Kitabı oku: «La competitividad de la región centro del estado de Guanajuato y valoración de su capital territorial», sayfa 2
Esta automatización, flexibilidad, segmentación y descentralización productiva fueron posibles gracias a las innovaciones tecnológicas, dando lugar a la formación de sistemas de producción integrados que trascienden las fronteras nacionales. Con ello aumentaron los flujos de comercio y de inversión extranjera directa, así como el protagonismo de las empresas transnacionales, gracias indudablemente a la liberalización del comercio, de los flujos financieros y de las inversiones en los países en desarrollo (Caravaca, 1998; CEPAL, 2002, p. 19). Todo ello contribuyó a la progresiva terciarización del sistema productivo, que como señala Caravaca (1998), condujo a la formación de una economía de servicios, con la consecuente decadencia o pérdida e importancia económica de los otros sectores.
Por todo ello, se considera que la globalización ha sido un proceso que ha llevado a la interdependencia económica entre los países, a través del comercio internacional, flujo de capital y producción internacional. Como señala Müller (1995, citado por Boisier, 1998), “la globalización empuja a poblaciones e individuos, a países, regiones y localidades, a nuevas formas de interdependencia” (p. 757), la cual no es solo económica, sino también política.
Sin duda la globalización económica conlleva una reconfiguración territorial, que va más allá de la formación de instituciones globales y de la interdependencia entre los Estados-nación del mundo, o con la disminución del papel del Estado en la actividad económica. Para Sassen (2000), la globalización requiere una nueva estructura organizativa, es decir, un espacio global que configura lo que ha sido llamado una economía global.
Los espacios globales son territorios estratégicos en donde se materializan los procesos globales y los vínculos que los conectan, siendo así un espacio de interdependencias, de flujos y movilidades de productos, de personas, de capital. De acuerdo con Bervejillo (1995) en estos espacios globales se despliega un conjunto de sistemas globales, cuyos componentes funcionan de una forma muy integrada, a pesar de la dispersión y la distancia. Se trata pues, de sitios estratégicos para producir y reproducir las actividades especializadas requeridas para el funcionamiento y coordinación de la economía global.
En estos espacios se materializan las nuevas dinámicas globales, las cuales implican la operación de una red mundial de fábricas, oficinas, subsidiarias y empresas de servicio que conforman un sistema (Sassen, 2000, p. 373). Los nodos de la red son las ciudades globales entre las que ocurren los principales flujos, concentran cada vez más las funciones de dirección, gestión, producción de conocimientos e innovación, convirtiéndose en los centros rectores del nuevo modelo económico. De esta forma, como apunta Caravaca (1998) en las ciudades globales, se gesta la forma espacial dominante de articulación y concentración del poder y de la riqueza (p. 9).
Vemos que la globalización lleva a una reestructuración en el modo de producción económico, el cual se caracteriza por presentar al mismo tiempo procesos de dispersión-descentralización y de concentración de actividades económicas. Esta reestructuración económica tiene importantes consecuencias socio-culturales y espaciales, pues el espacio global generado por la globalización no es un espacio homogéneo, al cual se han integrado en su totalidad y de la misma manera todos los territorios. Es más bien un espacio en el que se han agudizado las desigualdades existentes entre los territorios. Es, de acuerdo con Caravaca (1998, p. 7), un espacio desequilibrado y muy cambiante en el que se distinguen y contraponen áreas innovadoras y bien conectadas a la red, con áreas marginadas o excluidas por su falta de innovación y deficiencia de su conexión.
Si bien la globalización pretendía conformar una economía global, con la integración de la economía a nivel planetario, esto no ha ocurrido. Como afirma Braudel (1986), la integración económica lograda ha sido parcial e incompleta, desigual y jerarquizada. Es un hecho que no todos los territorios se han incorporado de la misma manera en el mercado global, ni han podido aprovechar las ventajas que la liberación del comercio para ampliar las oportunidades de desarrollo y por lo tanto para ser territorios competitivos.
Las economías no han crecido de la misma manera, con las mismas tasas, algunas se han estancado, e incluso algunas han experimentado procesos de desaceleración (retroceso) económica. Es notoria también una diferencia entre los territorios y al interior de ellos en su capacidad de lograr una mejora en la distribución del ingreso y en los niveles de vida de la población, generando mayor polarización sociodemográfica y económica, así como tensiones sociales. Lo que queda evidenciado por las grandes desigualdades que muestra el Producto Interno Bruto (:PIB) en los territorios y al interior de estos. Tan solo el :PIB de territorios como Argentina, Brasil o México es 10 veces menor que el :PIB generado por los países más ricos del mundo (Llisterri, 2000).
Como resultado de la dinámica económica global, se ha conformado una nueva geografía económica caracterizada por espacios ganadores y espacios perdedores, dando lugar a una tipología de territorios ricos, pobres, ganadores y perdedores. De acuerdo con Silva, los territorios ganadores (y los potencialmente ganadores o en marcha) son aquellos cuyas economías han crecido por arriba del promedio nacional al igual que su :PIB y que tienen un comportamiento exitoso frente a los procesos de la globalización (Silva, 2005, p. 92). Se trata de los territorios que han sabido aprovechar sus ventajas comparativas, o han concentrado en sus territorios gran actividad económica, transformándose en centros financieros y de capitales, en otras palabras, son los que se encuentran bien articulados a la red global.
Los territorios potencialmente ganadores, pero en marcha, son aquellos que se encuentran en un proceso de crecimiento económico asociado al uso de las nuevas tecnologías y a procesos de reconversión productiva, que les ha permitido aprovechar las ventajas competitivas que permanecían latentes para impulsar su sector primario-exportador o agregar valor a sus procesos productivos a partir de los recursos locales.
Los territorios potencialmente perdedores, estancados o en retroceso, son aquellos no dinámicos con bajo o alto :PIB que han crecido por debajo de la media nacional. En esta categoría encontramos a territorios que han pasado por procesos de desindustrialización que no se han acompañado de una reconversión productiva, o es el caso también de territorios con economías rurales de muy baja productividad y escaso capital humano que no han podido insertarse en la economía global. Finalmente, los territorios en retroceso son aquellos que han pasado por periodos de contracción económica derivados del agotamiento de sus recursos naturales o pérdida de su competitividad o mercados, por lo que han perdido sus ventajas comparativas (Silva, 2005, p. 93-94).
De tal manera que algunos países, los más desarrollados y productivos, han tenido las mejores ventajas en el escenario mundial, mientras que los menos desarrollados se encuentran desconectados de las redes, por lo que no han logrado entrar de manera favorable para sus economías locales y su población, y se quedan al margen y son excluidos del sistema global, reforzando así las desigualdades existentes entre los territorios. Pues como señala Caravaca (1998), en la economía global solo quedan articulados y se integran aquellos territorios que son necesarios por ser funcionales y rentables, los demás territorios y sus pobladores, ineficientes y poco competitivos son excluidos (p. 21).
Como se puede observar, la globalización afecta de manera diferente a los territorios, de acuerdo con su historia y a las dotaciones y capacidades acumuladas con las que entran al juego de la economía global, pues de ello depende la forma en que estos territorios logran articularse y formar redes en la economía global. Es decir, depende de la dinámica de la relación entre lo local y lo global. Como argumenta Sassen (2007:5), la globalización es un proceso con dos dinámicas, una global y la otra local, las cuales llevan a analizar la interacción entre lo nacional y lo global, pues las dinámicas globales generadas inciden en los territorios y sociedades locales y con ello esa relación entre lo local-global aumenta la complejidad territorial y la incertidumbre respecto a sus posibilidades de desarrollo en las nuevas reglas del juego global establecidas (Bervejillo, 1995).
Pues en efecto, la globalización no tiene efectos iguales en todos los territorios, para algunos representa una oportunidad de desarrollo, mientras que para otros representa una amenaza. Es una oportunidad de desarrollo al brindar la posibilidad de promover y comercializar esos productos y servicios específicos del territorio. Para algunos territorios constituye una amenaza por varias razones:
1. Porque elimina las barreras (geográficas, legales, identitarias) que daban protección a los productos y cultura local, promoviendo la competencia directa entre los productos similares procedentes de distintos territorios (Observatorio Europeo, Leader, 2001).
2. Implica la amenaza de una integración económica subordinada y frágil dependiente de las inversiones de actores globales externos, los cuales pueden retirarse atraídos por condiciones más ventajosas en otros territorios, por lo que representa pérdida de autonomía e irrupción de nuevos actores globales o desaparición de actores locales (Bervejillo, 1995).
3. Representa marginación o exclusión, para aquellos sectores de la población que dejan de ser necesarios o relevantes para la economía global.
Ello conduce a la pregunta ¿De qué depende que los territorios conviertan las condiciones generadas por la globalización económica en amenazas u oportunidades? La ciencia económica ha tratado de responder esta pregunta desde la fase de globalización del capitalismo. Por otra parte, desde hace mucho tiempo, varios enfoques teóricos han brindado explicaciones sobre las causas o factores determinantes que inciden en el logro del crecimiento económico de los territorios y recientemente sobre su competitividad.
No cabe duda de que, en la actualidad, los territorios buscan ser competitivos en el marco de una economía capitalista globalizada, porque ello significa conseguir una mejor posición en ella, conseguir un mejor desempeño económico, para lo cual despliegan una serie de estrategias competitivas. Cabe señalar que los territorios en sus distintas escalas: ciudad, región y país persiguen esta competitividad (centrada principalmente en su dimensión económica). Pero, es preciso señalar que durante muchos años, la ciencia económica en gran medida no consideró a la variable espacial, con excepción de algunos trabajos, como el de Von Thünen, como lo señala Cuadrado
…la Economía tendió casi desde un principio a minimizar el papel y la influencia del ‘espacio’ en los procesos económicos, entendiendo como ‘espacio’ el territorio que soporta la actividad económica y que influye y se ve influido por los procesos de producción, circulación y distribución de los bienes, servicios, factores y rentas (2014, p. 7).
Ciertamente, las teorías económicas durante muchos años no tomaron en consideración la variable espacial, aunque algunas de ellas empezaron a incorporar la variable distancia, para analizar el comportamiento de empresas y consumidores. El objetivo principal de estos marcos teóricos-conceptuales era identificar cuáles eran las causas o factores que influyen para lograr el crecimiento económico, lo que conducía de alguna manera al esclarecimiento de la ampliación de las disparidades económicas entre países y regiones.
No obstante, en las últimas décadas ha habido numerosas aportaciones de economistas y geógrafos quienes han contribuido al desarrollo del Análisis Económico Regional (aun cuando se reconoce que hubo varios trabajos precursores tales como los de Walter Isard, Christaller y Losch), en los que la variable espacial cobra gran relevancia, especialmente con las contribuciones recientes de Paul Krugman, Masahisa Fujita, Anthony Venables, Roberto Camagni, Roberta Capello, entre otros. Sin duda, las más recientes teorías económicas y de análisis económico regional consideran al territorio en su examen de los procesos económicos y sociales, no sólo por ser contenedores de factores de producción y de procesos productivos, sino porque se toman en cuenta los agentes económicos y sociales que en él actúan.
De tal suerte que existen varios planteamientos y enfoques de la corriente principal de la teoría económica, y especialmente del análisis económico regional, que no sólo han establecido explicaciones distintas sobre las disparidades regionales y determinado los factores que consideran pueden detonar un desarrollo regional, sino, que como lo señala Cuadrado (1995, p. 5) también han tenido implicaciones en el terreno de las políticas regionales, porque han servido de soporte para las propuestas y acciones de los políticos en torno a los problemas regionales.
A continuación, presentamos un breve recuento de los principales postulados de algunas teorías económicas y de los análisis económicos regionales1 con el propósito de comprender algunos elementos que ellas plantean y especialmente los factores que consideran determinantes para el logro del crecimiento económico o bien del desarrollo económico.2
Teorías económicas y análisis económico regional: factores determinantes del crecimiento económico
a) La Tesis sobre las Etapas de Crecimiento. Esta tesis postula que el proceso de crecimiento económico es consecuencia de la evolución interna de la división social del trabajo, que los cambios que se producen en la economía dan lugar a una secuencia de fases casi determinística de la fase agraria, a la manufacturera y luego a la de servicios. (Fisher, Clark y Rostow). De acuerdo con Cuadrado, las fases que establece esta tesis son:
a) una fase de economía de subsistencia, autosuficiente; b) una fase de crecimiento merced a la especialización de la producción en actividades primarias y al comercio interregional, que se produce gracias a las mejoras introducidas en la infraestructura de transportes; c) el despegue de los sectores secundarios, vinculado a la elaboración de los productos primarios (agrícolas, forestales y minería) y a las necesidades derivadas de una población en aumento (construcción, industria ligera), lo que a menudo va unido al empleo de capital y conocimientos técnicos foráneos; d) la diversificación del sector industrial, basada en las relaciones internas entre los distintos sectores (producción de bienes de capital y de inputs intermedios y especializados), el aumento de las rentas –cambio en el consumo– y la aparición de nuevas actividades, y por último, e) la evolución hacia actividades terciarias avanzadas, con la posibilidad de exportar servicios, capital y personal especializado (1995, p. 7).
b) Teoría Centro-Periferia. Esta teoría plantea que existe un sistema económico mundial que al mismo tiempo genera desarrollo en los centros y subdesarrollo en la periferia. Existe una desigualdad entre las economías de los centros y las de la periferia en cuanto al grado de avance tecnológico, penetración y difusión, así como en los niveles de productividad del trabajo e ingreso real medio. La periferia está formada por economías cuya producción permanece rezagada desde el punto de vista tecnológico y organizativo. Los centros experimentan una fase de desarrollo hacia afuera y la estructura productiva de la periferia adquiere un carácter especializado, generalmente del sector primario-exportador, e importador de bienes y servicios (Rodríguez, 1977, p. 206).
c) La Teoría de la Base Exportación. Esta teoría sostiene que la demanda externa (las exportaciones) son el motor del crecimiento local y/o regional, estableciendo su alcance por medio del efecto multiplicador que las exportaciones generan sobre actividades locales, especialmente en los servicios y en la construcción (North
y Friedman). Esta teoría contempla las relaciones comerciales entre regiones como vínculos interregionales, y el hecho de que cada región compita con el resto en determinados sectores especializados. La capacidad competitiva de la producción local resulta un elemento clave y los factores de la oferta son de primer orden (Cuadrado, 1995, p. 9).
d) Modelo Neoclásico de Crecimiento Regional. Este modelo aborda las cuestiones relativas a los determinantes en el nivel del producto, las diferencias en las tasas de crecimiento entre países y dentro de un país a través del tiempo. Enfatiza la importancia del ahorro, la tasa de inversión y la razón capital-producto determinada tecnológicamente (Harrod y Domar). Posteriormente Robert M. Solow construyó un marco de referencia contable para medir los factores determinantes del crecimiento, así como un modelo para analizar la relación entre ahorro, acumulación de capital y crecimiento económico. En este modelo, el crecimiento económico se debía en gran medida al progreso tecnológico, la tasa de cambio tecnológico determina la tasa de crecimiento del ingreso per cápita, es decir, el crecimiento del producto por persona. De manera cuantitativa se mostró que la inversión en tecnología era más decisiva para el crecimiento que otros factores, tales como inversión en mano de obra o en capital fijo, además, la tecnología debilitaba los rendimientos decrecientes. Para Solow, la función de producción tiene rendimientos constantes a escala, esto es, que al aumentar los insumos trabajo y capital en una determinada proporción, el producto se incrementa en la misma proporción.
La variable básica es la fluctuación regional (y la tasa de crecimiento) del capital per cápita, lo que determina el nivel (y la tasa de crecimiento) de la productividad de la mano de obra, de los salarios y de la renta por habitante. En condiciones de mercado, y en ausencia de fricciones o limitaciones a la movilidad, se piensa que el trabajo se desplazará desde regiones atrasadas hacia las regiones avanzadas, y el capital lo hará en dirección opuesta, ya que la tasa de rendimiento marginal suele ser mayor en aquellas regiones en que los salarios y el capital per cápita son más bajos (Cuadrado, 1995, p. 10).
e) Teoría del Crecimiento Endógeno. Esta teoría (desarrollada inicialmente por Paul M. Romer y Robert E. Lucas Jr.) plantea que el crecimiento económico es un resultado endógeno del sistema económico y no de las fuerzas externas. Sostiene que el nivel de ingreso a largo plazo depende de la acumulación del capital físico, capital humano y conocimiento, los cuales están determinados endógenamente por decisiones de ahorro e inversión de agentes económicos que actúan racionalmente (Moncayo, 2002, p. 38). De acuerdo con Cuadrado, se realizaron varios estudios en los que se determinaron cuatro elementos a los que se les atribuía el éxito de ciertas economías locales: 1) talento empresarial, 2) un sistema productivo flexible, 3) las economías generadas en los distritos industriales y 4) la existencia de algún ‘agente individual o colectivo’ capaz de actuar como catalizador para movilizar el ‘potencial’ autóctono: un banco local, los mayoristas, las asociaciones industriales de carácter local, algún empresario de talento, etcétera (1995, p. 17).
En esta teoría Romer postula que aquella economía que cuente con una gran acumulación de conocimientos experimentará un crecimiento más rápido, es decir, afirma que un gran stock de capital humano es decisivo para el crecimiento económico y aclara que la formación del capital humano comprende: la escolaridad, el entrenamiento en el trabajo y el aprendizaje haciendo.
f) Perspectiva del Neoinstitucionalismo. Bajo el enfoque del crecimiento endógeno se desarrolló esta perspectiva, que sostiene que el desempeño de las instituciones es determinante para el crecimiento económico, comprendiendo por instituciones “las reglas de juego de una sociedad”, reglas que son de dos tipos: las formales (marco legal), y las informales (normas de comportamiento, convenios y códigos de conducta que regulan la vida social). Para Douglas North, las instituciones constituyen la base del proceso dinámico del desarrollo económico, porque considera que
ellas forman ‘la estructura de incentivos de una sociedad y, como tales, constituyen los factores determinantes del desempeño económico’ y, por tanto, para North ‘toda recomendación económica que no tenga en cuenta las instituciones está condenada al fracaso’ (Rodríguez, 2005, p. 23).
g) Teoría de la Causación Circular Acumulativa. Esta teoría le otorga especial atención a los procesos acumulativos que tienen lugar en la interacción entre la oferta y la demanda. Se sostiene que las inversiones se producen en función de la dimensión y del crecimiento esperado de la demanda, tanto local como externa, más que en función de la tasa de beneficios que puedan producir. Por ello, las regiones avanzadas y dinámicas se aprovechan de un doble proceso, acumulativo y cualitativo, como lo señala Cuadrado:
a) En primer lugar, el crecimiento inicial de una determinada zona o punto geográfico, a veces por razones no económicas, genera un flujo de inmigración que, a su vez, determina la creación de un mercado interno más amplio y en crecimiento. Este hecho estimula nuevas decisiones de inversión que producen un relanzamiento de la demanda local y del potencial de crecimiento. b) En segundo lugar, la existencia de economías de escala y de aglomeración y la adopción de innovaciones de proceso que acompañan a las nuevas inversiones y bienes de capital, dan lugar a que aumente la productividad y la competitividad de la economía local, lo que permite atraer nuevas demandas externas. La expansión de las exportaciones produce, a su vez, un aumento del empleo, nuevos flujos de inmigración y más desarrollo (1995, pp. 11-12).
Esta teoría indica que si dos regiones caracterizadas por enormes diferencias de renta o por su distinta especialización (p. ej.: agricultura e industria manufacturera) compiten dentro de una zona comercial unificada, no funcionan ni el principio de la ventaja comparativa, ni los mecanismos neoclásicos de ajuste, sino que, por el contrario, la región rica se ve favorecida por unos mayores rendimientos e impide el desarrollo de las más pobres.
h) Teoría de los Polos de Crecimiento. Esta teoría postula que la inversión en industrias dinámicas localizadas en centros estratégicos puede estimular un crecimiento económico más generalizado a través de encadenamientos hacia atrás y hacia adelante con las empresas que funcionan como proveedoras o demandantes de sus productos (Kuri, 2003). Toma como punto de partida una industria líder o ‘clave’, localizada por decisión de una autoridad pública, por azar o por otra razón, dentro de una zona económicamente atrasada. Esta industria por su dimensión y desarrollo tecnológico produce para mercados distintos del de la localización, aunque tiende a demandar y crear in situ una gran parte de los requerimientos y servicios que precisa. Esta teoría, señala Cuadrado, sostiene que la industria líder genera un conjunto de efectos de polarización y de desarrollo en torno al lugar en que está emplazada, en especial:
a) efectos derivados del multiplicador keynesiano, activados por el gran número de trabajadores empleados y por sus mayores niveles salariales; b) efectos input-output directos e indirectos, activados por la demanda interna de inputs intermedios (los “vínculos hacia atrás y hacia delante” a causa del carácter “básico” de la especialización local); los proveedores encuentran ventajas en instalarse cerca del polo; c) efectos de aceleración de Aftalion, a causa de las altas tasas de inversión y reinversión de beneficios; d) efectos ligados a las ventajas de localización, debido a la existencia o creación de infraestructuras y capital social; e) efectos de imitación y aprendizaje que producen una mejora en los niveles locales de conocimientos y técnicas y en la capacidad empresarial y de gestión (Cuadrado, 1995, p. 13).
i) Las Teorías del Comercio Internacional y de las Uniones Aduaneras en el ámbito regional. La principal corriente teórica sobre el comercio internacional coincide con las premisas y conclusiones de la teoría neoclásica del crecimiento regional. Afirma que, si existe una perfecta movilidad de los factores de producción y una imperfecta movilidad de las mercancías, los factores deberían dirigirse hacia aquellas regiones en que obtengan mayores rendimientos, conduciendo todo ello a una situación de equilibrio e igualando, por consiguiente, los precios de los productos en todas las zonas. Si, por el contrario, los factores de producción fueran inmóviles, pero existiera un libre comercio para los productos, cada zona se especializaría en aquellas producciones que hicieran mayor uso de los factores que allí fueran más abundantes (Cuadrado, 1995, p. 14).
j) La Innovación como Impulsora del Desarrollo Regional. La innovación (en productos como en procesos) se ha convertido en uno de los factores clave para impulsar el desarrollo regional, incluso en el factor más importante del éxito de las economías locales (Nijkamp, 1986 citado por Cuadrado, 1995, p. 19). Desde los años ochenta del siglo :XX, aumentó el interés por la economía espacial de la innovación y el progreso técnico, se enfatizó en: a) los procesos de concentración geográfica de las actividades de investigación y desarrollo (I+D) y de innovación; y b) la expansión inter e intrarregional de la innovación” (Cuadrado, 1995, p. 19).
También se han desarrollado nuevos conceptos tales como el de milieu innovateur o “entorno innovador”. Este enfoque plantea que
La actividad de innovación tiende de manera natural a la concentración espacial. De hecho, una concentración de instalaciones permite una más fácil explotación de los conocimientos científicos y tecnológicos desarrollados en los centros de investigación y universidades, un mejor y más fácil acceso a la información, una mayor movilidad de la mano de obra cualificada y un mayor desarrollo de los servicios avanzados. La experiencia muestra que, dentro de los estrechos límites de las zonas metropolitanas y centrales, o de algunos “valles”, “pasillos’’ y corredores especializados, se generan toda una serie de procesos de apoyo mutuo en la innovación, de sinergias entre las unidades de investigación y las de producción, de efectos expansivos en la movilidad de la mano de obra gracias, especialmente, a los contactos personales o al fácil acceso a la información necesaria en cada momento (Cuadrado, 1995, p. 19).
También este enfoque postula que los procesos de innovación son de carácter acumulativo, justificado por las economías externas y por los efectos expansivos de la mano de obra cualificada y los conocimientos tecnológicos y organizativos que impulsan un proceso de generación de la innovación tecnológica en un área determinada (Cuadrado, 1995, p. 20, citando a Nelson y Norman, 1977 y Goddard y Thwaites, 1980). Procesos de innovación que se producen con mayor probabilidad en las regiones centrales, por lo que existe un profundo desequilibrio regional en la capacidad de innovación.
k) La tesis del “entorno innovador”. En el marco de la teoría del crecimiento endógeno se desarrolla esta tesis, que admite que el desarrollo se produce en zonas geográficas concretas, a causa del complejo conjunto de relaciones e interacciones que tiene lugar dentro de sus fronteras y le otorga un papel importante al factor de la oferta en el logro del éxito local. También concede relevancia a los procesos de innovación, al “entorno innovador”, al medio en que actúan los elementos que se consideran fuentes de creación del desarrollo económico, los cuales se benefician del elemento de proximidad geográfica y de las homogeneidades económicas y culturales que permiten definir territorialmente el propio medio o entorno local/regional. Los elementos económicos que caracterizan al
“entorno innovador son: a) economías externas y “economías de distrito”, las cuales promueven una especie de “clima industrial” capaz no sólo de reducir las desventajas en términos de costos de las pequeñas empresas locales, sino de ayudarlas en sus procesos de innovación. A este grupo pertenecen, por ejemplo, el importante proceso educativo y formativo que se produce dentro del citado medio o entorno; b) economías de proximidad, que reducen los costes de transacción al facilitar la circulación de la información, generar un mayor número de contactos personales y disminuir el costo de obtención de la información dentro de la economía local; c) elementos sinérgicos, que mejoran la capacidad local de innovación por medio de procesos de imitación, interacciones entre agentes locales, sociedades mixtas privadas y públicas para proyectos de infraestructura y servicios, interacciones entre centros de investigación y empresas potencialmente dispuestas a adoptar invenciones con rapidez, colaboración entre clientes y proveedores (Cuadrado, 1995, p. 23).
Cuadrado destaca que la capacidad innovadora de un medio no sólo puede atribuirse a su funcionamiento interno, sino que necesita de alguna energía externa,
en forma de nueva información tecnológica, organizativa o de mercado, y los canales que permitirán recibir y utilizar dicha energía de modo eficiente en el proceso de producción son las redes transterritoriales. Aparte de las redes de infraestructuras tradicionales (aunque sean avanzadas), las formas más importantes de “redes” son las de cooperación que se establezcan entre empresas (acuerdos de colaboración tecnológica, alianzas estratégicas, acuerdos de comercialización), entre instituciones de investigación, e incluso entre instituciones públicas, como los gobiernos regionales o municipales que deseen colaborar en proyectos tecnológicos, educativos o de infraestructura (1995, p. 24).