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El primer paso que se dio fue recopilar todos los títulos dados a este drama: junto al ya establecido de Los bandidos encontramos también el título de Los ladrones, dado por Eduardo de Mier y Barbey a su traducción de 1881.4

Nuestra reflexión se encaminaba, sin embargo, por otros derroteros. El carácter de «buen ladrón» que se puede atribuir a Karl Moor, unido a la voluntad expresada al principio de querer subvertir un orden social considerado injusto y opresor, nos inclinó a pensar en el término bandolero para el título de la obra: recordemos que la figura del bandolero surge en paralelo a la resistencia popular ante la invasión napoleónica y que algunos de ellos eran conocidos por su bondad hacia los más desfavorecidos.

Una vez tomada la decisión de cuestionarnos la adecuación del título, ampliamos el catálogo de términos susceptibles de sustituir al establecido y, junto a bandido y bandolero, consideramos también forajido y proscrito, si bien este último fue descartado prácticamente desde el principio debido a la asociación casi inmediata con Robin Hood y los proscritos del bosque de Sherwood.

Con la terna de sustantivos candidatos a título se siguió el mismo procedimiento: primero se consultó el significado exacto de cada uno de ellos en el Diccionario de la Real Academia Española5 y, a continuación, se realizó una búsqueda más detallada de los usos de cada uno de los términos mediante herramientas de búsqueda textual en Internet (Google), ya que no siempre la descripción contenida en los diccionarios es el reflejo más fiel del uso actual de la lengua. Así pudimos constatar que tres de los términos que consideramos (proscrito, bandido y bandolero) tienen un origen similar: los tres sustantivos designan a «fugitivos de la justicia llamados por bando»,6 aunque el diccionario de Corominas7 asocia bandolero al término catalán bàndol en su acepción de «bando, facción, partido», es decir, bandolero sería el integrante de un bando, facción o partido.

Este trabajo de cala bibliográfica a través de la Red arrojó resultados inte resantes. Las connotaciones propias del término forajido y su asociación inmediata con los westerns hicieron fácil descartarlo: quedaban, pues, sólo bandidos y bandoleros como posibles títulos. En nuestra búsqueda por la Red encontramos un artículo sobre el mito romántico del bandolero andaluz que nos confirmó que Los bandidos era la mejor opción posible.8 En el artículo se citan las memorias de Julián de Zugasti, gobernador de Córdoba hacia 1870, quien tuvo entre sus metas acabar con el bandolerismo andaluz. Para realizar esa misión, se entrevistó en la cárcel con un bandolero conocido como el Garibaldino para conseguir información que permitiera atajar aquella lacra social. En el transcurso de la charla, la conversación recae sobre la figura de José María el Tempranillo, personaje considerado como el prototipo del bandolero andaluz. Reproducimos a continuación el fragmento que nos ayudó en nuestra decisión:

Cierta noche prolongué mi visita en la cárcel más de lo acostumbrado, departiendo con el Garibaldino, y habiendo yo de antemano hecho recaer la conversación sobre las aventuras, vida, carácter y rasgos generosos de algunos célebres bandidos, entre los cuales cité naturalmente al famoso José María [El Tempranillo].

Al citar este nombre convino conmigo en que había manifestado en alguna ocasión rasgos plausibles; pero añadió en seguida, con expresión desdeñosa, que, aparte el valor, era una figura muy vulgar, sin elevación alguna, sin grandeza de miras, y sin aquella intención social que sólo puede concebirse en un espíritu verdaderamente superior, ilustrado además por la educación y la cultura.

Confieso francamente que llamó sobremanera mi atención la inesperada frase de intención social, y en aquel momento, por una inevitable asociación de ideas, me acordé del famoso drama de Schiller titulado Los bandidos, en que se idealiza hasta el extremo la ruptura de todo vínculo con la sociedad, bajo el pretexto de reformarla, y maquinalmente exclamé:

–¡No era posible que José María fuese un Carlos Moor!

–¡Es cierto! ¿Conoce usted ese gran drama? –preguntóme el antiguo capitán Garibaldino.

–Sí, le conozco.

–¡He ahí la realización y apoteosis del ideal, que siempre he llevado en mi corazón y en mi mente! ¡Qué concepción tan gigantesca! ¡Qué tipo tan simpático y maravilloso!

Y el capitán Mena, con los ojos radiantes y con trágica entonación, comenzó a recitar en alemán largas tiradas de versos de este bellísimo y a la par deplorable drama.

Yo, entre tanto, le contemplaba silencioso, admirado y afligido.

Cuando hubo terminado sus recitaciones, exclamó:

–¡Carlos Moor es el verdadero bandido, bueno y honrado!

–¿Qué quiere usted decir?

–Que el verdadero bandido es aquel que, por la fuerza o por la astucia, viola las leyes, frecuentemente defensoras del privilegio y enemigas de la justicia, con la intención de proteger a los humildes y abatir a los soberbios, llegando a ser así la espada de la Providencia para corregir las irritantes y enojosas parcialidades de la fortuna, o por mejor decir, del crimen afortunado. Por eso, José María, Diego Corrientes y otros despojaban a los ricos para favorecer a los pobres, y bajo este aspecto eran verdaderos bandidos y merecen la fama que rodea sus nombres; pero lo eran por sentimiento, por instinto, alguna vez por casualidad, y siempre sin la conciencia y alcance moral y social de sus actos.9

La conversación termina con una reflexión de Zugasti en la que dice al Garibaldino que el mismo Schiller consideraba que intentar mejorar el mundo por el crimen y afirmar las leyes por actos ilegales era algo completamente insensato; sin embargo, Zugasti añade que, «a veces, es digno de admiración el valor y el ingenio que demuestran esos desgraciados que, más bien por una cruel fatalidad, que por perversión del alma, se colocan fuera de las leyes en abierta lucha contra la sociedad».10

Dejando aparte otro tipo de consideraciones, de este texto se deduce que el personaje de Karl Moor reúne todas las condiciones para ser considerado un bandolero en el sentido de ser una figura admirable por su valor e ingenio, por su gallardía, su bondad, características que convertían a los bandoleros en verdaderos héroes populares. Karl Moor es, sin duda, un héroe popular en su contexto, podría por tanto ser considerado bandolero. No obstante, del diálogo entre Zugasti y el Garibaldino se deduce que los implicados directamente en el fenómeno del bandolerismo se referían a sus iguales como bandidos, incluso cuando eran personajes con las cualidades morales mencionadas. Quedan despejadas, pues, las posibles dudas sobre la adecuación de Los bandidos para ser el título también de la nueva traducción del drama de Schiller.

4. CONCLUSIÓN

En este artículo se ha hecho un recorrido por algunas de las cuestiones más relevantes del trabajo del traductor a la hora de preparar una nueva edición de una obra clásica como Los bandidos. Tras encuadrar la obra en su contexto, se han comentado a título de ejemplo algunos de los retos de traducción más llamativos y se ha presentado una bitácora de la decisión tomada.

La necesidad de actualizar las traducciones de obras literarias cada cierto tiempo es algo ineludible: las lenguas son entes vivos sujetos a evolución constante y la percepción que se tiene del texto traducido también varía en consonancia con el estado evolutivo de la lengua a la que se traduce. Si pensamos que para muchos lectores las traducciones son su único acceso a la literatura escrita en otros idiomas, queda aún más clara la responsabilidad del traductor y eleva aún más el nivel de exigencia que debe imponerse éste para presentar un trabajo digno del original.

1 Las referencias a Los bandidos se harán en números romanos para el acto, en cifras arábigas para las escenas. Las traducciones son del autor de este artículo y proceden de Friedrich Schiller: Los bandidos, editada por Berta Raposo Fernández, traducción de José Antonio Calañas Continente. Madrid, Cátedra (= Letras Universales 387), 2006.

2 Cfr. Berta Raposo: Estudio introductorio a Los bandidos de F. Schiller. Madrid, Cátedra (= Letras Universales 387), 2006, pp. 9-62. La información sobre las traducciones de literatura alemana se ha extraído en parte de J. A. Calañas Continente y B. Raposo Fernández/Grupo Oswald (2006): Oswald-ROM 1.0. Traducciones españolas de literatura alemana 1972-2006, un catálogo electrónico en el que se recogen las traducciones de literatura alemana publicadas en España entre 1972 y febrero de 2006.

3 «Stehlen, morden, huren, balgen / Heißt bei uns nur die Zeit zerstreun. / Morgen hängen wir am Galgen, / Drum laßt uns heute lustig sein. (IV, 5)».

4 Cfr. el apartado 2 de este artículo.

5 RAE: Diccionario de la lengua española. Vigésima segunda edición, versión en línea: <http://www.rae.es>.

6 DRAE.

7 Para la evolución de la dicotomía bandido-bandolero cfr. Ismael Robles Sánchez y José Antonio Molero Benavides (2003): «Bandidos y Bandoleros», Arunda Online, en línea <http://arunda.soizadesign.com/modules.php?name=Sections&op=viewarticle&artid=1> [última consulta: 08/11/2005].

8 Antonio Cruz Casado: «El mito romántico del bandolero andaluz: los viajeros románticos y José María El Tempranillo», en Diego Martínez Torrón (ed.): Estudios de literatura romántica española, Córdoba, Universidad, 2000, pp. 17-27. Citado aquí de la edición en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (2003), en línea <http://www. cervantesvirtual.com> [última consulta: 08/11/2005].

9 Julián de Zugasti: El bandolerismo. Estudio social y memorias históricas, Madrid, Imprenta de T. Fortanet, tomo II, 2.ª edición, 1876, pp. 268-270. Apud A. Cruz Casado, op. cit.

10 Ibíd.

EL TELL DE SCHILLER: SU PERVIVENCIA A TRAVÉS DE LAS CITAS

Brigitte Eggelte

Universidad de Salamanca

La conmemoración del bicentenario de la muerte de Friedrich von Schiller ha puesto de manifiesto el efecto atemporal de sus escritos históricos y estéticofilosóficos, la fascinación duradera que encierran sus poemas y baladas, únicas en la literatura alemana, y la universalidad compleja de sus dramas, desde Los bandidos (Die Räuber) hasta Guillermo Tell (Wilhelm Tell). En todas sus creaciones, Schiller transformó las ideas en sentimientos, la filosofía y la historia en poesía. En boca de sus personajes puso palabras grandiosas y un discurso enfático insuperable, sus diálogos alientan, calman y confortan, sus controversias y su argumentación del pro y del contra demuestran un manejo magistral de la lengua.

Y es precisamente un ámbito lingüístico concreto el que constituye el objeto de este trabajo: las citas de su último drama en verso, Guillermo Tell. Este drama, estrenado el 17 de marzo de 1804 en el Teatro de la Corte de Weimar, superó a todos sus éxitos teatrales anteriores y adquirió, desde aquel momento, el estatus de canonicidad. Se trata de un drama en el que se reconoce, según la apreciación de Dieter Borchmeyer,1 una sucesión de claras alusiones a la Revolución Francesa; un drama que representa el ideal político de Schiller, basado en un estado de la razón y en el derecho natural ilustrado del período de la Revolución, que no establece relaciones positivas con lo vigente, sino que surge de la disolución de la legalidad anterior.

En relación con estas apreciaciones de Dieter Borchmeyer, que se reflejan en numerosos trabajos de investigación en torno a Guillermo Tell, surgen varias preguntas acerca de los procedimientos utilizados por Schiller para la realización lingüística de sus ideas. ¿Cómo es posible que Schiller sintetice el ansia de libertad de un pueblo y el despotismo del poder en el transcurso de la acción y a través de las palabras de sus personajes? ¿Cómo es posible que las palabras que Schiller pone en boca de sus figuras hayan penetrado tan profundamente en la conciencia de los hombres, puesto que este drama se caracteriza como ningún otro por la sucesión de «palabras aladas», algunas de las cuales forman parte del lenguaje coloquial actual?

Antes de abordar estas cuestiones, consideramos conveniente detenernos brevemente en el concepto «palabras aladas» y en otros términos relacionados. Después de que Johann Heinrich Voß tradujera las épea pteróenta de La Ilíada y La Odisea de Homero con el término geflügelte Worte («palabras aladas»), Georg Büchmann popularizó este concepto en su colección de citas Geflügelte Worte. Der Citatenschatz des Deutschen Volkes, aparecida en 1864. Sin embargo, sólo en la decimoctava edición de esta colección, en 1895, Büchmann procede a la definición conceptual de este término, al que le otorga las siguientes características:

Una cita consagrada por el uso, es decir, una palabra alada, es un dicho, expresión o nombre mencionado continuamente en diversos ámbitos de la patria, independientemente de la lengua, creador u origen literario al que se le pueda atribuir.2

En consecuencia, el término cita o «palabras aladas» es susceptible de referirse bien a una oración completa, bien a un grupo de palabras o bien a una sola palabra, en tanto en cuanto proceda de una obra literaria y pueda atribuirse a un autor.

Por lo tanto, la procedencia literaria y la atribución posible a un autor son las características determinantes que distinguen las citas de otras construcciones estables como, por ejemplo, los proverbios, que reflejan puntos de vista populares y aspectos histórico-culturales y que no son atribuibles a un autor. En el aspecto lingüístico, los proverbios constituyen unidades sintácticas delimitadas o enunciados con capacidad comunicativa por sí mismos, sin necesidad de establecer una relación contextual. Por ello se trata, desde el punto de vista semántico, de «microtextos»3 «con tendencia didáctica»4 que se refieren «a la vida práctica»5 y que generalizan las experiencias de la persona común y son objeto de investigación de la paremiología.

En esta relación se impone una breve referencia a otra forma tectónicamente estable y artística, la sentencia, a la que se puede atribuir también una tendencia didáctica. Sin embargo, a diferencia de los proverbios, la sentencia procede de una obra literaria y expresa con brevedad artística y fácil de retener en la memoria un entendimiento general importante para la vida del hombre. En consecuencia, la sentencia y el proverbio son proposiciones que se caracterizan por su aplicabilidad general en muchas situaciones de la vida, una característica que comparten con las «palabras aladas» o citas. Sin embargo, sólo las sentencias y las citas proceden de obras literarias y requieren que se haga constar la obra literaria de la que proceden con la indicación de su autor.

Desde el punto de vista sintáctico, los proverbios y las sentencias representan estructuras sintácticas, formalmente delimitadas, mientras que las «palabras aladas» o citas son susceptibles de reducirse a una palabra. También pueden componerse de un grupo de palabras o formar una oración o un enunciado completo. En este sentido, W. Fleischer (1997: 81) opina que las sentencias, representadas formalmente por enunciados que constituyen unidades sintácticas, se pueden considerar como una realización concreta de citas o «palabras aladas».

Basándose en la característica inherente a las sentencias y a las citas de constituir locuciones estables e invariables, relevantes investigadores, especialmente los investigadores rusos, han constatado la existencia de relaciones recíprocas entre «palabras aladas» o citas y las unidades fraseológicas. Es evidente que el marco limitado de este trabajo no permite un acercamiento a la disciplina lingüística de la fraseología, extremadamente compleja, por lo que aceptamos la opinión de muchos estudiosos de la fraseología: cuando forman parte del uso lingüístico general, las «palabras aladas» y las sentencias, que constituyen citas procedentes de obras literarias y que son susceptibles de ser atribuidas a un autor, pueden llegar a convertirse en unidades fraseológicas, en tanto en cuanto haya desaparecido cualquier relación asociativa con su origen literario. De este modo, la investigación fraseológica, aplicando criterios específicos, clasifica en grupos diferentes a las «palabras aladas» y a las sentencias teniendo en cuenta, por una parte, si el hablante es consciente de que la expresión procede de una fuente literaria o, por lo menos, intuye su origen literario; y por otra, si su transformación en una unidad fraseológica conlleva, además, alguna modificación sintáctica y léxica.

La siguiente exposición de algunas de las citas más relevantes y más conocidas de Guillermo Tell, organizadas en concordancia con la sucesión de la acción del drama y con los correspondientes comentarios, sólo puede atender, en el marco reducido de este trabajo, a algunos aspectos concretos, lo que dificulta la consecución de nuestro objetivo final, consistente en demostrar que las «palabras aladas» y las sentencias entretejen, como un hilo conductor, todo el drama y constituyen el verdadero impulso de la acción. Prácticamente la totalidad de las quince escenas está sembrada de citas, puesto que Schiller pone en boca de sus figuras palabras tan destacadas que no sólo manifiestan sino que también justifican su modo de proceder, sus motivos y sus reacciones frente al despotismo, de tal manera que, sobre la base de las citas, sería posible reconstruir el transcurso de la acción.

En el siguiente análisis se indicará el acto, la escena, el número del verso seleccionado,6 así como el nombre del personaje. Nuestros comentarios están acompañados por breves referencias al contexto argumentativo y atenderán, cuando sea preciso, a las peculiaridades morfológicas y sintácticas de la cita. Se señalarán aquellas citas que, debido a la impresionante contundencia de su contenido, que se fija fácilmente en la memoria, han entrado en el discurso cotidiano, presentando, a veces, modificaciones típicas del lenguaje coloquial, sin que el hablante sea consciente de que se trata de la cita de una obra de Schiller, lo que significa su transformación categorial en una unidad fraseológica.

Acto primero, escena primera: Canta el hijo del pescador:

Es lächelt der See, er ladet zum Bade,

Der Knabe schlief ein am grünen Gestade. (1-2)7

El efecto teatral aparentemente idílico de esta primera cita, con el canto pastoril y el cencerreo armónico de los rebaños, pronto se interrumpe por el presagio amenazador de los truenos en la montaña y la aparición en escena de Konrad Baumgarten, que huye de los soldados del gobernador y pide que le ayuden a cruzar el lago. En la argumentación del pro y del contra entre Guillermo Tell y el pescador Ruodi aparece la primera sentencia de Tell, enormemente aguda, que ha entrado en el discurso cotidiano como unidad fraseológica.

Tell: Der brave Mann denkt an sich selbst zuletzt. (139)8

La réplica del pescador constituye una cita muy frecuente sin llegar a la fraseologización.

Ruodi: Vom sichern Port lässt sich’s gemächlich raten. (141)9

La siguiente contra-argumentación de Tell presenta una antítesis y la elisión del verbo modal.

Tell: Der See kann sich, der Landvogt nicht erbarmen. (143)10

Las argumentaciones del pescador, temeroso de perecer en el lago si presta ayuda a Baumgarten, culminan nuevamente en una cita con dos antítesis.

Tell: Wohl aus des Vogts Gewalt errett ich Euch,

Aus Sturmes Nöten muss ein andrer helfen.

Doch besser ist’s Ihr fallt in Gottes Hand,

Als in der Menschen. (155-158)11

La primera antítesis (155-156) se caracteriza por la posición del atributo, representado por un sustantivo en genitivo que precede al sustantivo referencial, y la segunda (157-158) por la elisión del pronombre demostrativo. La controversia finaliza con una sentencia muy popular, utilizada como unidad fraseológica en el discurso cotidiano, a veces con la modificación de los pronombres personales por parte del hablante para su adaptación al discurso personal.

Tell: Ich hab getan, was ich nicht lassen konnte. (160)12

La segunda escena del acto primero se centra en la conversación entre Stauffacher y su esposa, Gertrud, que expresa la sentencia que se transformó en una unidad fraseológica muy conocida en la actualidad.

Gertrud: Der kluge Mann baut vor. (274)13

La tercera escena del acto primero se sitúa en la plaza de Altdorf y representa la tiranía del alcaide feudal durante la construcción de un fortín que simboliza la opresión del pueblo. Tell y Stauffacher se acercan al maestro cantero, resignado por la extrema solidez del fortín que servirá de cárcel para el pueblo. Sin embargo, las palabras de Tell reflejan su firme confianza; que las montañas, su símbolo de libertad, serán más sólidas que cualquier fortín.

Tell: Was Hände bauten, können Hände stürzen. (387)14

Esta sentencia, de uso frecuente, se introduce, en analogía con muchos proverbios, con un pronombre relativo, un recurso característico para enfatizar su validez general.

En la misma escena se produce el diálogo entre Tell y Stauffacher, que se puede considerar paradigmático de la argumentación del pro y del contra. Stauffacher intenta convencer a Tell de la necesidad de actuar juntos contra la opresión oligárquica. Tell, por el contrario, defiende su posición de individualista, esto es, actuar en solitario. Así lo demuestran las sucesivas tesis y antítesis argumentativas.

Tell: Das schwere Herz wird nicht durch Worte leicht.15

Stauffacher: Doch könnten Worte uns zu Taten führen.16

Tell: Die einz’ge Tat ist jetzt Geduld und Schweigen.17

Stauffacher: Soll man ertragen, was unleidlich ist? (418-421)18

Tell no quiere provocar a los tiranos, aún cree en el orden natural de la razón, y confía en que al hombre pacífico se le conceda la paz. En este sentido hay que entender la siguiente sentencia, que, por su contenido extremadamente agudo, ha entrado en el discurso cotidiano y constituye una unidad fraseológica utilizada con frecuencia.

Tell: Die Schlange sticht nicht ungereizt. (429)19

Stauffacher, sin embargo, insiste y pretende convencer a Tell mediante una oración condicional.

Stauffacher: Wir könnten viel, wenn wir zusammenstünden. (432)20

Este prudente reproche provoca un torrente de argumentos a favor y en contra, y cada tesis es rebatida por una antítesis igualmente válida. Se trata de citas muy populares que por la impresionante densidad de su contenido son más que fraseologismos pues han alcanzado la calificación de tópicos y consignas populares.

Tell: Beim Schiffbruch hilft der Einzelne sich leichter.21

Stauffacher: So kalt verlasst ihr die gemeine Sache?22

Tell: Ein jeder zählt nur sicher auf sich selbst.23

Stauffacher: Verbunden werden auch die Schwachen mächtig.24

Tell: Der Starke ist am mächtigsten allein. (433-437)25

La cuarta escena del acto primero nos traslada a un escenario distinto que representa la primera reunión de los personajes más importantes, que más tarde participarán en el juramento del Rütli. En la prosecución argumentativa merecen una especial atención las palabras afectivas, muy poetizadas, que Schiller pone en boca de Melchthal en referencia a la crueldad de los esbirros del gobernador acometida en la persona de su padre.

Melchthal: O eine edle Himmelsgabe ist das Licht des Auges. (...) (589-90)26

Sterben ist nichts, doch leben und nicht sehen,

Das ist ein Unglück. (597-598)27

El acto segundo, escena segunda, representa la reunión secreta de los hombres de Schwyz, Uri y Unterwalden, con ausencia de Tell, en el paisaje del Rütli. Dispuestos a reemplazar el antiguo orden patriarcal, puesto que los antiguos derechos y libertades han perdido su validez por causa de la tiranía, pretenden formar una alianza de hombres libres. La argumentación de todos los personajes que culmina en el juramento del Rütli, símbolo de la victoria de la razón política ilustrada, es el testimonio de su actitud consecuente. Las «palabras aladas» y las sentencias que Schiller pone en boca de los personajes en esta amplia escena revelan claramente su origen y mantienen su carácter de citas literarias. No obstante, hay dos sentencias que por su contundente contenido han pasado al ámbito lingüístico fraseológico y son susceptibles de una modificación sintáctica y léxica.

Meier: Ist bald gesprochen, aber schwer getan. (1381)28

Esta unidad fraseológica aparece con frecuencia en el lenguaje coloquial con la siguiente modificación: «Das ist bald gesagt, aber schwer getan».

Reding: Die Zeit bringt Rat. (1437)29

La correspondiente unidad fraseológica presenta como anáfora el verbo kommen: «Kommt Zeit, kommt Rat».

El acto tercero, que constituye el punto álgido del drama, representa en la primera escena la imagen idílica del ambiente familiar de Tell. En analogía con la primera escena del acto primero, ésta comienza con una canción infantil muy conocida también en la actualidad.

Walther: Mit dem Pfeil, dem Bogen,

Durch Gebirg und Tal

Kommt der Schütz gezogen

Früh am Morgenstrahl... (1466-1469)30

La rotura de la cuerda del arco da lugar a que Tell le repita a su hijo el leitmotiv de su propio modo de actuar, adecuándolo al ámbito familiar.

Tell: Ein rechter Schütze hilft sich selbst. (1479)31

Recordemos que Tell había puesto de manifiesto el mismo punto de vista en su diálogo con Stauffacher: «Ein jeder zählt nur sicher auf sich selbst» (435).

Inmediatamente sigue una de las sentencias más conocidas del drama, que, por su contenido contundente y fácil de retener en la memoria, se ha convertido en una unidad fraseológica frecuentemente citada, de cuyo origen literario nadie es consciente en la actualidad.

Tell: Früh übt sich, was ein Meister werden will. (1481)32

En el siguiente diálogo con su mujer, Hedwig, Tell, que confía en Dios y en sus propias fuerzas, quiere disipar las preocupaciones de ésta acerca del riesgo que corre durante sus cacerías solitarias en las montañas; y mientras continúa su trabajo en la casa, surge una de las citas más conocidas del drama, que en la actualidad es concebida como unidad fraseológica. ¿Acaso alguien piensa en Schiller cuando escucha o utiliza la siguiente locución?

Tell: Die Axt im Haus erspart den Zimmermann. (1514)33

Hedwig, que conoce el juramento de los hombres notables en el Rütli, quiere evitar que Tell se acerque a Altdorf, donde se encuentra el gobernador Gessler. La prosecución de su diálogo argumentativo sólo se caracteriza por dos sentencias, la primera introducida por un pronombre relativo que le imprime una validez general.

Tell: Wer gar zu viel bedenkt, wird wenig leisten. (1532)34

La segunda sentencia es fiel reflejo de la actitud propia de un hombre bueno y valiente.

Tell: Ich tue recht und scheue keinen Feind. (1544)35

Tell se muestra confiado en que Gessler no tiene motivos para estar enojado con él y relata su encuentro anterior con el gobernador en un estrecho camino cerca de un precipicio. En este contexto aparece la siguiente cita extraordinariamente poética.

Tell: Bloß Mensch zu Mensch und neben uns der Abgrund. (1557)36

En el lenguaje coloquial, esta cita presenta una notable modificación, en cuanto que se ha convertido en la unidad fraseológica «von Mensch zu Mensch» carente de cualquier dramatización.

Lejos de participar de la confianza de su marido, Hedwig está convencida de que Gessler no le perdonará a Tell que le haya visto tembloroso e intuye que el gobernador, apoyado en su poder institucional, buscará un motivo para demostrarle su poder.

Efectivamente, en la tercera escena del tercer acto del drama, una vara con el sombrero del gobernador, colocada en una concurrida pradera en Altdorf, sirve de demostración del poder, ya que la gente del pueblo debe inclinarse ante el sombrero. Tell, que en compañía de su hijo pasa por delante del sombrero sin prestarle atención, es detenido en medio de la gran indignación de la gente del pueblo, su suegro Walther Fürst y sus amigos Stauffacher y Melchthal. El hecho de que no salude al sombrero da motivo a Gessler para vengarse de Tell con la mayor crueldad psicológica, propia de un tirano: le exige disparar con su ballesta a una manzana colocada sobre la cabeza de su hijo. Las argumentaciones de Tell, desesperado, por una parte, y de Gessler, lleno de sarcasmo, por otra, así como de los demás personajes presentes, incapaces de dar crédito a la cruel exigencia del gobernador, están representadas con un dramatismo insuperable, aunque, no se caracterizan por «palabras aladas» o sentencias. Para reflejar la trascendencia de esta escena, Schiller se sirve de numerosos textos marginales que demuestran de un modo visual los gestos desesperados de Tell. No obstante, hay que señalar las siguientes citas especialmente contundentes.

Tell: Ich soll der Mörder werden meines Kinds! (1900)37

Para dar más énfasis a esta exclamación interrogativa, el genitivo atributivo no sigue directamente a su palabra referencial, sino aparece al final.

También una exclamación de Gessler se ha convertido en una «palabra alada» frecuentemente citada.

Gessler: Das Ziel ist würdig, und der Preis ist groß! (1938)38

Lo mismo sucede con la siguiente sentencia pronunciada por el tirano.

Gessler: Gefährlich ist’s ein Mordgewehr zu tragen,

Und auf den Schützen springt der Pfeil zurück. (1973-1974)39

Gessler disfruta con las súplicas de Tell, y así lo demuestran las siguientes citas, que testifican una obcecación fanática.

Gessler: Ich will dein Leben nicht, ich will den Schuss. [...] (1986)40

Jetzt Retter hilf dir selbst – du rettest alle! (1990)41

Estas palabras irónicas de Gessler obligan a Tell a llevar a término sus propias palabras pronunciadas en el primer acto durante su diálogo con Stauffacher en relación con la lucha contra la opresión oligárgica: «Der Starke ist am mächtigsten allein» (437), puesto que ahora es la amenaza personal la que lo obliga a actuar en solitario.

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451 s. 3 illüstrasyon
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9788437084374
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