Kitabı oku: «Friedrich Schiller», sayfa 4

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En la prosecución argumentativa, la atención de todos se dirige hacia el diálogo, casi patético, entre Gessler, Rudenz y Bertha, en cuyo transcurso Rudenz pronuncia la sentencia extremadamente aguda que ha entrado en el discurso cotidiano y que constituye una unidad fraseológica frecuentemente utilizada.

Rudenz: Und allzu straff gespannt zerspringt der Bogen. (1996)42

Tell, mientras tanto, soportando su gran desesperación, actúa discretamente, siempre vigilado por Gessler, como lo señala el texto marginal, y sólo a través del grito de Stauffacher conocemos el feliz desenlace.

Stauffacher: Der Apfel ist gefallen! (2031)43

Esta exclamación, que coloquialmente señala un final feliz, mantiene evidentemente su origen literario.

A pesar de haber acertado con el disparo, Tell no se libra del poder arbitrario de Gessler. Su honradez y franqueza al confesar que, en el caso de haber dañado a su hijo, hubiera disparado la segunda flecha contra el gobernador, provocan su detención. Nadie puede ayudar a Tell, otra vez sólo depende de sí mismo, lo que le induce a actuar según sus convicciones, expresadas con anterioridad: «Ein jeder zählt nur sicher auf sich selbst» (435) y «Der Starke ist am mächtigsten allein» (437). Este leitmotiv se pone de manifiesto en la primera escena del cuarto acto mediante la recapitulación narrativa de Tell acerca de su huida del barco de Gessler en medio de la tormenta, y se demuestra en la tercera escena del mismo acto, que constituye la peripecia del drama.

En el largo monólogo en la hondonada cerca de Küssnacht, Tell, que siempre se había caracterizado por su espontaneidad, presenta una actitud reflexiva, como si necesitara justificar su propósito de matar a Gessler. Este monólogo narrativo (2561-2651) se caracteriza por la sucesión de citas muy conocidas, de modo que se puede concebir en su totalidad como una cita, o bien proceder a la selección de algunas «palabras aladas» o sentencias que por la contundencia de su contenido han pasado al ámbito lingüístico general, utilizándose en contextos diferentes y en situaciones cotidianas, aun cuando reflejan su origen literario, como lo demuestran los dos ejemplos siguientes.

Tell: Es lebt ein Gott zu strafen und zu rächen. [...] (2597)44

Denn jede Straße führt ans End der Welt. (2620)45

Un cortejo de bodas y la inoportuna llegada de Stüssi, el guarda de campo, ponen fin a las reflexiones de Tell, que no aparece muy locuaz, puesto que espera expectante el paso del gobernador por la hondonada. No obstante, precisamente su diálogo con Stüssi, que no conoce a su interlocutor, da lugar a varias sentencias muy populares con gran densidad de contenido.

Tell: Ein ernster Gast stimmt nicht zum Hochzeithaus. (2658)46

Así mismo sucede con la siguiente sentencia antitética:

Stüssi: Hier wird gefreit und anderswo begraben. (2662)47

La siguiente sentencia ha entrado en el discurso cotidiano y constituye una unidad fraseológica frecuentemente utilizada.

Tell: Dem Schwachen ist sein Stachel auch gegeben. (2676)48

A continuación surge una cita muy conocida que refleja una experiencia diaria, y nadie piensa en Schiller cuando oye o utiliza esta locución.

Tell: Es kann der Frömmste nicht in Frieden bleiben,

Wenn es dem bösen Nachbar nicht gefällt. (2683-2684)49

Esta cita, extremadamente aguda, se ha convertido en unidad fraseológica muy popular en la que el verbo bleiben se modifica por el verbo leben.

Ante la llegada inminente de Gessler en compañía de su mozo de caballerizas, Tell desaparece. El breve encuentro de Gessler con la pobre campesina Armgard, que pide misericordia para su marido encarcelado, sirve de pretexto argumentativo para enfatizar, una vez más, la actitud cruel y despótica del gobernador. Este encuentro se interrumpe bruscamente por una flecha mortífera que le atraviesa el corazón. Nadie sabe de dónde procede el disparo, sólo Gessler conoce al autor.

Gessler: Das ist Tells Geschoss. (2792)50

El único objetivo de Tell consiste en reestablecer el orden natural y sus palabras «Frei sind die Hütten, sicher ist die Unschuld vor dir, du wirst dem Lande nicht mehr schaden» (2794-2795)51 no son palabras de un asesino, sino de un libertador que, actuando según su leitmotiv existencial, recurre conscientemente a la defensa personal para salvar de la tiranía insoportable a su país, a su familia y a sí mismo.

En la prosecución argumental llama la atención la reacción impasible de los presentes ante la muerte de Gessler, muy poetizada a través del texto marginal y del canto sentencioso de los hermanos de la caridad.

Rasch tritt der Tod den Menschen an,

Es ist ihm keine Frist gegeben,

Es stürzt ihn mitten in der Bahn,

Es reißt ihn fort vom vollen Leben,

Bereitet oder nicht zu gehen,

Er muss vor seinen Richter stehen! (2834-2839)52

El quinto acto, que no se caracteriza por muchas citas relevantes, representa en la primera escena la reacción del pueblo felizmente alterado ante su libertad recuperada. Con la destrucción del fortín en Uri y las palabras del maestro can tero: «Wir haben’s aufgebaut, wir wissen’s zu zerstören» (2863-2864)53 se hacen verdaderas las palabras premonitorias de Tell: «Was Hände bauten, können Hände stürzen» (387). La prosecución argumentativa se caracteriza por la noticia del asesinato del emperador a manos de su sobrino y da lugar a la siguiente sentencia, extremadamente aguda y fácil de retener en la memoria, que se ha convertido en una unidad fraseológica frecuentemente citada.

Walther Fürst: Rache trägt keine Frucht! (3013)54

De un modo narrativo, Schiller demuestra la actitud consecuente del pueblo y, en particular, de Stauffacher, Walther Fürst y Melchthal, que no lamentan la muerte de un emperador que en vida nunca los protegió. Así se pone de manifiesto en la dura sentencia de uso frecuente, que se introduce, en analogía con muchos proverbios, con un pronombre relativo que enfatiza su validez general.

Melchthal: Wer Tränen ernten will, muss Liebe säen. (3082)55

La segunda escena del último acto representa el regreso de Tell a su casa, interrumpido por la aparición de Johannes Parricida, vestido de monje. A través del tenso diálogo entre Tell y Parricida se pone de manifiesto que Schiller desea establecer una clara diferencia entre el asesinato vengativo de Parricida y la legítima defensa de Tell como padre y defensor de su pueblo ante una tiranía insufrible. El disparo certero de Tell ha devuelto la libertad a su pueblo, y la destrucción de los fortines por parte del pueblo representa la recuperación del orden natural y divino. Johannes Parricida, por el contrario, atentó gravemente contra este orden divino. Por ello debe desaparecer sin que nadie lo reconozca.

Parricida: Ich darf nicht weilen bei den Glücklichen. (3275)56

Los hombres felices son los campesinos y los hombres del juramento del Rütli, que llegan a casa de Tell para celebrar a su libertador y su libertad, como señala el texto marginal de la última escena. Todos han contribuido a que el nuevo orden sea una realidad y todos participan de la nueva libertad e igualdad que Schiller representa mediante el gesto simbólico de la alianza entre Bertha y Rudenz como validación de la libertad surgida del orden nuevo y de la disolución del antiguo orden patriarcal.

1 Dietrich Borchmeyer: «Altes Recht und Revolution in Schillers Wilhelm Tell», en W. Wittkowski (ed.): Friedrich Schiller, Kunst, Humanität und Politik in der späten Aufklärung. Ein Symposium, Tübingen, Niemeyer, 1982, pp. 69-111.

2 «Ein landläufiges Citat, d.h. ein geflügeltes Wort, ist ein in weiteren Kreisen des Vaterlands dauernd angeführter Ausspruch, Ausdruck oder Name, gleichviel welcher Sprache, dessen Urheber, oder dessen literarischer Ursprung nachweisbar ist». Wolfgang Fleischer: Phraseologie der deutschen Gegenwartssprache, Tübingen, Niemeyer, 1997, p. 14.

3 Harald Burger: Phraseologie: Eine Einführung am Beispiel des Deutschen, Berlín, Erich Schmidt, 1998, p. 100.

4 «mit lehrhafter Tendenz», en F. Seiler: Deutsche Sprichwörterkunde, München, 1922, p. 2.

5 «auf das praktische Leben», en G. Peukes: Untersuchungen zum Sprichwort im Deutschen. Semantik, Syntax, Typen, Berlín, 1977, [Philologische Studien und Quellen 86], p. 11.

6 Friedrich Schiller: Wilhelm Tell, Stuttgart, Reclam Universal-Bibliothek Nr. 12, 2000.

7 «Sonríe el lago, invita al baño, dormía el muchacho en la verde orilla». Todas las citas han sido traducidas por la autora de este artículo.

8 «El hombre bueno piensa en sí mismo en último lugar».

9 «Desde el puerto seguro es fácil dar consejos».

10 «El lago puede compadecerse, el gobernador no».

11 «Del desafuero del tirano os salvaré yo, / de los peligros del viento os ha de ayudar otro. / Pero es mejor caer en manos de Dios / que en las de los hombres».

12 «He hecho lo que no pude dejar de hacer».

13 «El hombre inteligente toma medidas preventivas».

14 «Lo que las manos construyeron, las manos lo pueden derribar».

15 «Al corazón oprimido no alivian las palabras».

16 «Pero las palabras podrían llevarnos a la acción».

17 «La única acción es ahora la paciencia y el silencio».

18 «¿Hay que sufrir lo insufrible?».

19 «La serpiente no pica si no se la provoca».

20 «Lograríamos mucho, si actuáramos unidos».

21 «En el naufragio, cada uno se ayuda más fácilmente».

22 «¿Con tanta frialdad abandonáis la causa común?».

23 «Cada uno sólo puede contar seguro consigo mismo».

24 «Unidos, también los débiles son fuertes».

25 «El fuerte es más fuerte si está solo».

26 «Un noble presente del cielo es ver la luz con los ojos».

27 «Morir es nada, pero vivir y no ver es una desgracia».

28 «Se dice pronto, pero es difícil hacerlo».

29 «El tiempo trae el consejo».

30 «Con el arco y la flecha / por montañas y valles / va el cazador / al amanecer...».

31 «El buen cazador se ayuda a sí mismo».

32 «A temprana edad debe empezar a aprender el que quiera llegar a ser un maestro».

33 «Teniendo el hacha en casa, no se necesita carpintero».

34 «Quien piensa demasiado, poco rendirá».

35 «Yo obro bien y no temo a ningún enemigo».

36 «De hombre a hombre, y al lado nuestro el precipicio».

37 «(Acaso) he de llegar a ser el verdugo de mi hijo».

38 «El fin es digno (de ti), y el premio es grande».

39 «Es peligroso llevar consigo un arma mortal, / y la flecha se vuelve contra el ba lles tero».

40 «No quiero tu vida, quiero el disparo».

41 «Ahora sálvate a ti mismo, (así) salvas a todos».

42 «El arco se rompe si se tensa demasiado».

43 «Ha caído la manzana».

44 «Hay un Dios para castigar y para vengar».

45 «Pues cada camino conduce al fin del mundo».

46 «Un invitado triste no corresponde a una boda».

47 «Aquí hay una boda y en otro lugar un entierro».

48 «Al débil también se le ha dotado de aguijón».

49 «La mejor persona no puede vivir en paz, / si esto no le gusta a su vecino depravado».

50 «Es el disparo de Tell».

51 «Libres son las cabañas, la inocencia está segura ante ti, ya no causarás daño a este país».

52 «En un instante llega la muerte al hombre, / no le es dado ningún plazo, / le derriba en medio del camino, / le arrebata la vida plena; / preparado o no para partir, / tiene que comparecer ante su juez».

53 «Nosotros lo hemos construido, nosotros también sabemos destruirlo».

54 «La venganza no da fruto».

55 «El que (al morir) quiere cosechar lágrimas, debe sembrar amor».

56 «No me está permitido detenerme entre los hombres afortunados».

LAS TRADUCCIONES DE SCHILLER AL VASCO

Ibon Uribarri Zenekorta

UPV/EHU

INTRODUCCIÓN

Este artículo presenta los resultados de una investigación sobre las traducciones de Schiller al vasco con ocasión del bicentenario de su muerte. Esta investigación se enmarca en otra más amplia que está catalogando y estudiando las traducciones del alemán al vasco en general.1 Éste es el primer trabajo específico sobre un autor concreto dentro de esa investigación más amplia, al que seguirá otro sobre Heine, en preparación. Este trabajo tiene un carácter descriptivo de las traducciones que se han podido identificar y del contexto de su génesis como aportación a la historia de la traducción al vasco. De hecho, en este estudio aparecen como traductores de Schiller algunos de los personajes clave de la cultura vasca del siglo XX, como Azkue, Mirande y Labaien. El análisis textual en profundidad de estas traducciones queda para otra ocasión en un futuro próximo.

LA PRIMERA TRADUCCIÓN

La primera traducción de Schiller vino de la mano de R. M. Azkue (1864-1951), y es seguramente el primer texto que se ha traducido directamente del alemán al vasco.2 El interés de Azkue, fundador de Euskaltzaindia, la Academia Vasca de la Lengua, por la Ode an die Freude (Himno a la alegría) no fue directo, sino mediado por la novena sinfonía de Beethoven. Antes de hablar de esta traducción, vamos a presentar brevemente el camino que lleva al padre Azkue hasta la misma.

Azkue fue un lingüista y folclorista importantísimo, que ocupó la primera cátedra sobre euskara en Bilbao (superando en la oposición a Sabino Arana y a Miguel Unamuno). Fue también el fundador y primer presidente de la Academia Vasca de la Lengua. Y, finalmente, fue también músico, compositor de muchísimas piezas, incluidas dos óperas en vasco. Sin embargo, las biografías de un personaje tan señalado de la cultura vasca apenas mencionan su labor como traductor. Ahora se tratará de suplir brevemente esa carencia en relación con el asunto que nos interesa, las traducciones del alemán al vasco.

Azkue aprendió algo de alemán antes de sus primeros viajes al extranjero, y la afición le vino a través de la música, ya que había visto una representación de Lohengrin en Bilbao y se convirtió en un admirador de Wagner. Ya en época temprana escribió textos periodísticos sobre temas alemanes: «Alemaniako agintarien ibilerak», 1897; «Bismarck-en iazoera bat», 1898 e «Iru Lohengrin», 1898.

Luego tuvo oportunidad de mejorar sus conocimientos en los viajes que hizo para acabar y publicar su famoso diccionario vasco. Primero estuvo en Tours y París, donde estudió música al tiempo que trabajaba en su diccionario, y luego estuvo en Bruselas, donde se dedicó a aprender alemán (parece que llegó a rezar el rosario en alemán), que perfeccionó en la estancia de casi dos años que hizo en Colonia a partir de 1907. En Colonia se dedicó a la música (estudio y composición) y a la investigación lingüística. También redactó un texto en alemán que publicó a su vuelta a Bilbao, Kommersnacht oder ein heimisches Konzilium in der Bibliothek von Kölnischen Priesterseminar (tiene fecha de febrero de 1909). También participó en una inspección del sistema escolar alemán, del que dio cuenta a su vuelta a través de una conferencia (12 de abril de 1916) y una publicación en plena Primera Guerra Mundial, «La escuela elemental alemana» (Euskalerriaren alde 132-133 de 1916, pp. 342-348).

Esa primera estancia en Alemania, la más larga, tuvo otras consecuencias. A la vuelta se granjeó la amistad del cónsul alemán en Bilbao, Wilhelm Eichhoff, que luego le llamaría para participar en la corrección de los exámenes de alemán en la Academia Alemana. Además, estrechó contactos con Linschmann y Hannemann, que habían creado unos años antes en Berlín la sociedad Baskische Gesellschaft y la revista Euskera (1886-1896); también trabó amistad con el lingüista Hugo Schuchardt.3

Más tarde hizo otros viajes a Alemania. En 1922 fue a Hamburgo en barco, y desde allí viajó a Berlín y Múnich. En Berlín recopiló escritos de Wilhelm von Humboldt sobre el idioma vasco. Después hizo otro viaje en 1928, siguiendo la llamada del franciscano Beda Kleinschmidt, para visitar a Teresa Neumann en Konnersreuth. Se trataba de un caso famoso de estigmas milagrosos, y como consecuencia de la visita escribió un libro en castellano, La estigmatizada de Konnersreuth (Barcelona, 1929).

En la Biblioteca Azkue de la Academia Vasca de la Lengua se han podido consultar gran cantidad de manuscritos de Azkue, en especial los relacionados con la lengua alemana. Se trata de material producido en el aprendizaje del alemán, con ejercicios, glosarios para leer textos religiosos, casi siempre en alemán-español, pero teniendo en cuenta el vasco a veces; postales, programas de conciertos, copias de textos, modelos de cartas y versiones previas, el diploma de participación en el XX Internationaler Eucharistischer Kongress en Colonia, un agradecimiento y diploma de honor de la Cruz Roja alemana, etc. Sin embargo, hay otros materiales más relevantes que reflejan sus intereses culturales y lingüísticos:

- Un breve texto titulado «Los Vascos» en dos versiones a máquina, texto que aparentemente Gerhard Bähr tradujo al alemán para publicar en un libro en Alemania.

- Versiones previas de los libros Kommersnacht y Konnersreuth.

- Un texto con el título «Die Basken und ihre Heimat», ocho hojas escritas a máquina; tiene una anotación a mano en la cabecera, Rundfunkvortrag. Parece ser por tanto una charla para la radio.

- Anotaciones sobre la obra de von der Gabelentz Die Verwandschaft des Baskischen mit den Berbersprachen.

- Un texto llamado Balada, escena 3a de In hoc signo, en vasco y con versión alemana.

- Anotaciones para un artículo, «De Neologismos formados a imitación de otras lenguas». Contiene ideas que se recogen luego en el artículo publicado en la revista Euskera de la Academia Vasca de la Lengua: «Hermann Riegel, Deutscher Sprachverein: Kein Fremdwort für das, was Deutsch gut ausgedrückt werden kann = ningún vocablo extraño para lo que pueda ser bien expresado en alemán». Y se adjunta un pequeño glosario muy interesante, ya que muestra la productividad del modelo alemán para generar nuevas palabras en vasco: Bigamia: birrezkontza = Doppelehe; Jaculatoria: ziri-otoitz = Schussgebet. Más tarde escribió un artículo sobre las conexiones y similitudes entre el alemán y el vasco, «Coincidencias del euskera con el alemán», en el marco de un trabajo más ambicioso, Estudio comparativo entre el vascuence y varias lenguas cultas (1949). Hay que decir que la conexión entre el alemán y el vasco es la que más atención le reclama.

– También hay una copia de una carta enviada al rector de la Universidad de Salamanca el 16 de julio de 1929 desde Lekeitio. Encuentra en el Reichspost de Viena, del 11 de julio, el artículo «Auf der Suche nach der Ursprache der Menschheit», donde se menciona el trabajo de Iñigo Echeverría, profesor en Salamanca (que supuestamente había encontrado el texto más antiguo del Caucazo, que al parecer tenía similitudes con el vasco), y le pide al rector información sobre el asunto. Adjunta copia del artículo original y una traducción al castellano.

En la biblioteca también se encuentran algunas versiones previas de la música que compuso en Colonia, con letra alemana. Así, hay documentación sobre el oratorio Daniel, que se estrenó en 1907 en Colonia, y que recoge una versión en vasco de las 5 primeras hojas de las 12 totales; la partitura de Der Ritter, con 15 páginas; una segunda copia del mismo que lleva la anotación «En Colonia, marzo de 1908»; un Ave María de 1907 con letra en latín y alemán, y la copia de un motete de un autor llamado Müller.

Y además hay versiones previas de las dos grandes óperas que compuso en 1911 y 1914. La versión de Ortz-zuri, con la introducción y las cinco primeras páginas en vasco, castellano y alemán, y también otra versión de Ortzuri, cuya portada dice: «Oper in drei Akten In Baskischer Sprache geschrieben. Text und Musik von Dr. R. M. Azkue, Übersetzung von Herrn Isidro Alkorta». El texto está en alemán y vasco al principio, luego en vasco; también hay una partitura de la ópera Urlo, una versión previa, con algunas partes en alemán y vasco. Y también hay una versión más amplia, que llena tres libros y que se desarrolla en los tres idiomas. Parece que la versión alemana de Urlo llegó a publicarse, según esta ficha bibliográfica: «Urlo. R. M. Azkue apaizak iru ataletan egindako opera / Urlo. Comedia lírica en tres actos / Urlo. Komische Oper in drei Akten, 1914 (trad. Melania Fischer)».

Entre los manuscritos de Azkue se ha encontrado información que aclara algunas cosas sobre su actividad como traductor. Se trata de una carta al censor (14-02-1936) con la petición de publicación de algunos textos (que se adjuntan), y un breve texto en alemán, «Kurze Chronik der Salvatorianner in Spanien». Parece que hizo de guía de unos salvatorianos que viajaban a Calahorra, y como consecuencia de ello tradujo algunas obras del miembro de la orden Willibrord Menke, Apaiz osteguna eta aurrak y Apaiz osteguneko elizkizun ta otoitzak. En las bibliotecas aparecen sin datar, pero dado que se mencionan en la carta al censor, deben de ser de 1936. Además, ese año tradujo también un texto parecido al castellano, Jueves sacerdotal en el año eclesiástico de M. Schmidtmayer.

Ya hemos indicado que Azkue llega a Schiller a través de la música. Schiller escribió su Ode an die Freude en 1785 con 26 años, y luego realizó otra versión en 1803. La oda iba a ser originalmente una Ode an die Freiheit (en la época revolucionaria los estudiantes la cantaban con la música de La Marsellesa), pero luego se convirtió en la Ode an die Freude definitiva, para ampliar su significado: aunque el destino del hombre es la libertad, el desarrollo completo de ese destino debe desembocar en la alegría. Beethoven conoció la obra cuando tenía 22 años, en 1792, y de inmediato quiso musicar el texto. Aunque esa intención tiene su origen antes de la primera sinfonía, finalmente la recogió en la novena, compuesta entre 1822 y 1824. Se interpretó por primera vez el 7 de mayo de 1824, y se publicó en Maguncia en 1828.4 Beethoven usó la segunda versión de Schiller, con una introducción suya, y reescribió algunas partes (ver el anexo).

Está claro que la traducción de Azkue tiene que ver con la versión de Beethoven, y lo mismo va a suceder en las otras dos traducciones de la Oda que vamos a tratar después. Azkue trajo la orquesta de Barcelona a Bilbao para representar su ópera Urlo, y para amortizar el viaje la orquesta tocó durante varias noches. En una de ellas interpretó la novena sinfonía de Beethoven, y Azkue tradujo la Oda al vasco para que el orfeón Euskeria la cantara en ese idioma. La representación de Urlo fue un estrepitoso fracaso, como es sabido, con consecuencias económicas, de tal modo que Azkue se planteó seriamente hacerse jesuita y retirarse a Loiola, aunque en el último momento le convencieron para que no lo hiciera.

La traducción de Azkue se publicó en la revista Euskadi, el año 1914, número 26, página 166. La introducción dice así:

Himno An die Freude del gran poeta alemán Schiller, que constituye la letra de la Novena Sinfonía de Beethoven, traducido al euskera por D. Resurrección María de Azkue, para los próximos conciertos de la gran Orquesta Sinfónica de Barcelona, en que tomará también parte el Orfeón Euskeria.


Pozari Sorkuraren bularretik
O adiskide, ez ots motel ori; Poza edoskitzen degu;
entzun dezagun ozenago baten On ta gaizto, orren egarriz
durundia ta pozgarriagoa Beti bizi gera gu.
Poza, Jainkotsinpart eder Musuak eman zizkigun
Eliseoko alaba Masti, lagun ta indarra:
gogo beroz gijoatzin Berea da arren zoria
ire Jaurestegira. Ta aingeruen poz-garra.
Ire tseraz biltzen ditun ¡Ots! So eki eder oyek
Apetaz banatuak, Oskoroan kurika,
Ire egapean anaitzen bizkor zabilz anaika
Gozarotsu gizonak. pozik garai-zale legez.
Adiskide on bat duela Diru-metak guk besarka
Zinez zoritsu dana, Izadiaren musuz
Emazte ederdun batekin Izar-gainean goituz
Ager bedi iregana. Aita samur bat bizi da.
Maite bakar bat gaberik ¿Zer?¿Ondatu, diru-metak?
Bizi oi aizen ori ¿Izargina nai aldek?
Pozezko baltzu ontarik Oskoroan galde zak,
Negartsu ostu adi. goyan zoritsu an dukek.

Adjunto, contiene un glosario que explicita el sentido de algunas palabras usadas en la traducción, y también hay una nota a pie en la que se explica el uso de legez en lugar de bezala, por razones fonéticas. Se detecta un error claro en la traducción de Azkue, cuando habla de «diru-metak» por Millionen. Azkue interpretó que se trataba de dinero, no de cantidades ingentes de personas.

El texto se recogió también en otro artículo de J. R. Belausteguibeitia, «La campaña artística del orfeón Euskeria», en Euskal-erria (1914), pp. 548-549. La traducción de la Oda es la misma (en la introducción está mal escrito el nombre original). En este caso se presenta también otro texto surgido en el mismo contexto, y que se debe al interés de Azkue por Wagner. En la página 547 se encuentra la traducción de un fragmento del Parsifal.

UNA OBRA DE TEATRO

Existe una traducción al vasco del Wilhelm Tell de 1934-35, la primera traducción de una obra dramática escrita en alemán, realizada por Iñaki Goenaga Sistiya (1905-2005). Nacido cerca del santuario de Loiola, siguió estudios para convertirse en jesuita, aunque después dejó la orden. Se exilió joven a Latinoamérica para evitar el servicio militar, y después volvió a Europa. En Marneff (Bélgica) siguió sus estudios de teología, junto con otros conocidos autores vascos, como el traductor de Platón Jokin Zaitegi y Andima Ibiñagabeitia. Goenaga tradujo el Wilhelm Tell de Schiller en su estancia en Bélgica,5 seguramente animado a ello por algunos compañeros (jesuitas expulsados de España por la República). Sin embargo, dejó los estudios y regresó al País Vasco para trabajar como periodista y político, justo antes del estallido de la Guerra Civil. Participó en la guerra, fue apresado y estuvo en la cárcel algún tiempo. Tras la guerra no pudo retomar la actividad cultural.6

No hay mucha información sobre esta traducción. El año 2004, la asociación de traductores vascos EIZIE reeditó la obra en edición bilingüe, pero no se hizo la necesaria investigación sobre el origen de la traducción. Ésa fue una de las razones que nos animó a realizar este trabajo. Sabiendo que Goenaga, casi centenario, vivía aún en Azpeitia, nos pusimos en contacto con su familia y conseguimos conversar un poco con él por teléfono, lo cual no fue muy productivo. Después mandamos a su familia una lista de preguntas, de donde conseguimos bastante información. Y estuvimos a punto de entrevistarnos con él, aunque el encuentro se suspendió a última hora por razones de salud, y luego, sin tiempo para preparar otra cita, Goenaga murió. De nuestras pesquisas se deduce que conservó algunos documentos relacionados con la traducción, escondidos en una casa que tenía en Irún, pero que se perdió todo en unas obras que se hicieron allí. Parece que aprendió alemán en su estancia en Bélgica, como parte de sus estudios, y que tuvo allí la ayuda de muchos otros intelectuales vascos: Ibiñagabeitia, Zaitegi, Sarobe, Argarate, Ariztimuño. Hizo la traducción a mano, y luego una copia en limpio con un máquina Remington, y la fue mandando por partes al País Vasco, aprovechando el viaje de algún compañero.

En cuanto a la traducción, hay que decir que sigue el original con mucho detalle, eso sí, en prosa y no en la forma versificada original; y como era habitual en la época, introduce algunas adaptaciones culturales (se mencionan instrumentos musicales típicos del País Vasco, por ejemplo; pero se muestra más moderado que otras traducciones contemporáneas, como la de los hermanos Grimm por Larrakoetxea).

Si nos preguntamos por las razones para la elección de esta obra, entonces nos tendremos que preguntar por los rasgos más característicos del texto. No está claro si Tell fue un personaje histórico. De acuerdo con los primeros testimonios, vivió en Uri a finales del siglo XIII o principios del XIV.7 Según la tradición fue el cabecilla de una revuelta contra los austriacos y ayudó a conservar la independencia suiza. Tuvo que disparar con la ballesta contra una manzana puesta sobre la cabeza de su hijo, obligado por el gobernador, y después de algunas peripecias acabó matando al gobernador usando la misma ballesta.

El Wilhelm Tell de Schiller es la versión más conocida de ese mito nacional, se considera incluso parte de la literatura suiza.8 Un aspecto fundamental de la obra es la lucha contra la represión extranjera. La misma gestación del drama explica ese hecho: el tema lo encontró Goethe en su tercer viaje a Suiza en 1797, en un momento revolucionario, pero pasaban los años y no acababa de escribir nada, así que ofreció el tema a Schiller, que tampoco hizo nada al principio, pero en 1802, debido a la amenaza napoleónica, retomó el asunto y escribió el drama. Así, la defensa de la nación frente al invasor se convierte en tema clave. Hay que decir, sin embargo, que Schiller no olvida los ideales burgueses ilustrados de fraternidad, libertad, derechos ciudadanos, crítica de la nobleza, etc. («Der brave Mann denkt an sich selbst zuletzt», I 1 [«El hombre valiente piensa en sí mismo al final»]; o cuando habla del comienzo de una nueva época, dice: «Der Adel steigt von seinen alten Burgen / Und schwört den Städten seinen Bürgereid», IV 2 [«La nobleza baja de sus antiguas fortalezas / y presta juramento a las ciudades»]).

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