Kitabı oku: «La sociedad de castas», sayfa 12

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La casta etnicizada

El antropólogo neoevolucionista Marvin Harris mantenía que las castas «se asemejan mucho a las minorías culturales, étnicas y raciales de otras sociedades».34 Una casta, lo vimos, no es muy distinta de un grupo étnico.

A nivel popular, se imagina que cada casta está constituida por substancias físicas diferentes [véase La casta adherida al cuerpo]. La práctica de la endogamia refuerza la idea. Se cree que si la madre y el padre no comparten la misma “substancia” (corporal o sanguínea) se va “contra natura” (adharma), y niños con malformaciones o raras enfermedades podrían nacer. Las parejas sin hijos que acuden a los bancos de esperma de la India no cesan de exigir que se clasifique a los donantes por castas (aún sabiendo que los donantes han de permanecer por ley en el anonimato). Una mujer de casta bhūmihār decía que no le preocupaba la altura, los rasgos físicos, ni siquiera el cociente de inteligencia del padre, pero que su marido «pensaba que si el donante de esperma era de una casta diferente, el bebé no tendría los genes correctos».35 Esta noción tiene una larga historia en la India. Pandurang V. Kane sacó a relucir la Sūta-saṃhitā, un tratado medieval, donde expresamente se dice que «un hombre pertenece a una casta por nacimiento y ninguna acción en esta vida puede alterar este hecho, ya que las diferentes castas son como especies animales y cada casta se adhiere al cuerpo y no al espíritu».36 La corporalidad de la casta luego se apelmaza por marcadores étnicos como la vestimenta, la lengua, la religión o la dieta.

También André Béteille tiene al sistema de castas como un tipo particular de diferenciación étnica, no muy desemejante de la que encontramos en Estados Unidos.37 La gran diferencia estriba en que en India los grupos están integrados en un orden jerárquico, y en el mundo anglosajón el concepto de etnicidad todavía está muy impregnado de la noción de “raza”. Pero igual que en los Estados Unidos, las castas etnicizadas de la India desempeñan un rol político –como veremos al final del libro– parecido al de los grupos étnicos en Norteamérica. Para Gopa Sabharwal, que realizó su estudio de campo en la zona fronteriza entre Karnataka y Maharashtra, castas como los brāhmaṇs, los kṣatriyas, los bunts, los marāṭhas, los mahārs y los chambhārs, grupos regionales como los māṛvāṛīs, o grupos religiosos como los jainistas, los sikhs, los liṅgāyats, los parsis, los ismaelitas o los khojas, pueden concebirse como grupos étnicos.38

Conceptualmente, la idea de considerar las castas indias como quasi grupos étnicos tiene el valor de desexotizar la cuestión. Si uno mira a su alrededor en una ciudad cosmopolita como Singapur, París o Chicago, se percatará de la cantidad de personas de diferentes orígenes, costumbres, vestimentas, dietas, lenguas o religiones. Aunque las ciudades indias aparentan mayor homogeneidad, en realidad poseen tanta diversidad cultural, lingüística o étnica como las más cosmopolitas urbes del planeta. Y en este aspecto, la casta –aunque no sólo ella– ejerce un papel esencial.

Quizá fuera esta relevancia de los marcadores culturales la que alentó a los británicos a entender y clasificar a los indios según su “casta” o “tribu”, y no por su localidad. (Porque está claro que un barbero panyabí comparte más rasgos con otros panyabíes de diferente casta y religión que con un barbero tamil.) Al escoger la “casta” como marcador sobresaliente, la mirada colonial le otorgó una relevancia aún más importante de la que ya poseía. Lo comprobaremos [véase capítulo 20].

FRONTERAS FLUIDAS

El que cada casta represente un microcosmos en toda regla no ha de hacernos pensar que la sociedad india está compuesta por moléculas impenetrables que se repelen las unas a las otras. La frontera de casta es menos rígida de lo que aparenta.

La práctica de la hipergamia lo delata. Rājputs, marāṭhas, nāyars, kāyasthas, paṭṭīdārs…, todas castas muy extendidas y poderosas, se saltan las reglas de estricta isogamia, por lo que se abren permanentemente a otras castas. Estas macrocastas no forman una comunidad homogénea; continuamente se ven infiltradas por “abajo”. Además, las divisiones de clase, hoy mucho más acentuadas que antaño, favorecen la movilidad y la flexibilidad. Es importante seguir una recomendación de Chris Fuller y «distinguir entre la rígida estructura y los patrones de comportamiento menos rígidos que pueden existir dentro de esa estructura»;39 es decir, la teoría de la práctica. De ahí que a lo largo de los siglos la sociedad ha ido moviéndose y transformándose a la vez que aparentaba un inmovilismo estricto.

Algunos casos ilustrativos de esta indefinición y fluidez los proporcionan castas “compuestas” de forma un tanto sorprendente.

Una de las principales castas de la India occidental es la koḷī. El término puede ser incluso derogatorio, ya que los británicos la incluyeron en su infame lista de “castas criminales”. En zonas rurales de Gujarat o Maharashtra, los koḷīs retienen ese estigma y se les considera muy dados a la “quema-de-novia”, por ejemplo, cuando las dotes no han sido las que se esperaban. En otras zonas tienen la reputación de ladrones. En contraste, en la misma región, el término paṭel es sinónimo de poder político y económico. El cabeza del pueblo suele ser designado paṭel. De modo que el título ha sido asimilado por la poderosa casta paṭṭīdār, la principal casta terrateniente de Gujarat. Lo interesante es que así como hoy tenemos la denominación paṭṭīdār-paṭel, también tenemos la koḷī-paṭel. Esta designación, aparentemente contra natura, ilustra a la vez una estrategia de alianzas matrimoniales hipergámica y la relatividad del estatus, que siempre es local y depende de múltiples factores.

Como veremos, incluso quienes parecen respetar escrupulosamente la práctica de la endogamia pueden acabar saltándose las fronteras religiosas. Khatrīs hindúes y khatrīs sikhs no tienen inconveniente en desposarse, aun perteneciendo a “religiones” distintas, lo mismo que śrīmālīs hindúes y śrīmālīs jainas. (Como veremos, muchas castas comerciantes poseen secciones que profesan diversas religiones.) Aunque el sikh, el hindú o el jaina no reniegan de su identidad religiosa, como casta las cosas pueden ser diferentes.

La historia de los mēos, un grupo islámico de Mewat (Rajasthan), ofrece un cuadro fascinante de una comunidad que en el siglo XVIII podía ser considerada śūdra por los funcionarios del reino, pero que reclamaba para sí estatus de kṣatriya; y las castas que vivían bajo su jurisdicción (brāhmaṇs incluidos) así la consideraban,40 sin dejar nunca de ser musulmana.

La India está repleta de estas comunidades fronterizas y liminales. Aún en el censo de 1911 cientos de miles de indios se declararon “hindúes musulmanes”41 o “hindúes cristianos”, para la sorpresa de los agentes censales. Hoy, la comunidad religiosa bīśnoi de Rajasthan (conocida por su dedicación a la no-violencia) es considerada “hindú”, pero todavía en el censo de 1891 fue clasificada como “musulmana”. Y eso que Jambeśvara, fundador del grupo religioso, declaraba –al estilo de Kabīr o Gurū Nānak– que él no era ni hindú ni musulmán. Los musulmanes del Punjab indio continúan venerándolo hasta nuestros días.42

CASTA, JĀTI Y SUBCASTA

En suma, la casta es una unidad bastante homogénea con un fuerte sentido de “comunidad”, “etnia”, “clan” y hasta de “familia”, pero con fisuras y mecanismos de apertura. Existe una doble tendencia entre las castas a atomizarse en entidades cada vez menores (subcastas, subsubcastas, etcétera), a la vez que a amalgamarse en grandes bloques (o macrocastas). Al primer proceso suele llamársele “fisión”; al segundo, “fusión”.

Un brāhmaṇ tamil puede ser de la subcasta smārtha, de la śrīvaiṣṇava, etcétera. La subcasta smārtha puede subdividirse en las subsubcastas vaḍamā, brihacharaṇam o astaśahāśram. La subsubcasta brihacharaṇam a su vez puede subdividirse en malanāṭṭu o kandramaṇikya. Todavía pueden darse subdivisiones regionales, como las que dividen a los vaḍamās en chōḷa-deśa o vāda-deśa (si nacieron o no en la zona del antiguo reino Chōḷa). Una vez llegamos al círculo estrictamente endogámico (jāti), las castas brāhmaṇs se dividen en linajes míticos (gotras), familias (kulas), ramas (śākhās) y hogares.

La enemistad entre estas subcastas brāhmaṇs es legendaria. Hasta hace relativamente poco, en los pueblos de Tamil Nadu los smārthas (también llamados aiyars o iyers) y los śrīvaiṣṇavas (o iyengars) no permitían enlaces matrimoniales entre sí, no compartían mesa, vivían en zonas separadas del barrio brahmánico, seguían a órdenes religiosas diferentes (Śaṅkara y Rāmānuja, respectivamente) y algunos ni siquiera osaban poner los pies en los templos de los otros. Incluso dentro de una misma subcasta, la rivalidad podía ser inaudita. Patrick French pone el ejemplo de un juicio que duró ¡70 años! para dilucidar si el elefante de un templo de Kanchipuram era iyengar theṅkalai o iyengar vadakalai. Finalmente, se decidió que durante seis meses al año el animal sería vadakalai (y le pintaban las pertinentes marcas en la frente en forma de “u”) y los otros seis meses sería theṅkalai (y le pintaban las marcas sectarias en forma de “y”).43 Empero, dado el contexto político –antibrahmánico– de Tamil Nadu a lo largo del siglo XX, las diferencias de casta, subcasta y divisiones menores han tendido a diluirse simultáneamente en favor de una superidentidad “brāhmaṇ”. O, como ha escrito André Béteille:

«Antiguamente existía una rivalidad entre brahmanes smārtha y brahmanes śrīvaiṣṇava […] Hoy está en gran medida olvidada […] Los brahmanes definen en la actualidad su identidad en términos de su distinción de los no-brahmanes y basándose en sus subcastas».44

De modo que cuando a alguien le pregunten por su casta pueda contestar de formas diversas. Uno es a la vez kandramaṇikya, brihacharaṇam, smārtha o brāhmaṇ. Y podrá referirse a cada una de estas identidades como casta. Y eso es lo que en muchas ocasiones confunde a los legos. Frente al grueso de la población puede que enfatice que es de la “casta” brāhmaṇ (aunque quizá frente a un musulmán ponga por delante que es un “hindú”); pero frente a otros brāhmaṇs seguramente destacará que es un smārtha; y al conversar con otro smārtha dirá que es un brihacharaṇam; mientras que a la hora de buscar pareja matrimonial lo más probable es que se subraye –y se busque– la identidad kandramaṇikya. Para un no brāhmaṇ, el individuo en cuestión es simple y llanamente un brāhmaṇ (a lo sumo un brāhmaṇ tamil) y desconoce las intrincadas subdivisiones menores. El Cuadro 2 trata de arrojar un poco de luz.

Todo esto muestra que “brāhmaṇ” es sólo una categoría panindia. Y una casta brāhmaṇ es, simplemente, aquella que reclama un estatus de clase (varṇa) brāhmaṇ y es reconocida por los demás como tal.45 Para complicar más el asunto, una casta en la que bastantes de sus miembros se dediquen a cuestiones sacerdotales puede ser fácilmente designada “brāhmaṇ” por los que la rodean, aunque no ser reconocida como tal por las castas que se proclaman con pedigrí “brāhmaṇ”.

Algo parecido pasa con la categoría “rājput”. Ahí lo que cuenta es el linaje (que hace de subcasta). No es lo mismo ser un rājput del linaje solar, como el rāṭhaur (aristocracia de Jodhpur y Bikaner), o el kachvāhā (aristocracia de Jaipur), que un rājput del linaje lunar, como el bhāṭī (aristocracia de Jaisalmer), o que un rājput del linaje del fuego, como el chauhān, que durante siglos combatió a los turcoafganos [FIG. 41; FIG. 71]. Cada uno de estos linajes y clanes tiene subdivisiones menores. Pero al ser “rājput” simplemente un título honorífico marcial (literalmente: “hijo de reyes”), muchos grupos pueden reclamarlo.

CUADRO 2: VARṆA, CASTA, SUBCASTA Y JĀTI


En realidad, los contornos de la casta o la subcasta dependen en gran medida del ángulo desde el cual se mire. Un labriego analfabeto de la casta okkaliga puede considerar que otras secciones de okkaligas del distrito no pertenecen a su jāti, mientras que un okkaliga con estudios de la ciudad puede desechar las divisiones de subcasta y considerar al resto de okkaligas apropiados para el matrimonio de su hija o de su hijo.46

Existen jātis distintas cuyos miembros se casan entre sí, comparten alimentos y fuman conjuntamente. Aparte el nombre, nada hay que las distinga. Obviamente, son jātis candidatas a fusionarse en una casta. En otros lugares, en cambio, las diferencias entre subcastas o jātis pueden ser tan grandes que no se entiende por qué se engloban bajo un mismo denominador de casta. En Kerala, por ejemplo, la casta nāyar contiene a nobles y guerreros lo mismo que a barberos, siervos y lavanderos. (De hecho, con frecuencia estas macrocastas ¡contienen dentro de sí verdaderos subsistemas de castas!)

En cualquier caso, cada individuo pertenece simultáneamente a una familia, a una unidad endogámica (jāti) y a una casta (que en ocasiones puede no estar subdividida y coincidir entonces con la jāti). Aunque el resto lo identifica con la casta (porque es la unidad de relación con otras castas), posiblemente él o ella sienta que pertenece a la jāti particular. Este punto es importante para no perderse en el asunto. La distinción entre casta y subcasta se basa en las diferencias de percepción internas y externas. La casta es lo que la sociedad reconoce; la jāti es lo que la casta particular y el individuo reconocen. Adrian Mayer lo reitera. Si se le pregunta a alguien por cuál es su casta, contestará según el contexto: «Si nunca se ha encontrado contigo, dará el nombre de casta; pero si piensa que ya conoce su casta, dirá el de la subcasta».47 Además, como muchos indios no educados en inglés siquiera entienden la palabra caste, dependiendo de cómo perciban lo que su interlocutor conoce acerca del tema, pueden remitir incluso al varṇa.

Las macrocastas

Existen castas de unos millares de individuos circunscritas a una pequeña comarca, mientras que otras son inmensas, con varias decenas de millones de personas, diseminadas por varios estados. Por ejemplo, los llamados genéricamente brāhmaṇs (sacerdotes), chamārs (trabajadores del cuero), baniās (comerciantes), ahīr-yadavs (agricultores y ganaderos), jāṭs (agricultores), kumhārs (alfareros), lohārs (herreros), kāyasthas (escribas), etcétera. Todas estas apelaciones de casta abarcan a decenas de millones de individuos [véase Cuadro 3]. De hecho, estas castas suelen ser resultado de una aglomeración de decenas de pequeñas jātis.48 Es obvio, pues, que estas denominaciones genéricas están pasando por alto formas y niveles de vida muy distintos dentro de una misma designación. No es lo mismo un baniā de un pueblito de la India central, que a lo mejor tiene una pequeña tienda de “todo a cien”, que un baniā urbano de Jaipur, que puede ser un banquero o un joyero multimillonario.

Alguna de estas macrocastas puede ser claramente hegemónica en una región o estado. Se calcula que los marāṭhas constituyen el 22% de la población de Maharashtra, seguidos muy de lejos por los mahārs (6%). Los rājputs alcanzan el 28% en Himachal Pradesh. Los kāpus/reḍḍis forman casi el 30% en Telangana. En Kerala, tres macrocastas representan dos terceras partes de la población: los māppiḷas el 24%, los nāyars el 16% y los īḻavars el 13%. Los ahīr-yadavs deben rondar el 12% de la población de Bihar, seguidos por los kurmīs, con un 8%. Los jāṭs sikhs son el 28% del estado del Punjab. Los jāṭs hindúes representan el 14% en Haryana, y el 15% en Rajasthan. En Karnataka, los liṅgāyats constituyen el 11% y los okkaligas, el 9%.

CUADRO 3: MACROCASTAS DEL SUR DE ASIA (EN MILLONES)


Notas: No entran las comunidades musulmanas aśrāf ni los grupos étnicos, salvo las STs reconocidas. Telangana incluida en AP. Las poblaciones son estimadas. No se incluyen las secciones estatales o nacionales menores a 0,050M.

Fuente: Agustín Pániker; a partir de estimaciones de la web www.joshuaproject.net (septiembre 2013).

Los brāhmaṇs (casi 58M en la India) tienen una fuerte presencia en estados del norte como Uttarakhand (donde representan el 12%), Himachal Pradesh (10%), Delhi (9%), Jammu & Kashmir (9%) o el populoso Uttar Pradesh (7%). Aunque históricamente han sido muy poderosos en Tamil Nadu, apenas constituyen el 3% de la población. El brāhmaṇ-varṇa es, no obstante, el único que está representado en todas las regiones del país.

Todas las macrocastas poseen subdivisiones menores. Hasta tal punto pueden estar fragmentadas que sir Edward Blunt reportó –a partir del censo de 1901– ¡1.700 secciones de los ahīrs!49 La macrocasta o clase brāhmaṇ está dividida en más de 800 segmentos, según S.V. Ketkar.50 Esas subdivisiones, normalmente llamadas subcastas, forman –o formaban– las verdaderas unidades endogámicas. En otras palabras, las castas que no están segmentadas forman una jāti o unidad endogámica. En las que sí lo están, la jāti o unidad endogámica es la subcasta.

El asunto es un tanto lioso y requiere una cierta concentración. Los antropólogos sociales europeos y algunos indios como G.S. Ghurye llaman “casta” a los grandes grupos y jāti o “subcasta”, a las unidades endogámicas.51 Por su lado, entre los antropólogos norteamericanos y surasiáticos se tiende a nombrar jāti a la unidad más pequeña y jati-cluster o caste-cluster, a la mayor.

No es que queramos fijar aquí lo que la casta es, porque está claro que significa cosas diferentes según cada cual y según cada contexto; pero una alternativa que estimo pedagógica es la que ofrece Pauline Kolenda y que seguimos mayoritariamente en esta obra: utilizar jāti –a la americana– para la unidad más pequeña (la subcasta) y casta –a la europea– para un conjunto de jātis que comparten nombre, ocupación tradicional e historia.52 Eso no quita que –para liarlo todo un poco más– en determinados contextos utilicemos jāti como sinónimo de casta. En eso no hacemos más que seguir la costumbre índica. Porque estas categorías son contextuales y variables.

LA CASTA ES LOCAL

En los estudios demográficos del mundo, la India destaca por un porcentaje extremadamente bajo de flujos migrantes.

¡Ojo! Sabemos de muchas migraciones hacia la India (desde los que se llamaron a sí mismos āryas, hace 4.000 años, pasando por persas, griegos, escitas, árabes, afganos, parsis, judíos, cristiano-sirios, armenios, tibetanos, etcétera). Durante siglos, el continente índico ha ido absorbiendo –con la notable excepción de los modernos europeos– cantidad de flujos migratorios. También sabemos de las emigraciones de indios hacia Sri Lanka o el Sudeste Asiático; o de la todavía poco aclarada diáspora romā (gitana), que tocaremos más adelante [véase capítulo 15]; y la “forzada” hacia plantaciones coloniales en Fiji, Mauricio, Trinidad, Sudáfrica o Guyana; o la más reciente a la angloesfera (EE.UU., Canadá, Reino Unido, Australia) y a los países del Golfo Pérsico. Los avatares políticos también han precipitado flujos masivos de refugiados (como durante la “Partición” de 1947 o las diásporas de tamiles, sikhs o cachemires).

Y, sin embargo, también sabemos que «más del 95% de todos los indios vive en los estados en los que han nacido», en palabras de Myron Weiner.53 La India es un país de gente de su localidad, de su pequeña comarca. (Si bien este es un aspecto que está cambiando en la actualidad.)

La migración a las ciudades va a ritmo más lento en la India que en otras partes, a pesar de lo que megápolis como Bombay, Calcuta o Delhi puedan hacer pensar. Y, para nuestra sorpresa, es en el mundo rural donde se da el porcentaje más elevado de población inmigrada. Un 30% de la población rural india está compuesta por migrantes. La explicación a este entramado de paradojas se encuentra en la casta.

La endogamia de casta combinada con la exogamia de aldea o linaje obliga a las mujeres del campo a cambiar de pueblo o distrito (aunque rara vez de estado). Así, el grueso de ese 30% de migración rural son mujeres que han emigrado hacia su nuevo hogar marital.

Precisamente porque la casta es local, la migración a otra región lingüística o a otro país es rara. Por descontado, dada la larguísima historia del continente índico, conocemos muchos casos de comunidades que han emigrado a otras zonas y regiones de la India. Lo interesante es que la endogamia de casta los ha convertido en pequeños enclaves sociales, capaces de mantener muchas generaciones después su identidad cultural. Puede que sean bilingües o plurilingües, como lo son un 65,5% de las comunidades índicas,54 pero el matrimonio con alguien de fuera de la comunidad es raro.

La casta es siempre un fenómeno local, circunscrito a una región. Las reglas de parentesco exigen que los matrimonios sean pactados por familias de la misma casta y que hablen la misma lengua. Se ha calculado que en cada región lingüística de la India (y hay algo más de un centenar de ellas, si bien únicamente 20 o 25 son de tamaño relevante) existen entre 50 y 200 grandes castas.55

Una casta es un universo de relaciones sociales y rasgos culturales siempre confinado a una aldea, comarca o pequeña región. Salvo las gigantescas macrocastas (muchas coaguladas en tiempos recientes), la mayoría de las castas son específicas de una región. Por ende, las jerarquías son asimismo regionales. Sólo en referencia a otras castas de la localidad puede percibirse el estatus.56

Cada región lingüística o cultural posee su “sistema” peculiar. En Tamil Nadu existen las llamadas castas de la “mano derecha” (valaṅkai) y las de la “mano izquierda” (iṭaṅkai). Su enemistad está atestiguada ya en el siglo XI. Gujarat es único en aspectos como la etiqueta social, los tabúes de polución, la modesta posición otorgada a los brāhmaṇs y hasta la separación entre “casta” y “tribu”. El conocimiento de una casta es asimismo local. Ser “marāṭha” posee su significado únicamente en Maharashtra. Fuera de esa región, se desconocen las historias, los mitos, los estereotipos, las rivalidades o las resonancias.

En la zona de Ludhiana, en el Punjab, más del 50% de la población es de casta jāṭ (sikh o hindú), macrocasta eminentemente agrícola. Este punto es importante de retener. Si en una comarca existe una casta agrícola preponderante, las otras castas agrícolas serán casi inexistentes. En la costa de Andhra, los más numerosos son los kammas. En la zona rajasthani de Jodhpur dominan los mālīs. En el este de Uttar Pradesh, los bhūmihārs son muchos y poderosos. En Tamil Nadu, por ejemplo, los vāṇiyars son mayoritarios en los distritos de North Arcot, South Arcot, Salem y Chingleput; mientras que los nāḍars lo son en el distrito de Tirunelveli. Etcétera.

Cada una del centenar de castas que habita una región lingüística puede estar subdividida a su vez en varias docenas de subcastas, linajes o pequeñas jātis. Por tanto, si el Anthropological Survey of India se hubiera dedicado a enumerar subcastas, no hubiese llegado a sus 4.694 “comunidades” [véase el inicio de El principio de la diferencia], sino a alguna cifra de cinco o seis dígitos. De hecho, en la mastodóntica serie People of India, el Survey ya llegó a la cifra de 79.280 divisiones sociales, contando apellidos, clanes y linajes de casta,57 ¡que hablan 321 lenguas diferentes y utilizan 25 alfabetos distintos!

La casta, sin embargo, sería algo distinto de la “tribu” que, más allá de la ambigüedad del término, suele remitir a un colectivo que ocupa un territorio bastante delimitado y forma un sistema cultural más o menos compacto [véase Características de los ādivāsis].b (Aunque téngase en cuenta al respecto la crítica de Maya Unnithan-Kumar.)58 Tampoco es la “clase social” que se define por características principalmente económicas. Lo que más se asemeja es el “grupo étnico”; pero haríamos bien en tampoco exagerar este aspecto.

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