Kitabı oku: «Cuerpo, emociones y sentido de vida», sayfa 4
Emociones, afectos y sentimientos
Al hablar de sufrimiento emocional profundo, las emociones entran en escena. ¿Qué decir de ellas? Estas se definen desde diferentes perspectivas como estados de ánimo surgidos a partir de la experiencia de vida, por asociaciones conscientes o inconscientes donde la historia o biografía del cuerpo tienen cabida; por percepciones, por impresiones de los sentidos, por ideas o recuerdos acompañados de expresiones corporales como gestos o actitudes. Desde una variedad de enfoques, se utiliza indistintamente el concepto emoción, con el de afecto y el de sentimiento. Sin embargo, cada uno tiene cierta especificidad, aunque están íntimamente relacionados. La emoción hace más referencia al modo de expresión en y con el cuerpo, a la afectación corporal; por eso, desde algunos abordajes, al estudiar las emociones, el énfasis o su explicación se hace desde la fisiología del cuerpo. En la actualidad, con la preponderancia de lo biológico y lo neurológico para el esclarecimiento de lo psíquico, este es el abordaje que prima cuando se habla de la emoción. El afecto remite a cierto impacto en la subjetividad, a partir de las emociones y de los sentimientos vividos, es un concepto más amplio al ligársele no solo a la reacción ante percepciones, sino también a las pasiones del ser humano y, en ese sentido, a los sentimientos de amor, odio, miedo, etc. Los tres conceptos implican impresiones en el ánimo, en el alma o espíritu (estos dos conceptos, en su acepción original, remiten a aquello que anima al ser humano, que lo alienta y le da vigor a sus actos, diferente de la fuerza y energía física, aunque necesario para que esta última se sostenga). El afecto y el sentimiento suponen, además, su vínculo con la significación, con lo más íntimo de la subjetividad, con el inconsciente.
En esta investigación se ha preferido hablar de emoción, y, más específicamente, de sufrimiento emocional profundo, para destacar el amarre de lo subjetivo con los sentimientos y su afectación corporal, en los y las estudiantes participantes en la investigación.
Así, al tomar las emociones vinculadas a los afectos, a las pasiones del ser y a los sentimientos, podemos indicar que no se están tomando solo como expresiones orgánicas o puras reacciones somáticas. Las emociones, así como el sufrimiento, son vividas por un sujeto y, en ese sentido, implican expresiones subjetivas, expresiones singulares pero realizadas en un marco cultural y en un contexto de relación social. Le Breton (1998), antropólogo estudioso de las emociones en su relación con la cultura, señala:
Los sentimientos y las emociones no son estados absolutos, sustancias susceptibles de transponerse de un individuo y un grupo a otro; no son —o no son solamente— procesos fisiológicos cuyo secreto posee el cuerpo. Son relaciones. Si bien, el conjunto de los hombres (y mujeres) del planeta disponen del mismo aparato fonatorio, no todos hablan el mismo idioma; del mismo modo, aunque la estructura muscular y nerviosa es idéntica, esto no presagia en absoluto los usos culturales a los que dará lugar. De una sociedad humana a otra, los hombres experimentan afectivamente los acontecimientos de su existencia a través de repertorios culturales diferenciados que a veces se parecen, pero no son idénticos. Cada término del léxico afectivo de una sociedad o un grupo social debe ponerse en relación con el contexto local de sus puestas en juego concretas. (pp. 9-10)
Entran en juego, entonces, en la relación con las emociones y los afectos, aspectos físicos y psíquicos, subjetivos y culturales. Implican gestos y manifestaciones corporales, afectos vividos y expresados de múltiples formas, pero significados por quien los vive y expone o guarda conteniéndose; son expresiones enmarcadas en un grupo social que con sus convenciones culturales ordena su modo de revelarlas y permite leerlas, pero siempre con el enigma y la reserva de la dimensión subjetiva e inconsciente.
Estas elaboraciones se plantean, dado que se ha situado como objetivo fundamental en esta investigación la búsqueda de comprensión del sufrimiento emocional profundo en los y las estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia (UN) - Sede Bogotá, en aras de desarrollar políticas y acciones para la prevención del suicidio, dado que se ha disparado esta tendencia no solo en estudiantes de la Universidad, sino en la sociedad en general.
Suicidología
Desde distintas áreas de conocimiento, perspectivas y latitudes se ha estudiado el suicidio como fenómeno específico y multidimensional, a partir de investigaciones, programas, encuentros y organizaciones que han dado forma al campo de la suicidología. El estudio del suicidio va más allá de la salud mental personalizada, pues, como menciona Valdivia (2014),
la suicidología no se limita al estudio individual de los procesos suicidas, sino que flexibiliza sus límites a tal punto que considera que el estudio de este fenómeno de salud pública debe también ser a gran escala, identificando factores de riesgo y protección que se encuentren presentes en grandes poblaciones o grupos humanos específicos. (p. 22)
Además, la suicidología es un campo interdisciplinar que permite abordar el fenómeno con diferentes enfoques, métodos y propósitos. Si bien la mayor cantidad de trabajos que se han hecho sobre el suicidio, el intento de suicidio y la ideación suicida parten de miradas de la psiquiatría, también se encuentran trabajos desde la psicología, la sociología, la psicología social, la antropología, la demografía, el derecho, la comunicación, la educación o la arquitectura, entre otras áreas y disciplinas.
A finales del siglo XIX fue publicado por primera vez El suicidio, escrito por el clásico de la sociología Émile Durkheim, quien presentó el suicidio como un hecho social, ubicándolo así en el campo de la naciente sociología. Su aporte fue tan polémico como innovador, pues implicaba que el suicidio no era una mera conducta individual, sino que se encontraba determinado por factores sociales:
Si el lazo que liga al hombre a la vida se afloja, es porque el nexo que le une a la sociedad se ha relajado. Los incidentes de la existencia privada, que parecen inspirar inmediatamente el suicidio y pasan por ser sus condiciones determinantes, en realidad no son más que causas excepcionales. Si el individuo cede al menor choque de las circunstancias es porque, en el estado en el que se encuentra, la sociedad le ha predispuesto al suicidio. (Durkheim, 2012, p. 183)
Este trabajo, fundador de la sociología académica formal, marcó una apertura de visiones en el estudio del suicidio, que permite complementar y trascender las miradas médicas, psicológicas o morales sobre el fenómeno. Así, la discusión contemporánea frente al suicidio, el intento de suicidio y la ideación suicida no se orienta ni debe orientarse por determinar si el suicidio es un hecho individual o social, psicológico o sociológico, sino que demanda análisis complejos en donde converjan múltiples enfoques que aporten a una comprensión más completa del fenómeno. A continuación se presentarán los principales resultados de la búsqueda de antecedentes sobre suicidio e ideación suicida en el contexto nacional, distrital y universitario, así como algunos vacíos identificados a los que esta investigación se propuso responder.
Las diferentes investigaciones consultadas coinciden en la necesidad de realizar una aproximación más integral al problema del sufrimiento emocional de las y los estudiantes universitarios. En particular, se reconoce que el enfoque de riesgo parece no ser suficiente para la comprensión, prevención y atención del suicidio, por lo tanto, fue necesario incluir en la investigación los enfoques psicosociales, acción sin daño y género, así como las dimensiones de sujeto, familia, universidad y comunidad desde una perspectiva de procesos.
El concepto de riesgo emocional ha sido ampliamente utilizado en las indagaciones sobre estudiantes universitarios. En esta investigación se hace un esfuerzo para que el enfoque de riesgo sea definido con mayor precisión, a partir del contexto particular del estudio. Por ello, esta investigación combina las dimensiones cuerpo, emociones y sentido de vida, y cuenta con un enfoque central de aproximación psicosocial y los enfoques asociados de riesgo y acción sin daño.
El suicidio en el contexto colombiano
La mayoría de los trabajos realizados sobre el suicidio en Colombia durante la última década provienen de las ciencias de la salud, específicamente de la psiquiatría. Buena parte de los artículos de investigación que abordan el tema se encuentran publicados en la Revista Colombiana de Psiquiatría; en todo caso, es posible identificar diferentes perspectivas, territorios, métodos, técnicas, ventanas de observación y grupos de población.
Se encuentran trabajos orientados a caracterizar la conducta suicida en el país, como la investigación de Aparicio, Blandón y Chaves (2020) quienes, a partir del estudio de las cifras de intento de suicidio registradas en la base de datos del Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública del Instituto Nacional de Salud de Colombia durante 2016, identifican alta prevalencia de casos en donde las personas reportan más de un intento de suicidio y resaltan la importancia de estudiar la ideación en el análisis y control de la conducta suicida.
Otros estudios de caracterización toman como fuente de datos los certificados de defunción registrados ante el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) (Cardona, Medina-Pérez y Cardona, 2016; Chaparro-Narváez, Díaz-Jiménez y Castañeda-Orjuela, 2019), así como el Estudio Nacional de Salud Mental de 2003 (Posada, 2013) y la Encuesta Nacional de Salud Mental (ENSM), cuya versión más reciente es del 2015 (Arenas, Gómez-Restrepo y Rondón, 2016). La mayoría de los estudios de caracterización y de los informes oficiales presentados por entidades gubernamentales coinciden en el subregistro que se presenta sobre los datos de suicidio, que se estiman mayores a los que arrojan las mediciones. Esto se relaciona con distintos factores:
El alcance de este subregistro varía de país a país y depende básicamente de las formas en que se determine el suicidio. Otras razones para la subestimación incluyen el estigma, los factores sociales y políticos y los reglamentos de las pólizas de seguros, lo que significa que puede que algunos suicidios se reporten bajo el disfraz de accidentes o muerte por causas indeterminadas. [Según la OMS] el alcance de esta subestimación es de un 20-25 % de las personas de edad y un 6-12 % en otras. (Pineda, 2013, p. 337)
Así, es probable que los datos sobre el fenómeno sean mayores. Si bien no se encontraron estimaciones de subregistro diferenciado por género u otras categorías sociales, los estudios de caracterización permiten identificar tendencias para el estudio del suicidio en distintos grupos de población. El trabajo de Arenas, Gómez-Restrepo y Rondón (2016) presenta los resultados de la ENSM (2015) relacionados con la conducta suicida en adultos. El estudio reveló mayor ideación suicida en mujeres (7.6 %) que en hombres (5.5 %). En cuanto a la frecuencia de ideación suicida en zonas del país, Bogotá presenta el porcentaje más alto (10.3 % de sus habitantes), mientras que la menor proporción se sitúa en Atlántico (3.8 % de sus habitantes). Este dato es de crucial importancia si se tiene en cuenta que esta investigación se realizó con estudiantes de la UN - Sede Bogotá.
Otra fuente importante de datos son los registros del sistema de información del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, publicados en la revista Forensis. La publicación más reciente incluye el trabajo de Macana (2019) sobre el comportamiento del suicidio entre 2009 y 2018. Dentro de sus principales resultados se encuentra “un aumento progresivo de la tasa de suicidio en los últimos años en Colombia, pasando de 4.5 por cada 100 000 habitantes para el 2009 a 5.93 en el 2018” (Macana, 2019, p. 269). La autora identificó también un aumento en las cifras de suicidios de niños, niñas y adolescentes, cuyos casos representaron el 10.5 % del total de suicidios de 2018. El 43.4 % de los suicidios de la década se concentra en el grupo de personas que tiene entre 20 y 39 años —en el que se ubica la mayoría de los y las estudiantes de la UN—. Otro resultado sobresaliente del estudio es la predominancia de suicidios de hombres (82.3 %) frente a mujeres (17.7 %); sin embargo, se presentan más intentos de suicidio en mujeres (62.7 %) que en hombres (37.3 %), datos que coinciden con otros estudios de la región (Macana, 2019, p. 289).
La mayoría de las investigaciones se centran en zonas urbanas, lo que coincide con la tendencia de ocurrencia, pues durante la última década el 73.2 % de suicidios se concentraron en cabeceras municipales, especialmente en ciudades como Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla (Macana, 2019). Después de Bogotá, se encuentra una alta producción de investigaciones sobre el fenómeno en Antioquia. García et al. (2011), por medio de la técnica de autopsia psicológica, establecen diferencias entre los suicidios de zonas rurales y zonas urbanas del departamento de Antioquia. Si bien este trabajo identifica características diferentes, no alcanza a determinar factores de riesgo diferenciados para cada zona. Otras investigaciones situadas en Antioquia indagan por la ideación suicida en la población carcelaria (Jaramillo et al., 2015), así como por el sentido que tiene la muerte para los familiares de mujeres gestantes que se suicidaron (Builes et al., 2014). Esta última investigación sobresale al ser una de las pocas que se pregunta por el significado de la muerte y del suicidio, así como por ser un estudio de carácter cualitativo, ya que la mayor parte de la literatura rastreada se realizó a partir de investigaciones que utilizan métodos cuantitativos.
En distintos trabajos, se identificó el uso de la técnica de autopsia psicológica, como en la investigación de González et al. (2010), quienes estudian las diferencias entre los suicidios de hombres y mujeres en Antioquia entre 2006 y 2007, identificando variables sociodemográficas y clínicas diferenciadas entre sexos, que podrían aportar a intervenciones en prevención del suicidio de manera específica. Es de resaltar que se encuentran pocos estudios que incluyan enfoque de género, a pesar de las marcadas diferencias del fenómeno entre hombres y mujeres.
En menor proporción, se encuentran investigaciones enfocadas en el suicidio y la ideación suicida en zonas rurales, como el libro de Pérez (2013), que presenta los resultados de la investigación que adelantó en los municipios de Yarumal y La Unión en Antioquia. En este trabajo se aborda el suicidio desde perspectivas antropológicas; resulta un análisis complejo que incluye factores como el conflicto armado, las diferencias de género, los aspectos simbólicos del suicidio y los jóvenes como sujetos protagonistas. Este libro es valioso para la presente investigación, pues, aunque la mayor parte de estudiantes de la Sede Bogotá nacen y residen en áreas urbanas, también hay estudiantes que provienen de zonas rurales, cuyas condiciones biográficas, amenazas y vulnerabilidades se diferencian de las de aquellos estudiantes que han nacido y crecido en Bogotá.
De igual forma, en términos territoriales, se encuentran trabajos de caracterización del suicidio en otros departamentos, como Risaralda (Medina-Pérez y Rodríguez, 2012; Rodríguez-Escobar, Medina-Pérez y Cardona-Duque, 2013), Valle (Valencia et al., 2011), Nariño (Ojeda y Villalobos, 2011) y Vaupés (Martínez et al., 2018). Este último trabajo sobre Vaupés sobresale al ser un estudio que busca explicar la conducta suicida en comunidades indígenas del departamento.
Otro estudio sobre el fenómeno en Nariño es el realizado por Muñoz y Gutiérrez (2010), quienes, desde un enfoque de riesgo y utilizando la técnica de autopsia psicológica, abordaron a familiares de personas que murieron por suicidio en el departamento, por medio de un formulario estructurado que indagó por los factores individuales, familiares y sociales asociados al suicidio. Esta investigación identifica y aporta variables que pueden aumentar el riesgo de suicidio a partir de un cuidadoso diseño metodológico; sin embargo, no es clara la conceptualización de riesgo, que puede confundirse con otros factores que se definen desde esta investigación como amenazas o vulnerabilidades.
Además de la dimensión territorial, otra forma de agrupar la literatura rastreada se relaciona con los tipos de población analizados. Hay estudios que abordan el suicidio y la ideación suicida en adultos mayores. Velásquez (2013) hizo una revisión de literatura sobre suicidio y tercera edad al inicio de la década, en la que señalaba que, a pesar de la basta literatura sobre suicidio en Colombia, la producción enfocada en la tercera edad era poca. Durante los últimos años han aumentado este tipo de trabajos, entre los que se encuentran investigaciones como la de Ramírez et al. (2018) sobre ideación suicida de adultos mayores en Medellín, Barranquilla y Pasto, y la de Andrade et al. (2018) sobre vulnerabilidad psicosocial en esta población.
Por otro lado, se han hecho investigaciones sobre suicidio e ideación suicida en jóvenes y adolescentes, como el libro de Carmona et al. (2010), que analiza el suicidio en este tipo de población desde un enfoque psicológico y social. Otros trabajos que caracterizan el suicidio en este grupo de población se sitúan en distintas zonas del país, como Antioquia (Medina-Pérez, Díaz-Téllez y Rozo, 2015) y Quindío (Medina-Pérez, Ospina-Sánchez y Cardona-Duque, 2017). En todo caso, dentro de los estudios sobre suicidio en jóvenes y adolescentes, se identifica una tendencia alta a estudiar este grupo en situación escolarizada, encontrándose pocos trabajos acerca del suicidio en contextos universitarios.
También se ha estudiado el suicidio en personas con orientación sexual diversa. Pineda (2013) hizo una revisión de antecedentes para establecer las relaciones entre la homofobia internalizada y el suicidio, el intento de suicidio y la ideación suicida en jóvenes que se identifican como lesbianas, gays o bisexuales. Al respecto, se encontró escasa literatura así como contradicciones, pues si bien algunos trabajos señalan la discriminación por orientación sexual como un factor que aumenta el riesgo de suicidio, hay otros que se centran solo en presentar niveles mayores de psicopatologías en minorías sexuales, postura que podría retornar a la patologización de orientaciones sexuales diversas (Pineda, 2013, p. 346).
Rocha-Buelvas (2015) analiza el riesgo de suicidio y su significado en minorías sexuales en Colombia, ubicándolo como problema de salud pública. El autor señala que las personas con orientación sexual diversa se ven sometidas a violencias, tanto en espacios familiares y comunitarios como de parte de las instituciones; en sus términos, existe la homofobia institucionalizada, que se experimenta a través de barreras en el acceso a derechos para este tipo de población. Más recientemente, Pineda-Roa (2019) adelantó otra investigación sobre riesgos de ideación suicida y homofobia internalizada en jóvenes y adolescentes homosexuales, en la que reafirma la necesidad de emprender acciones de intervención en edades tempranas orientadas a la autoaceptación y afirmación de orientaciones sexuales diversas.
En cuanto a los estudios desde otras disciplinas, se encuentran trabajos que analizan el suicidio desde perspectivas socioeconómicas, como la investigación de Acevedo (2010), quien relaciona el suicidio con la variación del PIB, identificando una correlación inversa entre el crecimiento del PIB y el aumento de las tasas de suicidio. Dávila-Cervantes y Pardo-Montaño (2017) también hacen un estudio sobre el suicidio en Colombia en relación con factores socioeconómicos; con un enfoque de riesgo, a partir de variables sociodemográficas y del índice de necesidades básicas insatisfechas, proponen tener en cuenta las condiciones socioeconómicas del entorno como factores que inciden en el riesgo de suicidio en el país. Otro trabajo que estudia el suicidio en relación con este tipo de factores es el de Campo-Arias y Herazo (2015), quienes incluyen como variables en su estudio las tasas de suicidio entre 1994 y 2013 y las asocian con el coeficiente de Gini, estableciendo una asociación positiva entre la desigualdad económica del país y las tasas de suicidio.
Finalmente, se revisaron trabajos que abordan el suicidio desde el campo de las comunicaciones, los cuales centran su atención en la forma en la que distintos medios de comunicación presentan noticias relacionadas con suicidios. Entre estos estudios se encuentra el de Rátiva, Ruíz y Medina-Pérez (2013) sobre las noticias de suicidio publicadas por un periódico local en el Quindío, así como la tesis de Cruz (2018), que analiza la información gráfica presente en noticias publicadas por medios impresos en Bogotá. El de Muñoz y Sánchez (2014) es un estudio de carácter cualitativo en el que analizan las noticias en tres medios de prensa de circulación nacional en Colombia y las recomendaciones que dicta al respecto la Organización Mundial de la Salud (OMS). En este estudio se encontró que ninguno de los periódicos revisados cumple con estos lineamientos. Los autores señalan la importancia de analizar los medios de comunicación y su influencia en población vulnerable a conductas suicidas, como la juventud.
En términos generales, aunque se encuentra variada literatura sobre el estudio del suicidio en Colombia desde distintas áreas, enfoques y técnicas, la mayor parte de los trabajos utilizan métodos cuantitativos y se encargan de medir y caracterizar el fenómeno en ciertos territorios y poblaciones, pero no hay muchos trabajos que profundicen, busquen comprender y expliquen a profundidad los factores asociados al fenómeno en Colombia y en grupos sociales diferenciados.