Kitabı oku: «Ambiente de aprendizaje», sayfa 3

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Capítulo 2
Escuelas que sienten: el ambiente emocional

“Estaba claro que yo no podría ser uno de esos profesores determinados, que dejan pasar toda pregunta, pedido, queja, para continuar su bien planificada clase. Eso me habría recordado aquella escuela de Limerick donde la lección era reina y nosotros no éramos nada”.

Frank McCourt


Arquímedes, un físico, matemático e inventor griego que vivió dos siglos antes de Cristo, estaba preocupado por resolver un problema acerca de la autenticidad de los materiales con que había sido hecha la corona del rey. Debía comprobar que fuera completamente de oro, es decir que necesitaba determinar el volumen de este objeto con forma irregular para encontrar su densidad, pero sin dañarla. Era un problema que realmente lo perturbaba; por lo tanto, le ocupaba el pensamiento todo el día. Al introducirse en una bañera llena para bañarse y observar cómo su propio cuerpo desplazaba su volumen de agua, entendió que tenía en manos el inicio de la solución de su problema. La historia cuenta que, tanto se emocionó, que olvidó envolverse en la toalla y salió corriendo mientras gritaba “¡Eureka, eureka!”, que significa: “Lo he encontrado”.Aunque es imposible determinar la veracidad total de esta historia, el “Principio de Arquímedes” nos sirve para solucionar infinidad de problemas físicos prácticos y, a los fines de este capítulo, para buscar que el aprendizaje emocione de tal manera que podamos gritar “¡Eureka!”.

¿Emociones en la escuela?

Es difícil entender que un componente tan humano y natural como es la emoción haya estado fuera de la ecuación educativa por siglos.

Hemos sido dotados de terminaciones nerviosas en el cuerpo que captan al instante un objeto cortante, o algo caliente o frío, de la misma manera que tenemos un sistema nervioso que nos permite percibir el peligro, el amor, o una curiosidad. Sin embargo, el estudio de la educación formal a lo largo de la historia muestra que las emociones quedaban del lado externo de los muros escolares. O más bien, las emociones positivas no eran comunes, porque predominaban otras emociones: el miedo, la vergüenza, el enojo, la desconfianza y la culpa. Si existían emociones positivas, esas aparecían de cuando en cuando, en algún recreo. No estaban asociadas en forma primaria al salón de clases.

El interés por las emociones en la educación forma parte de la conciencia social, que ha llegado por medio de las contribuciones de la Psicología humanista, con Carl Rogers, Abraham Maslow y Eric Fromm, entre otros. No es lo mismo hablar de influencia social que enfatizar el impacto de las emociones; sin embargo, cuando se trata de comprender los lazos sociales y su efecto, las emociones están implicadas. De allí que se considere como inicio de la educación emocional a los aportes mencionados.

“Las cenizas de Ángela” es la película basada en la autobiografía de Frank McCourt, autor del párrafo que encabeza este capítulo. En ella, además de mostrar la dura vida de la infancia a comienzos del siglo XX, se dejan ver numerosas escenas escolares donde las emociones predominantes son el miedo y la vergüenza. Y también había tristeza, pero estaba prohibido expresarla en esos ámbitos.

John Dewey también entendió que las emociones aportan al aprendizaje y esto se percibe en su filosofía educativa. Más adelante, al descubrir el legado de Lev Vygotsky, se amplió la mirada hacia un aprendizaje mediado por otros, y se reconoce la interrelación entre los procesos afectivos y los cognitivos. Otros educadores y filósofos, como Bruner, Freire, Habermas y Kemis, entienden que la forma de aprender es por medio de lazos sociales y, por lo tanto, el proceso de enseñanza y aprendizaje en las aulas debe ser cooperativo, antes que competitivo e individual (Bona, 2017b). Mucho más recientemente encontramos una explicación diversa de la inteligencia que elaboró Howard Gardner al proponer las Inteligencias Múltiples, que toma en cuenta la inteligencia intrapersonal y la interpersonal, que involucran aspectos emocionales. La teoría de la Inteligencia Emocional de Salovey y Sluyter, que fue dada a conocer por Daniel Goleman, produjo en un primer momento cierto escepticismo, pero hoy es ampliamente aceptada y requerida como una habilidad esencial de trabajo. Otros aportes como el de Seligman y Csikszentmihalyi con la Psicología Positiva, y la propuesta de Educación Emocional de Bisquerra, permiten construir una base sólida para estudiar la relación de las emociones y el aprendizaje. Por supuesto, las investigaciones que la neurociencia ha realizado y sigue llevando a cabo al respecto ofrecen el sustento biológico a esta relación que apenas lleva unos años de intentar comprenderse en la educación (Williams, 2014).


Actividad 1: En parejaBusca un compañero para dialogar y escribe tu respuesta:¿Con cuál de las tres emociones graficadas en la figura 1 te identificas mejor en tu trayecto estudiantil por la educación primaria, secundaria y superior? ¿Por qué?


Figura 1- Alegría, fastidio, indiferencia

¿Qué son las emociones?

Son estados internos, algo que ocurre en nuestra mente, que generalmente tiene manifestaciones externas. La Real Academia Española define una emoción como “una alteración del ánimo, intensa o pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática”. Es decir que, cuando ocurre alguna emoción, casi siempre hay señales externas que muestran lo que la persona está sintiendo. Si bien hay personas que tienen la habilidad de ocultar de alguna manera la emoción, alguien experimentado en la observación de señales emocionales logrará captar, aunque sea, algunas mínimas señales.

Ekman (citado en Williams, 2014) describe a las emociones con tres componentes:

 La experiencia cognitiva o estado mental particular, que es la manera de percibir lo que nos está pasando (por ejemplo: me siento triste porque… o, estoy furioso porque…).

 La expresión somática, el cambio fisiológico (por ejemplo, dolor de estómago, piel de “gallina”, tener “un nudo en la garganta”).

 La conducta manifiesta o el impulso a la acción (por ejemplo, salir corriendo ante un ruido, o bloquearse/paralizarse ante una serpiente, gritar o llorar al experimentar un choque de autos).


“Para mi próximo truco, necesito que me beses y haré aparecer mágicamente mariposas en tu estómago” Pablo Neruda.

Si analizamos nuestras conductas cotidianas, podremos observar la diversidad de emociones que se manifiestan en las acciones y que son muy cambiantes. Leyendo la Biblia, una mañana, el texto puede traernos alegría y seguridad, y al siguiente momento, suena el teléfono que nos recuerda un impuesto no pago, lo cual genera fastidio. El gato ronronea mientras buscamos los documentos que hay que pagar y nos provoca ternura. El gato empuja un objeto que cae de la mesa y nos asusta. Y así vamos transitando por emociones a lo largo del día. Se disparan rápidamente; algunas duran unos segundos nada más, como cuando creemos que se nos va a caer de las manos un objeto de cristal y se dispara una reacción de escalofrío y una rápida respuesta para sostener con todo el cuerpo dicho objeto. Al instante siguiente, sentimos alivio porque solamente fue un susto.

Muchas emociones serán el ancla por el cual retendremos información más adelante y nos ayudarán a recordar momentos, porque las emociones sostienen los procesos cognitivos. La neurociencia ha demostrado que la memoria, el razonamiento lógico, la atención y la toma de decisiones están fuertemente ligados con los procesos emocionales.

¿Por qué es necesario que un educador tenga clara la importancia de las emociones? Porque sabrá cuáles provocar para sostener la atención de sus estudiantes sobre lo que quiere enseñar y, especialmente, diseñará ambientes positivos y significativos para que el aprendizaje ocurra y permanezca.

Amanda Galli (2014) define a los ambientes educacionales como un conjunto de condiciones y sentimientos que perciben y experimentan los estudiantes en un determinado contexto institucional; y lo que perciben siempre será subjetivo. ¿Por qué es tan subjetivo el tema que nos convoca en este libro? Porque está muy relacionado con las emociones que producen el entorno físico, las relaciones interpersonales, el estilo de comunicación dominante, los acuerdos y reglas de convivencia, las presiones, premios, castigos y factores estresantes.

Immordino-Yang y Damasio (2007) creen que cuanto mejor comprendan los docentes la relación que existe entre emoción y cognición, mejores condiciones tendrán para crear ambientes de aprendizaje favorables. Las emociones son la base de un aprendizaje duradero, son las que sostienen, movilizan y sincronizan la actividad cerebral.

Los animales también tienen emociones. Pueden experimentar angustia, enojo, alegría, miedo. Pero los humanos somos capaces de reconocer las emociones que sentimos, podemos aceptarlas y controlarlas. El ser humano es capaz de autorregular las emociones y eso se aprende. Eso nos diferencia claramente de los animales. Sentir ira (enojo) es una emoción que surge naturalmente ante algunas circunstancias. El control del enojo sería una característica posible para un ser humano. Eso nos diferencia de los animales.

La figura 2 muestra un estereotipo de percepción que solemos tener de cómo los perros y los gatos manifiestan sus emociones. Es una exageración para lograr humor, ya que los gatos, por muy inexpresivos que parezcan, dan señales de sus emociones. También hay personas que son más demostrativas o menos expresivas de sus emociones. En un aula podemos tener estudiantes tipo “perro” y tipo “gato”.

Figura 2 – Tristeza, satisfacción, enojo y alegría en un perro y un gato


Clasificación de las emociones

Existe un consenso en clasificar las emociones como primarias y secundarias. En la tabla 1 aparecen enlistadas y caracterizadas. Ya sean primarias o secundarias, la principal función de ellas es reflejar el significado de lo que nos va sucediendo, e incluso, ayudarnos a mantenernos con vida y en un estado de bienestar y equilibrio. Razones suficientes para que los docentes pensemos cómo favorecer las emociones que enlazarán los aprendizajes y los harán permanentes.

El propósito de analizar las emociones es comprender que todas forman parte de nuestra vida y, por lo tanto, están involucradas en el aprendizaje. Recordamos mayormente lo que asociamos con una emoción fuerte o significativa. Eso no quiere decir que cada vez que intentemos enseñar algo debamos provocar emociones arrebatadoras de alegría incontrolable, o un susto o sorpresa proverbiales. Tomar en cuenta las emociones es diseñar un ambiente de aprendizaje agradable, positivo, que incluso persista cuando tenemos que enseñar un tema complejo o evaluar. Y eso sucede cuando hemos creado un clima de confianza, en el cual los estudiantes se sientan seguros aun cuando tengan que esforzarse y no todos los esfuerzos rindan logros óptimos.

Tabla 1 - Emociones primarias y secundarias


Emociones primariasEmociones secundarias
Ira, tristeza, miedo, disgusto, placer, sorpresa.Empatía, compasión, vergüenza, culpa, orgullo, envidia, desilusión, celos, desprecio, entre otras.
Son universales.Son respuestas emocionales aprendidas que se desarrollan a lo largo de la vida y varían de acuerdo al entorno socio-histórico.
No se enseñan. Las traemos al nacer y las experimentamos naturalmente.Ejemplo: Todos los bebés se asustan, abren sus ojos y agitan sus bracitos ante un ruido violento.Se aprenden. Hay procesos culturales en juego.Ejemplo: No todos sentimos vergüenza por los mismos motivos. En algunas culturas es vergonzoso mostrar los pies.
Las expresiones faciales son reconocidas en cualquier lugar del mundo.Se pueden reconocer en expresiones faciales, pero pueden variar de una cultura a la otra.
Son indispensables para la supervivencia.Determinan, en gran medida, la forma de relacionarnos con los demás.


Actividad 2: IdentificaDavid dejó un rastro de sus emociones y sentimientos en lo que hoy conocemos como los Salmos (RV60). Identifica algunas emociones primarias y secundarias en los siguientes versículos.Se alegró por tanto mi corazón y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente (16: 9).Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano. Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado (32: 3-5).¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca (119: 103).¿No odio, oh Jehová, a los que te aborrecen, y me enardezco contra tus enemigos? Los aborrezco por completo. Los tengo por enemigos (139: 21, 22).

Evaluación y ambiente de aprendizaje

¿Por qué suele cambiar el ambiente de aprendizaje cuando tomamos los necesarios exámenes? ¿Por qué, si las clases promueven un ambiente positivo, rico y motivador tienen que mutar a un ambiente tenso y de ansiedad cuando los estudiantes son evaluados?

Ariana es profesora. Se ha hecho estas preguntas y a ha buscado la manera de moldear las experiencias de evaluación para que se conserve el ambiente de aprendizaje positivo como en cualquier otra clase. Aquí, algunas de sus ideas:

 A lo largo de las clases va dejando pistas de lo que es ESENCIAL saber, y que, por lo tanto, es bastante seguro que aparecerá en alguna evaluación.

 Entrega una guía de preguntas para que, al estudiar, los estudiantes no se pierdan en el mar de contenidos. Las preguntas ayudan a resaltar y fijar lo que es más importante. Les ayuda a razonar más que a memorizar.

 Los guía en la creación de mapas conceptuales para integrar todos los contenidos. Esta etapa es de gran aprendizaje para los alumnos. Hacer un buen mapa conceptual ya es en sí misma, una estrategia de evaluación.

 En todo momento resalta cuánto han aprendido y cuán fácil les será demostrarlo en el examen, en el que no se pedirán ni contenidos ni habilidades diferentes de los que se han trabajado en las clases. Resalta el valor de la honestidad.

 La clase anterior al examen les recomienda dormir las horas necesarias, alimentarse bien y traer una botellita de agua. Les comenta que Dios da sabiduría a quien se la pida.

 El día del examen les ayuda a recordar todo lo que han hecho para prepararse, y les asegura que todos son capaces de demostrar lo que saben. Ora con ellos y les dice que, así como Dios estará con ellos para darles sabiduría, ella misma estará disponible para aclarar alguna pregunta.

 Les regala, junto con el examen impreso, un caramelo que les proporciona energía inmediata.

 El examen, bien pensado, tiene el objetivo de ayudarles a razonar, establecer relaciones entre conceptos, explicar en sus palabras, aplicar conceptos, hacer demostraciones, etc. No son respuestas cerradas ni únicas, de manera que no necesita preocuparse demasiado por que los alumnos copien.

 En ocasiones les pide que hagan el examen en parejas, o que usen sus mapas conceptuales para resolver los problemas.

 Pasa por los bancos para ayudar cuando se lo requieren. En todo momento se muestra alegre y con la mejor disposición.

Propósitos de la educación emocional

En los últimos años se ha reconocido la necesidad de educar las emociones, primeramente, en la formación inicial y primaria, pero también para acompañar al adolescente y al joven formando las habilidades que necesitan para enfrentar el mundo. Si somos conscientes de que estamos educando para formar futuros profesionales en trabajos que todavía no se han inventado, entenderemos cuán prioritarias son las competencias que les permitan adaptarse a todo tipo de desafío futuro, especialmente los que requieran el trabajo en equipo y una convivencia cercana. En este sentido, la educación emocional es indispensable en todos los niveles educativos. En la universidad, es una URGENCIA, dado que este nivel se hace notorio por pretender ser un ambiente “aséptico”, donde la prioridad es la erudición académica y técnica, pero que ha perdido los espacios de formación integral, que toman en cuenta a los estudiantes como seres completos, a desarrollarse en los ámbitos físico, mental (cognitivo/emocional) y espiritual.


Empatía. Dibujo de Quino

Francesc Torralba (2016) habla del analfabetismo emocional que entiende como la falta de habilidad de jóvenes y adultos que han realizado estudios formales completos y, sin embargo, no son capaces de identificar sus propias emociones, de expresarlas adecuadamente y de controlar las emociones tóxicas. Esa es una razón potente para que las escuelas y los docentes nos ocupemos de la educación emocional desde los primeros años. No hay razón para llegar a la universidad sin entender qué nos sucede a nivel emocional, sin poder controlar lo que sentimos y sin poder enfrentar asertivamente las emociones tóxicas, altamente perjudiciales, propias o ajenas.

En todos los niveles educativos, el propósito de educar las emociones es:

1 Reconocer las emociones propias y ajenas. Nombrarlas; diferenciar, por ejemplo, las manifestaciones de enojo de las de temor.

2 Aceptar que las emociones vienen como reacciones naturales y que se manifiestan en sensaciones corporales.

3 Aprender a expresar adecuadamente las emociones. Existen dos extremos dañinos en la expresión emocional: la manifestación descontrolada de las emociones (personas con “incontinencia emocional” que transmiten compulsivamente lo que van sintiendo no importa si es pertinente expresarlo o no) y por contraparte, la incapacidad de expresar los sentimientos o “constipación emocional” (personas que guardan toda manifestación externa de emociones; todo queda en un proceso interno que puede dañar física y mentalmente no solo al que lo padece).

4 Autorregular las propias emociones. Reconocerlas, aceptarlas y expresarlas no implica dejarlas fluir sin control. La capacidad de pensar en el futuro, de postergar deseos presentes en pos de un bien futuro mayor, e incluso de hacerlo en un contexto ético o de una cosmovisión que encauza todo el proyecto de vida, es propio de los seres humanos racionales y emocionales.

Este último propósito explica cómo algunas personas pueden vencer motivaciones muy primarias, según la pirámide de jerarquías de las necesidades humanas de Maslow (ver figura 3). Alguien podría superar el temor a morir por una causa que cree justa, o de pasar hambre u otra necesidad vital con tal de mantener sus principios, y esto atiende a la autorrealización que está en la cumbre de la pirámide. Un ejemplo de ello ha sido Mahatma Gandhi, quien luchó por la independencia india con huelgas de hambre y no violencia, y finalmente fue asesinado por la causa que defendía. Muchos de los cristianos de la iglesia primitiva del siglo I d.C. murieron venciendo sus emociones y necesidades básicas, porque entendieron que había un propósito en sostener sus creencias y comunicar a otros el evangelio.

Puntos de partida para una educación emocional

Cuando se trata de planificar una educación de las emociones, hemos de tener en cuenta que:

 No se puede negar la diversidad emocional de los grupos humanos, aunque ante ciertos eventos, por lo general, se producen emociones similares. Por ejemplo, en un funeral solemos compartir una emoción de tristeza, que puede transformarse en un sentimiento que dure varios días. Pero también puede haber alguien que en medio de un sepelio se tiente de risa y tenga serios problemas para contenerla. Podría haber alguien sumamente enojado ante la muerte de una persona y otro que sienta asco ante la visualización del cadáver. Las emociones humanas no siempre son previsibles.

 Las emociones de unos influyen sobre los demás. La interacción hace fluctuar lo que sentimos. De esta manera, alguien puede entrar al aula con auténtica alegría y cambiar la emoción de miedo o de disgusto que tenía un alumno que esperaba sentado el inicio de la clase.

 Vivimos una misma emoción con distintas intensidades. Un salón de clases con 35 personas representa 35 estados emocionales diferentes. Pueden parecerse entre sí, pero se diferenciarán en intensidad. Por ejemplo, dos estudiantes pueden estar tristes. Al primero se le deslizan lágrimas. El otro simplemente lo manifiesta con inmovilidad, como si no estuviera allí. A uno la tristeza le quita las ganas de hablar, mientras que a otro lo impulsa a buscar a alguien que lo escuche hablar acerca de lo que lo entristece.

 Un mismo estímulo puede causar diversas emociones en las personas. Esto es importante al buscar inicios significativos para provocar el interés en la clase o experiencias que contribuyan con la construcción del conocimiento. Una maestra llevó mariposas vivas en una caja y las soltó en el aula al comenzar su clase. La mayor parte de los niños rieron y las quisieron ayudar a ser libres, abriendo las ventanas para dejarlas volar. Uno de los chicos, en cambio, manifestó un gran temor escondiéndose bajo el asiento. Es un caso de fobia a las mariposas.

 Pese a las diferencias, en el ambiente educacional hay conciencia de que las emociones pueden favorecer o perjudicar el aprendizaje. Si bien hay efectos en la conducta que provienen de la información genética, la investigación en neurociencias fundamenta que el ambiente enriquecido tiene una enorme influencia en el rendimiento académico.

 En el ambiente escolar es conveniente identificar las emociones y enseñar a nombrarlas. Se espera que el docente sepa controlar la expresión de sus emociones, pero es ejemplificador que le dé nombre a lo que siente. Podría decir “hoy no me siento muy animado porque antes de venir tuve un disgusto, pero ustedes pueden ayudarme a cambiar mi estado de ánimo”; “Estoy tan contenta hoy porque recibí un mensaje que esperaba desde hace días”; “Me siento frustrado porque creí que habían entendido el tema, pero al corregir los ejercicios noto que no les fue como lo esperaba. ¿Pueden ayudarme a saber qué pasó?”.

 Emociones relacionadas con la curiosidad, el asombro, el descubrimiento de la novedad, los desafíos y retos, junto con un nivel de exigencia manejable y coherente, producen mejoras notables en la atención sostenida y en el aprendizaje, mientras que el aburrimiento, las emociones que surgen de un ambiente caótico, sobre exigente, estresante y angustiante producen el efecto contrario. Es tiempo perdido en educación, según Eric Jensen (2006). En el capítulo 5 se desarrollará este tema en extenso.



Actividad 3: Mesa de discusiónObserven la Figura 4 y lleven el caso a la mesa de discusión.¿Qué emociones se pueden visualizar en la escena?¿Cuáles son más usuales y cuáles menos visibles en un aula común?¿En qué imágenes notan una interrelación entre las emociones que expresan los distintos integrantes de este salón de clases?¿Es esperable la reacción del profesor? ¿Por qué?¿Por qué es posible que esto ocurra realmente en un aula?

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