Kitabı oku: «Naturaleza de la Ciencia para Todos», sayfa 2

Yazı tipi:

Los órganos del cuerpo por sí solos también son sistemas, específicamente estamos hablando de sistemas celulares, los cuales al interaccionar generan las propiedades del órgano en cuestión. Por ejemplo el tipo de células que conforman al corazón le dan la capacidad de bombear sangre, el tipo de célula del cerebro le da la capacidad de transmitir impulsos eléctricos y generar el aprendizaje, la creatividad, la memoria. Lo mismo podemos afirmar para los pulmones, hígado y riñones.

Aunque parezca majadero podemos seguir con este jueguito de analizar sistemas de sistemas. Las células son sistemas macromoleculares tales como capas de lípidos, proteínas y estas mismas moléculas son sistemas atómicos y estos átomos son sistemas de partículas sub-atómicas como electrones, protones, neutrones.

¿Hasta dónde podemos seguir con el tema de los sistemas? Los últimos adelantos de la ciencia nos dicen que los protones y neutrones están formados de sistemas de quarks y que estos estarían formados a su vez por cuerdas, aunque tengo entendido que aún no hay evidencias de que estas últimas existan. Los que no somos físicos de partículas podemos entender esto mucho mejor a través de animaciones computacionales.

A continuación dejo un enlace el cual espero que se mantenga activo cuando lea este libro, de lo contrario búsquelo en la red con el nombre “la escala del universo”

http://htwins.net/scale2/

Además que la realidad es un sistema de objetos materiales que interaccionan entre sí, esta realidad tiene, como se muestra en la Figura 2, varios niveles, todos ellos estrechamente conectados. Por ejemplo, las interacciones de los sistemas atómicos y moleculares a escala microscópica, generan propiedades macroscópicas que se observan en sistemas a escala humana, así la interacción de las moléculas de agua a escala microscópica generan que un vaso de agua en condiciones normales sea líquida, incolora, buen solvente, muy estable, entre otras características.

Cuando usted ve un fenómeno natural como un arcoiris, esos colores son el producto de las interacciones que presentan los fotones de la luz del sol con los gases y agua atmosférica, generando un cambio en el ángulo de propagación y dependiendo del “color” que porta el fotón este cambio de ángulo genera una dispersión de los “colores” por el fenómeno de la refracción”. Tanto fotones como las moléculas de gas y de agua están en una escala micro y el arcoiris está en una escala humana.

Todos los objetos materiales que nos rodean y sus propiedades son el efecto de interacciones de objetos en general a escala microscópica. Los objetos de los sistemas a escala microscópica interaccionan para dar efectos a escalas mayores, y el hecho que usted pueda leer este libro se debe a interacciones de células, con fotones, los cuales generan estímulos eléctricos que van a incidir con su cerebro para generar en última instancia la capacidad de poder ver y leer, tal como se intenta graficar en la Figura 4, en donde el flujo de fotones es regulado por el Iris y la pupila en donde los impulsos eléctricos son conducidos por el nervio óptico.

Todo lo anterior parece una locura y una maravilla a la vez, espero que de ahora en adelante vea la realidad con otros ojos.


Figura 4. El ojo y su estructura al interactuar con fotones. (Fotografías de http://commons.wikimedia.org, National Eye Institute requested. Original source)

En resumen: la realidad es un sistema de objetos materiales, sistema compuesto de sub-sistemas a distintos niveles, todos ellos conectados. Desde los sistemas microscópicos de los átomos a los sistemas de escalas más grandes como las galaxias, en ese escalamiento emergen y desaparecen propiedades, una conclusión que quizás usted o yo lo veamos exclusivamente desde un punto de vista científico, que tiene grandes connotaciones filosóficas, las cuales si les interesan puede usted profundizar consultando literatura pertinente (M. A. Bunge & Solar, 2004).

II.3 Propiedades fenoménicas

En los capítulos anteriores nos hemos referido a los objetos materiales y los sistemas que los conforman, en este capítulo nos centraremos en las características observables de los objetos naturales, es decir, sus propiedades fenoménicas.

Si comparamos los objetos materiales de la naturaleza que se pueden observar de forma directa, nos encontramos con similitudes y diferencias entre ellos. Así, por ejemplo, si comparamos una piedra con un árbol las diferencias “saltan a la vista”, tanto, por lo que nos llega desde nuestra visión, olfato o tacto, porque claramente una roca posee propiedades muy diferentes a la de un árbol. La dureza de una piedra es claramente una propiedad que podemos percatarnos a través de nuestros sentidos al igual que su forma, podemos ver que esta no es capaz de flotar por sí sola en agua y que resiste el fuego sin fundirse, que es capaz de destruir la madera, que es en general impermeable y así sucesivamente. Por otra parte podemos observar que un árbol es más dócil, que este crece y envejece, que genera frutos, resina, que alberga vida, etc. Esto es lo que salta a “simple vista” y eso que salta a simple vista le llamamos propiedad fenoménica.

Las propiedades fenoménicas o propiedades secundarias se distinguen de las trans-fenoménicas o primarias por cuanto en que estas últimas están fuera del alcance de nuestros sentidos, aspecto que profundizaremos más adelante. Por lo pronto, la sensación térmica por ejemplo es una propiedad fenoménica, así la sensación fría que da el tocar un metal es algo que caracteriza a estas sustancias. Por el contrario, la temperatura es una propiedad transfenoménica y se requiere de un termómetro para poder acceder a ella. Por otra parte, la nubosidad atmosférica podemos visualizarla, pero la baja presión atmosférica se debe registrar con un barómetro. Las diferencias de temperatura de un objeto sumado a la conductividad térmica de estos son la causa de la sensación térmica que percibimos al tocarlo, como también la baja presión atmosférica es la causa de una mayor nubosidad.

Como podemos ver, ambos tipos de propiedades están intrínsecamente relacionadas, pero mientras que en las propiedades fenoménicas existe un sujeto que percibe, en las propiedades transfenoménicas este no está presente. Por ejemplo, el color amarillo del sol no existiría si no existe un ojo que perciba ese color, esto por cuanto a que el color es el efecto de la interacción de los fotones con las células del ojo y las neuronas cerebrales. Ahora bien, el sentido común y la ciencia no dicen que a pesar de que nadie mire el Sol, este de todas maneras existe, de hecho la cosmología nos plantea que el sol existió mucho antes que apareciera ser vivo alguno, por lo que la frase “existir es ser percibido” del filósofo George Berkeley (Munoa Roiz, 2007) es falsa. Ahora bien, lo mismo podemos decir del olor de un melón o el sabor de un limón. El sabor ácido de un limón es ácido para la persona que lo percibe, sin esa persona no existiría esa propiedad fenoménica, pero el limón, claro que existe, independiente del sujeto que lo saboree.

El color rojo de una estrella como Aldebarán de la constelación de Tauro es una propiedad fenoménica, es decir, es rojo para el ojo que la percibe y no todos percibimos las mismas tonalidades. Sin embargo, este objeto estuvo emitiendo sus fotones mucho antes que apareciera el primer ser humano y estará allí emitiendo sus fotones aunque la humanidad se extinga.

II.3.1 Limitaciones de las propiedades fenoménicas

Las propiedades fenoménicas son tremendamente útiles en la vida cotidiana. En base a estas podemos establecer similitudes y diferencias entre los objetos perceptibles. Todos los objetos que conforman nuestra realidad tienen ciertas similitudes y diferencias, cuando hablamos que todos los objetos materiales tienen similitudes nos referimos a que comparten ciertas propiedades, muchas de las cuales podemos percibir de forma directa y análogamente cuando afirmamos que los objetos materiales tienen diferencias, nos referimos también a que tienen propiedades que no comparten. En base a esto mismo, los objetos materiales pueden agruparse, se pueden establecer categorías, muchas de ellas se establecen de forma casi espontánea y otras requieren de un mayor estudio, pero en muchos casos las propiedades fenoménicas son tremendamente limitadas en la tarea de clasificar y diferenciar.

La mayoría de las propiedades fenoménicas son meramente circunstanciales, no siendo propiedades esenciales del objeto de estudio. Por ejemplo, el color de su pelo es una característica suya meramente circunstancial, usted nació sin pelo, luego lo tuvo, quizás lo perderá o cambiará a color canoso, pero su ser no es mayormente afectado por esta característica, a diferencia de su capacidad intelectual, la cual es una característica mucho más esencial del ser humano.

Ejemplos de características circunstanciales es el color de la piel, ojos, su olor, la vellosidad de su piel, sus gustos culinarios, el tono de su voz. Cuando levantamos las características esenciales de un grupo de seres vivos o inertes, levantamos el catastro de propiedades esenciales que los diferencian de los demás grupos y que los hace semejantes entre sus miembros. ¿Cuántas propiedades esenciales se dan a nivel fenoménico? Lo cierto es que son muy pocas, y como dice el dicho, las apariencias engañan, esto quiere decir que a nivel fenoménico se dan en general propiedades circunstanciales. Una cosa es tener “cara de malo” y otra es “ser malo”.

Las propiedades fenoménicas, por lo tanto, son muy limitadas para comprender la esencia de los objetos naturales. A continuación, veremos algunos ejemplos de levantamiento de categorías en base a propiedades fenoménicas para graficar de mejor manera estas limitantes.

Cánidos vs. Felinos

Todos saben por su educación inicial, el que un perro, un lobo y un zorro forman el grupo de los “cánidos” y que este grupo es diferenciable del grupo de los “felinos”, ¿podríamos decir que las diferencias saltan a simple vista?, ¿es usted capaz de nombrar al menos una propiedad fenoménica que comparten todos los integrantes del grupo de los cánidos y que no está presente en ningún otro grupo de seres? Si su respuesta va por el lado que caminan en 4 patas, le recuerdo que los gatos también caminan en 4 patas y no forman parte de este selecto grupo.

Dentro de las propiedades fenoménicas podemos decir que los cánidos presentan las características de tener un gran olfato, ladrar, el comportamiento social de los cánidos en general es más de manada, aunque los zorros me arruinan esa conexión, el punto es que diferenciar a los cánidos respecto de otros seres en base sólo a propiedades fenoménicas no es una tarea fácil.

Los gatos, leopardos, tigres y panteras entre otros forman el grupo de los felinos, también podemos levantar un catastro de propiedades fenoménicas que todos estos seres vivos comparten.

Los felinos, canes y simios forman parte del grupo de los mamíferos, todos ellos comparten la característica común de alimentarse en sus primeros días de vida de la leche materna.

Todas las agrupaciones de objetos que nos enseñaron desde pequeños tienen que ver con identificar las propiedades comunes que poseen estos objetos. Las agrupaciones de seres vivos o inertes no son un mero juego artificial, son un ejercicio intelectual muy importante, sobre todo para los niños. Así, por ejemplo, la comprensión del concepto de “ave” para un niño pasa por la observación de las propiedades que todos estos animales comparten, su cubierta de plumas, sus picos y la forma de sus patas son características esenciales que permite diferenciar a estas especies de otras. Para un niño es impactante darse cuenta que el volar no es una propiedad esencial de las aves (al menos para mí fue impactante de pequeño) ya que existen aves como la gallina o el pingüino que no vuelan, como también existen objetos artificiales, como los aviones, helicópteros y cohetes que sí vuelan pero no por eso forman parte de esa familia.

¿Cuál es la diferencia entre un perro y un lobo?, si usted no es veterinario o profesor de Biología, lo más probable es que esa pregunta lo ponga en aprietos y la mera observación de las fotografías de perros y lobos de la Figura 5 no creo que lo ayude mucho, las propiedades fenoménicas flaquean en este aspecto, existen perros grandes y pequeños, pelados y peludos, con o sin cola, ¿en qué quedamos? Le dejo el desafío abierto, lo cierto es que difícilmente sólo con sus sentidos resolverá el acertijo, es decir, las propiedades fenoménicas de perros y lobos es poco probable que lo lleven a resolver el problema, por ejemplo, el tamaño no tiene mucho que ver, existen perros más pequeños que un lobo como el Chihuahua y otros más grandes que los lobos como el San Bernardo de la Figura 5, lo mismo pasa con el pelaje el cual es muy similar entre el Akita y los lobos. En algunos programas televisivos he visto que una diferencia importante entre perros y lobos es el comportamiento de manada de estos últimos, además de ser cazadores y carnívoros todos ellos.


Figura 5. Similitudes y diferencias fenoménicas de perros y lobos. (Fotografías de http://commons.wikimedia.org).

Simios vs. humanos

Otro desafío que incluso puede generar que más de alguien se sienta insultado. ¿Cuál es la diferencia entre los seres humanos y los simios? Salta a la vista que los simios en general tienen más pelos que los humanos aunque existen seres humanos tan peludos como un mono, pero eso no los deja fuera de la categoría de humano. Tampoco podemos decir que los simios no piensan, es sabido que estos generan herramientas para resolver problemas, que son capaces de aprender y así sucesivamente. Los seres humanos al igual que los simios tienen estructuras sociales, un lenguaje, a nivel observable son mucho más las similitudes que las diferencias que podemos levantar.

La diferencia esencial entre simios y humanos es muy poca a nivel fenoménico, alguna pequeña diferencia morfológica en los dedos de las manos y su capacidad de agarre, el número de piezas dentales, la forma de los colmillos, etc., pero la mayoría de las diferencias más esenciales está a nivel transfenoménico, está a nivel genético, es decir, está en un nivel inobservable.

A nivel fenoménico algunos han planteado que sólo el ser humanos es capaz de crear ideas y objetos fuera de la mera necesidad de sobrevivir o aparearse. Por otra parte, el número de piezas dentarias del homo-sapiens es único en su especie, como también se han percatado de ciertos movimientos particulares que podemos hacer con el dedo pulgar en comparación con el resto de los homínidos. Pareciera que tenemos un gusto especial por la carne a diferencia de otros primates, en su mayoría vegetarianos o con mayor preferencia por los vegetales. Desde la Biología se ha planteado que debido a nuestra dieta carnívora logramos desarrollar una mayor capacidad cerebral, incluso en algunos estudios de hijos de familias veganas a quienes han mantenido con dietas sin alimentos de origen animal han desarrollado deficiencias intelectuales (Dawson-Hughes, Harris, Krall, & Dallal, 2000).

Clasificación de sustancias

En Química todos hablamos de los metales y los no-metales. Detrás de esta clasificación debiera existir alguna propiedad que comparten todos los elementos que forman parte de una clasificación u otra. Los alquimistas clasificaban a las sustancias en base a sus propiedades fenoménicas, por ejemplo clasificaban como metales a todas las sustancias que brillaban (o reflejan la luz), el problema está en que hoy en día existen muchos compuestos orgánicos que tienen la misma propiedad y no son metales. Lo cierto es que las propiedades de los metales tienen que ver más con el mundo cuántico, con las propiedades periódicas, todas ellas propiedades no-fenoménicas o transfenoménicas como las denominaremos más adelante. Así el tema de clasificar sustancias, no es un mero juego observacional.

¿Podría usted clasificar elementos vs. compuestos sólo en base a propiedades observables? Por ejemplo tanto el cobre como el aluminio o el carbono usted puede tenerlo frente a sus manos en estado elemental, y para qué decir la gran cantidad de compuestos como el azúcar, sal, agua, celulosa entre otros a los cuales usted puede acceder, pero el desafío de la pregunta es imposible de resolver sólo observando estas sustancias. Es cierto que los metales que se pueden encontrar en estado elemental, la mayoría brillan, pero esa propiedad no es esencial de los elementos. Como lo dije anteriormente un trozo de carbono elemental no brilla a pesar de encontrarse en estado elemental al igual que los llamados gases nobles.

Esta pregunta anterior fue el gran dolor de cabeza de los alquimistas y de filósofos de la antigüedad los cuales postulaban de la existencia de los elementos y le asignaban la propiedad de ser sustancias indisociables, las cuales no podían obtenerse por la combinación de ninguna otra. Esta fue la razón por la cual se creía (y lamentablemente la mayoría de los periodistas siguen creyendo) que el agua era un elemento, entendiendo que en la antigüedad no existían los medios para disociar el agua.

Tierra, aire, agua y fuego se creían que eran los elementos de la naturaleza, en donde Aristóteles postuló un quinto elemento inobservable llamado éter (Pullman & Grau, 2010). Actualmente sabemos que el tema de los elementos y los compuestos está en una escala de propiedades y objetos inobservables, tema que tocaré en el siguiente capítulo, pero vuelvo a reiterar que la componente observacional de la naturaleza es una pequeña parte importante, pero muy limitada para comprender y categorizar los objetos naturales. Postularé en este libro que las propiedades fenoménicas fueron en su momento el gatillo de la ciencia, pero no son la ciencia en sí, por el contrario, la ciencia se centra en las propiedades que están fuera del alcance de los sentidos humanos por cuanto estas son las causantes de lo que podemos percibir a través de nuestros sentidos.

Desde niños nos han enseñado a establecer similitudes y diferencias de objetos naturales, en base a propiedades fenoménicas, que no se necesitan de grandes conocimientos para poder acceder a ellas. La definición de aves, reptiles, líquidos, sólidos, gases, planetas, estrellas, etc., se nos han enseñado en base a propiedades observables. Como primer peldaño para comprender nuestra realidad, eso está muy bien. Si quisiéramos que un niño comprenda las propiedades esenciales de un objeto, perderíamos su interés de forma inmediata, sería como pedirle a usted que corra los 100 metros en menos de 10 segundos, ni siquiera se daría la molestia de emprender la carrera sabiendo de antemano que no lo lograría. En vez de eso debemos ir paso a paso, comprender la naturaleza desde sus objetos observables y sus propiedades fenoménicas y en la medida en que nuestra capacidad intelectual y nuestros conocimientos se acrecientan, podremos conocer nuestra realidad desde sus objetos inobservables y sus propiedades más esenciales.

Las propiedades fenoménicas son, por lo tanto, un medio para comprender la naturaleza, son necesarias pero no suficientes, no podemos comprender la naturaleza como tampoco a la actividad científica sólo en base a las propiedades observables. Como la mayoría de las propiedades esenciales de los objetos naturales están a un nivel transfenoménico, la mayoría de las ideas científicas hacen referencias a este tipo de propiedades primarias. Basta con decir por el momento que el conocimiento profundo de la naturaleza pasa por adentrarse en las causas más que en los efectos, pasa por centrarse más en lo que no vemos que en lo que podemos ver de forma directa. Si no me cree, piense usted cuántos siglos el hombre primitivo tuvo acceso a las propiedades fenoménicas, pero no hizo ciencia sino en los últimos 4 o 5 siglos. Por milenios el hombre vio el azul del cielo, pero no fue hasta los años 1500-1600 DC cuando se empezó a comprender las causas de los colores.

Profundizaremos más al respecto cuando toquemos el tema de las propiedades transfenoménicas, pero antes me detendré en el tema de los patrones naturales observables.

II.3.2 Patrones observables

A pesar que la observación simple de la naturaleza es limitada, también podemos obtener de ella otro aspecto interesante y es que en la naturaleza se pueden observar regularidades. Así, por ejemplo, el que las flores florezcan en primavera, que en invierno las temperaturas y las precipitaciones se dan con más frecuencia en el cono sur, que el sol sale todos los días, que los perros odian a los gatos, que las hormigas marchan en fila, etc., son todas ellas regularidades que se obtienen observando objetos a partir de sus propiedades fenoménicas.

Es cosa que usted ponga mucha atención a sus sentidos y encontrará muchas regularidades en la naturaleza, como la que se muestra en la Figura 6 y se dará cuenta que la naturaleza no solo es bella, sino que tiene cierto orden, es decir, no es caótica. Incluso existen regularidades que bordean “lo místico” tal como la proporción áurea que se da en ciertas figuras geométricas. Pero también, en muchos objetos naturales como las conchas de ciertos moluscos, en la posición de los pétalos de las flores, las proporciones de nuestras partes del cuerpo. Lo mismo pasa en general con la capacidad de camuflarse de muchos seres vivos o los patrones de cristalización de las sales o del agua como se muestra en la misma Figura 6.


Figura 6. Ejemplos de la proporción aurea y de otros patrones naturales. (Fotografías de http://commons.wikimedia.org)

Los niños son expertos en dar cuenta de estas regularidades, aún recuerdo cuando me di cuenta que las hormigas en general todas marchan en filas. Junto con mi hija nos dimos cuenta recientemente que los gatos no resisten el escuchar un sonido sin ver el objeto que lo emite, como también el que los perros odian los ruidos “fuertes”.

¿Cuál es la causa de estas regularidades? Muchos de los científicos creemos que estas regularidades se dan porque la naturaleza se comporta en base a leyes, es decir, en la naturaleza existe el principio de causalidad, en donde por ejemplo lo que observamos se debe a una causa y no algo meramente caótico o mágico. Para los que somos además creyentes, relacionamos este orden con leyes armónicas creadas por una inteligencia superior (Dios para mí), los nocreyentes los relacionan con algún principio antrópico que plantea que este universo, esta realidad es así por cuanto a que sólo así es viable, es sustentable, sólo así los objetos materiales no colapsan, no se extinguen. Es cierto, si la magnitud de la gravedad o de la atracción coulómbica fuese ligeramente distinta, los átomos se destruirían, los sistemas planetarios se desintegrarían, pero, bueno, queda en el ámbito de las creencias el plantear esto como algo fortuito o como una realidad planificada por una inteligencia superior.

Al igual que existen propiedades esenciales y propiedades circunstanciales, también existen correlaciones causales y correlaciones casuales. Por ejemplo, la estrecha correlación que existe entre las enfermedades cardiovasculares y el consumo de cigarrillo no es una mera casualidad, sino que es una correlación que obedece a un patrón causal, la causa es el consumo de cigarro y el efecto es que en 20 años tiene un 50% de probabilidades de morirse por enfermedades gatilladas por ese vicio.

Por el contrario, la correlación existente entre la madurez emocional y el uso de calzado formal por sobre el uso de zapatillas deportivas es una correlación casual, obedece a una mera moda, a un estereotipo. Antiguamente, esta misma correlación se establecía con el uso de sombreros de copa, el día de mañana quizás la moda cambie.

Existe una estrecha correlación entre la acumulación de escombros y la presencia de ratones, ahora bien esta correlación es casual, no causal. Esta confusión entre casualidad y causalidad llevó erróneamente a Van Helmont a afirmar que para generar ratones había que mezclar maderas o trozos de género con granos y en algunas semanas los ratones emergerían de esta materia inerte, bajo la idea que toda la materia posee una especie de energía vital (vitalismo) (Banchetti-Robino, 2011).

Hasta acá con los objetos y propiedades observables y sus regularidades. Este breve análisis nos ha aportado una de las primeras conclusiones acerca de la estructura de la naturaleza y es que ella está constituida de objetos y que estos pueden compararse e incluso clasificarse respecto de las propiedades que comparten y las propiedades que los diferencian.

Además, gracias a estas propiedades podemos percatarnos del orden y las regularidades que se presentan en nuestra realidad y que esta no es caótica, por lo que no está de más embarcarse en la aventura de intentar comprender este orden.

El apelar a los objetos observables y las propiedades fenoménicas para enfrentar la aventura de conocer nuestra realidad es una primera etapa, la cual es “económica” respecto de los recursos monetarios e intelectuales que se requieren para acceder a ellas, pero no son suficiente para lograr un conocimiento profundo de nuestro universo material. Para ello necesitamos incluir en nuestro análisis a los objetos inobservables y a las propiedades transfenoménicas, de lo contrario los niveles microscópicos y cosmológicos de nuestro universo y las conexiones que presentan estos con nuestro nivel nos estarían limitados.

II.4 Realidad transfenoménica

Si el siguiente párrafo lo hubiese escrito hace 300 años, creo que muy pocos lectores me creerían o me entenderían. Afortunadamente debido a la gran influencia que tiene el conocimiento científico en la base cultural de la mayoría de las civilizaciones actuales, lo que escribiré a continuación será incluso obvio para muchos de ustedes.

En la naturaleza existen muchos objetos que no podemos observar, es decir, que son inaccesibles a nuestros sentidos. Así por ejemplo, los átomos, moléculas, virus, galaxias, agujeros negros, bacterias, células, ácaros, leptones, quarks, neutrinos, bosones (y la lista suma y sigue) son sólo algunos ejemplos de objetos inobservables para nosotros.

Quizás, muchos de ustedes me dirán que sí han visto una célula, pero esas observaciones son a través de instrumentos, como el microscopio. Nótese que los cuatro últimos objetos de la lista anterior son inobservables incluso con el microscopio más poderoso. Por otra parte, tengo entendido que nuestro ojo puede ver con dificultad un objeto del tamaño de un óvulo humano y por ahí anda el tamaño límite de los objetos más pequeños que podemos observar sólo con nuestra visión desnuda.

La naturaleza está constituida entonces por objetos observables e inobservables para nuestros sentidos (entienda observación desde el punto de vista de nuestros 5 sentidos y no sólo de la visión) y existe una zona limítrofe que dependerá de nuestra capacidad de observar directamente o a través de un instrumento a objetos sumamente pequeños como los átomos o sumamente grandes como las galaxias.

Esta afirmación que la mayoría de los niños de hoy pueden asimilar sin mayores dificultades, no es algo menor y es que gran parte de estos descubrimientos de objetos inobservables se los debemos a la ciencia. Así por ejemplo, antiguamente se desconocía la existencia de los micro-organismos y por lo mismo se creía que las enfermedades eran endógenas, es decir, que se producían por un “mal funcionamiento” del cuerpo del enfermo. De hecho muchas de las muertes de mujeres cuando daban a luz sus bebés eran causadas por parteros que no se lavaban las manos. Esta práctica cambió cuando se comenzó a sospechar que la enfermedad podía ser transmitida por el material que se pegaba a las manos de los parteros. Esta sospecha quedó confirmada posteriormente cuando se pudieron observar los primeros micro-organismos patógenos.

El ejemplo de la sospecha de objetos inobservables como los micro-organismos y la posterior confirmación de su existencia no es el único. Así por ejemplo, las primeras sospechas de la existencia de partículas elementales constitutivas de toda la naturaleza provinieron desde Demócrito y su supuesto discípulo Leucipo (supuesto porque no hay evidencias que realmente existió). Lo mismo con las sospechas de la existencia de agujeros negros, los cuales se postuló su existencia sobre la base de predicciones teóricas respecto de estrellas súper-masivas.

Uno de los grandes aportes de la ciencia, sobre todo de la ciencia de los últimos dos siglos es que nos ha ampliado el espectro de objetos conocidos. La naturaleza que antiguamente se asociaba exclusivamente con objetos observables, ahora se entiende como constitutiva de objetos observables (los cuales están a nuestra escala como por ejemplo un perro y una piedra), objetos inobservable de escala microscópica (como los átomos, moléculas, quarks o bacterias) y también objetos inobservables a escala macroscópica o cosmológica (como las galaxias y agujeros negros).

El papel del hombre en esta naturaleza está en el medio de esta diversidad y por lo mismo nuestra concepción de realidad se ha enriquecido enormemente. Desde la longitud de Planck de 10-35 metros hasta el tamaño del universo mayor a 24 Gpsc (Cornish, Spergel, Starkman, & Komatsu, 2004) (Gpsc por las siglas de Gigaparsec, la cual es una unidad de distancia muy grande), lo cual es alrededor de 1026 metros que el hombre está a medio camino.

Así como existen objetos inobservables, también tenemos propiedades inobservables, las cuales se conocen muchas veces con el nombre de propiedades primarias o transfenoménicas. Ejemplo de eso son la masa, la temperatura, la conductividad etc.Esta distinción de propiedad primaria o transfenoménica vs. propiedad secundaria o fenoménica es muy antigua, personalmente no tengo certeza quien fue el primero en plantearla, pero el que la popularizó fue ciertamente el gran Galileo en su obra “Il Saggiatore”(Galilei, 1623).