Kitabı oku: «Montañas y paisajes sagrados», sayfa 4

Yazı tipi:

Omballec sostiene que la extracción de la riqueza de las wak’as y de artefactos precolombinos es un robo a la fuerza vital de la wak’a; es decir, un acto maléfico. Este robo desencadena una respuesta del lado de la wak’a que priva de vida, que siente hambre y debe ser alimentada con sangre para compensar la fuerza vital que le ha sido arrebatada. Omballec lo explica así: “Si quieres hacer daño o robar agua y riquezas de la wak’a y de los apus, tienes que rociar sangre en el suelo y así los espíritus con los que te has estado comunicando vendrán a comer para recuperar su fuerza vital. Nuestros ancestros Moche y Chimú alimentaban a las wa’kas y a los apus con sacrificios humanos […] Pero si no ofrecemos sacrificios o rociamos sangre, entonces, el espíritu comenzará a tomar vidas humanas causando accidentes, muertes, inundaciones y aludes de barro” (9 de agosto de 2016).

Dado que los curanderos, arqueólogos y empresas mineras contemporáneos no pueden satisfacer la demanda de vidas humanas de las wak’as, ahora las wak’as toman las vidas de quienes trabajan en estos sitios. Un guardia de wak’a El Brujo relata:

Las wak’as del Complejo El Brujo han pedido vidas humanas a cambio de la excavación y ahora unas ocho personas que trabajaron allí han muerto de manera repentina. El arqueólogo Máximo Salinas murió en 1993 de un ataque cardíaco mientras excavaba en la wak’a. Un guardia llamado Máximo Cerván murió de cáncer unos años más tarde. Y Guillermo Wiese, que fundó y financió las excavaciones en el Complejo El Brujo, murió repentinamente en 1999. Pero luego siguieron otras muertes: Antonio, Jesús, Alipio, dos guardias, Chito, y, en 2012, el arqueólogo Duccio Bonavia murió de un ataque cardíaco cuando terminaba la excavación en wak’a Prieta, la wak’a más antigua de este sitio (4 de agosto de 2016).

Algunos también leen la muerte de Santiago Uceda, en enero de 2018, como causada por la wak’a, ya que había excavado tumbas y huesos de numerosas víctimas sacrificadas en wak’a La Luna y Chan-Chan. Sus colegas organizaron un ritual y pagos a la tierra realizados por Omballec para apaciguar a wak’a La Luna, pero Uceda murió antes. Omballec me dijo: “La wak’a estaba enojada porque Santiago estaba excavando las tumbas sin hacer suficientes pagos a la tierra. Trabajó durante muchos años respirando el aire de muerto de las tumbas y entonces la wak’a le dio cáncer en el riñón y el pulmón. La wak’a tomó su vida como pago” (22 de enero de 2018). El arqueólogo Enrique Zavaleta, que trabajó en wak’a La Luna, no estaba de acuerdo: “Los wak’eros dicen que si quieres encontrar una tumba valiosa, tienes que entregarle a la wa’ka una persona… Pero no hemos encontrado una tumba valiosa. Y Santiago no murió de repente, así que su muerte no puede atribuirse a la wak’a. Pero durante los tres días que siguieron a la muerte de Santiago los trabajadores escucharon su voz en la wak’a” (11 de marzo de 2018). Las minas también cobran vidas humanas, especialmente en la extracción de oro aluvial a cielo abierto en la Amazonía peruana, donde la vida humana es descartable. Los mineros afirman que algunos de ellos morirán para alimentar la tierra: “La tierra tiene hambre porque quiere una ofrenda antes de entregar el oro” (Ulmer 2017:2).

Las relaciones multifacéticas transaccionales de los mestizos pobres con las wak’as y sus fuerzas que otorgan y quitan vida, le permite a los mestizos dar sentido a la violencia estructural —pobreza, enfermedad y muerte— que gobierna sus precarias vidas y establecer una matriz de responsabilidades humanas y no-humanas en torno a la minería y las excavaciones arqueológicas. Pero los mestizos pobres también afirman que el lado destructivo de las wak’as surge cuando son sobreexplotadas y, por lo tanto, tratan de destruir el mundo con los síntomas del cambio climático: la repentina aparición de aguas oceánicas extremadamente cálidas frente a las costas de Perú y lluvias torrenciales que producen inundaciones y aludes de barro. Estas fuerzas destructivas han adquirido ahora implicancias morales: castigo para quienes abusan del medioambiente, de los mestizos pobres y de la comunidad.

La cosmopolítica moral de las wak’as, la crítica profética y el cambio climático

Cuando ocurre El Niño (como en 1982-83 y 1997-98), los rayos caen sobre la montaña Cuculicote porque es tan alta que las nubes quedan retenidas allí, en su ladera orientada en dirección al mar. Igualmente resplandecen los relámpagos. Es muy posible asumir cómo en la época prehispánica la gente local imaginaba que estos fenómenos —la lluvia, los rayos y los relámpagos— estaban asociados con la montaña y los aluviones que también descendían por todas las quebradas que nacían de la montaña. Es lógico que haya un culto a las montañas como las que controlan el clima.

Arqueólogo César Gálvez, 14 de agosto de 2016.

En marzo de 2017, las nubes y los relámpagos se acumulaban en la montaña y el agua caía en oleadas. Los apus arrojaban la lluvia para limpiarse. Cuculicote aniquiló a todos los ocupantes ilegales con aludes de barro, que también se abrieron paso por nuestras calles. Mucha gente perdió su casa… El agua caía con tanta furia como para enseñarnos a respetar la naturaleza, apu wak’a. La gente vino a pedirme que calmara a la montaña Cuculicote y le dijera que se detuviera. Pero esto no es algo que deberíamos intentar parar. Ni el apu ni la naturaleza pueden dominarse. Son la naturaleza y los poderes superiores quienes les dicen a los seres humanos que cambien su comportamiento y que tienen que desarollar una conciencia superior, pensarse colectivamente. Nosotros los seres humanos tenemos que trabajar colectivamente con nuestras comunidades y con nuestros líderes antiguos, nuestros apus y wa’kas.

Omballec, 11 de agosto de 2016.

Luego de la devastación de las comunidades por los aludes de barro y las inundaciones de 2014, los mestizos pobres de la región costera de los valles de Moche y Chicama habían ampliado el alcance de su trabajo con wak’as y apus para incluir la moral, la conservación, la ética colectiva y la justicia ambiental. Comenzaron a hablar de las wak’as, no como entidades egocéntricas sino como personas morales superiores críticas de la corrupción y ambición humanas, y a incluirlas como actores intencionales en la lucha por contrarrestar la devastación ambiental causada por el neoliberalismo y el cambio climático. Los mestizos recurren a las wak’as indígenas, no solo porque estas desempeñan un papel central en su identidad y su vida, sino porque ellas ofrecen la única estrategia viable para contrarrestar la devastación ambiental a largo plazo. Ahora los mestizos pobres ven a las wak’as y a los apus como quienes castigan a los seres humanos con los efectos del cambio climático —inundaciones, aludes de barro, calentamiento de las aguas— para forzarlos a alcanzar una conciencia superior que se centre en el bien colectivo y el medioambiente.

Luego de la devastación de las comunidades a causa de los aludes de barro y las inundaciones de 2014, los mestizos pobres se reunieron en el pueblo pesquero de Huanchaco para crear dos movimientos ambientalistas de base: la Asociación de Rescate y Defensa del Apu Campana y el Colectivo Comunidad Consciente. La Asociación de Rescate y Defensa del Apu Campana define a Campana —la montaña más alta cerca de Trujillo— como un apu, una persona que tiene un impacto significativo en la región. El documento de la asociación dice así: “Apu Campana es la máxima autoridad espiritual y gnóstica de nuestro pasado indígena que alimenta nuestros valores ecológicos y colectivos”, la cual es “central para nuestra salud colectiva dado que nuestros curanderos la invocan y usan sus plantas medicinales para curar” y es un “patrimonio natural y cultural fundamental de la región” (Escritura Pública de Constitución de Asociación Civil Denominada Asociación de Rescate y Defensa del Apu Campana, Santuario Ecológico y Arqueológico de la Libertad, 4056-2012). En julio de 2018, la asociación peticionó la personería jurídica de Apu Campana y denunció su destrucción. Pero también propone recrear un mundo de valor reinsertando fuerzas indígenas fundamentales en los espacios físicos de los mestizos pobres y usarlas para fines políticos. Juntos los mestizos pobres, los apus y las wak’as practican una nueva forma de cosmopolítica que promueve una ética colectiva de mayor alcance orientada hacia la salud y la justicia ambiental.

Un guía turístico mestizo empezó a llevar jóvenes a Campana para que pudieran experimentar su condición de persona y aprender a ser considerados con los demás: “El apu me habla a través de animales, plantas y luces. La única manera de que los jóvenes comprendan el valor del apu es experimentar por sí mismos la humanidad y el poder que éste tiene […] Una vez llevé monedas como pago al apu y empezaron a verse unas luces centellantes, como un OVNI, demostrando su poder, y los jóvenes se quedaron sentados ahí asombrados” (21 de junio de 2018).

El Colectivo Comunidad Consciente es un colectivo de base socialmente responsable enfocado en temas ambientales e incluye la participación de apus y wak’as como agentes intencionales. El movimiento está liderado por el curandero Omar Ñique y el administrador Percy Valladares Huamanchumo, quienes rechazan el neoliberalismo en tanto que está intrínsecamente en conflicto con la salud del clima, el medioambiente y la comunidad. Sostienen que los marcos capitalistas imaginan que la naturaleza es inagotable y está separada de la vida humana, transformando la realidad misma en una mercancía y a los individuos, las corporaciones y los Estados en agentes corruptos del mercado que explotan el medioambiente, que no es una mercancía y que sin embargo es indispensable para la supervivencia de todos. Según escribe, tanto Klein (2014) como Castillo y Egginton (2016), el resultado final de este enfoque neoliberal es la devastación ambiental, el cambio climático global y un mundo que ya no respeta ni a la gente ni sus valores.

El colectivo busca contrarrestar las consecuencias desastrosas del cambio climático y del neoliberalismo, combatir la corrupción mediante la toma colectiva de decisiones y ayudar en la recuperación de desastres ecológicos incorporando wak’as y apus indígenas que se desempeñen como personas jurídicas y como símbolos del comportamiento moral, la ética colectiva y la justicia ambiental. Valladares explica:

Las wak’as y los apus son nuestros ancestros sagrados, imbuidos de poder, que dictan los principios que organizan la vida de todas las personas humanas y no humanas y enfatizan las relaciones morales y respetuosas entre ellos mismos, los seres humanos, el medioambiente y el bienestar. El objetivo del colectivo es utilizar estos principios para crear una plataforma para la toma colectiva de decisiones sobre temas que tienen que ver con las agendas ambientales regionales, el patrimonio natural y cultural y las campañas contra la corrupción en el manejo de desastres. Valoramos el bien colectivo, la transparencia y el cogobierno democrático, y estamos contra la corrupción, la explotación y el abuso de las industrias extractivas y el gobierno. Buscamos mejorar las leyes ambientales para proteger los espacios verdes y trabajar con las organizaciones ambientalistas, las personas que defienden el patrimonio natural y cultural, las personas naturales, las wak’as y apus, y las autoridades que están comprometidas con los objetivos del colectivo para crear un mundo mejor (21 de febrero de 2018).

A través de wak’as y apus los lugareños negocian la protección espiritual de los funcionarios gubernamentales, las mineras y otros. Al incorporar aspectos espirituales y morales en los planes de crecimiento y desarrollo, los mestizos pobres tratan de manejar el capital natural, social y espiritual para el bienestar de las generaciones futuras. Valladares me dijo: “El colectivo ha estado involucrado en la protección, el respeto y la conservación de espacios sagrados como el Cerro Campana, la Quebrada de Santo Domingo, el Cerro Cuculicote, el Cerro la Virgen, Chan-Chan y wak’a El Brujo. El colectivo no solo defiende estos lugares como estructuras sino también como entidades con poder y energía que fluye de cada wak’a y apu hacia los habitantes” (21 de febrero de 2018). A su vez, curanderos como Omar u Omballec interactúan con las wak’as con fines curativos rituales y como actores políticos en el colectivo. Usan este colectivo para educar a sus comunidades sobre la relación entre el cambio climático, la moral, las inundaciones y los aludes de barro, así como sobre las acciones de las wak’as. Ñique explica: “Le digo, pero también le muestro a la gente, que los desastres que están sufriendo los causan las wak’as que controlan el cambio climático. Y que [si] se comportan responsablemente con todo el medioambiente y se convierten en ciudadanos éticos que luchan para conservar las wak’as y los apus como patrimonio natural y cultural y se oponen a la codicia y la corrupción, salvarán su propia vida y al mundo” (25 de julio de 2017). El colectivo recurre a la ayuda de curanderos, abogados, periodistas y activistas de la zona para convertirse en la voz de los movimientos de base locales; se trata de una plataforma real y virtual que tiene un periódico en línea enfocado en la responsabilidad social.

Los mestizos pobres no están solos en sus esfuerzos por reconocer los aspectos de la naturaleza como personas para los fines del activismo ambiental. Investigadores y gobiernos nacionales en diversas partes del mundo reconocen cada vez más la condición de persona de la naturaleza, lo que es un extraordinario avance en términos conceptuales y jurídicos que permite el procesamiento de quienes contaminan de acuerdo con las leyes de daño a la persona. India, Australia y Nueva Zelanda han reconocido la personería jurídica de ríos; Bolivia y Ecuador reconocen la condición de persona de la Pachamama (“Madre Tierra”); en tanto que Colombia reconoce la personería jurídica de la selva amazónica. Las leyes han establecido el derecho a la vida de la naturaleza, a continuar con sus ciclos y procesos vitales libres de la perturbación humana, de tener agua pura y aire limpio y a no ser contaminada ni modificada genéticamente. El objetivo de estas leyes incluye una nueva y radical conservación y medidas sociales para reducir la contaminación y aumentar la reglamentación de la minería y otras industrias. Si bien el gobierno peruano no ha reconocido la personería jurídica de la naturaleza, el 2 de abril de 2018 el presidente Martín Vizcarra, presionado por miembros del Acuerdo de París, aprobó la Ley de Cambio Climático (El Peruano, Ley 30754, 2018). Esta ley fortalecerá las políticas climáticas a fin de preparar a la gente para fenómenos naturales extremos, generar proyectos de desarrollo sostenible y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero, a pesar de los esfuerzos del colectivo, la implementación y aplicación de dichas leyes ya está resultando difícil porque entran en conflicto con objetivos de crecimiento económico nacional y los intereses de las industrias extractivas.

Aunque existen dificultades políticas y legales, la cosmopolítica diaria de los mestizos pobres cuestiona las distinciones académicas entre lo real y lo metafórico de maneras significativas. Algunos sostienen que los lugares sensibles no son “reales” porque los indígenas dudan de su existencia (Cepek 2016). Sin embargo, he observado que los mestizos pobres pueden negar la existencia de apus y wak’as cuando interactúan con los funcionarios estatales que asumen un punto de vista progresista y secular, pero todavía se relacionan profundamente con apus y wak’as para dar sentido a su vida diaria y a la devastación ambiental. Los lugareños a menudo se mueven de un modo pragmático entre estos mundos, de acuerdo con sus experiencias, necesidades y públicos, y algunos hacen de los paisajes sagrados y sitios sensibles objeto de bromas e ironías (Willerslev y Pedersen 2010). Pablo, un taxista de Trujillo, ejemplifica este proceso:

Nunca antes hemos tenido fenómenos de El Niño como este […] Hubo siete huaicos [aludes de barro]. Uno podría decirle al gobierno que es porque la ciudad fue construida en el camino del agua. Pero la culpa la tiene la corrupción humana. Nos reímos de la naturaleza. Yo no creía en los apus, de modo que no podían castigarme y yo podía hacerme rico trabajando en las minas […] Los destruimos. Pero los apus se vengaron de nosotros de todas maneras. Ahora los apus nos están castigando con el cambio climático. Mi casa se destruyó en la inundación. Estamos siendo castigados por la falta de moral, ya que todos hacen las cosas para sí mismos sin pensar en la comunidad. Ahora que perdimos nuestras casas, estamos aprendiendo a respetar a los apus otra vez y a unirnos al colectivo, porque esto también tiene que ver con nuestra supervivencia y nuestro futuro (24 de julio de 2017).

Los mestizos hablan de wak’as y apus como agentes y además los usan como tropos de moral o justicia ambiental, reviviendo así las nociones indígenas sobre la condición de persona de la naturaleza como una estrategia con la cual obtener apoyo para movimientos políticos que promueven el bien colectivo y la justicia ambiental. Los mestizos pobres se sitúan simultáneamente en lugares sensibles y en la política moderna. Como afirma Claudia Briones (2014), el conocimiento de los lugareños siempre es contextual: a veces se refiere a un mundo diferente y otras está inmerso en los discursos modernos. Pero para los mestizos pobres peruanos, la condición de persona de las wak’as —inherente o atribuida— nunca se pone en duda.

Predicciones de El Niño a través de visiones y observaciones

En el pasado, los peruanos a menudo se burlaban de las predicciones de los curanderos sobre los fenómenos de El Niño, basadas en una ciencia local que no alcanzaban a entender. Omballec explica:

En 1983 tuvimos una sequía y un periodista vino a pedir mis predicciones sobre El Niño. Publicó un artículo en el periódico burlándose de mí por decir que llovería en febrero y marzo. Pero luego comenzó a diluviar y todas las quebradas que visitamos se convirtieron en un enorme río. [Hubo] enormes aludes de barro. La gente perdió sus casas […] Y otros empezaron a usar el agua y el barro [para] sus cultivos. A partir de 1998, el cambio climático y la destrucción de wak’as y apus hizo que El Niño empeorara y la gente quería predicciones desesperadamente. Los arqueólogos se enteraron de que yo tengo mi propia ciencia y vienen a preguntarme cuándo va a llover para proteger sus sitios. También vino a consultarme un científico y, como mi predicción coincidió con la suya, la publicó (27 de julio de 2017).

Hoy en día los curanderos predicen inundaciones, aludes de barro y tsunamis y utilizan diferentes discursos de autoridad para legitimar sus predicciones y hacerlas accesibles para un amplio público interétnico. Combinan sus sueños y visiones sobre la capacidad de accionar de wak’as y apus que se conectan con el mundo de los muertos a través de las aguas subterráneas que ellos pueden hacer emerger en la superficie, con discursos científicos sobre el cambio climático y sus propias observaciones acerca del aumento de las temperaturas, los cambios en los movimientos de corrientes, vientos y animales y los patrones de floración de las plantas. A medida que los mestizos pobres comenzaron a ver las conexiones entre las acciones de las wak’as, las lecturas biométricas de los curanderos y la ciencia ambiental, también empezaron a ver las consecuencias de la sobreexplotación, simultáneamente, en términos morales, ambientales y sociales. Omballec además me dijo:

El cambio climático ha modificado la temporada de lluvias. Antes llovía en octubre o noviembre, pero ahora eso ha cambiado a enero y febrero. Y los últimos El Niño han sido en marzo y abril (9 de agosto de 2016).

Yo sabía que El Niño estaba llegando en 1983, en 1988 y en 2017, y en otros momentos porque los apus me lo mostraron en visiones y los animales y las plantas me lo mostraban en sus acciones. Las termitas comenzaban a salir de los troncos y las libélulas se alimentaban de ellas, por lo que había muchas libélulas de todos colores. Las arañas, insectos y serpientes bajaban de la montaña a las calles y casas buscando refugio para no ahogarse. Había una cantidad enorme de garzas… Y las aves y los animales estaban inquietos. Prendí una vela y chisporroteó, una señal de que había mucha maldad humana e inmoralidad y de que el apu lo castigaría con agua. Los árboles de pacay y guaba florecieron temprano, perdieron sus flores y luego les salieron otras nuevas. El árbol de zapote, que es pequeño y crece en las quebradas, comenzó a crecer muy alto y a tener muchas hojas verdes en la parte superior porque había mucha agua subterránea acumulada. Estaba recibiendo mucha agua subterránea (20 de julio de 2017).

El biólogo Carlos Quiroz comentó: “Omballec tiene razón. Cuando la lluvia comienza en las sierras, lo primero que se llena es la capa de agua freática subterránea y una vez que esta se satura, el río se desborda. También pueden surgir muchas vertientes pequeñas y germinan las semillas que estaban bajo tierra… Y entonces todo el desierto se pone verde con arroyos, ranas, insectos, venados, de modo que es evidente que se avecina una gran lluvia” (5 de julio de 2018). Muchos curanderos, mestizos pobres e incluso científicos mestizos hablan sobre el cambio climático como mensajes enviados por apus en sueños y visiones y también como predicciones científicas. Quiroz combina las mediciones científicas con sus propias experiencias con los apus:

La gente sueña y tiene visiones con apus que se enojan por la devastación ambiental y con apus que causan terremotos y explotan con agua para destruir el mundo. Estas experiencias tienen un sustento científico. A medida que se eleva la temperatura por un evento El Niño, desciende dramáticamente la presión atmosférica sobre las montañas y el viento se traslada de áreas de alta presión a zonas de baja presión para compensar. Las montañas de la serranía costera bajo el efecto de la lluvia tropicalizada se infiltra saturando los acuíferos existentes bajo la superficie rocosa. Las áreas de baja presión generadas por la elevada temperatura ambiental hace que asciendan los niveles de la napa, haciendo que el agua freática alcance la superficie de las montañas e incremente el caudal hídrico que desciende al lecho de las quebradas aunado a la precipitación pluvial. Los movimientos sísmicos exacerban este efecto, de modo que a menudo suceden juntos, presuntamente por la presión hídrica del agua de lluvia infiltrada bajo los estratos de la corteza. Los apus también muestran cosas que la ciencia no logra mostrar. Tomamos el brebaje del cactus San Pedro con un curandero llamado Julio, y vio el apu Campana como una montaña de cristal. Al día siguiente, en el Campana, encontramos antiguas minas conteniendo cristal que los artesanos moches habrían sabido hábilmente convertir en maravillosas cuentas de collar (5 de julio de 2018).

Un hombre mestizo de la zona predice una enorme destrucción en la región para los próximos cinco años, como resultado de la emergencia masiva de aguas subterráneas de los apus en las montañas y el desbordamiento del mar. Formula esta predicción combinando discursos científicos con narrativas locales sobre apus ancestrales:

Hay dos montañas que destruirán esta zona en los próximos cinco años: San Idelfonso vaciará sus aguas en Trujillo y Chan-Chan, y las quebradas de Campana se inundarán y destruirán Huanchaco. San Idefonso es la madre: es receptiva a todas las montañas y no tiene tensiones con ninguna de ellas. Cuculicote es la montaña sanadora. San Idelfonso, la madre, ama a sus hijos, pero también los educa y los castiga. Campana es el bisabuelo y el guerrero, y tiene conflictos con todas las montañas. La montaña se está poniendo muy verde porque se está llenando de agua… Antes, los vientos corrían de norte a sur en Campana, ahora van de sur a norte… El aire caliente y el frío chocarán y provocarán ciclones. Campana se vuelve más seca mientras otras montañas están verdes, llenas de agua… El choque de la corriente fría de Humboldt con las aguas cálidas de El Niño causará ciclones en el Pacífico y tsunamis de más de treinta metros provenientes del mar inundarán toda el área hasta Chocope y Ascope (28 de julio de 2017).

O, como dijo Omballec, casi un año antes: “Los seres humanos comerán desastres y angustia hoy y mañana” (28 de agosto de 2016).

Conclusiones

Los mestizos pobres en el norte de Perú proporcionan nuevos modelos para pensar sobre el Antropoceno que trascienden las limitaciones, tanto de la cosmopolítica ontológica como de los que utilizan un enfoque de ecología política. Los mestizos pobres construyen un mundo en el cual los seres humanos corruptos e inmorales, y wak’as y apus iracundos pero morales, son conjuntamente responsables del cambio climático, que los lugareños describen al mismo tiempo en términos científicos, a través de observaciones locales y de sueños y visiones. Por lo general, las wak’as y los apus amorales han permitido pasivamente que los mestizos den sentido a la violencia estructural, la degradación ambiental, la pobreza, la enfermedad y la muerte en sus vidas. Pero la amenaza de la destrucción del mundo ha obligado a wak’as y apus a volverse activos. Se han convertido en seres morales iracundos que castigan a quienes destruyen el mundo mediante la codicia y la corrupción.

Los estudiosos de la ética han escrito profusamente sobre los valores (Robbins 2007; Keane 2015) y el “yo” moral (Laidlaw 2002; Lambek 2010; Fassin 2012), pero se han preocupado menos por una ética colectiva que promueva el cambio político. Los académicos que estudian la cosmopolítica, en general, no han abordado el activismo político contemporáneo que involucra a sitios sensibles y no han podido comprender cómo los seres humanos y la naturaleza se influyen mutuamente. Tampoco han conseguido desafiar un modelo capitalista occidental en el cual los individuos, las comunidades, las naciones y el planeta son entidades separadas. En contraste, los mestizos pobres definen la “comunidad” y el “bienestar” como seres-humanos-en-relación-con-espacios-como-personas y así resignifican a la “naturaleza” como un ancla de valores humanos y no-humanos. Redefinen la ética ambiental para imaginar un futuro mejor en el que crearán el bien colectivo, tanto para las personas como para el planeta.

Bibliografía

Blaser, M. (2013). Ontological Conflicts and the Stories of Peoples in Spite of Europe: Toward a Conversation on Political Ontology. Current Anthropology 54(5), 547-68.

Briones, C. (2014). Navegando creativamente los mares del disenso para hacer otros compromisos epistemológicos y ontológicos. Cuadernos de Antropología Social 40, 49-70.

Bussmann, R., & Sharon, D. (2007). Plants of the Four Winds: The Magic and Medicinal Flora of Peru. Trujillo: Graficart.

Castillo, D., & Egginton, W. (2016). Medialogies: Reading Reality in the Age of Inflationary Media. New York: Bloomsbury.

Cepek, M. L. (2016). There Might Be Blood: Oil, Humility, and the Cosmopolitics of a Cofán Petro-Being. American Ethnologist 43(4), 623-35.

Conklin, Beth A., and Laura R. Graham. “The Shifting Middle Ground: Amazonian Indians and Eco-Politics.” American Anthropologist, vol. 97, no. 4, 1995, pp. 695–710. JSTOR, JSTOR, www.jstor.org/stable/682591

De la Cadena, M. (2000). Indigenous Mestizos: The Politics of Race and Culture in Cuzco, Peru, 1919–1991. Durham: Duke University Press.

———(2015). Earth Beings: Ecologies of Practice across Andean Worlds. Durham: Duke University Press.

Descola, P. (2013). Beyond Nature and Culture. Chicago: University of Chicago Press.

Escobar, A. (1995). Encountering Development: The Making and Unmaking of the Third World. Princeton: Princeton University Press.

———(2016). Territorios de diferencia: Lugar, movimientos, vida, redes. Popayán: Editorial Universidad del Cauca.

Fabricant, N. (2017). Comments on Panel “New Landscapes of Extractivism in the Andean Region” November 30, 2017. American Anthropological Association Meetings, Washington D.C.

Fassin, D., editor. 2012. A Companion to Moral Anthropology. Malden, MA: Wiley-Blackwell.

Galinier, J., & Molinié, A. (2013). The Neo-Indians: A Religion for the Third Millennium. Boulder: University Press of Colorado.

Gálvez, M. (2014). Una mesa de curandero y la geografía sagrada del Valle de Chicama. En Por la mano del hombre. Prácticas y creencias sobre chamanismo y curandería en México y el Perú. Lima: Asamblea Nacional de Rectores.

Glass-Coffin, B. (2010). Shamanism and San Pedro through Time: Some Notes on the Archaeology, History, and Continued Use of an Entheogen in Northern Peru. Anthropology of Consciousness 21(1), 58-82.

Glowacki, M. & Malpass, M. (2003). Water, Huacas, and Ancestor Worship: Traces of a Sacred Wari Landscape. Latin American Antiquity 14(4), 431-448.

Gose, P. (1994). Deathly Waters and Hungry Mountains: Agrarian Ritual and Class Formation in an Andean Town. Toronto: University of Toronto Press.

Hill, J. (1988). Rethinking History and Myth: Indigenous South American Perspectives on the Past. Urbana: University of Illinois Press.

Hickel, J. (20 de octubre de 2014). Book Review: The New Extractivism: A Post-Neoliberal Development Model or Imperialism of the Twenty-First Century? edited by Henry Veltmeyer and James Petras. [Mensaje del blog LSE Review of Books]. Recuperado de http://blogs.lse.ac.uk/lsereviewofbooks/2014/10/20/book-review-the-new-extractivism-a-post-neoliberal-development-model-or-imperialism-of-the-twenty-first-century-edited-by-henry-veltmeyer-and-james-petras/

High, C., et al. (2017). Conserving and Extracting Nature: Environmental Politics in the New “Middle Grounds” of Amazonía. [Panel]. American Anthropological Association. 3 Dec, 2017, Marriott Wardman Park Hotel.

Ücretsiz ön izlemeyi tamamladınız.

Türler ve etiketler

Yaş sınırı:
0+
Hacim:
319 s. 16 illüstrasyon
ISBN:
9786124102592
Derleyici:
Telif hakkı:
Bookwire
İndirme biçimi:
Metin
Средний рейтинг 0 на основе 0 оценок