos diálogos son inconmensurables. Toda mente se beneficia de ellos, pues por este medio la luz que brilla en todo lugar resplandece en vuestra mente y refleja un destello de luz que es visto por todas las mentes de todos los tiempos y lugares e incluso por las mentes que no están en el tiempo. De este modo, vuestra mente iluminada actúa como un faro de luz que en medio de las tinieblas señala el camino de regreso al hogar.
Tú, que has llegado a las orillas del reino y has dejado atrás para siempre el mar encrespado, ahora eres como un faro de luz. Faro que guía las barcas que navegan en la noche. No podemos dar un solo paso más. No podemos porque ya no es necesario hacerlo. No es necesario ir a ningún lado.
Ahora somos la presencia del amor. Somos faro que ilumina. Ahora es el tiempo de guiar con nuestra luz a los que con nosotros entrarán en las profundidades de las moradas interiores del corazón de Dios. Las moradas de la luz.
Desde ahora y hasta el final de los tiempos nuestra luz atraerá a otros como si se tratara de una bella melodía que poco a poco va siendo recordada y seguida por otros a causa de su belleza y armonía. Nuestras melodías serán melodías de luz. Cantos de amor. Resplandeciendo gozamos en la alegría de servir a la causa y el efecto del amor.
De esta manera guiamos tal como nosotros hemos sido guiados hasta aquí por los muchos que en amor y verdad nos han ayudado. Ahora somos como un faro de luz que no hace nada, no va a ningún lado, simplemente brilla en medio de la oscuridad. Simplemente extiende su luz permaneciendo inmóvil, soberano. Siendo la presencia de la luz. La presencia del amor.
¡Hijas e hijos de la luz eterna! Debéis tener presente que todos formamos parte de una cadena de expiación, que es amor perfecto. Guiando y siendo guiados como uno. Dando y recibiendo como uno. Guiados ya no por una fuente externa sino por la luz que brilla en todo lugar. Guiados por la sabiduría que procede de la plenitud del corazón. Es decir, de una mente y un corazón unidos en la plenitud del amor. Unidos en esta unión de luz que brilla en las tinieblas nos hacemos conscientes de la unidad que somos en verdad.
Dejamos que la sabiduría de Dios sea la fuente de nuestro saber y obrar. Ahora encontramos nuestra guía en la sabiduría del corazón. Y reconocemos que somos el guiado y el guía. Guiamos a medida que somos guiados. Dar y recibir son uno y lo mismo. Causa y efecto son uno. Guiar y ser guiados son uno.
II. Aceptación y unidad
¡Hijas e hijos de la luz que brilla en las tinieblas! Faros de amor. Una vez más queremos recordaros lo que ya sabéis. No podéis recordar quienes sois en verdad y vivir en armonía con esta verdad si no reconocéis y aceptáis que sois el guiado y el que guía. Sois el faro, la luz que ilumina a todo hombre y el iluminado. Esto es lo mismo que decir: unir es amar y amar es unir. Permanecer en la presencia del amor es permanecer en la unidad.
Sois una unidad. No puede ser de otro modo, ya que lo que no está unido no puede permanecer. Todo reino dividido sucumbe. Por ende, vuestro ser sucumbiría si no estuviera unido en una unidad que es integridad del ser. A ti que escuchas nuestra voz, que es la voz del amor, la de tu verdadera consciencia que es la consciencia de Cristo. A ti te recordamos que eres un ser íntegro. Eres el yo soy de Dios. Eres la belleza indivisa. Imagínate a la belleza dividida, es decir, sin ser una unidad. ¿Sería posible algo así? Es evidente que no. Lo mismo ocurre con el ser.
No puede existir tal cosa como un ser fragmentado. Un ser desintegrado. No puede existir la separación de ninguna manera. Solo puede existir la unidad. Ser un ser desintegrado o fragmentado es ser menos que la totalidad del ser. Un ser que es menos ser es algo inconcebible. O eres o no eres en absoluto. No existen grados de ser. Del mismo modo en que no existen grados de verdad ni grados de amor. Es verdad o no es verdad en absoluto. Es amor o no es amor en absoluto.
Eres tu ser verdadero o no eres nada. Si no vivís en la verdad de lo que sois en verdad no podréis iluminar al mundo. Si no aceptáis vuestra santidad como la verdad de lo que sois y de lo que todo es, entonces no podréis ser felices. Si no aceptáis serenamente que cada uno de vosotros sois los creadores de vuestra propia experiencia no vivís en la verdad que es siempre verdad.
¡Hermanas y hermanos en Cristo! Aceptar la verdad acerca de vosotros es aceptar todo lo que sois aquí, ahora y siempre, incluyendo vuestras circunstancias. Esto incluye, desde luego, el aceptar amorosamente todo lo que son vuestras hermanas y hermanos en Cristo. Y todo lo que es cualquier cosa o circunstancia que este siendo en cada momento de la existencia. Esto significa abrazar todo lo que surge en tu interior haciéndote una con todo. Y también significa que todo lo que percibes como externo a ti debe ser abrazado por el amor que eres. Esto era imposible hacerlo por completo antes de este tiempo en que el ego se ha ido.
Ahora vivimos un nuevo tiempo. Somos un nuevo ser. Por lo tanto, desde este instante, todo lo que se acerque a vosotros no será otra cosa que barcas que vienen navegando entre las tinieblas, acercándose para reunirse con la presencia del amor. Ya no son los viejos fantasmas que asustaban al hijo de Dios cuando estaba identificado con el ego. Eso ya pasó y no volverá jamás.
Desde ahora en adelante los que se encuentran allí afuera y vienen a ti (y esto incluye toda circunstancia que atraes hacia ti misma) no son otra cosa que esa parte de tu ser que habías separado de ti. Y dado que ahora responderás con amor donde antes respondías con miedo, esa parte de ti que se había perdido y ahora regresa se hace una contigo, y de ese modo retorna a tu consciencia la plenitud del amor que eres.
Desde ahora y para siempre vive la vida con los brazos bien abiertos y abraza todo lo que surja. Ama lo que eres y tus circunstancias. Ama lo que es tu hermano y sus circunstancias. Ama todas las cosas por lo que son en verdad. Deja que venga todo lo que venga. Deja que se vaya todo lo que se vaya. Y recuerda que eres simplemente un faro de luz. Eres la luz del mundo. Eres una luz en las tinieblas.
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