Kitabı oku: «Cuerpo, emociones y sentido de vida», sayfa 2

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Introducción

Enfrentada la sociedad colombiana a los múltiples retos emergentes de la pandemia y en pleno proceso de desarrollo de las dinámicas que surgen del posacuerdo, la Universidad Nacional de Colombia (UN) seerige como referente de contribución a la construcción de nación, a través de sus funciones misionales de investigación, docencia y extensión.

Con una orientación enfocada a la excelencia académica, la universidad forma profesionales, ciudadanos comprometidos con la solución de problemas de la vida nacional, contribuyendo no solo al desarrollo de las ciencias y las humanidades, sino también al fortalecimiento del tejido social, el desarrollo territorial, los procesos de construcción y reconstrucción de los vínculos, los valores y las instituciones que alimentan la construcción de la democracia en el territorio colombiano. En este escenario es difícil pensar la universidad al margen de su participación en los procesos de construcción de ciudadanías, de subjetividades e identidades democráticas, con el consecuente reconocimiento a la participación, la pluralidad, la diversidad, la inclusión y el ejercicio de derechos en el marco de gobiernos y normativas que periódicamente son transformadas en virtud de los retos que la misma sociedad exige.

Es así como confluyen en sus análisis elementos que contribuyen a enfrentar las múltiples caras de los problemas emergentes de una guerra de larga data, los impactos de las crisis económicas, el deterioro del medio ambiente, los procesos migratorios y otros de gran relevancia. También brinda aportes para intervenir en aquellos aspectos menos visibles en la palestra pública, como son los problemas asociados a los cambios y dinámicas familiares, la constitución de las subjetividades, el tema-problema de las identidades, entre tantos otros, y, por supuesto, el tema-problema de la salud mental, emocional y afectiva de la población colombiana.

Como principal universidad del Estado con presencia en el territorio colombiano, la Universidad Nacional de Colombia recoge al interior de su vida académica el abanico de problemas propios de la nación y sus territorios. También, y como bien lo plantean los resultados de esta investigación, en ella se presentan los problemas asociados a los grupos de población, en este caso, la población joven y adolescente —junto a las identidades étnicas, de elección, géneros y clase, que concurren al interior de esta—, con acceso a la educación superior pública de estratos socioeconómicos bajo y medio (1, 2 y 3)4. Una población enfrentada no solo a los rigores de la guerra y sus secuelas, sino también a las dinámicas relacionales y humanas emergentes de las crisis de los modelos productivos, la exclusión como regla y sus expresiones al interior de las familias, las personas y los vínculos en el territorio.

Los resultados de la investigación presentados en este libro, tienen como referente la concepción que la salud mental no es resultado y responsabilidad exclusivamente individual, sino un ámbito en el que confluyen los vínculos inaugurales y secundarios, propios de los contextos socioeconómicos y culturales donde se inscriben las relaciones, como también el resultado de las decisiones de políticas públicas incidentes en la vida de todas las personas. Esta perspectiva busca ampliar el marco comprensivo de la salud mental como territorio exclusivo de la lógica biomédica, al social, articulando los contextos que signan la vida de las personas, en este caso, el sujeto sufriente y la ideación suicida, tratando de comprender y precisar un problema creciente en los entornos universitarios en general y de la Universidad Nacional de Colombia en particular.

En este escenario de convergencias se hacen sumatorios los problemas, principalmente aquellos asociados al desarrollo de las vidas y proyectos existenciales de la población más joven, para el caso que nos compete, estudiantes hombres y mujeres provenientes de diferentes regiones del país, principalmente de estratos socioeconómicos 2 y 3, partícipes multiculturales de unas formas, discursos y medios académicos, una vez admitidos en la universidad. Las características, orígenes y sentido del sufrimiento psíquico y emocional profundo de un sector importante de la población estudiantil, así como las condiciones y situaciones que la enmarcan y los posibles referentes de transformación de este fenómeno, forman parte de este proceso investigativo, a partir de un interrogante que pretende avanzar en la comprensión del sufrimiento de los jóvenes más allá de ser objeto de la intervención médica5 en el marco de tiempos y la exigencia académica de la Universidad. Una perspectiva orientada a enfrentar la conversión de “pacientes” a la de sujetos en capacidad de comprender y transformar autónomamente sus vidas.

Finalmente, la investigación “Cuerpo, emociones y sentido de vida: investigación para la comprensión del sufrimiento emocional profundo y la ideación suicida en estudiantes de la UN - Sede Bogotá”, buscó indagar en los intersticios de la emocionalidad, la afectividad y la racionalidad que enmarcan los sentidos de vida de un grupo de jóvenes que voluntariamente asistió a la convocatoria de la investigación, marcados por situaciones de sufrimiento emocional profundo, con experiencia en intentos de suicidio o ideación suicida.

El problema: sufrimiento emocional profundo en estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2014), durante 2012 se registraron 804 000 muertes a nivel mundial por suicidio, aunque se estima que la cifra sea mayor, por el subregistro o por clasificaciones incorrectas, a partir de la complejidad y del significado que tiene el suicidio, además de las falencias en los sistemas estadísticos de muchos países. Adicionalmente, el suicidio es la segunda causa principal de muerte a nivel mundial en personas que tienen de 15 a 29 años.

En Colombia, según la Subdirección de Enfermedades no Transmisibles del Ministerio de Salud (2018), entre 2009 y 2016 ocurrieron 17 522 suicidios, en promedio, 2190 por año. Esta entidad coincide con información presentada por otras organizaciones en relación con características generales del suicidio en Colombia, a saber: mayor frecuencia en hombres (81 %) que en mujeres (19 %) y con mayor proporción en el grupo de personas que tiene entre 20 y 24 años (14,6 %).

Los últimos datos publicados en el Sistema de Información y Consulta de Estadísticas Vitales del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane, 2019) indican un aumento en los casos de suicidio entre 2011 y 2018, siendo el suicidio la tercera causa de muerte por causa externa en el país durante ese último año. Por otro lado, la versión más reciente de la Encuesta Nacional de Salud Mental (Ministerio de Salud y Protección Social, 2015), que tuvo una muestra de 16 147 personas en distintas zonas del país, dedica un apartado especial al suicidio en adolescentes, en el que presenta como principales resultados al respecto los siguientes:

Se encuentra una proporción de ideación suicida total del 6.6 %, distribuida en 7.4 % en adolescentes mujeres y 5.7 % en hombres; el valor estimado para adolescentes hombres tiene un CVE mayor del 20 %. Por otra parte, el plan suicida está presente en el 1.8 % de los adolescentes, siendo 2.5 % en mujeres y 1.0 % en hombres […] el paso a intento de suicidio se da en 2.5 % de los adolescentes (2.9 % en mujeres y 2.1 % en hombres). La proporción de adolescentes que han intentado suicidarse con respecto a quienes han pensado en hacerlo es del 37.6 %. (Ministerio de Salud y Protección Social, 2015, p. 232)

Durante la última década, la tasa de intento de suicidio a nivel nacional ha ido aumentando año tras año, “pasando de 0.9 por 100 000 habitantes en 2009 a 36.08 por 100 000 habitantes en 2016” (Ministerio de Salud, 2018, p. 4). En el mismo boletín se reportan las tasas más altas de intento de suicidio a nivel nacional, entre quienes están, en primer lugar, las personas que tienen entre 15 y 19 años y, en segundo lugar, quienes tienen entre 20 y 24 (p. 5).

Los datos de salud mental a nivel distrital, registrados en el sistema de información público SaluData, presentan un ascenso en las tasas de suicidio entre 2012 y 2018[6]. El 37 % de los casos de suicidio se presentaron en personas que tenían entre 15 y 29 años. Durante 2018, el 80 % de los casos fueron de hombres y el 20 % de mujeres. En el mismo año, las localidades en las que se presentó mayor cantidad de suicidios fueron Kennedy, Suba, Ciudad Bolívar, Engativá y Bosa, en donde reside una alta proporción de estudiantes de la UN. Por otro lado, a partir del análisis situacional de los eventos prioritarios de salud mental en Bogotá, elaborado por la Secretaría Distrital de Salud (2017), se encuentra que el 42 % de los casos de ideación suicida en la ciudad se presenta en adolescentes y jóvenes.

En relación con la Universidad, la expresión de este problema ha estado vinculada, por un lado, con un aumento en el consumo de alcohol y sustancias psicoactivas en la población estudiantil y otros factores incidentes de riesgo y vulnerabilidad biopsicosocial asociados con sentimientos de soledad y extra-ñamiento del medio (principalmente de la población estudiantil migrante), depresiones leves y graves, ansiedad y episodios de pánico. Esto ha configurado un preocupante panorama de salud mental y emocional en la población estudiantil, obligando a la Universidad a redoblar los esfuerzos de atención al problema de sufrimiento emocional y de salud mental de los y las estudiantes.

Cifras de suicido en la Universidad Nacional de Colombia, 2015-2 a 2020-1

El primer abordaje que puede darse al fenómeno del suicidio tiene un carácter cuantitativo, así que se solicitaron los datos correspondientes a la Universidad. La revisión y el análisis de las cifras de suicidio e intentos de suicidio en la UN entre 2015-2 y 2020-1, suministradas por la División Nacional de Bienestar Universitario, inició con el planteamiento de preguntas en torno a las fuentes y formas de registro de la información.

De un lado, los datos que se utilizan para registrar la cantidad de suicidios de estudiantes en la UN provienen del reporte presentado por el administrador de la póliza estudiantil, siendo las familias de los y las estudiantes quienes proporcionan información sobre la ocurrencia del hecho para activar la póliza. De otro lado, para contabilizar y reportar los intentos de suicidio, el Área de Salud de Bienestar Universitario utiliza la historia clínica de estudiantes. Ambas situaciones devienen en un subregistro de la información, pues no todas las familias activan la póliza ni todas o todos los estudiantes abren su historia clínica, pues este es un proceso voluntario.

En este sentido, es necesario tener en cuenta que las cifras presentadas no responden a una medición o a un estudio exhaustivo de carácter cuantitativo sobre el fenómeno, ni se relacionan con ningún sistema de información o base de datos sólida de la Universidad. Esta situación se resalta aquí con dos propósitos: en primer lugar, se insiste en la urgencia de estudios sobre el suicidio y el intento de suicidio en la Universidad, así como del levantamiento de una línea de base que permita hacer mediciones regulares, evaluar el impacto y la efectividad de las medidas de prevención para alcanzar una mayor comprensión del fenómeno. En segundo lugar, se invita al conjunto de lectores a tener en cuenta el problema de subregistro a la hora de leer los datos, que lejos de ser una representación numérica de la realidad, aparecen como posibles tendencias y como la única información disponible al respecto7.

Entre 2015-2 y 2020-1 se reportaron en total 66 casos: 32 intentos de suicidio y 34 suicidios. Estos fenómenos se presentan en mayor cantidad en las sedes más grandes, Bogotá y Medellín (figura 1.1).

Figura 1.1 Número de suicidios e intentos de suicidio en la UN por sede, 2015-2020


Fuente: elaboración propia a partir de los datos suministrados por la División Nacional de Bienestar Universitario.

En las cifras disponibles se identifica una marcada diferencia de género entre la cantidad de suicidios y de intentos de suicidio de hombres y mujeres: mientras la mayor cantidad de personas que se suicidan son hombres, la mayor cantidad de intentos de suicidio son llevados a cabo por mujeres (figura 1.2). De esta manera, se repite aquí la tendencia de género presentada a nivel global y que se retomará en los análisis.

Figura 1.2 Número de suicidios e intentos de suicidio en la UN por sede y género, 2015-2020


Fuente: elaboración propia a partir de los datos suministrados por la División Nacional de Bienestar Universitario.

Durante el periodo mencionado, el año en el que se presentó un mayor número de casos fue 2018, tendencia que se repite en todas las sedes, excepto Medellín, en donde la mayor cantidad de casos reportados ocurrieron en 2019 (figura 1.3).

Figura 1.3 Número de suicidios e intentos de suicidio en la UN por sede y año, 2015-2020


Fuente: elaboración propia a partir de los datos suministrados por la División Nacional de Bienestar Universitario.

En cuanto al tipo de admisión, dentro de las cifras disponibles, se reportan tres casos de suicidios de estudiantes del programa PEAMA, dos de ellos de la Sede Bogotá y uno en la Sede Orinoquia, así como un caso de intento de suicidio de un estudiante del programa PEAMA en la Sede Tumaco. Teniendo en cuenta la baja proporción de estudiantes de este programa en relación con la cantidad de estudiantes de admisión regular, es un factor que se tuvo en cuenta constantemente en la investigación.

Adicionalmente, en este escenario se evidencia la problemática de subregistro ya mencionada, pues, como se verá más adelante, en el estudio participaron estudiantes de PAES y PEAMA8, y se tuvo contacto constante con la Corporación Residencias Universitarias (CRU), en donde reside una gran cantidad de ellas y ellos; en medio de esta relación con la CRU y dentro de distintas conversaciones, se tuvo conocimiento de muchos más casos de intentos de suicidio, que aunque son acompañados a partir de los esfuerzos de los actores institucionales de la Corporación, las condiciones de estudiantes migrantes han conducido a que estos casos se inserten dentro de la cotidianidad del lugar (figura 1.4).

Figura 1.4 Número de suicidios e intentos de suicidio en la UN por sede y tipo de admisión, 2015-2020


Fuente: elaboración propia a partir de los datos suministrados por la División Nacional de Bienestar Universitario.

En la Sede Bogotá, la mayor cantidad de casos de suicidio e intentos de suicidio se han presentado en estudiantes que pertenecen a las facultades de Ciencias Humanas, Ingeniería y Ciencias. Vale la pena resaltar que estas son las facultades más grandes de la sede (figura 1.5).

Sobre la distribución de casos por género en la Sede Bogotá, persiste la tendencia general: más suicidios de hombres y más intentos de suicidio de mujeres (figura 1.6).

Figura 1.5 Número de suicidios e intentos de suicidio en la UN - Sede Bogotá por facultad, 2015-2020


Fuente: elaboración propia a partir de los datos suministrados por la División Nacional de Bienestar Universitario.

Figura 1.6 Número de suicidios e intentos de suicidio en la UN - Sede Bogotá por facultad y género, 2015-2020


Fuente: elaboración propia a partir de los datos suministrados por la División Nacional de Bienestar Universitario.

Sobre la cantidad de casos que tuvieron o no atención o acompañamiento en la Sede Bogotá, se encuentra que la mayor parte de los estudiantes con intentos de suicidio han recibido atención por parte de la Universidad (figura 1.7).

Figura 1.7 Número de suicidios e intentos de suicidio en la UN - Sede Bogotá por facultad y atención, 2015-2020


Fuente: elaboración propia a partir de los datos suministrados por la División Nacional de Bienestar Universitario.

El panorama no es alentador: no se trata solo de la cantidad de estudiantes que se suicidan o que intentan hacerlo, sino también de la ideación y de los factores de riesgo a los que se ven expuestos. La UN ha adelantado acciones y estrategias buscando hacer frente a la problemática, tanto desde las distintas direcciones y facultades de cada sede, como desde el Plan Global de Desarrollo 2019-2021, a partir del cual se formuló el proyecto de inversión “Campus Universitario, que promueve una cultura de salud, bienestar y paz”. De igual forma, actualmente se adelantan encuentros de la recién creada Mesa Técnica de Salud Mental.

En todo caso, los esfuerzos institucionales no han sido suficientes para dar respuesta a la problemática, de la cual no se ha logrado una comprensión completa. De esta manera, esta investigación surge con el propósito de comprender el sufrimiento emocional que antecede, acompaña o incide en la toma de decisión sobre las vidas de las y los estudiantes de la UN - Sede Bogotá, trabajando desde sus narrativas y escenarios que enmarcan su vida cotidiana y académica. A esta tarea se integran los componentes de indagación cuerpo, emociones, sentido de vida, familia y universidad, desligándose así de la exclusiva mirada médica sobre el problema. Se amplía así la perspectiva desde otras prácticas de atención en el tema, vinculando los procesos de percepción de los actores, las dinámicas familiares, sociales y culturales involucradas, con referentes históricos en la configuración del fenómeno como un problema social.

Las rupturas de sentido que se dan en estos cuerpos jóvenes, con trayectorias cortas, pero con dolores y malestares inconmensurables, preocupa, sobre todo, por el espíritu de vida de estos hombres y mujeres que, en medio de lo invisible de sus propias batallas, permanecen en la mitad del campus universitario, transitando casi invisibles hasta que una decisión, en situaciones de profunda tristeza, marca el límite de su elección entre vida o muerte.

¿Cómo visibilizar a los “invisibles”? Esta es una pregunta que alentó la presente investigación y su aporte a la comprensión de un sufrimiento emocional y psíquico que incrementa de manera alarmante las muertes por suicidio en el mundo, en el país y en las universidades en particular.

Si los intentos aumentan se debe también al hecho de que la población suicida es cada vez más joven […] El proceso de personalización compone un tipo de personalidad cada vez más incapaz de afrontar la prueba de lo real: la fragilidad, la vulnerabilidad aumentan, principalmente entre la juventud, categoría social más privada de referencias y anclaje social. Los jóvenes, hasta entonces relativamente preservados de los efectos autodestructivos del individualismo por una educación y un enmarcamiento estables y autoritarios, sufren sin paliativos la desubstancialización narcisista, son ellos quienes representan ahora la figura última del individuo desinsertado, desestabilizado por el exceso de protección o de abandono y, como tal, candidato privilegiado al suicidio. (Lipovetzky, 2000, p. 212)

Aquí se intentó que aquellos temas y aspectos de importancia que generalmente han quedado por fuera de las investigaciones de suicidio desde los enfoques de riesgo, enriquecieran los análisis, retomados desde su perspectiva de procesos y dinámicas sociales e individuales.

Como tema de la salud pública, este deslinde de lo exclusivo individual y de lo exclusivo de la salud mental involucra un referente de investigación en el que lo colectivo, lo social y lo comunitario (contextualizados) son reconocidos como fundamentales en la configuración del problema de indagación, como escenarios donde se cuecen los sentidos, las emociones, las identidades y toda la experiencia existencial vinculante.

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