Kitabı oku: «Pablo: Reavivado por una pasión», sayfa 11
15 de marzo
Si mil vidas tuviera...
“Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo” (Romanos 12:1).
Los resultados de haber sido justificados por la gracia y por la fe son una vida de santificación. Pablo ruega que, en consideración a las misericordias de Dios, presentemos voluntaria e inteligentemente la vida entera, cuerpo, mente y espíritu, como un sacrificio vivo para Dios. Los servicios ceremoniales del Antiguo Testamento ofrecían sacrificios muertos, pero Pablo desafía a vivir por Cristo. Después de todo, quien vive por él también está dispuesto a morir por él. Tal vez el Señor pida a algunos morir por él, pero nos pide a todos que vivamos para él.
En ocasión de la independencia del Perú, declarada el 28 de julio de 1821 en Lima, ocurrió el sacrificio de José Olaya. Él era un excelente nadador, que servía a la causa de la independencia. Sucre necesitaba comunicarse con los patriotas de Lima, ya que quería conocer los movimientos de los realistas, y Olaya era el portador de los mensajes.
Así, él llevaba de manera escondida los mensajes nadando quince kilómetros por el mar, entre Chorrillos y Lima. Esa ruta estaba muy vigilada, de modo que el riesgo era muy grande. El 27 de junio de 1823, cuando llevaba (entre otros recados) una carta de Sucre para Narciso de Colina, Olaya fue descubierto por los realistas. Antes de ser apresado, arrojó las cartas. Otra versión dice que se comió las misivas.
Para obtener información, sus captores intentaron de todo. Sin embargo, de nada sirvieron halagos, promesas, apaleamientos, extracción de las uñas, trituración de pulgares, ni la presencia dolorosa de su madre. ¡Qué dilema! Escoger entre el afecto entrañable a la madre o la seguridad de los patriotas. ¿Era preferible que su madre lo llorase muerto a que se avergonzara de verlo vivo y traidor? En medio de las torturas y antes de morir fusilado, pronunció su célebre frase: “Si mil vidas tuviera, gustoso las daría por mi patria”. Conmueve tal entrega y compromiso en favor de la liberación de su pueblo.
¿Estás dispuesto, como Olaya, a dar tu vida por una causa? ¿Qué costo estás dispuesto a pagar por vivir fielmente tu fe y compartir perseverantemente la esperanza? ¿Cuán dispuestos estamos nosotros a dar nuestra vida en sacrificio vivo y en servicio fiel hasta la muerte?
Nuestra vida debe ser ofrecida a Dios como una ofrenda perfecta y un sacrifico vivo, porque “Dios no quedará satisfecho sino con lo mejor que podamos ofrecerle. Los que lo aman de todo corazón desearán darle el mejor servicio de su vida, y constantemente tratarán de poner todas las facultades de su ser en perfecta armonía con las leyes que nos habilitan para hacer la voluntad de Dios” (Elena de White, Cristo en su Santuario, p. 34).
¿Cuántas vidas estás dispuesto a dar?
16 de marzo
Transformados
“No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:2).
El mensaje de Pablo es claro y directo. No conformarse al mundo, sino ser transformado. En verdad, a menos que seamos transformados, seremos conformados al mundo.
Conformarse significa adaptarse, acomodarse, concordar, armonizar, adecuar, resignarse, aguantarse, avenirse, plegarse, acceder, transigir y asentir. Conformarse es amoldarse al mundo; es decir, adquirir la forma del mundo, su violencia, sus antivalores, su incoherencia de discursos distantes u opuestos a las prácticas, su materialismo, su egocentrismo, su indiferencia, lo superficial y su “sálvese quien pueda”. Somos bombardeados por la publicidad, influenciados por el ambiente, agobiados por un mundo exterior cada vez más fuerte y una vida interior cada vez más débil. Conformarse al mundo no requiere ningún esfuerzo, es solo dejarse llevar por la corriente.
En contraste, la transformación diaria por la renovación del entendimiento es otra cosa. Esto requiere ejercicio de la voluntad, dominio propio, disciplina y lucha permanente; la decisión de conocer y someterse permanentemente a la voluntad de Dios. Es remar contra la corriente. Es un vivir inconforme o disconforme con el mundo. No desde la crítica o la manifestación política, sino desde la conducta que armoniza y muestra el carácter de Jesús.
Podemos ser influenciados por la cultura o influenciadores de la cultura. El ruego de Jesús no fue que fuésemos quitados de este mundo, sino guardados del mal. Él mismo nos envía a todas las naciones a llevar y vivir un mensaje que transforma y cambia vidas, que genera paz, esperanza y destino de eternidad.
¿Hay alguna cosa en la que te estás conformando con el mundo? ¿Un estilo, un hábito, una práctica o una actitud? Necesitamos una transformación por medio de un pensamiento renovado.
Mateo utiliza la misma palabra original que empleó Pablo para “transformación”, al relatar la transfiguración de nuestro Señor, cuando su gloria y su interior divino fueron claramente reflejados y evidenciados en su exterior. De igual manera, el creyente transformado lo muestra en su exterior y en su interior redimido por la sangre del Cordero. Esto es mostrar a Cristo en la vida diaria. Y esto solo ocurre cuando nuestra mente se renueva por la acción del Espíritu Santo en el estudio de su Palabra y en el orar sin cesar.
No te conformes hoy a este mundo y sus males. Necesitamos gente inconforme con el mundo, transformada por el Señor y fortalecida por su Palabra. No digas “Todo el mundo lo hace”, porque Dios dice “No vivas como vive el mundo”. No llevemos el mundo ni a nuestra vida ni a nuestra iglesia; llevemos nuestra vida y la iglesia al mundo.
17 de marzo
Actualiza tu valor
“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener” (Romanos 12:3).
Según Maxwell Maltz, “la autoestima baja es como conducir por la vida con el freno de mano puesto”. Por su parte, Malcolm S. Forbes dijo: “Hay demasiadas personas que sobrevaloran lo que no son y subestiman lo que son”. Algunas personas se subvalúan, se consideran debajo de su valor, mientras que otras se sobrevalúan, se ponen un precio mayor del que tienen. ¿Cuál es el punto saludable?
El cuerpo humano contiene oxígeno, carbono, hidrógeno, nitrógeno, fósforo, calcio, potasio, azufre, sodio, cloro, magnesio y cantidades minúsculas de otros elementos. ¿Cuál sería el valor económico de los elementos químicos básicos que componen el cuerpo humano? Pocas monedas. ¿Cuál sería el costo de las estructuras más complejas formadas a partir de los elementos básicos, tales como como ADN, las proteínas, los anticuerpos? Miles de monedas. ¿Cuál sería el costo de órganos vitales, tales como corazón, pulmones, riñones, medula? Millones de monedas.
En tanto lo hagamos con cordura, es decir, con sabiduría, debemos reconocer nuestras virtudes, defectos, fortalezas y debilidades.
La humildad es el resultado de la entrega de la vida a Dios, que nos lleva a tener una mente renovada. Es muy importante estimarse a uno mismo. Esa estimación debe elaborarse con buen juicio y sabiduría. El mismo Jesús nos indicó el camino: amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.
Pablo, además, agrega un detalle: todo es según la medida de fe. La naturaleza pecaminosa se estima según los valores del mundo; cada uno vale por lo que tiene. En contraste, para los que son dependientes de Dios, cuanto más grande es su fe más valiosos se vuelven; pero saben reconocer que es en virtud del amor de Dios. Nunca podemos estar orgullosos de nuestra humildad, porque no sería verdadera humildad.
¿Qué imagen o concepto tenemos de nosotros? ¿Idealizado, ficticio o impostado? Algunos intentan mostrarse en las redes sociales como les gustaría ser, no como son. Si la autoimagen coincide con la realidad, entonces tendremos una personalidad sana; si no, esa incoherencia terminará enfermando y destruyendo todo.
Nada te coloca en verdadera perspectiva como aceptar y agradecer que fuiste redimido por el sacrifico de Cristo. Eres tan indigno que él tuvo que morir. Eres tan digno que lo habría hecho solo por ti. Actualiza tu valor.
18 de marzo
Agentes de esperanza
“Gozosos en la esperanza” (Romanos 12:12).
El término “agente” se aplica al sujeto que realiza o ejecuta la acción del verbo. Entre tantos otros, encontramos agentes literarios, económicos, de seguridad, infecciosos, biológicos, casuales y permanentes.
Para Pablo, la esperanza es el mayor motivo de una vida gozosa, pues sus alcances son presentes y también eternos. Alguien que se goza en la esperanza es aquel que en nombre del Señor realiza un fuerte impacto en un ambiente infectado por el pecado, y, como agente, transmite buenas noticias restauradoras de la salud y de la vida.
Se requiere agentes de esperanza para llegar a gente sin esperanza. Como bien decía Martin Luther King: “La esperanza es el sueño del hombre despierto, y si ayudamos a una sola persona a tener esperanza, no habremos vivido en vano”.
En 1977, en el inicio de mi ministerio en la ciudad de General Roca, Argentina, conocí a una hermandad maravillosa. Tengo de ellos los mejores recuerdos y desbordante gratitud, pues marcaron mi ministerio para siempre. Allí conocí a Héctor, quien había sido muy golpeado por los vicios, especialmente el alcohol. Esto estaba arruinando su salud, su economía y su familia. Un día se cayó en un pozo de 27 metros. Sin salida, todo parecía terminar. Antes de desmayarse, en la profundidad del pozo clamó por auxilio divino. Fue asistido y llevado al hospital. Estuvo semanas entre la vida y la muerte. El Señor salvó su cuerpo, pues también quería salvar su alma.
Apenas tuvo el alta, regresó a su casa, y en cuanto estuvo en condiciones, comenzó a recorrer la ciudad buscando una iglesia. Entonces, encontró la nuestra. Entró y nunca más salió. Luego, él estudió la Biblia y se bautizó junto con su familia. Cuando llegué a General Roca, él era maestro de Escuela Sabática, director misionero y anciano de iglesia. Todos los años tenía la alegría de llevar decenas de personas a Jesús. ¿Por qué? Porque él era un gozoso agente de esperanza que trabajaba por gente sin esperanza.
Cierto día, me contó un “secreto”: ¡No sabía leer! Es decir, era maestro, instructor bíblico... ¡y no sabía leer! Entonces, me mostró su Biblia llena de cintas que marcaban los distintos temas y pasajes. Él hacia las preguntas y pedía a la gente que leyera.
¡Cuánto puede hacer Dios cuando colocamos todo en sus manos! Ese día me mostró unas marcas en su pecho, producto de la caída “mortal” en el pozo, que el amor y el poder de Dios transformó en vida nueva. Sus marcas eran de esperanza. Con gratitud y gozo, Héctor vivió como un agente de esperanza. Hoy ya descansa en las seguras promesas del Señor.
¿Qué marcas de gozosa esperanza hay en tu vida? ¿Qué tipo de marcas estás dejando en la vida de otros?
19 de marzo
Sufrido, consolado y victorioso
“Sufridos en la tribulación” (Romanos 12:12).
En el pasaje anterior, Pablo enfatizaba los dones concedidos a la iglesia y el gozo de la esperanza. Ahora, de manera inmediata, aparece el contraste de los “sufridos en la tribulación”. Pablo insiste mucho con este tema. Él mismo lo sufrió en carne propia toda la vida, por eso recomienda que seamos resistentes, pacientes y sufridos, porque tarde o temprano los propósitos divinos se cumplirán.
Una madre, de apenas 26 años, se paró al lado del lecho de su hijito que transitaba los últimos momentos de su vida. Solo tenía seis años, y no tendría chances de crecer y alcanzar sus sueños. Así que, su mamá hizo todo lo posible para que, al menos, uno de estos fuese realidad. Asegurando con fuerzas la mano de su hijo, le preguntó: “Billy, ¿qué te gustaría ser cuando seas más grande?” Sin dudarlo, el niño dijo: “Siempre quise ser un bombero”.
Rápidamente, la mamá hizo los arreglos. Fue al cuerpo de bomberos en Phoenix (Arizona, Estados Unidos) y encontró a un bombero muy gentil, llamado Bob. Le explicó la situación de su hijo, y le pregunto si, como último deseo, podrían darle una vuelta en la autobomba de los bomberos. Sonriente, Bob le ofreció hacer algo más que eso: lo harían bombero honorario durante todo un día, para estar con ellos en el cuartel, compartir la comida, responder las llamadas y salir a atender las emergencias. Incluso, harían un uniforme para él.
Tres días después, el bombero Bob vistió a Billy y le obsequió su nuevo uniforme. Luego, lo llevaron desde el hospital hasta el cuartel en el camión de bomberos. Tres incidentes sucedieron ese día, y Billy estuvo en ellos.
Después de esta demostración de cariño, Billy tuvo una mejoría y vivió tres meses más de lo que los pronósticos médicos habían estimado. Cierta noche, sus signos vitales comenzaron a caer de manera dramática. Toda la familia estaba allí, acompañando, y tuvieron la idea de llamar al cuerpo de bomberos.
El comandante decidió ir con el camión y, frente a la ventana del hospital, hicieron sonar sus sirenas con sus luces. De prisa, con la escalera extendida sobre la ventana, 16 bomberos fueron hasta su cuarto. Con sus últimas fuerzas, Billy preguntó al comandante si había sido un buen bombero. “Sí”, respondió el hombre, “¡has sido uno de los mejores!” Con una sonrisa, Billy cerró sus ojos y ya no los volvió a abrir.
Sean cuales fueren tus tribulaciones, puedes ir hasta el “cuartel de bomberos” del Universo. El Comandante te rodeará con todos sus recursos, y en hora y forma cierta tus luchas serán vencidas. De sufrido, no solo pasarás a ser consolado; también serás victorioso. Dios siempre cumple sus sueños. Entrégate hoy en sus brazos.
20 de marzo
Héroes verdaderos
“No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12:21).
Todos sabemos cómo tratar bien a los que nos tratan bien. Sin embargo, no siempre lo conseguimos. Ahora, pretender hacer bien al que nos hace mal es cosa seria. La tradicional “Ley del Talión” es un principio jurídico de justicia retributiva, por el que la norma imponía un castigo acorde al crimen cometido, obteniendo la reciprocidad. “Talión” deriva de la palabra latina tallos, que significa “idéntico”, o “semejante”, es decir, que la pena no debe ser equivalente sino idéntica. Jesús y Pablo presentan un camino inverso a fin de que no seamos vencidos por el mal: declaran que venzamos el mal con el bien.
Cuando la escritora canadiense Margot von Sluytman era adolescente, en 1978, su padre, Theodore, fue asesinado en la tienda donde trabajaba. Cuando la familia recibió la noticia, quedó devastada. Glen Flett, un delincuente reincidente en crímenes, fue preso y condenado por el asesinato. En la prisión fue alcanzado por Cristo, se arrepintió de todos sus pecados y se convirtió al evangelio.
Cuando terminó su condena, descubrió que Margot era una brillante y premiada escritora, y junto con su esposa hizo una donación secreta en favor de su trabajo. Poco después, la esposa de Glen recibió un correo electrónico con la pregunta de si ella estaba casada con Gent Flett, el hombre que había matado a su padre el 27 de marzo de 1978. Este mail abrió un dialogo virtual por un tiempo, hasta que se encontraron cara a cara. Glen pidió perdón, lloró, y Margot abrazó al asesino de su padre. ¿Cómo fue posible esto? Los amigos le decían a Margot que no reabriera sus heridas. Ella solo respondía: “Ahora estamos restaurados y tenemos esperanza”.
¡Qué tremendo ejemplo de perdón! No importa la gravedad de la situación, no podemos poner un signo de interrogación donde Dios ya colocó un punto final. Bien decía Tertuliano: “Si quiere ser feliz por un instante, vénguese; si quiere ser feliz para siempre, perdone”. Esto significa pagar al mal con el bien. Ese pago hace bien tanto al ofensor como al ofendido. Solo los abrazados por Dios pueden abrazar de esta manera.
“La verdadera grandeza y nobleza del hombre se mide por el poder de los sentimientos que subyuga, y no por el poder de los que lo dominan. El hombre fuerte es el que, aunque sensible al maltrato, domina sus pasiones y perdona a sus enemigos. Los tales son verdaderos héroes” (Elena de White, Mente, carácter y personalidad, t. 2, p. 331).
Hoy, sé un verdadero héroe y haz bien al que te hizo mal. No es fácil, pero sí necesario y válido. Dios siempre reparará un corazón quebrado. Para ello, debes entregarle todos los pedazos.
21 de marzo
Cómo pagar todas las deudas
“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros, pues el que ama al prójimo ha cumplido la Ley” (Romanos 13:8).
Vivimos en un tiempo de deudas. Las personas, las familias, las instituciones y hasta los países están endeudados. Se dice que el ser humano tiene tres centros nerviosos: el cerebro, el corazón y… ¡el bolsillo! Al parecer, solemos inquietarnos más cuando nos tocan el bolsillo que cuando están en juego el cerebro y el corazón, ¿verdad? En el texto, Pablo no dice que no debemos pedir prestado dinero; dice que si estás debiendo algo, debes pagarlo. A veces la deuda es legítima, y se dedica a suplir necesidades reales. Otras deudas podrían haberse evitado.
“Muchas personas gastan dinero que no han ganado, para comprar cosas que no quieren, para impresionar a personas que no les agradan”, sostuvo W. Smith de manera irónica. Y es así. Las deudas generan complicaciones adicionales. Por ejemplo, muchas relaciones entre familiares y amigos se han visto afectadas por las deudas. Ya lo decía Séneca: “Por una pequeña suma de dinero, se vuelve uno tu deudor; si la suma es grande, se vuelve tu enemigo”.
La Biblia nos desafía a evitar la codicia, el materialismo; a hacer previsión, a constituir ahorros y aprender a contentarnos. Pero, más allá de toda actitud y hábito de cuidado, pueden existir situaciones que hacen necesario endeudarse. No tener deudas sería la manera más segura de evitar que se venza el plazo; pero, si existen, Pablo recomienda que se cancelen lo antes posible.
Elena de White también nos aconseja al respecto: “La clase de educación más alta que pueda darse es la consistente en evitar las deudas tanto como se evitaría la enfermedad” (Joyas de los testimonios, t. 2, p. 470). Y agrega que podemos vivir en armonía con las entradas, mantener los gastos dentro de esos límites, aprender a economizar, huir de la complacencia egoísta, evitar la ostentación, no gastar en lo innecesario, y no usar las deudas como excusa para dejar de ser fieles en la devolución de los diezmos o generosos con las ofrendas,
El cristiano podrá pagar todas sus deudas, pero Pablo asegura que hay una que nunca podrá pagar: amar al prójimo como respuesta al amor que recibimos de Jesús. Esta es una obligación que nunca será saldada mientras haya un prójimo a quien amar.
Cuando Jesús realizó el milagro de alimentar a la multitud, además de amarlos, les enseñó una lección de economía. Dijo a los discípulos que juntaran todo lo que sobró sin que se perdiera nada.
Que Dios te ayude hoy a cancelar todas tus deudas. Menos una, ya que debemos recordar que “deuda de dinero y deuda de gratitud son cosas diferentes” (Cicerón). Las deudas de dinero se pagan; las de amar al prójimo como expresión de gratitud a Dios duran toda la vida.
22 de marzo
Es hoy, ¡ahora!
“Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos” (Romanos 13:11).
Es hoy, más que nunca. Ahora es el tiempo. Hay personas que no prestan mayor atención al tiempo. Creen que es accesible en todo momento; algunos olvidan sus compromisos, otros llegan siempre tarde o no llegan, total, “mañana será otro día”.
Muchas veces nos vestimos de razones que en el fondo solo son excusas, que por disfrazadas que parezcan no son otra cosa que excusas. Cervantes aseguraba: “Cuando consideramos en qué momento deberíamos comenzar, a menudo es demasiado tarde para actuar”. Por su parte, el gran científico Albert Einstein afirmaba: “Cuando pienso en el futuro, siempre viene demasiado tarde”. Cuando preguntaron a Alejandro Magno cuál era el secreto de sus conquistas, respondió: “Estar siempre a tiempo y no demorarse nunca”.
Dwight Moody (1837-1899) fue un famoso evangelista, fundador del Instituto Científico Moody, que resaltaba al Dios creador y sustentador del Universo, mostrando cómo en cada disputa entre la ciencia y la Palabra, finalmente la Biblia tiene razón. En el comienzo de su ministerio, solía terminar sus predicaciones con este mensaje: “Vayan a casa, piensen y resuelvan qué hacer con este tema estudiado”.
Hasta aquella trágica y famosa noche del incendio en Chicago, una de las mayores tragedias del siglo XIX en Estados Unidos. En un juego clandestino de apuestas, un grupo estaba escondido en un establo e iluminado por un farol, y un apostador llamado Cohn derribó la lámpara y se prendió fuego la paja. Las llamas se propagaron de forma muy veloz, y en 48 horas destruyeron 18.000 edificios, 100.000 personas quedaron en situación de pobreza y 300 murieron. Cohn culpó a una vaca, que habría derribado accidentalmente el farol, pero abrumado por la culpa finalmente él mismo confesó su responsabilidad, y dejó a la ciudad de Chicago un generoso donativo y una carta de su puño y letra en la que confesaba la verdad poco antes de su muerte, a los 89 años.
Muchos que había escuchado a Moody esa noche perecieron en el incendio, y desde ese día Moody nunca más admitió tomarse un día para pensar. “Es hoy, ahora. Si hay una decisión que tomar, un hábito que dejar, una verdad que vivir o una acción que realizar… todo es ahora. El único latido de corazón que nos pertenece late ahora”.
“Desear ser bondadosos y santos es rectísimo; pero si no pasáis de esto, de nada os valdrá. Muchos se perderán esperando y deseando ser cristianos. No llegan al punto de dar su voluntad a Dios. No deciden ser cristianos ahora” (Elena de White, El camino a Cristo, p. 48).
Señor, ayúdame a vivir como tu hijo ahora, ahora y ahora .
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